junto a un río de aguas tan cristalinas como sus ojos. A la salida del
Sol, pasaba las horas a la orilla del río observando el
hermoso paisaje.
Cuando caía la tarde y asomaban las primeras estrellas, se recostaba
junto a la hasta quedar suspendida en un
profundo sueño.
Cierto día junto al río, apareció de repente un
– ¡Qué tan hermoso! – exclamó
– Te daré mi amistad – dijo el caballito sin pensarlo dos veces –
Vamos a jugar. Y comenzaron a corretear por todo el bosque hasta la caída de la noche. Al día siguiente, se volvieron a encontrar junto al río. Pero el
no estaba solo, había traído a sus amigos para que puedan jugar con Alicia.
Había un loro verde tan reluciente como la yerba de la
mañana, Una blanca tan hermosa como la nieve y un
con un carisma increíble.
Alicia se puso feliz por sus nuevas amistades, fueron a jugar en el
bosque,
pasaron por un y conocieron otros animales.
Finalmente, Alicia se fue a Su padre estuvo
Preocupado pero al verla estuvo más tranquilo y feliz.