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A medida que usted envejece, el sistema inmunitario ya no trabaja tan bien. Pueden
presentarse los siguientes cambios al sistema inmunitario:
El sistema inmunitario se vuelve más lento para responder. Esto aumenta su riesgo de
enfermarse. Es posible que las vacunas antigripales u otras vacunas no funcionen tan bien ni lo
protejan durante el tiempo que se esperaba.
La capacidad del sistema inmunitario para detectar y corregir defectos celulares también
disminuye. Esto puede ocasionar un mayor riesgo de cáncer.
PREVENCIÓN
Hágase aplicar las vacunas contra la gripe y la neumonía y cualquier otra vacuna que su
proveedor de atención médica recomiende.
Coma alimentos saludables. Una buena nutrición mantiene su sistema inmunitario fuerte.
OTROS CAMBIOS
los linfocitos, que son células que permiten al cuerpo recordar y reconocer a los
invasores anteriores y lo ayudan a destruirlos
Los fagocitos incluyen varias células diferentes. El tipo más común son los neutrófilos,
que principalmente atacan a las bacterias. Si los médicos sospechan una infección
bacteriana, pueden pedir un análisis de sangre para saber si el número de neutrófilos
del paciente ha aumentado debido a la infección. Los otros tipos de fagocitos tienen
funciones específicas para garantizar que el cuerpo reaccione adecuadamente a un
determinado tipo de invasor.
Los dos tipos de linfocitos son los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos se
originan en la médula ósea y, o bien se quedan allí y se convierten en células B, o se
dirigen a la glándula del timo, donde se convierten en células T. Los linfocitos B y los
linfocitos T tienen funciones diferentes: Los linfocitos B funcionan como el sistema de
inteligencia militar del cuerpo, ya que localizan el objetivo y envían defensas para
atraparlo. Las células T se asemejan a los soldados: destruyen a los invasores que el
sistema de inteligencia identifica.
Funciona de esta manera:
Cuando se detectan antígenos (sustancias extrañas que invaden el cuerpo), varios
tipos de células trabajan de forma conjunta para reconocerlos y responder a la
amenaza. Estas células inducen a los linfocitos B a producir anticuerpos, proteínas
especializadas que atrapan antígenos determinados.
Una vez fabricados, estos anticuerpos permanecen en el cuerpo de la persona, de
modo que, si el mismo antígeno regresa, el sistema inmunológico ya cuenta con los
anticuerpos para atacarlo. Por lo tanto, si una persona se enferma, por ejemplo, de
varicela, generalmente no volverá a contraer la enfermedad.
Las inmunizaciones también previenen algunas enfermedades de esta forma. Las
inmunizaciones introducen un antígeno en el cuerpo de modo que no le produzca
ninguna enfermedad pero le permita fabricar anticuerpos para proteger a la persona de
ataques futuros del germen o sustancia responsable de esa enfermedad determinada.
A pesar de que los anticuerpos pueden reconocer un antígeno y atraparlo, necesitan
ayuda para destruirlo. Esa es la función de las células T, que forman parte del sistema
que destruye los antígenos que los anticuerpos han identificado o las células
infectadas o modificadas. (En efecto, algunas células T se denominan "células
asesinas".) Las células T también ayudan a indicar a otras células (como los fagocitos)
que cumplan con su función.
Los anticuerpos también pueden neutralizar las toxinas (sustancias tóxicas o
perjudiciales) producidas por distintos organismos. Por último, los anticuerpos pueden
activar un sistema de proteínas llamado complemento que también forma parte del
sistema inmunológico. El sistema de complemento ayuda a matar a las bacterias, los
virus o las células infectadas.
Todas estas células y componentes especializados del sistema inmunológico protegen
al cuerpo de las enfermedades. Esta protección se denomina inmunidad.
Inmunidad
Los seres humanos tienen tres tipos de inmunidad: innata, adquirida y pasiva:
Inmunidad innata
Todas las personas nacen con inmunidad innata (o natural), que es una forma de
protección general. Muchos de los gérmenes que afectan a otras especies no nos
hacen daño. Por ejemplo, los virus que producen leucemia en los gatos o moquillo en
los perros no afectan a los seres humanos. También se observa el caso contrario:
algunos virus que producen enfermedades en los seres humanos (como el virus del
VIH/SIDA) no afectan a los gatos o los perros.
La inmunidad innata también incluye las barreras externas del cuerpo, como la piel y
las membranas mucosas (por ejemplo, las que recubren la nariz, la garganta y el tracto
gastrointestinal), que constituyen la primera línea de defensa para evitar que las
enfermedades ingresen al cuerpo. Si esta barrera defensiva exterior se rompe (como
por un corte), la piel intenta sanar la ruptura rápidamente y las células inmunitarias
especiales de la piel atacan a los gérmenes invasores.
Inmunidad adquirida
El segundo tipo de protección es la inmunidad adquirida (o activa), que se desarrolla
durante el transcurso de nuestras vidas. La inmunidad adquirida comprende la
actividad de los linfocitos y se desarrolla a medida que las personas se exponen a las
enfermedades o se las inmuniza contra ellas mediante la vacunación.
Inmunidad pasiva
La inmunidad pasiva se "pide prestada" a otra fuente y dura poco tiempo. Por ejemplo,
los anticuerpos de la leche materna inmunizan temporalmente al bebé contra las
enfermedades a las que la madre estuvo expuesta. Esto puede ayudar a proteger al
bebé de las infecciones durante los primeros años de la infancia.
No existen dos sistemas inmunológicos idénticos. Algunas personas parecen exentas
de contraer infecciones, mientras que otras parecen enfermarse constantemente. Con
el transcurso de los años, el sistema inmunológico de las personas entra en contacto
con cada vez más gérmenes y adquiere inmunidad contra ellos. Por este motivo, los
adultos y los adolescentes tienden a resfriarse menos que los niños: sus cuerpos han
aprendido a reconocer y atacar inmediatamente a muchos de los virus que provocan
los resfriados.
Problemas del sistema inmunológico
Los trastornos del sistema inmunológico se clasifican en cuatro categorías principales:
Trastornos de inmunodeficiencia (primarios o adquiridos)
Trastornos de inmunodeficiencia
Las inmunodeficiencias se producen cuando una parte del sistema inmunológico no
está presente o no funciona adecuadamente. A veces, una persona nace con
inmunodeficiencia (inmunodeficiencias primarias), aunque puede que los síntomas del
trastorno recién se manifiesten en etapas posteriores de la vida. Las
inmunodeficiencias también se pueden adquirir a través de una infección o pueden ser
producto de medicamentos (en algunos casos se denominan "inmunodeficiencias
secundarias").
Las inmunodeficiencias pueden afectar a los linfocitos B, los linfocitos T o los
fagocitos. Algunos ejemplos de inmunodeficiencias primarias que pueden afectar a los
niños y los adolescentes son:
Deficiencia de los anticuerpos IgA. Es el trastorno de inmunodeficiencia más común.
La IgA es un tipo de inmunoglobulina que se encuentra principalmente en la saliva y
en otros líquidos corporales y que ayuda a proteger las entradas al cuerpo. La
deficiencia de IgA es un trastorno en el que el cuerpo no produce suficientes
anticuerpos IgA. Las personas con deficiencia de IgA son más propensas a tener
alergias o resfriados y otras infecciones respiratorias, pero, en general, la
enfermedad no es grave.
Inmunodeficiencia combinada grave (IDCG), que también se conoce como la
"enfermedad del niño burbuja", por un niño de Texas con IDCG que vivía en una
burbuja de plástico sin gérmenes. La IDCG es un trastorno del sistema inmunológico
que se produce por la ausencia de linfocitos B y T, lo cual casi imposibilita la lucha
contra las infecciones.
Síndrome de DiGeorge (displasia tímica). Se trata de una anomalía congénita que se
caracteriza por la ausencia de la glándula del timo al nacer. Es un ejemplo de
enfermedad primaria de los linfocitos T. La glándula del timo es donde normalmente
se desarrollan los linfocitos T.
Síndrome de Chediak-Higashi y enfermedad granulomatosa crónica. Ambos
trastornos implican la incapacidad de los neutrófilos de funcionar normalmente como
fagocitos.
Las inmunodeficiencias adquiridas (o secundarias) generalmente se producen
después de una enfermedad, aunque también pueden ser el resultado de la
desnutrición, las quemaduras u otros problemas médicos. Algunos medicamentos
también pueden ocasionar problemas en el funcionamiento del sistema inmunológico.
Las inmunodeficiencias adquiridas (secundarias) incluyen:
9. Infección por VIH (virus de la inmunodeficiencia humana)/SIDA (síndrome de
inmunodeficiencia adquirida).Se trata de una enfermedad que destruye el sistema
inmunológico de forma lenta y constante. Se produce por el VIH, un virus que
extermina determinados tipos de linfocitos llamados células T cooperadoras. Sin las
células T cooperadoras, el sistema inmunológico no puede defender al cuerpo de
organismos que en circunstancias normales son inofensivos, lo cual puede producir
infecciones que representan una amenaza para la vida en personas con SIDA. Los
recién nacidos pueden adquirir la infección por VIH mientras se encuentran en el
útero de sus madres, durante el proceso de parto o durante el amamantamiento. Las
personas pueden contraer la infección por VIH al tener relaciones sexuales sin
protección con una persona infectada, compartir agujas contaminadas durante el
consumo de drogas o esteroides, o realizarse tatuajes.
10. Inmunodeficiencias provocadas por medicamentos. Algunos medicamentos son
inmunodepresores. Una de las desventajas del tratamiento de quimioterapia contra
el cáncer, por ejemplo, es que no sólo ataca a las células cancerosas sino a otras
células saludables de crecimiento rápido, lo cual incluye las células de la médula
ósea y otras partes del sistema inmunológico. Además, es posible que las personas
con trastornos autoinmunitarios o que hayan recibido un trasplante de órganos
necesiten tomar medicamentos inmunodepresores, que también pueden reducir la
capacidad del sistema inmunológico de combatir las infecciones y pueden causar
inmunodeficiencia secundaria.
Trastornos autoinmunitarios
En los trastornos autoinmunitarios, el sistema inmunológico ataca por error a los
tejidos y órganos saludables del cuerpo como si fueran invasores externos. Las
enfermedades autoinmunitarias incluyen:
1. Lupus. Se trata de una enfermedad crónica que se caracteriza por la inflamación y el
dolor de músculos y articulaciones (la respuesta inmune anormal también puede
incluir ataques a los riñones y otros órganos).
2. Artritis reumatoidea juvenil. Es una enfermedad en la que el sistema inmunológico
del cuerpo ataca a determinadas partes del cuerpo (como las articulaciones de la
rodilla, las manos y los pies) porque las considera tejido extraño.
3. Esclerodermia. Se trata de una enfermedad autoinmunitaria crónica que puede
producir la inflamación y el deterioro de la piel, las articulaciones y los órganos
internos.
4. Espondilitis anquilosante. Es una enfermedad que produce la inflamación de la
columna vertebral y las articulaciones, lo cual provoca rigidez y dolor.
5. Dermatomiositis juvenil. Es un trastorno que se caracteriza por la inflamación y el
deterioro de la piel y los músculos.
Trastornos alérgicos
Los trastornos alérgicos se producen cuando el sistema inmunológico reacciona
exageradamente ante la exposición a los antígenos del entorno. Las sustancias que
provocan dichos ataques se llaman alérgenos. La respuesta inmune puede producir
síntomas como hinchazón, ojos llorosos y estornudos, e incluso una reacción llamada
anafilaxia, que representa una amenaza de vida. Los medicamentos antihistamínicos
pueden aliviar la mayor parte de los síntomas.
Los trastornos alérgicos incluyen:
1. Asma. Se trata de un trastorno respiratorio que puede producir problemas para
respirar. Frecuentemente, implica una reacción alérgica por parte de los pulmones.
Si los pulmones son extremadamente sensibles a determinados alérgenos (como el
polen, el moho, la caspa de los animales o los ácaros del polvo), se puede producir
el estrechamiento de las vías respiratorias de los pulmones, lo cual provoca una
reducción del flujo de aire y dificulta la respiración.
2. Eczema. Es una erupción que provoca picazón, también conocida como dermatitis
atópica. A pesar de que la dermatitis atópica no necesariamente se produce por una
reacción alérgica, se observa más a menudo en niños y adolescentes que tienen
alergias, rinitis alérgica o asma, o que tienen antecedentes familiares de estas
enfermedades.
3. Alergias de varios tipos que pueden afectar a niños y adolescentes. Las alergias
ambientales (por ejemplo, a los ácaros del polvo), las alergias estacionales (como la
rinitis alérgica), las alergias a medicamentos (reacciones a determinados
medicamentos o fármacos), las alergias a alimentos (como a los frutos secos) y las
alergias a toxinas (como a las picaduras de abeja) son las enfermedades que las
personas comúnmente llaman "alergias".