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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD JOSÉ ANTONIO PÁEZ


FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA DE DERECHO
DERECHO ROMANO II

TEMA XIII

Integrantes:
Benjamín Cordero C.I. 26.114.545
Paola Pérez C.I. 27.618.157
María Gisela Yúnez C.I. 26.337.044
Juan Laurenat C.I. 20.000.000
Paola Sasario C.I. 27.249.447
Juan Valles C.I. 26.020.805

Sección: 103D1

Enero, 2017
Los contratos innominados:

Son aquellos que para su conclusión, o bien, su perfección, requieren que una de las partes
haya realizado una prestación a favor de la otra, quien se va a encontrar obligada a ejecutar,
a cambio, la contraprestación convenida.

Son conocidos como innominados debido al hecho de que tales contratos no fueron
reconocidos como figuras jurídicas individualizadas, provistas de medios de tutela
particulares, sino que todos ellos estuvieron regulados y sancionados por una acción común
indiscriminada.

En los contratos innominados la causa de la obligación radica en la prestación realizada por


un sujeto, a cambio de una contraprestación. La entrega de la cosa no persigue una
finalidad de crédito, pues no existe reserva de restitución por parte del adquirente, sino que
se orienta a obtener una contraprestación por tanto, el auténtico fundamento de los
contratos innominados descansa en la promesa de realizar la contraprestación convenida y
no en la entrega misma. En esto existe una diferencia entre los contratos innominados y los
contratos reales. En estos últimos, la causa de la obligación descansa en la entrega de una
cosa, pero dicha entrega es a crédito, pues la obligación de restituir (que no equivale a
contraprestación) constituye sólo el deber de observar la condición o limite bajo el cual se
hizo la entrega, en los contratos reales la cosa es, en consecuencia, el requisito sustancial
para determinar el fundamento y contenido de la relación obligatoria generada con su
entrega, circunstancia que en los contratos innominados no se revelan por el hecho de que
una de las partes haya dado cumplimiento a su prestación.

Requirió largo tiempo, para el reconocimiento como contratos de estas convenciones


innominadas, y el mismo se fue verificando gradualmente. De ellas no surgían acciones a
través de las cuales la parte que había dado cumplimiento a su prestación pudiere forzar a la
otra a ejecutar la contraprestación convenida, resultando así un enriquecimiento patrimonial
injustificado para esta última. Ante tal situación, el derecho acude en defensa de quien
había resultado empobrecido por tal negociación. En efecto que había cumplido contaba
con la conditio ob causam datorum, para lograr la restitución, cuando la prestación hubiese
consistido en la entrega de una cosa, y con la actio de dolo, cuando hubiese consistido en
un hacer o en un servicio, para obtener el resarcimiento de los daños y perjuicios que se le
hubieren ocasionado por el injustificado retardo en la realización de la contraprestación
convenida.

Esa misma protección legal resultaba insuficiente, planteándose como necesaria la sanción
civil de la convención. Los sabinianos aconsejaban al pretor una actio in factum; los
proculeyanos consideraban que en tales convenciones se daba contrato y por tanto, debía
otorgarse una acción civil, que denominaron actio praescriptis verbis para obtener la
contraprestación convenida de la parte beneficiada.
En el Digesto, en un texto atribuido al jurista Paulo, los contratos innominados aparecen
agrupados en cuatro categorías abstractas, en razón de la particular estructura de las
prestaciones y contraprestaciones:

a) Do ut des (doy para que des): cuando tanto la prestación cumplida como la que a
cambio debía cumplirse, tienen por objeto la transferencia de propiedad de una
cosa.
b) Do ut facias (doy para que hagas): cuando la prestación cumplida consiste en la
transmisión de propiedad de una cosa, mientras que la que se espera tiene por
objeto un determinado comportamiento (facere).
c) Facio ut des (hago para que des): cuando se presente el supuesto inverso al
anterior.
d) Facio ut facias (hago para que hagas): cuando prestación y contraprestación,
tienen un objeto distinto de la transmisión de propiedad, es decir, un determinado
comportamiento (facere).

Acciones

En el Derecho justinianeo, acreedor en virtud de un contrato innominado, disponía de las


siguientes acciones para la tutela de su derecho:

a) La actio praescriptis verbis, por medio del cual podía el acreedor solicitar la
ejecución del contrato, compeliendo a la otra parte al cumplimiento de la
contraprestación convenida o a su evaluación.
b) La conditio causa data causa non secuta (condictio ob causam datorum), por la
que se obtenía la repetición de lo entregado, (resolución del contrato), casi de no
lograrse la contraprestación prometida por el otro contratante.
El uso de una u otra de las acciones anteriores en optativo para la parte que
cumplió. Sin embargo, Justiniano restringió el ejercicio de la condictio a aquellos
casos en que el incumplimiento de la contraprestación convenida le fuere
imputable al deudor.

c) La condictio ex poenitentia, por la cual el que había dado cumplimiento a su


prestación podía arbitrariamente resolver el contrato (derecho de arrepentimiento)
y exigir la devolución de lo entregado o su equivalente pecuniario, aunque la
contraparte no hubiere incurrido en culpa ni en mora. Este privilegio resolutorio
sólo podía ejercitarse antes de que el deudor hubiere dado cumplimiento a la
contraprestación prometida.
Esta última concesión d derecho de arrepentirse carece de justificación e introduce un
elemento de inestabilidad e inseguridad en el tráfico jurídico, considerándose
verdaderamente excesivo.

Otros tipos de contratos innominados:

Algunas convenciones o contratos innominados tuvieron una clasificación específica, tales


como: La permuta, el contrato estimario, el precario y la transacción.

La permuta o cambio:

Es un contrato real innominado, por el cual una persona transfiere a otra la propiedad de
otra cosa que la contraparte se obliga a transmitirle. Conforma un contrato bilateral
perfecto, porque engendra obligaciones en ambas partes contratantes.

La permuta, que en la vida practica cumple una función semejante a la compraventa, se


diferencia de ella en los siguientes aspectos:

a) En la compraventa, el vendedor está obligado a procurar al comprador la


posesión pacífica y duradera de la cosa vendida, en la permuta, se exige la
recíproca transmisión de dominio de las cosas permutadas.
b) La compraventa, como contrato consensual que es, se perfecciona con solo el
consentimiento de las partes, la permuta como contrato real innominado, exige
para su perfeccionamiento que una de las partes haya dado cumplimiento a la
prestación a su cargo.
c) En la compraventa se da la acción de rescisión por lesión enorme, en la permuta,
como no es posible distinguir entre mercancía y dinero, no se da en ella tal
acción.

Efectos de la permuta:

1) Quien recibió la cosa se hace propietario de ella, independientemente de que


haya dado o no cumplimiento a la contraprestación, quedando, sin embargo,
obligado a su verificación.

2) Ambas partes están obligadas a responder de los vicios ocultos de las cosas
permutadas, responsabilidad semejante a la del vendedor en la compraventa.

3) Ambas partes están obligadas a la responsabilidad por evicción. Como en la


permuta, contrariamente a lo que sucede en la compraventa romana, existe la
obligación de transferir la propiedad, no hace falta esperar la privación de la
posesión para que una u otra de las partes pueda demandar de inmediato la
indemnización de daños y perjuicios, sino que basta que haya tenido
conocimiento de que la cosa recibida no era propiedad de quien se la entregó en
permuta para que proceda la correspondiente reclamación.

El contrato estimario (aestimatum vendendum dare):

Es el contrato estimario más antiguo, era una convención por la cual una persona, que ha
recibido un objeto, previamente tasado, por encargo libre de venderlo, se obliga,
alternativamente, a pagar el precio fijado, si llega a venderlo, reteniendo para sí el eventual
exceso de valor, o a restituir dicho objeto, en caso de que no logra su venta.

Pacto praetoria (pactos pretorianos) los pactos son aquellas convenciones que se realizan
si forma legalmente exigidas. Gracias a los pretores algunas convenciones vinieron
previstas de fuerza para genera derechos reales y derechos de crédito u obligaciones.

En los derechos de crédito u obligaciones podemos conseguir: el juramento voluntario, el


constititum y el receptum

El juramento voluntario es aquel que es libremente deferido por una de las partes hacia la
otra, es decir, dos personas entre las cuales se debate la existencia de un derecho, pueden
convenir que se atendrán al juramento de una de ellas. Cuando el juramento ha sido
prestado por una de las partes, o cuando la otra le hace dejación, el pretor las obliga a
respetar su convención; si es el acreedor quien ha prestado juramento y a afirmado
solemnemente en su provecho la existencia del crédito, el pretor le da una acción in factum.
El juez de esta acción debe examinar únicamente si el acreedor presto juramento y si esta
probado de hecho condena al deudor.

Si contrariamente es el deudor quien ha jurado no deber nada, el pretor niega toda la acción
al acreedor.

El constititum, consiste en la promesa informal de un pago, de manera escrita verbal por


mandatarios etc; de cosas fungibles por lo general dinero, adeudando a un promitente o a un
tercero dentro de un determinado plazo. Gracias a Justiniano se extendió otras prestaciones
como por ejemplo de cosas no fungibles y hasta podría tener un objeto diferente al que
tenia, siempre y cuando su valor no fuera superior.

Se señala un dia en el que la deuda ha de ser pagada o asignar al deudor una nueva fecha
para el pago de una deuda vencida. El acreedor n puede exigir el pago antes del
vencimiento del plazo acordado, y si lo hace, el deudor le opone una exceptio. Asi el
promitente se vinculaba obligatoriamente.

El receptum Argentarii, consiste en un pacto por el que un banquero se comprometia a


garantizar una obligación consistente en la entrega de una cosa o de una suma de dinero,
adeudada por otra persona, generalmente un cliente del propio banquero en cuyo poder
tiene depositado fondos. Esta especial responsabilidad, asumida sin forma estipulatoria
guardaba similitud con la contraída a través del constitutum debiti alieni.

El “receptum arbitri”.

Según Pérez Rojas, era un pacto pretoriano, donde el pretor designaría a una persona que
asumiría la responsabilidad de cumplir el papel de árbitro para solventar una situación
controvertida entre particulares, a través de un acuerdo denominado compromissum, donde
dichas partes, independientemente de la naturaleza del fallo o decisión, se limitarían a
acatarlo.

En relación a lo anterior, cuando el árbitro se colocaba a través de un pacto no formal, las


partes inmiscuidas en el conflicto carecían de acción para exigir el cumplimiento de lo
prometido, ya que aún no tenía fuerza jurídica, sin embargo, de suceder esto intervenía el
pretor a través de su poder o imperium, autorizando por vía administrativa al árbitro a
dirimir el conflicto con el empleo de medidas coercitivas, como lo son la multa y el
embargo de bienes.

El “receptum nautarum, cauponum, stabulariorum”.

Siguiendo con el anterior autor, era una especie de pacto no formal en donde el navegante
(nauta), el posadero (caupo) o el dueño de un establo (stabularius), quedaba responsable
de las cosas confiadas a este o a sus trabajadores, por parte de los viajeros que adquieren
sus servicios, debiendo mantenerlas sanas y salvas para posteriormente restituirlas.

En sus orígenes, la responsabilidad era solo por culpa, posteriormente con la celebración
de los recepta, era ilimitada. Es por ello que más adelante la responsabilidad requería de un
pacto expreso al respecto, y con el derecho justinianeo la responsabilidad es legal. En caso
de que las cosas fueran hurtadas o deterioradas por daño, el perjudicado podía exigir el
resarcimiento correspondiente por medio de la actio de recept, excepto cuando el presunto
responsable demostrará que la pérdida o daño se produjo por culpa del propio viajero o por
fuerza mayor.

2. Pactos Legítimos

Son aquellos reconocidos como fuentes de obligación y provistos de eficacia procesal por
las constituciones de los emperadores, es decir, pactos dotados de acción por el derecho
romano imperial, tales pactos fueron: el pacto de donación (pactum donationis), el pacto de
dote (pactum dotis) y el pacto de compromiso (pactum ex compromisso).
A) Pactum donationis

En un sentido amplio y general, el término donación significa liberalidad, es decir,


un determinado acto mediante el cual una persona se desprende de una parte de su
patrimonio, bienes o cosas, a favor de otra sin recibir de esta última ningún
equivalente.

Su materialización radicaba en ciertos requisitos:

1. Disminución del patrimonio del donante y aumento del patrimonio en el


donatario.
2. Irrevocabilidad: por regla general, una vez concluida no puede ser
arbitrariamente dejada sin efecto por el donante.
3. Voluntariedad, es decir, libremente consentida o hecha con animus donandi
(intención de deshacerse de la cosa en vistas a entregarla en donación a otra
persona).

La aceptación del donatario no era necesaria para la validez de la donación,


no obstante, el donatario podía oponerse y rechazar la liberalidad.

En Roma, al realizarse una donación, por lo general con la misma se elaboraba un acuerdo
en virtud del cual quedara obligado el donante a procurarle el bien u objeto de la
liberalidad, ya que la obligación no se originaba con el acto en sí mismo hasta la
intervención de Justiniano, en el año 530, quedando esto sancionado por la condictio ex
lege.

Otras formas de donación

1. Donaciones mortis causa o liberalidad para ser cumplida después de la muerte del
donante.
2. Donaciones entre esposos o liberalidades hechas por uno de los cónyuges al otro,
durante el matrimonio.
3. Donación de dote, constituida por el conjunto de bienes que la mujer u otra persona
en su nombre, entrega al marido para ayudarle a soportar las cargas del matrimonio.
4. Donación propter nupcias: consistía en una donación que el marido o un tercero
hacia la mujer con ocasión del matrimonio. Esta donación represento para la mujer
lo mismo que la dote para el marido.

B) El pacto de dote (pactum dotis)


Consiste en la promesa de constitución de dote. Este pacto fue reconocido por el emperador
Teodosio II, en el año 428.

En el Derecho clásico, la constitución obligatoria de dote no era válida si no se había


recurrido a una stipulatio o a una dotis dictio, mientras que, a partir de Teodosio II, la sola
promesa de dotar (pollicitatio dotis) queda provista de acción.

La promesa de dote se realiza entre el que constituye la dote y el marido con ella
beneficiado.

C) El pacto de compromiso (pactum ex compromisso)

Pacto o convención en virtud del cual dos contendientes acuerdan encomendar la resolución
de una controversia entre ellos existente a uno o más árbitros elegidos de mutuo acuerdo,
cuya decisión o laudo se comprometen acatar.

El acto por el cual el árbitro designado acepta el cargo y se obliga a pronunciar el fallo, es
un pacto pretoriano (receptum arbitrii) que es subsiguiente y diferente al pacto del
compromiso.

Para asegurarse el cumplimiento del compromiso de aceptar el laudo arbitral y de


someterse a él, se celebraran recíprocamente estipulaciones a través de las cuales los
litigantes se prometían mutuamente determinadas penas convencionales, estimadas en
dinero, para el supuesto de desacato del laudo arbitral.

Justiniano sanciono este pacto de compromiso, el cual se convirtió en obligatorio, aunque


hubiese concluido sin forma alguna, si bien la acción que del mismo derivaba (actio in
factum) tan solo nacía cuando las partes hubiesen firmado el laudo, o el mismo no hubiere
sido impugnado dentro de los diez días siguientes a su pronunciamiento.

El pactum ex compromisso podía abarcar toda clase de cuestiones, contiendas y diferencias,


con tal que en las mismas no estuviere interesado el estado de las personas o el orden
público.

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