Você está na página 1de 11

ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA

CONSEJO DE FORMACIÓN EN EDUCACIÓN

CENTRO REGIONAL DE PROFESORES DEL SUR

SEGUNDO AÑO
NÚCLEO DE FORMACIÓN PROFESIONAL COMÚN
ASIGNATURA: SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN

PARCIAL 2

Fecha de entrega: 16/10/18

ESTUDIANTES: DOCENTE:
Luis Domínguez
Carolina Álvarez - 5121573-5
Bruno Gil - 5054249-2
Isabella Larocca - 4956999-2
ESPECIALIDAD: LITERATURA
LENGUA LEGÍTIMA Y CÓDIGO ELABORADO COMO
PERPETUADORES DE DESIGUALDAD SOCIAL EN EL AULA
Desde la perspectiva teórica de

Pierre Bourdieu y Basil Bernstein

Resumen

El presente artículo expone la relación establecida entre código lingüístico,


clase social y éxito escolar desarrollados en la obra Clases, códigos y control I de
Basil Bernstein. Vinculado a ello, se explicitan elementos de la teoría de Pierre
Bourdieu que explican cómo a través del uso de la denominada lengua legítima en
la institución educativa, impuesta por la clase dominante, se reproducen y
perpetúan las desigualdades sociales.

Palabras clave: Lengua legítima, código elaborado, desigualdad social, clase


social, código restringido.

Introducción

Son muchos los autores que, a partir de la década de 1960, en el campo de


la Sociología de la Educación, se interesaron por denunciar la función reproductora
de la institución educativa con respecto a las desigualdades en la sociedad. En un
contexto de reivindicación y revueltas sociales en Occidente, surgió la corriente
sociológica crítico-reproductivista, con la pretensión de concebir a la institución
educativa como aparato de reproducción social, económica, cultural e ideológica,
desmitificando su rol como igualadora de clases sociales. A través de estos
aportes, los sociólogos reproductivistas “despojaron a las escuelas de su inocencia
política y las conectaron a la matriz social y cultural de la racionalidad capitalista”
(Giroux, 1985, p.64).

A partir de la base teórica de Bernstein y Bourdieu, exponentes de las


teorías de la reproducción social de la Educación, nos surgen las siguientes

1
interrogantes: ¿existe relación entre el uso del lenguaje en las instituciones
educativas y la perpetuación de las condiciones de desigualdad socioeconómica y
cultural?, ¿constituye el uso del lenguaje una herramienta de la clase dominante
para el control ideológico y la legitimación de su posición social?, ¿podríamos
establecer una equivalencia entre la noción de “código elaborado” de Bernstein y la
de “lengua legítima” de Bourdieu?

En este artículo aspiramos a explicitar las relaciones de índole sociológica


que puedan responder a las preguntas que nos surgen a partir de la brecha social
que se reproduce en la escuela, y que se manifiesta en las diferencias en el uso del
lenguaje en contextos educativos (Bourdieu, 1985).

Códigos lingüísticos: código elaborado y código restringido

Los diferentes usos del lenguaje en el aula han dado lugar a profundas
investigaciones, tales como las de Bernstein, sociolingüista que establece
correspondencias entre los códigos lingüísticos empleados, las clases sociales, y el
éxito escolar.

Para acercarnos a su teoría, es fundamental esclarecer qué entiende el autor


por “código”. Pese a que es un concepto que ha sido muy cuestionado por su
compleja definición, Bernstein (1989), sostiene que el código refiere, desde un
punto de vista lingüístico, a la probabilidad de predicción que tiene el hablante
sobre su construcción sintáctica. Por otra parte, en un nivel psicológico, el código
también alude a las posibilidades que tiene el sujeto para expresar simbólicamente
sus intenciones, para individualizarse mediante el lenguaje. El código empleado por
el hablante se vincula directamente con la clase social a la que pertenece, por lo
que el autor distingue dos códigos: a) el código restringido, y b) el código
elaborado.

a) El código restringido es fácilmente predecible en tanto a que el léxico


empleado y las estructuras organizativas son limitadas, porque el contenido
de su discurso es cabal, concreto y descriptivo. En este código las
intenciones individuales del hablante no pueden ser expresadas, ya que se
centra en la colectividad, y el “yo” de la enunciación se debilita al ser
englobado por el “nosotros”. Al mismo tiempo, este código acentúa la
inmediatez de las relaciones, y recurriendo a intereses sociales comunes.

2
Esto refuerza los vínculos sociales, y lleva a lo que Durkheim (1893) llamó
solidaridad mecánica: las personas se solidarizan y se unen debido a que
cumplen una función semejante en la sociedad.
En adición, el código restringido es particularista con respecto a su
significado, porque resume medios y fines locales, no logrando
generalizaciones. Se aprende de manera informal y rápida, por lo que todos
tienen acceso a este código. Bernstein plantea que, de todas formas, este
es característico de la clase social obrera (1989).

b) Por otra parte, el código elaborado le permite al hablante elegir de entre


una amplia gama de construcciones sintácticas, aquella que considere más
pertinente, por lo que resulta difícil de predecir. Es universalista, puesto que
es rico en significados y habilita la expresión de generalizaciones elevadas,
de conceptos abstractos. En contraposición al código restringido, este
permite respuestas individualizadas mediante la expresión de la intención
subjetiva del emisor, porque las relaciones del sujeto lo presionan a buscar
recursos lingüísticos que manifiesten referentes específicos, jerarquizando
así conceptos complejos que le permitan organizar su experiencia. Es,
entonces, un código que se aprende en largos períodos de tiempo, y que
depende del acceso a determinadas posiciones en la sociedad que
controlan las principales esferas de poder, es decir que el código elaborado
es propio de la clase media 1 (Bernstein, 1989). Mediante el empleo de este
código, los sujetos perciben sus diferencias a partir de la expresión de su
individualidad, lo que provoca una solidaridad orgánica entre estos.

En Clases, códigos y control II. Hacia una teoría de las transmisiones


educativas (1988), Berstein sostiene que en la educación intervienen estructuras de
poder y de control social que forjan la conciencia individual de las personas, y una
de ellas es el código. Podemos distinguir, pues, un código dominante -código
elaborado- y uno dominado -código restringido-, definidos por las relaciones de
clase que se encargan de crear y legitimar determinadas formas de comunicación.
En el ámbito educativo, académico, se exige la dominación tanto del código
restringido como del elaborado, y aquí es donde podemos evidenciar el papel
reproductor de la escuela. Como ya hemos mencionado, no todos los individuos

1
Bernstein diferencia dos clases sociales en su análisis: la clase trabajadora y la clase
media. En él expone la brecha que marca el uso del lenguaje entre ambas clases. Vale
aclarar que la mención a la clase media es del autor pero consideramos que, por extensión,
podemos incluir a la clase alta.

3
tienen acceso al código elaborado, ya que este se vincula directamente con una
posición social privilegiada, por lo que la institución educativa simplemente le
otorga el certificado de éxito escolar a quienes ya dominan este código dominante,
debido a la familia de la que provienen. Mientras tanto, aquellos que provienen de
una familia de clase trabajadora -en general- y que no logran el manejo del código
elaborado, no logran la aprobación educativa, y por ende, permanecen en la misma
clase social a la que ya pertenecían. En este último código predominan las
clasificaciones -grado de separación de los contenidos- y los encuadres fuertes.
Esto quiere decir que dichos contenidos se encuentran bien delimitados, y existe
libertad entre los estudiantes y los docentes con respecto al modo de organizar los
contenidos.

La rigidez de los conocimientos transmitidos en la escuela lleva a la


concepción del saber como propiedad, como categoría dada. De este modo, la
clase trabajadora se ve impulsada a la enajenación porque, al no tener acceso al
código dominante, se le exige la aceptación de ese orden dado. Por el contrario, las
clases media y alta entran en contacto con las posibilidades de creación que
habilita el manejo de la expresión del conocimiento a través del código elaborado.

Es imprescindible plantear que, según Bernstein, toda estructura social


instaura un tipo de comunicación que influye en el desarrollo cognitivo, social y
afectivo de cada uno de sus integrantes, y que establece, al mismo tiempo, una
forma de percibir la realidad. Es a través del código que los roles sociales se
inscriben en los miembros de la sociedad. Los roles sociales son significados que,
al ser aprendidos, le permiten al individuo interactuar de manera coherente con
otros que también comparten estos significados (1988). Los roles vinculan las
relaciones sociales con el código lingüístico, constituyendo así la realidad
psicológica del hablante.

La lengua legítima: dominación lingüística y simbólica

La obra de Pierre Bourdieu tiene un carácter especial de denuncia. Es por esta


razón que el presente artículo toma algunos de los planteos más fuertes de su
teoría con el fin de notar y señalar aquello que el sociólogo francés denominó
"dominación lingüística". Bourdieu afirma que:

La Sociología sólo puede liberarse de las formas de dominación que la


lingüística y sus conceptos ejercen (…) a condición de hacer patentes las

4
operaciones de construcción del objeto en que esta ciencia se ha fundado,
y las condiciones sociales de producción y circulación de sus conceptos
fundamentales.” (1985, p.11).

Esto quiere decir que, para el autor, determinada organización lingüística puede
ser usada como herramienta de dominación, invisibilizando las condiciones reales
de producción en la sociedad, lo que lleva a la naturalización de los conceptos que
la propia organización establece. Dicha organización lingüística responde a un
sistema de mercado y competencias lingüísticas que propician el funcionamiento
del modelo capitalista: el uso del lenguaje marca la legitimidad de una persona, y
por tanto la coloca en el espacio que la sociedad necesita cubrir. Por esto existe un
interés primordial –no necesariamente consciente o explícito- de parte de las clases
dominantes por detentar una cierta capacidad lingüística que, a fin de cuentas, se
traduce en capacidad social. Este fenómeno da lugar al concepto bourdieuano de
lengua legítima.

La lengua legítima responde a una norma teórica que, a su vez, según el


sociólogo francés, funciona “como sistema de normas que regulan las prácticas
lingüísticas” (ibidem, 1985, p.19). Esta noción supone la supremacía de una forma
de expresión por sobre todas las otras, y por tanto implica una imposición violenta
que pondrá a tal forma –y a los miembros que la ejecuten- en la punta de la
pirámide. Esto nos lleva a percibir el carácter dominante de la lengua legítima, y
nos obliga a pensar en la desigualdad que genera en el ámbito social: quien no
tenga la competencia lingüística de la lengua legítima será automáticamente un
individuo dominado y excluido de los círculos de construcción de capital simbólico.
Este tipo de capital está conformado por la legitimación de los capitales económico,
social y cultural, siendo estos “conocidos y reconocidos como evidentes” (Bourdieu,
1964, p.37).

De esta manera, el capital cultural producto del mercado académico, será


simbólico a partir de su legitimación en el universo social (Ibídem, 1964) y tendrá
sus raíces en las relaciones objetivas de base socioeconómica. De acuerdo con el
lineamiento teórico de Bourdieu, la Escuela como institución educativa “tiene el
monopolio de la producción masiva de productores-consumidores, y por
consiguiente, de la reproducción del mercado del que depende el valor social de la
competencia lingüística, su capacidad para funcionar como capital lingüístico”
(Bourdieu, 1985, p.31).

5
El autor francés señala que el sistema escolar es el ámbito por excelencia en
donde se fabrican “las similitudes de donde se deriva esa comunidad de conciencia
que constituye el cemento de la nación” (Bourdieu cita a G. Davy, 1985, p.22). Y los
agentes encargados de fabricar dichas similitudes son los maestros, quienes
actúan sobre la facultad de expresión de ideas o emociones, es decir sobre el
lenguaje mismo, a esto agrega Davy que la enseñanza de una lengua normal y
única, presentada de forma natural, induce a los alumnos a pensar y sentir de la
misma manera construyendo así un sentimiento ilusorio de igualdad y propiciando
la formación del sentido nacionalista; el autor hace referencia al sistema escolar
francés, eso no impide que nosotros lo podamos ver análogamente en nuestro
sistema de enseñanza (conmemoración de fechas históricas en particular, actos
escolares, entonación del himno y marcha “Mi bandera” en los mismos, etc.). En
definitiva, la acción escolar tiene como resultado el establecimiento de una moral y
una intelectualidad uniforme e integral, compartida y naturalizada por los sujetos
inmersos en el sistema educativo. Bourdieu agrega algo más: la imposición de los
usos lingüísticos y la jerarquía que esta provoca, está íntimamente relacionada con
la dialéctica entre la escuela y el mercado de trabajo. Mediante la distinción de usos
del lenguaje se genera una diferenciación de posibilidades de inserción en el
mundo laboral, y por lo tanto un control sobre los cargos a ocupar: puestos de
poder político, administrativos, judiciales, entre otros. La “fabricación” de la lengua,
como dice Bourdieu, es el establecimiento de un poder dominante que una vez
establecido es percibido como natural y ejerce una fuerza simbólica. Dicha
dominación es sentida por los sujetos como fuerza de unificación y seguridad, lo
que la vuelve incuestionable desde que instaura el sentimiento de comunión
nacional.

Lengua legítima y código elaborado:

Siguiendo el lineamiento teórico de Bourdieu (1985), el código que utilizan los


hablantes –la manera que estos se expresan-, ya sea culto o popular, no puede ser
aislado de las relaciones objetivas de carácter social ni de la estructura de
dominación del sistema socioeconómico capitalista. El teórico referenciado afirma
que cuando no se reconoce el privilegio de la legitimidad y sus bases de índole
social, se cae en dos errores opuestos: por un lado, lo que el autor denomina

6
"fetichismo" y, por otro, la "canonización" de la lengua de la clase dominada. El
primero consiste en “absolutizar inconscientemente lo que es objetivamente relativo
y, en este sentido, arbitrario, es decir, el uso dominante” (p. 26), mientras que en el
segundo se cae en un ingenuo "relativismo culto", basado en una valoración
equivalente del código restringido y del código elaborado. Es decir que se
considera igual de legítimo el código restringido como el elaborado.

Tal como lo explicita Bourdieu (1985), la teoría del código elaborado propuesta
por Bernstein en 1989, representa el error fetichista en el que recaen algunos
sociólogos, al elevar y fundamentar el valor de un código lingüístico tomando en
cuenta únicamente los elementos lingüísticos, como la semántica y la sintaxis, o los
elementos cognitivos. Aquel afirma la inseparabilidad del código elaborado de las
condiciones escolares, es decir de producción y reproducción, y que al pensarse de
otro modo, se recaería en la lógica de la deprivación sociocultural, ya que “los
locutores que no tienen esa competencia legítima quedan excluidos de los
universos sociales en donde se practica o condenados al silencio” (Bourdieu, 1985,
p. 29). Defiende así la idea de que la imposición de una lengua oficial no se debe a
relaciones teóricas, limitándose, por ejemplo, a su gramaticalidad, sino a relaciones
de carácter práctico y objetivo. Considerando el enfoque del presente trabajo, lo
que plantea Bourdieu es que las diferentes posibilidades de manejo del lenguaje de
las personas deben ser analizadas desde una perspectiva sociológica, es decir
teniendo en cuenta las relaciones de tipo socioeconómico entre los hablantes
dentro del sistema de clases. Deben ser estudiadas en la práctica, que en nuestro
caso sería en el sistema escolar, que para el autor es reproductor de dichas
relaciones. El código elaborado no podría ser definido desde la abstracción del
concepto, tal como lo hace Bernstein estableciendo dicha noción en base a
elementos puramente gramaticales, sino que debe tener en consideración el
contexto situacional en el que se evidencia el dominio del código.

Por otra parte, existe una concordancia entre los autores en tanto a la postura
que toman al considerar el vínculo entre lenguaje y pensamiento. Para Bernstein, el
lenguaje forja una cosmovisión, construye la forma de ver el mundo del hablante, lo
que lo lleva a tener una percepción similar a los demás hablantes que comparten
su mismo código, que cumplen los mismos roles sociales (Bernstein, 1988). A esto
también se refiere Bourdieu cuando presenta el conflicto entre la lengua legítima, y
lo que en la teoría de Bernstein sería el código restringido (1989). Dicho conflicto
consiste en la puja por alcanzar el poder simbólico, por establecerse como discurso

7
dominante. Conflicto en el que “se ventila la formación y re-formación de las
estructuras mentales” (Bourdieu, 1985, p.22).

Con respecto a las consecuencias que tienen los distintos manejos del lenguaje
en las relaciones sociales, Bourdieu plantea que los hablantes que no tienen la
competencia lingüística legitimada quedan excluidos de determinados universos
sociales, tales como algunos círculos de poder; por ejemplo, el político, el discurso
académico, el mercado económico: todos los ámbitos donde se construyen y
legitiman las relaciones de poder, estableciendo así lo que configura el capital
simbólico. La imposibilidad del hablante para dominar la lengua legítima lo limita
también a permanecer en el entorno social en el que ya se encontraba,
reproduciendo así sus relaciones objetivas (Bourdieu, 1964) y los roles sociales
(Bernstein, 1988).

Conclusiones

A partir de la elaboración de este artículo, pudimos establecer una estrecha


relación entre el código elaborado y la lengua legítima, así como la desigual
adquisición de la lengua en el ámbito escolar, y por ende, la reproducción de las
relaciones sociales que sientan las bases de la estructura de la sociedad.

Si consideramos la definición de Bourdieu acerca de que el “hablar es


apropiarse de uno u otro de los estilos expresivos ya constituidos en y por el uso, y
caracterizados jerárquicamente de acuerdo a la posición de los grupos sociales”
(Bourdieu, 1985, p. 28), y si tenemos en cuenta que existen desigualdades
reproducidas en y por el ámbito académico, podemos afirmar que existe una
desigualdad en la adquisición de un determinado código. Quienes no dominan el
código elaborado solamente tienen acceso al restringido, que limita y propicia la
dominación de una clase sobre otra, y que, en el plano psicológico, no habilita la
individualización de la persona, no propicia la correcta organización de los recursos
discursivos y priva a la clase obrera de la posibilidad de manejar conceptos
abstractos, contribuyendo así a la enajenación de esta (Bernstein, 1989).

Pese a que no podemos establecer una correspondencia directa entre el


"código elaborado" de Bernstein, y la "lengua legítima" de Bourdieu, sí podemos
hallar una coincidencia en lo que ellos sostienen que produce la legitimación de

8
determinados manejos y estrategias lingüísticas en el aula y en la vida social.
Como ya hemos explicado, la enajenación de los trabajadores se debe a que la
clase obrera acepta y naturaliza la violencia simbólica implicada en la imposición de
la lengua legítima propia de la clase dominante, y adopta una situación de clase en
función a este orden que le es dado.

La imposibilidad de la clase obrera para adquirir la legitimación necesaria de la


lengua y así lograr el acceso a los círculos de poder político y de discurso, la
posiciona en desventaja frente a quienes sí logran este manejo. Esta disparidad se
instala inicialmente en las aulas, condicionando a la clase obrera, subordinándola a
la clase dominante y provocando la reproducción de las desigualdades de clase en
esta sociedad de estructura capitalista.

No podemos desligar las conclusiones de este trabajo de la posición que


ocuparemos en el futuro como actuales estudiantes de profesorado, creemos que
la tarea del docente es la de ejercer una acción voluntaria y consciente que tienda a
romper con la reproducción de las desigualdades sociales que acarrea el dominio
de la lengua legítima por un sector de la sociedad. Entendemos que existe una
brecha que separa a los alumnos según a qué clase socio-económica pertenezcan,
y si bien esta brecha muchas veces es insuperable en la teoría, como docentes
inmersos en la cotidianeidad del aula, tenemos una herramienta poderosísima de
cambio práctico que podría suponer una superación de la brecha al menos en la
práctica diaria. Tenemos claro que para que esto se logre de manera completa, el
sistema escolar tiene que verse revolucionado desde el interior, pero no perdemos
el norte y creemos con firmeza que haciendo visible la distancia entre códigos,
tenemos un paso dado en la dirección correcta. Es decir, trabajar desde la
consciencia de ser funcionarios de un sistema escolar que de base es desigual
respecto a los estudiantes, nos posiciona en un lugar de ventaja ante el cambio y
nos permite realizar nuestra tarea docente de manera crítica y reflexiva.

9
Referencias bibliográficas

Bernstein, B. (1989). Clases, códigos y control I. Estudios teóricos para una


sociología del lenguaje. Madrid, España: Akal.

Berstein, B. (1988). Clases, códigos y control II. Hacia una teoría de las
transmisiones educativas. Madrid, España: Akal.

Bourdieu, P. (1985). ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios


lingüísticos. Madrid, España: Akal.

Bourdieu, P. (1964) El espacio social y la génesis de las “clases”. S/E.

Durkheim, E. (1893). La división social del trabajo. Madrid, España: Akal.

Giroux, Henry. (1985). «Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva


sociología de la educación: un análisis crítico» Cuadernos políticos, n°44.
36-65.

10

Você também pode gostar