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Relaciones al Código Civil y Comercial:
Artículo 1 NACI Ley 26.994 (P.L.N.) / Cód. Civil y Comercial (P.L.N.) 99991231 Artículo 1 NACI
Ley 26.994 (P.L.N.) / Cód. Civil y Comercial (P.L.N.) 99991231 CCC Artículo 2 NACI Ley 26.994
(P.L.N.) / Cód. Civil y Comercial (P.L.N.) 99991231 Artículo 2 NACI Ley 26.994 (P.L.N.) / Cód. Civil y
Comercial (P.L.N.) 99991231 CCC Artículo 1775 NACI Ley 26.994 (P.L.N.) / Cód. Civil y Comercial
(P.L.N.) 99991231 Artículo 1775 NACI Ley 26.994 (P.L.N.) / Cód. Civil y Comercial (P.L.N.) 999912
31 CCC Voces: ACUMULACION DE PROCESOS ~ ANALOGIA ~ CODIGO CIVIL Y COMERCIAL
DE LA NACION ~ DAÑOS Y PERJUICIOS ~ PLAZO RAZONABLE ~ TUTELA JUDICIAL
EFECTIVA
Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, sala II(CCivyComMoron)(SalaII)
Fecha: 07/07/2016
Partes: P. R., G. H. c. Transporte La Perlita S.A. y otros s/ daños y perj. autom. c/ les. o muerte (exc. Estado)
Publicado en: LLBA 2016 (octubre) , 517, con nota de Jorge L. Kielmanovich; LA LEY 14/10/2016,
14/10/2016, 6 LA LEY2016E, 563 RCCyC 2016 (noviembre), 17/11/2016, 97 RCyS 2016XII , 207, con
nota de Jorge L. Kielmanovich; LA LEY 30/12/2016 , 13, con nota de Tomás Marino; LA LEY 2017A , 149,
con nota de Tomás Marino;
Cita Online: AR/JUR/51352/2016
Hechos:
En un juicio de daños que llevaba cinco años de tramitación y estaba acumulado a otros tres expedientes la
accionante solicitó la desacumulación. La sentencia rechazó la pretensión y la Cámara revocó el decisorio.
Sumarios:
1. El pedido de desacumulación realizado en un juicio de daños en estado sentencial que lleva cinco años de
tramitación y está acumulado a otros tres expedientes es procedente, pues el mantenimiento de esa situación
implica una violación al derecho a la tutela judicial continua y efectiva, como así también al derecho a ser
juzgado en un plazo razonable, máxime cuando la solución se adecua a las pautas previstas en los arts. 1 y 2 del
Código Civil y Comercial y al art. 1775 del mismo cuerpo normativo por aplicación analógica.
Texto Completo:
Causa N° MO159552011 R.S.
2ª Instancia. Morón, julio 7 de 2016.
¿Es ajustada a derecho la resolución apelada?
El doctor Jorda, dijo:
I. Antecedentes
1) La Sra. Juez Titular del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial nro. 5 Departamental a fs.
475 resolvió desestimar el pedido de desacumulación articulado por la parte actora a fs. 474/vta.
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2) Contra tal forma de decidir se alzó a fs. 476/480 vta. la actora interponiendo recurso de revocatoria con
apelación subsidiaria; la reposición fue desestimada y la apelación originariamente denegada; se la concedió,
queja mediante, por esta Sala a fs. 514/516; teniéndosela por fundada con el escrito mediante el cual se la
interpuso; bilateralizada su fundamentación, la misma no mereció réplica.
A los términos de la fundamentación recursiva cabe remitirse brevitatis causae.
3) A fs. 523 vta., se llamó “autos”, llamamiento suspendido para recabar los restantes expedientes
acumulados, y posteriormente reanudado a fs. 530; providencia que —al presente— se encuentra consentida
dejando las actuaciones en condición de ser resueltas.
III. La solución propuesta
En orden a dar respuesta a la cuestión planteada, entiendo que cabe reseñar las aristas mas salientes del caso.
Se trata de una demanda de daños y perjuicios, iniciada en el año 2011, por un hecho acontecido en el año
2010 (ver fs. 36/50).
El expediente fue tramitando y llegamos, así, al año 2015 (ver fs. 470/3) donde se produjo toda la prueba, y
los obrados quedan ya en estado sentencial.
Pero ocurre que, dadas las características del hecho, el presente expediente se encuentra acumulado con
otros tres.
En tal contexto, se informa a fs. 473 de la existencia de expedientes acumulados que aun no están en estado
de dictar sentencia; y en los antecedentes del auto apelado, la actora reclama la desacumulación, basándose
esencialemente en las dilaciones que la acumulación provoca a la decisión del presente expediente (fs. 474/vta.),
lo que es proveído desfavorablemente a fs. 475, y genera el embate recursivo que hoy tenemos para tratar.
Sentado todo ello, estimo que resultaría fructífero efectuar alguna referencia al estado de los expedientes
acumulados y que fueran recabados por este Tribunal para decidir (ver fs. 524); a saber:
a. “García Cristina Elena y otro c. Transporte La Perlita y otro s/ Ds. y Ps.”
Se inició en 2011 (ver fs. 20 vta.)
La acumulación con los presentes se dispuso en 2013 (ver fs. 92)
Ocurre que allí falleció la actora (ver fs. 123/4), también en 2013; presentándose sus herederos.
Este expediente no llegó siquiera a la etapa probatoria, y en Junio de 2016, aun se estaba intentando
determinar el temperamento a adoptar respecto del demandado genérico (ver fs. 137).
b. “León Matías Leonel c. Belizan, Jorge Darío y Otros s/ Ds. y Ps.”
Fue iniciado en 2011 (fs. 28)
En 2014 se dispuso la acumulación a los presentes (fs. 121/122)
A Junio de 2016 (fs. 285) aun no estaba concluída la etapa probatoria.
c. “Herrera María Estela c. Transportes La Perlita S.A. s/ Ds. y Ps.”
Fue iniciado en 2012 (fs. 109 vta.)
En 2014 se dispuso su acumulación a las presentes (fs. 208)
En Febrero de 2015 se abrió a prueba (ver fs. 222)
A Junio de 2016 (ver fs. 333) aun se halla en etapa probatoria.
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Así las cosas, y de tal reseña, se deduce claramente que tenemos un expediente (el presente) presto para ser
sentenciado, acumulado a dos en estado de prueba y a uno que ni siquiera ingresó en este estadío.
He reseñado, ya, todas las circunstancias del caso necesarias para resolver el recurso; comienzo, entonces, a
esbozar mi respuesta a las quejas.
Y así diré que resulta indisputable que los expedientes por daños y perjuicios derivados de un mismo hecho
necesariamente deben acumularse en los términos del art. 188 del Cód. Proc. Civ. y Comercial.
Ahora, ¿es posible desacumularlos?
No es una solución que se encuentre prevista en nuestro ordenamiento procesal, el legislador no ha
contemplado esta posibilidad ni se ha hecho cargo de una problemática como la que aquí estamos afrontando.
Lo cual no implica su inatendibilidad ni sella la suerte adversa del planteamiento.
Es que el Código Procesal está muy lejos de ser la única fuente de la cual emanan las normas que rigen el
procedimiento; antes bien, hay otras —superiores— que constituyen su cimiento y a las cuales los
ordenamientos formales deben ajustarse.
En efecto: si una de las principales garantías con la que cuentan los habitantes es al derecho a la tutela
judicial continua y efectiva, como así también al juzgamiento en plazos razonables y ello emana de las normas
mas encumbradas de nuestro ordenamiento (art. 8 y 25 Convención Americana sobre Derechos Humanos y
demás normas concordantes, y —en el ámbito local— el lúcido enunciado del art. 15 de la Constitución
provincial) nunca por razones procesales puede frustrarse dicha garantía, mas aun cuando —como en el caso—
están en juego cuestiones vinculadas con la integridad psicofísica de las personas (art. 5 Convención Americana,
cit.) lo que amerita una protección jurisdiccional mas intensa.
Será necesario, entonces, buscar en el ordenamiento jurídico cuales son las pautas que han de regir para
afrontar esta problemática.
Al respecto, el art. 1 del Cód. Civil y Comercial de la Nación (en adelante, CCyCN) establece que “los casos
que este Código rige deben ser resueltos según las leyes que resulten aplicables, conforme con la Constitución
Nacional y los tratados de derechos humanos en los que la República sea parte. A tal efecto, se tendrá en cuenta
la finalidad de la norma. Los usos, prácticas y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se
refieren a ellos o en situaciones no regladas legalmente, siempre que no sean contrarios a derecho”.
A lo que se suma la regla del art. 2: “la ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus
finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los
principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento”.
Ahora, y como primer estadio de nuestro análisis, vamos al Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación.
Allí, luego de sus últimas reformas, se ha incorporado un recaudo mas a la acumulación de expedientes: que
la misma no produzca demora perjudicial e injustificada en el trámite del o de los que estuvieren más avanzados
(art. 188 inc. 4° Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación).
Como se ve, es una regla obstativa de la acumulación pero nada impide capitalizarla, también, para el
juzgamiento de pretensiones desacumulatorias.
Viene cierto que el Cód. Proc. Civ. y Comercial B.A. no ha sido modificado en el mismo sentido que el Cód.
Proc. Civ. y Com. de la Nación, pero —a mi modo de ver— la vigencia del CCyCN nos aporta otra excelente
pauta interpretativa que necesariamente debemos traspolar a casos como el presente.
En efecto: el art. 1775 establece que si la acción penal precede a la acción civil, o es intentada durante su
curso, el dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil hasta la conclusión del proceso
penal, pero en seguida consagra como excepción el supuesto en que la dilación del procedimiento penal
provoca, en los hechos, una frustración efectiva del derecho a ser indemnizado; en definitiva, se plasma así la
orientación jurisprudencial que ya desde tiempo venía adoptándose, desde el célebre fallo “Ataka” de la Corte
Suprema, por múltiplicidad de fallos locales y que ha sido pacíficamente receptada por esta misma Sala (causas
nro. 55.494 R.S. 67/08; 56.670 R.S. 31/13; entre otras).
De este modo, se advierte que el legislador ante dos situaciones indeseables (la eventual existencia de
pronunciamientos contradictorios respecto de un mismo hecho y la dilación indebida en el proceso civil) ha
optado por preservar el derecho al juzgamiento en plazo razonable por sobre la eventualidad de que llegaren a
recaer pronunciamientos contradictorios.
Como se dijo en la causa N° 18.766 R.S. 173 del año 1989 de esta Sala so pretexto de evitar un eventual
escándalo jurídico de pronunciamientos contradictorios, no se ha de generar uno mayor, como es el de privar al
reclamante del derecho a que su acción civil sea juzgada en tiempo razonable, prolongando indefinidamente el
juicio.
Ahora, si tal solución ha sido prevista por el propio CCyCN para permitir desvincular los juzgamientos
penal y civil frente a un mismo hecho, parece que —analógicamente— la misma debería regla importarse a
casos como el presente, como pauta interpretativa.
De hecho, no hay razones para no hacerlo o para proceder en forma diversa: si lo que se busca es evitar la
dilación indebida en el juzgamiento, y en la medida en que tal postulación se vincule con determinadas garantías
de raigambre supra legal (convencional y constitucional), parece necesario —y hasta imprescindible, podría
decir— acudir al mismo criterio, aunque la ley procesal no prevea nada en este sentido (omisión del legislador).
El incluso no podemos perder de vista que la violación al derecho a brindar una respuesta jurisdiccional en
plazos razonables puede comprometer la responsabilidad internacional del Estado Argentino.
Por otro lado, no puede sostenerse —en la práctica— que las sentencias judiciales siempre vayan a ser
totalmente uniformes.
En efecto: bastaría que, por inadvertencia o desconocimiento, que dos —o mas— expedientes no se llegaren
a acumular para que se verifique la posibilidad de que recaigan en ellos sentencias contradictorias.
Entonces, a resultas de lo expuesto y por mi parte, no coincido la orientación asumida por esta Sala en la
causa nro. 48.828 (R.S. 475/04) en sentido desfavorable a la desacumulación.
La jurisprudencia, por su parte, no nos ofrece demasiados antecedentes.
Sí se registra uno de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, sala II, en autos
“González, Ana M. y otros c. Armada Argentina y otro.”, de fecha 20/06/1997 (LA LEY 1997D, 522).
Allí se sostuvo que “el distinto estado de los procesos, fruto de la morosidad apuntada, justifica a esta altura
que las perjudicadas por tan prolongada demora soliciten la desacumulación, desde que —además de esa
demora— ocurre que no es posible precisar el tiempo que insumiría el trámite faltante. Mantener la
acumulación, con los perjuicios irrazonables que proyecta sobre terceros, se traduciría en una situación análoga
a la del caso “Ataka y Cía. Ltda. c. González, Ricardo y otros s/ejecución”, resuelto por la Corte Suprema el 20
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de noviembre de 1973 (LA LEY, 15485), en el que el Alto Tribunal —frente a una dilación indefinida en la
decisión de un juicio ejecutivo, suspendido por aplicación del art. 1101 del Cód. Civil— ordenó al tribunal de la
causa pronunciarse sobre la cuestión con los elementos que tuviera, pues de lo contrario se lesionará la garantía
constitucional del derecho de defensa, produciendo una efectiva privación de justicia (confr. Fallos: 287:248 —
LA Ley, 15485—)”.
Hay casos mas recientes.
Dijo la Sala H de la C. Nac. Civ., con fecha 13 de Abril del corriente año que “esta Sala participa del criterio
que ha sostenido que cuando hubiese desaparecido la necesidad de mantener la acumulación o las circunstancias
que la determinaron, procede la desacumulación ya sea de oficio o a petición de parte (Álsina, Hugo, Tratado
teórico práctico de derecho procesal civil y comercial, t. I, p. 562). Pero ello sólo cabe disponerlo en
circunstancias excepcionales cuyo fundamento difiere de aquel tenido en cuenta a la hora de disponer la
acumulación. La razón radica esencialmente en la demora excesiva que puede notarse en el trámite de uno de
los juicios acumulados, lo que afecta en lo concreto la garantía constitucional de la defensa en juicio generando
una situación de privación de justicia (Esta Sala Exptes. Nros. 85.325/06 de fecha 05/12/2014 y también
54.517/08 de fecha 04/07/2008, entre otros).
Así, puede suceder que el distinto estado de los procesos, fruto de la morosidad con que es impulsado uno de
los expedientes, puede justificar que quien se vea perjudicado por tal rémora excesiva propicie la
desacumulación como forma de evitar quedar ligado indefinidamente a un obrar negligente o, incluso, mal
intencionado que apunta a postergar la definición del juicio. El instituto de la desacumulación se presenta
entonces como modo de paliar tal situación excepcional, haciendo prevalecer el derecho de defensa del
afectado.
No cabe duda de que el distinto estado de los procesos, fruto de la morosidad apuntada, justifica a esta altura
que las perjudicadas por tan prolongada demora soliciten la desacumulación, desde que —además de esa
demora— ocurre que no es posible precisar el tiempo que insumiría el trámite faltante. Mantener la
acumulación, con los perjuicios irrazonables que proyecta sobre terceros, se traduciría en una situación análoga
a la del caso “Ataka y Cía. Ltda. c. González, Ricardo y otros s/ejecución”, resuelto por la Corte Suprema el 20
de noviembre de 1973 (LA LEY, 15485), en el que el Alto Tribunal —frente a una dilación indefinida en la
decisión de un juicio, suspendido por aplicación del art. 1101 del Cód. Civil— ordenó al tribunal de la causa
pronunciarse sobre la cuestión con los elementos que tuviera, pues de lo contrario se lesionará la garantía
constitucional del derecho de defensa en juicio, produciendo una efectiva privación de justicia (cfr. Fallos:
287:248, LA LEY, 15485).
Es por ello que, no obstante que en su oportunidad la acumulación tenía sentido, en la medida en que los
diferentes juicios estaban en similar etapa, en la actualidad no se presenta necesaria ya que no se observa que
pueda existir en el futuro. En tal entendimiento, se aprecia que nada obsta a que la cuestión de la
responsabilidad y de la suma pagada por la aseguradora (únicas que podrían generar contradicción) no sea
materia de análisis en el proceso desacumulado pues ya va a haber quedado resuelta en este proceso, que tramita
ante el mismo Tribunal, lo que descarta la posibilidad del temido escándalo jurídico. Por otra parte, tampoco
puede considerarse prejuzgamiento que el magistrado se expida respecto de esos ítems ya que tal instituto sólo
se configura por la emisión de opiniones intempestivas respecto de cuestiones pendientes que aún no se
encuentran en estado de ser resueltas, pero no existe cuando se trata de la intervención judicial que guarda
relación directa con el cumplimiento del deber de proveer a las peticiones de acuerdo al estado del proceso (esta
Sala Expte Nro. 81.405/2007 de fecha 19/12/2011, entre otros).
Actualmente, más allá del principio constitucional de debido proceso legal, nace el concepto de tutela
judicial efectiva, la cual lo será no solo cuando se presta un servicio de justicia, sino en tiempo y forma
adecuados a la situación de que se trate. Será entonces sinónimo de proceso adecuado a las circunstancias del
caso. Pero además deberá ser un proceso útil. La sumatoria de lo adecuado y de lo útil configura un proceso
eficiente (Peyrano, Jorge “W: “Eficiencia del sistema de Justicia” ED. 09/04/2003)”.
Admitiendo, entonces, la Cámara Nacional Civil la desacumulación pretendida.
Volvamos a nuestro caso.
El hecho dañoso sucedió hace ya seis años y este proceso lleva ya mas de cinco años de tramitación.
Este expediente llegó al estado en que es posible dictar sentencia a su respecto.
Pero el problema es que está acumulado a otros tres expedientes, con tramitaciones no tan céleres y, en tal
contexto, lo mas grave es que uno de ellos no llegó —siquiera— a la etapa probatoria.
Con lo cual, no hay una perspectiva —siquiera aproximada— que nos permita tener alguna idea de cuando
quedarán los obrados en estado de ser sentenciados.
A lo que se suma el hecho de que el aquí actor nada puede hacer para obtener una tramitación mas célere de
los restantes (arg. art. 315, primer párrafo, del Cód. Proc. Civ. y Comercial, que no lo menciona).
De este modo, tengo para mi que el mantenimiento de la acumulación en este caso y la impotencia del
accionante para obtener alguna solución a esta problemática (porque la ley no la contempla) implica —en los
hechos— una clara violación al derecho a la tutela judicial continua y efectiva, como así también al derecho a
ser juzgado en plazo razonable, por lo que —a mi modo de ver— debemos actuar lo conducente para corregir
semejante situación.
Mas aun cuando, bilateralizados los agravios, la contraparte no ha formulado oposición.
Por lo que, a mi juicio, el pedido de desacumulación es procedente.
Con todo, entiendo que resulta necesario disponer lo conducente para evitar dificultades procesales
ulteriores, ya que —como fruto de la desacumulación— la magistratura deberá emitir una opinión en el presente
expediente y, a la postre, deberá sentenciar los restantes expedientes; lo que podría llegar a configurar la
situación establecida por el art. 17 inc. 7° del Cód. Proc. Civ. y Comercial (situación que fuera ponderada en el
antecedente de esta Sala ya citado, en causa nro. 48.828); aunque —en puridad— la emisión de la opinión no
sería intempestiva ni inadecuada, sino fruto de lo aquí dispuesto.
Empero, para evitar cualquier situación que complique los trámites, entiendo que —en ejercicio de las
potestades de dirección del proceso (art. 34 inc. 5° Cód. Proc. Civ. y Comercial)— deberemos disponer que, a
resultas de la desacumulación, las presentes pasen a la Receptoría General de Expedientes, donde deberá
designarse un nuevo juez hábil que intervenga para el dictado de la sentencia pendiente, y sus ulterioridades
procesales (art. 166 Cód. Proc. Civ. y Comercial).
No deberán imponerse costas de Alzada, atento lo novedoso de la cuestión y la ausencia de contradicción
(art. 68 2° p. Cód. Proc. Civ. y Comercial).
Lo expuesto me lleva a votar en la cuestión propuesta por la negativa.
El doctor Ferrari dijo:
En un reestudio de la opinión emitida por mi votando en segundo término, y adhiriendo al primer votante—
en la causa evocada por el doctor Jorda (48.828, R.S. 475/04) entiendo que la postura del colega, en el caso y de
acuerdo a sus específicas circunstancias, es la que corresponde adoptar, admitiendo la desacumulación.
Por ello, adhiero a los fundamentos y propuestas del voto del doctor Jorda, dando el mío por la negativa
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente sentencia: Conforme al resultado obtenido en la
votación que instruye el Acuerdo que antecede, se revoca la resolución apelada, admitiéndose el pedido
introducido por la actora a fs. 474/vta., disponiendo la desacumulación del presente respecto de los restantes
expedientes acumulados, los que permanecerán acumulados entre sí; y dejando establecido que, a resultas de la
desacumulación, las presentes deberán remitirse a la Receptoría General de Expedientes, donde deberá
designarse un nuevo juez hábil que intervenga para el dictado de la sentencia pendiente, y sus ulterioridades
procesales.
Sin costas de Alzada, atento lo novedoso de la cuestión y la ausencia de contradicción (art. 68 2° p. Cód.
Proc. Civ. y Comercial). Regístrese. Remítase, conjuntamente con los expedientes recabados por la Sala y
encomendándose a la Instancia de Origen las pertinentes notificaciones. — Felipe A. Ferrari. — Roberto C.
Jorda.