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Importancia de la escolarización a los 12 meses de vida

Adriana Pozos Ramírez

Iniciaré este breve escrito diciendo que antes de comenzar este Diplomado, específicamente, la clase de
Formación Técnica, estaba convencida de que los niños deberían de estar los 3 primeros años de vida en
casa con mamá, de tal manera que cuando nació mi hijo, hace 2 años, tomé la decisión de dejar mi
trabajo para estar esos primeros 3 años con él, en casa, claro. Estaba completamente convencida de que
para él sería lo mejor; estar con su mamá de tiempo completo sería lo más favorable para el desarrollo de
su seguridad y estima. Era tan firme mi idea que “toda” la información que buscaba respaldaba mi
postura y me ayudaba a justificarla ante mi esposo; ahora sé que la información que buscaba era aquella
y sólo aquella que me diera la razón. Pero ahora mis ideas han cambiado drásticamente y aquí comienzo a
argumentar los motivos por los que de ahora en adelante reconozco y estoy convencida de que un niño
debe comenzar su escolarización al año de vida.

Los niños, aquellos que se vuelven los hombres y mujeres del mañana, es durante su infancia; en sus
primeros años de vida cuando empiezan a cincelar su propia escultura, a formar su personalidad y sentar
las bases de su desarrollo futuro y no es que esto sea al azar, más bien es algo realmente perfecto, pues
es en estos mismo primeros años de vida cuando su desarrollo cerebral está a su máxima velocidad la cual
va descendiendo con el paso de los años. Todo este proceso es completado a los 8 años de edad, y es por
ello que el niño requiere el apoyo de guías preparadas y ambientes adecuados para trabajar en el
favorecimiento de su desarrollo. Estaba segura que yo podría ejercer dicho apoyo a mi hijo en “su hogar”,
pero por mucho que fue mi entusiasmo, ahora estoy completamente segura que lo que puede recibir
adecuadamente en un ambiente dista mucho de lo que yo pudiera haber hecho en casa.

Durante el primer año de vida el niño desarrolla sus capacidades básicas necesarias para adaptarse a su
nuevo mundo; comienza con el desarrollo de su vista, oído y cuello, siguiendo con el fortalecimiento de la
parte media de su cuerpo, como torso, cadera y brazos hasta llegar a la parte baja, culminando dicho
proceso básico de adaptación con la bipedestación y marcha. A partir de este momento, al rededor del
año de vida, el niño está física y mentalmente preparado para la adquisición de nuevos conocimientos
fuera de casa. Pero no es ni mínimamente basto un lugar en donde solamente se "cuide" al niño; en
donde sólo sea importante satisfacer sus necesidades de aseo y alimentación. El lugar que recibirá a este
niño deseoso y totalmente receptivo para aprender debe ser un lugar en el que lo más importante sea el
deseo de brindarle todas la herramientas necesarias para que dicho aprendizaje y experiencia se de en un
ambiente adecuado; en donde el niño aprenda en libertad y respeto a sus deseos, a su ser.

Como señala Glen J. Doman en su libro Cómo enseñar a leer a su bebé, el periodo de 1 a 5 años de vida es
crucial para el futuro del niño, cito textualmente algunos breves párrafos en los que hace hincapié en el
gran potencial, en todos los aspectos, del niño en estos años:
“Durante estos años que no se han de volver a vivir; durante estos años de insaciable curiosidad, es
cuando se establece la totalidad del intelecto del niño. Lo que el niño puede ser, lo que serán sus
intereses y sus facultades, se están determinando en estos años.” “En este período de tiempo, aprender
es, además, una necesidad apremiante, y frustramos la naturaleza misma cuando intentamos impedirlo.
Aprender es necesario para sobrevivir” “La necesidad de aprender durante este período de su vida es
para el niño una necesidad imperiosa. ¿No es maravilloso que la sabia Naturaleza haya hecho al niño tan
amante de aprender? ¿No es espantoso que nos hayamos equivocado tan terriblemente en la
comprensión de lo que es un niño, y hayamos puesto tantas trabas en el camino de la Naturaleza? Así,
pues, este es el período de vida en el que el cerebro del niño es una puerta abierta a todo tipo de
conocimientos. Durante el, asimila todas las informaciones sin esfuerzo consciente de ninguna clase”.
“Más que una oportunidad única, es un deber sagrado. Debemos abrirle de par en par la puerta de los
conocimientos básicos. Jamás volveremos a tener una oportunidad igual.”

Aunque todo el desarrollo del libro del autor es lo que justifica por qué un niño, quiere y puede aprender
a leer desde muy temprana edad, vale por completo dicha justificación para dar por hecho que, de la
misma manera, el niño, a temprana, específicamente al año que ya puede comer por sí mismo y no
solamente del pecho de mamá; y trasladarse ya sea mediante gateo o mediante la marcha, continuará
desarrollando , si así se le permite, tanto en casa como en escuela socialización, vida práctica, lenguaje,
desarrollo cognitivo, sensorial y motor, entre muchas otros mucho aprendizajes intangibles como valores,
reconocimiento de emociones, empatía, modales en la mesa, etc., y que todo ello sentará las bases para
la formación de un niño independiente, respetuoso, empático y con alto autoestima.

Por fortuna, escuché mi intuición, mi sentido común, el mismo que un día, un par de meses antes de que
mi hijo estaba a punto de cumplir 2 años, me hiso darme cuenta que él necesitaba algo más que el grande
amor de mamá y su paciencia para enseñarle y apoyarle todo lo que podía en casa. Así que sin más, nos
dimos a la tarea de buscar un espacio en donde fuese visible que se ocuparían con amor y conocimiento
de satisfacer sus necesidades de desarrollo en libertad. Sin duda alguna sé que lo más seguro es que en
ese tiempo, de uno a dos años, él dejó de aprender e interiorizar muchas cosas importantes para su
formación, y aunque sé que todas mis decisiones han sido queriendo lo mejor para él, ahora es cuando
me hace tanto sentido lo dicho por la Dra. María Montessori, que no basta con amar a los niños si no que
es tremendamente necesario conocerlos y saber reconocer sus verdaderas necesidades.

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