�En estos ensayos, redactados ya bajo las opresivas experiencias de la toma del
poder por parte de los nacionalsocialistas y del comunismo estalinista, crecen
considerablemente las dudas acerca de si, bajo las condiciones modificadas del capitalismo posliberal, el proletariado a�n es capaz de portar el genuino potencial de transformaci�n continuamente actualizado por las sensaciones de opresi�n y la experiencia de la crisis, un movimiento, no obstante, en el que la concepci�n marxista hab�a depositado todas sus expectativas�.
�Horkheimer no hace otra cosa que transformar el concepto te�rico-pr�ctico de
cultura que parec�a tener en mente en su lecci�n inaugural en direcci�n a una concepci�n de cu�o te�rico-institucional, esto es, entendi�ndolo como aparato cultural; la cultura aparece ahora, en medio del sistema del trabajo social y el potencial pulsional pl�stico del ser humano, bajo la inflexible figura de procesos organizados de aprendizaje que incorporan las expectativas de comportamiento exigidas por la econom�a como objetivos libidinales de acci�n en la psique individual. En casi todos los textos que Horkheimer publica durante la d�cada del treinta en la Zeitschrift f�r Sozialforschung, este concepto de instituci�n cultural reemplaza al concepto de cultura m�s orientado a la praxis. De este modo, el reduccionismo categorial propio de su filosof�a de la historia queda asegurado dentro de su teor�a de la ciencia social. De hecho, no es capaz de seguir desarrollando el concepto de acci�n cultural, porque su modelo filos�fico hist�rico fundamental apenas deja espacio alguno, al lado de la transformaci�n social de la naturaleza, para otro tipo de acci�n social�
�En el momento en el que desaparecen estas condiciones estructurales para la
socializaci�n, para la formaci�n de la conciencia individual, Adorno puede deducir lo siguiente: cuando el gobierno centralizado del hecho econ�mico convierte en superfluos los atributos psicol�gicos del padre �valores que anta�o serv�an de modelo vivo para la formaci�n del ni�o y que ahora se acortan a la medida de la esfera del mercado-, sucede que, con el cambio estructural pos-liberal, queda superado el momento culminante de la acci�n aut�noma burguesa. Es un modelo hist�rico de la subjetividad humana de este tipo, ajustado a una concepci�n valorativa muy marcada del mercado, el que va a servir, por tanto, como tel�n de fondo general��