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Cada una de estas políticas, por separado, tiene resultados negativos en cualquier
industria, pero el efecto de las tres en conjunto ha sido, en cualquier tiempo y lugar, una
condena segura a la ruina.
Las tarifas del servicio eléctrico nunca reflejaron los costos de la industria, más bien los
deseos políticos de controlar la inflación y lograr el respaldo público quebraron a
Electroperú en el intento.
Las tarifas permanecieron congeladas durante años, mientras que la inflación persistente
reducía el valor de los ingresos, generando pérdidas operativas que provocaron la
parálisis de la industria. Inversiones fundamentales en generación y trasmisión se
postergaron y la capacidad de reparar y mantener el sistema en operación se hizo cada
día más deficiente.
Al final de esta época de monopolio del Estado, más del 60% de los hogares de Perú no
contaban con el servicio de energía eléctrica.
Al finalizar la década de los ochenta, todo Perú sufría de las terribles carencias del
sistema eléctrico. Apagones frecuentes y prolongados dejaban a ciudades enteras a
oscuras.
Surgieron grupos guerrilleros que, ante la debilidad del sistema eléctrico, lo convirtieron
en un objetivo de la subversión. Las torres de alta tensión eran derribadas por los
irregulares y esto provocaba interrupciones del servicio que afectaban a las principales
ciudades de Perú. Estos hechos fueron más graves debido a los reducidos niveles de
reservas y confiabilidad del sistema por aquellos días.
2La reforma
El nuevo gobierno está obligado a restablecer la paz en Perú y para lograrlo debe
controlar la subversión, impulsar el crecimiento económico y desarrollar los servicios
públicos en cobertura y calidad.
El servicio eléctrico por aquellos días era una carga económica para el Estado, una
restricción de crecimiento para la industria y el comercio y, además, una causa de
agitación política importante.
El remedio
Desde 1982, cuando Chile, como país pionero en este proceso, impulsa la reforma
exitosa de su propia industria eléctrica, distintos países persiguen transformar sus
sistemas de energía eléctrica operados tradicionalmente como monopolios verticales, de
propiedad pública en industrias de mayor eficiencia económica.
2. El establecimiento del sistema de precios en cada etapa del proceso que respondan a
costos económicos eficientes.
Para lograr ese objetivo debía crearse el marco regulatorio que permitiera evolucionar
de un sistema estatal monopólico atrasado y arruinado a una diversidad de empresas
privadas de excelencia provenientes de distintos países y en competencia.
La ejecución
La interconexión demora algo más hasta que los sistemas del norte y sur del país se
integran al construirse ramales nuevos. En 2002, se venden las acciones de la principal
red de trasmisión de Perú a ISA, empresa multilatina de capital mixto colombiano.
Luego del año 2002, no han ocurrido nuevos procesos de transferencia al sector privado.
El Estado mantiene empresas que generan el 25% de la energía generada, no controla
ningún ramal de transmisión y distribuye electricidad al 56% de los clientes finales.
El regreso de la luz
La cobertura eléctrica pasó del 40% al 95%; la productividad por trabajador pasó de 415
empleados por suscriptor a 1.210 empleados por suscriptos; y las pérdidas por
distribución pasaron de más del 20% hasta un 7%.
En lo último años, las inversiones del sector han alcanzado más de 2.500 millones de
US$ por año.
La industria eléctrica resultó ser el cliente interno más importante para justificar la
enorme inversión internacional requerida.
El mal servicio eléctrico de Perú llegó a ser motivo y causa del malestar colectivo de
toda una nación y se convirtió en el lado débil de la seguridad nacional frente al
terrorismo.