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(UASD)
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Derecho
Licenciatura en Derecho
“Responsabilidad Civil I”
(DER 4510)
Roberto Ortiz
12
NU 304
Semestre 2018-2
Santo Domingo
República Dominicana
INTRODUCCIÓN
Otro punto importante son sus fundamentos arraigados en las teorías de la falta, del riesgo y
de la garantía.
Noción: Es la obligación de reparar el daño a una persona sea por culpa o no según el art.
1382 y ss) sea en ciertos casos determinados en la ley, por el riesgo resultante en la
actividad del responsable (accidentes de trabajo responsabilidad en caso de motín etc.).
a).- Responsabilidad funcional.- Aquella derivada del desempeño de una función publica.
En lo abstracto es sinónimo de responsabilidad administrativa; y en lo individual
o concreto de responsabilidad civil de los funcionarios públicos.
Su historia comprende desde los tiempos primitivos hasta Justiniano, autor del corpus
juris -siglo VI de J. C.-, y suele llamarse derecho romano puro. El Derecho Privado, hasta
la época justinianea, estaba basado sobre el contenido del corpus juris.
Fritz Shultz nos delimita de forma adecuada los períodos del derecho romano acorde con la
historia: los dos últimos siglos de la República (período preclásico), los tres primeros siglos
del Imperio (período clásico), y finalmente el imperio desde fines del siglo III hasta la
época de Justiniano (período postclásico).
A pesar de que la ley fue adaptada a los cambios sociales, siempre se mantuvo la esencia de
la misma. Esta era un conjunto de costumbres, no escritas, pasadas oralmente de generación
en generación.
El cuerpo social en Roma estaba dividido por un grupo reducido de nobles (los patricios), y
otro grupo más numeroso y desventajados (los plebeyos). Estos últimos alegaban que si la
ley estuviera escrita el poder de inter-pretación de los pontífices, constituido por patricios,
estaría limitado al texto firme y fijado.
Más tarde se reconocieron los actos ilícitos o delicta, y los negocios obligatorios
o contractus.
Estas cuestiones marcaron el inicio de la ley romana y actualmente se conoce como las
Doce Tablas. Se trata de un derecho positivo y procedimental que se concentraba en las
disputas que pudieran surgir de los ciudadanos romanos. Cuando surgía una disputa que no
podía solucionarse entre las partes, se decidía en una reunión con un magistrado. En casos
de serios daños físicos, las partes eran alentadas a acordar un pago monetario apropiado por
el ofensor a la víctima. Así, se estableció el régimen de compensación voluntaria y la Pena
del Talión.
Si se fallaba con el acuerdo, las doce tablas autorizaba a la víctima a la venganza de «ojo
por ojo», esto motivando a que las partes lograran la reconciliación. En resumen, bajo el
régimen de las Doce Tablas, prevaleció el modelo de la ley del Talión para solucionar las
disputas de los ciudadanos. En las comunidades primitivas, el daño provocaba instintos de
venganza en la víctima, en manifestación del sentido de injusticia. Con el transcurso del
tiempo la venganza fue sustituida por acciones de reparación hacia el ofendido.
Della Costa resume los factores de responsabilidad en el derecho romano como los que
obran positiva o negativamente sobre las acciones del acreedor, pero nunca modifican su
alcance. El juez resolvía caso a caso confirmando o excluyendo de responsabilidad acorde
con los factores de responsabilidad presentes. Por tanto, en esos tiempos los agravantes o
atenuantes que tuvieran las partes no eran criterios a considerar ya que el razonamiento del
juez al resolver el caso era si debía o no quedar sujeto a la responsabilidad.
Esta ley había previsto algunos hechos de daños ilícitos, pero no fue hasta un plebiscito con
fecha incierta que la lex aquilia reguló la materia de daños ilícitos de forma más completa,
ordenando la reparación del daño mediante indemnización a la víctima de los bienes
dañados.
La obligación que generaba la ley de aquilia proveía para el pago de una cantidad de dinero
equivalente al valor más alto que ese objeto dañado hubiese alcanzado en el año anterior a
la ocurrencia del daño o si era de aplicación el artículo tres de la lex aquilia, sólo tomando
en consideración los últimos treinta días previo al delito. El perjudicado podía solicitar la
pena a través de una actio ex lege aquiliae. No obstante, el legis aquiliae cargaba consigo
una presunción de culpabilidad de la parte demandada.
Podemos concluir que la responsabilidad civil extracontractual, en los inicios del derecho
romano, era una de naturaleza objetiva. Por tal razón, antes del código Justiniano existía un
modelo de responsabilidad objetiva para todos los casos de responsabilidad civil
extracontractual, independientemente fuera por actos propios o por hecho ajeno. Así que en
la época clásica, Roma viabilizó los delitos privados a través de la actio legis aquiliae, que
tenía una doble vertiente: era una acción penal dirigida a imponer una pena al causante del
daño, y pretendía reparar el daño ocasionado. De ahí parte el principio general de que una
persona sea responsable de la reparación de un daño ocasionado por su culpa.
Esta evolucionó y durante el período clásico se permitió que la persona que sufría daños
como resultado de la conducta delictiva de otra, pudiera ejercer ambas acciones, es decir, la
civil y la penal, una dentro de la otra y se caracterizó por los edictos.
Al iniciar la época del emperador Justiniano se encontraban vigentes las obras de los
juristas, las constituciones imperiales establecidas en los códigos gregorianos y
hermageniano y el código teodosiano con sus leyes imperiales recopiladas bajo las novelas
post-teodosianas. Posteriormente, durante el período postclásico el emperador Justiniano,
mediante dos versiones, recopiló las constituciones imperiales formando así el código
Justiniano conocido como corpus juris.
El emperador era quien tenía la autoridad para decidir sobre las dudas que surgían, respecto
al código, recopiladas en nuevas constituciones llamadas Novelas. Eventualmente, en el
siglo XVI, las Novelas fueron integradas al corpus juris.
En cuanto a la responsabilidad por el hecho ajeno, el derecho romano no tenía una norma
específica como existe hoy en día en la mayoría de los códigos modernos. No obstante, el
derecho romano les dio la responsabilidad a ciertas personas por hechos de terceros en
virtud de un acuerdo convencional. Ha sido en virtud de ello que debía responderse por
daños ocasionados en el mar, con motivo de las embarcaciones y los hechos que los
marinos realizaban en las mismas, con respecto a problemas tales como hechos ocurridos
por tráfico comercial marítimo, o por mesoneros, hoteleros, dueños de establos, aun cuando
se valieran de sustitutos o auxiliares, sean los principales o los propios dependientes. La
responsabilidad provenía de una relación contractual, verbal, o escrita. Se respondían por
los hurtos y daños a los pasajeros en una nave, producto de las acciones del dependiente.
No se distinguía si el acto cometido por el dependiente era lícito o ilícito.
Otras instancias de responsabilidad por hechos ajenos era el habitante de la casa por cosas
arrojadas ya fuere líquidos o sólidos, independientemente de la culpa.
De otra parte respondía también el pater familias por los negocios realizados por el filius.
Además respondía el naviero por los actos del capitán de la nave o el propietario de un
negocio o comercio por las obligaciones del dependiente o institor.
El código Justiniano estableció las bases de la responsabilidad civil para los demás códigos
adoptados en el siglo IX. Consecuentemente, la mayoría de los códigos civilistas siguen el
modelo uniforme de responsabilidad por culpa como regla general y el de responsabilidad
objetiva por excepción.
Para que exista responsabilidad civil y responsabilidad penal se necesita una acción o una
abstención: el pensamiento debe exteriorizarse, y, en ambos casos debe haber causado un
perjuicio.
La responsabilidad penal, aparece como una sanción la que será muy severa cuanto mayor
sea la perturbación social.
a). ”Naeminem laedere”. -Reconoce sus orígenes en el derecho romano y significa “no
dañar a nadie”. Se trata de una regla implícita en la mayor parte de los sistemas normativos
de nuestro tiempo. Todo daño causado a otro se presume antijurídico, salvo que medie
causa de justificación. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la causa “Santa
Coloma”, ha asignado jerarquía constitucional a dicho principio.
c). Principio de reserva. -Conforme al mismo, no hay “deber ni trasgresión sin norma que lo
imponga” (ALTERINI, AMEAL, LOPEZ CABANA).. Cabe señalar, sin embargo, que a
diferencia de lo que sucede en materia penal, rige el principio de atipicidad del ilícito.
Juega aquí la regla: todo daño se reputa antijurídico salvo que medie causa de justificación.
d). Principio de prevención. -En el derecho de daños moderno se reconoce este nuevo
principio, según el cual toda persona tiene el deber de adoptar, en cuanto de ella dependa,
las medidas necesarias evitar un daño no justificado o disminuir su magnitud y gravedad.
El principio asume especial proyección en el ámbito de los derechos que hacen a la
dignidad humana, donde la tutela preventiva es la gravedad del daño resarcible, dado el
carácter relativo que generalmente tiene las consecuencias en tales supuestos.
Señala un progreso sensible, comienza a separase por primera vez la responsabilidad civil
de la penal. Se crea el Ministerio Público, a través de la Ordenanza del 25 de marzo de
1302. Sin embargo, la distinción entre ambas instituciones no fue absoluta.
Solo los daños relativos a los bienes daban lugar a una acción puramente indemnizatoria.
Fue luego, paulatinamente, que llego a admitirse que la acción de la víctima no era para
castigar al autor del daño, proclamándose la existencia de un principio general de la
responsabilidad civil todo aquel que por su falta ocasionare un daño cualquiera, está
obligado a repararlo.
Los redactores de los artículos 1382 y siguientes de Código Civil Francés se inspiraron
verdaderamente en Domat, distinguió tres tipos de faltas la penal, la contractual y la
imprudencia o negligencia (delitos civiles), señalando, además, que una falta cualquiera,
compromete la responsabilidad de su autor.
En el antiguo derecho francés, se admitió que en cierto género de contrato había lugar a
examinar la conducta del deudor para saber si este había o no realizado su obligación y se
distinguió la falta dolosa y la falta grave, que se asimilaba a aquella, la falta ligera y la falta
muy ligera. Todos los autores no están de acuerdo con esta distinción.
El Código Civil. El análisis de los trabajos de los redactores del Código Civil Francés,
demuestra que en el 1804, la distinción entre la responsabilidad civil y la responsabilidad
penal un concepción adquirida por lo expuesto Domat. El Código Civil establece un
principio general de responsabilidad civil. Se distinguen dos períodos de la historia de la
responsabilidad, después de la redacción de los códigos, terminado el uno en el 1804 y
comenzando el otro alrededor del año 1880.
Evolución del período del 1804 hasta 1880. Responsabilidad penal. Durante los tres
primeros cuartos del siglo XIX, la noción de responsabilidad penal sufrió una
transformación completa, mediante la cual quedo concluyentemente separada la
responsabilidad penal de la civil.
Evolución del período después de 1880. A partir de ese año, el desarrollo del
maquinismo llevó consigo la multiplicación de los accidentes, surgió entonces la necesidad
de socorrer a las víctimas. Contentarse con las reglas de Código Civil hubiera sido obligar a
las víctimas, al menos cuando se tratara de la responsabilidad extra contractual, a probar
una culpa, cometida por el causante del daño, prueba difícil de realizar cuando el accidente,
causado por la máquina más bien que hecho del hombre, se convierte en un accidente en
cierto anónimo.
De otra parte, incluso cuando existe una culpa, suele ser difícil establecerla; son necesarios
testigos o presunciones; la víctima que no tenga testigos que sean oídos ni presunciones que
invocar, perderá el pleito. De ahí un esfuerzo del legislador, de la doctrina y de la
jurisprudencia por hacer flexibles, a favor de la víctima, las reglas de la responsabilidad
civil.
TEMA II
La idea de que la ausencia de todo elemento típico distinto al resultado debe conducir
necesariamente a la impunidad, auténtica tesis central de la teoría de la falta de tipo, se
asentó, sobre todo, en dos distintas clases de fundamento: una concepción causalista ex post
del delito y una teoría objetiva de las normas.
De acuerdo con el primer fundamento, desde una concepción causalista ex post del delito
no resultaría posible calificar como tentativa de delito una conducta en la que falte algún
elemento del tipo, pero no se produzca, en cambio, la ausencia del resultado por alguna
causa sobrevenida al inicio de la acción. Según este argumento, en caso de ausencia de
algún elemento típico ya desde el principio faltaría el tipo mismo. La teoría de la falta de
tipo se fundamenta también, en segundo lugar, en una concepción objetiva de las normas.
En opinión de un sector doctrinal, la concepción objetiva de las normas que mayor
influencia habría ejercido sobre la teoría de la falta de tipo sería la teoría de las normas de
Karl BINDING. Para este autor, el contenido de las normas sería de naturaleza
exclusivamente objetiva.
La teoría según la cual los derechos fundamentales son garantías procesales, proviene del
interés de otorgar eficacia en la aplicación y protección concreta de los derechos humanos;
pero, profundizando y avanzando más allá del status activus processualis planteado por
Haberle. En efecto, desde una perspectiva práctica, los derechos fundamentales son
valiosos en la medida que cuentan con garantías procesales, que permiten accionar no sólo
ante los tribunales, sino también ante la administración. La tutela de los derechos
fundamentales a través de procesos, conduce necesariamente a dos cosas: primero, que se
asegure la tutela judicial efectiva de los ciudadanos y, segundo, que se garantice el debido
proceso material y formal.
Es una teoría con la cual se pretende establecer un criterio adecuado para los fines
del derecho y de las necesidades sociales de nuestra época por medio del cual determinar
cual o cuáles son los responsables de un daño ocasionado a una persona natural o jurídica
que no tenía por qué soportar.
Este criterio se estableció debido a la necesidad de lograr un criterio que no tuviese las
mismas dificultades que tiene la noción de culpa que reinaba anteriormente en el campo de
la responsabilidad civil. En efecto, la noción de culpa era insuficiente ya que en muchas
ocasiones es casi imposible determinar quien fue el que ocasionó el hecho dañino, en
especial teniendo en cuenta que en nuestra época, debido a la tecnificación, al crecimiento
de las ciudades y la complejidad de nuestra sociedad, determinar quién tiene la culpa puede
ser una tarea inmanejable.
Así ocurre, por ejemplo, en materia de accidentes de tránsito, porque con la teoría del
riesgo están incluidos: el conductor, el propietario del vehículo, la empresa afiliadora y
hasta la empresa Leasing, porque entre todos crearon un riesgo. El conductor ejerce la
actividad riesgosa y se lucra de ella, el propietario se lucra de esa actividad riesgosa, la
empresa afiliadora se lucra de esa actividad riesgosa y la empresa Leasing también se lucra
de esa actividad riesgosa, pero no únicamente porque se lucran son responsables, sino
porque crean el riesgo. Entre todos se hacen responsables por los daños causados.
Estas situaciones son las que salva la teoría del riesgo. Con esta teoría ya no se pretende
que sea una persona el directamente responsable del daño causado, sino todos aquellos que
en determinado momento tomaron la decisión de asumir ciertos riesgos dentro de los que
sus consecuencias se encontraba el que pudieran generar daños como el que se efectúo en el
caso concreto. En palabras más puntuales, con la teoría del riesgo se acoje todos los que
intervienen en la creación del riesgo y crearon las condiciones para que el daño se
produjese. Con esta teoría, todas estas personas son responsables solidarios del daño
ocasionado, a tenor del artículo 2344 del C.C.
En el derecho de civil, esta teoría tiene una especial significación, ya que permite actualizar
los criterios de responsabilidad al desarrollo de la actividad moderna. En efecto, con tantas
personas que intervienen en las actividades de la sociedad, el asumir una teoría como la de
la culpa lo único que generaría es patrocinar la irresponsabilidad de muchas personas en sus
decisiones y actos, las cuales se resguardarían en la participación de otros en los actos
llevados a cabo que generaron un perjuicio para un tercero.
Bueno, se ha dicho mucho sobre la teoría del riesgo pero no se ha dicho propiamente en que
consiste ésta. Vamos a puntualizar a continuación sobre en qué consiste la teoría del riesgo.
La teoría del riesgo es una teoría que se aplica al campo de la responsabilidad civil
extracontractual y es un criterio para determinar la responsabilidad de las personas
(naturales o jurídicas) involucradas en el daño ocurrido a otra persona (natural o jurídica),
sin haber tenido tal persona que soportar el daño que se le ocasionó.Este criterio dice que
son responsables de los daños de tipo extracontractual todas aquellas personas que efectúan
una conducta que tenía el riesgo de que se presentara en concreto el resultado dañoso
acontecido. Es decir, son responsables todos aquellos que asumen el riesgo de llevar una
acción que puede tener una consecuencia dañosa para las otras personas, aún cuando la
persona que asuma el riesgo efectúe la actividad o conducta con el mayor cuidado y
perfección posible. En otras palabras, es responsable todo aquel que lleve a cabo una
conducta que conlleva el riesgo de un resultado dañoso. Si este resultado se presenta, tendrá
que responder patrimonialmente.
1. Que exista un riesgo de daño que se encuentre más allá del ordinario riesgo que
implica toda actividad humana. Esto es, el riesgo debe ser destacable, pues toda
actividad en la vida implica riesgos.
2. La actividad riesgosa debe ser permitida por el Derecho Penal y las buenas
costumbres. En efecto, hay actividades de riesgo que lo implican pero que también
son sancionadas penalmente. Un ejemplo de ello es el porte de armas de alto calibre
en la ciudad. Estos son riesgos no permitidos por el derecho y los daños que
resultan de ellos son sancionados de diferente manera a como lo haría la teoría del
riesgo.
3. La diligencia y cuidado no libera de responsabilidad. En efecto, en la teoría del
riesgo, como se explicó en la definición, por el hecho de ser diligente no significa
que no se este asumiendo el riesgo de que ocurra el resultado dañoso, por ello toda
persona es responsable. Sin embargo, existen hechos como la causa extraña o la
culpa exclusiva de la víctima, que pueden atenuar o liberar la responsabilidad.
4. En la teoría del riesgo lo relevante es saber quiénes crearon el riesgo, no quien fue
materialmente el que lo causó. Esto es muy importante porque vincula al proceso a
toda aquella persona que haya contribuido a crear el riesgo que terminó en un daño
para una persona.
Si esos “derechos” existen, se pregunta Starck, ¿no deben ser protegidos, es decir
garantizados por el Derecho?. Y los daños que uno sufre por el hecho de otro: heridas,
muerte, destrucciones de objeto, etc. ¿no son atentados a estos derechos? Ahora bien, el
atentado a un derecho protegido es una razón suficiente para pronunciar una sanción. Esta
sanción no es sino la obligación de reparar, es decir, la responsabilidad de aquél que ha
causado el daño, que ha atentado en contra de los derechos de otro.
Estos derechos están protegidos contra la actividad de otro, aunque esta sea irreprochable.
La sanción de todo acto contrario al derecho, es la responsabilidad de aquél que ha
cometido. Los daños de que se trata son, pues, ilícitos, aún cuando el acto que los ha
engendrado es, en sí mismo, lícito. Esta regla, no obstante, comporta algunas excepciones:
tales son los casos del boxeo, de la legítima defensa, etc., en los cuales nos encontramos en
presencia de los daños lícitos, pues, los autores disponen de un verdadero derecho de
perjudicar. En estos casos, exigir la reparación, sería suprimir el derecho mismo.
La teoría de la garantía reposa, pues, sobre una gran división de los daños: por una parte,
los daños corporales y materiales, que están garantizados objetivamente, sin que se exija la
prueba de la falta del responsable. Por otra parte, los daños naturales puramente
económicos o morales, que no están garantizados, en principio, porque ellos son la
consecuencia normal del ejercicio del derecho de actuar y de perjudicar que poseé el autor
del daño”.
Starck agrega: “No solamente... la falta sigue siendo una condición de la responsabilidad en
un gran número de casos, sino que ella llena, además, un rol particular aún en el dominio
propio de la garantía objetiva, el de los daños corporales y materiales notablemente.
Ciertamente, en estos últimos casos, la falta no es una condición necesaria de la
responsabilidad, puesto que aún en ausencia de falta, estos daños son ilícitos, causados sin
derecho, y deben ser reparados. Pero, por no ser necesaria, la constatación de una falta no
es del todo, no obstante, indiferente.
TEMA III
La acción civil para el resarcimiento de los daños y perjuicios causados o para la restitución
del objeto materia del hecho punible puede ser ejercida por todos aquellos que han sufrido
por consecuencia de este daño, sus herederos y sus legatarios, contra el imputado y el
civilmente responsable. La acción civil puede ejercerse juntamente con la acción penal
conforme a las reglas establecidas por este código, o intentarse separadamente ante los
tribunales civiles, en cuyo caso se suspende su ejercicio hasta la conclusión del proceso
penal. Cuando ya se ha iniciado ante los tribunales civiles, no se puede intentar la acción
civil de manera accesoria por ante la jurisdicción penal. Sin embargo, la acción civil
ejercida accesoriamente ante la jurisdicción penal puede ser desistida para ser reiniciada
ante la jurisdicción civil.
El ministerio público y las partes pueden oponerse a la prosecución de la acción por
cualquiera de los siguientes motivos: 1) Incompetencia; 2) Falta de acción porque no fue
legalmente promovida o porque existe un impedimento legal para proseguirla; 3) Extinción
de la acción penal; 4) Cosa juzgada; 5) Litispendencia. Si concurren dos o más excepciones
deben plantearse conjuntamente. El juez o tribunal competente, puede asumir, aun de
oficio, la solución de cualquiera de ellas, sin perjuicio de que el ministerio público, de
oficio o a solicitud de parte, dicte el archivo durante el procedimiento preparatorio.
En ocasiones puede ocurrir que un hecho cometido en violación a la ley penal afecte at
estado y la sociedad penal, así como también a un particular, por ejemplo, un homicidio,
robo etc. son a la vez una infracción penal y un delito civil. Aspectos importantes a tomar
en cuenta a propósito de la coexistencia de la acción penal y de la acción civil.
Según el artículo 29 del código procesal penal, la acción penal puede ser pública o privada.
El ejercicio de la primera correspondencia al ministerio público sin perjuicios de la
participación que la normativa procesal penal concede a la víctima.
Estos delitos son los siguientes: 1) Vías de hecho; 2) Golpes y heridas que no causen lesión
permanente; 3) Amenaza, salvo las proferidas contra funcionarios públicos en ocasión del
ejercicio de sus funciones; 4) Robo sin violencia y sin armas; 5) Estafa; 6) Abuso de
confianza; 7) Trabajo pagado y no realizado; 8) Revelación de secretos; 9) Falsedades en
escrituras privadas. Así vemos que existe una aparente concordancia de la clasificación de
las infracciones con las jurisdicciones que se atribuyen así, por ejemplo, las
contravenciones que son las más simples al juzgado de paz. Tal y como prevé el Art. 32.
Sobre acción privada, Son sólo perseguibles por Acción privada los hechos punibles
siguientes: 1) Violación de propiedad; 2) Difamación e injuria; 3) Violación de la
propiedad industrial, con excepción de lo relativo a las violaciones al derecho de marcas,
que podrán ser perseguibles por acción privada o por acción pública; 4) Violación a la Ley
de Cheques. Sobre la competencia, el artículo 50 del código procesal penal establece la
posibilidad de llevar la acción civil juntamente con la acción penal por ante el tribunal
penal. La victima tiene la opción: de elegir entre llevar su acción en reparación del daño, la
acción civil ante el tribunal penal, o llevarla en forma separada, por ante el tribunal civil.
Cuando la acción civil es ejercida accesoriamente a la acción pública ella es fallada por el
mismo juez aun cuando el prevenido sea descargado de la infracción que se le imputa. En
estos casos el juez puede estatuir sobre la acción civil en virtud de lo dispuesto por el
artículo 53 del código procesal penal. Tanto la acción penal como la civil derivan del
mismo hecho; la infracción, lo cual hace que estén unidas por lazos de interdependencia
2.- Prescripción: a) El principio de la solidaridad entre la prescripción de la acción
pública y la acción civil; b) Consecuencias derivadas de ese principio.
La Doctrina penal trata de explicar la autoridad de la cosa juzgada atribuida a las sentencias
definitivas como deducida de la disposición del Artículo 1351 del Código Civil, del cual
consideran algunos, el Procedimiento Penal ha de extraer la triple condición: identidad de
partes, de causa y de objeto, que aquel texto consagra como necesarias para la aplicación de
la cosa juzgada en lo civil sobre lo civil. Pero esa explicación no satisface plenamente la
materia penal, sobre todo si se tiene en cuenta que mientras los jueces civiles estatuyen
exclusivamente sobre las pruebas que les son aportadas, los jueces penales en cambio gozan
de los más amplios poderes para llegar a conocer de la realidad de los hechos, sin que por
otra parte se pueda olvidar, que al mismo tiempo que el logro de una represión rápida y
segura de las infracciones, es preocupación principal del Derecho Penal, el ofrecer al
prevenido las garantías necesarias para su defensa.
Por otra parte, la autoridad de la cosa juzgada tanto en materia penal como en civil sólo
tiene un efecto relativo, pues es preciso que haya identidad de causa y de partes para que
pueda ser invocada. Este segundo carácter ha sido indirectamente consagrado por el Párrafo
20 del Artículo 305, del Código de Procedimiento Criminal, que 'abre el recurso de revisión
cuando por un mismo hecho · se han pronunciado sentencias contra dos individuos
(coautores) y esas decisiones. son inconciliables entre sí; es decir, que la cosa juzgada
contra uno no tiene autoridad frente al otro.
4.- La solidaridad
a solidaridad consiste en que una obligación divisible pueda ser cobrada en su totalidad a
cualquiera de los deudores de la misma.
TEMA IV
• La existencia de un contrato,
• Que la victima haya sufrido un daño directo por la inejecución del contrato
El problema nace del incumplimiento total o parcial de un contrato y se rige por el art. 1146
y siguientes del C. Civil. Cuando una parte no cumple con sus obligaciones incurre en
responsabilidad contractual, también cuando cumple mal (llamado prestación defectuosa),
todo esto a menos que haya causa de exoneración. Las causas de exoneración son
generalmente el caso fortuito, la fuerza mayor y el hecho de un tercero.
En esta es cuando no es necesario que el contrato para surtir efecto se necesite una
sentencia judicial.
El sujeto tiene derecho al ejercicio de la función Derecho a una resolución justa de las
actuaciones administrativas y otras mas.
TEMA V
El Art. 1382 de dicho código establece una disposición general común y aplicable a todos
los órdenes de responsabilidad y al mismo tiempo de orden público. Las disposiciones de
este artículo son obligatorias tanto para los comitentes como para los terceros porque son de
orden público.
Los redactores del Código Civil trataron la responsabilidad delictual en los Arts. 1382 al
1386, estos artículos reglamentan:
La falta supone una actuación contra el derecho de otro; derecho que puede resultar para
ese otro ya sea de un contrato, ya sea de la ley, ya sea de los principios de justicia. Por esta
razón es que una persona no compromete su responsabilidad civil cuando el daño es
causado por el ejercicio normal de un derecho, para que el ejercicio de un derecho causante
de un daño comprometa la responsabilidad civil de su autor es preciso probar que su titular
lo ejerció con ligereza censurable, o con el propósito de perjudicar, o con un fin contrario al
espíritu del derecho ejercido; o cuando constituya un acto de malicia o de mala fe o de un
error equivalente al dolo; o cuando el titular del derecho ejercido haya abusado de ese
derecho.
La noción de abuso de derecho requiere, para su eficacia como alegato jurídico, entre otras
condiciones y como elemento fundamental característico, la realización por el agente
demandado, de una actuación notoriamente anormal, pero no la de actuaciones normales
dentro de un status jurídico real, o de una relación contractual.
El abuso cometido en ocasión del ejercicio de un derecho degenera en una falta que
compromete la responsabilidad civil de su autor, este criterio es dominante en nuestra
jurisprudencia.
3.- La responsabilidad por el hecho de otro: reglas comunes a todos los casos de
responsabilidad.
No solamente es uno responsable del daño que causa un hecho suyo, sino también del que
se causa por hechos de las personas de quienes se debe responder, o de las cosas que están
bajo su cuidado. El padre, y la madre después de la muerte del esposo, son responsables de
los daños causados por sus hijos menores, que vivan con ellos. Los amos y comitentes, lo
son del daño causado por sus criados y apoderados en las funciones en que estén
empleados. Los maestros y artesanos lo son, del causado por sus discípulos y aprendices,
durante el tiempo que están bajo su vigilancia. La responsabilidad antedicha tiene lugar, a
menos que el padre, la madre, los maestros y artesanos, prueben que les ha sido imposible
evitar el hecho que da lugar a la responsabilidad.
4.- La responsabilidad de los comitentes por los daños causados por sus criados y
apoderados: a) Condiciones para la existencia de esa responsabilidad; b)
Consecuencias derivadas de esa responsabilidad.
Los amos y comitentes, lo son del daño causado por sus criados y apoderados en las
funciones en que estén empleados.
5.- La responsabilidad de los padres por los daños causados por sus hijos.
El padre, y la madre después de la muerte del esposo, son responsables de los daños
causados por sus hijos menores, que vivan con ellos.
CONCLUSIÓN
La Responsabilidad Civil es la obligación de reparar el daño a una persona sea por culpa o
no, sea en ciertos casos determinados en la ley, por el riesgo resultante en la actividad del
responsable, pero esta responsabilidad se extrapola también a lo penal pues se ha ccometido
una infracción a la ley penal.
Para que exista responsabilidad civil y responsabilidad penal se necesita una acción o una
abstención: el pensamiento debe exteriorizarse, y, en ambos casos debe haber causado un
perjuicio como pudimos observar ampliamente en el desarrollo de este trabajo.
Toda esta responsabilidad se fundamenta en tres teorías que son las del riesgo, la de la falta
y la de la garantía.
Vimos como la acción pública coexiste a la luz de la acción privada, la acción civil puede
ejercerse conjuntamente con la acción penal conforme a las reglas establecidas por el
código, o intentarse separadamente ante los tribunales civiles, en cuyo caso se suspende su
ejercicio hasta la conclusión del proceso penal.