Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Freud partió del esquema del arco reflejo en sus primeras conceptualizaciones.
Más allá de lo innato de cualquier punto de partida, lo que es adquirido por medio de la
experiencia deja una huella que transforma lo anterior. La experiencia modifica
permanentemente las conexiones entre las neuronas y los cambios son tanto de orden
estructural como funcional.
1) DIRECCIONES DE LA MADURACIÓN:
a) Céfalo – caudal: se controlan antes las partes del cuerpo que están más
cerca de la cabeza, y luego el control se extiende hacia abajo.
b) Próximo – distal: la maduración funcional se produce desde el eje central
del cuerpo hacia la periferia. O sea que se controlan antes las partes que
están más próximas al eje corporal.
Recién nacido
Hay condiciones singulares innatas en cada bebé respecto de la capacidad de iniciativa del
recién nacido para generar interacción con la madre. Se piensa en el RN como alguien
activo, con necesidades innatas de contacto intersubjetivo y bidireccional, que cuenta con
un equipo de conductas sensoriales y motrices que le permiten responder a estímulos tanto
positivos como negativos provenientes del medio. A su vez, sus respuestas inciden en el
tipo de interacción que entablan con el adulto, generándose una estructura comunicativa en
la que la secuencia de mensajes va a estar definida tanto por las respuestas de la madre para
mantener la homeostasis del bebé como por la propia capacidad de éste de comunicación y
autorregulación.
1) DESCRIPCIÓN
Cuando un bebé nace está maduro para recibir estímulos sensoriales y motrizmente está
incapacitado para organizar y ordenar sus respuestas, dado que es más maduro en lo
sensorio que en la esfera motriz.
Desde esta perspectiva se podría decir que el bebé no está integrado. Escucha pero no
puede organizar su respuesta motrizmente. Ahí es importante la función de sostén del
adulto que al significar sus movimientos lo humaniza, hace de su cuerpo una unidad.
2) FUNCIONES CORPORALES
3) FUNCIONES SENSORIALES
Los bebés recién nacidos cuentan con una gama de capacidades perceptivas variadas para el
contacto con las personas encargadas de su crianza.
Importancia de todas las interacciones sensoriales con el recién nacido para su proceso de
“vinculación”.
Los sentidos en el recién nacido se hayan integrados. Existe un mecanismo innato que
permite la transferencia de información entre una modalidad sensorial y otra (lo que es
percibido por el tacto puede ser reconocido a su vez mediante la percepción visual, y lo
percibido visualmente puede ser reconocido auditivamente). Es decir que los bebés tendrían
la capacidad de experimentar tempranamente un mundo perceptivamente unificado. La
traducción de una modalidad perceptiva a otra es denominada transferencia transmodal.
4) FUNCIONES MOTRICES
Modos en los que se presenta la conducta motriz, tanto a la motilidad pasiva (tono
muscular) como a la activa (movilidad espontánea, refleja y automática).
Con el nacimiento comienza la “fase cortical inicial”. A medida que avanza la maduración
se observa la paulatina inhibición de los reflejos que presenta el RN, desapareciendo éstos
progresivamente entre los 3 y 4 meses por la acción inhibidora de la función cortical.
El tono muscular es una actividad regida por el sistema nervioso central que se expresa
en los músculos como estado de tensión permanente de origen esencialmente reflejo. Es
imprescindible para la realización de cualquier tipo de movimiento. Tiende a los ajustes
de las posturas y de las actividades en general.
Durante el primer año de vida el tono muscular sufre amplias variaciones como parte
del proceso madurativo. El tono constituye la manera de expresión fundamental del
niño pequeño y sus huellas perdurarán toda la vida como elemento de la actitud y
expresión corporal.
Tono de la cabeza: la cabeza se balancea y sigue las inclinaciones del cuerpo con mayor
amplitud en el sentido anteroposterior que lateralmente.
b) Motilidad activa
Actividad espontánea: se refiere a los movimientos manifiestos que aparecen sin aparente
concurrencia de estímulos externos, produciendo la impresión de espontaneidad. Ocurren
con frecuencia durante las 6 a 9 primeras semanas. Involucran a diferentes partes del
cuerpo.
Actividad refleja: los reflejos son reacciones automáticas desencadenantes por estímulos
determinados, tendientes a favorecer la adecuación del sujeto al ambiente. Ej: arco reflejo.
Algunos ejemplos acompañan al ser humano durante la primera edad, desapareciendo entre
los dos y los 6 meses (reflejos arcaicos). Otros reflejos que ya se encuentran al nacer
permaneces durante toda la vida.
Desde la perspectiva del desarrollo psicomotor se puede decir que en el primer año de vida
del niño los reflejos y automatismos arcaicos, luego de un período silencioso que desde
principio del tercer mes y que, según el reflejo, se extiende más o menos al cuso del
segundo trimestre, son reeditados en un nivel superior en las nuevas conductas del niño,
voluntarias, perfeccionadas y enriquecidas por aportes afectivos e intelectuales. Es decir
que sobre estos moldes primitivos se estructuran los nuevos logros.
La interacción temprana
- Control homeostático
- Prolongación de la atención y la interacción
- Puesta a prueba de los límites
- Surgimiento de la autonomía
Para ampliar sus posibilidades de interacción con el entorno los bebés deben ser capaces
tanto de excluir como de recibir estímulos y también de controlar sus propios estados y
sistemas fisiológicos, lo que se va logrado paulatinamente, en base a la maduración del
sistema nervioso central y las experiencias vinculares.
En estos primeros tiempos, los adultos en función materna tienen como tarea aprender a
contener al bebé, a buscar formas de reducir la estimulación que el pequeño recibe para no
abrumar su delicado equilibrio y a ajustar sus propias respuestas conductuales a los
umbrales individuales y a los ritmos particulares de su hijo.
Cómo crece la mente. “la mente se manifiesta a sí misma”, esto quiere decir que casi todo
lo que hace el infante constituye un ejemplo de su mente en actividad. El niño evoluciona
como unidad, su cuerpo crece como crece su mente, incluso antes del nacimiento. Todo
crecimiento supone una organización, en el niño, incluso 5 meses antes de nacer, ya ha
formado las células nerviosas que ha de poseer. El crecimiento, es un proceso pautado, que
desde luego necesita un ambiente favorable.
El ciclo del desarrollo en el niño. Empieza por la fertilización del óvulo. El desarrollo
constituye un proceso continuo. Hay un factor individual que es tan poderoso, que no hay
niños de la misma edad exactamente iguales entre sí, aunque pensamos en una serie de
patrones en función de cada edad.
La conducta empieza a organizarse antes del nacimiento, y esa organización se produce
desde la cabeza hacia los pies, y desde las partes proximales a las distales. A medida que el
niño crece, las conductas pueden ser consideradas buenas o malas según la cultura.
1er trimestre 2do trimestre 3er trimestre
Conducta motriz Logro: visión “hambre Sostén cefálico 6m: se sienta
visual”. “hambre táctil” (trípode)
Reflejos arcaicos. Primeras prensiones 7m: posición sentada
Postura ovillo. voluntarias definitiva.
9m: gatea.
Manos: dominio
superior de la
combinación ojos-
manos.
Conducta Regulación de las Ansiedad Época de oro de la
adaptativa funciones psicomotriz ante un manipulación: puede
corporales. objeto (manipular, agarrar 2 objetos al
Sueño, duerme la mover, tocar, mismo tiempo, está
mayor parte del día. sacudir). descubriendo
Mueve sus ojos en tamaño, forma peso,
activa inspección. textura. Sigue siendo
Toca lo que ve. más experto con sus
Vigila más definida. ojos que con sus
manos.
Músculos de boca y
garganta más
organizados.
Conducta del Responde y Sonríe a la vista de Vocaliza (vocal y
lenguaje manifiesta. un rostro. consonante).
Sonidos guturales. Llanto diferenciado. Arrulla, gorjea.
Balbuceo, ronroneo, Lloriquea ante lo
gorjeo, risa. desagradable.
Conducta personal Presta atención al Nexos más fuertes Reconoce personas
social rostro humano. con su ambiente: de su ambiente: 8m.
No está preparado reconoce a su madre, Angustia ante
aún para el estímulo se acostumbra a extraños.
social. rutinas, sonríe al ver Es a la vez reservado
un rostro. (época sedentaria,
investigando) y
sociable (se porta
bien en los paseos).
4to trimestre (9-12m) 12 meses
Conducta motriz Logro: 10m se para con Plena corriente de
ayuda. transformación.
11-12m primeros pasos con En camino de aptitudes y
apoyo. patrones de conducta.
Manos: 11m pinza fina Primeros pasos, pero
Época de transición y prefiere arrastrarse.
emancipación. Puede trepar y moverse sin
perder el equilibrio.
Aprende a soltar aunque
todavía no controla bien los
músculos extensores.
Exagera la acción.
Conducta adaptativa Manipulación fina: le otorga Avanza en el uso de
el sentido de hueco-macizo, herramientas y noción de
continente-contenido, hueco y sólido.
arriba-abajo, separado- Coordina la actividad de
unido. Descubre la 3era comer y jugar: come con los
dimensión. dedos antes que con la
Sacude, agita, golpea cuchara.
objetos. La cuchara la agarra por el
Empuja, pellizca. mango, la mete dentro de la
Deja caer los objetos. taza.
Juega con objetos chicos
antes que con grandes:
agarra uno por uno, lo
suelta, lo vuelve a agarrar.
Conducta del lenguaje Vocaliza “mamá” “nam Llamado “eh” al despertar,
nam”. jugar y después llamar.
Balbucea. Balbucea excitado cuando
Al despertar, llamado llega la madre.
comunicativo “eh”.
Conducta personal social Período de mayor Gusta tener un auditorio:
sociabilidad: imita (aplaude, tendencia teatral a repetir
saluda con las manos, le conductas que provocan
gusta tener auditorio, risa. Le gusta el aplauso.
percibe mejor la acción de Muestras primitivas de
otros). afecto, celos, simpatía,
Le gusta el juego social. ansiedad.
Afirmativo: afirma su Puede evidenciar sentido del
autonomía (prefiere comer, humor.
tomar solo). Juegos de dar y tomar y
¿dónde está el bebé?
15 meses 18 meses
Conducta motriz Algo más que un infante. Proceso de organización de
Se consolidan las aptitudes y la marcha: conductas de idas
conductas. y vueltas (devolver cosas a
Caminar consolidado. su sitio).
Posición erguida. Denota avances en la
Pausas bípedas: prefiere consolidación de nociones
caminar o gatear a pero a la vez hay ciertos
arrastrarse. retrocesos: carece de
Impulso motor elemental agilidad en las muñecas, le
muy fuerte: actividad cuesta coordinar manos y
incesante. pies.
Corre: breves exploraciones
de locomoción.
Camina hacia atrás.
Los reflejos son las reacciones automáticas, involuntarias, que son desencadenadas por
estímulos externos o internos capaces de provocar un impulso que se transmite de un
receptor a un efector.
De supervivencia:
De inmadurez:
Reflejos orales:
La adquisición de la marcha.
El desarrollo comprende todos los cambios progresivos, en una secuencia que tiende a una
complejidad y heterogeneidad cada vez mayor. Estos cambios son tanto cuantitativos
(crecimiento) como cualitativos (maduración).
Así, las conductas de presión y marcha se irán adquiriendo durante el primer año de vida…
7-8 meses – posición sentada definitiva: tronco recto ya. El bebé puede mantener el
equilibrio logrando volver a la posición inicial. La presión también ha evolucionado: usa
cada mano de manera independiente y el pulgar ha comenzado a intervenir en el grasp. Las
piernas empiezan a tomar fuerza, el desarrollo ha alcanzado la cola, siguiendo la dirección
próximo-distal, se extiende por las extremidades inferiores.
10 meses – posición en pie: el bebé ya logra permanecer en pie sosteniendo el peso del
cuerpo sobre las piernas.
12-13 meses – marcha independiente: puede mantenerse en pie sin apoyo, y los primeros
pasos independientes, aunque aún bruscos y rígidos, hacen su aparición. El equilibrio
general ha mejorado, pero aún es dificultoso.
18 meses – carrera: ya puede correr, lo que permite afirmar que la conducta de la marcha
ha sido adquirida.
Las edades de cada logro son relativamente variables, dependiendo del interjuego entre el
bagaje genético del bebé y la estimulación que el ambiente ofrezca. La herencia biológica
es una condición necesaria para la maduración, pero no suficiente; el medio puede acelerar
o retrasar los procesos.
2 AÑOS: Se sostiene firmemente sobre los pies pero todavía no camina erecto. Empieza a
hilvanar palabras y formar oraciones. Sube y baja escaleras sin alternar sus pies. Puede
patear una pelota. Le gusta correr, empujar, tirar, escapar. Se empieza a producir el control
voluntario de esfínteres. Prefiere el juego solitario. Observa antes de participar y no le gusta
compartir. Le gusta corretear, llenar y vaciar, poner y sacar, separar y juntar.
2 AÑOS Y MEDIO: el niño varía entre los extremos opuestos, su capacidad de elección es
débil por eso opta por las dos posibilidades. Hay deseos de ser útil y vuela la imaginación.
Le cuesta relajarse para dormir. Puede que no libere esfínteres con facilidad y retenga por
mucho tiempo. Quiere que todo se haga como de costumbre. Es generoso cuando muestra
sus juguetes, pero no permite jugar con ellos. Esta es la edad de las paradojas.
3 AÑOS: le gusta agradar y conformarse. Muy atento a las palabras. Sus pies son más
seguros y ágiles, le gusta subir y bajar escaleras a la carrera. Considerable control de sus
esfínteres. Puede desabrochar botones. Puede contar hasta tres. Le gusta comparar objetos.
Utiliza nuevas palabras y con mayor confianza. Mejor manejo de las relaciones sociales,
siendo capaz de simpatía. Tiene sentido del tiempo solamente como día y noche. Se puede
negociar con él y es capaz de esperar su turno.
3 AÑOS Y MEDIO: insiste en que las cosas se hagan a su manera. La clave (al contrario
del anterior) es la negativa a obedecer. En cualquier acto sea bañarse, levantarse, comer, no
se acatan las reglas. Resiste mucho a los demás, pero les pide mucho. De él deben salir
todas las órdenes. Suele pedir al adulto que lo tenga de la mano, teme a las alturas y a las
caídas. Tiene mucho sentido auditivo. Si le leen un libro, quiere estar constantemente
mirando las figuras. Puede ser muy cariñoso. Su capacidad verbal es ahora plena.
4 AÑOS: se elogia a sí mismo. Tiene poca percepción de las emociones de otros. Le
interesa la muerte, pero no la comprende bien. Mucho impulso motor. Puede hablar y
comer al mismo tiempo. Puede hacer interesantes tareas manuales. Es un gran hablador y
hace muchas preguntas. Su imaginación es vivaz. Es un niño polifacético. Suelen
organizarse en grupos de 3 o 4 niños, separándose mujeres y varones. Le gusta “poner a los
otros como un trapo”. Le gusta escuchar explicaciones y hacer muecas.
5 AÑOS: le gusta apegarse a su casa, a lo que conoce, a su madre. Quiere hacer lo correcto
y pide permiso. Es calmado, confiado, comunicativo, dependiente. Mejoran su control y su
juego es menos brusco. Son más capaces de aceptar el fracaso. Tienen interés por letras y
números. Es sincero y responsable. Es un gran conversador y emplea palabras con mucha
libertad. Es capaz de exagerar e inventar con demasiada fantasía. En cuanto a lo emocional,
hay buen ajuste y confianza en otros. Tienen miedo de ser abandonados por sus madres.
Los niños tienden más a contar historias de fantasía, y las niñas de realidad. Hay humor,
acciones ridículas, lenguaje tonto. Fuerte tendencia a autoprotegerse.
(2 años y medio a 5). Al iniciar esta etapa la dentición de leche es completa y al finalizarla
se produce la caída del 1º diente. En cuanto al control de esfínteres, al inicio es incompleto
y al final, hay control total.
El niño preescolar es expresivo y espontáneo. Creciente dominio del lenguaje y de los
materiales. El ritmo de crecimiento disminuye con respecto a la aceleración de la infancia.
Características físicas: las piernas crecen + rápido q el resto del cuerpo. Se produce una
estilización física (abandono de apariencia de bebé). Rasgos faciales + definidos. Cambios
en la postura, la locomoción y la manipulación. Andar libre y seguro. Sube escaleras, trepa
árboles, da vueltas sobre el mismo lugar, pasan de la cuna a la cama, imita, baila, puntas de
pie, equilibrio, corre, juegos de construcción, dibuja, hace intervenir al lenguaje en su
asimilación del mundo. Toma CC de los demás niños y se comunica con ellos. Transición
entre dependencia e independencia.
Relaciones interpersonales: comienza a relacionarse con el mundo social, fuera de su
hogar. Nuevos vínculos con maestra y compañeros pares. Niños preescolares pequeños se
tratan como objetos, una vez q se inspeccionaron pueden jugar juntos. Primero juego
paralelo, monólogo dual, intercambio escaso. Luego, juego asociativo, contagio de
conducta, monólogos colectivos, egocentrismo. Hay simpatía, agresión y liderazgo hacia
los pares. Empatía, un niño se lastima y llora otro, ausencia de límites entre los
sentimientos de uno y de los otros. Al final, simpatía madura. Inestabilidad en amistades y
enemistades. Se pelean por la propiedad de objetos. Al final, juego cooperativo, distribuyen
roles. Malas palabras, sobre anatomía y eliminación. Su conducta social gira en torno al
juego.
Juego: 4 cambios en el juego.
• El niño convierte en juego todo lo que hace
• Seriedad en los juegos
• Diferencia al juego de la realidad
• Mayor imaginación
El juego se vuelve + social, aunque no disminuye el de placer sensorial, de habilidades y
afectivo-social. Domina el juego dramático representación de papeles y temas de la vida
doméstica y luego de la fantasía. Expresan lo q les importa, lo q los asusta y sus
obligaciones. Se pone en lugar de otras personas. Cambian rápido de papeles. Al principio
asumen papeles de cualquier sexo, a los 3 años se dan cuenta de la diferencia sexual.
Realidad y fantasía: intercambiables. Los sueños y dibujos animados son reales. Cree que
puede influir en acontecimientos a su voluntad. Concepción mágica. Su humor es grotesco.
Engaños para modificar la realidad. Al final es realista en su moral y no acepta engaños de
ningún tipo. Necesita objetos + realistas para sus juegos. Aparecen compañeros
imaginarios, por compañía, temor, culpa.
Actividades: conversan con sus padres, investigan la naturaleza, existencia de Dios,
funciones del cuerpo, enfermedades, muerte, Papá Noel. Si saben contar juegan a juegos de
salón. Hace trampa, detesta perder. Construye con bloques, escucha música.
Dominio de materiales: usa materias primas para crear nuevos productos. Usa herramientas.
Decora. Dibuja personas, con cabeza y torso yuxtapuestos, cabeza grande y son + altas q
árboles y casas. Al final, construcciones equilibradas.
CC de sí: aumenta mientras se diferencia psicológicamente de su entorno. Se vuelven
púdicos en la exhibición de su cuerpo. Aumenta la CC del propio cuerpo y su CC de
vulnerabilidad, aparecen temores respecto de la integridad física. Pueden ser realistas o no.
Miedo a la finalidad de la muerte.
Conocimiento de los cambios a través del tiempo. Le gusta mirar fotos de él + chico.
Conocen las partes externas importantes del cuerpo. Su pensamiento es egocéntrico, tiene
CC de sí y de los demás pero no las relaciona.
Eje psicoanalítico:
Nuevos aportes del estudio de interacciones tempranas y de investigaciones
empíricas en infantes a la comprensión psicoanalítica de la estructuración
psíquica. – Schejtman
Psicoanálisis y psicología evolutiva: infancia como etapa productora de las bases para el
desarrollo del individuo y crucial para la psicopatología adulta.
Freud llamó “yo de realidad inicial” a la instancia incipiente que ha distinguido un adentro
y un afuera según una buena marca objetiva: el infans casi inerme muy pronto se halla en
condiciones de establecer un primer distingo y una primera orientación entre estímulos de
los que puede sustraerse mediante una acción muscular (huida) y otros estímulos frente a
los cuales una acción así resulta inútil, pues conservan su carácter de esfuerzo constante. A
los primeros, los imputa a un mundo exterior y los segundos son la marca de un mundo
interior, correspondiente a necesidades pulsionales. Es en la eficacia de la actividad
muscular que el viviente humano encuentra un asidero para separar un afuera y un adentro.
Este yo de placer purificado es indispensable para adquirir una organización mínima que
permitirá al sujeto tolerar posteriormente lo desagradable.
Hay sutiles influencias del ambiente de las cuales el infante no puede percatarse.
Los infantes poseen un notable desarrollo de las capacidades perceptivas innatas singulares
y diferenciadas y produjeron un cambio en la concepción de los primeros tiempos de la
vida. Se encontraron patrones de comportamiento tales como la habituación, irritabilidad,
consolabilidad, reactividad ante estímulos, la aceptación o rechazo de acercamiento físico y
otros. Esto puede relacionarse con la intuición de un yo real primitivo, caracterizado por
montantes biológicos singulares y “objetivos” que se fusionarán con el intercambio
libidinal y narcisizante del objeto primario.
El nuevo “paradigma relacional” deja de concebir a la madre como objeto del niño y pasa a
estudiar su participación real, sus comportamientos y sus fantasmas inconscientes. La
relación madre-hijo y luego madre-padre-hijo pasan a ser las nuevas unidades de análisis.
Los bebés son activos iniciadores de interacción. Los seres humanos tienen una fuerte
necesidad innata de contacto intersubjetivo y bidireccional.
Bowlby:
Postula una necesidad humana universal para formar vínculos afectivos estrechos. La
reciprocidad de las relaciones tempranas como precondición del desarrollo normal es el
núcleo de esta teoría.
El infante irá a buscar la proximidad física con el cuidador con la esperanza de ser calmado
y de recobrar la homeostasis. La conducta del infante hacia el final del primer año adquiere
carácter intencional. Sus experiencias pasadas con sus cuidadores son incorporadas en sus
sistemas representacionales a los cuales Bowlby denominó “modelos internos activos” o
“modelos internos de trabajo”, antecedentes de la representación.
Fonagy propone que estas experiencias permiten inferir acerca de los procesos de
construcción de la representación.
Diseñó una situación de laboratorio llamada “la situación extraña”, el test de apego más
reconocido y utilizado.
Resumiendo, los infantes seguros parecen vivenciar interacciones mejor coordinadas con
sus padres que se muestran sensibles, raramente sobre-estimulantes y parecen más hábiles
en reestabilizar las respuestas emocionales desorganizantes del niño. Por lo tanto, los niños
logran permanecer relativamente organizados en situaciones de estrés.
Plantea que el desarrollo no se da por cambios progresivos sino por saltos que describen
procesos co-creados entre el infante y sus cuidadores.
Stern se ha interesado en la ampliación del estudio del vínculo temprano más allá de la
teoría del apuntalamiento (relación entre las pulsiones de autoconservación y las pulsiones
sexuales). Las investigaciones muestran que más frecuentemente la regulación se sostiene
en el intercambio de conductas sociales que en la satisfacción de la necesidad instintiva.
Propone que los infantes tienen una vida subjetiva y ubica en el centro de su indagación al
sentido de sí mismo, una experiencia subjetiva organizadora que partiendo de lo preverbal
va adquiriendo sentidos más complejos hasta llegar a lo verbal.
Encontró que los infantes poseen una capacidad general innata para tomar información
recibida en una modalidad sensorial y traducirla a otra modalidad sensorial sin aprendizajes
previos.
Experimento: vendaron por unos segundos los ojos a bebés de 3 semanas y les dieron a
succionar uno de dos chupetes diferentes, uno con tetilla esférica y otro con protuberancias
en distintos puntos. Al quitarles la venda, los bebés dirigían su vista por un tiempo más
prolongado al chupete que habían succionado. Esto cuestionaba las investigaciones de
Piaget que plantea la necesidad de construcción de esquemas específicos.
Stern considera que los bebés están preconstituidos para realizar este tipo de equivalentes
transmodales, y para forjar ciertas integraciones de su experiencia sensorial. Los infantes no
necesitan tener experiencias repetidas para formar algunas de las piezas del sí mismo y del
otro.
Para Stern, cada etapa es una oportunidad única de desarrollo, pero también lo es de cierre
y autonomía. El desarrollo también implica cierre y selección, capacidad de seleccionar
estímulos metabolizables y evitar la inundación.
Stern plantea que los infantes comienzan a experimentar desde el nacimiento un sentido del
sí mismo emergente.
A los dos años se produce el sentido del sí mismo verbal. Lenguaje como nueva forma de
relacionamiento y el lenguaje como un problema para la integración de la experiencia del sí
mismo y la experiencia del otro.
Entre las riquísimas pautas que exhiben los bebés en su uso de su primera posesión de
“no-yo” se puede estudiar la iniciación de un tipo afectuoso de relación de objeto. Aquí se
introducen los términos “objetos transicionales” para designar la zona intermedia de
experiencia, “entre el pulgar y el osito”.
El parloteo del bebé y la manera en que un niño mayor repite un repertorio de canciones y
melodías mientras se prepara para dormir se ubican en la zona intermedia como fenómenos
transicionales. Consisten en diversas experiencias funcionales en las cuales se observan
pautas establecidas de conducta que suelen ser acompañadas de pensamientos o de
fantasías. Mientras succiona el pulgar, con la otra mano el bebé toma un objeto exterior,
digamos una parte de la sábana o frazada y lo introduce en la boca junto con los dedos.
Desde los primeros meses, el bebé arranca lana y la reúne y la usa para la parte acariciadora
de la actividad; es menos común que trague la lana, incluso hasta el punto de provocar
trastornos.
Objeto transicional: La paradoja que rodea y sostiene al bebé, estructurante del psiquismo
implica que el objeto es a la vez creado subjetivamente por el bebé y encontrado
objetivamente por él. El objeto transicional es el símbolo de la unión de estos dos puntos de
vista en apariencia contradictorios.
El espacio transicional es como un puente que genera, une y separa a la vez el interior y el
exterior del sujeto, y sólo importa lo que transita, se intercambia y transforma en él. Es
claro que lo transicional no es el objeto. Este representa la transición del bebé de un estado
en que se encuentra fusionado a la madre a uno de relación con ella como algo exterior y
separado. El objeto transicional indica que se inicia un vínculo con el mundo exterior,
aceptable y elegido por el propio self; siendo el punto de partida de una capacidad para
animar el mundo, crearlo-encontrarlo viviente y real.
El bebé adquiere ciertos derechos sobre el objeto, y nosotros los aceptamos. Pero desde el
comienzo existe cierta característica de la anulación de la omnipotencia. El objeto es
acuñado con afecto y al mismo tiempo amado y mutilado con excitación. Tiene que
sobrevivir al amor instintivo, así como al odio y a la agresión pura. Para el bebé debe
parecerle que irradia calor, o que se mueve, o que posee cierta textura, o que hace algo que
parece demostrar que posee una virtualidad o una realidad propia. Se permite que su
destino sufra una descarga gradual, sin ser forzado. No se lo olvida ni se lo llora, sino que
pierde significación gradualmente.
Es cierto que un trozo de frazada (o lo que fuere) simboliza un objeto parcial, como el
pecho materno. Pero lo que importa no es tanto su valor simbólico, sino su realidad. El que
no sea el pecho (o la madre) tiene tanta importancia como la circunstancia de representar al
pecho (o la madre). Cuando se emplea el simbolismo el niño ya distingue con claridad entre
la fantasía y los hechos.
Curiosamente, para que algo devenga real tiene que partir de una ilusión. Si lo real es
presentado sin la cobertura ilusoria, adquiere una cualidad fáctica, ajena al sujeto. Por lo
tanto, la sustancia con la que se construye el encuentro es la de la ilusión. El bebé crea el
pecho una y otra vez a partir de su capacidad de amor, o (podría decirse) de su necesidad.
Se desarrolla en él un fenómeno subjetivo.
En un primer momento hay una superposición entre lo que la madre proporciona y lo que
el bebé puede concebir al respecto. No hay intercambio entre él y la madre. En términos
psicológicos, el bebé se alimenta de un pecho que es parte de él, y la madre da leche a un
bebé que forma parte de ella.
La tarea principal de la madre (aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión) consiste
en desilusionarlo. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual, queda
preparado el escenario para las frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete.
El bebé significa diversas cosas para la fantasía inconsciente de la madre, pero tal vez el
rasgo predominante sea la disposición y la capacidad de la madre para despojarse de todos
sus intereses personales y concentrarlos en el bebé.
Hay dos clases de trastorno materno: en un extremo tenemos a la madre cuyos intereses
personales son demasiados compulsivos como para abandonarlos, lo cual le impide
sumergirse en ese estado que casi parece una enfermedad (el embarazo), aunque constituya
un signo de salud. En el otro extremo, tenemos a la madre que tiende a estar
permanentemente preocupada por algo y el niño se convierte entonces en su preocupación
patológica.
Es parte del proceso normal que la madre recupere su interés por sí misma y que lo haga a
medida de que el niño sea capaz de tolerarlo. El primero tipo de madre enferma no puede
destetar al niño porque nunca lo tuvo realmente; el otro tipo tiende a hacerlo en forma
demasiado brusca y sin tener en cuenta la necesidad que se va desarrollando gradualmente
en el niño de ser destetado.
Una madre suficientemente buena es la que lleva a cabo la adaptación activa a las
necesidades y que la disminuye poco a poco, según la creciente capacidad del niño para
tolerar los resultados de la frustración. Dicha adaptación activa exige una preocupación
activa y tolerada respecto del bebe. Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del
principio de placer al de realidad sin una madre suficientemente buena.
Es precisamente este niño con un yo fuerte, gracias al apoyo yoico de la madre, el que se
convierte desde temprano en él mismo; real y verdaderamente. Cuando el apoyo yoico de la
madre no existe, es débil o tiene altibajos, el niño no puede desarrollarse en forma personal.
Aquí tiende a aparecer patrones de conducta (inquietos, suspicaces, apáticos, inhibidos,
sometidos)
Sostenimiento (Holding): la forma en que la madre toma de sus brazos al bebé está muy
relacionada con su capacidad de relacionarse con él. El hecho de sostenerlo de manera
apropiada constituye un factor básico del cuidado. Cualquier falla provoca una intensa
angustia en el niño, puesto que no hace sino cimentar: la sensación de desintegrarse, de
caer, el sentimiento de que la realidad externa no puede usarse de reaseguración y otras
ansiedades.
La mostración de objetos o realización: esto es hacer real el impulso creativo del niño,
promueve en el bebé la capacidad de relacionarse con objetos. Las fallas en este sentido
bloquean el desarrollo del niño para sentirse real al relacionarse con el mundo concreto de
los objetos y los fenómenos.
Freud – Tres ensayos de teoría sexual. II. La sexualidad infantil
ACTIVACIÓN DE LAS ZONAS GENITALES: las activaciones sexuales de esta zona son
el comienzo de la posterior vida sexual normal. Es inevitable una sensación placentera por
los lavados y frotaciones del cuidado corporal, además de por ciertas excitaciones
accidentales. Esto crea una necesidad de repetirla. Mediante el onanismo del lactante se
establece el futuro primado de esta zona erógena para la actividad sexual. La acción que
elimina el estímulo consiste en un contacto de frotación con la mano o en una presión
ejercida por la mano o apretando los muslos.
LA PULSIÓN DE SABER: se inicia entre los 3 y los 5 años. Su acción corresponde a una
manera sublimada del apoderamiento y trabaja con la energía de la pulsión de ver. La
pulsión de saber de los niños recae con mucha intensidad sobre los problemas sexuales.
TEORÍAS DEL NACIMIENTO: que vienen del pecho, que son extraídos del vientre, o que
el ombligo se abre para dejarlos pasar. Los hijos se conciben por haber comido algo en
especial y se los da a luz por el intestino, como a la materia fecal.
CONCEPCIÓN SÁDICA DEL COMERCIO SEXUAL: si los niños son espectadores del
comercio sexual entre adultos, conciben el acto sexual como una especie de maltrato, algo
sádico. Una impresión como esta contribuye mucho a la disposición para que surja luego un
desplazamiento sádico de la meta sexual.
ACTIVIDAD MUSCULAR: una intensa actividad muscular constituye para el niño una
satisfacción de la cual extrae muchísimo placer. El placer generado por las sensaciones de
movimiento pasivo genera una excitación sexual. Habría que reconocer aquí una de las
raíces de la pulsión sádica.
Conservación del material psíquico. Cada uno de los momentos constitutivos del aparato
psíquico permanece y hasta puede resurgir en circunstancias particulares.
Reconstrucción de esa historia, tarea que implica ordenar según una secuencia cronológica
los estados del aparato psíquico.
Estas primeras huellas inauguran el polo de placer de lo que será después la serie placer-
displacer. Estas primeras investiduras son los basamentos del narcisismo primitivo; el
punto de partida de la representación del Yo, como también de la del objeto deseado.
El Yo es ante todo un Yo corporal, pues partes de la superficie del cuerpo han sido
significadas libidinalmente (investidas) por la madre.
Luego los procesos de carga van excediendo la alucinación y dan lugar a formas primitivas
de pensamiento, que es aún inconsciente.
Las primitivas representaciones comienzan a vincularse entre sí. Este camino conduce a la
inhibición de los procesos primarios y a la instalación del Juicio de Realidad.
La instalación del Juicio de Realidad, que marca el final del Yo de placer purificado, se
establece por el imperio de la necesidad. El Yo que fabricaba alucinatoriamente su objeto
cada vez que la tensión aumentaba, podía mantenerse escaso tiempo. Explotaba la angustia
automática. Tal angustia sólo cesa cuando la madre acudía a proporcionar una nueva
experiencia de satisfacción.
Este proceso lleva a que el Yo logre al fin diferenciarse de manera estable de su objeto. El
Yo debe comenzar a aprender a esperar.
Ahora se hace imperativo el dominio del objeto. Por imposición de la realidad, el Yo se vio
obligado a separarse de él, pero al hacerlo, el objeto arrastró consigo algunas de las
pertenencias más valiosas del Yo. Este último queda marcado por el resto de su historia por
la tendencia perpetuamente insatisfecha a recuperar lo perdido. El Yo deberá soportar en
adelante la nostalgia de un objeto perdido que nunca poseyó.
Si no puede reincorporar el objeto perdido, deberá procurar dominarlo. Esta es la etapa del
dominio muscular y también de los caprichos. Edad del sadismo, voluntad del dominio y la
ambivalencia afectiva.
Defensa primaria.
Fase sádico-anal: búsqueda de identidad de pensamiento. Ser =/= tener. Elección de objeto
narcisista. Dominio del objeto. Angustia de pérdida de objeto. Diferencia yo-objeto. Acción
específica frente a los signos de realidad.
Los órganos de la reproducción propiamente dichos no son las únicas partes del cuerpo que
procuran sensaciones sexuales placenteras. Se designa como período del autoerotismo a la
época de la vida en que, por la excitación de diversas partes de la piel (zonas erógenas), por
el quehacer de ciertas pulsiones biológicas y como coexcitación sobrevenida a raíz de
muchos estados afectivos, es producido un cierto monto de placer indudablemente sexual.
La pubertad no hace sino procurar el primado a los genitales entre todas las otras zonas y
fuentes dispensadoras de placer, constriñendo así al erotismo a entrar al servicio de la
función reproductora. Largo tiempo antes de la pubertad el niño es un ser completo en el
orden del amor, exceptuada la aptitud para la reproducción.
Cuando los niños no reciben los esclarecimientos en demanda de los cuales han acudido a
los mayores, se siguen martirizando en secreto con el problema y arriban a soluciones en
que lo correcto se mezcla con inexactitudes grotescas, o se cuchichean cosas en que, a raíz
de la conciencia de culpa del joven investigador, se imprime a la vida sexual el sello de lo
cruel y lo asqueroso.
Se requiere que lo sexual sea tratado desde el comienzo en un pie de igualdad con todas las
otras cosas dignas de ser conocidas. El esclarecimiento sobre las relaciones específicamente
humanas de la vida sexual y la indicación de su significado social debería darse al finalizar
la escuela elemental (y antes del ingreso en la escuela media); vale decir, no después de los
diez años. Un esclarecimiento así sobre la vida sexual, que progrese por etapas y en verdad
no se interrumpa nunca, y del cual la escuela tome la iniciativa, parece el único que da
razón del desarrollo del niño y por eso sortea con felicidad los peligros existentes.
Sentimiento oceánico: son los restos de aquel momento originario en donde se da cuenta de
una sensación de eternidad, un sentimiento sin barreras, por así decir “oceánico”. Un
sentimiento de atadura indisoluble. Coincide con la situación del lactante, debido a que el
no separa todavía su mundo exterior como fuente de las sensaciones que le afluyen.
Originariamente el yo lo contiene todo, más tarde segrega de si un mundo exterior.
Muchas de las fuentes de excitación que más tarde discernirá a sus órganos corporales
pueden enviarle sensaciones en todo momento, mientras que otras (y entre ellas la más
anhelada: el pecho materno) se le sustraen temporariamente, y sólo consigue recuperarlo
gritando en reclamo de asistencia. De este modo se contrapone por primera vez al yo, un
“objeto” como algo que se encuentra “afuera” y solo mediante una acción particular es
forzado a aparecer.
Nos inclinamos a suponer que en la vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una
vez se formó, que todo se conserva de algún modo y puede ser traído a la luz de nuevo en
circunstancias apropiadas, por ejemplo en virtud de una regresión.
Puede servir como punto de partida de estas elucidaciones la impresión de que en las
producciones de *lo inconciente -ocurrencias, fantasías y síntomas- los conceptos de caca
(dinero, regalo), hijo y pene se distinguen con dificultad y fácilmente son permutados entre
sí. Al expresarnos de este modo sabemos, desde luego, que transferimos sin derecho a lo
inconciente designaciones valederas en otros campos de la vida anímica y nos dejamos
extraviar por las ventajas que conlleva una comparación. Repitamos, pues, de una manera
menos expuesta a objeciones, que esos elementos a menudo son tratados en lo inconciente
como si fueran equivalentes entre sí y se pudiera sustituir sin reparo unos por otros.
Esto se aprecia mejor respecto de los vínculos entre «hijo» y «pene». Tiene que poseer
algún significado el hecho de que ambos puedan ser sustituidos por un símbolo común
tanto en el lenguaje simbólico del sueño como en el de la vida cotidiana. Al hijo y al pene
se los llama el «pequeño» {«das Kleine»}. Es bien sabido que el lenguaje simbólico suele
prescindir de la diferencia entre los sexos. El «pequeño», que originariamente mentaba al
miembro masculino, puede pasar a designar secundariamente el genital femenino.
En otras mujeres, aún, se averigua que ambos deseos estuvieron presentes en la infancia y
se relevaron el uno al otro. Primero quisieron tener un pene como el varón y en una época
posterior, siempre dentro de la infancia, apareció en su remplazo el deseo de tener un hijo.
Podemos indicar el destino que experimenta ese deseo infantil del pene cuando en la vida
posterior están ausentes las condiciones de las neurosis. Se muda entonces en el deseo del
varón; el varón es aceptado como un apéndice del pene. Mediante esa mudanza, una
moción contraria a la función sexual femenina se convierte en una favorable a ella. De ese
modo se posibilita a esas mujeres una vida amorosa según el tipo masculino del amor de
objeto, que puede afirmarse junto al genuinamente femenino, derivado del narcisismo. Ya
hemos dicho que en otros casos es sólo el hijo el que produce el paso del amor narcisista de
sí mismo al amor de objeto. Por consiguiente, también en este punto el hijo puede ser
subrogado por el pene.
Por otro camino, también un sector del erotismo de la fase pregenital deviene idóneo para
ser aplicado en la fase del primado genital. El hijo es considerado por cierto como «Lumpf»
(véase el análisis del pequeño Hans), como algo que se desprende del cuerpo por el
intestino; así, un monto de investidura libidinosa aplicado al contenido del intestino puede
extenderse al niño nacido a través de él. Un testimonio lingüístico de esta identidad entre
hijo y caca es el giro «recibir de regalo un hijo». En efecto, la caca es el primer regalo, una
parte de su cuerpo de la que el lactante sólo se separa a instancias de la persona amada y
con la que le testimonia también su ternura sin que se lo pida, pues en general no empuerca
a personas ajenas.
En torno de la defecación se presenta para el niño una primera decisión entre la actitud
narcisista y la del amor de objeto. O bien entrega obediente la caca, la «sacrifica» al amor,
o la retiene para la satisfacción autoerótica o, más tarde, para afirmar su propia voluntad.
Con esta última decisión queda constituido el desafío (terquedad) que nace, pues, de una
porfía narcisista en el erotismo anal.
Es probable que el siguiente significado hacia el que avanza la caca no sea oro-dinero, sino
regalo. El niño no conoce otro dinero que el regalado, no posee dinero ganado ni propio,
heredado. Como la caca es su primer regalo, trasfiere fácilmente su interés de esa sustancia
a la que le aguarda en la vida como el regalo más importante.
Cuando el interés por la caca retrocede de manera normal, la analogía orgánica aquí
expuesta hace que aquel se trasfiera al pene. Si luego en la investigación sexual se averigua
que el hijo ha nacido del intestino, él pasará a ser el principal heredero del erotismo anal,
pero el predecesor del hijo había sido el pene, tanto en este como en aquel sentido.
Del erotismo anal surge, en un empleo narcisista, el desafío como una reacción sustantiva
del yo contra reclamos de los otros; el interés volcado a la caca traspasa a interés por el
regalo y luego por el dinero. Con el advenimiento del pene nace en la niñita la envidia del
pene, que luego se traspone en deseo del varón como portador del pene. Antes, todavía, el
deseo del pene se ha mudado en deseo del hijo, o este último ha remplazado a aquel. Una
analogía orgánica entre pene e hijo (línea de puntos) se expresa mediante la posesión de un
símbolo común a ambos (el «pequeño»). Luego, del deseo del hijo un camino adecuado a la
ratio (línea doble) conduce al deseo del varón. Ya hemos apreciado el significado de esta
trasposición pulsional.
Freud – El yo y el superyó (ideal del yo)
Al principio de todo, en la fase primitiva oral del individuo, es por completo imposible
distinguir entre investidura de objeto e identificación.
Se supone que las investiduras de objeto parten del ello, que siente las aspiraciones eróticas
como necesidades. El yo, todavía endeble al principio, recibe noticia de las investiduras de
objeto, les presta su aquiescencia o busca defenderse de ellas mediante la represión.
Si un tal objeto sexual es resignado, sobreviene la alteración del yo que es preciso describir
como erección del objeto en el yo, lo mismo que en la melancolía. Quizás el yo, mediante
esta introyección que es una suerte de regresión al mecanismo de la fase oral, facilite o
posibilite la resignación del objeto.
Otro punto de vista enuncia que esta trasposición de una elección erótica de objeto en una
alteración del yo es, además, un camino que permite al yo dominar al ello y profundizar sus
vínculos con el ello. Cuando el yo cobra los rasgos del objeto, se impone él mismo al ello
como objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole: mira, puedes amarme a mí
también, soy tan parecido al objeto…
Comoquiera que se plasme después la resistencia del carácter frente a los influjos de
investidura de objeto resignadas, los efectos de las primeras identificaciones, las producidas
a la edad más temprana, serán universales y duraderos. A primera vista, no parece el
resultado ni el desenlace de una investidura de objeto: es una identificación directa e
inmediata y más temprana que cualquier investidura de objeto. Empero, las elecciones de
objeto que corresponden a los primeros períodos sexuales y atañen a padre y madre parecen
tener su desenlace, si el ciclo es normal, en una identificación de esa clase, reforzando de
ese modo la identificación primaria.
Estos nexos son tan complejos por dos factores: la disposición triangular de la constelación
de Edipo y la bisexualidad constitucional del individuo.
Niño varón: en época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia la madre, que
tiene su punto de arranque en el pecho materno; del padre, el varoncito se apodera por
identificación. Ambos vínculos marchan un tiempo uno junto al otro, hasta que por el
refuerzo de los deseos sexuales hacia la madre, y por la percepción de que el padre es un
obstáculo para estos deseos, nace el complejo de Edipo. La identificación-padre cobra
ahora una tonalidad hostil, se trueca en el deseo de eliminar al padre para sustituirlo junto a
la madre. A partir de ahí, la relación con el padre es ambivalente, se hace manifiesta la
ambivalencia contenida en la identificación desde el comienzo mismo.
Con la demolición del complejo de Edipo tiene que ser resignada la investidura de objeto
de la madre. Puede tener dos diversos reemplazos: o bien una identificación con la madre, o
un refuerzo de la identificación-padre. Este último es el desenlace más normal, permite
retener en cierta medida el vínculo tierno con la madre. De tal modo, la masculinidad
experimentaría una reafirmación en el carácter del varón por obra del sepultamiento del
complejo de Edipo. Análogamente, la actitud edípica de la niña puede desembocar en un
refuerzo de su identificación-madre que afirme su carácter femenino.
El otro es más significativo, a saber: uno tiene la impresión de que el complejo de Edipo
simple no es el más frecuente. La más de las veces es el complejo de Edipo más completo,
que es uno duplicado, positivo y negativo, dependiente de la bisexualidad originaria del
niño. Es decir, el varón no posee sólo una actitud ambivalente hacia el padre y una elección
tierna de objeto en favor de la madre, sino que se comporta también, simultáneamente,
como una niña: muestra la actitud femenina tierna hacia el padre, y la actitud hostil y celosa
hacia la madre.
A raíz del sepultamiento del complejo de Edipo, las cuatro aspiraciones contenidas en él se
desmontan y desdoblan de tal manera que de ellas surge una identificación-padre y madre;
la identificación-padre retendrá el objeto-madre del complejo positivo y, simultáneamente,
el objeto-padre del complejo invertido; y lo análogo es válido para la identificación-madre.
Así, como resultado más universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo, se
puede suponer una sedimentación en el yo, que consiste en el establecimiento de estas dos
identificaciones, unificadas de alguna manera entre sí. Esta alteración del yo recibe su
posición especial: se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo o superyó.
Esta doble faz del ideal del yo deriva del hecho de que estuvo empeñado en la represión del
complejo de Edipo
Así, la separación del superyó respecto del yo no es algo contingente: subroga los rasgos
más significativos del desarrollo del individuo y de la especie y, más aún, en la medida que
procura expresión duradera al influjo parental, eterniza la existencia de los factores a que
debe su origen.
El ideal del yo es, por lo tanto, la herencia del complejo de Edipo, y así, expresión de las
más potentes mociones y los más importantes destinos libidinales del ello. Mediante su
institución, el yo se apodera del complejo de Edipo y simultáneamente se somete, él
mismo, al ello. Mientras que el yo es esencialmente representante del mundo exterior, de la
realidad, el superyó se le enfrenta como abogado del mundo interior, del ello.
La historia genética del superyó permite comprender que conflictos anteriores del yo con
las investiduras de objeto del ello puedan continuarse en conflictos con su heredero, el
superyó. Si el yo no logró dominar bien el complejo de Edipo, la investidura energética de
este, proveniente del ello, retomará su acción eficaz en la formación reactiva del ideal del
yo.
Freud – El sepultamiento del complejo de Edipo.
La niña, que quiere ser la amada predilecta del padre, tendrá que vivenciar alguna seria
reprimenda de parte de él y se verá arrojada de los cielos. El varón, que considera a la
madre como su propiedad, hace la experiencia de que ella le quita amor y cuidados para
entregárselos a un recién nacido.
Otra concepción dirá que el complejo Edipo tiene que caer porque ha llegado al tiempo de
su disolución.
El desarrollo sexual del niño progresa hasta una fase en que los genitales ya han tomado
sobre sí el papel rector. Pero estos genitales son sólo los masculinos (pene), pues los
femeninos siguen sin ser descubiertos. Esta fase fálica, contemporánea a la del complejo de
Edipo, no prosigue su desarrollo hasta la organización genital definitiva, sino que se hunde
y es relevada por el período de latencia. Ahora bien, su desenlace se consuma de manera
típica y apuntalándose en sucesos que retornan de manera regular.
Cuando el niño varón ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su vasta
ocupación manual en ellos, y después tiene que hacer la experiencia de que los adultos no
están de acuerdo con ese obrar. Sobreviene la amenaza de que se le arrebatará esta parte tan
estimada por él.
La tesis es que la organización genital fálica del niño se va al fundamento a raíz de esta
amenaza de castración.
Sólo tras hacer una nueva experiencia el niño empieza a contar con la posibilidad de una
castración, y aún entonces con vacilaciones. La observación que por fin quiebra la
incredulidad del niño es la de los genitales femeninos. Con ello se vuelve representable la
pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene su efecto con posterioridad.
Si la satisfacción amorosa en el complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza
estallará el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y la investidura
libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto triunfa normalmente el primero de
esos dos poderes: el yo del niño se extraña del complejo de Edipo.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del
padre, o de ambos progenitores, introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del superyó que
toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto y, así, se asegura
al yo contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto. Las aspiraciones libidinosas
pertenecientes al complejo de Edipo son en parte desexualizadas y sublimadas, lo cual
probablemente acontezca con toda trasposición en identificación, y en parte son inhibidas
en su meta y mudadas en mociones tiernas. Así se inicia el período de latencia, que viene a
interrumpir el desarrollo sexual del niño.
El extrañamiento del yo respecto del complejo de Edipo es más que una represión, equivale
a una destrucción y cancelación del complejo.
Luego la niña cree el supuesto de que una vez poseyó un miembro igual de grande y
después lo perdió por castración. La niña acepta la castración como un hecho consumado,
mientras que el varón tiene miedo a la posibilidad de la consumación.
Excluida la angustia de castración, está ausente también un poderoso motivo para instituir
al superyó e interrumpir la organización genital infantil. Mucho más que en el varón, estas
alteraciones parecen ser resultado de la educación, del amedrentamiento externo, que
amenaza con la pérdida de ser-amado. El complejo de Edipo en la niña es más unívoco que
le del varón, es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud femenina
hacia el padre. La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento. La
muchacha se desliza (a lo largo de la ecuación simbólica) del pene al hijo; su complejo de
Edipo culmina en el deseo de recibir como regalo un hijo del padre, parirle un hijo. El
complejo de Edipo es abandonado porque este deseo no se cumple nunca. Ambos deseos, el
de poseer un pene y el de recibir un hijo, permanecen en lo inconciente, donde se conservan
con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel
sexual.
Freud – Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos
Ilustra que la situación del complejo de Edipo es la primera estación que discernimos con
total certeza del varoncito ya que en ella, el niño retiene el mismo objeto que en el período
de lactancia y crianza había investido con su libido todavía no genital; también el hecho de
que vea al padre como un rival perturbador permite deducir finamente que la actitud edípica
del varoncito pertenece a la fase fálica y que se va al fundamento por el interés narcisista
hacia los genitales. Más aún en el varón, el complejo de Edipo es de doble sentido: activo y
pasivo cosa que armoniza con la disposición bisexual-; cuando él quiere sustituir a
la madre como objeto de amor del padre es notable una actitud femenina. Refiriéndonos a
la prehistoria del complejo de Edipo; Freud ve que hay en ella una identificación de
naturaleza tierna con el padre (sin sentido de rivalidad hacia la madre), otro elemento de
esta prehistoria es el quehacer masturbatorio con los genitales, Freud opina que el onanismo
de la primera infancia es dependiente del complejo de Edipo y por tanto significa la
descarga de su excitación sexual; Freud propone la siguiente síntesis: el hecho de que el
niño siga mojando la cama constituiría el resultado del onanismo, y el varoncito apreciaría
su sofocación como una inhibición de la actividad genital, y, por tanto, en el sentido de una
amenaza de castración. El análisis nos permite ver que espiar con las orejas el coito de los
progenitores a edad muy temprana dé lugar a la primera excitación sexual y, pase a ser el
punto de partida para todo desarrollo sexual, pero al no poder suponer que esto se cumple
siempre nos topamos con el problema de las “fantasías primordiales”.
Una fantasía muy reconocida es la de tener un hijo con el progenitor, esta fantasía de deseo
constituye la fuerza pulsional de su onanismo infantil; sin embargo un análisis más riguroso
llevado a cabo muestra algo diverso: que el complejo de Edipo tiene en ellos una larga
prehistoria y es, por así decir, una formación secundaria, el niño descubre la zona genital
dispensadora de placer durante el mamar con fruición. El paso siguiente en la fase fálica es
un descubrimiento grávido en consecuencias, circunscrito a la niña pequeña: la envidia del
pene. En el acto en que la niña descubre que no tiene pene, se forma su juicio y su decisión;
sabe que no lo tiene y quiere tenerlo, en este lugar se bifurca el complejo de masculinidad
de la mujer que puede deparar grandes dificultades al prefigurado desarrollo hacia la
feminidad. La esperanza de recibir un pene sobreviene el proceso que Freud designa como
desmentida, que en la vida anímica infantil no es ni extraño ni peligroso pero que en el
adulto llevaría a una psicosis. Cuando el varoncito ve la región genital de la niña, se
muestra irresoluto, poco interesado; más tarde, después que cobra influencia sobre él
una amenaza de castración, aquella observación se le volverá significativa ya que
determinará duraderamente su relación con la mujer: él niño sentirá horror frente a
la criatura mutilada o menosprecio triunfalista hacia ella.
Freud – La organización genital infantil (una interpolación en la teoría de la
sexualidad)
En la organización genital infantil, para ambos sexos sólo desempeña un papel un genital,
el masculino. Por tanto no hay primado genital sino primado del falo.
Por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito. Para él es
natural presuponer en todos los seres vivos un genital parecido al suyo, hasta en las cosas
inanimadas. La fuerza pulsionante que esta parte viril desplegará más tarde en la pubertad
se exterioriza en aquella época de la vida como esfuerzo de investigación, como curiosidad
sexual.
Al ver la falta de pene, primero desconocen esta falta, luego piensan que es que todavía está
pequeño y luego va a crecer, hasta llegar a la conclusión de que sin duda estuvo presente y
luego fue removido. La falta de pene es entendida como resultado de una castración y ahora
se le plantea al niño la tarea de habérselas con la referencia de la castración a su propia
persona.
El niño cree que sólo personas despreciables del sexo femenino, probablemente culpables
de las mismas mociones prohibidas en las que él mismo incurrió, habrían perdido el genital.
Pero las personas respetables, como su madre, siguen conservando el pene. Para el niño, ser
mujer no coincide todavía con falta de pene. Sólo más tarde, cuando aborda los problemas
de la génesis y el nacimiento de los niños, y colige que sólo mujeres pueden parir hijos,
también la madre perderá al pene y, entretanto, se edificarán complejísimas teorías
destinadas a explicar el trueque del pene a cambio de un hijo. Al parecer con ello nunca se
descubren los genitales femeninos.
Una primera oposición se introduce con la elección de objeto, que sin duda presupone
sujeto y objeto. En el estadio de la organización pregenital sádico-anal, la oposición entre
activo y pasivo es la dominante. En el siguiente estadio de la organización genital infantil
hay por cierto algo masculino, pero no algo femenino: la oposición es genital masculino o
castrado. Sólo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la polaridad
sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne la actividad y la posesión
del pene; lo femenino, el objeto y la pasividad.
Freud – Angustia y vida pulsional.
1. ANGUSTIA REALISTA:
Reacción que nos parece lógica frente al peligro, a un daño esperado de afuera. Se reduce a
un estado de atención sensorial incrementada y tensión motriz que llamamos APRONTE
ANGUSTIADO. A partir de este estado se desarrolla la reacción de angustia. Y así serán
posibles 2 desenlaces:
ANGUSTIA NEURÓTICA:
El Yo puede producir y sentir angustia, y no tendría sentido hablar de angustia del Ello
o adscribir al Superyó la facultad de sufrir angustia pero sí que hay una correspondencia
en el hecho de que las tres clases principales de angustia, real, neurótica y la de la
conciencia moral pueden ser referidas a las tres dependencias del Yo, del mundo exterior,
del Ello y del Superyó. De los casos clínicos se ha investigado que el Yo no crea la
angustia, ésta existe con anterioridad y ella crea la represión, pero sólo puede ser la
angustia real, la angustia ante un peligro exterior.
3.3 En el complejo de Edipo el peligro real que el niño teme como consecuencia de
su enamoramiento de la madre: es el castigo de la castración, la pérdida de su miembro. La
angustia frente a la castración es uno de los motores más frecuentes e intensos de la
represión y, con ello, de la formación de neurosis. Las mujeres, que poseen un complejo de
castración, pero no pueden tener angustia ninguna de castración. En su reemplazo aparece
la angustia a la pérdida de amor, que es como una continuación de la angustia del lactante
cuando echa de menos a la madre. Situación de peligro objetivo indicada por esa angustia:
Si la madre está ausente o ha sustraído su amor al hijo, la satisfacción de las necesidades de
este ya no es segura, y posiblemente queda expuesto a los más penosos sentimientos de
tensión.
El yo es endeble frente al ello, es su fiel servidor, se empeña en llevar a cabo sus órdenes,
en cumplir sus reclamos. Y por el otro lado, ese yo es la parte del ello mejor organizada,
orientada hacia la realidad. El yo consigue a su vez influir sobre los procesos del ello. El yo
ejerce ese influjo cuando por medio de la señal de angustia pone en actividad al casi
omnipotente principio de placer displacer. Inmediatamente vuelve a mostrar su endeblez,
pues mediante el acto de la represión renuncia a un fragmento de su organización, se ve
precisado a consentir que la moción pulsional reprimida permanezca sustraída a su influjo
de manera duradera.
5. FACTOR TRAUMÁTICO
Origen doble de la angustia: en un caso como consecuencia directa del factor traumático, y
en el otro como señal de que amenaza la repetición de un factor así.
6. TEORÍA DE LA LIBIDO
Distinguíamos al comienzo dos pulsiones principales, según las dos grandes necesidades:
hambre y amor. Hecho biológico de que el individuo vivo sirve a dos propósitos: su propia
conservación y la de la especie. Como subrogadoras de esta concepción, se introdujeron en
el psicoanálisis las «pulsiones yoicas» y las «pulsiones sexuales». Entre las primeras
incluimos todo lo que tiene que ver con la conservación, la afirmación, el engrandecimiento
de la persona. A las segundas debimos conferirles la riqueza que exigían la vida sexual
infantil y la perversa.
Las pulsiones sexuales: plasticidad, la capacidad de cambiar de vía sus metas; por la
facilidad con que admiten subrogaciones, dejándose sustituir una satisfacción pulsional por
otra, y por su posible diferimiento, de lo cual las pulsiones de meta inhibida acaban de
darnos un buen ejemplo. Tenderíamos a negar estas propiedades a las pulsiones de
autoconservación, y a enunciar acerca de ellas que son inflexibles, no admiten
diferimiento, son imperativas de manera muy diversa y tienen una relación enteramente
distinta tanto con la represión como con la angustia. Sólo que la reflexión más inmediata
nos dice que esa posición excepcional no conviene a todas las pulsiones yoicas, sino
únicamente al hambre y la sed.
En esta larga trayectoria de desarrollo pueden discernirse varias fases pregenitales de una
organización provisional, y a partir de esta historia de la función sexual se explican sus
aberraciones y mutilaciones:
Nuestra teoría de la libido tuvo por base la oposición entre pulsiones yoicas y sexuales.
Cuando comenzamos a estudiar mejor el yo y asimos el punto de vista del narcisismo, ese
distingo perdió fundamento. El yo es siempre el principal reservorio de libido de él salen y
a él regresan, mientras la mayor parte permanece continuamente en el yo. Pero entonces
libido yoica y de objeto pueden ser de distinta naturaleza, no se puede separar una energía
de otra. No se permaneció largo tiempo en esto. La oposición tomó una expresión otra.
Suponemos que existen dos clases de pulsiones:
Lo hacemos en virtud de las consideraciones generales a las que nos llevó el fenómeno del
sadismo y del masoquismo.
De manera descriptiva se puede definir el período de latencia por la disminución del interés
por las actividades sexuales y el ocultamiento de aquellas que permanecen. El deseo de
aprender toma el lugar de los intereses y la curiosidad sexual y los niños invierten su
energía para descubrir aspectos del mundo en el que viven y para integrarse en nuevos
grupos sociales fuera del ámbito familiar. La exclusividad de la importancia de las figuras
parentales queda acotada por el conocimiento de otras familias y la relación con otras
figuras de autoridad, principalmente los maestros, que heredan la historia afectiva que
tenían con sus progenitores. El lenguaje se vuelve paulatinamente el principal medio de
expresión y comunicación, gracias a la estabilización del proceso secundario.
Hipótesis psicológica del origen del período de latencia: su origen estaría vinculado a la
declinación del complejo de Edipo cuando el aumento de la angustia de castración, se
resuelve con la cancominante identificación con los padres, la instauración del Superyó y el
desarrollo gradual de la sublimación y la simbolización.
Siguen disfrutando del despliegue de la actividad motriz como descarga que le ofrece
gratificaciones libidinales y agresivas.
La espontánea separación por sexos que predomina en las actividades durante esta etapa
está también al servicio del control impulsivo. Hay ambivalencia del niño frente a mandatos
del superyó.
Los logros obtenidos durante este subperíodo terminan de conformar el planfond psíquico
que permitirá a niños y niñas afrontar los aumentos de tensión sexual y agresiva propios de
la pubertad y los procesos de cambio adolescente.
El juego se complejiza, el desarrollo del lenguaje avanza y deja de ser egocéntrico. Logran
mayores posibilidades de expresión artística como concreción de las posibilidades de
sublimación.
La relación entre las instancias se irá modificando: el superyó deberá ir haciéndose cada
vez más permisivo ante la pujanza de las fuerzas impulsivas y el yo irá contando cada vez
con más mecanismos y recursos para domeñar las pulsiones de manera operativa. Como
resultado, la angustia señal ganará escena paulatinamente, reemplazando a los desbordes
del subperíodo anterior.
Síntesis de los principales logros de la latencia:
La forma y el tono afectivo que se ha fijado en la relación con los padres y hermanos van a
ser transferidos a todas las relaciones que en el futuro establezca con otros adultos y niños.
Todas las amistades y vinculaciones amorosas ulteriores son seleccionadas sobre la base de
las huellas mnemónicas que cada uno de aquellos modelos primitivos haya dejado.
Las observaciones que realiza del mundo lo llevan a comparar a sus padres con otros, y la
imagen idealizada que de ellos tiene comienza a vacilar.
Los nexos entre relaciones afectivas y aprendizaje escolar, remiten a los vínculos entre
afectividad e inteligencia (o pensamiento).
Las teorías desarrolladas por Freud y Piaget, confluyen al concebir q el sujeto se constituye
a sí mismo en la medida en q construye su objeto.
Es debido a esta implicación del otro q la expresión actualmente más usada en psicoanálisis
es “relación”, y no “elección” de objeto (esta última aludiría a la perspectiva del sujeto).
Institución escolar: Grupo humano, dedicado a una tarea específica, q sustenta el objetivo
de transmitir cultura, lo q implica transmisión de conocimiento y preparación para la
asunción de roles sociales. Está organizada jerárquicamente, y a cada lugar de la escala, le
corresponde una función determinada, q implica un distinto grado de poder e influencia
sobre los demás. Se rige formalmente por un código de normas, y tiene una interrelación
constante con el contexto social del cual forma parte.
El otro está presente en el yo desde el inicio (lo funda). No se puede pensar el aprendizaje
dejando de lado las relaciones afectivas: aquellas de las cuales deriva como deseo y
aquellas q lo contienen y lo sostienen en la actualidad (vínculos con maestros, compañeros,
etc).
Es así como comienza a constituirse el yo placer, q se erige sobre la huella de las sucesivas
experiencias de satisfacción.
El tránsito hacia la respuesta específica sigue la forma del pensamiento reproductivo (un
tipo de inhibición de la descarga alucinatoria); es provocado por la diferencia entre lo
deseado y lo percibido. Esta diferencia hace surgir el impulso a la actividad del
pensamiento, y el yo puede iniciar la descarga.
Tanto Freud como Piaget dan importancia a la acción en la construcción del pensamiento.
La capacidad de aprender está determinada en parte, por la capacidad de interiorizar
la acción, y en parte por las identificaciones, q permiten al yo confiar en sus propias
habilidades para dominar las cantidades por vía de la cualificación y, luego, dominar la
realidad externa por medio de la acción específica (momento de separación sujeto-objeto)
En este período de ambivalencia afectiva (fase anal/yo real definitivo), se hace necesario
trasladar el dominio de las cantidades al objeto. Se debe controlar el objeto para garantizar
la satisfacción. Junto con esta pulsión de dominio de objeto, comienza a actuar la pulsión
de ver.
La necesidad de ver y dominar conduce al deseo de saber. Para poder dominar la realidad
es necesario integrar lo q se ve en construcciones cada vez más coherentes y abarcativas. Es
éste el momento de las primeras teorías sexuales infantiles, referidas al origen y la
diferencia. El yo de realidad definitivo integra los datos q la percepción le ofrece, pero
puede a su vez, renegar de ésta percepción. Esta inestabilidad en el principio de realidad en
los años infantiles, permite la ambivalencia intelectual ante la castración, en la fase fálica.
La pulsión epistemofílica es sensible a la relación del niño con los otros. Es necesario un yo
q se haya constituido, q pueda inhibir sus procesos primarios, q haya sido suficientemente
amado como para tolerar la ruptura de su narcisismo primitivo, y cuyas tendencias al
dominio, su sadismo y su compulsión de ver hayan sido toleradas. De lo contrario, es
probable q la pulsión de saber no se instale, y tenga desinterés por el aprendizaje.
Hablar del lenguaje lleva a reflexionar sobre el sistema preconsciente. El sistema Icc está
constituido por representaciones-cosa. El sistema Prcc está constituido por
representaciones-palabra, o con representaciones-cosa más resto de palabra oída,
representaciones regidas por el proceso secundario. Aparecen las categorías de tiempo y
espacio; hay negación, duda y contradicción.
Las palabras de los adultos, vividas en un principio como ruidos, van siendo ligadas al
placer y al displacer, tomando el valor de caricias o palizas. El cuerpo va siendo erotizado.
Las primeras palabras son palabras-frases, condensan todo un sentido en una sola palabra,
también son palabras-actos, en tanto presuponen una acción.
Ya hay un intento de diferenciación yo- no yo. El niño va a intentar dominar todo aquello
vivido como afuera, exterior a sí, y por ende hostil. La palabra tiene entonces el valor de
expulsar lo vivido como displacentero y a la vez de recuperar el objeto amado.
De la palabra-frase se pasa a dos palabras, núcleo y predicado, algo que permanece igual y
algo variable.
Resumiendo: del grito como pura descarga se pasa a la repetición autoerótica de sonidos, y
luego a la repetición de melodías. Pero hasta allí no hay palabras. Estas aparecen
posibilitadas sólo por la identificación, en el movimiento mismo de nombrarse y alejarse
del objeto investido libidinalmente. Para que un niño hable, tiene que haber alguien con
quien se identifique y cuyos sonidos repita. Pero ese alguien tiene que poder estar ausente
para que el niño intente recuperarlo con la palabra. A la vez que ese lenguaje, totalmente
ligado a la acción, le posibilita poner afuera y contar a otro sus vivencias, transformando lo
pasivo en activo. Estas palabras son tratadas como parte de la cosa. No son
representaciones-palabra. Así, cuando el niño nombra gato, mesa, mamá, son su gato, su
mesa, su mamá.
La madre, como un rasgo más de su poder, nombra al mundo. Pero la madre también
prohíbe, dice no. Símbolo de la negación del que el niño se apropia por identificación y que
le posibilita la transformación del acto expulsivo, de la agresión, en un juicio.
Así, el niño puede oponerse a los otros ya no sólo a través de su cuerpo. Identificado con la
omnipotencia materna, el niño esgrime su no frente a los mandatos de los otros. Domina y
se domina. El que la madre comprenda su lenguaje y le otorgue valor de comunicación
posibilita la creencia en el niño en la omnipotencia de sus palabras y en la ligazón de éstas
con el mundo. Pero a la vez la madre deberá desear que ese niño se inserte en un mundo
social, para lo cual será imprescindible que acepte normas. Ahora el lenguaje es un sistema
de normas regladas, leyes que preexisten al niño. Esto supone una apertura de ese vínculo
narcisista.
La madre deja de ser fuente del lenguaje pero las leyes del mismo son atribuidas ahora al
padre, investido de todo el poderío (ejecutor de la castración materna).
Complejo de Edipo, hito clave en la constitución psíquica. Es en relación con otros que el
aparato psíquico se va constituyendo, que hay semejantes que erogenizan y van dando
palabras, modos de organizar las sensaciones corporales, las tensiones pulsionales y la
realidad externa. Seres que posibilitan que el niño se crea omnipotente a pesar de su
impotencia.
Ellos son los destinatarios del amor del niño, los primeros objetos hacia los que se dirige la
libido.
Escenifican fantasías y vivencias a través del juego. Estamos en plena conflictiva edípica y
el niño puede hablar en primera persona, acepta dolorosamente normas consensuales y su
omnipotencia trastabilla.
Las palabras están ligadas a lo concreto, a imágenes visuales. Su pensamiento igual está
aún fuertemente sexualizado.
Con el naufragio del complejo de Edipo, el sistema Prcc estabilizado como una
organización de representaciones-palabra, posibilita la renuncia a los deseos eróticos
incestuosos. Y esta renuncia trae como consecuencia el desarrollo de una actividad
intelectual cada vez más vasta que colabora en el dominio de los deseos.
Todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio, o mejor
dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada.
El poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasías al que toma
muy en serio, vale decir, lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa
tajantemente de la realidad afectiva.
De la irrealidad del mundo poético derivan muy importantes consecuencias para la técnica
artística, pues muchas cosas que de ser reales no depararían goce, pueden depararlo en el
juego de la fantasía y muchas estaciones que en sí mismas son en verdad penosas, pueden
convertirse en fuentes de placer para el auditorio y los espectadores del poeta.
El adulto no puede renunciar a nada, solo permuta una cosa por otra; lo que parece ser
una renuncia es en realidad una formación de sustituto o subrogado. Así el adulto, cuando
cesa de jugar, solo resigna ese apuntalamiento en objetos reales; es decir, en vez de jugar
ahora fantasea. "Construye castillos en el aire", crea lo que se llama Sueños Diurnos.
El fantasear del hombre es más difícil de observar que el jugar del niño. El adulto se
avergüenza de sus fantasías y la esconde de los otros, las cría así como sus intimidades
más personales, por lo común preferiría confesar sus faltas a comunicar sus fantasías.
El jugar del niño estaba dirigido por deseos, en verdad por un solo deseo que ayuda a su
educación: ser grande y adulto; el niño juega siempre a ser grande, imita en el juego lo que
le ha devenido familiar de la vida de los mayores. Además, el juego es un puente hacia la
afectividad del niño, ya que a través de este el niño expresa deseos, sentimientos, lo que le
gusta o disgusta. Incluso llega a resolver problemas cotidianos inconscientes a través del
juego.
En cambio, en el adulto hay un género que de "necesidad", que ha impartido la orden de
decir sus penas y alegrías. Es decir, el hombre solo fantasea por necesidad...
Es licito decir que el dichoso nunca fantasea, solo lo hace el insatisfecho. Los deseos
insatisfechos son la fuerza pulsional de las fantasías, y cada fantasía singular es un
cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria realidad.
Los deseos pulsionales difieren según sexo, carácter y circunstancia de vida de la
personalidad que fantasea.
Una fantasía oscila en 3 tiempos, 3 momentos temporales de nuestro representar: Pasado,
Presente y Futuro.
El deseo aprovecha una ocasión del Presente para proyectarse en un cuadro del
Futuro, siguiendo el modelo del Pasado.
El soñador diurno pone el mayor cuidado en ocultar sus fantasías de los demás, porque
registra motivos para avergonzarse de ellas; aunque nos las comunicaba, no podría
depararnos placer alguno mediante esa revelación. Tales fantasías, si nos enteráramos de
ellas, nos escandalizarían, o al menos nos dejarían fríos. En cambio, el poeta juega sus
juegos ante nosotros como su público, o nos refiere lo que nos inclinamos a declarar de sus
personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que probablemente tenga tributarios
de varias fuentes.
Para expresar agresión: la agresión puede ser placentera, pero lleva consigo un daño real
o imaginario contra alguien, de modo que el niño no puede dejar de enfrentar esa
complicación. La enfrenta desde el origen, cuando acepta la disciplina de expresar el
sentimiento agresivo bajo la forma del juego y no sencillamente cuando está enojado.
Para establecer contactos sociales: el juego proporciona una organización para iniciar
relaciones emocionales y permite así que se desarrollen contactos sociales.
Comunicación con la gente: un niño que juega puede estar tratando de exhibir parte del
mundo interior así como del exterior, a personas elegidas del ambiente. El juego puede ser
algo muy revelador sobre uno mismo.
Calzetta – Los juegos del niño en la actualidad. Su incidencia en la estructuración del
psiquismo.
Freud: la vía lúdica es una vía privilegiada de abordaje al inconsciente del niño,
expresiones del CE y el CCast. Juego como ensueño diurno en el aparato psíquico. El niño,
como el poeta, crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un
nuevo orden que le agrada. Emplea en el juego grandes montos de afecto. El juego le
permite diferenciar entre realidad psíquica y realidad material. Más allá del principio del
placer, juego del Fort-da, lo displacentero no es la ausencia de una presencia placentera
sino la pérdida de dominio del niño frente al somentimiento a la realidad externa. La
capacidad de construir un juego coloca al niño en una posición relativamente activa frente a
la pasividad generada por la dependencia. El juego es un modo de ligazón de la angustia y
de simbolización de pérdida o ausencia. El juego es considerado producto de cultura que
expresa la renuncia pulsional e implica transformación.
Anna Freud: del cuerpo hacia los juguetes y desde el juego al trabajo. El juego constituye
una actividad placentera, autoerótica, centrada en el cuerpo propio primero y luego en el de
la madre. El desarrollo libidinal se extenderá a los juguetes que al principio funcionan
como prolongación del propio cuerpo. Juguetes que al principio son objetos transicionales.
El planteo central de Anna Freud apunta a la sublimación de las pulsiones. El niño debe
lograr el desplazamiento de la satisfacción directa obtenida en la misma actividad lúdica a
una satisfacción aplazada representada por el producto final de las actividades realizadas,
requisito indispensable para el éxito en la tarea escolar.
Winnicott: considera al juego como una entidad en sí misma, con función estructurante
para la constitución psíquica. Su riqueza amplía las posibilidades simbólicas y creativas del
sujeto en constitución.
Postula la constitución de tres objetos: el objeto subjetivo, el objeto transicional y el objeto
objetivamente percibido.
El objeto subjetivo es una creación del bebé en unidad virtual con la madre, corresponde a
la omnipotencia y a la indeferenciación yo-no yo. Predominio de la ilusión. Luego objeto
transicional luego el objetivamente percibido.
Las etapas de la constitución del juego corresponden a los tiempos de constitución del
objeto: 1) el niño y el objeto se encuentran fusionados, 2) el objeto es repudiado,
reaceptado y percibido en forma objetiva; es necesaria una madre dispuesta a participar y a
devolver lo que se le ofrece (etapa del constitución del objeto transicional), 3) el niño puede
jugar sólo con la confianza de que la persona que ama está cerca (activo-agresivo en la
investigación del ambiente), 4) el niño puede jugar de la superposición de dos zonas de
juego, la propia y la de la madre. Ha logrado la capacidad de aceptar o rechazar propuestas
y de tomar iniciativas, logrando la construcción del objeto real.
(CONTINUAR)
Eje Evolutivo:
El desarrollo mental del niño aparece como una sucesión de tres grandes construcciones.
Hay integración de estructuras sucesivas, cada una de las cuales lleva a la construcción de
la siguiente, permite dividir el desarrollo en grandes períodos, que obedecen a los
siguientes criterios:
2) cada estadio se caracteriza por una estructura de conjunto, en función de la cual pueden
explicarse las principales reacciones particulares
Puede afirmarse que toda acción, sentimiento o pensamiento, responde a una necesidad, la
cual siempre es la manifestación de un desequilibrio. Hay una necesidad cuando algo se ha
modificado, y se trata de reajustar la conducta en base a este cambio. La acción finaliza
cuando existe una satisfacción de las necesidades, o sea cuando se restablece el equilibrio
entre el nuevo hecho y nuestra organización mental tal como esta se presentaba anterior a él
(asimilación-acomodación PAR FUNCIONAL).
Toda necesidad tiende a incorporar las cosas y las personas a la actividad propia del sujeto,
y por lo tanto asimilar el mundo exterior a las estructuras ya construidas; y además a
reajustar éstas en función de las transformaciones experimentadas y por lo tanto
acomodarlas a los objetos externos.
Al asimilar de esta forma los objetos, tanto la acción como el pensamiento se ven obligados
a acomodarse a ellos, o sea, a reajustarse con cada variación exterior. Se puede denominar
adaptación al equilibrio de estas asimilaciones y acomodaciones.
Los reflejos se presentan como coordinaciones sensoriales y motrices todas ellas ajustadas
hereditariamente y correspondientes a tendencias instintivas como por ejemplo la nutrición.
ESPACIO PRÁCTICO
CAUSALIDAD
Es la relación fortuita entre un resultado empírico y una acción cualquiera que lo haya
provocado. Esta especie de causalidad mágico-fenomenista manifiesta el egocentrismo
causal primitivo. Fenomenista por que cualquier cosa puede producir cualquiera otra según
las reacciones anteriores observadas; y mágica, porque se centra en la acción del sujeto, sin
consideración de los contactos espaciales.
TIEMPO
El desarrollo mental durante los primeros 18 meses es rápido y especial, porque el niño
elabora el conjunto de las subestructuras cognoscitivas que servirán de punto de partida a
sus construcciones perceptivas e intelectuales ulteriores, así como cierto número de
reacciones afectivas elementales, que determinaran su afectividad.
0 a 2 meses - Estadio I (reflejo): reflejo automático, innato. Prima la actividad refleja del
RN los cuales dan lugar a lo que se llama “ejercicio reflejo”. Las observaciones muestran
que ya en el campo cerrado de los mecanismo regulados hereditariamente, surge un
principio de asimilación reproductora de orden funcional (ejercicio), de asimilación
generalizadora o transportiva (extensión del esquema reflejo a otros objetos nuevos) y de
asimilación recognitiva (discriminación de las situaciones, distinguir el pezón de otros
objetos)
El primer movimiento que se ejecuta, seguido de su resultado, constituye una acción total,
que crea una nueva necesidad en cuanto los objetos, sobre los cuales recae la acción,
vuelven a su estado primitivo; esos objetos se asimilan entonces a la acción precedente
(promovida por lo tanto al rango de esquema), lo que determina su reproducción y así
sucesivamente. Tira del mismo cordel frente a una situación nueva situada a 2-3 metros,
como para continuar a distancia el espectáculo interrumpido. Esto confirma la ausencia de
contactos espaciales y una causalidad mágico-fenomenista (se mueve la cosa porque él la
mueve –subjetivo- y cualquier cosa causa cualquier otra).
8 a 11 - Estadio IV (inteligencia práctica): los esquemas construidos por las reacciones
circulares secundarias resultan ya susceptibles de coordinarse entre sí, utilizados los unos
en calidad de medios y asignando los otros un objetivo a la acción. Por ejemplo, si se oculta
un objeto tras una pantalla, el niño la correrá.
Desde este momento el fin se haya planteado antes que los medios, ya que el objeto tiene la
intención de apresar el objetivo antes de tener el poder de apartar el obstáculo, lo que
supone una articulación móvil de los esquemas elementales que componen el esquema
total. Ya relaciona y deferencia medios de fines. El niño ensaya los esquemas adquiridos
anteriormente (asir, golpear, sacudir, frotar etc.), siendo estos utilizados para distintos fines.
Desde entonces, el niño diferenciará esos esquemas que sirven de medios, a través de una
especie de RC 3°, y logrará descubrir medios nuevos. Conducta de soporte: no pudiendo
alcanzar directamente el objetivo, el sujeto apela a objetos situados entre los dos (la
alfombra sobre la cual se encuentra depositado el juguete deseado).
18 a 24 - Estadio VI (invención de esquemas nuevos): en lugar de que los medios sean
descubiertos exclusivamente por la experimentación activa, puede haber ahora invención,
mediante coordinación interior y rápida, de procedimientos no conocidos aun por el sujeto
(insight). El problema ahora consiste en descubrir el mecanismo de estas coordinaciones
interiores, que a la vez suponen la invención sin tanteo y una anticipación mental próxima a
la representación.
Una vez habituado a las reacciones circulares terciaras y a los tanteos inteligentes que
constituyen una verdadera experimentación activa, el niño llega a ser capaz de una
interiorización de esas conductas. Cuando el sujeto parece reflexionar cambia la situación.
Evoca recuerdos, sale del presente continuo, tanteo mental, representación en su mente.
Hay dos clases de hechos que en este sexto estadio, atestiguan un esbozo de
representación. Por un lado, el niño es capaz de imitación diferida, es decir, de una copia
que surge por primera vez luego de la desaparición perceptiva del modelo. Por otra parte, el
niño llega al juego simbólico, consistente en evocar por medio del propio cuerpo una
acción extraña al actual contexto (simular que se duerme para divertirse). Se termina de
consolidar el grupo práctico de desplazamientos junto con los demás categorías que
organizan lo real.
Toda familia posee leyes y una dinámica singular que va orientando las vinculaciones
afectivas y de participación que a su vez van regulando su propio desarrollo. De allí que se
le considere una institución.
El origen de todos los desplazamientos futuros parte de la relación primera con los
progenitores y el sujeto conservará en su realidad psíquica interna la relación primaria con
los padres. La familia oficia de puente entro lo vincular primario y el ambiente social.
Winnicott plantea la existencia de dos elementos que conformarían la contribución familiar
a la madurez emocional del individuo: uno referido a la posibilidad de ofrecerse para la
dependencia y el segundo al facilitar la separación y el pasaje hacia lo social exterior a ella.
Familia ampliada y nuclear:
En la familia nuclear las funciones padre y madre son cumplidas por los progenitores
respectivos, el amor materno está revalorizado y el hijo pasa a ser el centro. En la familia
ampliada los hijos eran criados por nodrizas.
La familia nuclear pasó a ser el paradigma de las clases medias de las grandes urbes.
Función materna: se origina en el deseo de tener un hijo que se remonta al final del
Complejo de Edipo, en la fase fálica. Está asociada al sostén de nutrición y afectivo. Es la
que introduce al infante en el mundo y le posibilita ir integrando en una totalidad las
vivencias con las cuales construirá su subjetividad.
Función filial: es la conectora de la familia con el futuro. Le cabe desprenderse del núcleo
familiar para formar una nueva familia. Contribuye al pasaje de una pareja a una familia.
Familia y vínculos: el conjunto de seres humanos que conforman una familia poseen por
lo menos cuatro formas de vínculos de parentesco: alianza, o relación marido-mujer;
filiación, o relación entre padres e hijos; consanguinidad, que liga a os hermanos entre sí,
y avuncular, o relación entre el hijo y el tío materno. Tales ligazones determinan
inconscientemente un entramado entre la familia conyugal y la familia materna, o dadora de
la mujer.
LA HUMANIZACIÓN:
Luego el hombre se hace sedentario. Podemos ubicar en este momento el punto de partida
de la familia. Son los inicios del patriarcado.
Posteriormente los clanes se unen para formar las tribus, teniendo un jefe en común y
reuniéndose en asambleas convocantes de varios jefes de cada clan. Cuando un grupo
familiar se une y reconoce a un mismo jefe, queda constituida una tribu.
Para el niño, la persona amada: su madre, su padre, sus hermanos, son los objetos hacia
quienes dirige todos sus deseos, los que sucumben a la represión edípica en el inicio del
período de latencia. Quedan sentimientos tiernos que servirán para constituir lazos
duraderos.
Función fundamental que consiste en poder representar algo (significado.), por medio de un
significante diferenciado y que solo sirve para esa representación (lenguaje, imagen mental,
gesto simbólico). Aparece al término del período senso-motor, hacia un año y medio o dos.
Los mecanismos S-M ignoran la representación. Y antes del 2do año no se observa
evocación de un objeto ausente.
Hacia los 9-12 meses se constituye el esquema del objeto permanente, existe búsqueda de
objeto desaparecido, pero que acaba de ser percibido (acción ya en curso, un conjunto de
indicios actuales permite encontrarlo). Utiliza significaciones.
Un indicio está indiferenciado de su significado (constituye un aspecto, una parte, un
antecedente, un resultado causal, etc.).
Aparición de la función semiótica: En el curso del 2do año (en continuidad del est.VI)
aparece un conjunto de conductas que implica la evocación representativa de un objeto de
un acontecimiento ausente y que supone la construcción o empleo de significantes
diferenciados (referidos a elementos no perceptibles o presentes).
Cinco de estas conductas se distinguen:
1) Imitación diferida: se inicia en ausencia del modelo. Comienza por imitar en presencia
de éste, y continúa en su ausencia.
2) Juego simbólico: la representación es neta y el ste. diferenciado es un gesto imitador,
pero acompañado de objetos que se han hecho simbólicos. Aparenta dormir sentada y
sonriendo.
3) Dibujo o imagen gráfica: es en sus comienzos un intermediario entre el juego y la
imagen mental. No antes de los 2 o 2 y medio.
4) Imagen mental: aparece como una imitación interiorizada.
5) Lenguaje: naciente que permite la evocación verbal de acontecimientos no actuales.
Cuando la niña dice miau, sin ver al gato, existe representación verbal, además de
imitación. Cuando después dice papá se va, señalando el camino que hace él al partir, la
representación se apoya exclusivamente en un significante diferenciado por los signos de la
lengua en vías de aprendizaje.
III) EL DIBUJO:
Forma de la función semiótica que está a mitad de camino entre el juego simbólico (del
cual presenta el mismo placer funcional y el mismo autotelismo) y la imagen mental (con la
que comparte el esfuerzo de imitación de lo real).
Luquet considera al dibujo como un juego.
El REALISMO DEL DIBUJO pasa por diferentes fases: Realismo fortuito (garabatos con
significación que se descubre luego), Realismo frustrado: (incapacidad sintética donde
elementos de copia esta yuxtapuestos, en lugar de coordinados en un todo. Monigote),
Realismo intelectual (dibujo superó las dificultades primitivas, proporciona atributos
conceptuales sin preocupaciones de perspectiva visual. Rostro de perfil con 2 ojos) y
Realismo visual (8-9 con dos novedades: representa lo que es visible desde pto de vista
perspectivo particular: se verá la copa del árbol detrás de la casa, no todo, y los objetos
disminuyen a distancia. También tiene en cuenta la disposición de los objetos según un plan
de conjunto y sus proporciones métricas).
2 TIPOS DE MEMORIA:
De RECONOCIMIENTO: SOLO ACTUA EN PRESENCIA DEL OBJETO YA
ENCONTRADO Y CONSISTE EN RECONOCERLO. Es muy precoz, y está ligada a
esq.de acción o de hábito.
VI) EL LENGUAJE:
En el niño normal aparece al mismo tiempo que las otras formas del pensamiento. En el
sordo mudo, mucho después de la imitación diferida, el juego simbólico y la imagen
mental. (Carácter genético derivado)
Evolución: comienza tras una fase de balbuceo espontáneo (de los 6-11meses), y una fase
de diferenciación de fonemas por imitación (11-12meses), por un estado de las palabras-
frases(al término del periodo S.M)
Desde el fin del segundo año se señalan frases de dos palabras, luego pequeñas frases
completas y después adquisición progresiva de estructuras gramaticales. (MENCIONA A
CHOMSKY)
Lenguaje y pensamiento: Diferencias entre conductas verbales y S-M. Las conductas S-M
están obligadas a seguir los acontecimientos sin sobrepasar la velocidad de la acción.
Introducen relaciones con rapidez superior (gracias al relato y a las evocaciones de todo
género). Limitadas al espacio y al tiempo próximo.
Las funciones del lenguaje pueden verse en tres grandes categorías de hechos: a) al
comprender lo que dicen sus padres, el niño descubre los pensamientos y voluntades de los
mayores, lo cual se abre un amplio universo antes desconocido; b) Al poder representar con
el lenguaje las acciones propias presentes y pasadas, transforma la acción en pensamientos.
Puede hablar a los demás y jugar con ellos; c) También puede hablarse a sí mismo
constantemente mediante monólogos que acompañan sus juegos y su acción.
Todo ello revela que las primeras conductas sociales no son aún socializaciones verdaderas,
porque aún no pueden salir de su propio punto de vista para coordinarse con los ajenos,
manteniéndose centrado en sí mismo.
Entre los dos y siete años, el pensamiento evolucionará desde un extremo inicial a otro
final. 1) Al comienzo está el pensamiento como mera incorporación o asimilación, cuyo
egocentrismo excluye toda objetividad. Esto se ve por ejemplo en el juego simbólico, que
satisface las fantasías propias del niño; 2) Al final, el pensamiento ya se adapta a los demás
y a la realidad, preparando así el pensamiento lógico que vendrá a partir de los siete años.
Aquel pensamiento adaptado a los demás es el pensamiento intuitivo.
Como vemos en este periodo hay una in diferenciación entre lo psíquico y lo físico al
asignarse intenciones psíquicas a las cosas. Las leyes naturales se confunden con las leyes
morales y el determinismo con la obligación: los barcos flotan porque "tienen" que
hacerlo", y la luna alumbra solo de noche porque "ella no es quien manda".
C. La intuición.- Hasta alrededor de los siete años, el niño sigue siendo prelógico y suple la
lógica por la intuición, simple interiorización de las percepciones y los movimientos en
forma de imágenes representativas y de "experiencias mentales", que por tanto prolongan
los esquemas senso-motrices sin coordinación propiamente racional.
La intuición se basa más en lo perceptible que en la lógica: por ejemplo, para un niño de
este periodo una hilera de 10 fichas rojas y una hilera de 12 fichas azules, ambas de la
misma longitud, tienen para el niño la misma cantidad de fichas, porque atiende al efecto
óptico global, no a las distancias de las fichas entre sí.
Cronológicamente primero aparece la intuición primaria, luego la intuición articulada (y
finalmente la operación, pero esto es después de los siete años). La intuición primaria es
simplemente una acción senso-motriz convertida en pensamiento, es rígida e irreversible.
La intuición articulada sigue siendo irreversible, pero tiene la ventaja que el niño puede
prever consecuencias y reconstruir estados anteriores.
D. La vida afectiva.- Los actos intelectuales no existen en estado puro: siempre implican un
aspecto afectivo. Y a la inversa, todo acto afectivo supone un acto intelectual (el amor
implica una comprensión intelectual).
Entre los dos y los siete años aparecen tres novedades en la vida afectiva: 1) desarrollo de
los sentimientos interindividuales como afectos, simpatías, antipatías, ligados a la
socialización de la acción, 2) aparición de sentimientos morales intuitivos surgidos de la
relación con los adultos, y 3) regulaciones de intereses y valores, relacionadas con el
pensamiento intuitivo en general.
El INTERES es la prolongación de las necesidades: el niño muestra interés por algo porque
lo necesita. El interés es por un lado un regulador de energías: el niño pone energía en lo
que le interesa. Por el otro lado implica un sistema de valores: los intereses forman entre sí
un sistema donde unos valen más y otros menos, en cada momento.
En relación con los intereses están también las AUTO-VALORACIONES, que son los
sentimientos de inferioridad o superioridad, derivables de si obtuvo fracasos o éxitos (reales
o imaginarios) en su acción. En relación con ellos están también los VALORES
INTERINDIVIDUALES ESPONTANEOS. Así como el pensamiento intuitivo, gracias al
lenguaje, permite al niño intercambios intelectuales con los demás, así también los
sentimientos espontáneos nacen de un intercambio cada vez más rico de valores (simpatías,
antipatías, etc). Por lo general, habrá simpatía hacia las personas que respondan a los
intereses del niño y que lo valoren. A partir de aquí surgirán los primeros VALORES
MORALES, nacidos de sentimientos morales: aparece la idea de lo obligatorio y del deber:
estas no nacen de simples simpatías o antipatías, sino del respeto de reglas propiamente
dichas. No obstante, todavía en este periodo el niño tiene una moral heterónoma, que
depende de reglas y voluntades ajenas, no propias, lo cual es un logro posterior. El niño de
este periodo de 2-7 años dice dos tipos de mentira: una que usa para ocultar una mala
acción frente al adulto, y otra que usa para exagerar (un perro de 3 metros). El niño juzga
como más "fea" a la segunda mentira.
Tres son las condiciones para pasar del plano SM al plano reflexivo: 1) un aumento de las
velocidades que permite fundir en un conjunto simultáneo los conocimientos ligados a las
fases sucesivas de la acción, 2) luego, una toma de conciencia no sólo de los resultados sino
de sus propios pasos, búsqueda de la comprobación para el éxito y 3) una multiplicación de
las distancias, que haga posible prolongar las acciones relativas a las mismas realidades
mediante acciones simbólicas que superen los límites de espacio y tiempo próximos.
El preconcepto deriva del símbolo en la medida en que apela a esas clases de ejemplares
genéricos. Se trata de un esquema situado a mitad de camino entre el esquema senso-motor
y el concepto. El razonamiento consiste en vincular tales preconceptos. Stern llama
transducción a tales razonamientos primitivos, que no proceden por deducción sino por
analogías inmediatas. No hay reversibilidad. La transducción es una imitación interior de
los actos y de sus resultados. En las transducción hay falta de generalidad inherente al
preconcepto y su carácter simbólico o figurado, que permite transponer las acciones en
pensamiento.
El pensamiento intuitivo: hay una coordinación gradual de las relaciones representativas,
pero esta inteligencia se mantiene en un estado prelógico. Suplanta todavía las operaciones
incompletas por una forma casi simbólica de pensamiento, que es el razonamiento intuitivo;
y no controla los juicios sino por medio de regulaciones intuitivas.
Las limitaciones son claras. Relación inmediata entre un esquema de acción interiorizada y
la percepción de los objetos, la intuición no desemboca sino en configuraciones centradas
sobre esa relación.