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Seminario: Introducción al estudios critico de los museos

Docente: Lily Jiménez Osorio

Informe n° 1 - Museo Nacional de Bellas Artes


Integrantes: Alessandro Ovalle, Javier Godoy

El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) es probablemente el museo más conocido de


Santiago que se encuentra actualmente en funcionamiento y abierto al público. Situado frente al
Parque Forestal, desde su entrada en altura nos emite un aura de intelectualidad, nos invita a
sumergirnos en un edificio anacrónico de lo que vemos en nuestro diario vivir, nos despedimos
de los altos y grises edificios del centro de Santiago para cautivarnos con un palacio que ha
perdurado más de un siglo en las cercanías del centro histórico de Santiago.

En un primer acercamiento a la infraestructura del museo se nos explica que la entrada se encuentra por
el Este, mirando la fachada principal hacia la cordillera; por un lado se nos da a entender que el nacimiento
del sol de cada mañana ilumina las puertas principales del museo, y por otro lado, es un recordatorio del
Chile de inicios del Siglo XX, ese país que buscaba decirle al mundo que la alta cultura, la intelectualidad
y el progreso estaban instalados en los rincones de América del Sur, donde nuestra población buscaba
resaltar por su “blanqueamiento”, de ahí la importancia de la mirada hacia la cordillera, el frío y el blanco,
símbolos de los países desarrollados, que ponían la razón frente a los sentimientos, en contrario de los
cabezas calientes de Latinoamérica y sus orígenes indígenas, un Chile que invisibilizaba las minorías y los
Mackenna, Errázuriz, Figueroas, entre otros apellidos de familias aristócratas se encontraban en la
vanguardia de la carrera del progreso.
En el Hall Central del MNBA nos encontramos con una arquitectura que evoca al Petit Palaice de París,
donde su amplitud se ve potenciado por el techo en forma de cúpula que cubre al edificio, balcones y
esculturas que son parte de la infraestructura del edificio inundadas por un arte neoclásico, donde lo
griego es lo primero en venir a la mente, aunque lo religioso está igualmente presente.
“Tránsitos” es la exposición que nos da la bienvenida a este centro de la difusión de la cultura, una
exposición permanente que nos muestra las variadas esculturas que representan a importantes y
reconocidos personajes de la Historia Universal, Historia del Arte y Mitología, todos ligados al lado más
tradicional de estas corrientes que sientan las bases para lo que los curadores nos han transmitido como
concepto de “belleza”, impuesto a lo largo de los siglos por quienes están a cargo de las colecciones y su
difusión, apegados a la reproducción más que a la creación. En ese sentido podemos interpretar este
espacio en los términos de Bernárdez” Los museos pueden ser una estrategia de reafirmación de la
<<identidad cultural>>, que se apoyaba tradicionalmente en la ocupación de un territorio y la formación
de colecciones de objetos materiales (y por supuesto repertorios comunicativos: rituales cotidianos, fiestas
intercambio de símbolos, etcétera)” (Bernárdez, 61)
En el recorrido por el Hall podemos encontrar esculturas variadas, réplicas en su mayoría y una que otra
obra original donada por su creador como es el caso de “El descendimiento de la cruz” de Virginio Arias
realizada a fines del siglo XIX, expresa el dolor de una madre ante la muerte de su hijo, la mujer
representada a través de la figura maternal ya se encontraba presente en el MNBA, probablemente como
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la verdadera protagonista de la obra en cuestión, pero sin dejar el rol de madre de Jesús ante los
espectadores y críticos.
De los inicios de era nos transportamos casi 3400 años en el pasado a la región norte del África, porque
el museo es un lugar que materializa el tiempo, con la suficiente imaginación y dejándonos llevar por el
aura de las obras podemos viajar a través de las épocas y entender de manera práctica conceptos como
“sociedad”, “cotidianeidad” y “belleza” por nosotros mismos, puede que sea complicado expresarlo en
palabras, pero para un amante de la egiptología, incluso el contacto visual con la réplica del busto de
“Nefertiti” puede poner en marcha nuestros pensamientos y entender el concepto de belleza física
expresada por los egipcios del siglo XIV a.C. la feminidad y la fuerza de “la belleza que ha llegado” reina
de Egipto durante el reinado de Amenhotep III, autodenominado Akhenatón. Otra figura femenina que
ha sido reconocida a través de los siglos por la peculiaridad de aquel que fue su esposo y rey, delegada al
rol de esposa y consorte.
Egipto es considerado una de las civilizaciones antiguas más importantes de la antigüedad, así como las
sociedades que se formaron en la cuenca de Mesopotamia, India, China, entre otra variedad de pueblos.
Sin embargo, para el mundo occidental ese espacio queda reducido a dos nombres: Grecia y Roma.
“Tránsitos” resulta casi un preludio para la siguiente exposición. “De aquí a la modernidad” se define
como “Una nueva oportunidad para enriquecer la mirada del público, a través de la puesta en valor de
las obras que el Museo Nacional de Bellas Artes resguarda y difunde” (MNBA, 4) el leitmotiv de la
exposición versará en cómo los artistas representaron y dialogaron en torno al concepto de modernidad
nacional, en función de ello, observaremos una serie de obras que no poseen un ordenamiento
cronológico, sino que temático, a través de varias salas y espacios donde dialogarán en torno a una
problemática particular del proceso de modernidad chileno “Hemos seleccionado un grupo de obras de
la colección mnba, en diálogo permanente con obras literarias de la época, que nos permiten dilucidar los
modos en que las escenas del arte comprenden, forman y trascienden imaginarios ligados a la constitución
de lo moderno o, por el contrario, los desfragmentan y apropian desde una mirada crítica” (MNBA, 9).
Podemos resumir la muestra en siete grandes apartados temáticos: La ciudad como un espacio discursivo
en transformación, El campo chileno y sus regímenes de trabajo, Migración y Cuestión social, Identidades
indígenas Andinas y Mapuches, Cuerpos y territorio e identidad afrodescendiente. Adicionalmente
existirán dos apartados para los Movimientos estudiantiles y Organizaciones obreras, particularmente el
caso de las mancomunales.
Cada sala posee una gran diversidad de elementos en cuanto a su técnica, datación, escuelas o
movimientos a los que pertenecen, así como temáticas abordadas, aún así, se trata principalmente pinturas
u obras de pared, aunque se destacan algunas intervenciones como la instalación “El rapto de Europa”
de Luis Montes, que da la bienvenida a la muestra.
En este sentido, conviene destacar que la muestra busca un diálogo permanente no solo entre las obras,
sino que también de sus temáticas y las problemáticas que podrían evocar “Las relaciones entre conceptos
están abordadas desde la teoría de la interseccionalidad, que es una herramienta de análisis que ofrece el
feminismo para examinar las maneras en que determinadas características biológicas, sociales y culturales
interaccionan simultáneamente, generando diferentes niveles de exclusión y opresión” (MNBA, 87).
En función de ello, la exposición es un ejercicio curatorial interesante, pero no satisfactorio del todo. Las
piezas si bien abordan problemáticas como la contradicción entre una ciudad moderna y afrancesada para
la burguesía y conventillos insalubres para el resto de la población, no desarrollan una problematización
más allá de lo evidentemente expuesto en las obras y la descripción de las pequeñas reseñas literarias.
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Existe una intención de hacer dialogar en torno a problemáticas en un orden binario que dificulta la
introducción de otros elementos enriquecedores, así lo demuestra la intencionalidad del área de educación
“Pretende reflexionar críticamente sobre los siguientes binomios de conceptos: Estado/Nación,
Democracia/Participación y Progreso/Desarrollo, los cuales se pueden abordar tanto de manera
individual como colectiva, y que apuntan fundamentalmente a pensar cómo las decisiones y sucesos
pasados influyen en la manera de vivir y enfrentar el mundo en la actualidad” (MNBA, 87).
Si bien se agradece romper con la linealidad tradicional y enriquecer los espacios con disposiciones que
superen con el cubo blanco, muchísimas de las conclusiones propuestas por la curadora en el catálogo
resultan evidentes. A este respecto Rivera comenta que “Si se expone es para contar algo, si se cuenta es
para informar y si se informa es porque se desconoce o no se tiene del todo asumido, moviéndonos en
torno a una conciencia general y un imaginario colectivo que sigue estancado en tradicionalismos
conservadores” (Rivera, 109). Volveremos a esta última afirmación de Rivera más adelante.
Encontramos algunos interesantes aciertos como la posibilidad de observar en la misma muestra piezas
de apropiación cultural de las etnias indígenas tales como La virgen india de Ramón Mateu o El jugador
de palin de Nicanor Plaza, junto con la obra de Sebastián Calfuqueo y Demian Schopf. Aun así, se habría
agradecido textos o una disposición que invitara a una reflexión que trascendiera a los conflictos actuales
en la Araucanía, por ejemplo.
Si bien se sostiene la interseccionalidad de la muestra, muchas obras se quedan dentro del terreno de la
representación y la cultura, asociadas exclusivamente al salón temático en el que se desarrollan, generando
una especie de fragmentación del discurso expositivo, en una especie de “lógica multicultural
disgregadora, ya que pese a los intentos por recuperar y dar protagonismo a los márgenes reprimidos (…)
incluyendo la presencia y la coexistencia de una gran cantidad de rasgos muy diversos pero, ojo,
subordinados” (109). Un caso paradigmático es la obra “La limosna” Donde un grupo de piadosas y
devotas damas españolas, entregan entre risas algunas monedas a un mendigo, que, en cuento a
disposición del cuadro, ocupa menos de un tercio de la esquina inferior izquierda de la obra.
Conviene considerar que no se trata solo de mostrar a sujetos y sujetas subordinados, sino de la manera
en cómo se realiza esta exposición. En palabras simples, no necesito ir a un museo Nacional de Bellas
Artes para saber que en Chile existe y ha existido pobreza, enfermedad y desigualdad. Que por cierto se
muestra sin pudor a través de una apropiación estética, donde el individuo popular parece valer sólo por
su estatus estético, antes que por las problemáticas que encarna.
Puesto que de la misma forma que al Mapuche o al Aimara se le representa mutado en una estilización
higienizada de lo indígena, con rasgos y categorías europeas. Al pobre, al marginado, a la mujer popular,
se la reduce al nivel de un elemento estético o decorativo ¿Por qué la sociedad chilena de principios del
siglo XX podía ver la pobreza en sus salones de arte (Al nivel de pagar cuadros extranjeros que la
representase) e ignorarla en la esquina de sus casas?
Como plantea Rivera, existen muchas exposiciones sobre mujeres, pero no tantas feministas, en la misma
línea “De aquí a la modernidad” es una muestra sobre las problemáticas de la modernidad en Chile, pero
solo se quedó en eso, en exponer problemáticas (por lo demás evidentes) pero sin tratar de intentar
responder a dichas problemáticas.
Por ejemplo, se muestran una serie de problemas sociales asociados a la modernidad, esta, se presenta
como una especie de ente abstracto, un imaginario en el mejor de los casos, apenas encarnado en los
sujetos que lo llevaron a cabo. Solo aparece la figura aislada de Benjamín Vicuña Mackenna, asociada
indisolublemente a su Champs Elysee chileno. ¿Dónde está la figura de los Cousiño, dueños de la famosa
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mina que Baldomero Lillo plasmó en su obra, y que, por cierto, se encuentra citada en la exposición?
Algún representante debe existir en la multitud de retratos que conformaron la primera colección del
Bellas Artes...
La modernidad se transforma así en un proceso impersonal, donde no se reconocen actores. Al no
reconocerlos ¿Qué clase de profundidad podemos dotar a una reflexión sobre la historia de nuestro país?
¿Porque solo se visibiliza a una clase (Por cierto, la menos afortunada) de los participantes de este
proceso? Pareciera ser que, siguiendo el ejemplo de Rivera, la visibilización de las problemáticas sociales
no es una invitación a un acercamiento crítico, al devenir de nuestra sociedad sino “una simple coartada
(...) neutralizando y enturbiando aquellos aspectos más mordientes e incisivos” (Rivera, 110) como la
tenencia y explotación de las riquezas en nuestro país durante el último siglo.
Consideramos por otro lado el aislamiento geográfico de la muestra, no existe un diálogo con otras
realidades y proyectos modernizadores en Latinoamérica, considerando que muchos de nuestros países
vecinos pasaron por proceso similares en la misma época.
Por otro lado, también se asume un proceso de modernidad desde principios del siglo XX pero que no
dialoga con otras transformaciones económicas y políticas, tales como la dictadura o el auge del
neoliberalismo, recordemos a este respecto la necesidad de una lectura amplia y crítica de estos procesos
de visibilización, que Bernárdez aplica al feminismo “¿Dónde están las otras? ¿Hay otras a las que no
vemos porque ni siquiera podemos pensar en ellas? ¿Dónde están las mujeres que nunca estarán aquí?
¿Dónde están aquellas que no pueden disfrutar de la unión que proporciona el sentirse parte de una
cultura común? (Bernárdez, 62).
Deberíamos cuestionarnos si el museo es un espacio que permite un abordaje más crítico y representativo
de la sociedad chilena, al respecto debemos aseverar que “Lo verdaderamente transgresor no es
meramente conformarse con estar representadas y visibles, lo transgresor es atreverse a transgredir la
herencia cultural. Las artistas que se atreven a transgredir los códigos de representación, las intelectuales
que cuestionan si es posible o no un arte verdaderamente transgresor de los museos, y los públicos que
convierten el recorrido del espacio normativo y normalizado de los museos en un ejercicio critico y
constructivo contribuyente al desarrollo de una sociedad mas igualitaria y, por lo tanto, más feliz”
(Bernárdez, 62).
Desde dicha perspectiva ¿Podría una activista y performista como Hija de Perra presentarse a través de
su obra en el MNBA? La cuestión queda en la palestra debido a la muestra de la performista en el museo
de arte Hessel de Nueva York. En Chile se ha conmemorado su fallecimiento con muestras y coloquios
realizados por el Museo de la Memoria y el Centro Arte Alameda, además de sus presentaciones en el
Museo de la solidaridad Salvador Allende. O quizás valdría mejor preguntarse ¿El MNBA estaría
preparado para su obra? Es aquí donde se tensiona la amplitud de la apertura de esta institución emblema
de la cultura chilena.
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Bibliografía

Bernárdez, Rodal, Asunción. (2012). Sobre públicos, Museos y Feminismo. En El protagonismo de las
mujeres en los museos (53-63). Madrid: Fundamentos.
Rivera, Martorell, Sara. (2013). El arte feminista y su exhibición: la musealización de un conflicto. El caso
del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. Encrucijadas, 3, 106-120.
MNBA. (2019). De aquí a la modernidad. Santiago: MNBA.

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