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Alguna vez te has preguntado: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi motivo en esta vida? ¿Qué
esperan los demás de mí? Sin duda alguna lo has hecho, al menos una vez, como consecuencia
de una preocupación o situación que amerite este tipo de cuestionamiento. Éstas son algunas de
las interrogantes básicas del existencialismo, movimiento filosófico al cual le prestaremos mayor
atención en este escrito. Para ser más objetivos en el proceso investigativo, hemos decidido
Somocurcio y la “niña mala”.1 Sin embargo, lo haremos de una manera ordenada observando un
novela y tener en consideración los cambios que sufren. Por ejemplo, Ricardo, como veremos
más adelante, es un hombre a gusto con su estilo de vida. No obstante, cuando está lejos del
desconocido de sí mismo. Igualmente sucede con Otilia y por esto recurre a cambiar
desmedidamente de personalidad. Por tal razón, podemos decir que Ricardo y la “niña mala”
1
Para evitar la redundancia y la confusión en torno a la “niña mala” y sus diversas
personalidades, utilizaremos su nombre propio, Otilia, para referirnos a ésta más adelante.
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el objetivo de este escrito. Ricardo Somocurcio es un joven huérfano que vive con su tía en el
Perú de los años cincuenta. En ese verano, conoce a Lily o la “chilenita”, el amor de su vida. En
la celebración del cumpleaños de la “gordita pufi”, son desmentidas por la tía de ésta y en
realidad resultaron ser peruanas y no chilenas como le habían comentado a todo el mundo. Como
Miraflores hasta que llega el momento en que Lily desaparece del Perú. Luego, Ricardo decide
novela es que en Francia se encuentra nuevamente con Lily, conocida ahora como la camarada
Arlette, y éste se da cuenta que aún está enamorado de ella. Posteriormente, la “niña mala” se
marcha y es esta partida el detonador para todos los problemas de Ricardo. La misma dinámica
sucede a lo largo de toda la novela, pero en distintos lugares como Londres, Tokio y Madrid.
cuáles son los elementos o las personas que contribuyen a ésta. El “niño bueno”, como lo
apodaba Otilia, vivía con su tía desde muy pequeño, pues sus padres habían muerto en un
accidente. Como consecuencia, Ricardo crece bajo los marcos morales de su tía Alberta, mujer
niñita! Baila como una Tongolele, como una rumbera de película mexicana. Bueno, no
olvidemos que es chilena, el fuerte de las mujeres de ese país no es la virtud”. En otras palabras,
su tía es la responsable de esa falta de malicia o del exceso de bondad en Ricardo, como él
mismo lo indica: “Estuve horas con la mente en blanco, desvelado, sintiéndome una porquería
Otra persona que influyó en la vida de Ricardo fue su padre. Podemos señalar que el
sueño de vivir en París fue inculcado por su progenitor: “Desde que tenía uso de razón soñaba
con vivir en París. Probablemente fue culpa de mi papá, de esos libros de Paúl Féval, Julio
Verne, Alejandro Dumas y tantos otros que me hizo leer antes de matarse en el accidente que me
dejó huérfano”. En todo caso, podemos decir que Ricardo es un recipiente vacío donde todas las
personas depositan sus ideas con el fin de moldear al joven. Cabe señalar que no estamos
criticando el método de crianza que utilizaron los padres y la tía de Ricardo, sino el hecho de que
no permitían que éste tuviese sentido de pertenencia; era como un fantasma, perdido y sin
identidad propia. Esto, sin duda alguna, fortalece la idea de Sigmund Freud, en su teoría
psicoanalítica, de que la sociedad es represión. Por otro lado, quien mayormente contribuye a la
de cabeza para el lector comprender el comportamiento de ésta. Dicha dificultad nace de los
diversos cambios que ocurren en su personalidad. Por ejemplo, en el Perú se dio a conocer como
la “chilenita”. En París como la camarada Arlette y madame Robert Arnoux. Más tarde en
Londres como Mrs. Richardson, Kuriko en Tokio y finalmente madame Ricardo Somocurcio
cuando contrae nupcias con el protagonista. Todas estas transformaciones contribuyen a su crisis
existencial. Por ejemplo, Otilia, a toda costa, quiere encubrir su pasado y no aceptar quién es
realmente; una muchacha pobre del Perú, hija de Arquímedes el constructor de rompeolas. En
cierto modo, acusa a Ricardo de ser un inútil, un cobarde o un pichiruchi, pero toda esta
violencia y reproche es un recurso que utiliza para no encarar su realidad. Veamos la siguiente
cita en voz de su padre Arquímedes: “Otilita siempre soñó con lo que no tenía, desde chiquita.
Era muy viva, en el colegio sacaba premios. Eso sí, tenía delirios de grandeza desde que nació.
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abandonar a Ricardo en todo momento y de optar por una personalidad fuerte y retadora con el
fin de no dar a conocer su verdadera identidad. Ya que hemos discutido la formación de cada
personaje y sus cambios a través de la novela procederemos a lo que realmente nos interesa, los
grito de rebelión contra todo lo que intenta destruir lo individual y único de la existencia
(Riestra 231). Si aplicamos esta definición a Ricardo, podríamos decir que él es el objeto y, por
es que hace de Otilia el objeto deseado (Sartre 92). Según Jean Paul Sartre, en su libro
Existencial Psychoanalysis, el objeto deseado puede ser una rebanada de pan, un automóvil, una
mujer o un objeto que aún no se ha realizado ni definido por completo. Por consecuencia,
Ricardo corre el peligro de que la esencia del objeto deseado o creado (Otilia) sea absorbida por
reprochándome día y noche no haber tenido el coraje de decirle a la camarada Arlette que, pese
aventura que sabe Dios cómo terminaría”. En la cita referida anteriormente, vemos nuevamente
sus decisiones. De todos modos, aunque hubiese impedido la partida de Otilia, ella
certeza quién es realmente: “Había dejado de ser un peruano en muchos sentidos, sin duda. ¿Qué
era, entonces? Tampoco había llegado a ser un europeo, ni en Francia, ni mucho menos en
Inglaterra. ¿Qué eras, pues, Ricardito? Tal vez, lo que en sus rabietas me decía Mrs. Richardson:
un pichiruchi, nada más que un intérprete, alguien que, como le gustaba definirnos a mi colega
Salomón Toledano, sólo es cuando no es, un homínido que existe cuando deja de ser lo que es
para que por él pasen mejor las cosas que piensan y dicen los otros”. En efecto, no le preocupa su
inmediato. Cuando se trata de las relaciones con las demás personas, el ser inauténtico se
conforma con estar junto a ellas. En otras palabras, no le preocupa crear un ser propio, se
conforma con ser igual a los demás: “[…] mi vida empezó a parecerme bastante estéril, y mi
cuestionaba: ¿Qué huella dejaremos de nuestro paso por esta perrera?, la respuesta honrada sería:
También, los seres inauténticos poseen las características de ser curiosos y ambiguos
(Riestra 251). Cuando digo curiosos, me refiero a que sólo se preocupan por lo artificial y
periférico de las cosas, no profundizan y sólo desean vivir nuevas experiencias: “En el largo
con Arquímedes. ¿Qué hacía aquí, metiendo la nariz en esas intimidades sórdidas? 2” Por último,
y para pasar con Otilia, es ambiguo porque se precopa por lo que dicen los demás y no responde
a la voz de su conciencia. Pienso que esto lo hemos ejemplificado anteriormente, pero podríamos
ver la siguiente cita donde se muestra más marcadamente: “Sin duda tenía razón cuando me
decía esas lúgubres cosas. Esas conversaciones con el Trujimán3 me dejaban siempre algo
desmoralizado y a veces me producían desvelos. Ser un fantasma no era cosa que me dejara
minutos, horas, días, semanas, meses y años. Es una temporalidad general y el personaje no la
hace suya, sino que se incorpora a ella: “Ocurrieron cosas extraordinarias en aquel verano de
1950”. Ricardo bien pudo decir: “Ocurrieron cosas extraordinarias en mi pasado”, pero decide
Por otra parte, Otilia puede ser considerada un ser auténtico. La primera revelación del
ser auténtico es el miedo que a la vez se deriva de la angustia y ésta es el producto del
descubrimiento de la libertad absoluta del ser humano (Riestra 252). Es decir, Otilia conoce su
libertad de hacer lo que quiere, pero le causa angustia dejar a Ricardo para conseguirlo. Claro
está, nunca lo expresa directamente en la novela, pero lo podemos deducir. Ese sentimiento de
angustia mezclada con soledad es lo que obliga al ser auténtico a escoger entre la vida basada en
el ser anónimo o la existencia auténtica. Como ya sabemos, Otilia no opta por elegir la vida
cotidiana y anónima, sino que decide continuar con su extrema libertad hasta que finalmente
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El término “curioso” puede prestarse a confusión, pues una persona curiosa preguntaría
hasta el más mínimo detalle de algún suceso. Sin embargo, hay que hacer la salvedad de que
Heidegger lo utiliza en el sentido de buscar nuevas aventuras sin investigar antes las
consecuencias de las mismas.
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Salomón Toledano
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contrae nupcias con Ricardo. Lamentablemente, ésta se hastía como había de esperarse: “Estos
dos cuartitos son una cárcel y ya no los soporto. Yo sé cuál es mi límite. Me está matando esta
rutina, esta mediocridad. Yo no quiero que el resto de mi vida sea así. A ti no te importa, tú estás
contento, mejor para ti. Pero yo no soy como tú, yo no sé conformarme”. Además de lo
en un ser inauténtico.
Además, el ser auténtico, según Regis Jolivet, refleja desde un principio el sentimiento de
culpabilidad: “Si quieres que reconozca que me he portado mal contigo y que he sido una
egoísta, lo reconozco. Si quieres que me pase el resto de la vida diciéndote que Elena tiene razón,
que te he hecho daño y no he sabido valorar tu amor y esas idioteces, bueno, lo haré”. Este
sentimiento surge al momento de rechazar una cosa por otra. Por ejemplo, cuando Otilia debía
decidir entre Ricardo y el dinero, obviamente optaba por el bienestar económico, pues esta
necesidad la ha acompañado desde niña y su mismo padre lo menciona: “[…] desde que era de
este tamaño, Otilita se avergonzaba de nosotros. Ella quería ser como los blancos y los ricos. Era
una chiquilla resabida, llena de mañas”. Por consiguiente, debe alejarse de Ricardo para lograr lo
Heidegger también habla de la fase de resolución y dice que en ésta el ser auténtico
“asume una tolerancia absoluta ante el derecho de los demás a vivir sus propias vidas y respeta el
derecho de cada ser humano de impregnar su propia vida con el significado y manera que él crea
más adecuado” (Riestra 254). Veamos la siguiente cita: “[…] no puedo vivir con nadie que no
seas tú. Aunque te parezca un poco tarde, ahora ya lo sé. Por eso, de ahora en adelante, aunque
me muera de hambre y tenga que vivir como una hippy, voy a vivir contigo”. Aquí, finalmente,
Otilia decide aceptar a Ricardo tal cual es y pasar el resto de su vida junto a él. Por otra parte, a
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diferencia de Ricardo, Otilia posee un tiempo auténtico y lo hace suyo (“mi tiempo”). Se le da
mejores cosas. Otilia siempre está pensando en el futuro y lo manipula de manera que consigue
todo lo que desea, entiéndase dinero, estabilidad social, compañía, seguridad, etcétera. El pasado
está relacionado con la angustia y el miedo, en este caso el mayor temor de Otilia es que
descubran su pasado, lo cual hizo Ricardo, pero nunca le dejó saber. Finalmente, el presente
existenciales aunque de manera distinta. Ricardo recurre al desinterés por su propia vida y la
“niña mala” a la creación de distintas personalidades. Sin embargo, debemos destacar que todo
esto sucede gracias a la distancia entre ellos. Ricardo Somocurcio siempre estuvo a gusto con su
vida de traductor e intérprete en París, pero Otilia es quien le llena la cabeza de la idea de ser un
“don nadie” o un pichiruchi como ella misma lo indica en la novela. Ésta, para evitar sumergirse
en esa vida sencilla que tanto aborrece, abandona a Ricardo constantemente y se ve obligada a
transmutarse de personalidad y llega al punto que ni el mismo Ricardo la conoce, mucho menos
el lector. No sabemos con certeza quién es Otilia, pero sí sabemos y podemos identificar los
complementan ambos personajes. Esto lo vimos con los conceptos de Heidegger del ser
inauténtico y el auténtico. El primero no se conoce a sí mismo y depende de los demás para auto-
realizarse (Ricardo), mientras que el otro posee toda la libertad de hacer lo que le plazca (Otilia).
Pienso que la novela es un viaje a través del tiempo y lo mejor de todo es que en esa aventura
podemos ver cómo cambian los personajes, sus preocupaciones, sus momentos de felicidad, de
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aborrecimiento por una vida monótona y dolorosa donde en realidad no sabemos qué es el amor
y por consiguiente la desconocemos por completo. Los personajes la conciben como una sin
sentido, vacía, como si anduviésemos prestados en ella y así es realmente, pues todos los
humanos vivimos para un fin en común, la muerte. Los problemas existenciales, nos han
acompañado, nos acompañan y nos acampanarán durante toda la vida, pues queda evidenciado
que el ser humano no deja de crecer ni transformarse. Todo se encuentra en constante cambio y
nunca podremos decir con seguridad quiénes somos realmente, como les sucede a los personajes
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