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EL PACIENTE COMO SUJETO RESPONSABLE DE SU SALUD

Tania Orjuela

Índice

Introducción

Generalidades

La relación paciente – médico

Políticas de seguridad en el paciente

El autocuidado

El papel de la educación en el fortalecimiento del autocuidado como un estilo de vida


saludable.

Conclusiones

Referencias Bibliográficas
Introducción

Hablar del autocuidado nos remite a pensar en un estilo de vida saludable, que incluye
preocupaciones como llevar hábitos alimenticios acordes con nuestro nivel de salud y,
fortalecer las relaciones médico – paciente. Si bien es cierto, el término “autocuidado”
inicialmente estaba asociado con las prácticas de salud y bienestar, que debían tener algunos
cuidadores con pacientes en estado crítico, sin embargo estas consideraciones han cambiado
drásticamente durante el siglo XXI y se establece que la responsabilidad recae en cada
individuo; es decir, cada persona vela de manera integral por su bienestar y se provee de los
cuidados necesarios para prevenir enfermedades críticas.

Durante varios siglos la relación médico- paciente residía en atribuirle toda la responsabilidad
del estado de salud al médico, por eso para algunas personas era impensable refutarle al
médico o pensar en contradecir su opinión porque la formación académica que tiene le imputa
“dotes” atribuidos culturalmente. Estas consideraciones se manifestaban en el hecho de
“ordenar” los tratamientos contemplados para cualquier dolencia o enfermedad, haciendo del
paciente un ser pasivo que no intervenía en la toma de decisiones.

Por otro lado, la información suministrada durante la anamnesis o dialogo establecido para
actualizar la historia clínica es una de las herramientas que utiliza el médico para llevar a
cabo el diagnóstico y la prevención de sucesos anormales dentro de algún procedimiento.
Pese a la importancia hay quienes no saben responder a los interrogantes o simplemente
omiten información.

Atendiendo a la ética del cuidado es pertinente educar en la responsabilidad del cuidado de


sí mismo, el autoconocimiento, el respeto por llevar un estilo de vida integral y saludable, no
con fines estéticos sino para fortalecer el bienestar de cada persona.
Generalidades

Vemos que en la actualidad los servicios de salud muestran sobresaturación en la atención a


sus pacientes, algunos con enfermedades temporales y otros, con cuadros clínicos severos o
enfermedades crónicas. Independientemente de la razón que lleve a alguien a acudir al
servicio médico o de salud, es importante que sepa responder a cabalidad con la anamnesis,
pero para ello requieren ser sujetos activos y responsables de su proceso de salud, conocer
sus derechos y deberes cada vez que acudan a un servicio de salud.

Es importante educar a los pacientes como seres activos y responsables de su autocuidado,


por eso que aprendan a conocer las preguntas básicas que deben suministrar en la anamnesis
es un reto que implica una labor de culturización hacia la responsabilidad del paciente frente
a su autocuidado, donde inicialmente se trata de una etapa preventiva para no caer en
programas de autocuidado pero en procesos de la enfermedad.

La relación paciente-médico

La ciencia y la medicina han avanzado significativamente en los últimos años que están
mostrando un cambio drástico no sólo en las formas de vida y en la manera de vivirla, sino
que se ha hecho una ruptura de paradigmas en lo ético y jurídico.

El paciente se ha concebido como un sujeto de derechos como lo expone la revista “calidad


asistencial” (2006), allí destaca que durante veinticinco siglos las experiencias con los
clínicos han cambiado centrándose ahora en el respeto a la autonomía de las decisiones
tomadas por los pacientes una vez informados de los riesgos y los beneficios propuestos por
el tratante, a diferencia de lo expuesto en la revista “bioética & debut” (2003) donde se
muestra una relaciones médico – paciente estaban orientadas hacia el rechazo o nula
aceptación de los deseos, opiniones y acciones de personas distintas a las del gremio de la
medicina; por eso, basados en ese modelo paternalista los médicos desde esa época hasta
ahora habían tratado al paciente o enfermo como alguien sin firmeza (infirmus), es decir falto
de firmeza física, psíquica y moral. Precisamente esta concepción se llevaba a cabo cuando
el paciente obedecía todo aquello que el médico le indicaba, pues el profesional era quien
sabía que cosa era lo conveniente para él. De este modo, se anulaba por completo al infirmus
como un sujeto de derechos.

Fue hasta mediados del siglo XX cuando el modelo paternalista entra en crisis, ocasionado
por la noción de “derechos” y la idea de que las personas son sujetos morales autónomos, es
decir sujetos para tomar sus propias decisiones. Este nuevo paradigma que considera a la
persona como un sujeto de derechos, aplica también dentro de las instituciones sanitarias.
Por esta razón, hacia 1970 la Comisión Conjunta de Acreditación de Hospitales, elabora el
primer diseño de una carta de los derechos de los enfermos. El interés por asumir ese nuevo
paradigma llega a Europa en 1979, en donde se anima a tomar en consideración los derechos
de los enfermos y a incorporar progresivamente un modelo que sea respetuoso con la
autonomía del paciente.

Precisamente Guerra (2016) señala en su artículo “el paciente como sujeto de derechos” que
la relación entre el profesional de la salud y el paciente ha ido cambiando en estos años.
Señala que años atrás el médico era la parte dominante, dejando al paciente el papel de
responder sus preguntas y obedecer sus órdenes (…) El médico determinaba cuáles eran los
mejores intereses del paciente, y el buen paciente seguía las recomendaciones del médico
(Guerra, 2016 p 154).

Hoy en día esa forma de relación asimétrica ha sido abolida y como lo indica García la
autonomía del paciente es un concepto nuevo para la práctica médica. Los médicos tienen
una responsabilidad fiduciaria con los pacientes que reside en una relación de confianza
entre ellos. Por ello, esta autora resalta que los médicos tienen una toma de decisiones mutua,
en donde los pacientes son motivados a hacer preguntas y los médicos ven en el paciente otro
experto.

Este artículo concluye que ahora los pacientes preguntan, opinan, discuten y toman
decisiones. Lo cual implica que el sujeto de derechos en el ámbito de la salud, la legislación
en materia de salud lo acompaña y protege. También la autonomía de la voluntad del
individuo tiene un marco legal en el sistema jurídico español y la infracción por parte del
profesional de la salud del respeto a la voluntad tiene consecuencias morales y legales.
Así mismo, la Superintendencia de Salud en Chile desarrolla un estudio haciendo alusión al
“Trato digno”, para lo cual analiza las principales ideas asociadas al concepto de trato digno,
sobre todo en lo referido al derecho de los usuarios en la atención de salud; en otras palabras,
el estudio resalta qué es para los pacientes un trato digno en la atención y cuáles son sus
pensamientos cuando lo exigen como un derecho.

Durante el análisis de los datos se evidenció que los pacientes requieren de un trato que vaya
más allá de la cortesía, sino que requieren ser tratados como seres humanos y de manera
integral. Aunque los usuarios también manifiestan la importancia del derecho a la privacidad,
ellos se sientes inconformes cuando no hay una continuidad con el médico tratante, sino que
les asignan diferentes profesionales lo cual genera una vulneración a su privacidad.

El estudio pudo constatar que el trato digno para los usuarios se evidencia a partir de cuatro
conceptos esenciales; lo emocional (trato humano), la información durante la atención, el
derecho a tener un profesional de la salud responsable y tener una atención oportuna. La
mayoría de los pacientes son valorados en lo emocional, sobre todo cuando se trata de su
estado de salud. También es importante que el trato digno no sólo haga referencia a los
derechos de los pacientes, sino a la comunicación no verbal y aspectos de carácter emocional.

Por otro lado, las personas le asignan un significado al trato digno incorporando elementos
emocionales y se establece que el equipo de salud debe prepararse en el ámbito de habilidades
blandas para actuar en concordancia con el paciente, y precisan en la importancia de estar
evaluando a funcionarios y usuarios en los elementos que componen un trato digno.

Las habilidades comunicativas son parte esencial en la labor profesional de un médico, pues
con ellas se establece la relación paciente – médico y para que exista una comunicación
efectiva debe existir un vínculo de confianza. Ante esta situación, Moore y otros (2012),
publican un artículo en el que describen cómo la comunicación médico-paciente se diferencia
de otras competencias en medicina. Estos autores hacen alusión a las premisas necesarias
para considerar la planificación de la docencia en comunicación en el pregrado y cómo estas
incidieron en el desarrollo de las habilidades comunicacionales del currículo de pregrado. La
investigación concluyó que las personas dedicadas a la medicina clínica deben poner en
práctica las habilidades comunicativas para facilitar la relación con los pacientes; por eso,
promover el aprendizaje de habilidades efectivas es una tarea necesaria en los docentes de
pregrado y posgrado. Para que esto se pueda llevar a cabo, es importante aplicarlo en
residentes y médicos clínicos, sobretodo en docentes que son modelos para los estudiantes
en formación.

En conclusión, podemos ver como en la revista “calidad asistencial” (2006), destaca las
relaciones pacientes –médico dadas durante veinte cinco siglos, se trató de una relación
asimétrica, en donde el paciente obedecía todo lo que el médico le ordenara; sin embargo,
fue hasta mediados del siglo XX cuando este modelo paternalista se reemplaza por considerar
al paciente como un ser autónomo, sujeto de derechos que merece ser escuchado en la toma
de decisiones. También Guerra (2016), señala al paciente como sujeto de derechos en la cual
pueden hacer preguntas, opinar y tomar decisiones con respecto a sus procedimientos, pues
se trata de un derecho contemplado en el sistema jurídico.

Precisamente, la Superintendencia de Chile, enfatiza en el “Trato digno”, para lo cual los


pacientes requieren de una atención más humana que incorpore la comunicación no verbal y
aspectos emocionales. Por ello, Moore y otros (2012), enfatizan en la importancia de las
habilidades comunicativas para facilitar los eventos comunicativos con los pacientes y
señalan que los docentes dentro de los currículos de pregrado y posgrado deben promover
tales habilidades en sus estudiantes.

Políticas de seguridad en el paciente

El Ministerio de Salud de Colombia en el 2010, publica la Guía Técnica “Buenas prácticas


para la seguridad del paciente en la atención en salud”. El texto hace referencia a que, en los
escenarios clínicos, mueren personas producto de enfermedades y de errores en la atención
médica. Estos eventos adversos se pueden dar en cualquier escenario clínico, a pesar de los
esfuerzos para que no ocurran, pero se dan precisamente por la alta complejidad de la
atención en salud.

El MinSalud enfatiza que durante la atención de un paciente sucede un cambio constante de


las condiciones clínicas del paciente, de los trabajadores de la salud a su alrededor, de la
complejidad de cada procedimiento quirúrgico o clínico, también la incidencia que generan
las personas, entre otros aspectos. Por eso, algunas organizaciones se centran en implementar
prácticas seguras, dentro de un contexto de una política de seguridad y un programa de
seguridad para el paciente.

Precisamente en el año 2008 el Ministerio de Salud de Colombia, con el fin de prevenir


situaciones que afecten la seguridad del paciente y la mitigación de eventos adversos,
impulsó una Política de Seguridad del Paciente y una Guía técnica de buenas prácticas en
seguridad. Desarrolló unos paquetes instruccionales de salud actualmente en su segunda
versión, allí se expone un programa institucional de seguridad del paciente y las actividades
clínicas relacionadas, las cuales aplicadas de manera sistemática puede contribuir a disminuir
eventos adversos.

También, el Ministerio de Salud de Colombia elaboró un paquete basado en la


implementación de prácticas seguras y la revisión sistemática de literatura. Dentro del
contenido del documento muestra los errores más frecuentes en la atención, las practicas
seguras a implementar para evitar posibles daños a la salud, los mecanismos de monitoreo y
medición de las prácticas seguras.

Otra particularidad que presenta el paquete es que fue diseñado con el modelo pedagógico
ABP, es decir aprendizaje basado en problemas, para lo cual el modelo busca incluir dentro
del aprendizaje reflexiones de distintos aportes para que analice la realidad desde una
perspectiva integral. Por eso, sugiere llevar los temas de análisis al planteamiento de
preguntas – problemas que enriquecen la discusión en forma de resolver un problema.

Por su parte, el Ministerio de la Protección social elabora un documento titulado


“Lineamientos para la implementación de la Política de Seguridad del Paciente” (2008), el
cual tiene como objetivo prevenir la ocurrencia de situaciones que afecten la seguridad del
paciente, reducir y en dado caso eliminar la ocurrencia de Eventos adversos para tener
instituciones seguras y competitivas internacionalmente.

El texto destaca cómo los sistemas de prestación de servicios de salud son complejos y esto
ocasiona que sean sistemas de alto riesgo; enfatiza como el ejercicio de la medicina ha pasado
de ser simple, poco efectivo y relativamente seguro, a ser bastante complejo, efectivo y
peligroso, si no existen los controles adecuados. La complejidad del sistema radica no sólo
por el error de un individuo en particular, sino por la ocurrencia de errores de planeación o
de ejecución durante el desarrollo de los procesos para atender a los pacientes.

Por esta razón, el Ministerio señala que para que un sistema de Atención en Salud sea seguro,
es indispensable la participación de distintos actores que participan en él. La seguridad del
paciente implica una evaluación permanente y proactiva de los riesgos asociados en salud
para diseñar e implementar continuamente las barreras de seguridad necesarias.

En cuanto a las políticas de seguridad del paciente, vemos como desde el Ministerio de Salud
de Colombia se están tomando las medidas necesarias para que no sigan ocurriendo eventos
adversos durante los procedimientos médicos, ya que se trata de relaciones complejas que
requieren de programas de seguridad para mejorar la atención de los pacientes. Por eso, desde
el ministerio han elaborado distintas guías para llevar prácticas seguras, reflexionar
constantemente sobre los procesos y las dificultades que en ellos se presentan.

El autocuidado

Hablar de autocuidado nos lleva a pensar en esa responsabilidad individual que cada persona
tiene por construir hábitos saludables que le permitan llevar una vida integral; se trata de un
bienestar físico y psicológico.

Frente a este tema, Escobar & otros (2011), desarrollaron una investigación sobre el
autocuidado y el compromiso de la formación integral en la educación superior. Se trató
básicamente de un estudio cualitativo interpretativo, ya que indagaron sobre los significados
y sentidos que tienen para los docentes la formación integral y su relación con el autocuidado.
El estudio utilizó como categorías de análisis, términos como: ser, saber, concienciar, actuar
e interactuar. La concepción de autocuidado hace referencia al planteamiento hecho por
Heidegger respecto al cuidado como una forma ética; plantea que el cuidado es
existencialmente a priori a toda posición y conducta fáctica del ser ubicado, es decir, que se
halla siempre en ella. En otras palabras el autocuidado hace referencia al cuidado de sí
mismo, por eso la responsabilidad de llevar una vida saludable se centra en cada persona a
partir de la formación que tenga durante la vida.

Los investigadores ven que el problema del autocuidado como elemento de formación
integral corresponde a la concepción sobre la vida, el cuerpo, la salud y el bienestar
incluyendo aquellas esferas del ser humano enunciadas en las categorías de análisis. Por eso,
la autorregulación implica necesariamente la autorresponsabilidad, referida a la autonomía
en la elección, decisión y acción que generan consecuencias deseables. Si se centra el
autocuidado en el cuerpo, la mente y el espíritu, se da una visión integradora y totalizadora
del ser humano. Por eso, los resultados concluyen que la información integral se logra por
medio de un proceso educativo, donde se hace participe al docente como la persona que
enseña.

Por su parte, Tobón (s.f) publica un artículo en el cual destaca que el autocuidado tiene que
ver con los cuidados que se proporciona la persona para tener una calidad de vida mejor
(autocuidado individual), o aquellos brindados en grupo, familia o comunidad (autocuidado
colectivo). Este autor enfatiza en que el autocuidado está caracterizado por aspectos propios
de la persona y externos que no dependen de ella; estos aspectos están relacionados con
factores protectores para la salud. Por eso, el personal de salud es el responsable de fomentar
el autocuidado en las personas, con su testimonio de vida y con la educación, para que las
personas asuman prácticas acertadas para su salud.

También este autor menciona que para fomentar el autocuidado los profesionales de la salud
requieren; asumir el autocuidado como una vivencia cotidiana y así fomentar el autocuidado
como propio de sus vivencias, las personas realizan las prácticas de autocuidado con la
certeza que mejorarán sus niveles de salud, trabajar en equipo interdisciplinario en
permanente intercambio de conocimientos científico – técnicos, humanísticos, de
experiencias y vivencias.
Sánchez y Monchietti (s.f.), presentan un trabajo en el cual muestran una experiencia
de enseñanza – aprendizaje durante el curso “cuidadores de ancianos” en una escuela de
Formación profesional. Estos autores mencionan que el envejecimiento es consecuencia de
la expectativa de vida, y de la baja tasa de natalidad, por eso, este tema desde hace unos años
viene convocando a diversas disciplinas que se preocupan por el estudio del envejecimiento.
Por esta razón, capacitarse en el cuidado de ancianos es cada vez más importante, en donde
la motivación de los estudiantes es recibir una capacitación idónea que les permita trabajar
en instituciones geriátricas o cuidadores domiciliarios.

Con la utilización de la técnica del Grupo Focal los investigadores indagaron sobre los
significados que se asocian al concepto de viejo(a), para poder orientar detalladamente las
intervenciones pedagógicas. Por eso, los resultados arrojaron las siguientes conclusiones: el
concepto vejez tiende a hacer alusión a una connotación negativa, ya que esos significados
surgen del contexto histórico-social haciendo parte del sentido común y del saber popular.
En cuanto a los teóricos, algunos manifiestan que es una etapa de desapego caracterizada por
la regresión. Es importante realizar una ruptura epistemológica para quienes trabajen con
ancianos.

Otro estudio importante es el realizado por Montalvo y Flórez (2008), quienes


realizaron un estudio para comparar las características de los cuidadores familiares de
pacientes con enfermedades crónicas. Para tal fin realizaron un estudio descriptivo de corte
transversal en el que participaron 294 cuidadores de enfermedades como el Alzheimer, en
situación de discapacidad, enfermedad cerebro vascular y personas del virus VIH. Los
resultados muestran históricamente a la mujer se le ha asignado el papel de cuidadora, por
eso asumen el cuidado de enfermos crónicos; en especial si se trata de niños. La mayor parte
de cuidadores tienen una edad aproximada de 35 años, esta particularidad se conoce como
una generación “sándwich” porque no sólo recae la crianza de los hijos, sino también el
cuidado de personas mayores o dependientes. Otra característica encontrada es que un mayor
porcentaje de los cuidadores sólo tienen estudios primarios completos o incompletos. Las
variables escolaridad y estado civil no mostraron diferencias. También los resultados
contemplan que las diferencias del contexto de cuidado particularizan la situación del
cuidador y su experiencia de cuidado.
El estudio permite que los profesionales en enfermería aborden las necesidades de cuidado
de los cuidadores, las cuales se ven afectadas, en el caso de las personas que conviven con
pacientes de VIH por la discriminación y rechazo social.

En 2014 el Ministerio de salud de Colombia en uno de los Paquetes Instruccionales de la


Guía técnica “, buenas prácticas para la seguridad del paciente en la atención en salud" en
el documento denominado Ilustrar al paciente en el autocuidado de su seguridad, define :
el autocuidado como “ las prácticas cotidianas y a las decisiones sobre ellas que realiza
una persona, familia o grupo para cuidar de su salud; estas prácticas son ‘destrezas’
aprendidas a través de toda la vida, de uso continuo, que se emplean por libre decisión, con
el propósito de fortalecer o restablecer la salud y prevenir la enfermedad; ellas responden
a la capacidad de supervivencia y a las prácticas habituales de la cultura a la que se
pertenece“. E incorpora otros dos aspectos asociadas las cuales son:

AUTOCONTROL: es la capacidad que tiene una persona para controlar sus decisiones. El
control tiene un papel fundamental sobre las decisiones en torno al autocuidado, es así como
el control interno está relacionado con las creencias que tiene la persona y la capacidad de
influir en el medio y en el curso de la propia salud.

RESILIENCIA: aquella “capacidad humana para hacer frente a las adversidades de

la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado” Permite focalizar los
aspectos que protegen a las personas ante las adversidades y trabajar sobre sus recursos y
fortalezas, promoviendo el desarrollo humano como posibilidad de aproximarse a sus
condiciones de calidad de vida. La resiliencia es importante en el autocuidado porque
facilita a las personas actuar de manera más ‘sana’ frente a los obstáculos a la calidad de
vida.
Navarrete (2016), menciona que debe existir educación en los procesos de hospitalización,
sobretodo en los programas de enfermería. También el refuerzo de los conceptos de
autocuidado se relega al médico, la nutricionista, el psicólogo y los demás actores del proceso
de atención. Por eso, la educación es continua y personalizada, la cual va desde la
hospitalización hasta el seguimiento ambulatorio para reforzar los puntos relevantes en el
autocuidado.

En el caso de pacientes con insuficiencia cardiaca, por ejemplo, se explica al paciente y


cuidador cuáles son los signos, síntomas y etiologías de la enfermedad. Para ello, se utiliza
un lenguaje simple para conseguir que el paciente identifique los síntomas frecuentes y los
signos de alarma para reajustar las condiciones y evitar otro ingreso al hospital.

Ahora bien, en el texto “la escuela en la vida”, básicamente señala que una escuela de
excelencia es aquella que ofrece calidad en todos y cada uno de sus productos y servicios, a
los estudiantes y a la sociedad que la concibió y creó para satisfacer las necesidades de la
formación de las nuevas generaciones. Por eso, requiere que todos los miembros posean un
nivel cultural para llevar a cabo una labor eficiente. Dicho de otro modo, un país
desarrollado, o que aspire a serlo, tiene que plantearse el objetivo de que todos sus miembros
estén preparados para ejecutar un determinado papel, entre las múltiples funciones que se
llevan a cabo en el seno de dicha sociedad.

Tomando como referencia el texto de Álvarez (s.f) vemos la importancia de formar desde la
escuela en conocimientos útiles para la vida, de manera que los ciudadanos estén preparados
para afrontar cualquier situación que se les presente en su cotidianidad.

El papel de la educación en el fortalecimiento del autocuidado como un estilo de vida


saludable.

El ritmo de vida y los estilos adoptados por cada persona están dados por las prácticas
culturales, sociales y económicas, las cuales han fundado la concepción de dar prioridad al
trabajo y a la estabilidad económica, descuidando otros aspectos importantes de la existencia
como la unión familiar, la recreación, el descanso y por supuesto, el cuidado del cuerpo y su
bienestar.

Para algunos individuos centrar su atención al autocuidado puede ser considerado un asunto
de vanidad y estética, los cuales van en contra de sus creencias religiosas “porque Dios nos
hizo a imagen y semejanza”; sin embargo, los virus y enfermedades que han aparecido en el
siglo xxi conlleva a repensar esta postura para empezar a fortalecer los estilos de vida.

Es así como el Ministerio de Educación contempla dentro de los programas pedagógicos


transversales, el de Estilos de vida saludable. Por esta razón, el programa se fundamenta en la
formación de ciudadanos éticos y responsables, con criterios claros que les posibilitan tomar
decisiones asertivas sobre su proyecto vida y frente a su salud, orientado hacia su bienestar integral:
físico, psíquico, intelectual, moral y espiritual (Colombia aprende, 2014).

Atendiendo a estas ideas expuestas, Sandoval (2010), realizó una propuesta encaminada a
implementar el valor del autocuidado como principio de un estilo de vida saludable para
contemplarse desde el área de educación física. Se trata de un proyecto educativo basado en
el conocimiento de hábitos y el conocimiento de sí mismo, por eso esta asignatura es
indispensable en la vida de las personas porque desde el trabajo realizado en esta área, se
puede generar conciencia de la importancia del cuerpo y de este modo, cuiden de él.

Con esta investigación, Sandoval (2010) pudo constatar que:

“La formación de las personas no depende solamente del maestro y de la institución, sino de otros
factores como la familia, medio sociocultural, la intencionalidad formativa del maestro, concretada en
la creación de ambientes y condiciones de aprendizaje, es un factor fuerte que puede no solamente
modificar, si orientar a reflexiones de auto conocimiento y reconocimiento de los demás”.

Esto significa que educar en el autocuidado debe ser una prioridad de todos los sectores,
sobre todo para reconsiderar la importancia del conocimiento de sí mismo, de los hábitos que
debe adquirir y la imagen que quiere proyectar a los demás. Precisamente Gilligan habla
sobre la ética del cuidado, en la que resalta que:

“la ética del cuidado, referida a las conexiones entre las personas y las responsabilidades que subyacen
a sus relaciones, permite vislumbrar las carencias de un universalismo que borra de la ecuación
cuestiones tan importantes como el cuidado. Y es que “subyacente en una ética de cuidados y atención
hay una lógica psicológica de relaciones, que contrasta con la lógica formal de imparcialidad que
imbuye el enfoque de la justicia” (Medina, 2016).

Ante este planteamiento dado por Gilligan vemos que la idea central con respecto a la ética
del cuidado corresponde a la de responsabilidad y parte de la comprensión del mundo como
una red de relaciones en las que nos sentimos inmersos y de donde surge un reconocimiento
de la responsabilidad hacia los otros. Esto significa que el cuidado pertenece a una red de
relaciones dadas con amor y responsabilidad que no atentan contra ninguna forma de estima
o de moralidad, es decir que se requiere tener en cuenta la diversidad, el contexto y la
particularidad; por eso, dentro del desarrollo moral se debe enfatizar en el entendimiento de
la responsabilidad.

Conclusiones

Durante el desarrollo del texto pudimos ver como la responsabilidad del cuidado y del
bienestar ha estado atribuido a los profesionales de la salud, quienes a través de los años
fueron catalogados como los únicos en conocer lo correcto o incorrecto de un procedimiento;
sin embargo esta práctica ha ido cambiando a tal punto de hablar de sujetos activos,
empoderados en su bienestar.

Por esta razón, el mismo Ministerio de Educación contempla desde los proyectos
transversales el de “Estilos de vida saludables”, con el propósito de educar a los estudiantes
en el autocuidado y reconocimiento de sí mismos, para que sean sujetos responsables y lleven
una vida saludable. Sin embargo, este tema debe considerarse desde diferentes contextos para
que se haga un trabajo de culturización y rigurosidad, pues hay quienes inician las labores de
autocuidado sólo cuando tienen algún tipo de dificultad en su salud no como método
preventivo.
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