Você está na página 1de 7

Violencia y maltrato en la tercera edad (García Pintos)

Maltrato, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es toda conducta destructiva que está
dirigida a una persona mayor, que ocurre en el contexto de una relación que denota confianza y
reviste suficiente intensidad y/o frecuencia para producir efectos nocivos de carácter físico,
psicológico, social y/o financiero, de innecesario sufrimiento, lesión, dolor, perdida o violación de
los derechos humanos y disminución en la calidad de vida de la persona mayor. Podemos
encontrar cuatro indicadores que nos definen la conducta de maltrato hacia una persona mayor:

1. Conducta destructiva contra una persona mayor.

2. por parte de quien se tiene confianza

3. reviste suficiente intensidad y frecuencia para generar efectos nocivos.

4. Los efectos nocivos puedes ser físicos, psicológicos, sociales, financieros, que ocasionen lesión,
sufrimiento, dolor, pérdida, violación de derechos y disminución de la calidad de vida.

1. Conducta destructiva contra una persona mayor, significa que existe una disposición violenta,
aun cuando esto no corresponda a una intencionalidad consiente; muchas veces somos violentos o
maltratadores sin darnos cuenta de ello, incluso se piensa que se está haciendo un bien. Motivo
por el cual es más victimizable y sufre más por el hecho

2. esa conducta, la mayoría de las veces es por alguien que goza de la confianza del anciano. Por
ejemplo, no es lo mismo que un anciano sufra un golpe por un asaltante que quiere quitarle la
billetera, a que lo sufra por parte de la pareja, hijo, nieto cuidador, etc.

3. la conducta de maltrato debe ser intensa y/o frecuente para que produzca daños nocivos en el
anciano. Muchas veces en la relación suelen aparecer roces, malas contestaciones o malos gestos
que pueden implicar enojo u ofensa, estos episodios su son aislados y circunstanciales no se
incluyen en este orden. Pero si el episodio, si bien es aislado pero mucho más violento, como dale
una cachetada, este si o si se considera un hecho violento.

4. cuando hablamos de los efectos nocivos ya nos va orientando a la tipología o clasificación de


maltrato o violencia (de la que se hablara a continuación), la cual ocasiona una disminución en la
calidad de vida y dignidad del anciano.

Tipificación

Las distintas investigaciones sobre el tema coinciden en señalar la existencia de siete (7) formas de
maltrato tipificadas. Ellas son: maltrato físico, psicológico o emocional, sexual, abandono o
negligencia, económico / financiero, cultural e institucional.

1) Violencia física
Entendemos por violencia física toda forma de castigo corporal, incluyendo encierros, privaciones
o descuidos. Golpes, empujones, cualquier acto que pudiera generar lesiones físicas.

En muchos hogares de residencia, se les quita a los ancianos los anteojos y los bastones durante el
día, y uno puede encontrarlos “tranquilamente” sentados en el salón de estar, cuando, en realidad,
son víctimas de una televisión que no pueden ver, y de un sillón del que no se pueden levantar. En
otros lugares, ese estado de “tranquilidad” o “sosiego” se consigue cambiando la administración
de medicamentos respecto de lo indicado. Ese mantenerlos “dopados” como vulgarmente se dice,
también es una forma de maltrato físico.

Los indicadores que, por lo general, ponen en evidencia este maltrato físico, aún cuando no existe
denuncia expresa, suelen ser bastante simples de detectar. Tenemos desde cortes, contusiones,
moretones en lugares infrecuentes o difíciles de explicar, arañazos, lesiones en la cara, rotura de
prótesis o de anteojos, cambios bruscos en la conducta, entre otros.

2) Violencia emocional o psicológica

En este caso hablamos de toda forma de descalificación que afecte la dignidad y calidad de vida de
una persona anciana. Incluye los insultos reiterados, las maneras más violentas de comunicarse
con el anciano, las bromas cargosas que tienden a burlarse de su condición y estado, las amenazas
(Como la de llevarlos a un geriátrico si se cansan).

Siempre el efecto resultante es la humillación, el temor, la culpa, emociones que afectan su


bienestar. Muchas veces la internación se hace necesaria y, llegado el momento, estos ancianos se
sienten muy mal, no solo por el hecho de la internación en sí, sino, más bien, porque no entienden
por qué la amenaza termina ejecutándose.

Los indicadores que denuncian este abuso suelen ser la aparición de un llanto injustificado, la
pasividad extrema del anciano, la ansiedad, los temores nuevos, rehuir del contacto visual cuando
habla con los profesionales, justificar a sus cuidadores, autocriticarse o autorreprocharse por
conductas o actitudes determinadas, etc.

3) Negligencia y/o abandono

Hace referencia a la existencia de cuidados insuficientes con relación a la salud, la higiene, la


nutrición, el descanso, la desprotección en general, el descuido y abandono.

Muchas de estas formas no llegan a manifestarse de manera tan contundente como para ser
tipificadas dentro de lo establecido por ley como abandono de persona, delito fuertemente
penado por los códigos. Asume, más bien una modalidad más encubierta y cotidiana.

Podemos encontrarla en ancianos desnutridos, deshidratados, sucios, desordenados en el


esquema indicado para su medicación, expuestos a accidentes domésticos. Ancianos vestidos con
ropa inadecuada (ropa de lana en verano o muy ligera en pleno invierno), etc.
No pensemos en los llamados “abuelos de la calle”, es decir ancianos “sin techo” o marginados
sociales. Hablamos de ancianos que muchas veces conviven con sus familias, las cuales poseen los
recursos suficientes como para que ellos no sufran estas carencias y/o privaciones.

4) Violencia sexual

A muchos les sorprenderá la existencia de esta categoría. ¿Puede un anciano –sea varón o mujer- ,
ser víctima de violencia sexual? Las estadísticas nos dicen que sí.

Toda palabra o acción que violente a la persona sexualmente, ya se constituye en violencia.


Muchas veces, se llega, incluso, a hacerlo participar de relaciones o actividades sexuales no
consentidas.

Cuando un esposo, por ejemplo, obliga por la fuerza a su mujer a mantener relaciones sexuales
que ella no apetece o rechaza por los motivos que fuera es un acto de violación.

De todos modos, la violencia sexual (sin llegar al extremo) es un hecho constatable, más usual de
lo que podemos pensar a priori. Suele detectarse por la presencia de contusiones en el área
genital, dolor o moretones en la zona, infecciones, cambios de conducta, la presencia de prendas
desgarradas. Exceso de miedos (muchas veces a la revisación médica que implica desnudez),
nuevos temores nocturnos o súbitos problemas para dormir.

5) Violencia económica o financiera:

Representa casi un 25% dentro de las estadísticas. La crisis economía es un tema que en nuestra
sociedad ha hecho que la violencia económica aumente, haciendo que sea una circunstancia
bastante frecuente.

Este tipo de violencia se considera como el despojo ilegal o forzado de sus bienes, pertenencias,
ingresos o propiedades. Todo esto se puede ver muy claramente cuando hijos reclaman la herencia
anticipada por ejemplo, o cuando hijos sin casa deciden instalarse en la casa paterna sacando a sus
padres y acomodándolos en el cuarto más chico. Todo esto no es lo mismo que hablar de
generosidad por parte de un padre hacia su hijo con dificultades económicas, financieras o de
vivienda, en los casos anteriores hay verdaderamente un despojo o control de los bienes

Es obvio que aquí el único daño no es económico, sino emocional y moral ya que sentirse
humillado por la estafa, burlado por la incredulidad o traicionado por la confianza lo hace sentirse
muy mal ante si mismo.

6) Violencia cultural.

Esta violencia se da cuando la persona es censurada o burlada en sus hábitos idiosincrásicos,


culturales o regionales. Por ejemplo, el adulto mayor que no puede escuchar la música que le gusta
en su casa porque a su nieto no le gusta. Esta violencia es muy negativa para el individuo ya que se
ve obligado por las circunstancias a abandonar modos habituales, culturales de su vida.
7) Violencia institucional.

Cuando hablamos de este tipo de violencia no nos referimos a la que se puede producir en un
instituto o establecimiento a la que asiste el anciano, esta se denominaría violencia en las
instituciones, aquí se hace referencia a la violencia “institucionalizada”, es decir, asentada,
asumida, establecida, aceptada en la comunidad, respecto de la condición, vida y situaciones de la
ancianidad general. A la existencia de políticas en el área ineficaces o inexistentes que desprotegen
al anciano.

Factores de riesgo

Los factores pueden ayudarnos a anticipar esa explosión de maltrato o prevenirla.

1) Situación de dependencia del anciano: Toda situación de dependencia (económica,


emocional) del anciano puede significar un factor de riesgo de maltrato o violencia en su
contra. Cuanto más servicio necesiten más riesgo corren de ser maltratadas. Hay que estar
atentos a los recursos del cuidador y en qué medida se ajustan o pueden responder a las
demandas del cuidado.

2) Alteración de las funciones cognitivas: Cuando una persona se ve afectada por deterioros
cognitivos puede ser fácilmente objeto de algún tipo de violencia o maltrato.

3) Aislamiento social: Una persona que no tiene frecuentemente contacto con su familia,
amigos u otras figuras de confianza, también es fácil victima de diferentes formas de abuso
y maltrato.

4) Convivencias afectadas por causas externas: Cuando un anciano pasa a convivir con otras
personas sin acuerdo o planificación previa, sino porque las circunstancias así lo han
impuesto, la dinámica violenta es una posibilidad.

5) Cuando convive con un cuidador con alteraciones psicológicas o emocionales o hábitos


conflictivos: Hay ancianos al cuidado de personas que no se encuentran en condiciones
emocionales de cumplir con esta función. Personas con con desequilibrios emocionales,
con conflictos en sus vidas personales o con conductas adictivas.

6) Desvalorización del rol del anciano: Desvalorización del anciano en general y del rol del
cuidador de este anciano en particular. Es decir la descalificación de los viejos en general o
la de este individuo ahora envejecido y a mí cuidado en particular.

7) Tener muchos bienes y propiedades: La defensa de ese patrimonio o el alerta para no ser
defraudado pueden llegar a constituirse en circunstancias que maldigan el logro en
cuestión.

8) Historia de conflicto de larga data: Individuos que arrastran una historia familiar con vínculos
a conflictos y ahora necesita de su familia para no quedarse solo o recibir algún servicio.
Perfil del maltratador

1) Relación de parentesco

Según las investigaciones, el 52% de los casos de maltrato es protagonizado por lo hijos, el 26% por
el/la cónyuge y un 4%por los nietos. Muy posiblemente se deba a que la situación del cuidado
moviliza angustias, emociones, sentimientos e historias que, en el momento de enfrentarse con
ese anciano y su situación, juegan en contra de la resolución de ésta. Un cuidador profesional,
preparado y alejado afectivamente (lo cual no significa “insensible”), facilita la tarea. Por eso, los
principales maltratadores son los parientes más cercanos.

2) Cuidador no profesional

Muchas veces, se trata de personas que pasan del servicio doméstico al cuidado de ancianos
buscando una mejor renta o un estatus laboral mejorado, pero que no terminan aceptando la
nueva actividad ni la responsabilidad que conlleva. En ocasiones, terminan cuidando a un anciano
a pedido del familiar, aceptando la tarea por el temor de perder el trabajo. No teniendo
capacitación, no estando decididos a ejercer la tarea y sin supervisión (la mayoría de las veces a los
cuidadores se los deja “en libertad”, es decir, “solos”, a cargo del viejo sin mayor contención).

3) Dependencia

Aquí hablamos de la dependencia del maltratador respecto del maltratado. Por ejemplo, ese hijo
varón soltero, conviviente, que no tiene los medios para irse a vivir solo y depende
económicamente de su padre, a quien debe cuidar. El peso de esa dependencia, que lo hace
sentirse obligado a cuidar el anciano sin querer hacerlo, también favorece el maltrato.

4) Antecedentes

Muchas veces, los cuidadores tienen antecedentes de trastornos o enfermedades psiquiátricas,


alteraciones de la personalidad, hábitos de consumo (alcohol, drogas, psicofármacos), historias
previas de violencia, circunstancias culturales de violencia (por ejemplo, está divorciándose
conflictivamente), situaciones actuales o pretéritas de abandono (una mujer muyo marido la dejo
por otra, y sus hijos se independizaron y se fueron, etc.), son rasgos habituales de los cuidadores
que maltratan.

5) Otros

La edad promedio del maltratador es de 58 años. El 53% de los maltratadores son hombres y el
47% son mujeres.

Perfil del maltratado

1) Condición: Presentan una condición de dependencia funcional marcada, un importante


deterioro ocasionado por enfermedades crónicas o progresivas (Alzheimer, Parkinson, etc.);
portadores de problemas y conductas anómalas tales como incontinencia, agresividad,
agitación nocturna, insomnio, etc. Los ancianos que requieren servicio nocturno (por ejemplo,
ir al baño) pueden ser objeto de maltrato más fácilmente.

2) Convivencia: Personas que conviven con un familiar que es el único cuidador, el que ha sido
asignado para cubrir tal función (antes se los denominada “el hijo de la vejez).

3) Aislamiento social: Individuos con una vida social escasa, insuficiente pobre en contactos, que
acepta cualquier cosa a cambio de una compañía estable.

4) Autoestima: Personas con antecedentes de una baja autoestima, actitudes de sumisión,


autorreproche y culposas.

5) Otros: El maltrato lo padecen, más frecuente, las mujeres y los individuos incluidos en la franja
de 75 a 80 años. La edad promedio de más alto índice de maltrato y violencia es 79,8. Por otra
parte, es más frecuente en viudos que casados.

¿Qué hacer ante el maltrato?

Fiona Clark presenta las siguientes sugerencias en relación este tema:

 Informar, tanto a la comunidad como a las familias y al anciano mismo, sobre los mecanismos del
maltrato, sus consecuencias y sus formas de evitarlo.

 Cambio de actitud respecto al tema, no considerarlo como algo inevitable, como aspectos o
conductas normales. Evitar la naturalización de esta conducta, justificadas en eventuales
beneficios para el anciano (lo hago por su bien), en conductas anteriores que motivaron el
maltrato (me lo hace a propósito) o en respuestas de castigo (se lo merece).

 Trabajar en nuevas estrategias sanitarias, sociales, legales que permitan a los ancianos sentirse
acogidos por la sociedad frente a eventuales maltratos.

 Favorecer campañas de promoción de la ancianidad

 Asesorar a los ancianos sobre sus propios derechos, la legislación que los protege.

Además de estos, hay otros aspectos muy importantes para tener en cuenta a la hora de
encontrarnos con el anciano cara a cara y que puede estar siendo víctima de alguna forma de
maltrato:

 Escucharlo, mirarlo a la cara, creer en su palabra.

 No culpabilizarlo siempre y pedirle comprensión respecto de quien lo maltrata. Solemos caer en


la naturalización en el intento de contener o justificar la acción del maltratador, creyendo que
lo acontecido será un episodio aislado que no se repetirá.
 Consultar con los profesionales, especialmente cuando presuponemos violencia física o sexual.
Médicos, enfermeras o asistentes geriátricas son los que pueden estar más atentos a los
indicadores de maltrato.

 Investigar la verdad, siendo interesados y buscando el bienestar del anciano.

 Denunciar el hecho por los canales que se consideren apropiados.

Desde la sociedad, a los ancianos sólo se les ha dado un “rol sin rol”, es decir, se le asigna un lugar
desde el cual se espera que aporte nada. Un lugar sin expectativa, un pertenecer sin participar. De
allí la denominación “clase pasiva”, tremendamente hostil en una cultura de “los bienes”, una
cultura “productiva” que otorga valor a la utilidad. Los ancianos son los que no producen, los que
no pueden acceder a bienes y los que terminan sintiéndose inútiles.

La ignorancia, desinformación, negligencia, el temor a la vejez son causas directas e inmediatas de


la violencia y el maltrato. La dignidad del otro, la dignidad de la vida, siempre está por encima de
cualquier circunstancia.

Você também pode gostar