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Eje Madurativo:

 Acerca del recién nacido: desarrollo y subjetividad

Freud partió del esquema del arco reflejo en sus primeras conceptualizaciones.

Psicología evolutiva: crecimiento, maduración y desarrollo.

Crecimiento: aumento de un organismo vivo.

Maduración: cambios cualitativos en la organización anatómica y fisiológica que


afectan las capacidades de acción y reacción. Es la actualización de lo posible. Depende
de factores innatos y del medio.

Desarrollo: totalidad de los fenómenos implicados en los cambios. Incluyen los


aspectos cualitativos y cuantitativos (crecimiento y maduración) siempre en relación a
un intercambio con el medio social.

El resultado del constante aprendizaje que realiza el niño en su intercambio con el


medio depende no sólo de la cantidad sino de la calidad de los estímulos recibidos.

Las células nerviosas son muy sensibles a la experiencia (plasticidad).

Más allá de lo innato de cualquier punto de partida, lo que es adquirido por medio de la
experiencia deja una huella que transforma lo anterior. La experiencia modifica
permanentemente las conexiones entre las neuronas y los cambios son tanto de orden
estructural como funcional.

El desarrollo se muestra así como un proceso complejo, en el que hay un interjuego de


factores biológicos, emocionales, sociales. Esto tiene una organización interna
expresable es la formulación de LEYES O PRINCIPIOS DE DESARROLLO:

1) DIRECCIONES DE LA MADURACIÓN:
a) Céfalo – caudal: se controlan antes las partes del cuerpo que están más
cerca de la cabeza, y luego el control se extiende hacia abajo.
b) Próximo – distal: la maduración funcional se produce desde el eje central
del cuerpo hacia la periferia. O sea que se controlan antes las partes que
están más próximas al eje corporal.

Siguiendo el patrón de las direcciones de la maduración, el niño va logrando realizar


actividades motoras más complejas y más precisas cada vez, integrando y controlando
voluntariamente mayor número de grupos musculares.

2) DIFERENCIACIÓN: el desarrollo va de lo simple a lo complejo, de lo general a


lo específico.
3) SUBORDINACIÓN FUNCIONAL: los elementos diferenciados pasan a formar
parte de una nueva organización, es decir, se verifica la subordinación de funciones
parciales a una nueva función emergente.
4) DISCONTINUIDAD DEL RITMO DE CRECIMIENTO: el crecimiento es muy
rápido en la primera infancia, su ritmo se aminora durante los años preescolares y es
relativamente lento durante los años intermedios de la niñez.
5) CRECIMIENTO ASINCRÓNICO: el cuerpo no crece en su totalidad al mismo
paso.

Recién nacido

Hay condiciones singulares innatas en cada bebé respecto de la capacidad de iniciativa del
recién nacido para generar interacción con la madre. Se piensa en el RN como alguien
activo, con necesidades innatas de contacto intersubjetivo y bidireccional, que cuenta con
un equipo de conductas sensoriales y motrices que le permiten responder a estímulos tanto
positivos como negativos provenientes del medio. A su vez, sus respuestas inciden en el
tipo de interacción que entablan con el adulto, generándose una estructura comunicativa en
la que la secuencia de mensajes va a estar definida tanto por las respuestas de la madre para
mantener la homeostasis del bebé como por la propia capacidad de éste de comunicación y
autorregulación.

1) DESCRIPCIÓN

Cuando un bebé nace está maduro para recibir estímulos sensoriales y motrizmente está
incapacitado para organizar y ordenar sus respuestas, dado que es más maduro en lo
sensorio que en la esfera motriz.

Desde esta perspectiva se podría decir que el bebé no está integrado. Escucha pero no
puede organizar su respuesta motrizmente. Ahí es importante la función de sostén del
adulto que al significar sus movimientos lo humaniza, hace de su cuerpo una unidad.

Importancia de la “anticipación simbólica”, tiempo fundante en el cual el otro ubica los


comportamientos del bebé en una escena con sentido, haciendo de puente relacional entre
lo sensitivo y lo motor.

2) FUNCIONES CORPORALES

Los cambios significativos que se producen al nacer se manifiestan en la búsqueda de un


equilibrio, de un control homeostático basado en un ritmo somático de tensión/alivio que
depende tanto de la armonización interna (control incipiente de sus propios estados y
sistemas fisiológicos) como de la asistencia contextual (actitud empática y tierna del
entorno).

a) Respiración: es en general superficial, irregular y ruidosa.


b) Alimentación y eliminación: el pecho materno no segrega leche hasta uno o dos
días después del parto. Entretanto segrega un líquido lechoso llamado calostro, con
alto contenido en proteínas y anticuerpos. El RN evacúa el contenido intestinal de 4
a 7 veces al día. A partir del segundo día el RN orina de 10 a 20 veces por día. En
cuanto a la lactancia, es en las pausas realizadas durante una succión nutritiva
cuando se intercambian cierto tipo de señales (miradas, sonidos, gestos)
fundamentales para la constitución subjetiva.
c) Regulación de temperatura: el sistema que regula la temperatura no funciona con
mucha efectividad en las primeras semanas. La función del adulto resulta
fundamental para proporcionar al bebé estados de distensión.
d) Circulación: no experimenta cambios dramáticos durante el nacimiento. Sin
embargo, durante los primeros días del nacimiento se cierra gradualmente una
abertura entre los ventrículos. El RN tiene un pulso muy rápido y la presión
sanguínea es baja.
e) Sueño: la interacción de un RN con un adulto atento varía de acuerdo a los estados
de conciencia en el que aquel se encuentra. Los estados del bebé tienen una
maduración regular y se dan en ciclos predecibles.

3) FUNCIONES SENSORIALES

Los bebés recién nacidos cuentan con una gama de capacidades perceptivas variadas para el
contacto con las personas encargadas de su crianza.

Importancia de todas las interacciones sensoriales con el recién nacido para su proceso de
“vinculación”.

Los sentidos en el recién nacido se hayan integrados. Existe un mecanismo innato que
permite la transferencia de información entre una modalidad sensorial y otra (lo que es
percibido por el tacto puede ser reconocido a su vez mediante la percepción visual, y lo
percibido visualmente puede ser reconocido auditivamente). Es decir que los bebés tendrían
la capacidad de experimentar tempranamente un mundo perceptivamente unificado. La
traducción de una modalidad perceptiva a otra es denominada transferencia transmodal.

Esta descripción de la percepción intermodal se contrapone con las teorías del


enriquecimiento, entre ellas las de Piaget, quien sostiene la necesidad de un desarrollo de
cada modalidad sensorial previo a la coordinación de los distintos esquemas
sensoperceptivos.
a) Visión: sus posibilidades visuales tienen gran importancia para la adaptación pues
contribuyen a vincular a la madre con su bebé. Pueden ver objetos que estén
ubicados frente a sus ojos y pueden detectar movimientos y cambios de luz. Los
bebés están en condiciones de fijar la mirada brevemente en el rostro humano desde
su nacimiento, realizando un aprendizaje muy temprano sobre las personas que lo
cuidan y el mundo humano que los rodea.
b) Audición: desde el vientre materno el bebé experimenta ruidos, sonidos,
sensaciones cenestésicas sin poder diferenciarlos. Se perfila y destaca la voz
materna.
c) Tacto: ya en el útero de presenta la sensibilidad táctil a través de las primeras
sensaciones perceptivas, interoceptivas y cenestésicas que el feto registra a través
del contacto con la placenta y las paredes del vientre materno. Al nacer, la
sensibilidad táctil está bien desarrollada.
d) Gusto y olfato: están bien desarrollados al nacer.

4) FUNCIONES MOTRICES

Modos en los que se presenta la conducta motriz, tanto a la motilidad pasiva (tono
muscular) como a la activa (movilidad espontánea, refleja y automática).

Ya a las 7 semanas y media de gestación aparecen los primeros movimientos espontáneos,


de flexión y extensión lenta del tronco. Durante los últimos 3 meses de gestación la
reactividad es extrapiramidal (motricidad automática). Aparece el tono muscular.

Con el nacimiento comienza la “fase cortical inicial”. A medida que avanza la maduración
se observa la paulatina inhibición de los reflejos que presenta el RN, desapareciendo éstos
progresivamente entre los 3 y 4 meses por la acción inhibidora de la función cortical.

a) Motilidad pasiva: tono muscular

El tono muscular es una actividad regida por el sistema nervioso central que se expresa
en los músculos como estado de tensión permanente de origen esencialmente reflejo. Es
imprescindible para la realización de cualquier tipo de movimiento. Tiende a los ajustes
de las posturas y de las actividades en general.

Durante el primer año de vida el tono muscular sufre amplias variaciones como parte
del proceso madurativo. El tono constituye la manera de expresión fundamental del
niño pequeño y sus huellas perdurarán toda la vida como elemento de la actitud y
expresión corporal.

Tono de la cabeza: la cabeza se balancea y sigue las inclinaciones del cuerpo con mayor
amplitud en el sentido anteroposterior que lateralmente.
b) Motilidad activa

Actividad espontánea: se refiere a los movimientos manifiestos que aparecen sin aparente
concurrencia de estímulos externos, produciendo la impresión de espontaneidad. Ocurren
con frecuencia durante las 6 a 9 primeras semanas. Involucran a diferentes partes del
cuerpo.

Actividad refleja: los reflejos son reacciones automáticas desencadenantes por estímulos
determinados, tendientes a favorecer la adecuación del sujeto al ambiente. Ej: arco reflejo.
Algunos ejemplos acompañan al ser humano durante la primera edad, desapareciendo entre
los dos y los 6 meses (reflejos arcaicos). Otros reflejos que ya se encuentran al nacer
permaneces durante toda la vida.

Algunos de los reflejos arcaicos:

 Reflejos orales: encadenamiento de reflejos que persiguen el acto alimentario.


Comprenden los reflejos de búsqueda, succión y deglución. El de búsqueda es el de
la orientación selectiva de los labios y la cabeza hacia el sitio donde se realiza la
estimulación. Una vez llevada a cabo la presión bucal del pezón o biberón, se ponen
en marcha la succión y deglución. Los reflejos orales están presentes desde el
nacimiento.
 Reflejo de Moro: es la reacción corporal masiva, difusa, estereotipada e
inadaptada, subsiguiente al sobresalto determinado por varios estímulos que inducen
a una brusca extensión de la cabeza que altera su relación con el tronco. Ha sido
asociado con la sensación de caída en el bebé. “Reflejo del abrazo”. Extensión
bilateral y una abducción de los brazos. Luego el niño vuelve a la posición que
precediera.
 Reflejo de grasping o presión palmar: el estímulo de la palma de la mano acarrea
el cierre de la mano.
 Reflejo tónico cervical (reflejo postural asimétrico): es el reflejo postural,
desencadenado por cambios de posición de la cabeza en relación al tronco. Resulta
de la tendencia a mantener la cabeza rotada hacia uno u otro lado. Estando el bebé
de cúbito dorsal, la extensión de los miembros hacia los cuales se orienta la cara. En
la posición de cúbito ventral se observa al revés, flexionados los miembros hacia los
cuales se orienta la cara y extendidos los nucales. A veces sólo queda rotada la
cabeza. La postura determinada por el reflejo es la del esgrimista.
 Reflejo de marcha: si se mantiene al niño erecto y suspendido, asiéndolo
firmemente por los flancos y el tórax, al contactar las plantas de los pies con un
plano firme y echando el cuerpo ligeramente hacia adelante, se desencadena este
reflejo que consiste en una serie de pasos que da el niño que asemeja la marcha del
adulto.
 Reflejo de incurvación del tronco: si se excita la piel de una zona costolumbar, la
columna se incurva hacia ese lado, como si se tendiera a abarcar en su concavidad al
agente estimulante.
 Reflejo de ojos de muñeca japonesa: si en estado de reposo vigil (pupilas en el
centro) imprimimos a la cabeza del bebé movimientos de rotación, los globos
oculares no acompañan el movimiento de la cabeza, ya que tienen un retardo para
seguir el movimiento de la cabeza. Quedan entonces fijos donde estaban, quedando
las pupilas descentradas en relación a la apertura de los párpados, dando la
impresión de que se desplazan en sentido contrario. Luego se reacomodan en la
línea media.

De las sinergias y automatismos primitivos al acto voluntario

Desde la perspectiva del desarrollo psicomotor se puede decir que en el primer año de vida
del niño los reflejos y automatismos arcaicos, luego de un período silencioso que desde
principio del tercer mes y que, según el reflejo, se extiende más o menos al cuso del
segundo trimestre, son reeditados en un nivel superior en las nuevas conductas del niño,
voluntarias, perfeccionadas y enriquecidas por aportes afectivos e intelectuales. Es decir
que sobre estos moldes primitivos se estructuran los nuevos logros.

La secuencia resultaría entonces: reflejos arcaicos – intervalo libre – movimiento voluntario


– automatismo definitivo.

La interacción temprana

La interacción temprana es un proceso con ciclos de participación y cese de participación


en el cual las series de conductas adquieren significado. Importancia de la influencia
recíproca para la interacción resultante. La conducta parental puede catalogarse según su
calidad como intrusiva, recíproca, empática o transgresora.

La capacidad de un bebé de comunicarse se ve favorecida o dificultada según la actitud


materna pueda o no constituirse en una “envoltura conductual” que contenga al bebé,
facilite el mantenimiento de sus estados de alerta y posibilite los ritmos necesarios de
atención y retraimiento.

Etapas del desarrollo en la interacción madre/bebé:

- Control homeostático
- Prolongación de la atención y la interacción
- Puesta a prueba de los límites
- Surgimiento de la autonomía

Para el estudio del RN importan principalmente las dos primeras:

Etapa de control homeostático: en los primeros momentos es importante la capacidad de


la madre de empatía y de identificación con el bebé, y la modalidad de los progenitores es
determinante para el desarrollo del niño. Son significativas las competencias iniciales del
RN para el proceso de organización que le permitirá ir consolidando sus propios controles y
regular diversos sistemas fisiológicos.

Para ampliar sus posibilidades de interacción con el entorno los bebés deben ser capaces
tanto de excluir como de recibir estímulos y también de controlar sus propios estados y
sistemas fisiológicos, lo que se va logrado paulatinamente, en base a la maduración del
sistema nervioso central y las experiencias vinculares.

En estos primeros tiempos, los adultos en función materna tienen como tarea aprender a
contener al bebé, a buscar formas de reducir la estimulación que el pequeño recibe para no
abrumar su delicado equilibrio y a ajustar sus propias respuestas conductuales a los
umbrales individuales y a los ritmos particulares de su hijo.

Prolongamiento de la atención: a medida que crece, y apoyándose en su creciente


posibilidad de autorregulación, los bebés comienzan a prolongar activamente la interacción
con el adulto significativo. Que la madre esté accesible, tanto cognitiva como
emocionalmente y que aprenda a detectar los momentos en los que el bebé es capaz de
prestar más atención y aquellos en los que esto no es posible contribuye a ese proceso. Al ir
ajustándose a los ritmos de su bebé logra una sincronización tal que le reporta incluso la
satisfacción de sentirse un adulto anhelado por el bebé.

Puesta a prueba de los límites: la mutua sincronización alcanzada puede prolongarse


dando lugar a la aparición de juegos en serie. Con ellos, tanto la madre como el niño
aprenden a ajustarse a los distintos ritmos, intensidades y manifestaciones conductuales de
cada uno. A su vez, van experimentando, tanto la madre como el bebé, una sensación de
dominio de su propia capacidad de control y expresión.

Surgimiento de la autonomía: después de la etapa anterior en la que el juego recíproco era


tan intenso, hay una fase de autonomía. El bebé, a partir del quinto mes, tiene mayor
conciencia del mundo que lo rodea. Hay mayor sensibilidad ante cada visión, sonido y
textura. Comienza a percibir la importancia de sus padres y los indicios que le permiten
prever el alejamiento de ellos. Se inician los juegos en los que les da y les quita su atención,
poniendo a prueba el vínculo y controlando la atención de ellos hacia él. Esto le permite al
niño comenzar a separarse e independizarse. La madre se sorprende ante las nuevas
respuestas y actitudes del bebé y ya no siente la misma capacidad de predecir su conducta
como antes.
 Gessell – El infante y el niño en la cultura actual

Cómo crece la mente. “la mente se manifiesta a sí misma”, esto quiere decir que casi todo
lo que hace el infante constituye un ejemplo de su mente en actividad. El niño evoluciona
como unidad, su cuerpo crece como crece su mente, incluso antes del nacimiento. Todo
crecimiento supone una organización, en el niño, incluso 5 meses antes de nacer, ya ha
formado las células nerviosas que ha de poseer. El crecimiento, es un proceso pautado, que
desde luego necesita un ambiente favorable.

El ciclo del desarrollo en el niño. Empieza por la fertilización del óvulo. El desarrollo
constituye un proceso continuo. Hay un factor individual que es tan poderoso, que no hay
niños de la misma edad exactamente iguales entre sí, aunque pensamos en una serie de
patrones en función de cada edad.
La conducta empieza a organizarse antes del nacimiento, y esa organización se produce
desde la cabeza hacia los pies, y desde las partes proximales a las distales. A medida que el
niño crece, las conductas pueden ser consideradas buenas o malas según la cultura.
1er trimestre 2do trimestre 3er trimestre
Conducta motriz Logro: visión “hambre Sostén cefálico 6m: se sienta
visual”. “hambre táctil” (trípode)
Reflejos arcaicos. Primeras prensiones 7m: posición sentada
Postura ovillo. voluntarias definitiva.
9m: gatea.
Manos: dominio
superior de la
combinación ojos-
manos.
Conducta Regulación de las Ansiedad Época de oro de la
adaptativa funciones psicomotriz ante un manipulación: puede
corporales. objeto (manipular, agarrar 2 objetos al
Sueño, duerme la mover, tocar, mismo tiempo, está
mayor parte del día. sacudir). descubriendo
Mueve sus ojos en tamaño, forma peso,
activa inspección. textura. Sigue siendo
Toca lo que ve. más experto con sus
Vigila más definida. ojos que con sus
manos.
Músculos de boca y
garganta más
organizados.
Conducta del Responde y Sonríe a la vista de Vocaliza (vocal y
lenguaje manifiesta. un rostro. consonante).
Sonidos guturales. Llanto diferenciado. Arrulla, gorjea.
Balbuceo, ronroneo, Lloriquea ante lo
gorjeo, risa. desagradable.
Conducta personal Presta atención al Nexos más fuertes Reconoce personas
social rostro humano. con su ambiente: de su ambiente: 8m.
No está preparado reconoce a su madre, Angustia ante
aún para el estímulo se acostumbra a extraños.
social. rutinas, sonríe al ver Es a la vez reservado
un rostro. (época sedentaria,
investigando) y
sociable (se porta
bien en los paseos).
4to trimestre (9-12m) 12 meses
Conducta motriz Logro: 10m se para con Plena corriente de
ayuda. transformación.
11-12m primeros pasos con En camino de aptitudes y
apoyo. patrones de conducta.
Manos: 11m pinza fina Primeros pasos, pero
Época de transición y prefiere arrastrarse.
emancipación. Puede trepar y moverse sin
perder el equilibrio.
Aprende a soltar aunque
todavía no controla bien los
músculos extensores.
Exagera la acción.
Conducta adaptativa Manipulación fina: le otorga Avanza en el uso de
el sentido de hueco-macizo, herramientas y noción de
continente-contenido, hueco y sólido.
arriba-abajo, separado- Coordina la actividad de
unido. Descubre la 3era comer y jugar: come con los
dimensión. dedos antes que con la
Sacude, agita, golpea cuchara.
objetos. La cuchara la agarra por el
Empuja, pellizca. mango, la mete dentro de la
Deja caer los objetos. taza.
Juega con objetos chicos
antes que con grandes:
agarra uno por uno, lo
suelta, lo vuelve a agarrar.
Conducta del lenguaje Vocaliza “mamá” “nam Llamado “eh” al despertar,
nam”. jugar y después llamar.
Balbucea. Balbucea excitado cuando
Al despertar, llamado llega la madre.
comunicativo “eh”.
Conducta personal social Período de mayor Gusta tener un auditorio:
sociabilidad: imita (aplaude, tendencia teatral a repetir
saluda con las manos, le conductas que provocan
gusta tener auditorio, risa. Le gusta el aplauso.
percibe mejor la acción de Muestras primitivas de
otros). afecto, celos, simpatía,
Le gusta el juego social. ansiedad.
Afirmativo: afirma su Puede evidenciar sentido del
autonomía (prefiere comer, humor.
tomar solo). Juegos de dar y tomar y
¿dónde está el bebé?
15 meses 18 meses
Conducta motriz Algo más que un infante. Proceso de organización de
Se consolidan las aptitudes y la marcha: conductas de idas
conductas. y vueltas (devolver cosas a
Caminar consolidado. su sitio).
Posición erguida. Denota avances en la
Pausas bípedas: prefiere consolidación de nociones
caminar o gatear a pero a la vez hay ciertos
arrastrarse. retrocesos: carece de
Impulso motor elemental agilidad en las muñecas, le
muy fuerte: actividad cuesta coordinar manos y
incesante. pies.
Corre: breves exploraciones
de locomoción.
Camina hacia atrás.

Conducta adaptativa Arroja los objetos (adelanto Lanzamiento.


sobre el soltar) La actividad gruesa
Forma una torre de dos predomina sobre la fina:
elementos (soltar arrastra, tira, vuelca,
controlado). empuja.
Pone bolita dentro de Todavía no domina bien la
botella. cuchara en la boca.
Se saca los zapatos. Si bien está inmerso en lo
Vuelca tachos de residuos. inmediato, aparece la noción
Deja la mamadera. de “cosa concluida” (le
gusta completar una
situación).

Conducta del lenguaje Juego que se va a convertir Maneja una docena de


en habla. palabras, completa con
Parlotea y gesticula. gestos expresivos y sonidos.
Por gestos puede indicar Sus palabras favoritas son
cuando está enojado. “todos fueron”, “todos se
fueron”, “gracias”, “adiós”,
“uy” (que denotan hechos
completos).
Conducta personal social Afirmativo: afirma su Más reservado en lo
autonomía. Se exige a sí expresivo.
mismo: quiere ejercer hasta Atención fragmentaria y
el exceso sus nuevas móvil.
facultades. Observa mucho: enfoques
Establece contactos cada rápidos y breves.
vez más definidos de Los otros niños son tratados
persona a persona. como objetos (pellizca,
Baila al ritmo de la música. empuja, tira, acaricia).
Juega de espaldas a otros
niños.
Le gusta esconderse y ser
encontrado.

 Reflejos del recién nacido (ficha de cátedra)

Apenas superado el cuerpo materno, el RN debe poner en funcionamiento su aparato


respiratorio por medio del llanto. Esto marca un límite entre el medio interior acuoso y el
nuevo status aéreo.

Los reflejos son las reacciones automáticas, involuntarias, que son desencadenadas por
estímulos externos o internos capaces de provocar un impulso que se transmite de un
receptor a un efector.

De supervivencia:

 Referidos a la alimentación: de búsqueda, se succión, de deglución.


 Otros (no desaparecen): tos, estornudo, bostezo, contracción pupilar, parpadeo,
hipo.

De inmadurez:

 De prensión palmar, de moro, tónico cervical, de marcha automática, de ojos de


muñeca japonesa, de inervación del tronco, de enderezamiento estático.

Un bebé RN sobre la mesa, sus miembros están flexionados en posición asimétrica, la


cabeza está rotada hacia un de los lados y los ojos aparecen semicerrados.

Reflejos de inmadurez (arcaicos):

Reflejos orales:

1) R. de búsqueda: movimiento de orientación de la cabeza y los labios del RN hacia


el lado donde se ejerce el estímulo.
2) R. de succión: introducir dedo en la boca, estimular mejillas, labio superior o
inferior y se producirá la búsqueda.
3) R. de deglución: mediante movimientos de la mandíbula logra que los labios
formen un sello alrededor del pezón, luego juguetea con la lengua que presiona al
pezón haciendo que la leche fluya.
4) R. de presión palmar: al tocar la palma de la mano, ésta se cierra con fuerza
incluyendo al pulgar.
5) R. de Moro: diferentes estímulos provocan en el RN un sobresalto que lo lleva a
extender bruscamente la cabeza y los miembros superiores e inferiores.
6) R. tónico cervical: resulta de la tendencia a mantener la cabeza rotada hacia un
lado del cuerpo. Posición del esgrimista. La actitud rotada de la cabeza le permitirá
al niño observar los objetos y personas del ambiente donde se encuentra, sobre todo
la propia mano.
7) R. de marcha automática: se sostiene al RN en posición vertical, se presiona la
planta de uno de los pies contra una superficie extiende una pierna y flexiona la
otra, observándose pequeños pasos.
8) R. de ojos de muñeca japonesa: realiza muy pocos movimientos oculares. Durante
el reposo vigil se podrá imprimir a la cabeza del RN un movimiento de rotación y
veremos un tipo de respuesta en la que los globos oculares no acompañan al
movimiento y parecen desplazarse en sentido contrario. Las pupilas quedan
descentradas con respecto a las aberturas del párpado. Pasados unos instantes
recuperarán su ubicación habitual.
9) R. de incurvación del tronco: posición decúbito ventral sobre una superficie
horizontal como suspendido en el aire, sostenido por la mano del examinador. Se
estimula la zona costolumbar se ve cómo la columna se inclina hacia ese lado.
10) R. de enderezamiento estático: ambos pies sobre superficie plana. Aumento de la
flexión y pasará a una extensión momentánea. Luego extenderá las piernas y
disminuirá la flexión del tronco.

 La adquisición de la marcha.

El desarrollo comprende todos los cambios progresivos, en una secuencia que tiende a una
complejidad y heterogeneidad cada vez mayor. Estos cambios son tanto cuantitativos
(crecimiento) como cualitativos (maduración).

Esta secuencia se sigue en dos direcciones: céfalo-caudal (de la cabeza a la cola) y


próximo-distal (del eje corporal a las extremidades).

Así, las conductas de presión y marcha se irán adquiriendo durante el primer año de vida…

3 meses – sostén cefálico: el tronco mantiene la cifosis generalizada propia de la posición


fetal y el nacimiento.

4 meses – comienzo de prensión: la dirección céfalo-caudal se combina con la próximo-


distal, dando lugar a la primera forma de prensión voluntaria, que se produce en espejo, con
los dos brazos convergiendo en el centro del eje corporal. A la vez, la parte superior del
tronco se rectifica.
6 meses – posición en trípode: la rectificación alcanza la parte media del tronco. El bebé
logra las primeras formas de la posición sentada. Posición trípode.

7-8 meses – posición sentada definitiva: tronco recto ya. El bebé puede mantener el
equilibrio logrando volver a la posición inicial. La presión también ha evolucionado: usa
cada mano de manera independiente y el pulgar ha comenzado a intervenir en el grasp. Las
piernas empiezan a tomar fuerza, el desarrollo ha alcanzado la cola, siguiendo la dirección
próximo-distal, se extiende por las extremidades inferiores.

9 meses – gateo: comienzan a gatear algunos bebés.

10 meses – posición en pie: el bebé ya logra permanecer en pie sosteniendo el peso del
cuerpo sobre las piernas.

11 meses – marcha con apoyo/pinza fina: equilibrio de la posición definitiva.


Adquisición de la pinza fina usando el pulgar y el índice. Ya logra caminar, pero sólo si un
apoyo externo ayuda a mantener el equilibrio. Mantiene la inclinación hacia adelante.

12-13 meses – marcha independiente: puede mantenerse en pie sin apoyo, y los primeros
pasos independientes, aunque aún bruscos y rígidos, hacen su aparición. El equilibrio
general ha mejorado, pero aún es dificultoso.

14-15 meses – afianzamiento: la marcha se ha afianzado lo suficiente para que los


trayectos sean más largos y las caídas bruscas menos frecuentes. Articulación talón-punta.
Puede subir escaleras, aunque aún sin alternar los pies.

18 meses – carrera: ya puede correr, lo que permite afirmar que la conducta de la marcha
ha sido adquirida.

Las edades de cada logro son relativamente variables, dependiendo del interjuego entre el
bagaje genético del bebé y la estimulación que el ambiente ofrezca. La herencia biológica
es una condición necesaria para la maduración, pero no suficiente; el medio puede acelerar
o retrasar los procesos.

Gesell – El infante y el niño en la cultura actual

2 AÑOS: Se sostiene firmemente sobre los pies pero todavía no camina erecto. Empieza a
hilvanar palabras y formar oraciones. Sube y baja escaleras sin alternar sus pies. Puede
patear una pelota. Le gusta correr, empujar, tirar, escapar. Se empieza a producir el control
voluntario de esfínteres. Prefiere el juego solitario. Observa antes de participar y no le gusta
compartir. Le gusta corretear, llenar y vaciar, poner y sacar, separar y juntar.
2 AÑOS Y MEDIO: el niño varía entre los extremos opuestos, su capacidad de elección es
débil por eso opta por las dos posibilidades. Hay deseos de ser útil y vuela la imaginación.
Le cuesta relajarse para dormir. Puede que no libere esfínteres con facilidad y retenga por
mucho tiempo. Quiere que todo se haga como de costumbre. Es generoso cuando muestra
sus juguetes, pero no permite jugar con ellos. Esta es la edad de las paradojas.
3 AÑOS: le gusta agradar y conformarse. Muy atento a las palabras. Sus pies son más
seguros y ágiles, le gusta subir y bajar escaleras a la carrera. Considerable control de sus
esfínteres. Puede desabrochar botones. Puede contar hasta tres. Le gusta comparar objetos.
Utiliza nuevas palabras y con mayor confianza. Mejor manejo de las relaciones sociales,
siendo capaz de simpatía. Tiene sentido del tiempo solamente como día y noche. Se puede
negociar con él y es capaz de esperar su turno.
3 AÑOS Y MEDIO: insiste en que las cosas se hagan a su manera. La clave (al contrario
del anterior) es la negativa a obedecer. En cualquier acto sea bañarse, levantarse, comer, no
se acatan las reglas. Resiste mucho a los demás, pero les pide mucho. De él deben salir
todas las órdenes. Suele pedir al adulto que lo tenga de la mano, teme a las alturas y a las
caídas. Tiene mucho sentido auditivo. Si le leen un libro, quiere estar constantemente
mirando las figuras. Puede ser muy cariñoso. Su capacidad verbal es ahora plena.
4 AÑOS: se elogia a sí mismo. Tiene poca percepción de las emociones de otros. Le
interesa la muerte, pero no la comprende bien. Mucho impulso motor. Puede hablar y
comer al mismo tiempo. Puede hacer interesantes tareas manuales. Es un gran hablador y
hace muchas preguntas. Su imaginación es vivaz. Es un niño polifacético. Suelen
organizarse en grupos de 3 o 4 niños, separándose mujeres y varones. Le gusta “poner a los
otros como un trapo”. Le gusta escuchar explicaciones y hacer muecas.
5 AÑOS: le gusta apegarse a su casa, a lo que conoce, a su madre. Quiere hacer lo correcto
y pide permiso. Es calmado, confiado, comunicativo, dependiente. Mejoran su control y su
juego es menos brusco. Son más capaces de aceptar el fracaso. Tienen interés por letras y
números. Es sincero y responsable. Es un gran conversador y emplea palabras con mucha
libertad. Es capaz de exagerar e inventar con demasiada fantasía. En cuanto a lo emocional,
hay buen ajuste y confianza en otros. Tienen miedo de ser abandonados por sus madres.
Los niños tienden más a contar historias de fantasía, y las niñas de realidad. Hay humor,
acciones ridículas, lenguaje tonto. Fuerte tendencia a autoprotegerse.

Stone y Church – El niño preescolar

(2 años y medio a 5). Al iniciar esta etapa la dentición de leche es completa y al finalizarla
se produce la caída del 1º diente. En cuanto al control de esfínteres, al inicio es incompleto
y al final, hay control total.
El niño preescolar es expresivo y espontáneo. Creciente dominio del lenguaje y de los
materiales. El ritmo de crecimiento disminuye con respecto a la aceleración de la infancia.
Características físicas: las piernas crecen + rápido q el resto del cuerpo. Se produce una
estilización física (abandono de apariencia de bebé). Rasgos faciales + definidos. Cambios
en la postura, la locomoción y la manipulación. Andar libre y seguro. Sube escaleras, trepa
árboles, da vueltas sobre el mismo lugar, pasan de la cuna a la cama, imita, baila, puntas de
pie, equilibrio, corre, juegos de construcción, dibuja, hace intervenir al lenguaje en su
asimilación del mundo. Toma CC de los demás niños y se comunica con ellos. Transición
entre dependencia e independencia.
Relaciones interpersonales: comienza a relacionarse con el mundo social, fuera de su
hogar. Nuevos vínculos con maestra y compañeros pares. Niños preescolares pequeños se
tratan como objetos, una vez q se inspeccionaron pueden jugar juntos. Primero juego
paralelo, monólogo dual, intercambio escaso. Luego, juego asociativo, contagio de
conducta, monólogos colectivos, egocentrismo. Hay simpatía, agresión y liderazgo hacia
los pares. Empatía, un niño se lastima y llora otro, ausencia de límites entre los
sentimientos de uno y de los otros. Al final, simpatía madura. Inestabilidad en amistades y
enemistades. Se pelean por la propiedad de objetos. Al final, juego cooperativo, distribuyen
roles. Malas palabras, sobre anatomía y eliminación. Su conducta social gira en torno al
juego.
Juego: 4 cambios en el juego.
• El niño convierte en juego todo lo que hace
• Seriedad en los juegos
• Diferencia al juego de la realidad
• Mayor imaginación
El juego se vuelve + social, aunque no disminuye el de placer sensorial, de habilidades y
afectivo-social. Domina el juego dramático  representación de papeles y temas de la vida
doméstica y luego de la fantasía. Expresan lo q les importa, lo q los asusta y sus
obligaciones. Se pone en lugar de otras personas. Cambian rápido de papeles. Al principio
asumen papeles de cualquier sexo, a los 3 años se dan cuenta de la diferencia sexual.

Realidad y fantasía: intercambiables. Los sueños y dibujos animados son reales. Cree que
puede influir en acontecimientos a su voluntad. Concepción mágica. Su humor es grotesco.
Engaños para modificar la realidad. Al final es realista en su moral y no acepta engaños de
ningún tipo. Necesita objetos + realistas para sus juegos. Aparecen compañeros
imaginarios, por compañía, temor, culpa.
Actividades: conversan con sus padres, investigan la naturaleza, existencia de Dios,
funciones del cuerpo, enfermedades, muerte, Papá Noel. Si saben contar juegan a juegos de
salón. Hace trampa, detesta perder. Construye con bloques, escucha música.
Dominio de materiales: usa materias primas para crear nuevos productos. Usa herramientas.
Decora. Dibuja personas, con cabeza y torso yuxtapuestos, cabeza grande y son + altas q
árboles y casas. Al final, construcciones equilibradas.
CC de sí: aumenta mientras se diferencia psicológicamente de su entorno. Se vuelven
púdicos en la exhibición de su cuerpo. Aumenta la CC del propio cuerpo y su CC de
vulnerabilidad, aparecen temores respecto de la integridad física. Pueden ser realistas o no.
Miedo a la finalidad de la muerte.

Conocimiento de los cambios a través del tiempo. Le gusta mirar fotos de él + chico.
Conocen las partes externas importantes del cuerpo. Su pensamiento es egocéntrico, tiene
CC de sí y de los demás pero no las relaciona.

Osterrieth – La evolución del dibujo infantil.

Eje psicoanalítico:
 Nuevos aportes del estudio de interacciones tempranas y de investigaciones
empíricas en infantes a la comprensión psicoanalítica de la estructuración
psíquica. – Schejtman

Psicoanálisis y psicología evolutiva: infancia como etapa productora de las bases para el
desarrollo del individuo y crucial para la psicopatología adulta.

Acá se tendrán de tender puentes entre conceptualizaciones psicoanalíticas clásicas de los


primeros tiempos de estructuración psíquica y los aportes de autores que estudiaron los
momentos iniciales de la vida desde la perspectiva evolutiva basada en la observación
directa de interacciones tempranas.

Primeros momentos de estructuración psíquica y aportes de la investigación en infantes:

Freud  viviente humano desvalido e incapaz de llevar a cabo la acción específica


necesaria para cancelar la insatisfacción proveniente de la tensión endógena que le
producen sus necesidades básicas de hambre y abrigo.

La imposibilidad del infante para autopercatarse de su malestar y la incapacidad para


resolverlo requieren de un adulto auxiliador observador que pueda leer los indicios de los
estados afectivos del infante.

Freud llamó “yo de realidad inicial” a la instancia incipiente que ha distinguido un adentro
y un afuera según una buena marca objetiva: el infans casi inerme muy pronto se halla en
condiciones de establecer un primer distingo y una primera orientación entre estímulos de
los que puede sustraerse mediante una acción muscular (huida) y otros estímulos frente a
los cuales una acción así resulta inútil, pues conservan su carácter de esfuerzo constante. A
los primeros, los imputa a un mundo exterior y los segundos son la marca de un mundo
interior, correspondiente a necesidades pulsionales. Es en la eficacia de la actividad
muscular que el viviente humano encuentra un asidero para separar un afuera y un adentro.

El concepto de yo de realidad inicial plantea una primera discriminación “objetiva” entre


estímulos interiores y exteriores que se subsumirá al principio de placer-displacer,
consecuencia de la vivencia de satisfacción.

Los cuidadores parentales satisfacen simultáneamente las pulsiones autoconservativas, a


través de la satisfacción real de la necesidad y de las pulsiones sexuales, a través del plus
libidinal con el que ejercen sus cuidados, ubicando al infans bajo predominio del principio
de placer. Así el desvalimiento es reemplazado por un yo placer que prolonga el estado
narcisista primordial.

Principio de constancia: tendencia a evitar el aumento de displacer proveniente de la


excitación. El yo placer purificado quiere introyectarse todo lo bueno, proyectando la
hostilidad hacia el exterior.

Este yo de placer purificado es indispensable para adquirir una organización mínima que
permitirá al sujeto tolerar posteriormente lo desagradable.

Siguiendo la línea freudiana de la teoría del apuntalamiento (fusión entre necesidad


biológica y necesidad afectiva), R. Spitz publicó trabajos sobre la depresión anaclítica en
niños. La deprivación afectiva parcial o total llevaba a detenciones del desarrollo,
propensión a contraer enfermedades y en los casos extremos a rechazo total a alimentarse y
muerte por marasmo.

Winnicott diferencia lo “temprano”, registrado por los observadores de bebés, de lo


“profundo” proveniente de la construcción propuesta desde el psicoanálisis. Winnicott
plantea la existencia de un desfasaje entre la interpretación profunda psicoanalítica de un
material clínico resultante de conjeturar acerca de situaciones de la primera infancia y su
verificación en la observación directa de observaciones tempranas.

Hay sutiles influencias del ambiente de las cuales el infante no puede percatarse.

Los infantes poseen un notable desarrollo de las capacidades perceptivas innatas singulares
y diferenciadas y produjeron un cambio en la concepción de los primeros tiempos de la
vida. Se encontraron patrones de comportamiento tales como la habituación, irritabilidad,
consolabilidad, reactividad ante estímulos, la aceptación o rechazo de acercamiento físico y
otros. Esto puede relacionarse con la intuición de un yo real primitivo, caracterizado por
montantes biológicos singulares y “objetivos” que se fusionarán con el intercambio
libidinal y narcisizante del objeto primario.

El nuevo “paradigma relacional” deja de concebir a la madre como objeto del niño y pasa a
estudiar su participación real, sus comportamientos y sus fantasmas inconscientes. La
relación madre-hijo y luego madre-padre-hijo pasan a ser las nuevas unidades de análisis.

Los bebés son activos iniciadores de interacción. Los seres humanos tienen una fuerte
necesidad innata de contacto intersubjetivo y bidireccional.

El primer desafío del infante es el logro y mantenimiento de la homeostasis fisiológica y


emocional, y éste es un proceso diádico y bidireccional. El adulto es una parte del sistema
regulador del infante.

Cada configuración (expresividad) comunica claramente el estado afectivo, la conducta


comunicativa está organizada.

El investimiento libidinal por parte de la madre articula autorregulación con autoerotismo,


concebido éste como ligazón estructurante del exceso de cantidad de excitación. Si el
ambiente falla en el acompañamiento positivo al proceso de autorregulación del bebé, en
lugar de autorregulación puede producirse retraimiento.

Aportes de la teoría del Apego.

Bowlby:

Postula una necesidad humana universal para formar vínculos afectivos estrechos. La
reciprocidad de las relaciones tempranas como precondición del desarrollo normal es el
núcleo de esta teoría.

El apego del infante humano se define como la búsqueda de proximidad y mantenimiento


de cercanía física alrededor de una figura o figuras diferenciadas.

La proclividad biológica de apegarse y buscar cercanía permanente con la figura de apego


constituiría una “base segura” para el niño la cual le facilitará la exploración del mundo
circundante.

La discontinuidad temprana en el vínculo de apego tiene gravosas consecuencias en el


sentimiento de sí del niño y en la calidad de la construcción de vínculos afectivos para toda
la vida.

Para Bowlby, el apego es en sí mismo un sistema motivacional de base biológica, mediante


el cual el infante busca la proximidad con el adulto con el cual vivencia la regulación de sus
estados físicos y afectivos.
El sistema de apego es un regulador de la experiencia emocional, y brinda al niño una
vivencia de seguridad.

El infante irá a buscar la proximidad física con el cuidador con la esperanza de ser calmado
y de recobrar la homeostasis. La conducta del infante hacia el final del primer año adquiere
carácter intencional. Sus experiencias pasadas con sus cuidadores son incorporadas en sus
sistemas representacionales a los cuales Bowlby denominó “modelos internos activos” o
“modelos internos de trabajo”, antecedentes de la representación.

Bowlby describió un gradiente de reacciones frente a la separación de la figura de apego


que va desde “protesta, desesperación y desapego”:

1) Protesta: la etapa inicial de protesta se caracteriza por la necesidad y búsqueda de


ubicación de la figura de apego, que se expresa en llamadas esperanzadas, llanto y
rabia.
2) Desesperación: al cabo de unos días, si continúa la separación de la figura de
apego, los niños atraviesan una fase de desesperación; aparentemente todavía
preocupados por el progenitor perdido. Los niños suelen volverse apáticos y retiran
el interés por el entorno.
3) Desapego: en esta etapa final, los niños empiezan a fijarse en el entorno inmediato,
incluyendo otros cuidadores y otros niños. Ignoran y evitan activamente la figura de
apego primaria a llegar al momento eventual del reencuentro, y algunos parecen no
poder recordarla.

Bowlby concluyó que estos fallos de reconocimiento respondían más a mecanismos de


defensa represivos y evitativos frente a la ausencia de la figura anhelada. Las secuelas de
tales separaciones mayores “traumáticas” incluyeron no sólo la aparición de ansiedad y
ambivalencia con respecto a las personas previamente queridas, sino también,
eventualmente, un estado de desapego (indiferencia) en el cual se reprimían tanto
sentimientos afectuosos como hostiles.

Experimento de niños separados temporariamente de la madre.

Fonagy propone que estas experiencias permiten inferir acerca de los procesos de
construcción de la representación.

Podemos inferir que la representación de la madre se fue transformando de una figura


buscada y anhelada, asociada a una experiencia placentera de apego, en una figura que
evoca el dolor producido por su ausencia, por lo tanto hostil y que el niño desea evitar.

Bowlby aspiraba a rescatar la naturaleza biológico-evolucionista del sistema de apego


como sistema regulador bio-social homeostático abierto.
Patrones de apego – Estudios de Mary Ainsworth

Diseñó una situación de laboratorio llamada “la situación extraña”, el test de apego más
reconocido y utilizado.

El dispositivo experimental de la situación extraña consiste en 3 etapas. En la primera,


infantes de 12 meses y sus mamás comparten una situación de juego libre con un
investigador (la persona extraña). Posteriormente, la madre se retira por unos minutos para
luego retornar y reencontrarse con su hijo. Las diferentes reacciones de los niños frente a la
separación y al encuentro posterior dieron lugar a la formulación de cuatro patrones básicos
de apego:

1) Apego seguro: estos niños exploran rápidamente el ambiente en presencia de la


madre previo a la separación, se los nota ansiosos ante la presencia del extraño y la
evitan. Se ven perturbados por la breve ausencia de la madre y buscan rápidamente
el contacto y reaseguro de ésta cuando retorna.
2) Apego ansioso/evitativo: tienden a aparecer menos ansiosos por la separación,
muestran indiferencia frente al extraño, pueden no buscar la proximidad de la madre
después de la separación, y pueden no preferir a la madre más que al extraño. Estos
niños sobrerregulan afectos y evitan situaciones que producen stress.
3) Apego ansioso/resistente: muestran exploración limitada del ambiente próximo y
poco juego aún antes de la separación. Tienden a ser altamente perturbados por ésta
y presentan dificultad al reencontrarse con su madre, subrregulan afectos mostrando
agitación tensión, llanto pasivo, etc. La presencia de la madre o sus intentos de
calmar al niño fracasan, y la ansiedad y rabia del infante parecen impedir que
obtenga alivio con la proximidad de la madre.
4) Apego desorganizado: exhibe conductas aparentemente no dirigidas hacia un fin,
dando la impresión de desorganización y desorientación. Manifiestan
inmovilización, golpeteo con las manos, golpeteo con la cabeza, altos niveles de
ansiedad, deseo de escapar de la situación aún en presencia de la madre. En estos
casos se encontró que las madres se ubicaban como fuente de reaseguro y de temor
simultáneamente, activando intensas motivaciones conflictivas.

Resumiendo, los infantes seguros parecen vivenciar interacciones mejor coordinadas con
sus padres que se muestran sensibles, raramente sobre-estimulantes y parecen más hábiles
en reestabilizar las respuestas emocionales desorganizantes del niño. Por lo tanto, los niños
logran permanecer relativamente organizados en situaciones de estrés.

El niño “seguro” puede adueñarse de su experiencia interna, y comprender a sí mismo y a


los otros como seres intencionales cuya conducta está organizada por estados mentales,
pensamientos, sentimientos, creencias y deseos.
Los niños con apego ansioso/evitativo han tenido experiencias en las cuales su activación
emocional no fue reestabilizada por los padres o que fueron sobrestimulados por conductas
parentales intrusivas; por lo tanto, sobrerregulan su afecto y evitan situaciones que pudieran
ser perturbadoras. Los niños con apego ansioso-resistente subrregulan afectos,
incrementando su expresión de malestar, posiblemente en un intento de despertar la
respuesta esperada por parte de la madre.

Aportes de Daniel Stern:

Plantea que el desarrollo no se da por cambios progresivos sino por saltos que describen
procesos co-creados entre el infante y sus cuidadores.

Partiendo de una orientación psicoanalítica construye sus teorías a partir de un enfoque


evolutivo prospectivo no basado en la psicopatología.

Stern se ha interesado en la ampliación del estudio del vínculo temprano más allá de la
teoría del apuntalamiento (relación entre las pulsiones de autoconservación y las pulsiones
sexuales). Las investigaciones muestran que más frecuentemente la regulación se sostiene
en el intercambio de conductas sociales que en la satisfacción de la necesidad instintiva.

Stern profundizó en el enfoque interpersonal.

Propone que los infantes tienen una vida subjetiva y ubica en el centro de su indagación al
sentido de sí mismo, una experiencia subjetiva organizadora que partiendo de lo preverbal
va adquiriendo sentidos más complejos hasta llegar a lo verbal.

Encontró que los infantes poseen una capacidad general innata para tomar información
recibida en una modalidad sensorial y traducirla a otra modalidad sensorial sin aprendizajes
previos.

Experimento: vendaron por unos segundos los ojos a bebés de 3 semanas y les dieron a
succionar uno de dos chupetes diferentes, uno con tetilla esférica y otro con protuberancias
en distintos puntos. Al quitarles la venda, los bebés dirigían su vista por un tiempo más
prolongado al chupete que habían succionado. Esto cuestionaba las investigaciones de
Piaget que plantea la necesidad de construcción de esquemas específicos.

Stern considera que los bebés están preconstituidos para realizar este tipo de equivalentes
transmodales, y para forjar ciertas integraciones de su experiencia sensorial. Los infantes no
necesitan tener experiencias repetidas para formar algunas de las piezas del sí mismo y del
otro.
Para Stern, cada etapa es una oportunidad única de desarrollo, pero también lo es de cierre
y autonomía. El desarrollo también implica cierre y selección, capacidad de seleccionar
estímulos metabolizables y evitar la inundación.

La capacidad de ir cerrándose y seleccionar estímulos tiene un progreso evolutivo cuyos


indicadores de autorregulación y autonomía se van complejizando.

4 meses: utilizan la desviación de la mirada para expresar su deseo de cesar interacción.

7 meses: ya expresan su deseo de autonomía con gestos claros de corte y vocalizaciones.

14 meses: muestra excitación y placer por huir del adulto.

2 años: ya es el lenguaje el que manifiesta el deseo del niño de autovalerse y autosostenerse


a sí mismo.

Stern plantea que los infantes comienzan a experimentar desde el nacimiento un sentido del
sí mismo emergente.

Primero no hay diferenciación de sí mismo-otro. De los 9 y 18 meses el infante logra un


sentido de sí mismo subjetivo a partir del cual se experimenta a sí mismo y al otro en
términos de compartir y diferenciar intenciones. El infante descubre que tiene una mente y
que otros también la tienen. Comienza a compartir estados afectivos. Entonamiento
afectivo. El infante lee la acción del progenitor como teniendo que ver con su propia
experiencia emocional.

A los dos años se produce el sentido del sí mismo verbal. Lenguaje como nueva forma de
relacionamiento y el lenguaje como un problema para la integración de la experiencia del sí
mismo y la experiencia del otro.

 Winnicott – Realidad y juego.

Fenómeno transicional: El espacio transicional es virtual, se abre entre la subjetividad del


infante y el reconocimiento del mundo exterior. Los fenómenos transicionales son
generadores de ese espacio potencial de experiencia. Son fenómenos de características
ilusorias que deviene en ámbitos y procesamientos distinguibles y relacionables.

La zona inmediata a que me refiero es la que se ofrece al bebé entre la creatividad


primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de la realidad. Los fenómenos
transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene
sentido para el ser humano la idea de una relación con un objeto que otros perciben como
exterior a ese ser.

Entre las riquísimas pautas que exhiben los bebés en su uso de su primera posesión de
“no-yo” se puede estudiar la iniciación de un tipo afectuoso de relación de objeto. Aquí se
introducen los términos “objetos transicionales” para designar la zona intermedia de
experiencia, “entre el pulgar y el osito”.

El parloteo del bebé y la manera en que un niño mayor repite un repertorio de canciones y
melodías mientras se prepara para dormir se ubican en la zona intermedia como fenómenos
transicionales. Consisten en diversas experiencias funcionales en las cuales se observan
pautas establecidas de conducta que suelen ser acompañadas de pensamientos o de
fantasías. Mientras succiona el pulgar, con la otra mano el bebé toma un objeto exterior,
digamos una parte de la sábana o frazada y lo introduce en la boca junto con los dedos.
Desde los primeros meses, el bebé arranca lana y la reúne y la usa para la parte acariciadora
de la actividad; es menos común que trague la lana, incluso hasta el punto de provocar
trastornos.

Se producen movimientos de masticación acompañados por sonidos “mam-mam”,


balbuceos, ruidos anales, las primeras notas musicales, etc.

Objeto transicional: La paradoja que rodea y sostiene al bebé, estructurante del psiquismo
implica que el objeto es a la vez creado subjetivamente por el bebé y encontrado
objetivamente por él. El objeto transicional es el símbolo de la unión de estos dos puntos de
vista en apariencia contradictorios.

El espacio transicional es como un puente que genera, une y separa a la vez el interior y el
exterior del sujeto, y sólo importa lo que transita, se intercambia y transforma en él. Es
claro que lo transicional no es el objeto. Este representa la transición del bebé de un estado
en que se encuentra fusionado a la madre a uno de relación con ella como algo exterior y
separado. El objeto transicional indica que se inicia un vínculo con el mundo exterior,
aceptable y elegido por el propio self; siendo el punto de partida de una capacidad para
animar el mundo, crearlo-encontrarlo viviente y real.

El bebé adquiere ciertos derechos sobre el objeto, y nosotros los aceptamos. Pero desde el
comienzo existe cierta característica de la anulación de la omnipotencia. El objeto es
acuñado con afecto y al mismo tiempo amado y mutilado con excitación. Tiene que
sobrevivir al amor instintivo, así como al odio y a la agresión pura. Para el bebé debe
parecerle que irradia calor, o que se mueve, o que posee cierta textura, o que hace algo que
parece demostrar que posee una virtualidad o una realidad propia. Se permite que su
destino sufra una descarga gradual, sin ser forzado. No se lo olvida ni se lo llora, sino que
pierde significación gradualmente.

Es cierto que un trozo de frazada (o lo que fuere) simboliza un objeto parcial, como el
pecho materno. Pero lo que importa no es tanto su valor simbólico, sino su realidad. El que
no sea el pecho (o la madre) tiene tanta importancia como la circunstancia de representar al
pecho (o la madre). Cuando se emplea el simbolismo el niño ya distingue con claridad entre
la fantasía y los hechos.

Teoría ilusión-desilusión: Zona Intermedia: la tensión de vincular la realidad interna con


la exterior es característica de todos los seres humanos, el alivio de esta tensión lo
proporciona una zona intermedia de experiencia. Dicha zona es una continuación directa de
la zona de juego del niño pequeño que "se pierde" en sus juegos.

Al comienzo la madre ofrece al bebé la oportunidad de crearse la ilusión de que su pecho


es parte de él. Lo mismo puede decirse del cuidado en general del niño, en los momentos
tranquilos entre una y otra excitación. La omnipotencia es casi un hecho de la experiencia.
La tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al bebé en forma gradual, pero no lo
logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión.

Curiosamente, para que algo devenga real tiene que partir de una ilusión. Si lo real es
presentado sin la cobertura ilusoria, adquiere una cualidad fáctica, ajena al sujeto. Por lo
tanto, la sustancia con la que se construye el encuentro es la de la ilusión. El bebé crea el
pecho una y otra vez a partir de su capacidad de amor, o (podría decirse) de su necesidad.
Se desarrolla en él un fenómeno subjetivo.

En un primer momento hay una superposición entre lo que la madre proporciona y lo que
el bebé puede concebir al respecto. No hay intercambio entre él y la madre. En términos
psicológicos, el bebé se alimenta de un pecho que es parte de él, y la madre da leche a un
bebé que forma parte de ella.

Luego, en un segundo momento se da forma a la zona de ilusión, para mostrar cuál


entiendo yo que es la función principal del objeto y el fenómeno transicionales. Uno y otro
inician al ser humano una zona neutral de experiencia que no será atacada.

La tarea principal de la madre (aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión) consiste
en desilusionarlo. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual, queda
preparado el escenario para las frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete.

 Winnicott – La familia y el desarrollo del individuo: La relación inicial de una


madre con su bebé.

El bebé significa diversas cosas para la fantasía inconsciente de la madre, pero tal vez el
rasgo predominante sea la disposición y la capacidad de la madre para despojarse de todos
sus intereses personales y concentrarlos en el bebé.
Hay dos clases de trastorno materno: en un extremo tenemos a la madre cuyos intereses
personales son demasiados compulsivos como para abandonarlos, lo cual le impide
sumergirse en ese estado que casi parece una enfermedad (el embarazo), aunque constituya
un signo de salud. En el otro extremo, tenemos a la madre que tiende a estar
permanentemente preocupada por algo y el niño se convierte entonces en su preocupación
patológica.

Es parte del proceso normal que la madre recupere su interés por sí misma y que lo haga a
medida de que el niño sea capaz de tolerarlo. El primero tipo de madre enferma no puede
destetar al niño porque nunca lo tuvo realmente; el otro tipo tiende a hacerlo en forma
demasiado brusca y sin tener en cuenta la necesidad que se va desarrollando gradualmente
en el niño de ser destetado.

Una madre suficientemente buena es la que lleva a cabo la adaptación activa a las
necesidades y que la disminuye poco a poco, según la creciente capacidad del niño para
tolerar los resultados de la frustración. Dicha adaptación activa exige una preocupación
activa y tolerada respecto del bebe. Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del
principio de placer al de realidad sin una madre suficientemente buena.

Es precisamente este niño con un yo fuerte, gracias al apoyo yoico de la madre, el que se
convierte desde temprano en él mismo; real y verdaderamente. Cuando el apoyo yoico de la
madre no existe, es débil o tiene altibajos, el niño no puede desarrollarse en forma personal.
Aquí tiende a aparecer patrones de conducta (inquietos, suspicaces, apáticos, inhibidos,
sometidos)

Hay tres funciones básicas maternas:

Sostenimiento (Holding): la forma en que la madre toma de sus brazos al bebé está muy
relacionada con su capacidad de relacionarse con él. El hecho de sostenerlo de manera
apropiada constituye un factor básico del cuidado. Cualquier falla provoca una intensa
angustia en el niño, puesto que no hace sino cimentar: la sensación de desintegrarse, de
caer, el sentimiento de que la realidad externa no puede usarse de reaseguración y otras
ansiedades.

Manipulación: contribuye a que se desarrolle en el niño una asociación psicosomática que


le permite percibir lo “real” como contrario de lo “irreal”. La manipulación deficiente
contribuye contra el desarrollo del tono muscular y contra lo que llamamos “coordinación”.

La mostración de objetos o realización: esto es hacer real el impulso creativo del niño,
promueve en el bebé la capacidad de relacionarse con objetos. Las fallas en este sentido
bloquean el desarrollo del niño para sentirse real al relacionarse con el mundo concreto de
los objetos y los fenómenos.
 Freud – Tres ensayos de teoría sexual. II. La sexualidad infantil

AMNESIA INFANTIL. Durante la infancia mostrábamos abiertamente amor, celos, y otras


pasiones. Luego de la amnesia infantil éstas son olvidadas; no obstante, dejan las más
profundas huellas en la vida anímica, y son determinantes para todo desarrollo posterior.

(1) EL PERÍODO DE LATENCIA SEXUAL DE LA INFANCIA Y SUS


RUPTURAS.

LAS INHIBICIONES SEXUALES: Durante el periodo de latencia se edifican los poderes


anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones de la pulsión sexual.

FORMACIÓN REACTIVA Y SUBLIMACIÓN: La energía de las mociones sexuales


infantiles es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines. Mediante esta desviación, se
adquieren los componentes para cualquier logro cultural. Estas mociones sexuales serían en
sí perversas, y construirían los diques psíquicos de la moral, la vergüenza y el asco.

(2) LAS EXTERIORIZACIONES DE LA SEXUALIDAD INFANTIL

EL CHUPETEO: Consiste en un contacto de succión con la boca, repetido rítmicamente,


que no tiene como fin la nutrición. Los labios se comportan como zona erógena. Al
principio esta acción estaba relacionada con la búsqueda de alimento, luego se divorcia de
este fin.

AUTOEROTISMO: En este caso la pulsión se satisface en el cuerpo propio (es auto-


erótica). La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de placer (ya vivenciado y
ahora recordado), así la satisfacción se obtiene mamando rítmicamente. Su primera
actividad que fue mamar el pecho materno, no pudo menos que familiarizarlo con ese
placer. El niño prefiere una parte de su propio cuerpo porque le resulta más cómodo, y
además se procura una segunda zona erógena por así decirlo.

(3) LA META SEXUAL DE LA SEXUALIDAD INFANTIL


CARACTERES DE LAS ZONAS ERÓGENAS: Es un sector de piel o de mucosa en el
que ciertas estimulaciones provocan una sensación placentera de determinada cualidad. La
propiedad erógena puede adherirse a ciertas partes del cuerpo.

META SEXUAL INFANTIL: la meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la


satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que se ha escogido.
Esta satisfacción tiene que haberse vivenciado antes, y la necesidad de repetirla es por la
existencia de un sentimiento de tensión (displacer) y una sensación de estímulo
condicionada centralmente y proyectada a la zona erógena periférica.

(4) EXTERIORIZACIONES SEXUALES MASTURBATORIAS

ACTIVACIÓN DE LA ZONA ANAL: es apta para proporcionar un apuntalamiento de la


sexualidad. El valor erógeno de este sector es muy grande. Los trastornos intestinales tan
frecuentes en la infancia se ocupan de que no falten excitaciones en esta zona. Para
provocarse placer, algunos niños suelen retener las heces hasta que la acumulación de éstas
provoca fuertes contracciones musculares.

ACTIVACIÓN DE LAS ZONAS GENITALES: las activaciones sexuales de esta zona son
el comienzo de la posterior vida sexual normal. Es inevitable una sensación placentera por
los lavados y frotaciones del cuidado corporal, además de por ciertas excitaciones
accidentales. Esto crea una necesidad de repetirla. Mediante el onanismo del lactante se
establece el futuro primado de esta zona erógena para la actividad sexual. La acción que
elimina el estímulo consiste en un contacto de frotación con la mano o en una presión
ejercida por la mano o apretando los muslos.

Hay que distinguir 3 fases en la masturbación infantil:

a. la del periodo de lactancia.


b. Breve florecimiento de la práctica sexual (4 años)
c. Onanismo de la pubertad

SEGUNDA FASE DE LA MASTURBACIÓN INFANTIL: antes de los 4 años, la pulsión


sexual suele despertar de nuevo la zona genital y durar un lapso, hasta que luego una nueva
sofocación la detiene o bien proseguir sin interrupción. Todos los detalles de esta segunda
activación sexual infantil dejan tras sí las más profundas (icc) huellas en la memoria, y
determinan el desarrollo de su carácter. Por medio del psicoanálisis se logra hacer
consciente lo olvidado.

RETORNO DE LA MASTURBACIÓN DE LA LACTANCIA: la excitación sexual del


período de lactancia retorna en los años de niñez. Puede hacerlo como un estímulo de
picazón que reclama una satisfacción onanista, o como un proceso del tipo de una polución,
que alcanza la satisfacción sin ayuda de ninguna acción. Causas internas y externas son
decisivas para la reaparición de la actividad sexual. Como el factor exterior más importante,
está la influencia de la seducción, que trata al niño como objeto sexual y le enseña a
conocer la satisfacción de las zonas genitales (secuela de ello es la compulsión a la
masturbación). El despertar de la sexualidad del periodo de lactancia también puede
producirse en forma espontánea a partir de causas internas.

DISPOSICIÓN PERVERSA POLIMORFA: bajo la influencia de la seducción, el niño


puede convertirse en un perverso polimorfo. Según la edad, el niño todavía no ha erigido o
están en formación los diques anímicos contra los excesos sexuales.

PULSIONES PARCIALES: la vida sexual infantil también muestra componentes que


envuelven a otras personas en calidad de objetos sexuales. (Por ejemplo, las pulsiones del
placer de ver y de exhibir). El niño pequeño carece de vergüenza, y en ciertos años muestra
complacencia al desnudarse y poner énfasis en sus genitales. La curiosidad por ver los
genitales de otras personas se hace manifiesta un poco más adelante. La perversión de ver
puede adquirir gran importancia para la vida sexual del niño.

Con independencia respecto de otras prácticas, se desarrollan los componentes crueles de la


pulsión sexual. La moción cruel proviene de la pulsión de apoderamiento y emerge en la
vida sexual en una época en que los genitales no han asumido aún el papel que
desempeñarán después. Niños que presentan una crueldad hacia los animales por ejemplo,
despiertan la sospecha de una práctica sexual prematura e intensa proveniente de las zonas
erógenas.

(5) LA INVESTIGACIÓN SEXUAL INFANTIL

LA PULSIÓN DE SABER: se inicia entre los 3 y los 5 años. Su acción corresponde a una
manera sublimada del apoderamiento y trabaja con la energía de la pulsión de ver. La
pulsión de saber de los niños recae con mucha intensidad sobre los problemas sexuales.

EL ENIGMA DE LA ESFINGE: la llegada de un nuevo hermanito significa una amenaza


para el niño. Este hecho lo vuelve reflexivo, ya que le produce miedo a que lo priven de
cuidados y de amor. Su primer problema será ¿De dónde vienen los niños?, a partir del
cual, surgirán distintas teorías, todas erradas.

COMPLEJO DE CASTRACIÓN Y ENVIDIA DEL PENE: las formaciones sustitutivas del


pene perdido de la mujer cumplen un importante papel en la conformación de muchas
perversiones; la niña es presa de la envidia del pene, que culmina en el deseo de ser varón.
El supuesto de que todas las personas poseen el mismo genital (masculino) es uno de los
primeros dichos asombrosos que implican una teoría sexual infantil.

TEORÍAS DEL NACIMIENTO: que vienen del pecho, que son extraídos del vientre, o que
el ombligo se abre para dejarlos pasar. Los hijos se conciben por haber comido algo en
especial y se los da a luz por el intestino, como a la materia fecal.

CONCEPCIÓN SÁDICA DEL COMERCIO SEXUAL: si los niños son espectadores del
comercio sexual entre adultos, conciben el acto sexual como una especie de maltrato, algo
sádico. Una impresión como esta contribuye mucho a la disposición para que surja luego un
desplazamiento sádico de la meta sexual.

EL TÍPICO FRACASO DE LA INVESTIGACIÓN SEXUAL INFANTIL: las teorías


sexuales infantiles dan prueba de una gran comprensión sobre los procesos sexuales;
aunque la investigación ignora los papeles del semen fecundante y la abertura sexual
femenina. Esta es una investigación siempre solitaria, y establece un extrañamiento del niño
respecto de las personas de su contorno, que antes habían gozado de su plena confianza.

(6) FASES DEL DESARROLLO DE LA ORGANIZACIÓN SEXUAL

La vida sexual infantil es esencialmente autoerótica y sus pulsiones parciales singulares


aspiran a conseguir placer cada una por su cuenta.

ORGANIZACIONES PREGENITALES: son pregenitales las organizaciones de la vida


sexual en que las zonas genitales todavía no han alcanzado su papel hegemónico. La
primera es la organización ORAL, donde la actividad sexual no se ha separado todavía de
la nutrición. El chupeteo puede verse como un resto de esta fase. Una segunda organización
es la SÁDICO-ANAL, donde ya se ha desplegado la división en opuestos (activo y pasivo).
La actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del
cuerpo, y como órgano de la meta sexual se constituye la mucosa del intestino. En esta fase
ya son pesquisables la polaridad sexual y el objeto ajeno.
AMBIVALENCIA: esta forma de organización sexual puede conservarse a lo largo de toda
la vida. El predominio del sadismo y de la zona anal le imprimen un sesgo arcaico.

A menudo se consuma una elección de objeto donde el conjunto de afanes sexuales se


dirigen a una persona única, y en ella quieren alcanzar su meta. La unificación de las
pulsiones parciales y su subordinación al primado de los genitales no son establecidos en la
infancia.

LOS DOS TIEMPOS DE LA ELECCIÓN DE OBJETO: la elección de objeto se realiza en


dos tiempos. La primera se inicia entre los 2 y los 5 años y el periodo de latencia la detiene.
La segunda sobreviene con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida
sexual. La elección de objeto de la época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos
infantiles y empezar de nuevo como corriente sensual.

(7) FUENTES DE LA SEXUALIDAD INFANTIL

La excitación sexual nace:

a. como calco de una satisfacción vivenciada a raíz de otros procesos orgánicos.


b. Por una apropiada estimulación de zonas erógenas
c. Como expresión de algunas pulsiones

EXCITACIONES MECÁNICAS: hay producción de una excitación sexual mediante


sacudimientos mecánicos del cuerpo. Debemos distinguir de ellos tres clases de estímulo:
los que actúan sobre el aparato sensorial, las que actúan sobre la piel y las que lo hacen
sobre las partes profundas (como los músculos). La existencia de las sensaciones
placenteras así generadas, es documentada por el gran gusto que sienten los niños en los
juegos de movimiento pasivos, como por ejemplo ser hamacados.

ACTIVIDAD MUSCULAR: una intensa actividad muscular constituye para el niño una
satisfacción de la cual extrae muchísimo placer. El placer generado por las sensaciones de
movimiento pasivo genera una excitación sexual. Habría que reconocer aquí una de las
raíces de la pulsión sádica.

TRABAJO INTELECTUAL: la concentración de la atención, el esfuerzo mental, tiene por


consecuencia una excitación sexual.
 Algunas puntualizaciones sobre los momentos iniciales en la constitución del
aparato psíquico. Calzetta.

Evolución del aparato psíquico:

Resignificación reinscripción o reorganización del material mnémico, al que se le asigna


nuevo sentido en función de experiencias ulteriores.

Conservación del material psíquico. Cada uno de los momentos constitutivos del aparato
psíquico permanece y hasta puede resurgir en circunstancias particulares.

Reconstrucción de esa historia, tarea que implica ordenar según una secuencia cronológica
los estados del aparato psíquico.

Punto de partida inicial indiscriminado en los primeros momentos de la vida, cuando el Yo


no ha reconocido aún a otro, un mundo, un no-Yo. Freud establece una primera
localización que se funda sobre la comprobación de que ciertos estímulos son discontinuos,
mientras que otros mantienen constante su presión, por más que se realicen movimientos.

El aparato psíquico es un dispositivo destinado al apartamiento de estímulos, de acuerdo


con el principio de constancia. Por eso, adquiere importancia la posibilidad de suprimir
estímulos mediante la fuga, la que comienza siendo un reflejo.

El Yo Real primitivo, que se funda en la discriminación arriba señalada, comienza por


circunscribir un lugar (antecedente de lo interior) como sede de lo inevitable. Por fuera
queda un incipiente exterior, que en principio será aquello que puede ser suprimido, de lo
que es posible fugarse, es decir, lo indiferente.

La madre cumple para el pequeño el papel de asegurar la satisfacción de las necesidades


que el bebé es incapaz de reconocer. Estas primeras experiencias de satisfacción dejan sus
huellas, primeras marcas mnémicas sobre las que se funda el armazón del aparato psíquico.

Estas primeras huellas inauguran el polo de placer de lo que será después la serie placer-
displacer. Estas primeras investiduras son los basamentos del narcisismo primitivo; el
punto de partida de la representación del Yo, como también de la del objeto deseado.

Se va constituyendo así un aparato capaz de procesar la cantidad de excitación que llega


desde las fuentes somáticas. Este proceso psíquico consiste en la reactivación de las huellas
mnémicas por vía de la alucinación. Esta es un intento de repetir la experiencia que había
sido ocasión del descenso de la cantidad de excitación. Como el Yo no se diferencia de su
objeto, la identificación es indistinguible de la investidura de objeto, o aún del objeto. No
existe todavía un otro. Se origina en estos momentos iniciales la polaridad afectiva amor-
indiferencia.
Operan simultáneamente dos tendencias: orientación realista inicial con fundamento
biológico, reflejo; y una tendencia a la repetición imaginaria de la experiencia de
satisfacción.

De la interacción de estos dos principios surge un nuevo nivel: el Yo-placer purificado, lo


que incrementa la estabilidad de la estructura yoica. El Yo queda identificado con el polo
de lo placiente y lo displaciente es proyectado al exterior. Comienza a surgir un No-Yo
constituido por lo odiado, lo relacionado al displacer.

La polaridad afectiva no es más “amor-indiferencia”, sino “amor-odio”. El primer


sentimiento destinado a un objeto reconocido como exterior es el odio, que
paradójicamente está en el interior del propio cuerpo pues ahí se siente lo displacentero. Lo
que constituye el núcleo del Yo es el objeto amado, pero ese objeto fusionado con las partes
del propio cuerpo con las que entra en contacto (ej: boca y pezón).

El Yo es ante todo un Yo corporal, pues partes de la superficie del cuerpo han sido
significadas libidinalmente (investidas) por la madre.

Este Yo omnipotente pues puede reproducir al objeto satisfaciente mediante la alucinación.


Se constituye así un Yo Ideal.

Luego los procesos de carga van excediendo la alucinación y dan lugar a formas primitivas
de pensamiento, que es aún inconsciente.

Las primitivas representaciones comienzan a vincularse entre sí. Este camino conduce a la
inhibición de los procesos primarios y a la instalación del Juicio de Realidad.

Un nuevo nivel de complejidad se produce con el acceso de la palabra. Se constituye el


proceso preconsciente, lo que conduce a la implementación de la acción específica por
parte del Yo.

La instalación del Juicio de Realidad, que marca el final del Yo de placer purificado, se
establece por el imperio de la necesidad. El Yo que fabricaba alucinatoriamente su objeto
cada vez que la tensión aumentaba, podía mantenerse escaso tiempo. Explotaba la angustia
automática. Tal angustia sólo cesa cuando la madre acudía a proporcionar una nueva
experiencia de satisfacción.

Las frustraciones obligan al Yo a desarrollar un dispositivo que inhiba las grandes


transferencias de cantidad de excitación que constituyen el proceso primario. El Yo logra
reprimir la reproducción alucinatoria del objeto deseado ya que ese caminó demostró
terminar ocasionando displacer. Comienza a actuar el Principio de Realidad.

Este procedimiento por el cual el Yo logra evitar la repercepción alucinatoria de la


satisfacción es la defensa primaria. Discrimina la percepción del recuerdo.
El Yo se defiende así de la sensación de displacer que sobreviene a la frustración y se
asegura algunas formas de actuar en el mundo exterior para lograr la satisfacción real.

Las ideas que lo forman se estructuran alrededor de la representación de objeto. Esa


representación primitiva de objeto es, a la vez, representación del Yo mismo. El núcleo del
Yo es esa identificación primaria.

De su objeto aprende el Yo su capacidad discriminadora, lo que resultará imprescindible en


el dominio de la realidad. Esto se produce como consecuencia de la identificación.

Este proceso lleva a que el Yo logre al fin diferenciarse de manera estable de su objeto. El
Yo debe comenzar a aprender a esperar.

Lo bueno absoluto se fractura; el amor al Yo y el odio al objeto son ya insostenibles. Si


parte de lo bueno está afuera, en el No-Yo, y parte de lo malo es propio del Yo, la
ambivalencia afectiva de torna inevitable. Los sentimientos hacia el objeto y también hacia
el Yo consistirán en una mezcla de amor y odio.

Ahora se hace imperativo el dominio del objeto. Por imposición de la realidad, el Yo se vio
obligado a separarse de él, pero al hacerlo, el objeto arrastró consigo algunas de las
pertenencias más valiosas del Yo. Este último queda marcado por el resto de su historia por
la tendencia perpetuamente insatisfecha a recuperar lo perdido. El Yo deberá soportar en
adelante la nostalgia de un objeto perdido que nunca poseyó.

El mantenimiento de la defensa primaria, que permite el ejercicio del juicio de realidad,


representa un tensionamiento constante que el Yo debe esforzarse por sostener.

Si no puede reincorporar el objeto perdido, deberá procurar dominarlo. Esta es la etapa del
dominio muscular y también de los caprichos. Edad del sadismo, voluntad del dominio y la
ambivalencia afectiva.

Se llega a un desenlace paradójico: el mayor dominio posible consiste en la destrucción del


objeto y, por lo tanto, su pérdida definitiva.

Primera gran renuncia por amor: control de esfínteres.

Lo que en el momento de la constitución yoica denominando Yo-placer purificado se


plantea en términos de oposición adentro-afuera se reeditará luego como activo-pasivo,
dominador-dominado, sádico-masoquista. De esta polaridad tomará sus materiales la
posterior diferencia fálico-castrado, sobre la que se apoya masculino-femenino.

Fase Oral: identidad de percepción. Ser=tener. Enlace identificatorio. Cualificación de las


cantidades. Angustia automática. Indiferencia yo-objeto. Acción inespecífica.

Defensa primaria.
Fase sádico-anal: búsqueda de identidad de pensamiento. Ser =/= tener. Elección de objeto
narcisista. Dominio del objeto. Angustia de pérdida de objeto. Diferencia yo-objeto. Acción
específica frente a los signos de realidad.

 Freud – El esclarecimiento sexual del niño.

Los órganos de la reproducción propiamente dichos no son las únicas partes del cuerpo que
procuran sensaciones sexuales placenteras. Se designa como período del autoerotismo a la
época de la vida en que, por la excitación de diversas partes de la piel (zonas erógenas), por
el quehacer de ciertas pulsiones biológicas y como coexcitación sobrevenida a raíz de
muchos estados afectivos, es producido un cierto monto de placer indudablemente sexual.
La pubertad no hace sino procurar el primado a los genitales entre todas las otras zonas y
fuentes dispensadoras de placer, constriñendo así al erotismo a entrar al servicio de la
función reproductora. Largo tiempo antes de la pubertad el niño es un ser completo en el
orden del amor, exceptuada la aptitud para la reproducción.

Las respuestas usuales en la crianza de los niños menoscaban su honesta pulsión de


investigar, y casi siempre tienen como efecto conmover por primera vez su confianza en
sus progenitores; a partir de ese momento, en la mayoría de los casos empiezan a desconfiar
de los adultos y a mantenerles secretos sus intereses más íntimos.

Cuando los niños no reciben los esclarecimientos en demanda de los cuales han acudido a
los mayores, se siguen martirizando en secreto con el problema y arriban a soluciones en
que lo correcto se mezcla con inexactitudes grotescas, o se cuchichean cosas en que, a raíz
de la conciencia de culpa del joven investigador, se imprime a la vida sexual el sello de lo
cruel y lo asqueroso.

Se requiere que lo sexual sea tratado desde el comienzo en un pie de igualdad con todas las
otras cosas dignas de ser conocidas. El esclarecimiento sobre las relaciones específicamente
humanas de la vida sexual y la indicación de su significado social debería darse al finalizar
la escuela elemental (y antes del ingreso en la escuela media); vale decir, no después de los
diez años. Un esclarecimiento así sobre la vida sexual, que progrese por etapas y en verdad
no se interrumpa nunca, y del cual la escuela tome la iniciativa, parece el único que da
razón del desarrollo del niño y por eso sortea con felicidad los peligros existentes.

 Freud – El malestar en la cultura.

Sentimiento oceánico: son los restos de aquel momento originario en donde se da cuenta de
una sensación de eternidad, un sentimiento sin barreras, por así decir “oceánico”. Un
sentimiento de atadura indisoluble. Coincide con la situación del lactante, debido a que el
no separa todavía su mundo exterior como fuente de las sensaciones que le afluyen.
Originariamente el yo lo contiene todo, más tarde segrega de si un mundo exterior.

Muchas de las fuentes de excitación que más tarde discernirá a sus órganos corporales
pueden enviarle sensaciones en todo momento, mientras que otras (y entre ellas la más
anhelada: el pecho materno) se le sustraen temporariamente, y sólo consigue recuperarlo
gritando en reclamo de asistencia. De este modo se contrapone por primera vez al yo, un
“objeto” como algo que se encuentra “afuera” y solo mediante una acción particular es
forzado a aparecer.

No se podría indicar en la infancia una necesidad de fuerza equivalente a la de recibir


protección del padre. De este modo, el papel del sentimiento oceánico, que aspiraría a
restablecer el narcisismo irrestricto, es esforzado a salirse del primer plano. Este ser uno
con el Todo, que es el contenido de pensamiento que le corresponde, se nos presenta como
un primer intento de consuelo religioso.

En el ámbito del alma es frecuente la conservación de lo primitivo junto a lo que ha


nacido de él por transformación. Este hecho es casi siempre consecuencia de la escisión del
desarrollo. Una porción cuantitativa de una actitud, de una moción pulsional, se ha
conservado inmutada, mientras que la otra ha experimentado el ulterior desarrollo.

Nos inclinamos a suponer que en la vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una
vez se formó, que todo se conserva de algún modo y puede ser traído a la luz de nuevo en
circunstancias apropiadas, por ejemplo en virtud de una regresión.

Freud – Carácter y erotismo anal

Encontramos persona con tres cualidades características: *cuidadosos *económicos y


*tenaces.

Al analizar su infancia encontramos que necesitaron un plazo relativamente amplio para


llegar al control de esfínteres y que todavía en años posteriores sufrieron algunos accidentes
aislados. Además suelen confesar que en años posteriores les gustaba retener la deposición
y recuerdan toda clase de manejos indecorosos con las heces.

De esto deducimos una acentuación erógena de la zona anal, en la constitución sexual de


tales personas.

La pulcritud, el orden y la escrupulosidad hacen la impresión de ser productos de la


reacción contra el interés hacia lo sucio, perturbados y no perteneciente a nuestro cuerpo.

En cuanto al dinero se produce la ecuación simbólica heces=dinero de la cual encontramos


indicios ya en la mitología primitiva.
Estos rasgos de carácter no se presentan, en cambio, en aquellos sujetos para los cuales la
zona anal sigue revestida de erotismo (homosexuales).

Freud – Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal.

Hace unos cuantos años, la observación psicoanalítica me sugirió la conjetura de que la


coincidencia constante de estas tres cualidades del carácter: ordenado, ahorrativo y terco, es
indicio de un refuerzo de los componentes anal-eróticos en la constitución sexual de esas
personas, pero que en el curso de su desarrollo tales modos de reacción privilegiados del yo
llegaron a plasmarse por vía del consumo de su erotismo anal.

Puede servir como punto de partida de estas elucidaciones la impresión de que en las
producciones de *lo inconciente -ocurrencias, fantasías y síntomas- los conceptos de caca
(dinero, regalo), hijo y pene se distinguen con dificultad y fácilmente son permutados entre
sí. Al expresarnos de este modo sabemos, desde luego, que transferimos sin derecho a lo
inconciente designaciones valederas en otros campos de la vida anímica y nos dejamos
extraviar por las ventajas que conlleva una comparación. Repitamos, pues, de una manera
menos expuesta a objeciones, que esos elementos a menudo son tratados en lo inconciente
como si fueran equivalentes entre sí y se pudiera sustituir sin reparo unos por otros.

Esto se aprecia mejor respecto de los vínculos entre «hijo» y «pene». Tiene que poseer
algún significado el hecho de que ambos puedan ser sustituidos por un símbolo común
tanto en el lenguaje simbólico del sueño como en el de la vida cotidiana. Al hijo y al pene
se los llama el «pequeño» {«das Kleine»}. Es bien sabido que el lenguaje simbólico suele
prescindir de la diferencia entre los sexos. El «pequeño», que originariamente mentaba al
miembro masculino, puede pasar a designar secundariamente el genital femenino.

Si se investiga con la suficiente profundidad la neurosis de una mujer, no es raro toparse


con el deseo reprimido de poseer un pene como el varón. En otras mujeres no se registra en
absoluto este deseo del pene; su lugar está ocupado por el deseo del hijo, cuya frustración
en su vida puede desencadenar la neurosis.

En otras mujeres, aún, se averigua que ambos deseos estuvieron presentes en la infancia y
se relevaron el uno al otro. Primero quisieron tener un pene como el varón y en una época
posterior, siempre dentro de la infancia, apareció en su remplazo el deseo de tener un hijo.

Podemos indicar el destino que experimenta ese deseo infantil del pene cuando en la vida
posterior están ausentes las condiciones de las neurosis. Se muda entonces en el deseo del
varón; el varón es aceptado como un apéndice del pene. Mediante esa mudanza, una
moción contraria a la función sexual femenina se convierte en una favorable a ella. De ese
modo se posibilita a esas mujeres una vida amorosa según el tipo masculino del amor de
objeto, que puede afirmarse junto al genuinamente femenino, derivado del narcisismo. Ya
hemos dicho que en otros casos es sólo el hijo el que produce el paso del amor narcisista de
sí mismo al amor de objeto. Por consiguiente, también en este punto el hijo puede ser
subrogado por el pene.

Por otro camino, también un sector del erotismo de la fase pregenital deviene idóneo para
ser aplicado en la fase del primado genital. El hijo es considerado por cierto como «Lumpf»
(véase el análisis del pequeño Hans), como algo que se desprende del cuerpo por el
intestino; así, un monto de investidura libidinosa aplicado al contenido del intestino puede
extenderse al niño nacido a través de él. Un testimonio lingüístico de esta identidad entre
hijo y caca es el giro «recibir de regalo un hijo». En efecto, la caca es el primer regalo, una
parte de su cuerpo de la que el lactante sólo se separa a instancias de la persona amada y
con la que le testimonia también su ternura sin que se lo pida, pues en general no empuerca
a personas ajenas.

En torno de la defecación se presenta para el niño una primera decisión entre la actitud
narcisista y la del amor de objeto. O bien entrega obediente la caca, la «sacrifica» al amor,
o la retiene para la satisfacción autoerótica o, más tarde, para afirmar su propia voluntad.
Con esta última decisión queda constituido el desafío (terquedad) que nace, pues, de una
porfía narcisista en el erotismo anal.
Es probable que el siguiente significado hacia el que avanza la caca no sea oro-dinero, sino
regalo. El niño no conoce otro dinero que el regalado, no posee dinero ganado ni propio,
heredado. Como la caca es su primer regalo, trasfiere fácilmente su interés de esa sustancia
a la que le aguarda en la vida como el regalo más importante.

Cuando el interés por la caca retrocede de manera normal, la analogía orgánica aquí
expuesta hace que aquel se trasfiera al pene. Si luego en la investigación sexual se averigua
que el hijo ha nacido del intestino, él pasará a ser el principal heredero del erotismo anal,
pero el predecesor del hijo había sido el pene, tanto en este como en aquel sentido.

Del erotismo anal surge, en un empleo narcisista, el desafío como una reacción sustantiva
del yo contra reclamos de los otros; el interés volcado a la caca traspasa a interés por el
regalo y luego por el dinero. Con el advenimiento del pene nace en la niñita la envidia del
pene, que luego se traspone en deseo del varón como portador del pene. Antes, todavía, el
deseo del pene se ha mudado en deseo del hijo, o este último ha remplazado a aquel. Una
analogía orgánica entre pene e hijo (línea de puntos) se expresa mediante la posesión de un
símbolo común a ambos (el «pequeño»). Luego, del deseo del hijo un camino adecuado a la
ratio (línea doble) conduce al deseo del varón. Ya hemos apreciado el significado de esta
trasposición pulsional.
Freud – El yo y el superyó (ideal del yo)

Al principio de todo, en la fase primitiva oral del individuo, es por completo imposible
distinguir entre investidura de objeto e identificación.

Se supone que las investiduras de objeto parten del ello, que siente las aspiraciones eróticas
como necesidades. El yo, todavía endeble al principio, recibe noticia de las investiduras de
objeto, les presta su aquiescencia o busca defenderse de ellas mediante la represión.

Si un tal objeto sexual es resignado, sobreviene la alteración del yo que es preciso describir
como erección del objeto en el yo, lo mismo que en la melancolía. Quizás el yo, mediante
esta introyección que es una suerte de regresión al mecanismo de la fase oral, facilite o
posibilite la resignación del objeto.

El carácter del yo es una sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, contiene la


historia de estas elecciones de objeto.

Es preciso atribuir a una escala de la capacidad de resistencia la medida en que el carácter


de una persona adopta estos influjos provenientes de la historia de las elecciones eróticas de
objeto o se defiende de ellos.

También cabe considerar una simultaneidad de investidura de objeto e identificación, vale


decir, una alteración del carácter antes que el objeto haya sido resignado. En este caso, la
alteración del carácter podría sobrevivir al vínculo de objeto, y conservarlo en cierto
sentido.

Otro punto de vista enuncia que esta trasposición de una elección erótica de objeto en una
alteración del yo es, además, un camino que permite al yo dominar al ello y profundizar sus
vínculos con el ello. Cuando el yo cobra los rasgos del objeto, se impone él mismo al ello
como objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole: mira, puedes amarme a mí
también, soy tan parecido al objeto…

La trasposición así cumplida de libido de objeto en libido narcisista conlleva una


resignación de las metas sexuales, una desexualización y, por tanto, una suerte de
sublimación.

Comoquiera que se plasme después la resistencia del carácter frente a los influjos de
investidura de objeto resignadas, los efectos de las primeras identificaciones, las producidas
a la edad más temprana, serán universales y duraderos. A primera vista, no parece el
resultado ni el desenlace de una investidura de objeto: es una identificación directa e
inmediata y más temprana que cualquier investidura de objeto. Empero, las elecciones de
objeto que corresponden a los primeros períodos sexuales y atañen a padre y madre parecen
tener su desenlace, si el ciclo es normal, en una identificación de esa clase, reforzando de
ese modo la identificación primaria.
Estos nexos son tan complejos por dos factores: la disposición triangular de la constelación
de Edipo y la bisexualidad constitucional del individuo.

Niño varón: en época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia la madre, que
tiene su punto de arranque en el pecho materno; del padre, el varoncito se apodera por
identificación. Ambos vínculos marchan un tiempo uno junto al otro, hasta que por el
refuerzo de los deseos sexuales hacia la madre, y por la percepción de que el padre es un
obstáculo para estos deseos, nace el complejo de Edipo. La identificación-padre cobra
ahora una tonalidad hostil, se trueca en el deseo de eliminar al padre para sustituirlo junto a
la madre. A partir de ahí, la relación con el padre es ambivalente, se hace manifiesta la
ambivalencia contenida en la identificación desde el comienzo mismo.

La actitud ambivalente hacia el padre y la aspiración de objeto exclusivamente tierna hacia


la madre caracterizan, para el varón, el contenido del complejo de Edipo simple, positivo.

Con la demolición del complejo de Edipo tiene que ser resignada la investidura de objeto
de la madre. Puede tener dos diversos reemplazos: o bien una identificación con la madre, o
un refuerzo de la identificación-padre. Este último es el desenlace más normal, permite
retener en cierta medida el vínculo tierno con la madre. De tal modo, la masculinidad
experimentaría una reafirmación en el carácter del varón por obra del sepultamiento del
complejo de Edipo. Análogamente, la actitud edípica de la niña puede desembocar en un
refuerzo de su identificación-madre que afirme su carácter femenino.

Estas identificaciones no introducen en el yo al objeto resignado, aunque este desenlace


también se produce y se observa más en la niña: luego de verse obligada a renunciar al
padre como objeto de amor, retoma y destaca su masculinidad y se identifica no con la
madre, sino con el padre, esto es, con el objeto perdido. Ello depende de que sus
disposiciones masculinas posean la intensidad suficiente.

La salida y el desenlace de la situación del Edipo en identificación-padre o identificación-


madre parecen depender, en ambos sexos, de la intensidad relativa de las dos disposiciones
sexuales. Este es uno de los modos en que la bisexualidad interviene en los destinos del
complejo de Edipo.

El otro es más significativo, a saber: uno tiene la impresión de que el complejo de Edipo
simple no es el más frecuente. La más de las veces es el complejo de Edipo más completo,
que es uno duplicado, positivo y negativo, dependiente de la bisexualidad originaria del
niño. Es decir, el varón no posee sólo una actitud ambivalente hacia el padre y una elección
tierna de objeto en favor de la madre, sino que se comporta también, simultáneamente,
como una niña: muestra la actitud femenina tierna hacia el padre, y la actitud hostil y celosa
hacia la madre.
A raíz del sepultamiento del complejo de Edipo, las cuatro aspiraciones contenidas en él se
desmontan y desdoblan de tal manera que de ellas surge una identificación-padre y madre;
la identificación-padre retendrá el objeto-madre del complejo positivo y, simultáneamente,
el objeto-padre del complejo invertido; y lo análogo es válido para la identificación-madre.

Así, como resultado más universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo, se
puede suponer una sedimentación en el yo, que consiste en el establecimiento de estas dos
identificaciones, unificadas de alguna manera entre sí. Esta alteración del yo recibe su
posición especial: se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo o superyó.

Empero, el superyó no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del


ello, sino que tiene también la significatividad de una enérgica formación reactiva frente a
ellas. Su vínculo con el yo no se agota en la advertencia: así (como el padre) debes ser, sino
que comprende también la prohibición: así (como el padre) no te es lícito ser.

Esta doble faz del ideal del yo deriva del hecho de que estuvo empeñado en la represión del
complejo de Edipo

El superyó es el resultado de dos factores biológicos: el desvalimiento y la dependencia del


ser humano durante su prolongada infancia, y el hecho de su complejo de Edipo, que hemos
reconducido a la interrupción del desarrollo libidinal por el período de latencia y, por tanto,
la acometida en dos tiempos de la vida sexual.

Así, la separación del superyó respecto del yo no es algo contingente: subroga los rasgos
más significativos del desarrollo del individuo y de la especie y, más aún, en la medida que
procura expresión duradera al influjo parental, eterniza la existencia de los factores a que
debe su origen.

El ideal del yo es, por lo tanto, la herencia del complejo de Edipo, y así, expresión de las
más potentes mociones y los más importantes destinos libidinales del ello. Mediante su
institución, el yo se apodera del complejo de Edipo y simultáneamente se somete, él
mismo, al ello. Mientras que el yo es esencialmente representante del mundo exterior, de la
realidad, el superyó se le enfrenta como abogado del mundo interior, del ello.

La historia genética del superyó permite comprender que conflictos anteriores del yo con
las investiduras de objeto del ello puedan continuarse en conflictos con su heredero, el
superyó. Si el yo no logró dominar bien el complejo de Edipo, la investidura energética de
este, proveniente del ello, retomará su acción eficaz en la formación reactiva del ideal del
yo.
Freud – El sepultamiento del complejo de Edipo.

El complejo de Edipo, después de sepultado, sucumbe a la represión y es seguido por el


período de latencia.

La niña, que quiere ser la amada predilecta del padre, tendrá que vivenciar alguna seria
reprimenda de parte de él y se verá arrojada de los cielos. El varón, que considera a la
madre como su propiedad, hace la experiencia de que ella le quita amor y cuidados para
entregárselos a un recién nacido.

El complejo de Edipo se iría al fundamento a raíz de su fracaso, como resultado de su


imposibilidad interna.

Otra concepción dirá que el complejo Edipo tiene que caer porque ha llegado al tiempo de
su disolución.

Ambas concepciones son compatibles entre sí.

El desarrollo sexual del niño progresa hasta una fase en que los genitales ya han tomado
sobre sí el papel rector. Pero estos genitales son sólo los masculinos (pene), pues los
femeninos siguen sin ser descubiertos. Esta fase fálica, contemporánea a la del complejo de
Edipo, no prosigue su desarrollo hasta la organización genital definitiva, sino que se hunde
y es relevada por el período de latencia. Ahora bien, su desenlace se consuma de manera
típica y apuntalándose en sucesos que retornan de manera regular.

Cuando el niño varón ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su vasta
ocupación manual en ellos, y después tiene que hacer la experiencia de que los adultos no
están de acuerdo con ese obrar. Sobreviene la amenaza de que se le arrebatará esta parte tan
estimada por él.

La tesis es que la organización genital fálica del niño se va al fundamento a raíz de esta
amenaza de castración.

Al principio el varoncito no presta creencia ni obediencia a la amenaza. El psicoanálisis ha


atribuido renovado valor a dos clases de experiencias de que ningún niño está exento y por
las cuales debería estar preparado para la pérdida de partes muy apreciadas de su cuerpo: el
retiro del pecho materno y la separación del contenido de los intestinos.

Sólo tras hacer una nueva experiencia el niño empieza a contar con la posibilidad de una
castración, y aún entonces con vacilaciones. La observación que por fin quiebra la
incredulidad del niño es la de los genitales femeninos. Con ello se vuelve representable la
pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene su efecto con posterioridad.

Si la satisfacción amorosa en el complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza
estallará el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y la investidura
libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto triunfa normalmente el primero de
esos dos poderes: el yo del niño se extraña del complejo de Edipo.

Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del
padre, o de ambos progenitores, introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del superyó que
toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto y, así, se asegura
al yo contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto. Las aspiraciones libidinosas
pertenecientes al complejo de Edipo son en parte desexualizadas y sublimadas, lo cual
probablemente acontezca con toda trasposición en identificación, y en parte son inhibidas
en su meta y mudadas en mociones tiernas. Así se inicia el período de latencia, que viene a
interrumpir el desarrollo sexual del niño.

El extrañamiento del yo respecto del complejo de Edipo es más que una represión, equivale
a una destrucción y cancelación del complejo.

Organización fálica, complejo de Edipo, amenaza de castración, formación del superyó,


período de latencia. El complejo de Edipo se va al fundamento a raíz de la amenaza de
castración (Proceso del niño varón).

También en el sexo femenino desarrolla un complejo de Edipo, un superyó y un período de


latencia.

El clítoris de la niñita se comporta al comienzo en un todo como un pene, pero ella al


compararlo percibe que es muy corto, y siente este hecho como un perjuicio y una razón de
inferioridad. Se consolará un tiempo con la expectativa de que después ella tendrá un
apéndice tan grande como el de un muchacho.

Luego la niña cree el supuesto de que una vez poseyó un miembro igual de grande y
después lo perdió por castración. La niña acepta la castración como un hecho consumado,
mientras que el varón tiene miedo a la posibilidad de la consumación.

Excluida la angustia de castración, está ausente también un poderoso motivo para instituir
al superyó e interrumpir la organización genital infantil. Mucho más que en el varón, estas
alteraciones parecen ser resultado de la educación, del amedrentamiento externo, que
amenaza con la pérdida de ser-amado. El complejo de Edipo en la niña es más unívoco que
le del varón, es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud femenina
hacia el padre. La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento. La
muchacha se desliza (a lo largo de la ecuación simbólica) del pene al hijo; su complejo de
Edipo culmina en el deseo de recibir como regalo un hijo del padre, parirle un hijo. El
complejo de Edipo es abandonado porque este deseo no se cumple nunca. Ambos deseos, el
de poseer un pene y el de recibir un hijo, permanecen en lo inconciente, donde se conservan
con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel
sexual.
Freud – Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos

Ilustra que la situación del complejo de Edipo es la primera estación que discernimos con
total certeza del varoncito ya que en ella, el niño retiene el mismo objeto que en el período
de lactancia y crianza había investido con su libido todavía no genital; también el hecho de
que vea al padre como un rival perturbador permite deducir finamente que la actitud edípica
del varoncito pertenece a la fase fálica y que se va al fundamento por el interés narcisista
hacia los genitales. Más aún en el varón, el complejo de Edipo es de doble sentido: activo y
pasivo cosa que armoniza con la disposición bisexual-; cuando él quiere sustituir a
la madre como objeto de amor del padre es notable una actitud femenina. Refiriéndonos a
la prehistoria del complejo de Edipo; Freud ve que hay en ella una identificación de
naturaleza tierna con el padre (sin sentido de rivalidad hacia la madre), otro elemento de
esta prehistoria es el quehacer masturbatorio con los genitales, Freud opina que el onanismo
de la primera infancia es dependiente del complejo de Edipo y por tanto significa la
descarga de su excitación sexual; Freud propone la siguiente síntesis: el hecho de que el
niño siga mojando la cama constituiría el resultado del onanismo, y el varoncito apreciaría
su sofocación como una inhibición de la actividad genital, y, por tanto, en el sentido de una
amenaza de castración. El análisis nos permite ver que espiar con las orejas el coito de los
progenitores a edad muy temprana dé lugar a la primera excitación sexual y, pase a ser el
punto de partida para todo desarrollo sexual, pero al no poder suponer que esto se cumple
siempre nos topamos con el problema de las “fantasías primordiales”.

Una fantasía muy reconocida es la de tener un hijo con el progenitor, esta fantasía de deseo
constituye la fuerza pulsional de su onanismo infantil; sin embargo un análisis más riguroso
llevado a cabo muestra algo diverso: que el complejo de Edipo tiene en ellos una larga
prehistoria y es, por así decir, una formación secundaria, el niño descubre la zona genital
dispensadora de placer durante el mamar con fruición. El paso siguiente en la fase fálica es
un descubrimiento grávido en consecuencias, circunscrito a la niña pequeña: la envidia del
pene. En el acto en que la niña descubre que no tiene pene, se forma su juicio y su decisión;
sabe que no lo tiene y quiere tenerlo, en este lugar se bifurca el complejo de masculinidad
de la mujer que puede deparar grandes dificultades al prefigurado desarrollo hacia la
feminidad. La esperanza de recibir un pene sobreviene el proceso que Freud designa como
desmentida, que en la vida anímica infantil no es ni extraño ni peligroso pero que en el
adulto llevaría a una psicosis. Cuando el varoncito ve la región genital de la niña, se
muestra irresoluto, poco interesado; más tarde, después que cobra influencia sobre él
una amenaza de castración, aquella observación se le volverá significativa ya que
determinará duraderamente su relación con la mujer: él niño sentirá horror frente a
la criatura mutilada o menosprecio triunfalista hacia ella.
Freud – La organización genital infantil (una interpolación en la teoría de la
sexualidad)

La unificación de las pulsiones parciales y su subordinación al primado de los genitales no


son establecidas en la infancia. La instauración de ese primado al servicio de la
reproducción es la última fase por la que atraviesa la organización sexual.

En la organización genital infantil, para ambos sexos sólo desempeña un papel un genital,
el masculino. Por tanto no hay primado genital sino primado del falo.

Por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito. Para él es
natural presuponer en todos los seres vivos un genital parecido al suyo, hasta en las cosas
inanimadas. La fuerza pulsionante que esta parte viril desplegará más tarde en la pubertad
se exterioriza en aquella época de la vida como esfuerzo de investigación, como curiosidad
sexual.

Al ver la falta de pene, primero desconocen esta falta, luego piensan que es que todavía está
pequeño y luego va a crecer, hasta llegar a la conclusión de que sin duda estuvo presente y
luego fue removido. La falta de pene es entendida como resultado de una castración y ahora
se le plantea al niño la tarea de habérselas con la referencia de la castración a su propia
persona.

Sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo de castración si a la vez


se toma en cuenta su génesis en la fase del primado del falo.

El niño cree que sólo personas despreciables del sexo femenino, probablemente culpables
de las mismas mociones prohibidas en las que él mismo incurrió, habrían perdido el genital.
Pero las personas respetables, como su madre, siguen conservando el pene. Para el niño, ser
mujer no coincide todavía con falta de pene. Sólo más tarde, cuando aborda los problemas
de la génesis y el nacimiento de los niños, y colige que sólo mujeres pueden parir hijos,
también la madre perderá al pene y, entretanto, se edificarán complejísimas teorías
destinadas a explicar el trueque del pene a cambio de un hijo. Al parecer con ello nunca se
descubren los genitales femeninos.

Una primera oposición se introduce con la elección de objeto, que sin duda presupone
sujeto y objeto. En el estadio de la organización pregenital sádico-anal, la oposición entre
activo y pasivo es la dominante. En el siguiente estadio de la organización genital infantil
hay por cierto algo masculino, pero no algo femenino: la oposición es genital masculino o
castrado. Sólo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la polaridad
sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne la actividad y la posesión
del pene; lo femenino, el objeto y la pasividad.
Freud – Angustia y vida pulsional.

La angustia es un estado afectivo o sea una unión de determinadas sensaciones de la serie


placer-displacer con las inervaciones de descargas a ellas correspondientes y su percepción,
probablemente el residuo de cierto acontecimiento importante, incorporado por vía
hereditaria y entonces comparable al ataque histérico adquirido por el individuo.

1. DIFERENCIACIÓN ANGUSTIA REAL Y ANGUSTIA NEURÓTICA

1. ANGUSTIA REALISTA:

Reacción que nos parece lógica frente al peligro, a un daño esperado de afuera. Se reduce a
un estado de atención sensorial incrementada y tensión motriz que llamamos APRONTE
ANGUSTIADO. A partir de este estado se desarrolla la reacción de angustia. Y así serán
posibles 2 desenlaces:

DESARROLLO DE ANGUSTIA: la repetición de la antigua vivencia traumática, se


limita a una señal, y entonces la restante reacción puede adaptarse a la nueva situación de
peligro, desembocar en la huida o en acciones destinadas a ponerse a salvo.

Lo antiguo prevalece, toda la reacción se agota en el desarrollo de angustia, y entonces el


estado afectivo resultará paralizante y desacorde con el fin para el presente.

ANGUSTIA NEURÓTICA:

Se observa bajo 3 clases de constelaciones:

a. ANGUSTIA EXPECTANTE: un estado de angustia libremente


flotante, general, pronto a enlazarse de manera pasajera con cada
nueva posibilidad que emerja.

b. FOBIAS: se puede discernir un vínculo con un peligro externo pero


la angustia frente a él es desmedida.

c. ANGUSTIA EN LA HISTERIA Y OTRAS FORMAS DE


NUEROSIS GRAVES: acompaña a síntomas o bien emerge de
manera independiente como ataque o como estado de prolongada
permanencia, pero siempre sin que se le descubra fundamento alguno
en un peligro exterior. De la angustia en la histeria y otras neurosis
hacemos responsable, al proceso de la represión. Es la representación
la que experimenta la represión y llegado el caso es desfigurada hasta
que se vuelve irreconocible; pero su monto de afecto es mudado
comúnmente en angustia y, por cierto, sin que importe su naturaleza
ni que se trate de agresión o de amor.

La causa más común de la neurosis de angustia es la excitación frustránea. Se provoca una


excitación libidinosa, pero no se satisface, no se aplica; entonces, en reemplazo de esta
libido desviada de su aplicación emerge el estado de angustia. Una explicación clara es la
angustia a la soledad y a personas ajenas: La soledad, así como el rostro ajeno, despiertan la
añoranza de la madre familiar; el niño no puede gobernar esta excitación libidinosa, no
puede mantenerla en suspenso, la muda en angustia. Por tanto, esta angustia infantil no
debe imputarse a la angustia realista, sino a la neurótica. Las fobias infantiles y la
expectativa angustiada de la neurosis de angustia nos proporcionan dos ejemplos de uno de
los modos en que se genera angustia neurótica: por trasmudación directa de la libido.

2. DESARROLLO DE ANGUSTIA Y FORMACIÓN DE SÍNTOMA:

Existe un vínculo significativo entre desarrollo de angustia y formación de síntoma, a


saber, que ambos se subrogan y relevan entre sí. El agorafóbico, por ejemplo, inicia su
historia patológica con un ataque de angustia en la calle. Este se repetiría toda vez que
anduviera de nuevo por la calle. Ahora crea el síntoma de la angustia a andar por la calle,
que también podría llamarse una inhibición, una limitación funcional del yo, y por esa vía
se ahorra el ataque de angustia. Lo inverso se ve si uno se inmiscuye en la formación de
síntoma, como es posible, por ejemplo, en las acciones obsesivas. Si se impide al enfermo
realizar su ceremonial de lavado, cae en un estado de angustia difícil de soportar, del cual,
evidentemente, su síntoma lo protegía. Y por cierto parece que el desarrollo de angustia
fuera lo primero, y la formación de síntoma lo posterior, como si los síntomas fueran
creados para evitar el estallido del estado de angustia.

Aquello a lo cual se tiene miedo en la angustia neurótica es, evidentemente, la propia


libido. La diferencia con la situación de la angustia realista reside en dos puntos: que
el peligro es interno en vez de externo, y que no se discierne concientemente.

1. FOBIAS: En las fobias se puede discernir el modo en que este peligro


interior se traspone en uno exterior, o sea una angustia neurótica se muda en
aparente angustia realista. Para simplificar un estado de cosas a menudo muy
complejo, supongamos que el agorafóbico por lo general temía las mociones
de tentación que le despertaban los encuentros por la calle. En su fobia
sobreviene un desplazamiento, y ahora se angustia frente a una situación
externa. Es manifiesto que gana con ello, pues cree poder protegerse mejor
así. De un peligro externo uno puede salvarse mediante la huida, pero es
difícil empresa el intento de huir de un peligro interno.
PERSONALIDAD ANÍMICA

La angustia es como estado afectivo la reproducción de un antiguo evento peligroso; la


angustia está al servicio de la autoconservación y es una señal de un nuevo peligro; se
genera a partir de una libido que de algún modo se ha vuelto inaplicable; lo hace también a
raíz del proceso de la represión; la formación de síntoma la releva, la liga psíquicamente,
por así decir; se siente que aquí falta algo que unifique los fragmentos.

El Yo puede producir y sentir angustia, y no tendría sentido hablar de angustia del Ello
o adscribir al Superyó la facultad de sufrir angustia pero sí que hay una correspondencia
en el hecho de que las tres clases principales de angustia, real, neurótica y la de la
conciencia moral pueden ser referidas a las tres dependencias del Yo, del mundo exterior,
del Ello y del Superyó. De los casos clínicos se ha investigado que el Yo no crea la
angustia, ésta existe con anterioridad y ella crea la represión, pero sólo puede ser la
angustia real, la angustia ante un peligro exterior.

3.3 En el complejo de Edipo el peligro real que el niño teme como consecuencia de
su enamoramiento de la madre: es el castigo de la castración, la pérdida de su miembro. La
angustia frente a la castración es uno de los motores más frecuentes e intensos de la
represión y, con ello, de la formación de neurosis. Las mujeres, que poseen un complejo de
castración, pero no pueden tener angustia ninguna de castración. En su reemplazo aparece
la angustia a la pérdida de amor, que es como una continuación de la angustia del lactante
cuando echa de menos a la madre. Situación de peligro objetivo indicada por esa angustia:
Si la madre está ausente o ha sustraído su amor al hijo, la satisfacción de las necesidades de
este ya no es segura, y posiblemente queda expuesto a los más penosos sentimientos de
tensión.

3.4 Rank hizo contribuciones al Psicoanálisis: la vivencia de angustia del nacimiento es


el arquetipo de todas las situaciones posteriores de peligro…En verdad a cada edad del
desarrollo le corresponde una determinada condición de angustia, y por tanto una situación
de peligro, la como adecuada a ella. El peligro del desvalimiento psíquico conviene al
estadio de la temprana inmadurez del yo; el peligro de la pérdida de objeto (de amor), a la
heteronomía de la primera infancia; el peligro de la castración, a la fase fálica; y, por
último, la angustia ante el superyó, angustia que cobra una posición particular, al período
de latencia. A medida que avanza el desarrollo, las antiguas condiciones de angustia tienen
que ser abandonadas, pues las situaciones de peligro que les corresponden han sido
desvalorizadas por el fortalecimiento del yo. Pero esto ocurre de manera muy incompleta.
Algunas de las antiguas situaciones de peligro se las arreglan para pervivir en épocas
posteriores modificando oportunamente sus condiciones de angustia.
4. ANGUSTIA Y REPRESIÓN

La angustia crea a la represión, y no a la inversa ¿Cómo nos representamos ahora el


proceso de una represión bajo el influjo de la angustia? El yo nota que la satisfacción de
una exigencia pulsional convocaría una de las bien recordadas situaciones de peligro. Por
tanto, esa investidura pulsional debe ser sofocada de algún modo, cancelada. Sabemos que
el yo desempeña esa tarea cuando es fuerte e incluye en su organización la respectiva
moción pulsional. Ahora bien, el caso de la represión es aquel en que la moción pulsional
sigue siendo nativa del ello y el yo se siente endeble. Entonces el yo recurre a una técnica
que en el fondo es idéntica a la del pensar normal. El pensar es un obrar tentativo
con pequeños volúmenes de investidura, semejante a los desplazamientos de pequeñas
figuras sobre el mapa, anteriores a que el general ponga en movimiento sus masas de tropa.
El yo anticipa así la satisfacción de la moción pulsional dudosa y le permite reproducir las
sensaciones de displacer que corresponden al inicio de la situación de peligro temida. Así
se pone en juego el automatismo del principio de placer-displacer, que ahora lleva a cabo
la represión de la moción pulsional peligrosa.

YO y ELLO: Tenemos que distinguir lo que a raíz de esta represión sucede en el yo y lo


que sucede en el ello.

El yo dirige una investidura tentativa y suscita el automatismo placer-displacer mediante la


señal de angustia. Entonces son posibles diversas reacciones o una mezcla de ellas en
montos variables. O bien el ataque de angustia se desarrolla plenamente y el yo se retira por
completo de la excitación chocante, o bien, en lugar de salirle al encuentro con una
investidura tentativa, el yo lo hace con una contrainvestidura, y esta se conjuga con la
energía de la moción reprimida para la formación de síntoma o es acogida en el interior del
yo como formación reactiva, como refuerzo de determinadas disposiciones, como
alteración permanente. Mientras más pueda limitarse el desarrollo de angustia a una mera
señal, tanto más recurrirá el yo a las acciones de defensa equivalentes a una ligazón
psíquica de lo reprimido, y tanto más se aproximará el proceso a un procesamiento normal,
desde luego que sin alcanzarlo. El carácter es atribuible por entero al yo. Lo que crea a ese
carácter: la incorporación de la anterior instancia parental en calidad de superyó, sin duda el
fragmento más importante y decisivo; luego, las identificaciones con ambos progenitores de
la época posterior, y con otras personas influyentes, al igual que similares identificaciones
como precipitados de vínculos de objeto resignados. Agreguemos ahora, como un
complemento que nunca falta a la formación del carácter, las formaciones reactivas que el
yo adquiere primero en sus represiones y, más tarde, con medios más normales, a raíz de
los rechazos de mociones pulsionales indeseadas.

No es tan fácil ya colegir lo que a raíz de la represión le ha pasado a la moción pulsional


combatida. Recuerdan que antes suponíamos que justamente ella era mudada en angustia
por la represión. Ya no nos atrevemos a sostenerlo; la respuesta será: es probable que su
destino no sea el mismo en todos los casos. Es probable que exista una correspondencia
íntima entre el proceso que ocurre en cada caso dentro del yo y el que le sobreviene en el
ello a la moción reprimida. En efecto, desde que hemos hecho intervenir en la represión al
principio de placer-displacer, puesto en movimiento por la señal de angustia, estamos
autorizados a modificar nuestras expectativas. Este principio rige de manera irrestricta los
procesos en el interior del ello. Podemos concederle que provoca alteraciones muy
profundas en la moción pulsional en cuestión. En muchos casos quizá la moción pulsional
reprimida retenga su investidura libidinal, persista inmutada en el ello, si bien bajo la
presión permanente del yo. Otras veces parece sobrevenirle una destrucción completa, tras
la cual su libido es conducida de manera definitiva por otras vías.

El yo es endeble frente al ello, es su fiel servidor, se empeña en llevar a cabo sus órdenes,
en cumplir sus reclamos. Y por el otro lado, ese yo es la parte del ello mejor organizada,
orientada hacia la realidad. El yo consigue a su vez influir sobre los procesos del ello. El yo
ejerce ese influjo cuando por medio de la señal de angustia pone en actividad al casi
omnipotente principio de placer displacer. Inmediatamente vuelve a mostrar su endeblez,
pues mediante el acto de la represión renuncia a un fragmento de su organización, se ve
precisado a consentir que la moción pulsional reprimida permanezca sustraída a su influjo
de manera duradera.

5. FACTOR TRAUMÁTICO

La angustia neurótica se ha mudado bajo nuestras manos en angustia realista, en angustia


ante determinadas situaciones externas de peligro. ¿Qué es en verdad lo peligroso, lo
temido en una de tales situaciones de peligro? es el daño que él ocasione en la vida anímica.
Llamemos factor traumático a un estado así, en que fracasan los empeños del principio de
placer; entonces, a través de la serie angustia neurótica-angustia realista-situación de
peligro llegamos a este enunciado simple: lo temido, el asunto de la angustia, es en cada
caso la emergencia de un factor traumático que no pueda ser tramitado según la norma del
principio de placer. El hecho de estar dotados del principio de placer no nos pone a salvo de
daños objetivos, sino sólo de un daño determinado a nuestra economía psíquica. Del
principio de placer a la pulsión de autoconservación hay un gran trecho, falta mucho para
que ambos propósitos se superpongan desde el punto de partida.

Sólo la magnitud de la suma de excitación convierte a una impresión en factor traumático,


paraliza la operación del principio de placer, confiere su significatividad a la situación de
peligro. Sólo las represiones más tardías muestran el mecanismo que hemos descrito, en
que la angustia es despertada como señal de una situación anterior de peligro; las primeras
y originarias nacen directamente a raíz del encuentro del yo con una exigencia libidinal
hipertrófica proveniente de factores traumáticos; ellas crean su angustia como algo nuevo,
es verdad que según el arquetipo del nacimiento.

Origen doble de la angustia: en un caso como consecuencia directa del factor traumático, y
en el otro como señal de que amenaza la repetición de un factor así.

6. TEORÍA DE LA LIBIDO

Distinguíamos al comienzo dos pulsiones principales, según las dos grandes necesidades:
hambre y amor. Hecho biológico de que el individuo vivo sirve a dos propósitos: su propia
conservación y la de la especie. Como subrogadoras de esta concepción, se introdujeron en
el psicoanálisis las «pulsiones yoicas» y las «pulsiones sexuales». Entre las primeras
incluimos todo lo que tiene que ver con la conservación, la afirmación, el engrandecimiento
de la persona. A las segundas debimos conferirles la riqueza que exigían la vida sexual
infantil y la perversa.

Una pulsión se distingue de un estímulo, pues, en que proviene de fuentes de estímulo


situadas en el interior del cuerpo, actúa como una fuerza constante y la persona no puede
sustraérsele mediante la huida, como es posible en el caso del estímulo externo. En la
pulsión pueden distinguirse:

a. La fuente es un estado de excitación en lo corporal;

b. la meta, la cancelación de esa excitación, y en el camino que va de la fuente a la


meta la pulsión adquiere eficacia psíquica.

La representamos como cierto monto de energía que esfuerza en determinada dirección. De


este esforzar recibe su nombre: pulsión. Se habla de pulsiones activas y pasivas; más
correctamente debería decirse: metas pulsionales activas y pasivas; también para alcanzar
una meta pasiva se requiere un gasto de actividad. La meta puede alcanzarse en el cuerpo
propio, pero por regla general se interpone un objeto exterior en que la pulsión logra su
meta externa; su meta interna sigue siendo en todos los casos la alteración del cuerpo
sentida como satisfacción.

Distinguimos con el nombre de sublimación cierta clase de modificación de la meta y


cambio de vía del objeto en la que interviene nuestra valoración social. Además, tenemos
razones para distinguir pulsiones de meta inhibida, a saber, mociones pulsionales de
fuentes notorias y con meta inequívoca, pero que se detienen en el camino hacia la
satisfacción, de suerte que sobrevienen una duradera investidura de objeto y una aspiración
continua.

Las pulsiones sexuales: plasticidad, la capacidad de cambiar de vía sus metas; por la
facilidad con que admiten subrogaciones, dejándose sustituir una satisfacción pulsional por
otra, y por su posible diferimiento, de lo cual las pulsiones de meta inhibida acaban de
darnos un buen ejemplo. Tenderíamos a negar estas propiedades a las pulsiones de
autoconservación, y a enunciar acerca de ellas que son inflexibles, no admiten
diferimiento, son imperativas de manera muy diversa y tienen una relación enteramente
distinta tanto con la represión como con la angustia. Sólo que la reflexión más inmediata
nos dice que esa posición excepcional no conviene a todas las pulsiones yoicas, sino
únicamente al hambre y la sed.

Vemos un gran número de pulsiones parciales, provenientes de diversas partes y regiones


del cuerpo, que con bastante independencia recíproca pugnan por alcanzar una satisfacción
y la hallan en algo que podemos llamar placer de órgano. Entre estas zonas erógenas, los
genitales son la más tardía, y ya no rehusaremos a su placer de órgano el nombre de placer
sexual. No todas estas mociones que pugnan por alcanzar placer serán acogidas en la
organización definitiva de la función sexual. Muchas de ellas serán dejadas de lado por
inutilizables, sea mediante represión u otra vía; algunas serán desviadas de su meta en la
notable forma ya citada, y aplicadas como refuerzo de otras mociones; otras, aún, se
conservan en papeles accesorios, sirven para la ejecución de actos introductorios, para la
producción de un placer previo.

En esta larga trayectoria de desarrollo pueden discernirse varias fases pregenitales de una
organización provisional, y a partir de esta historia de la función sexual se explican sus
aberraciones y mutilaciones:

c. FASE ORAL: en correspondencia con el modo en que el lactante es


alimentado, la zona erógena de la boca domina también lo que es lícito
llamar la actividad sexual de este período de la vida.

d. FASE ANAL: en un segundo estadio esfuerzan hacia adelante los impulsos


sádicos y los anales, por cierto que en conexión con la salida de los dientes,
el fortalecimiento de la musculatura y el gobierno sobre las funciones
esfinterianas.

e. FASE FÁLICA: en ambos sexos el miembro viril y su correspondiente en


la niña adquieren una significación que ya no puede pasarse por alto.

f. FASE GENITAL: para la organización sexual definitiva que se establece


tras la pubertad y en la cual los genitales femeninos hallan por primera vez
el reconocimiento que los masculinos habían conseguido mucho antes.

Nuestra teoría de la libido tuvo por base la oposición entre pulsiones yoicas y sexuales.
Cuando comenzamos a estudiar mejor el yo y asimos el punto de vista del narcisismo, ese
distingo perdió fundamento. El yo es siempre el principal reservorio de libido de él salen y
a él regresan, mientras la mayor parte permanece continuamente en el yo. Pero entonces
libido yoica y de objeto pueden ser de distinta naturaleza, no se puede separar una energía
de otra. No se permaneció largo tiempo en esto. La oposición tomó una expresión otra.
Suponemos que existen dos clases de pulsiones:

a. las sexuales – Eros –

b. y las de agresión cuya meta es la destrucción.

Lo hacemos en virtud de las consideraciones generales a las que nos llevó el fenómeno del
sadismo y del masoquismo.

a. Hablamos de sadismo cuando la satisfacción sexual se anuda a la condición


de que el objeto sexual padezca dolores, maltratos y humillaciones,

b. y de masoquismo cuando la necesidad consiste en ser uno mismo ese objeto


maltratado.

Cierto ingrediente de ambas está presente en la relación sexual normal; se designan


perversiones cuando refrenan las otras metas y las reemplazan por las propias. Son
fenómenos harto enigmáticos y, muy en particular, el masoquismo. Creemos que el
sadismo y el masoquismo son dos ejemplos paradigmáticos de mezcla de pulsiones,
presente en todas las mociones pulsionales, con las más diversas proporciones. Las
pulsiones eróticas introducirían en la mezcla la diversidad de sus metas sexuales, en tanto
que las otras sólo consentirían aminoramientos y matices de su monocorde tendencia. Las
mezclas pueden descomponerse con las más serias consecuencias para la función.

Bozzalla y Naiman – Período de latencia: características típicas.

Por su ubicación cronológica está entre el complejo de Edipo y la pubertad. Es decir, se


inicia con el sepultamiento del complejo de Edipo, la constitución del superyó y la
instalación de los diques. Se extiende hasta la metamorfosis de la pubertad, en la cual los
niños y niñas se encuentran con un nuevo cuerpo, con una nueva exigencia pulsional y con
la reanimación de las aspiraciones e investiduras de objeto de la temprana infancia, así
como las ligazones de sentimiento del Complejo de Edipo.
Las aspiraciones de la primera acometida de la sexualidad caen bajo represión y sobreviene
el periodo de latencia en el que se instituyen las formaciones reactivas de la moral, la
vergüenza y el asco.

De manera descriptiva se puede definir el período de latencia por la disminución del interés
por las actividades sexuales y el ocultamiento de aquellas que permanecen. El deseo de
aprender toma el lugar de los intereses y la curiosidad sexual y los niños invierten su
energía para descubrir aspectos del mundo en el que viven y para integrarse en nuevos
grupos sociales fuera del ámbito familiar. La exclusividad de la importancia de las figuras
parentales queda acotada por el conocimiento de otras familias y la relación con otras
figuras de autoridad, principalmente los maestros, que heredan la historia afectiva que
tenían con sus progenitores. El lenguaje se vuelve paulatinamente el principal medio de
expresión y comunicación, gracias a la estabilización del proceso secundario.

Aparecen nuevos sentimientos morales, el equilibrio afectivo se hace más estable.

Desde el punto de vista metapsicológico, en la latencia el aparato psíquico sufre una


transformación. Una nueva instancia, el superyó, se incorpora con la internalización de las
figuras parentales, sus prohibiciones e ideales.

En este período se organiza definitivamente la heterogeneidad del Aparato Psíquico y la


consecuente dinámica entre el yo y sus vasallajes respecto del Ello, el Superyó y la
realidad.

La constitución del Superyó y erección de diques en el interior del yo son poderosas


formaciones reactivas frente a la sexualidad infantil que se reprime o se sublima, mediante
la derivación hacia otros fines, el cambio de objeto y la aceptación cultural de sus
producciones.

La cultura en la posibilitación del período de latencia es muy importante, reforzando la


represión y ofreciendo canales de derivación para la simbolización y la sublimación.

Hipótesis psicológica del origen del período de latencia: su origen estaría vinculado a la
declinación del complejo de Edipo cuando el aumento de la angustia de castración, se
resuelve con la cancominante identificación con los padres, la instauración del Superyó y el
desarrollo gradual de la sublimación y la simbolización.

Latencia temprana: (6 y 8 años). La nueva organización psíquica aún no está consolidada.


El nuevo funcionamiento es precario y frágil. La represión se va instalando lentamente y
por lo tanto el control sobre los impulsos es inestable. Es frecuente la emergencia de
angustia y la necesidad de presencia del adulto como reaseguro afectivo.

Siendo característica principal de esta instancia la demora de la descarga inmediata, los


niños y niñas de estas edades mostrarán conductas de postergación y control de la
satisfacción de los impulsos, que durante este primer subperíodo se centrarán en intentar
controlar la motricidad. No logran “quedarse quietos”.

Siguen disfrutando del despliegue de la actividad motriz como descarga que le ofrece
gratificaciones libidinales y agresivas.

La actividad motriz se despliega en el marco de juegos reglados y actividades deportivas


que la regulan y evitan los desbordes.

La espontánea separación por sexos que predomina en las actividades durante esta etapa
está también al servicio del control impulsivo. Hay ambivalencia del niño frente a mandatos
del superyó.

Latencia tardía: (8 a 12 años). En él se plasman las características que se conocen como


propias del período de latencia.

Mayor equilibrio y estabilidad de las diferentes instancias.

Se consolidan el desarrollo del yo y del superyó.

Los logros obtenidos durante este subperíodo terminan de conformar el planfond psíquico
que permitirá a niños y niñas afrontar los aumentos de tensión sexual y agresiva propios de
la pubertad y los procesos de cambio adolescente.

El superyó se afianza como instancia inferior fortaleciéndose los procesos de abandono de


las investiduras libidinales y su sustitución por identificaciones.

Se desarrolla claramente un sentido de autovaloración, que se apoya en los logros y el


autocontrol.

Separan su pensamiento racional y su fantasía, la conducta pública y la privada.

El equilibrio afectivo se hace más estable. Se atenúa la ambivalencia.

El juego se complejiza, el desarrollo del lenguaje avanza y deja de ser egocéntrico. Logran
mayores posibilidades de expresión artística como concreción de las posibilidades de
sublimación.

La relación entre las instancias se irá modificando: el superyó deberá ir haciéndose cada
vez más permisivo ante la pujanza de las fuerzas impulsivas y el yo irá contando cada vez
con más mecanismos y recursos para domeñar las pulsiones de manera operativa. Como
resultado, la angustia señal ganará escena paulatinamente, reemplazando a los desbordes
del subperíodo anterior.
Síntesis de los principales logros de la latencia:

 La inteligencia debe desarrollarse a través de una diferenciación entre el proceso


primario y secundario del pensamiento, y a través del empleo del juicio, la
generalización y la lógica.
 La comprensión social, la empatía y los sentimientos de altruismo deben de haber
adquirido una estabilidad considerable.
 La estructura física debe permitir independencia y control del ambiente.
 Las funciones del yo deben haber adquirido una mayor resistencia a la regresión y
desintegración bajo el impacto de la vida cotidiana.
 La capacidad sintética del yo debe ser efectiva y compleja.
 El yo debe ser capaz de defender su integridad con menos ayuda del mundo
exterior.

El mundo social del latente:

La forma y el tono afectivo que se ha fijado en la relación con los padres y hermanos van a
ser transferidos a todas las relaciones que en el futuro establezca con otros adultos y niños.
Todas las amistades y vinculaciones amorosas ulteriores son seleccionadas sobre la base de
las huellas mnemónicas que cada uno de aquellos modelos primitivos haya dejado.

Las observaciones que realiza del mundo lo llevan a comparar a sus padres con otros, y la
imagen idealizada que de ellos tiene comienza a vacilar.

Calzetta – Relaciones afectivas y aprendizaje escolar

Los nexos entre relaciones afectivas y aprendizaje escolar, remiten a los vínculos entre
afectividad e inteligencia (o pensamiento).

Las teorías desarrolladas por Freud y Piaget, confluyen al concebir q el sujeto se constituye
a sí mismo en la medida en q construye su objeto.

Es debido a esta implicación del otro q la expresión actualmente más usada en psicoanálisis
es “relación”, y no “elección” de objeto (esta última aludiría a la perspectiva del sujeto).

El aspecto específicamente económico de la cuestión (el afecto), no puede ser dejado de


lado cuando se intenta comprender la naturaleza del aprendizaje, pues no hay una
independencia entre cantidad y calidad; debe considerarse la magnitud de las fuerzas en
juego.
Cualquier definición de aprendizaje debe tener en cuenta cuestiones como la motivación
(de naturaleza afectiva) y los obstáculos (obedecen al juego de los afectos). Según Freud, la
producción de afecto, tanto placentero como displacentero, puede estorbar el curso del
pensamiento. El papel del yo consistirá en inhibir estos grandes desplazamientos de
excitación en el sentido de la descarga, de modo q se mantengan las ligaduras q garanticen
la continuidad del proceso secundario. Mientras más afecto haya en juego, mayor será la
dificultad del yo.

Institución escolar: Grupo humano, dedicado a una tarea específica, q sustenta el objetivo
de transmitir cultura, lo q implica transmisión de conocimiento y preparación para la
asunción de roles sociales. Está organizada jerárquicamente, y a cada lugar de la escala, le
corresponde una función determinada, q implica un distinto grado de poder e influencia
sobre los demás. Se rige formalmente por un código de normas, y tiene una interrelación
constante con el contexto social del cual forma parte.

Las primeras relaciones afectivas o la disposición a aprender.

La naturaleza del deseo de aprender, es indudablemente libidinal; y se trata de un destino de


la sexualidad infantil, q la cultura aprovecha, Sin este deseo, no habría escuela q se
sostuviera.

El otro está presente en el yo desde el inicio (lo funda). No se puede pensar el aprendizaje
dejando de lado las relaciones afectivas: aquellas de las cuales deriva como deseo y
aquellas q lo contienen y lo sostienen en la actualidad (vínculos con maestros, compañeros,
etc).

Relación en la identidad de percepción (investiduras-identificaciones)

Al comienzo de la organización psíquica, no puede distinguirse la investidura de objeto de


la identificación. La 1ª asignación de cualidad, se da en la percepción alucinatoria, q está
representada por la ligazón de la cantidad con la representación del objeto (aún no
reconocido como otro), y se da también el 1º enlace identificatorio, ya q allí se constituye el
basamento del yo. Es el momento del narcisismo primario, de indiferenciación sujeto-
objeto. Pero desde el punto de vista del objeto todavía no se puede hablar de relación. Y
desde el punto de vista externo, es el momento en q la relación con el otro es más
determinante.

El primer aprendizaje se da a partir de la identificación. La insatisfacción de las


necesidades tienen un efecto desestructurante, generador de angustia automática
(puramente cuantitativa). La invasión de esta cantidad desarticula la trama representacional.
Pero el Yo cuenta con un auxiliar externo en el cual se apoya. De él comienza a aprender
un repertorio de respuestas específicas. Así, desde el comienzo, el aprendizaje es una
experiencia intensamente afectiva. El yo, se va a alimentar con las acciones específicas
maternas, q incorpora, herramientas q van a servirle para cualificar las cantidades,
discriminar y atribuir valores a los estímulos. El 1º aprendizaje, entonces, consistirá en
esta cualificación de las cantidades.

A partir de las investiduras periódicas, q posibilitan categorizar la representación como


interna o externa, se constituyen el Yo placer y Yo real.

El yo no va a ser un receptor pasivo de estímulos, sino q ellos van a ser organizados en


función de valores libidinales. El objeto hostil va a quedar ubicado como objeto externo. El
odio se dirige ahora hacia el exterior (no-yo). El yo purificado se hará ideal por
identificación total con el objeto de amor. Esto será sostenido por el aprendizaje dado por la
identificación con el objeto. El objeto madre debe ser lo suficientemente estable como para
sostener al yo. A partir de este apoyo, el yo podrá realizar las inhibiciones de investidura
necesarias, para evitar la identidad de percepción, y encaminarse hacia la identidad de
pensamiento.

Es así como comienza a constituirse el yo placer, q se erige sobre la huella de las sucesivas
experiencias de satisfacción.

El tránsito hacia la respuesta específica sigue la forma del pensamiento reproductivo (un
tipo de inhibición de la descarga alucinatoria); es provocado por la diferencia entre lo
deseado y lo percibido. Esta diferencia hace surgir el impulso a la actividad del
pensamiento, y el yo puede iniciar la descarga.

La forma más primitiva de este pensamiento reproductivo consiste en la aparición de una


imagen motriz intercalada entre ambos complejos, producto del registro de movimientos
anteriores. Esta imagen se reactiva por la realización efectiva de un movimiento, así se
consigue la identidad y es permitida la descarga. Esta forma de pensamiento es la esencia
para los procesos de pensamiento más evolucionados. Un ejemplo es la búsqueda del pecho
materno por parte del lactante.

Tanto Freud como Piaget dan importancia a la acción en la construcción del pensamiento.
La capacidad de aprender está determinada en parte, por la capacidad de interiorizar
la acción, y en parte por las identificaciones, q permiten al yo confiar en sus propias
habilidades para dominar las cantidades por vía de la cualificación y, luego, dominar la
realidad externa por medio de la acción específica (momento de separación sujeto-objeto)

En este período de ambivalencia afectiva (fase anal/yo real definitivo), se hace necesario
trasladar el dominio de las cantidades al objeto. Se debe controlar el objeto para garantizar
la satisfacción. Junto con esta pulsión de dominio de objeto, comienza a actuar la pulsión
de ver.

En este momento, la realidad exterior es ambivalente, y puede desaparecer. La angustia de


éste período será angustia señal de pérdida de objeto.
Es aquí q aparece el dominio del lenguaje verbal, q surge apoyado en el llanto, cuya
primera función es invocadora.

Al ligarse representación-cosa con la representación-palabra, el pensamiento se hace ahora


Pcc. El pensar en palabras permite un cierto nivel de descarga. A su vez, la palabra no
funcionará más como un atributo de la cosa, sino q adquirirá un nivel de realidad
específico. Esto termina remitiendo a otras palabras, q alude a la existencia de los otros, y
posibilitará el intercambio con ellos.

Se produce aquí el surgimiento de la pulsión epistemofílica, q surge cuando el niño intenta


dominar el objeto. Se genera en él la curiosidad, y tiene la necesidad de aprehender cada
una de las características del objeto amado y, por extensión, de toda la realidad circundante.

La necesidad de ver y dominar conduce al deseo de saber. Para poder dominar la realidad
es necesario integrar lo q se ve en construcciones cada vez más coherentes y abarcativas. Es
éste el momento de las primeras teorías sexuales infantiles, referidas al origen y la
diferencia. El yo de realidad definitivo integra los datos q la percepción le ofrece, pero
puede a su vez, renegar de ésta percepción. Esta inestabilidad en el principio de realidad en
los años infantiles, permite la ambivalencia intelectual ante la castración, en la fase fálica.

La pulsión epistemofílica es sensible a la relación del niño con los otros. Es necesario un yo
q se haya constituido, q pueda inhibir sus procesos primarios, q haya sido suficientemente
amado como para tolerar la ruptura de su narcisismo primitivo, y cuyas tendencias al
dominio, su sadismo y su compulsión de ver hayan sido toleradas. De lo contrario, es
probable q la pulsión de saber no se instale, y tenga desinterés por el aprendizaje.

La caída del complejo de Edipo resignifica el deseo de aprender. Para preservar su


integridad, el Yo debe renunciar a parte de su realidad; tanto de sus deseos como un aspecto
del objeto (lo sexual), q ya no pueden pertenecer al Yo. Invierte energía para mantenerlos
lejos de sí. La magnitud de esta pérdida será determinada por la forma específica de las
relaciones afectivas.

Puede pasar q se demande el cumplimiento de una perfección imposible o bien, q se vea


perturbado el mismo. La solución ideal consiste en una sublimación exitosa, y q se dedique
la energía de la sexualidad infantil reprimida a la adquisición y producción de
conocimientos. Implica un recurso narcisista: imposibilitado de destinar su libido al objeto,
el Yo elige amarse a sí mismo, en la confianza de q algún día logrará alcanzar la
perfección, cuando se iguale al ideal.

Este momento corresponde al momento en q el niño comienza su tránsito institucional,


cuando los padres caen de su pedestal ideal y los otros, fuera de la familia, se acercan a ese
lugar privilegiado.
Las situaciones de la vida escolar comportan fenómenos afectivos sumamente intensos, q
sólo cabe clasificar dentro de los transferenciales. Los vínculos ambivalentes con los padres
idealizados de la 1ª infancia y con los hermanos, son desplazados a las figuras de maestros
y compañeros. Los maestros se convierten en “sustitutos del padre”.

Freud – Período de latencia y Sublimación (diccionario de Laplanche).

Período de latencia: Período comprendido entre la declinación de la sexualidad infantil


(quinto o sexto año) y el comienzo de la pubertad, y que representa una etapa de detención
en la evolución de la sexualidad. Durante él se observa, desde este punto de vista, una
disminución de las actividades sexuales, la desexualización de las relaciones de objeto y de
los sentimientos (especialmente el predominio de la ternura sobre los deseos sexuales) y la
aparición de sentimientos como el pudor y el asco y de aspiraciones morales y estéticas.
Según la teoría psicoanalítica, el período de latencia tiene su origen en la declinación del
complejo de Edipo; corresponde a una intensificación de la represión (que provoca una
amnesia que abarca los primeros años), una transformación de las catexis de objetos en
identificaciones con los padres y un desarrollo de las sublimaciones.

Sublimación: Se trata de un proceso psíquico mediante el cual áreas de la actividad


humana que aparentemente no guardan relación con la sexualidad se transforman en
depositarias de energía libidinal (pulsional). El proceso consiste en un desvío hacia un
nuevo fin. Entre los ejemplos de Freud como nuevos destinos de la pulsión sexual está lo
artístico y lo intelectual: Sublimar consistiría en mudar el fin pulsional hacia una actividad
desexualizada, intentando su realización, por ejemplo mediante tareas creativas o de
prestigio social: arte, religión, ciencia, política, tecnología.

Calzetta – Sobre la constitución del lenguaje.

Hablar del lenguaje lleva a reflexionar sobre el sistema preconsciente. El sistema Icc está
constituido por representaciones-cosa. El sistema Prcc está constituido por
representaciones-palabra, o con representaciones-cosa más resto de palabra oída,
representaciones regidas por el proceso secundario. Aparecen las categorías de tiempo y
espacio; hay negación, duda y contradicción.

El psiquismo del niño se va constituyendo, por su indefensión originaria el niño depende de


otros para satisfacerse.

Un niño nace en un mundo de palabras, y es en relación con otros que erogenizan,


prohíben, lo ubican como Juan o María, etc., que su psiquismo se va constituyendo.
La madre es la que le otorga a su descarga el sentido de un llamado.

Las palabras de los adultos, vividas en un principio como ruidos, van siendo ligadas al
placer y al displacer, tomando el valor de caricias o palizas. El cuerpo va siendo erotizado.

El niño, identificándose primariamente con el otro que lo libidiniza, va constituyendo un yo


(yo de placer purificado) que, regido por el principio de placer, no se diferencia claramente
del funcionamiento pulsional. Tiene un desconocimiento del otro como generador de la
satisfacción.

Hasta aquí, el niño no nombra, es nombrado.

Hay fracturas en el funcionamiento narcisista, la madre deja de ser omnipresente. Se va


erigiendo como alguien diferente, ideal y todopoderoso. El niño repite sus palabras. El niño
se nombra, hablando de sí en tercera persona. Pero también nombra a la madre, como modo
de tenerla, de recuperarla omnipresentemente.

La palabra se inscribe en ese universo mágico en que el niño se va diferenciando y a la vez


intenta anular las diferencias. En ese sentido, la palabra separa y liga. Nombrando a la
madre, la tiene mágicamente, a la vez que la posibilidad de nombrarla supone el
establecimiento de una distancia.

Las primeras palabras son palabras-frases, condensan todo un sentido en una sola palabra,
también son palabras-actos, en tanto presuponen una acción.

Ya hay un intento de diferenciación yo- no yo. El niño va a intentar dominar todo aquello
vivido como afuera, exterior a sí, y por ende hostil. La palabra tiene entonces el valor de
expulsar lo vivido como displacentero y a la vez de recuperar el objeto amado.

De la palabra-frase se pasa a dos palabras, núcleo y predicado, algo que permanece igual y
algo variable.

Resumiendo: del grito como pura descarga se pasa a la repetición autoerótica de sonidos, y
luego a la repetición de melodías. Pero hasta allí no hay palabras. Estas aparecen
posibilitadas sólo por la identificación, en el movimiento mismo de nombrarse y alejarse
del objeto investido libidinalmente. Para que un niño hable, tiene que haber alguien con
quien se identifique y cuyos sonidos repita. Pero ese alguien tiene que poder estar ausente
para que el niño intente recuperarlo con la palabra. A la vez que ese lenguaje, totalmente
ligado a la acción, le posibilita poner afuera y contar a otro sus vivencias, transformando lo
pasivo en activo. Estas palabras son tratadas como parte de la cosa. No son
representaciones-palabra. Así, cuando el niño nombra gato, mesa, mamá, son su gato, su
mesa, su mamá.
La madre, como un rasgo más de su poder, nombra al mundo. Pero la madre también
prohíbe, dice no. Símbolo de la negación del que el niño se apropia por identificación y que
le posibilita la transformación del acto expulsivo, de la agresión, en un juicio.

Así, el niño puede oponerse a los otros ya no sólo a través de su cuerpo. Identificado con la
omnipotencia materna, el niño esgrime su no frente a los mandatos de los otros. Domina y
se domina. El que la madre comprenda su lenguaje y le otorgue valor de comunicación
posibilita la creencia en el niño en la omnipotencia de sus palabras y en la ligazón de éstas
con el mundo. Pero a la vez la madre deberá desear que ese niño se inserte en un mundo
social, para lo cual será imprescindible que acepte normas. Ahora el lenguaje es un sistema
de normas regladas, leyes que preexisten al niño. Esto supone una apertura de ese vínculo
narcisista.

La madre deja de ser fuente del lenguaje pero las leyes del mismo son atribuidas ahora al
padre, investido de todo el poderío (ejecutor de la castración materna).

Complejo de Edipo, hito clave en la constitución psíquica. Es en relación con otros que el
aparato psíquico se va constituyendo, que hay semejantes que erogenizan y van dando
palabras, modos de organizar las sensaciones corporales, las tensiones pulsionales y la
realidad externa. Seres que posibilitan que el niño se crea omnipotente a pesar de su
impotencia.

Ellos son los destinatarios del amor del niño, los primeros objetos hacia los que se dirige la
libido.

El mundo va a ser reorganizado en relación al falo, apareciendo teorías explicativas,


fantasías y preguntas que suponen un Prcc más estructurado como efecto de un mayor
descentramiento.

Escenifican fantasías y vivencias a través del juego. Estamos en plena conflictiva edípica y
el niño puede hablar en primera persona, acepta dolorosamente normas consensuales y su
omnipotencia trastabilla.

Las palabras están ligadas a lo concreto, a imágenes visuales. Su pensamiento igual está
aún fuertemente sexualizado.

Con el naufragio del complejo de Edipo, el sistema Prcc estabilizado como una
organización de representaciones-palabra, posibilita la renuncia a los deseos eróticos
incestuosos. Y esta renuncia trae como consecuencia el desarrollo de una actividad
intelectual cada vez más vasta que colabora en el dominio de los deseos.

Sólo la desidealización de ambos padres posibilita un lenguaje abstracto y un pensarse en sí


mismo.
Freud – El creador literario y el fantaseo.

Todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio, o mejor
dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada.

El niño diferencia muy bien la realidad de su mundo de juego, a pesar de toda su


investidura afectiva; y tiende a apuntalar sus objetos y situaciones imaginados en cosas
palpables y visibles del mundo real. Solo ese apuntalamiento es el que diferencia aún su
"jugar" del "fantasear".

El poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasías al que toma
muy en serio, vale decir, lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa
tajantemente de la realidad afectiva.
De la irrealidad del mundo poético derivan muy importantes consecuencias para la técnica
artística, pues muchas cosas que de ser reales no depararían goce, pueden depararlo en el
juego de la fantasía y muchas estaciones que en sí mismas son en verdad penosas, pueden
convertirse en fuentes de placer para el auditorio y los espectadores del poeta.

El adulto no puede renunciar a nada, solo permuta una cosa por otra; lo que parece ser
una renuncia es en realidad una formación de sustituto o subrogado. Así el adulto, cuando
cesa de jugar, solo resigna ese apuntalamiento en objetos reales; es decir, en vez de jugar
ahora fantasea. "Construye castillos en el aire", crea lo que se llama Sueños Diurnos.

El fantasear del hombre es más difícil de observar que el jugar del niño. El adulto se
avergüenza de sus fantasías y la esconde de los otros, las cría así como sus intimidades
más personales, por lo común preferiría confesar sus faltas a comunicar sus fantasías.
El jugar del niño estaba dirigido por deseos, en verdad por un solo deseo que ayuda a su
educación: ser grande y adulto; el niño juega siempre a ser grande, imita en el juego lo que
le ha devenido familiar de la vida de los mayores. Además, el juego es un puente hacia la
afectividad del niño, ya que a través de este el niño expresa deseos, sentimientos, lo que le
gusta o disgusta. Incluso llega a resolver problemas cotidianos inconscientes a través del
juego.
En cambio, en el adulto hay un género que de "necesidad", que ha impartido la orden de
decir sus penas y alegrías. Es decir, el hombre solo fantasea por necesidad...
Es licito decir que el dichoso nunca fantasea, solo lo hace el insatisfecho. Los deseos
insatisfechos son la fuerza pulsional de las fantasías, y cada fantasía singular es un
cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria realidad.
Los deseos pulsionales difieren según sexo, carácter y circunstancia de vida de la
personalidad que fantasea.
Una fantasía oscila en 3 tiempos, 3 momentos temporales de nuestro representar: Pasado,
Presente y Futuro.

El deseo aprovecha una ocasión del Presente para proyectarse en un cuadro del
Futuro, siguiendo el modelo del Pasado.
El soñador diurno pone el mayor cuidado en ocultar sus fantasías de los demás, porque
registra motivos para avergonzarse de ellas; aunque nos las comunicaba, no podría
depararnos placer alguno mediante esa revelación. Tales fantasías, si nos enteráramos de
ellas, nos escandalizarían, o al menos nos dejarían fríos. En cambio, el poeta juega sus
juegos ante nosotros como su público, o nos refiere lo que nos inclinamos a declarar de sus
personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que probablemente tenga tributarios
de varias fuentes.

Calzetta - ¿Por qué juegan los niños?

Para expresar agresión: la agresión puede ser placentera, pero lleva consigo un daño real
o imaginario contra alguien, de modo que el niño no puede dejar de enfrentar esa
complicación. La enfrenta desde el origen, cuando acepta la disciplina de expresar el
sentimiento agresivo bajo la forma del juego y no sencillamente cuando está enojado.

Para controlar ansiedad: la amenaza de un exceso de ansiedad conduce al juego


compulsivo o al juego repetitivo o a una búsqueda exagerada de placeres relacionados con
el juego; y si la ansiedad es excesiva, el juego se transforma en una búsqueda de
gratificación sexual.

Para adquirir experiencia: la personalidad de los niños se desarrolla a través de su propio


juego y de las invenciones relativas al juego de otros niños y de los adultos. Al
enriquecerse, los niños aumentan su capacidad para percibir la riqueza del mundo
externamente real.

Para establecer contactos sociales: el juego proporciona una organización para iniciar
relaciones emocionales y permite así que se desarrollen contactos sociales.

Integración de la personalidad: el juego, el uso de las formas artísticas y la práctica


religiosa tienden a la inhibición y la integración de la personalidad. Es en el juego que el
niño relaciona las ideas con la función corporal.

Comunicación con la gente: un niño que juega puede estar tratando de exhibir parte del
mundo interior así como del exterior, a personas elegidas del ambiente. El juego puede ser
algo muy revelador sobre uno mismo.
Calzetta – Los juegos del niño en la actualidad. Su incidencia en la estructuración del
psiquismo.

¿Es el juego la manifestación de efectos de estructuración psíquica o, por el contrario, el


juego mismo constituye al sujeto?

Freud: la vía lúdica es una vía privilegiada de abordaje al inconsciente del niño,
expresiones del CE y el CCast. Juego como ensueño diurno en el aparato psíquico. El niño,
como el poeta, crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un
nuevo orden que le agrada. Emplea en el juego grandes montos de afecto. El juego le
permite diferenciar entre realidad psíquica y realidad material. Más allá del principio del
placer, juego del Fort-da, lo displacentero no es la ausencia de una presencia placentera
sino la pérdida de dominio del niño frente al somentimiento a la realidad externa. La
capacidad de construir un juego coloca al niño en una posición relativamente activa frente a
la pasividad generada por la dependencia. El juego es un modo de ligazón de la angustia y
de simbolización de pérdida o ausencia. El juego es considerado producto de cultura que
expresa la renuncia pulsional e implica transformación.

Anna Freud: del cuerpo hacia los juguetes y desde el juego al trabajo. El juego constituye
una actividad placentera, autoerótica, centrada en el cuerpo propio primero y luego en el de
la madre. El desarrollo libidinal se extenderá a los juguetes que al principio funcionan
como prolongación del propio cuerpo. Juguetes que al principio son objetos transicionales.
El planteo central de Anna Freud apunta a la sublimación de las pulsiones. El niño debe
lograr el desplazamiento de la satisfacción directa obtenida en la misma actividad lúdica a
una satisfacción aplazada representada por el producto final de las actividades realizadas,
requisito indispensable para el éxito en la tarea escolar.

La capacidad lúdica se convierte en capacidad laboral.

Melanie Klein: el juego es de carácter sexual, las fantasías sexuales encuentran


representación y abreacción en el juego. Klein liga la sexualidad con la angustia. En las
inhibiciones del juego hay deseos reprimidos. El juego descarga fantasías masturbatorias
que pueden devenir en compulsión de repetición. El niño inventa y asigna diferentes
personajes en los juegos, a través de la proyección, el desplazamiento y la personificación.
Muchas veces, el niño proyecta en sus personajes aspectos parciales de su mundo interno y
de las instancias psíquicas, los personajes toman aspectos del ello y del superyó, y a través
del juego el niño expresa el conflicto y descarga su angustia.

Winnicott: considera al juego como una entidad en sí misma, con función estructurante
para la constitución psíquica. Su riqueza amplía las posibilidades simbólicas y creativas del
sujeto en constitución.
Postula la constitución de tres objetos: el objeto subjetivo, el objeto transicional y el objeto
objetivamente percibido.

El objeto subjetivo es una creación del bebé en unidad virtual con la madre, corresponde a
la omnipotencia y a la indeferenciación yo-no yo. Predominio de la ilusión. Luego objeto
transicional luego el objetivamente percibido.

El jugar se ubica en la órbita de los fenómenos transicionales, desde la primera creación de


un objeto transicional, primera posesión no-yo, hasta las últimas etapas de la capacidad de
un ser humano para la experiencia cultural.

Las etapas de la constitución del juego corresponden a los tiempos de constitución del
objeto: 1) el niño y el objeto se encuentran fusionados, 2) el objeto es repudiado,
reaceptado y percibido en forma objetiva; es necesaria una madre dispuesta a participar y a
devolver lo que se le ofrece (etapa del constitución del objeto transicional), 3) el niño puede
jugar sólo con la confianza de que la persona que ama está cerca (activo-agresivo en la
investigación del ambiente), 4) el niño puede jugar de la superposición de dos zonas de
juego, la propia y la de la madre. Ha logrado la capacidad de aceptar o rechazar propuestas
y de tomar iniciativas, logrando la construcción del objeto real.

Para Winnicott el juego es un fenómeno subjetivo estructurante en sí mismo, no sólo


representante de lo pulsional, y está al servicio del mantenimiento de la transicionalidad en
la infancia.

Piaget: el juego es el reflejo de la experimentación del niño con el mundo. Es una


transformación activa entre sujeto y objeto, a través de procesos de asimilación y
acomodación.

Desarrollo evolutivo del juego: 1) juego funcional de ejercitación (período sensorio-


motriz), 2) juego simbólico (período preoperatorio), instalación de la función semiótica, 3)
juegos reglados (período de las operaciones concretas y reversibles), 4) juegos mentales
(nivel lógico formal).

En la actualidad, la realidad se presenta a los niños principalmente en imágenes. La


disminución del hábito de lectura placentera lleva a que los personajes tomen la voz y la
imagen del actor que los representa, disminuyendo las múltiples representaciones mentales
propias e individuales que los personajes pueden despertar en la lectura. También hay
juegos computacionales que implican el enriquecimiento del pensamiento en todos sus
niveles.
Brazelton plantea que la interacción temprana satisfactoria permite regular
progresivamente las posibilidades homeostáticas del bebé, a través de los estados de
conciencia que son los ritmos de sueño y vigilia que el bebé es capaz de sostener.

Daniel Stern concibe un sí mismo emergente desde el nacimiento, no hay total


indiferenciación del sí mismo y el otro. La presencia social del infante suscita variaciones
en la conducta del adulto que deberá adecuarse del mejor modo a las tendencias perceptivas
innatas del bebé. Considera el advenimiento del lenguaje al modo del fenómeno
transicional.

Los juegos y la tecnología, ¿nuevos modos de subjetividad?

(CONTINUAR)

Eje Evolutivo:

 Piaget – Psicología del niño. Introducción y conclusiones.

El desarrollo mental del niño aparece como una sucesión de tres grandes construcciones.

Hay integración de estructuras sucesivas, cada una de las cuales lleva a la construcción de
la siguiente, permite dividir el desarrollo en grandes períodos, que obedecen a los
siguientes criterios:

1) su orden de sucesión es constante

2) cada estadio se caracteriza por una estructura de conjunto, en función de la cual pueden
explicarse las principales reacciones particulares

3) esas estructuras de conjuntos son integrativas y no se sustituyen unas a otras.

El mecanismo interno de todo constructivismo es un proceso de equilibración, en el


sentido de una autorregulación, es decir de una serie de compensaciones activas del sujeto
en respuesta a las perturbaciones exteriores y de una regulación a la vez retroactiva y
anticipadora, que constituye un sistema permanente de tales compensaciones. El
equilibramiento por autorregulación constituye así el proceso formador de las estructuras.

 Piaget – Seis estudios de psicología: El desarrollo mental del niño.


El desarrollo es un progresivo equilibrarse, un paso perpetuo de un estado menos
equilibrado a un estado de superior equilibrio. En todos los niveles la acción supone
siempre un interés que la desencadena, tanto si se trata de una necesidad fisiológica,
afectiva, o intelectual; en todos los niveles la inteligencia intenta comprender o explicar,
etc.

Junto a las funciones constantes (invariantes funcionales) debemos distinguir las


estructuras variables. Éstas serán las formas de organización de la actividad mental, bajo su
doble aspecto motor o intelectual, por una parte, y afectivo, por otra, así como según sus
dimensiones individual y social (interindividual).

Puede afirmarse que toda acción, sentimiento o pensamiento, responde a una necesidad, la
cual siempre es la manifestación de un desequilibrio. Hay una necesidad cuando algo se ha
modificado, y se trata de reajustar la conducta en base a este cambio. La acción finaliza
cuando existe una satisfacción de las necesidades, o sea cuando se restablece el equilibrio
entre el nuevo hecho y nuestra organización mental tal como esta se presentaba anterior a él
(asimilación-acomodación PAR FUNCIONAL).

Toda necesidad tiende a incorporar las cosas y las personas a la actividad propia del sujeto,
y por lo tanto asimilar el mundo exterior a las estructuras ya construidas; y además a
reajustar éstas en función de las transformaciones experimentadas y por lo tanto
acomodarlas a los objetos externos.

Al asimilar de esta forma los objetos, tanto la acción como el pensamiento se ven obligados
a acomodarse a ellos, o sea, a reajustarse con cada variación exterior. Se puede denominar
adaptación al equilibrio de estas asimilaciones y acomodaciones.

El periodo Sensorio-Motor consiste en una conquista mediante las percepciones y los


movimientos, de todo el universo práctico que rodea al niño. Mientras que al comienzo el
recién nacido lo refiere todo a sí mismo, cuando se inicia en el lenguaje y el pensamiento el
niño se sitúa como elemento entre los demás.

Los reflejos se presentan como coordinaciones sensoriales y motrices todas ellas ajustadas
hereditariamente y correspondientes a tendencias instintivas como por ejemplo la nutrición.

La conciencia se inicia mediante un egocentrismo inconsciente, mientras que los procesos


de la inteligencia SM desembocan en la construcción de un universo objetivo, en el cual el
propio cuerpo aparece como un elemento entre los demás.

Cuatro procesos fundamentales caracterizan esta revolución intelectual llevada a cabo


durante los dos primeros años: se trata de las construcciones de las categorías del objeto y
el espacio, de la causalidad y del tiempo, todas ellas a título de categorías, pero aún no de
nociones del pensamiento. Estas categorías logran organizar lo real.
OBJETO PERMANENTE

Es la permanencia sustancial atribuida a los cuadros sensoriales, y es la creencia según la


cual una figura percibida corresponde a algo que sigue existiendo aun cuando no se percibe.

ESPACIO PRÁCTICO

La evolución del espacio práctico es totalmente solidaria con la construcción de los


objetos. La elaboración del espacio al principio se debe esencialmente a la coordinación de
los movimientos, y aquí captamos la estrecha relación existente entre este desarrollo y el de
la inteligencia SM.

CAUSALIDAD

Es la relación fortuita entre un resultado empírico y una acción cualquiera que lo haya
provocado. Esta especie de causalidad mágico-fenomenista manifiesta el egocentrismo
causal primitivo. Fenomenista por que cualquier cosa puede producir cualquiera otra según
las reacciones anteriores observadas; y mágica, porque se centra en la acción del sujeto, sin
consideración de los contactos espaciales.

TIEMPO

La objetivación de las series temporales es paralela a la de la causalidad.

Afectividad e inteligencia son indisociables y constituyen los dos aspectos


complementarios de toda conducta humana

Piaget – Psicología de la Inteligencia

La asimilación senso-motriz y el nacimiento de la inteligencia del niño.

La asimilación de un elemento nuevo a un esquema anterior implica la integración de esta


última en un esquema superior.

El desarrollo mental durante los primeros 18 meses es rápido y especial, porque el niño
elabora el conjunto de las subestructuras cognoscitivas que servirán de punto de partida a
sus construcciones perceptivas e intelectuales ulteriores, así como cierto número de
reacciones afectivas elementales, que determinaran su afectividad.

En este contexto ya activo vienen a insertarse las primeras adquisiciones en función de la


experiencia.
DESARROLLO SENSORIO-MOTOR

0 a 2 meses - Estadio I (reflejo): reflejo automático, innato. Prima la actividad refleja del
RN los cuales dan lugar a lo que se llama “ejercicio reflejo”. Las observaciones muestran
que ya en el campo cerrado de los mecanismo regulados hereditariamente, surge un
principio de asimilación reproductora de orden funcional (ejercicio), de asimilación
generalizadora o transportiva (extensión del esquema reflejo a otros objetos nuevos) y de
asimilación recognitiva (discriminación de las situaciones, distinguir el pezón de otros
objetos)

2 a 4 meses - Estadio II (reacción circular primaria): coordinación de una experiencia


de un reflejo. Se construyen los primeros hábitos. Las formas elementales del hábito
proceden de una asimilación de elementos nuevos a esquemas anteriores, que pertenecen a
la especia de esquemas reflejos. La extensión del esquema reflejo por la incorporación del
elemento nuevo determina por eso mismo la formación de un esquema superior (el hábito
como tal), en el cual se integra, pues, el esquema inferior (el reflejo). El hábito presenta un
campo de aplicación de mayores distancias, en el espacio y en el tiempo. Pero todavía
tienen un solo sentido, sin movilidad interna ni coordinación recíproca. Estas se repiten en
bloque, sin objetivo fijado de antemano y con utilización de los azares que nacen en el
curso del camino, nada tienen que pertenezca a un acto completo de inteligencia. Se destaca
la reacción circular primaria, donde la acción cae sobre el propio cuerpo (esquema de
succión del pulgar). Acción repetida primero encontrada por azar.

4 a 8 meses - Estadio III (reacción circular secundaria): se inicia con la coordinación de


la visión y la aprehensión. El niño por ejemplo, tira de un cordel repetidamente sorprendido
por el resultado. Hay reacciones circulares secundarias, que consisten en esta reproducción
activa con el fin de prolongar un resultado interesante obtenido una primera vez por azar
que ahora recae sobre objetos exteriores. Es un ejemplo típico de asimilación reproductora.

El primer movimiento que se ejecuta, seguido de su resultado, constituye una acción total,
que crea una nueva necesidad en cuanto los objetos, sobre los cuales recae la acción,
vuelven a su estado primitivo; esos objetos se asimilan entonces a la acción precedente
(promovida por lo tanto al rango de esquema), lo que determina su reproducción y así
sucesivamente. Tira del mismo cordel frente a una situación nueva situada a 2-3 metros,
como para continuar a distancia el espectáculo interrumpido. Esto confirma la ausencia de
contactos espaciales y una causalidad mágico-fenomenista (se mueve la cosa porque él la
mueve –subjetivo- y cualquier cosa causa cualquier otra).
8 a 11 - Estadio IV (inteligencia práctica): los esquemas construidos por las reacciones
circulares secundarias resultan ya susceptibles de coordinarse entre sí, utilizados los unos
en calidad de medios y asignando los otros un objetivo a la acción. Por ejemplo, si se oculta
un objeto tras una pantalla, el niño la correrá.

Desde este momento el fin se haya planteado antes que los medios, ya que el objeto tiene la
intención de apresar el objetivo antes de tener el poder de apartar el obstáculo, lo que
supone una articulación móvil de los esquemas elementales que componen el esquema
total. Ya relaciona y deferencia medios de fines. El niño ensaya los esquemas adquiridos
anteriormente (asir, golpear, sacudir, frotar etc.), siendo estos utilizados para distintos fines.

Son los comienzos de la intencionalidad la cual definimos como conciencia de deseo.


Supone la cantidad de acciones intermedias que se necesitan para ese acto principal. El acto
intermedio subordina unos medios a gestiones principales que le asigna un objetivo a las
acciones. Las conductas de este IV nivel son testimonio de un doble progreso en el sentido
de la movilidad y de la extensión del campo de aplicación de los esquemas.

La limitación de esta inteligencia naciente es que no hay invenciones, ni descubrimientos


de medios nuevos, sino simple aplicación de medios conocidos a circunstancias
imprevistas.

Noción de objeto permanente, diferenciación medio fin, intencionalidad, diferenciación


entre esquemas, incorporación de esquemas conocidos a situaciones nuevas.

12 a 18 - Estadio V (reacción circular terciaria): este es el momento en que la novedad


interesa por sí misma, lo que supone un equipo suficiente de esquemas a fin de que sean
posibles las comparaciones. Las RC consistirán en la reproducción del hecho nuevo, pero
con variaciones y experimentación activa, destinadas a extraer de él las nuevas
posibilidades. Habiendo descubierto así la trayectoria de caída de un objeto, el niño
intentara lanzarlo de diferentes modos o desde distintos puntos de partida. Puede llamarse
RC 3° a esta asimilación reproductora con acomodación intencional.

Desde entonces, el niño diferenciará esos esquemas que sirven de medios, a través de una
especie de RC 3°, y logrará descubrir medios nuevos. Conducta de soporte: no pudiendo
alcanzar directamente el objetivo, el sujeto apela a objetos situados entre los dos (la
alfombra sobre la cual se encuentra depositado el juguete deseado).
18 a 24 - Estadio VI (invención de esquemas nuevos): en lugar de que los medios sean
descubiertos exclusivamente por la experimentación activa, puede haber ahora invención,
mediante coordinación interior y rápida, de procedimientos no conocidos aun por el sujeto
(insight). El problema ahora consiste en descubrir el mecanismo de estas coordinaciones
interiores, que a la vez suponen la invención sin tanteo y una anticipación mental próxima a
la representación.

Una vez habituado a las reacciones circulares terciaras y a los tanteos inteligentes que
constituyen una verdadera experimentación activa, el niño llega a ser capaz de una
interiorización de esas conductas. Cuando el sujeto parece reflexionar cambia la situación.

Evoca recuerdos, sale del presente continuo, tanteo mental, representación en su mente.

Hay dos clases de hechos que en este sexto estadio, atestiguan un esbozo de
representación. Por un lado, el niño es capaz de imitación diferida, es decir, de una copia
que surge por primera vez luego de la desaparición perceptiva del modelo. Por otra parte, el
niño llega al juego simbólico, consistente en evocar por medio del propio cuerpo una
acción extraña al actual contexto (simular que se duerme para divertirse). Se termina de
consolidar el grupo práctico de desplazamientos junto con los demás categorías que
organizan lo real.

Es un período de transición, de cierre de estructura, ha llegado de la magia a las leyes de


grupo y ha logrado una descentración definitiva.

 Desarrollo humano y familia (ficha de cátedra)

Toda familia posee leyes y una dinámica singular que va orientando las vinculaciones
afectivas y de participación que a su vez van regulando su propio desarrollo. De allí que se
le considere una institución.

La familia contiene y dirige el desarrollo psíquico, ofreciendo modelos e identificación que


ayudarán a constituir la instancia superyoica. Las posibilidades de subjetivación de un hijo
dependerán del lugar que ocupe en la compleja trama familiar.

El origen de todos los desplazamientos futuros parte de la relación primera con los
progenitores y el sujeto conservará en su realidad psíquica interna la relación primaria con
los padres. La familia oficia de puente entro lo vincular primario y el ambiente social.
Winnicott plantea la existencia de dos elementos que conformarían la contribución familiar
a la madurez emocional del individuo: uno referido a la posibilidad de ofrecerse para la
dependencia y el segundo al facilitar la separación y el pasaje hacia lo social exterior a ella.
Familia ampliada y nuclear:

Antiguamente la familia era ampliada o extensa, coexistiendo dos objetivos: reproducción y


producción. Los vínculos no eran por libre elección y esto garantizaba la estabilidad
familiar. Luego comienza a transformarse la familia en nuclear, donde conviven
únicamente los padres y los hijos y los vínculos así son de elección libre. Con ello se gana
en satisfacción y bienestar, pero la familia pasa a ser más transitoria al producirse
alejamiento de los hijos que conforman nuevas familias. El sistema sufre un desequilibrio.

En la familia nuclear las funciones padre y madre son cumplidas por los progenitores
respectivos, el amor materno está revalorizado y el hijo pasa a ser el centro. En la familia
ampliada los hijos eran criados por nodrizas.

La familia nuclear pasó a ser el paradigma de las clases medias de las grandes urbes.

Funciones: capacidad de ejercer el rol en el marco de una vinculación afectiva.

Función materna: se origina en el deseo de tener un hijo que se remonta al final del
Complejo de Edipo, en la fase fálica. Está asociada al sostén de nutrición y afectivo. Es la
que introduce al infante en el mundo y le posibilita ir integrando en una totalidad las
vivencias con las cuales construirá su subjetividad.

Función paterna: alude al reconocimiento del hijo dotándolo de un nombre. Se relaciona


con la propia posibilidad de dejar de ser hijo. Se trata de vehicular hacia el hogar la
legalidad del mundo externo interviniendo en la vinculación madre-hijo. La función paterna
colabora con la posibilidad de discriminación del vínculo y posibilita al hijo la salida
exogámica como factor esencial del desarrollo psíquico. Dicha función no es exclusiva del
padre sino que puede ser ejercida desde alguna organización exterior al vínculo mismo.

Función filial: es la conectora de la familia con el futuro. Le cabe desprenderse del núcleo
familiar para formar una nueva familia. Contribuye al pasaje de una pareja a una familia.

Familia y vínculos: el conjunto de seres humanos que conforman una familia poseen por
lo menos cuatro formas de vínculos de parentesco: alianza, o relación marido-mujer;
filiación, o relación entre padres e hijos; consanguinidad, que liga a os hermanos entre sí,
y avuncular, o relación entre el hijo y el tío materno. Tales ligazones determinan
inconscientemente un entramado entre la familia conyugal y la familia materna, o dadora de
la mujer.

LA HUMANIZACIÓN:

El hombre intenta proyectarse sobre el universo, llevar a él su huella, su garra, inscribirse


en él. Y por otras apropiárselo, hacerlo suyo.
Al construir herramientas, el hombre comienza a anticiparse y esta anticipación marcó un
cambio en la vida sexual que lo diferenció del animal, separado sexualidad de procreación.
Sus respuestas dejaron de responder a n puro impulso, iniciándose una búsqueda guiada
hacia su fin.

Inicialmente la unión de la pareja en función de la procreación no poseía un fin consciente


hasta que se fue transformando en una unión proyectada hacia la trascendencia.

El hombre abandona la vida en hordas y progresa hacia alguna forma de organización


fraterna. Se produce un nuevo ordenamiento social.

Luego el hombre se hace sedentario. Podemos ubicar en este momento el punto de partida
de la familia. Son los inicios del patriarcado.

Lo esencial de dicho progreso se genera con la posibilidad de acceso a la representación


simbólica que da origen al pensamiento y al lenguaje.

Posteriormente los clanes se unen para formar las tribus, teniendo un jefe en común y
reuniéndose en asambleas convocantes de varios jefes de cada clan. Cuando un grupo
familiar se une y reconoce a un mismo jefe, queda constituida una tribu.

El tótem como representante del padre establece mandamientos y prohibiciones limitantes


de la agresión violenta entre los miembros del clan y del acceso a las mujeres de la familia.
Prohibiciones que limitan lo pulsional al tiempo que en l humanidad retorna el recuerdo
reprimido del asesinato del padre de la hora y el sentimiento de culpa que ese acto genera.

La paternidad remite entonces a recuerdos y reflexiones, mientras que la maternidad se


constata a través de lo sensorial.

La cultura establece formaciones reactivas para limitar la exteriorización de las tendencias


agresivas y tiende la creación de lazos identificatorios entre sus miembros y vínculos de
meta sexual inhibida como modo de frenar lo pulsional directo. Condición exogámica y
negación a resignar sus miembros.

Para el niño, la persona amada: su madre, su padre, sus hermanos, son los objetos hacia
quienes dirige todos sus deseos, los que sucumben a la represión edípica en el inicio del
período de latencia. Quedan sentimientos tiernos que servirán para constituir lazos
duraderos.

Piaget - “La función semiótica o simbólica”

Función fundamental que consiste en poder representar algo (significado.), por medio de un
significante diferenciado y que solo sirve para esa representación (lenguaje, imagen mental,
gesto simbólico). Aparece al término del período senso-motor, hacia un año y medio o dos.

I) LA FUNCIÓN SEMIÓTICA Y LA IMITACIÓN

Los mecanismos S-M ignoran la representación. Y antes del 2do año no se observa
evocación de un objeto ausente.
Hacia los 9-12 meses se constituye el esquema del objeto permanente, existe búsqueda de
objeto desaparecido, pero que acaba de ser percibido (acción ya en curso, un conjunto de
indicios actuales permite encontrarlo). Utiliza significaciones.
Un indicio está indiferenciado de su significado (constituye un aspecto, una parte, un
antecedente, un resultado causal, etc.).
Aparición de la función semiótica: En el curso del 2do año (en continuidad del est.VI)
aparece un conjunto de conductas que implica la evocación representativa de un objeto de
un acontecimiento ausente y que supone la construcción o empleo de significantes
diferenciados (referidos a elementos no perceptibles o presentes).
Cinco de estas conductas se distinguen:
1) Imitación diferida: se inicia en ausencia del modelo. Comienza por imitar en presencia
de éste, y continúa en su ausencia.
2) Juego simbólico: la representación es neta y el ste. diferenciado es un gesto imitador,
pero acompañado de objetos que se han hecho simbólicos. Aparenta dormir sentada y
sonriendo.
3) Dibujo o imagen gráfica: es en sus comienzos un intermediario entre el juego y la
imagen mental. No antes de los 2 o 2 y medio.
4) Imagen mental: aparece como una imitación interiorizada.
5) Lenguaje: naciente que permite la evocación verbal de acontecimientos no actuales.
Cuando la niña dice miau, sin ver al gato, existe representación verbal, además de
imitación. Cuando después dice papá se va, señalando el camino que hace él al partir, la
representación se apoya exclusivamente en un significante diferenciado por los signos de la
lengua en vías de aprendizaje.

Papel de la imitación: las 4 primeras dichas formas de conducta se basan en la imitación y


el lenguaje mismo (q no inventa el niño) se adquiere en un contexto necesario de imitación
q es una prefiguración de la representación (representación en actos materiales, todavía no
en pensamientos en el periodo S-M). La imitación es de inmediato una prefiguración de la
representación, constituye una especie de representación en actos materiales, no aún en
pensamiento.
Al término del S-M, el niño ha adquirido una capacidad suficiente para q se haga posible la
imitación diferida. La representación en acto se libera de las exigencias S-M de copia
perceptiva directa para alcanzar un nivel en el que el acto desprendido de su contexto se
hace significante diferenciado, y en parte representación en pensamiento. Con el juego
simbólico y el dibujo, el paso de representación en acto a representación- pensamiento se
ve reforzado: simular dormir es acto desligado de contexto pero símbolo generalizable. Con
la imagen mental la imitación es diferida e interiorizada y la representación está lista para
convertirse en pensamiento. La adquisición del lenguaje cubre el conj. del proceso.
La función semiótica engendra dos clases de instrumentos: los símbolos (motivados,
presentan semejanza con sus significados, pueden ser construidos por el individuo solo) y
los signos (arbitrarios o convencionales, colectivo, el niño lo recibe por de la imitación, lo
acomoda a su manera y luego lo utiliza).

II) EL JUEGO SIMBÓLICO:

Señala el apogeo del juego infantil. Su motivación no es la adaptación a lo real, sino la


asimilación de lo real al yo. El juego transforma lo real por asimilación a las necesidades
del yo, mientras que la imitación es acomodación a los modelos exteriores, y la inteligencia
es equilibrio entre asimilación y acomodación.
Instrumento esencial de adaptación es el lenguaje q le es trasmitido al niño ya hecho.
(Impropio para expresar experiencias particulares vividas por el yo).
Es importante q pueda disponer de modos propios de expresarse (sist. de stes. construidos
por él y adaptables a sus deseos__ (el juego simbólico).

III) EL DIBUJO:

Forma de la función semiótica que está a mitad de camino entre el juego simbólico (del
cual presenta el mismo placer funcional y el mismo autotelismo) y la imagen mental (con la
que comparte el esfuerzo de imitación de lo real).
Luquet considera al dibujo como un juego.

El REALISMO DEL DIBUJO pasa por diferentes fases: Realismo fortuito (garabatos con
significación que se descubre luego), Realismo frustrado: (incapacidad sintética donde
elementos de copia esta yuxtapuestos, en lugar de coordinados en un todo. Monigote),
Realismo intelectual (dibujo superó las dificultades primitivas, proporciona atributos
conceptuales sin preocupaciones de perspectiva visual. Rostro de perfil con 2 ojos) y
Realismo visual (8-9 con dos novedades: representa lo que es visible desde pto de vista
perspectivo particular: se verá la copa del árbol detrás de la casa, no todo, y los objetos
disminuyen a distancia. También tiene en cuenta la disposición de los objetos según un plan
de conjunto y sus proporciones métricas).

IV) IMÁGENES MENTALES:


Diferencia entre las imágenes del nivel preoperatorio (hasta los 7-8 años) y la de los niveles
operatorios.
- Dos tipos de imágenes:
1- Imágenes reproductoras (evocan espectáculos ya conocidos y percibidos
anteriormente)
2- Imágenes anticipadoras (imaginan movimientos o transformaciones así como sus
resultados, pero sin haber asistido a su realización). La reproducción imaginada de
movimientos o de transformaciones supone una reanticipación y toda imagen (reproductora
o anticipadora) de movimientos o de transformaciones se apoya sobre las operaciones que
permiten comprender esos procesos, a la vez que imaginaros.
- Las imágenes copias: el modelo queda ante los ojos del sujeto o acaba de ser percibido,
sin que haya evocación diferida a días o semanas de distancia.
- Imágenes cinéticas y de transformación: propiamente mentales. (Dificultad experimental.
porque son interiores—medios indirectos: dibujo del niño, elección de dibujos dispuestos
de antemano, indicaciones gestuales y verbales).
Más sencilla de las imágenes reproductoras cinéticas: 1 cuadrado puesto por encima del
otro y de q se trata de anticipar un ligero desplazamiento. El niño debe dibujar bien en
copia (5años y medio) el modelo exacto. El dibujo de representación imaginada, no de
copia, se logra recién a los 7 años.
- Imágenes y operaciones: SE LE PIDE AL SUJETO, PRESENTANDOLE PRUEBAS
HABITUALES DE CONSERVACION OPERATORIA, QUE ANTICIPE LO QUE VA A
PASAR, IMAGINANDO FASES Y LOS RESULTADOS DE LAS
TRANSFORMACIONES. (CONSERVACION DE LIQUIDOS, FICHAS, PLASTILINA,
ETC.)
Las imágenes mentales sólo constituyen un sistema de símbolos que traducen el nivel de
comprensión preoperatorio y luego operatorio de los sujetos. La imagen no basta para
engendrar las estructuraciones operatorias, a lo sumo puede servir para precisar el
conocimiento de los estados que la operación ha de enlazar luego por un juego de
transformaciones reversibles.
Cuando, después de los 7-8 años, la imagen se hace anticipadora (y mejor para servir de
soporte a las operaciones), ese progreso resulta de la intervención de aportaciones
exteriores debidas a la formación de las operaciones. Estas se derivan de la acción en sí, y
no del simbolismo imaginado ni del sistema de signos verbales o del lenguaje.

V) LA MEMORIA Y LA ESTRUCTURA DE LOS RECUERDOS-IMÁGENES:

2 TIPOS DE MEMORIA:
De RECONOCIMIENTO: SOLO ACTUA EN PRESENCIA DEL OBJETO YA
ENCONTRADO Y CONSISTE EN RECONOCERLO. Es muy precoz, y está ligada a
esq.de acción o de hábito.

De EVOCACION: EVOCAR EL OBJETO EN SU AUSENCIA, POR MEDIO DE UN


RECUERDO IMAGEN-.No aparece antes de la imagen mental, el lenguaje,

VI) EL LENGUAJE:

En el niño normal aparece al mismo tiempo que las otras formas del pensamiento. En el
sordo mudo, mucho después de la imitación diferida, el juego simbólico y la imagen
mental. (Carácter genético derivado)
Evolución: comienza tras una fase de balbuceo espontáneo (de los 6-11meses), y una fase
de diferenciación de fonemas por imitación (11-12meses), por un estado de las palabras-
frases(al término del periodo S.M)
Desde el fin del segundo año se señalan frases de dos palabras, luego pequeñas frases
completas y después adquisición progresiva de estructuras gramaticales. (MENCIONA A
CHOMSKY)
Lenguaje y pensamiento: Diferencias entre conductas verbales y S-M. Las conductas S-M
están obligadas a seguir los acontecimientos sin sobrepasar la velocidad de la acción.
Introducen relaciones con rapidez superior (gracias al relato y a las evocaciones de todo
género). Limitadas al espacio y al tiempo próximo.

El lenguaje permite al pensamiento referirse a extensiones espacio-temporales más amplias


y liberarse de lo inmediato.
Procede por acciones sucesivas. Consigue representaciones de conjunto simultáneas (q
consigue gracias al lenguaje).
Esos progresos de pensamientos representativos en relación al sistema de los esquemas S-
M se deben a la función semiótica en su conjunto: es ella la que desliga el pensamiento de
la acción y la q crea la representación.
Lenguaje y lógica:
Lenguaje y operaciones: lenguaje utilizado por preoperatorios y operatorios es distinto.
Preoperatorios: apenas emplea escalas: ej. (se le ofrecen parejas de objetos cortos y largos,
etc.):” este tiene uno grande, este uno pequeño, este tiene mucho, este no mucho”. Los que
están en etapa operatoria: utilizan “vectores”: ej. “este tiene uno más grande q el otro”, “no
tiene más “etc.…
Hay una correlación entre el lenguaje empleado y el modo de razonamiento. Conexión
entre los estadios de desarrollo de la seriación y la estructura de los términos utilizados.
EL LENGUAJE NO CONSTITUYE LA FUENTE DE LA LOGICA SINO QUE ESTA
ESTRUCTURADO POR ELLA. Las raíces de la lógica hay que buscarlas en la
coordinación general de las acciones a partir de ese nivel senso-motor cuyos esquemas
parecen ser de importancia fundamental desde los inicios; y este esquematismo continua
desarrollándose y estructurando el pensamiento; incluso verbal, en función del progreso de
las acciones (cuando se hayan en estado de interiorizarse y agruparse en estructura de
conjunto)

- CONCLUSION: la función semiótica presenta una unidad notable. Se trate de imitaciones


diferidas, de juego simbólico, de dibujo, de imágenes mentales y de recuerdos-imágenes o
de lenguaje, consiste siempre en permitir la evocación representativa de objetos o de
acontecimientos no percibidos actualmente. Pero de modo recíproco, si hace así posible el
pensamiento, proporcionándole un campo de aplicación ilimitado por oposición a las
fronteras restringidas de la acción senso-motora y de la percepción, sólo progresa bajo la
dirección y merced a las aportaciones de ese pensamiento o inteligencia representativos. La
representación se constituye gracias a esa función semiótica.

Piaget – La primera infancia: de los dos a los siete años.

La aparición del lenguaje introduce profundas modificaciones en las conductas: estas ya no


son solamente reales o materiales y pueden ser interiorizadas, lo cual trae tres
consecuencias importantes: a) Un posible intercambio entre individuos (socialización de la
acción), b) una interiorización de la palabra, o sea la aparición del pensamiento
propiamente dicho (génesis del pensamiento), y c) una interiorización de la acción como
tal, que hace que las experiencias reales pasen a ser "mentales" (intuición). Por otro lado,
desde el punto de vista afectivo asistimos al desarrollo de sentimientos interindividuales
(simpatías, antipatías, respeto, etc.) y de una afectividad interior más estable. Examinemos
brevemente las tres consecuencias en lo intelectual, y la consecuencia en lo afectivo.

A. La socialización de la acción.- El lenguaje permite aquí ya la comunicación entre


individuos en forma continua. Aparece la imitación diferida, que permite reproducir
sonidos en ausencia del modelo, y cuando esos sonidos se asocian con acciones, allí
empieza la adquisición del lenguaje.

Las funciones del lenguaje pueden verse en tres grandes categorías de hechos: a) al
comprender lo que dicen sus padres, el niño descubre los pensamientos y voluntades de los
mayores, lo cual se abre un amplio universo antes desconocido; b) Al poder representar con
el lenguaje las acciones propias presentes y pasadas, transforma la acción en pensamientos.
Puede hablar a los demás y jugar con ellos; c) También puede hablarse a sí mismo
constantemente mediante monólogos que acompañan sus juegos y su acción.
Todo ello revela que las primeras conductas sociales no son aún socializaciones verdaderas,
porque aún no pueden salir de su propio punto de vista para coordinarse con los ajenos,
manteniéndose centrado en sí mismo.

B. La génesis del pensamiento.- La inteligencia práctica se va transformando en


pensamiento propiamente dicho, bajo la doble influencia del lenguaje y la socialización.
Mediante el lenguaje, el niño puede evocar acciones pasadas, anticipar actos futuros, y
hasta reemplazar la acción por su descripción verbal. Tal es el comienzo del pensamiento
propiamente dicho. Y mediante la socialización, puede compartir colectivamente conceptos
y palabras con los demás.

Entre los dos y siete años, el pensamiento evolucionará desde un extremo inicial a otro
final. 1) Al comienzo está el pensamiento como mera incorporación o asimilación, cuyo
egocentrismo excluye toda objetividad. Esto se ve por ejemplo en el juego simbólico, que
satisface las fantasías propias del niño; 2) Al final, el pensamiento ya se adapta a los demás
y a la realidad, preparando así el pensamiento lógico que vendrá a partir de los siete años.
Aquel pensamiento adaptado a los demás es el pensamiento intuitivo.

En este periodo hay dos características importantes en el pensamiento infantil: el finalismo


y el animismo. El finalismo se advierte en que el niño a esta edad empieza a preguntar los
por qué de las cosas, y con ello buscan indagar tanto el fin o propósito de un hecho como su
causa. El por qué se propone averiguar una razón de ser de las cosas a la vez finalista y
causal. Por el otro lado, el animismo infantil es la tendencia a concebir las cosas como
vivas y dotadas de intenciones. Por ejemplo, pensar que las nubes se mueven porque el
viento las lleva, como si hubiera una intención de éste por llevarlas. Es evidente que el
animismo, al igual que el finalismo resulta de una asimilación de las cosas a la propia
actividad, pues en ambos casos se trata de modificar las cosas adscribiéndoles intenciones.

Como vemos en este periodo hay una in diferenciación entre lo psíquico y lo físico al
asignarse intenciones psíquicas a las cosas. Las leyes naturales se confunden con las leyes
morales y el determinismo con la obligación: los barcos flotan porque "tienen" que
hacerlo", y la luna alumbra solo de noche porque "ella no es quien manda".

C. La intuición.- Hasta alrededor de los siete años, el niño sigue siendo prelógico y suple la
lógica por la intuición, simple interiorización de las percepciones y los movimientos en
forma de imágenes representativas y de "experiencias mentales", que por tanto prolongan
los esquemas senso-motrices sin coordinación propiamente racional.

La intuición se basa más en lo perceptible que en la lógica: por ejemplo, para un niño de
este periodo una hilera de 10 fichas rojas y una hilera de 12 fichas azules, ambas de la
misma longitud, tienen para el niño la misma cantidad de fichas, porque atiende al efecto
óptico global, no a las distancias de las fichas entre sí.
Cronológicamente primero aparece la intuición primaria, luego la intuición articulada (y
finalmente la operación, pero esto es después de los siete años). La intuición primaria es
simplemente una acción senso-motriz convertida en pensamiento, es rígida e irreversible.
La intuición articulada sigue siendo irreversible, pero tiene la ventaja que el niño puede
prever consecuencias y reconstruir estados anteriores.

D. La vida afectiva.- Los actos intelectuales no existen en estado puro: siempre implican un
aspecto afectivo. Y a la inversa, todo acto afectivo supone un acto intelectual (el amor
implica una comprensión intelectual).

Entre los dos y los siete años aparecen tres novedades en la vida afectiva: 1) desarrollo de
los sentimientos interindividuales como afectos, simpatías, antipatías, ligados a la
socialización de la acción, 2) aparición de sentimientos morales intuitivos surgidos de la
relación con los adultos, y 3) regulaciones de intereses y valores, relacionadas con el
pensamiento intuitivo en general.

El INTERES es la prolongación de las necesidades: el niño muestra interés por algo porque
lo necesita. El interés es por un lado un regulador de energías: el niño pone energía en lo
que le interesa. Por el otro lado implica un sistema de valores: los intereses forman entre sí
un sistema donde unos valen más y otros menos, en cada momento.

En relación con los intereses están también las AUTO-VALORACIONES, que son los
sentimientos de inferioridad o superioridad, derivables de si obtuvo fracasos o éxitos (reales
o imaginarios) en su acción. En relación con ellos están también los VALORES
INTERINDIVIDUALES ESPONTANEOS. Así como el pensamiento intuitivo, gracias al
lenguaje, permite al niño intercambios intelectuales con los demás, así también los
sentimientos espontáneos nacen de un intercambio cada vez más rico de valores (simpatías,
antipatías, etc). Por lo general, habrá simpatía hacia las personas que respondan a los
intereses del niño y que lo valoren. A partir de aquí surgirán los primeros VALORES
MORALES, nacidos de sentimientos morales: aparece la idea de lo obligatorio y del deber:
estas no nacen de simples simpatías o antipatías, sino del respeto de reglas propiamente
dichas. No obstante, todavía en este periodo el niño tiene una moral heterónoma, que
depende de reglas y voluntades ajenas, no propias, lo cual es un logro posterior. El niño de
este periodo de 2-7 años dice dos tipos de mentira: una que usa para ocultar una mala
acción frente al adulto, y otra que usa para exagerar (un perro de 3 metros). El niño juzga
como más "fea" a la segunda mentira.

Piaget – La elaboración del pensamiento. Intuición y operaciones.


Pensamiento preconceptual. (2 a 4 años) Pensamiento intuitivo. (4 a 7 años)

-Preconcepto y razonamiento transductivo. - Transición hacia el pensamiento concreto,


prelógico, coordinación de esquemas.
-Se confunde al mundo físico con el psíquico,
artificialismo (fenómenos naturales pensados - Conocimiento ligado a la observación
como artificiales.) y animismo infantil (dotar de directa.
alma, vida e intención a elementos que son
inanimados, formas puramente verbales de - Mucha pregnancia de la visión.
pensar.) fenomenalismo (causalidad inmediata),
finalismo (para y por algo). -Regulaciones representativas: no sobrepasa
lo perceptivo por compensaciones o
-Individualidad/generalidad del concepto: no la anulación.
tiene.
- Acciones aisladas, se integran en sistemas de
-No hay ordenamiento temporal. conjunto.

-Acompaña la acción con el lenguaje.

-No hay reversibilidad, solo piensan en estados


simbólicos.

La inteligencia senso-motriz se halla en la fuente del pensamiento y continuará actuando


sobre ella durante toda la vida por intermedio de las percepciones y de las actitudes
prácticas.

¿Qué falta a la inteligencia senso-motriz para prolongarse en pensamiento conceptual?

Los actos de la inteligencia SM consisten sólo en coordinar entre sí percepciones sucesivas


y movimientos reales. Estos actos son una sucesión de estados, pero sin llegar a ser una
representación de conjunto. La inteligencia SM procede como una película proyectada
lentamente, donde se verían sucesivamente todos sus cuadros pero sin fusión para poder
comprender el conjunto.

Un acto de inteligencia SM sólo tiende a la satisfacción práctica, es decir, al éxito de la


acción y no a la inteligencia como tal, en vista de un fin subjetivo. Es una inteligencia
vívida y no reflexiva.

Tres son las condiciones para pasar del plano SM al plano reflexivo: 1) un aumento de las
velocidades que permite fundir en un conjunto simultáneo los conocimientos ligados a las
fases sucesivas de la acción, 2) luego, una toma de conciencia no sólo de los resultados sino
de sus propios pasos, búsqueda de la comprobación para el éxito y 3) una multiplicación de
las distancias, que haga posible prolongar las acciones relativas a las mismas realidades
mediante acciones simbólicas que superen los límites de espacio y tiempo próximos.

El pensamiento no podrá ser una traducción ni una simple continuación de lo SM en lo


representativo. Es necesario reconstruir el todo sobre un plano nuevo. Las estructuras de la
inteligencia deben reedificarse enteramente antes de poder ser completadas.

Habrá que descentrar el pensamiento, no sólo en relación con la propia acción en su


totalidad.

La construcción de las operaciones transitivas, asociativas y reversibles supondrá, pues, una


conversión de este egocentrismo inicial en un sistema de relaciones y de clases
descentradas con relación al yo.

Las etapas de la construcción de las operaciones:

2-4 años: pensamiento simbólico y preconceptual.

4-7 años: pensamiento intuitivo.

7-8 a 11-12 años: operaciones concretas (agrupaciones operatorias del pensamiento


referidas a los objetos que pueden manipularse o susceptibles de percibirse intuitivamente).

11-12 años: pensamiento formal.

Pensamiento simbólico y preconceptual: comienza la adquisición sistemática del


lenguaje. Ejercicio de una función simbólica más general que permite la representación de
lo real por intermedio de significantes. Invención de los símbolos y descubrimiento de los
signos. Los preconceptos son las nociones que el niño liga a los primeros signos verbales
cuyo uso adquiere. Se para a mitad de camino, entre la generalidad del concepto y la
individualidad de los elementos que lo componen. Dirá el caracol y los caracoles o la luna y
las lunas indiferentemente. El sujeto no maneja las clases generales, por falta de distinción
entre los todos y los algunos. Sí está completada la noción del objeto individual permanente
en el campo de la acción próxima, pero no lo está en canto al espacio lejano.

El preconcepto deriva del símbolo en la medida en que apela a esas clases de ejemplares
genéricos. Se trata de un esquema situado a mitad de camino entre el esquema senso-motor
y el concepto. El razonamiento consiste en vincular tales preconceptos. Stern llama
transducción a tales razonamientos primitivos, que no proceden por deducción sino por
analogías inmediatas. No hay reversibilidad. La transducción es una imitación interior de
los actos y de sus resultados. En las transducción hay falta de generalidad inherente al
preconcepto y su carácter simbólico o figurado, que permite transponer las acciones en
pensamiento.
El pensamiento intuitivo: hay una coordinación gradual de las relaciones representativas,
pero esta inteligencia se mantiene en un estado prelógico. Suplanta todavía las operaciones
incompletas por una forma casi simbólica de pensamiento, que es el razonamiento intuitivo;
y no controla los juicios sino por medio de regulaciones intuitivas.

En posesión de la noción de conservación de un objeto individual, el sujeto no está aún en


posesión de la de un conjunto de objetos: la clase total no está construido.

La percepción de las relaciones es en líneas generales exacta, pero ha existido una


construcción intelectual incompleta. Este esquematismo prelógico, que imita todavía de
cerca los datos perceptivos, centrándose a su propia manera, es lo que puede llamarse
pensamiento intuitivo. Sin embargo, este pensamiento intuitivo señala un progreso sobre el
pensamiento preconceptual o simbólico: referida esencialmente a las configuraciones de
conjunto, la intuición lleva a un rudimento de lógica, pero bajo la forma de regulaciones
representativas y no aun de operaciones. Existen centraciones y descentraciones intuitivas
análogas. Ej.: centra su atención en las relaciones entre las alturas de B y A, al tiempo que
descuida las amplitudes, hay una descentración en la atención sobre la amplitud.

Intuición articulada (ej. Mientras dure la correspondencia óptica no se duda de la


equivalencia, pero en cuanto la primera se altera, la segunda desaparece). Sigue siendo
rígida e irreversible, es el producto de las regulaciones sucesivas que han terminado por
articular las relaciones globales e inanalizables del principio, pero no todavía de un
agrupamiento propiamente dicho.

El pensamiento intuitivo imita las acciones reales mediante experiencias mentales


imaginadas, sin ser reversibles las operaciones que hace.

El tiempo intuitivo es un tiempo ligado a los objetos y a los movimientos particulares.

Prolonga en un sentido la inteligencia sensorio-motriz. Es una especie de acción ejecutada


en pensamiento: trasvasar, hacer corresponder, englobar, seriar, etc., son esquemas de
acción a los cuales la representación asimila lo real. La intuición es un pensamiento
imaginado, más refinado que el período anterior. Utiliza todavía el simbolismo
representativo y sigue presentando siempre una parte de las limitaciones que le son
inherentes.

Las limitaciones son claras. Relación inmediata entre un esquema de acción interiorizada y
la percepción de los objetos, la intuición no desemboca sino en configuraciones centradas
sobre esa relación.

El sujeto no llega a la reversibilidad porque una acción traducida en simple experiencia


imaginada permanece de sentido único y porque una asimilación centrada sobre una
configuración perceptiva también tiene ese sentido único.
En una palabra, no hay ausencia de composición transitiva, reversible y asociativa, ni
identidad asegurada de los elementos, ni conservación del todo. La intuición sigue siendo
fenoménica y egocéntrica.

Las operaciones concretas:

Las acciones de los niños no se presentan en forma caótica, evidencian formas de


organización, ahora son interiorizadas. La gran noción de conservación invariante de un
sistema de transformaciones, universo que se extiende en las relaciones interindividuales,
por una mayor descentración progresiva.
 Operaciones: reunión de dos clases interiorizables y reversibles. No están aisladas sino
coordinadas en un sistema de conjunto, son comunes a todos los individuos del mismo
nivel mental, transformación reversible, no modifica todo, puede ser inversa o recíproca, es
siempre relativa a una invariable. El esquema de conservación objeto permanente y GPD,
por ejemplo, afecta directamente a un objeto y no a una hipótesis por eso son concretas.
 Noción de conservación: comprender que la relación cuantitativa entre dos objetos
permanecen invariables, se conservan a pesar de sufrir transformaciones que no implican
adición ni sustracción (en el SM el niño piensa que no hay relación cuantitativa, en el PO,
la transformación no es ignorada pero si la reversibilidad, retorno empírico sí se ve. En el
OC, si hay conservación, identidades simples o aditivas, no cambio la forma, no se
modificó nada. Reversibilidad por inversión, poder volver al estado inicial (masa) o por
reciprocidad, es + alto o + estrecho (vaso).)
 Acciones representadas por imágenes y por el lenguaje. Están interiorizadas. Toda
acción contiene su contraria, se puede efectuar en dos sentidos, directo o inverso.
 El niño necesita pasar de la centración a la descentración: de razonar sobre estados
de configuraciones perceptivas a razonar sobre mecanismos de transformación. Relacionar
las variables, por ej. Ancho, alto. La intuición evoluciona en el sentido de la descentración:
coordinación de relaciones, posibilidad de un retorno, conservación y coordinación de un
punto de vista, movilidad reversible.
 Conservación de la cantidad de sustancia, tres elementos: por inversión, por
reciprocidad, idéntica (vuelve a estado inicial). Equilibrio móvil: dos acciones sucesivas se
coordinan en una. El esquema de acción se vuelve reversible. Un punto x por más de un
camino. Retorno idéntico. La misma acción repetida no agrega nada nuevo.
 Estructuras donde se coordinan las operaciones concretas: Génesis de la
clasificación: - colecciones figurales, de 2 a 5 años, todo perceptivo, según semejanzas y
diferencias. – colecciones no figurales: de 5 a 7 años, no resiste el interrogatorio a pesar de
parecer una figura racional y ser pequeños conjuntos. – conservación de a clase, inclusión
de clases, de 7 a 11 años, pensamiento operatorio, consideran todo, manteniendo las
subclases. Génesis de la seriación: ordenar los elementos según sus dimensiones crecientes
o decrecientes, reversibilidad por reciprocidad. Génesis del número: hacer elementos
clasificables, se dan ambas reversibilidades.
 REVERSIBILIDAD: capacidad de mantener 2 variables, de manera simultánea. Esto
permite la anticipación de manera inversa o recíproca volviendo al punto de partida.
Interiorización de esquemas, simultaneidad de acciones. INVERSA: o negación, es la
operación compuesta por la operación directa correspondiente que lleva a una anulación. Es
decir, volver al estado inicial, anulando la diferencia. RECÍPROCA: o simétrica, la
operación de partida, compuesta con su recíproca, concluye en una equivalencia. Es decir,
volver al punto de partida, compensando las diferencias.
 HAY EQUILIBRIO ENTRE LA ASIMILACIÓN Y A ACOMODACIÓN.

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