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pe

ediciónde

DEASETEL
Teoriq torio de lo l¡
MiguelÁngel rridoGollordo,
Romero
MnÁngeles Rosoles, Montes,JoséVollesColohwo,
ichorro, , JoséMorío PozueloYvoncos,

DEPARTAMENT
DETEORIA
DEIS
Otoño/invierno 2003 Número4 TTENGUATGE
COXSTOPRACIONES
SOBRELA FIINCTÓN
POLÍTTCAE HISTÓRICA
DE rE TNONÍE
DE LA LITERATURA

Antonio Cbicharryo
({Jniversidadde Granada)

Que la ci-enciamtís que ninguna


actiaidadesdela hr*nnidnd de las tfiras
hri;r;ii;;;;;, uida
del hombresobv'etn
ut*n es tenidopor uerdad
indabirable.
eo, la ,ieln r;
liberado,ai r trr ¡ rirr ríl!"
"f*
piden adecuarsu existemcia
; ; rK' U: : f;:
conc,etaa su esencia
libre, tumpocoesdudado
plo oadir.

Luis MartínSantos

Ca esti onesp nelimin ar-es

Abro mi intervención
en estamesacon Ia lectura
vela Tiempodesilencio, de una cita de ra no-
d. i.rir lurrt* sri,or,
ella que, en paraafirmaryo también con
9-fecro,lr'.i.*r.
tre política' yno gr-pl. rr".ión instru
sóro ra cienciamédica "", ^f por-
médicodepapel. que practica* plrr_1'^!y
N,resta tateaa. práa1,ciiy*r;;;;;d::;::ffi1[:::
de ciertaclasesobreel
fenóm..rod.la fiteramra
socialdestinada-aform,rlrr, corregiry ffansfor*r,consdtuyeunaacdvidad
de esarealidadf"ru'f '';o conocimiento
tr"r.i*iüto .o.r .t q.r. *r.*."imos
te' Podemosy debemos socialmen-
seguirdiscuti.rrJ"."tre
nuesrraactividadcognosci"ri,,r. funda*.rrro, y objetode
fico de nuesrraactivldad p, _*;;;._r, d;;;j.t
y rl.rrce cientí_
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113
Antonio Chicbarro

Si entendemospor política todo aquello que concierne a las relaciones


entre sereshumanos y no sólo el conjunto de actividadescon que se go-
bierna un estado o el conjunto de procedimientos y actuacionesde una
persona o grupo encaminadosa conseguir un fin, estaremossituando la
política en el origen y en el fin de cualquieractividadhumana en sociedad.
Por lo tanto, con conscienciao sin ella, lo queramoso no, lo cierto es que
cuando hablamosdel fenómeno literario desdecualquier vía disciplinary
teorizamos sobre el mismo, estamoshaciendo cumplir una función políti-
ca de la clase que fuere a nuestra actividad reflexiva, aunque, como de
hecho así ocurre, no sepamosespecificar con claridad la dirección de
movimiento de esafunción, esto es,aunqueno sepamosidentificar siem-
pre a qué interesessirve en unas sociedadesde tan complejo funciona-
miento como las nuestras.Claro que estaafirmación no debeconducirnos
a una sobrevaloraciónde esta función política ni a sobredimensionarel
poder y efectossocialesde nuestro discurso,máxime dadaslas condicio-
nes del desarrollo de lasmundializadassociedades postindustrialesde nues-
tro tiempo -sociedades divididas en clasesy generadorasde nuevosme-
canismosde contradicción entre grupos sociales- y la voluble considera-
ción que en ellastiene la cultura de las humanidades.De cualquier forma,
esta afirmación no debe conducirnos tampoco a una conciencia de
despolitización ni a conductas de marginalidad -tal vez sí de resisten-
cia-, sino que debe servirnos para reflexionar con los pies en la tierra
acercade la orientación y de la magnitud de la función política que aelis
noliscumple nuestra actividad,una actividad, ocioso es decirlo, histórica
en su taí2, 1o que implica que a la postre posea una abierta naturaleza
instrumental y una proyección práxica.

Por eso, todo nuestro esfuerzode reflexión a propósito del fenómeno


literario implica sucesivasoperacionesde análisisde las condicioneshis-
tóricas y socialestanto de la actividadque emprendemoscomo investiga-
dores como de las que conciernen al dominio de nuestra actuación re-
flexiva. En este sentido me ratifico en lo que escribieraen 1987: que la
formación de una cienciar no resulta de un acto graruito -no se olvide

I No cabe detenerse ahora en ampliar expresamenteel arco de la discusión epistemológica


sobre lo que podemos entender por ciencia en el dominio de los estudiosliterarios por resultar una
cuestión excesiva,si bien de modo implícito puede deducirse una posición al respecto.

114
Consideracionessobreln función política e histúrica de la teoría de la literatura

que el progreso de las ciencias tiene lugar en el seno del progreso e im-
plantación dominante del modo de producción capitalista-, ya que está
sometida a intereseshistóricos. La teoría de la literatura no es ajenaa esos
intereses,por lo que no cabehablar de neutralidad.Ya lo dejó dicho con
meridiana claridadJenaro Thlenshace años:
..No hay cienciasneutraltt(...) porquetodo discursocientíficoestam-
bién un procesode producciónde sentidoy por tanto pasapor los mismos
condicionamientos que los textoso enunciadosque constituyenel campo
de su investigación"(Thlens,1978:45).

Por estarazón, aunque aspire a la neutralidad, toda actividad de orien-


tación científica no sólo no puede permanecer incomunicada, sino que
acabaparticipando en la üda simbólica del grupo, participación que se
convierte en abierta cuando algunas actividadesinvestigadorasse reivin-
dican críticas, esto es, cuando algunas de estasactividadesno olvidan la
distancia entre 1o fáctico y lo posible, entre lo que esy lo que debería ser,
tal como razonapor extenso González de Avila (2002). Además y en rela-
ción con lo que acabode exponeEno debemosolvidar que ya en nuestro
primer simposio, en 1999, ASETEL se promrnció contra la tendencia
icríticay estimulaba entre el profesorado áel Á"ea de Teor ía de la Litera-
tura y Literatura Comparada una práctica antidogmática que mantuviera
viva la concienciade que, Iejos de ser detentadoresde la verdad,los profe-
soressomos partícipesde un debateética y socialmenteinteresado.

Despuésde todo lo dicho, secomprenderáque consideremuy acertada


la problemática sobre la que se nos invita a reflexionar en este nuestro
tercer simposio, pues es una manera de contribuir al conocimiento de las
condiciones históricas y sociales,también teóricas en buena lógica, en las
que se desarrollanuestro trabajo, pues, en efecto, tal como se lee en el
texto de la convocatoria,

FI"y muchas razones para pensar que la relación entre la teoría de la


literaturayla historia esuno de los lugaresfundamentalesdel deba-
te actual en el seno de nuestra disciplina y, en general, en el de las
humanidades, lo que provoca la necesidadde una reflexión
epistemológicasobre la relación teoría e historia.

Toda la problemática abierta -y no sólo la fracrura operadasobre eI


estmcturalismo en nombre de la historia con la consecuenteentrada

11t
Antonio Chicharro

de nuevasvías culturales,feministas,pragmáticas,etc.- por lo que


se ha llamado fin de la historia requiere una reflexión de la teoríade
la literarura, lo que nos obliga a reflexionar sobre la función política
e histórica de la teoría.

Es muy importante el papel que representahoy la teoría de la litera-


rura en el seno del componente historiográfico de las humanidades
empezandopor la historia de la literatura.

Puesbien, una vez introducidos en estascuestionesy recordadala jus-


tificación del simposio, pondré sobre la mesaalgunasideasy argumenta-
cionesque nos sirvan parael debateacercade la función política e históri-
ca de la teoría de la literatura, sabiendo cuán abierta y polémica se nos
presentaestacuestión de trabajo.

Algunas r"eflexionesinicinles para la discasiín acercade la baseética y la


rrespynsabilidaddel inuestigador en teoría de la liter"atara

Hablar de la función política e histórica de la Teoría de la Literatura,


una de las cienciashumanaso culturalesde mayor desarrolloen el pasado
siglo y que cuenta con una esplendorosatradición de pensamientoque se
remonta a los clásicosal habersabidoreconocerla radicalcapacidadpoiética
de los sereshumanos y al haber nombrado y cara,cterizado esaforma de 1o
real que es el territorio de la ficción verbal, nos lleva a plantear en primer
lugar algunos aspectosrelacionadoscon la base éticay la responsabilidad
del investigadorpor cuanto los principios morales que nutren dicha base
tanto regulan de la manera que fuere su comportamiento como inciden
en el resultadode su trabajo. Thlesprincipios moralesacaban,no hay que
insistir mucho en ello, funcionando políticamente cuando alimentan una
actividad o acción de proyección social o pública.

En estesentido, traigo a estamesaalgunasabiertasreflexionesefectua-


daspor expertosinvestigadoresque puedenservirnostanto paraclarificar
posicionescomo para provocar el debate.Com enzarépor la palabra ex-
perta de Eugenio Coseriu (1993) quien haceunos añosreflexionabasobre
los principios que habían regulado todo su quehacerinvestigador,princi-
pios epistemológicos,metodológicosy al mismo tiempo éticos.Resulta
ociosodecir gue, aunquesu investigaciónprincipal seha desarrolladohasta

n6
su muerte en el dominio de la lingüística, el plano en el que sustenta su
reflexiónt! asílo dejaseñalado,permite que la misma seatenida en cuenta
por quienes trab ajan sobre cualquier disciplina o ciencia cultural. Pues
bien, Coseriu habla de cinco principios: el del realismo o de la objetividad
científica, el del humanismo o del ..saberoriginario>>,el de la tradición, el
del antidogmatismo y por último, el del bien público o responsabilidad
social, principios desdeluego interdependientes que constituyen el ..debe
ser>>de su actividad científica.

El principio de la absolutaobjetividad -al menos como norma ideal-


representa Ia norma intrínseca de toda ciencia en tanto que inaestigatio
ueri. Se impone en consecuenciarechazarmodelos arbitrarios, los plan-
teamientos anto jadizosy las interpretaciones torcidas renunciando a todo
afán de originalidad. Con el principio del humanismo o de lo que deno-
mina ..saber originarion, la norma de las ciencias de la cultura o
humanísticas,se refiere a que el dominio de estudio son las formas dura-
derasde la creatividadhumana, lo que suponereconocer desdeel princi-
pio la distancia existente entre éstasy el mundo de la necesidado natura-
leza,lo que implica unidad de teoría y estudio empírico. Con el principio
de la tradición, Coseriu da entradaal reconocimiento de cierta problemá-
tica y soluciones a lo largo del tiempo. Con el del antidogmatismo se
refiere a la necesidadde no otorgar a las teoríasvalor absoluto y exclusivo,
por cuanto las mismas en su generalidadno se proponen decir lo falso,
debiendo ser juzgadassegún su coherencia interna y considerando sus
alcancesy límites, sin que esto supongacaer en el eclecticismo.Y el quin-
t o p r i n c i p i o , e l d e l b i e n p ú b l i c o y l a r e s p o n s a b i l i d a ds o c i a l , e l
específicamenteético, concierne a la conducta del investigador. En este
caso, se refiere a Ia necesidadde tener en cuenta el por y el para de la
actividad investi gadora, no olvidándose de la aplicabilidad del esfuerzo
reflexivoyde la obligación de no dejaren manos de cualquierala respon-
sabilidad social de reflexionar sobre las prácticasde su dominio de estu-
dio, lo que se traduce en la necesidadde contribuir en cuestionesde edu-
cación, enseñanza y política de una disciplina evitando formalizaciones
excesivasy terminologías esotéricas.

Como seguramentepueda pensarse,en estos principios no dejan de


estarpresenteslos planteamientosdiltheyanossobre las cienciasdel espí-
ritu, sobre la creatividad humana, sobre la posibilidad de ..experiencia"
en el mundo histórico, etc. (t' BobesNaves, 1994:29-34),planteamien-

117
Antonio Chicharro

tos que, hoy en abierta discusión epistemológica)tan importantes y fe-


cundosserevelaronparael desarrollode lascienciashumanasal deslindarse
de las llamadascienciasnaturales.En todo caso,nos ponen sobrela pista
de una abierta problemática que nos constituye. Precisamente,Todorov
ha conducido una línea de su plural actividadinvestigadoraa preguntarse
sobre la naturaleza del conocimiento semiótico, reflexionando sobre la
metodología de las cienciashumanas,sobre la relación entre conocimien-
to y éticay la relaciónentre conocimientoy estética.De estasreflexiones
me interesadestacarsobre todo aquellasque se centran en el segundo
aspecto,esto es, las que conciernena la relación entre cienciay moral.
Puesbien, Todorov serefierea que estarelaciónha recibido dos interpre-
tacionescontradictoriase insatisfactorias que pasoa recordar.Laprimeraes
la que afirma la incompatibilidad de los juicios de valor con la actividadcien-
úfrca;la segundala que basael conocimiento en la moral y someteel conoci-
miento a lo bueno,interpretaciónéstaque conoceuna forma contemporánea
que tampocoresultaválidaparaél: la que basala moral en la ciencia.

Nuestro teórico propone superar estaantinomia afirmando que la re-


lación mantenidapor las cienciashumanascon la éticaes a la vez necesa-
ria y extrínseca.Necesariaporque se eligen los objetos de estudio por
|uzgarlosimportantes, ademásde por otras implicacionesoperativasque
implican una intervención de valores en el trabajo científico, una inter-
vención que tiene su fundamento en que ..el objeto de que hablo -dice-
poseeun interés humano y yo mismo soy un humano>>. Es lo que permite
llamar a las cienciashumanastambién cienciassociales.Aquéllasestudian
objetos que tienen pertinencia para la sociedad.En definitiva, el objeto
poseeun carácterhumano irreductible.Y estarelaciónes al mismo tiem-
po extrínsecaporque los valoresestánen el objeto de la cienciay no en su
método. El método sólo obedecea la exigenciade la verdad (verdadde
adecuaciónpara las observaciones y teoríasy verdad-revelaciónpara las
interpretaciones).ParaTodororl la búsquedade la verdadno se derivade
principios moralesni conducea ellos.Los juicios éticosprovienendirec-
tamente de las opcionesaxiológicasque tengamosantesde emprenderun
trabajo científico.De ahí que afirme:
..trabajandoen cienciashumanas,nos vemosobligadosa emitir juicios
de valor no porque seanciencias,sino porque son humanas;y emitiremos
juicios no en calidadde científicos,sino en calidadde sereshurnanos,por-
que tratamos asuntosde interés humanon.

t18
Como sólo me interesa ahora mostrar estos razonamientos para sus-
tentar mi afirmación relativa a la base ética que cala nuestro quehacer,no
voy a pararme a discutirlos ni a contraponerlos por extenso.Por eso, sólo
mencionaré de pasadagu€, frente a la posición de Todorov, existen otras
que afirman la existencia de una inevitable dimensión ideológica en la
ciencia y no sólo en el dominio de nuestra actuación, 1oque no afecta aIa
categoría científica si son conscienteslos valores y finalidades con las que
se compromete y luego son abiertamente expuestos,ya que el rigor cien-
tífico proviene de la explicitación de sus presupuestosy la calidad de la
estructura argumentativa y demostrativa (González de Avila, 1997).

Hasta aquí estasdos explicacionesque, gato negro o gato blanco, vie-


nen a fundamentar y a reconocer nuestra directa implicación en lo que
conocemos.Así, aunque persigamosla objetividady la imparcialidad -ya
Bourdieu nos avisó de que ningún investigador tiene a su alcanceadoptar
una visión absoluta, unificada y sin contradicciones sobre los fenómenos
sociales- a la hora de operar sobre los específicosdominios de la cultura
objeto de nuestra indagación, dominios singulares antes cualitativos que
cuantitativos, acabaremosofreciendo, lo que no es poco, conocimientos
antes intersubjetivos que objetivos, es decir, conocimientos participados
que se muestran antesque por lavta de la explicaciónstrictosensapor la vía
de una comprensión teórica o de una comprensión hermenéutica,tal como
planteó hace tiempo Mignolo. En este sentido, cabe reconocer que se
bajaron los cientificistas humos disciplinares y con ellos se disiparon la
objetividady universalidadque se otorgaba a los resultadosdel quehacer
teórico sobre el fenómeno literario. El modelo positivista de cienciahabía
fracasadoy con él había perecido la idea de la posibilidad de un conoci-
miento de los ..hechosnlibre de valores.Lo que hacemos,pues,en nues-
tro dominio de trabajo cumple por activao por pasivauna función política
e histórica.

Esto explicanuevosdesarrollosdisciplinaresgue, conscientesde la ne-


cesidad de su abierta intervención social y conocedoresde su natrtraleza
prár,rca,reclaman para sí el uso del adjetivo de críticos -así, teoría crítica
de la culrura o semiótica crítica o sociocrítica, entre otras teorías y deno-
minacio sin renunciar por ello a la rigurosidad de susplanteamien-
tos teóricos, que les llevan a preguntarse tanto por los sujetos como por
los objetos de la investigación, a cuestionar la ilusión referencial, a situar-
se en un espacio cognoscitivo de frontera, etcétera. I{o voy a entrar en

119
Antonio Chicharro

cuestionesparticularesrelativasa estosdesarrollosteóricos y a su poten-


cial político y a su radicalismo crítico. Entraríamos en un debate intermi-
nable, si bien contamos con algunos esclarecedoresanálisisal respecto
que nutren, por ejemplo, el número 1 de Prompopeya globalmente dedica-
do a..El futuro de la teoría literarian donde,junto a estasteorías,sesome-
ten a tratamiento toda la problemática postestructuralista y particular-
mente la de los llamadosestudiosculturales.A ellos remito. Si me refiero
aquí y ahora a estosdesarrollosque han problematizadofecunday positi-
vamente las basesde los estudiosliterarios es sobre todo para subrayarel
abierto cumplimiento de la función política e histórica que es propia de
nuestra actividad.También aludo a ellos, cómo no, por cuanto tal capaci-
dad crítica opera con una idea de lo posible o con elementosde nattxaleza
utópica que acabansurtiendo efectossocialesy regulando la acción hu-
mana, lo que puede generaruna dinámica de imprevisiblesefectospolíti-
cos.

Precisamente, este efecto positivo de la radicalidad crítica al operar


con elementosreguladoresde esanaturaleza,me lleva a planteatlanece-
sidad teórica, esto es,a un tiempo política, de defenderla cultura literaria
frente a los intentos de dispersión o disolución en un indeterminado y
complejo espaciocultural. En estesentido, me muestro crítico tanto con
las explicaciones que ya segreganla literatura del conjunto de prácticas
socialesal que irremediablementepertenececomo las que procedena una
explicación indiferenciada de la misma en pie de igualdad cuantitativa con
otros hechos de cultura, masivos o no. Así, rechazo las concepciones
esencialistasy esteticistasde la literatura que acabanpor divinízarlay aqué-
llas que, de un supuestomaterialismo,no pocasvecesgrosero, terminan
ignorándola en su calidad de hecho cultural complejo que cumple muy
diversasfunciones, siendo una no menor por cierto la de materializar en
sus elementos discursivosun mundo otro en éste,unmundusfictus,una de
las formas de 1oreal, de gran capacidadtransformadora, tal como razona
Pedro Cerezo:
..Si en la edadde la ciencia[positiva](...), la literaturaha sidola guar-
dianadel espíritudel mito, en estasegundaedadde la técnicaomnipoten-
te y avasalladora, que condicionaconductas,administravidasy concien-
cias,y produceun universosometidoa una necesidad casiineluctable,la
literaturapuedesalvarparanosotrosel sentidode la posibilidadn.

120
Consideracionessobrela funciín política e históricn de la teoría de la literatara

Este mundo ficcional, dice después,puede redundar en la relativtzación


de una realidad que se hace pasarpor absolutay que ha eliminado lo que
no es,lo que puede ser y lo que debe ser. Creo que esteargumento es de
por sí poderoso para apelara la responsabilidadinvestigadora de no diluir
un dominio de estudio que seha revelado cualitativo a lo largo de la histo-
ria. Esto no quiere decir que se estudie aislado.Ya escribió aquel teórico
eslavoque la literatura es una parte inalienable de la cultura y no puede
ser comprendida fuera del contexto de toda la cultura. Que nos situemos
en un espaciode frontera no quiere decir que se desprecienlos territorios
que esafrontera más o menos ancha,a vecesborrada y otras nítida, pone
en relación de interdependencia.

Una vez e4puestosestos razonamientos,voy a dar paso a la exposiciónde


algunos aspectos,particulares sobre todo, que tienen que ver con la función
política e histórica que, segúncreo, le cabecumplir a los estudiosliterarios en
el momento presente.No creo necesarioinsistir, despuésde todo 1odicho en
las explicacionespostrnanristasde Eagleton al respecto.Recordemosque ya
en los años ochenta, en su etapa postalthusseriana,había afirmado que no
existe una teoría literaria <<pura>> salvo como mito académico,
académico,ya que toda
actividad teórica es una actividad ideológic y en consecuenciapolítica. Por
estemotivo, no se debe censurara las teoríasliterarias por tener característi-
caspolíticassino por tenerlasencubiertaso por presentarlasciegamentecomo
verdadessupuestamente<<técnicasn, ..axiomáticasr>,
<<científicas>>o.<univer-
salesncuando en realidad no hacen sino favorecer interesesparticulares de
grupos particularesen épocasparticulares@agleton, 1983:232). De ahí, in-
sistía,la importancia del análisisde lasteoríasliterarias,yaquepuedenhallar-
se implícitas ideologíassocialesenterasen un método crítico aparentemente
neutral. A partir de aquí se comprende su crítica política de la actual historia
de la teoría literaria subordinadaa un individualismo posesivo;su crítica del
pluralismo teórico; su análisiscrítico de la relación de las teoríasliterarias con
las ideologas dominantes del capitalismo industrial, asícomo del procesode
instituci onalización unive rsitari a.

Razón disciplinar y razdn histdricn en los actuales estudiosliterarios

Nos ha tocado en suerte vivir, pues, un tiempo mutante de profunda


aceleración históúca en los diversos frentes de nuestra actividad, si bien

121
Antonio Clbichnn'o

no hago estaafirmación para subrayarsolamentelos profundos cambios


que se estánderivando,por ejemplo,del imparabledesarrollode lasnue-
vastecnologíasdigitales,etc., sino que formulo estaafirmación para seña-
lar sobre todo la existenciade nuevasprácticas,ideologías,formas y pro-
blemáticashistóricas que inciden con el valor y proyección que fueren
sobre las accionesy los planteamientosque podamos efectuar acercade
nuestro propio presente.En efecto,el complejo mundo que habitamos,
que ensayanuevos rostros del mundializado capitalismopostindustrialy
consolidael espaciodigital o ciberespacio,nos exige un continuadoes-
fuerzo de adaptacióna las nuevascondicionessocialesde orden científico
y técnico y nos obliga a reflexionar sobre el mismo. Así pues, se hace
necesariotomar concienciade nuestrasituacióny, en lo posible,accedera
la comprensión de las líneasde fuerza que conforman nuestro tiempo. El
conocimiento así entendido es, como ya había razonadoFranciscoAyala
en su Trotadodesociología,:unaoperacióndel vivir. Puesbien, una vez argu-
mentadalo que no dejade ser una necesidadobvia,voy a exponersucinta-
mente algunas consideracionespara su discusión sobre lo que estimo
vectoresque conforman nuestro presenteen lo que concierne a los esru-
dios literarios.

Desde las últimas décadasdel pasadosiglo XX y hasta hoy estamos


asistiendoa una seriede importantescambiossocialesQue,atravesándolo,
van másallá de nuestroinmediatomedio social.Las palabrasque venimos
usando para nombrar esa serie de cambios no son otras que las de
..globalización, o <<mundaltzaciónn.Con estasetiquetasverbalestrata-
mos de reconocerel
<<proceso dominanteen torno al cual se ordenala rnayorpartede las
transformaciones del mundocontemporáneo, en todassusesferasde acti-
vidad,tantomateriales Dicho procesoapareció
comoculturales. a losco-
mienzosde los añosochenta(conraícesnaruralmente másantiguas) y no
ha dejadode acelerarse después.
Obtienesu fuerzaen la convergencia de
susdiversosresorteso procesosconsdrutivos (económicos, políticos,cul-
rurales)y conduceal alumbramientodeunanuevasociedad "postmoderna"
de caracteresradicalmentenuevos>(Bois,2003:3).

Queclaclaro gue, según el análisisde este fenómeno efectuadopor el


historiador Guy Bois esteprocesoconstituye-hablo descriptivamente-
el nuevo marco en el que se inscriben los problemas de nuestro tiempo.
Thrnbién, como no podía ser de otro modo, en dicho rnarco alcanzasu

122
Consideracionessobrela ión política e histórica de la teoría de la literatara

sentido la problemáticaactual propia del pensamientoliterario. Puesbien,


Goy Bois trata de elucidar el fenómenó histórico de la mund alización,
evitando en todo momento caer en la red de arafiade los tópicos deriva-
dos de la ideología mundialista -los tópicos que la dan como fenómeno
socialmenteneutro e ineluctable efectoáe la modernidad, por ejemplo-
de una manera compleja y coherente sin dejar de poner en estrecharela-
ción las facetaso aspectosen que este fenómeno se manifiesta. Esto le
permite analizar integradoramente los ámbitos económico, estratégico,
político y propiamente ideológico del fenómeno en cuestión,sin limilarlo
a la consideraciónaisladade alguna de susfacetas-la económico-tecno-
lógica, en particular- como tan frecuentemente se hace2.Su análisis
de
nuestra globalizadasituación histórica no hace sino demostrar lanecesi-
dad de operar también desdeel ámbito de nuesrradisciplina con Ia ayaliana
conciencia de trabaiar en el ancho y plural dominio á. ,p, ciencia de la
crisis, haciendo una la raz1ndisciplin ar y la razónhistórica, lo que condu-
ce a reconocer la dimensión más que responsablede la misma o su final
capacidadcrítica, esto es,lo que llev" u r.iorrocer su radicalidadhistórica.

Dicho en pocas palabras,lo que caracterizaalproceso histórico de la mundialización


. en el
dominio económico es la mutación eitructural del cap'italismoal subordinarse
la esferaeconómica
a.la financiera,-imponiéndose lalógicade un rendimilnto financiero
máximo, de una libre circula-
ción del capital mundializado, de un control sobre las economíasnacionales.
La consecuenciamás
importante obtenida a partir de aquí no es otra que ..el desarrollo sin precedentes
de las desigual-
dadessocialestanto entre paísesricos y paísespotr., como en el senoie
ambosr, (Bois, 2003b: 3).
T'a consecuenciaprincipal en el ámbito estratégico es el establecimiento
de la hiperpotencia ame-
ricana en todos los frentes (económico, cultuial, militar, informativo,
etcétera), con la estela de
intervenciones militares, etc. y el establecimiento de un nuevo orden
mundial. En cuanto al ámbi-
to político, Bois señala que la mundialización conlleva la desustanciación
de la demo cracia-la
crisis de la política de-partidos, papel creciente del dinero en la vida política,
cuesrionamiento de
alternativa real entre derecha e izquierda, papel dirigente de los medios
de comunicación, conver-
sión del ciudadano en consumidor y *"ro .rp"ctadJr, etcétera- (Bois,
2003b: 4). por último y en
relación con el factor expresamenteideológiio, la mundialización ha
rrrprr.rao el otorgami.rrtá d"
un poder hasta ahora desconocido ala información -la información,
el saber, la id"eologíason
ahora directamente productivos (cf. Rodríguez
,2002:650)-, el cultivo irracionalista del e"rcepti-
cismo y del relativismo, abandono de lo social y olvido de las herenciashistóricas,
desarrollo dtg-
mático de la ideología política y del pensamiento único. Thmbién, la
práctica de un sistema de
valoresde inspiración..liberal-libertario,,, con su aspecrobifronte de radicalismo
simbólico en las
costumbres y exaltación del individualismo. Bois .rirr" de su análisisintegral
del fenómeno de la
mundialización la conclusión final de que tal proceso representa.<un
trágño atolladero histórico:
no sólo la ruina de una gran parte del mundo, sino también una disolucio'n
del lazo cíítcoy ro.i"l,
la postración del pensamiento en una especiede consensobochornoso,
por no hablar d,e amenaza
sobre la pazr, (Bois, 2003: 4).

123
Antonio Chicharyo

Por este motivo, no podemos segregar nuestras reflexiones de una tan


mínima como realista conciencia de 1o que pueda suponer este proceso
histórico globalizado,proceso en el que tanto quedan subrayadascon tra-
zo grueso las bondades tecnológicas a nuestro alcance,sin duda existen-
tes,y parecesatisfacersela muy extendidaaspiraciónde universalidadcomo
se disimula con los más diversosbarniceslo que a la postre estáderivando
en un nuevo fracaso de la razón en los ámbitos económico, político y
cultural, lo que justifica críticas y reflexiones alternativas. No podemos,
pues,reflexionar sobre nuestra disciplina, evitando sostenernuestra mira-
da sobre el turbio espejode nuestro tiempo.

Por estarazón, ya dejé escrito en el artículo <.Atreversea aprender y a


enseñar Teoría de la Literatura>>que el cultivo de Ia razón histórica no
sólo es una manera de limitar y controlar el fantasmadel irracionalismo y
el de la lineal credulidad en el pasadocultural literario de determinadas
sociedades,sino que al mismo tiempo constituye un efr,cazmedio de en-
tender la génesisy funcionamiento históricos de una determinada cultura
social literaria y de procurar un sentido crítico acercade la tradición lite-
raría acruante en un determinado medio social.Aquí radica la practicidad
de las disciplinas históricas3 en general y alcanza plena justificación
curricular el cultivo de las mismas(Chicharro, 2002).De ahí que los estu-
dios literarios deban ser tratadostanto desdeuna perspectivateórico-sis-
temática como teórico-histórica.De cualquier modo, 1oque no podemos
es separar teoría e historia ni pensar que es posible una teoría sin historia.
No hay historia sin teoría. Tampoco, teoría sin historia, lo que afecta no
sólo a las llamadascienciashumanas,sino también al resto de las ciencias,
independientementedel grado de alienación y neutralidad histórica de
que puedanhacer gala.En estesentido,el siguienterazonamientode Car-
men BobesNaves referido a los estudiosliterarios en general es muy cla-
ro:
..Puededecirsequea lo largode la historiadelpensamiento
literariolo
único constanteesel cambio,exigidoo reclamadopor la apariciónde te-

I En todo caso, no debemos olvidar la originaria función práctica que desempeñaron las
disciplinas históricas, y en particular la historia literaria, en el siglo XIX: la colaboración en los
procesosde legitimación de estructuraspolítico-socialesde raíz burguesa,como es de sobra cono-
cido.

1 24
Consideracionessobreln fanción política e bistórica de la teoría de la literatura

masno previstosdesdeperspectivas anteriores.De aquídeducimosque la


cienciaesontológicantentehistórica,esdeciEno esalgo que sevayamani-
festandoen la historia,sino que tiene su propio ser,su ruz6n de ser y su
desarrolloen la historia(...)r' (BobesNavesetalii,1995:11).

Así pues,no hay teoúa sin historia ni historia sin teoría, tal como pode-
mos deducir de la lectura de estudios como el de Juan Carlos Rodríguez
Tboríae bistoria de la prodacciónideológica:1. Lasprimeras literaturas burgue-
sas,donde dicho título es justificado con las siguientespalabras:
..Título resbaladizo -dice- por excesivamente ambiciosoen aparien-
cia,pero que en absolutopretendeserglobalmenteabarcadorde esaserie
de problemas,sino quemásbien ha sido elegidocomoíndicedel sentido
concretoque pretendetenernuestroproyecto:no hay "historia" sin "teo-
ría" y no hay "teoría" sin "histotia"r,(Rodríguez, I974: 26).

Luego concluye rechazandola posibilidad de delimitar esos dos mo-


mentos, ya que siempre habrá que partir de su fusión efectiva para lograr
el análisisconcreto de cadasituación. Algo similar afirma con rotundidad
Jameson(1989: 14) cuando se aprestaa defenderel carácterpraxiológico
de su trabajo, avisando de la necesidadde que no se separeel modelo
teórico-interpretativo de su aplicación, con objeto de que se comprenda
en susúltimas consecuenciasy no se aísleni privilegie académicamentela
teoría frente a la historia, ni se conciban incompatibles, por lo que termi-
na afirmando la existenciade una vía teórica que en su casolas trasciende
a ambas:el marxismo, que afirma en la forma de la dialécticauna primacía
de la teoría que es a un mismo tiempo un reconocimiento de la primacía
de la Historia (con mayúscula)misma flameson, 1989: I4).

Pero es más, la comprensión de nuestro presenteresulta indisociable


del cultivo de la memoria histórica. fuí, desdeque disponemosde la teo-
ría de la relatividad sabemos que no existe una entidad llamada movi-
miento absoluto,es decir, sin referenciaanada.En estesentido,podemos
afirmar que no hay presente ni pasado ni futuro absolutos. La relación
que pueda existir entre esostiempos nos comprenderá a nosotros. Cabe
afirmar en consecuenciala obviedad de que el pasado,el presentey el
futuro son relativos espacio-temporalmente.El abierto reconocimiento,
pues, no sólo del factor constructor del presente que es la memoria histó-
rica, sino también de la existenciade un punto de vista en toda operación

12t
Antonio Chichun'o

de conocimiento, supone relativizar antesque universalizar la ..verdad'


y aceptar, ademásde que se opera inevitablementesobre un corpus deli-
mitado en un área concreta,
..el principio de que la miradadel investigadorsobresu objeto está
temporal,espacial, no hay atalaya
circunscrita:
socialy subjetivamente cien-
tíficapanópticaconcebiblemásqueen el delirio deuna autoridadepistémica
absoluta>> (Gonzálezde Avila, 1997:4l).

En todo caso,disponemos,ademásde la memoria de la experiencia


histórica, de un arsenalinterdisciplinar de conocimientosy de instrumen-
tos de pensamientocon los que asentarnosen un espacioparadíjico, he-
terogéneo y mutante como el que nos ha tocado vivir, un espacioen el
gue, como consecuenciapositiva del debate de la posmodernidad,lucen
sus fracturaslas otrora aceptadasuniversalidades,en el que se relativizan
en efecto las objetividades,en el que se critica con fundamento la ideolo-
gía del progresoy de su perfectibilidady linealidadhistóricas,en el que se
debatesobrelashumanidadesy la sociedadtecnificada,,laera digital a que
nos venimos refiriendo, un nuevo ámbito de acciónsocialde incalculables
consecuencias y de inmensasposibilidades,un tiempo en el que se piensa
sobre nuevasformas de identidad y diferencia desdela bisagrachirriante
del pensamientode la modernidady de la posmodernidadsque alimenta
un radicalismo crítico y un estadode permanentesospecha.

+ En la construcción de conocinrientosse opera con la idea de verdad.Aunque no podemos


despacharen una nota tan grave cuestión,convieneapuntar que el sentido de estapalabracambia
radicalmentesi se atribuye el criterio de verdad a la realidad o al conocimiento. En todo caso,la
verdad científica es una verdad relativay condicionadapor el misrno procesode conocimiento (1.
González de Ávila, 1997: 47).
5 No cabeañadir a la exposiciónde esosefectosglobalesni siquieraun resumenargumenta-
do de las posicionesmanifestadasen tal debate. Baste saber que la discusiónposmoderna es un
fenómeno de muchascarasque afectano sólo al modelo de cienciafísico-naruraly a las más diver-
sas disciplinas del saber, sino también a las prácticas y actividades propiarnente artísticas y,
descriptivamentehablando, a otras prácticasculturales.En todo caso,la plural discusióngira en
torno a las consecuenciasde la quiebra del concepto de razón,concepto central de la modernidad
burguesay, desdeel periodo ilustrado,agentede construccióndelrnundo (Saldaña,1998:578). De
todos modos, esteajustede cuentasde raíz posmodernano es cosasólo de hoy, sino que es deudor
del diálogo crítico que el pensamientodel siglo XX ha venido manteniendo con la herencia del
proyecto ilustrado (Cru2,2002:413), máxime cuando eseproyecto ha defraudadolas expectativas
puestasen él ya por el abandonode susideales-en realidad,por su desenmascaramiento- ya por
el empleo de una raz(>ninstrurnentaly utilitarista puestaal servicio de la legitimación de la socie-

126
Consideracionessobrela función política e histórica de la teoría de la literatarn

Podemosdeducir de lo apuntadoque la situaciónde los estudioslitera-


rios en nuestro globalizado tiempo es de nueva discusión acerca de los
fundamentos y acercadel objeto de los mismos, es decir, nos ha tocado en
suerte vivir una fase más de refundación y replanteamiento, esto es, un
nuevo giro o cambio de orientación, lo que tal vezalimente elya crónico
síndrome de inconclusión disciplinar -en realidad, el conocimiento cien-
tífico, como forma productiva de la historia y aI igual que ella, es proce-
so-, que tan largamente afectapor lo general a las llamadascienciashu-
manasy sociales,al tiempo que nos habla de la complejidadde su dominio
de estudio y de la seriedadde su global proyecto cognoscitivo,pues tales
fundamentales discusiones teóricas y metateóricas son signo de
cientificidad. Ahora bien, conviene efectuar algunasprecisionesen este
sentido con objeto de evitar defender el espantajode un modelo de cien-
cia de perfil positivista -con sus redivivas formulaciones- en el seno de
nuestra actividad,un modelo periclitado. En estesentido y con objeto de
despejarcualquier duda, hace tiempo que opté por llamar a los esrudios
literarios de orientación científica por la que considero una de sus más
apropiadasdenominaciones:ideologíasliteraturológicas.Pues bien, co-
menzarépor recordar (Chicharro, 1998)que los estudiosliterarios que se
pretenden científicos son resultado de operacionesinductivas e hipotéti-
co-deductivas que se nutren, y a su vez las alimentan, de las ideologías
sociales,estandosometidasu ansiadaneutralidadcientíficaa intereseshis-
tóricos. Aunque pueda pensarse,como así ocurre en no pocasocasiones,
que las teorías literarias dependen exclusivamentede su movimiento in-
terno y se constituyen autónomamente, en realidad constituyen prácticas
radicalmente históric as, fierzas materiales que intervienen en la vida so-
cial, cuya historia exige la investigación social de su historicidad, tal como

dad capitalista. Por esta razón, independientemente de que resulten más o menos radicalesen sus
posiciones y análisis, los teóricos posmodernos no dejan de mantener estrechasrelaciones con
Heidegger, Benjamín, Adorno y Horkeimeq así como con quienes pusieron su inteligencia al
servicio de un análisis crítico de la modernidad desde los comienzos de la misma: desde Hegel a
Nietzsche pasando, muy especialmente, por Marx. Por esta raz6n, es mejor usar la imagen de
bisagra chirriante cuando hablamos del pensamiento de la modernidad y de la posmodernidad que
hacerlo de dos movimientos sucesivosy alternativos, de igual modo que ocurriera con el
estructuralismo y el postestructuralismo. fuí el prefijo de esapalabra compuesta apunta más a una
discusión de tipos y límites de conocimiento que a una lineal sucesióntemporal -y sustitución o
absorción- en el programa del saber.Por esta razón, no son pocos los que afirman que tal movi-
miento no debe interpretarse como rechazo indiscriminado de la modernidad.

127
Antonio Chicharro

ha explicado Antonio Sáncheztigueros a propósito de un estudio sobre


las raícesideológicasde Madimir Propp:
..Y ello seve claro si partimosde que la teoríano essino una práctica
históricay social,el resultadode una coyunturasociohistórica,loque exi-
ge la negaciónde la autonomíaabsolutadel desarrolloteórico(...) Es la
caracterizaciónen su historicidad,que no quiere decir búsquedade las
relacionesextrínsecas entre dos mundosseparados, uno espiritualy otro
material(teoríaliteraria,por un lado,y realidadhistórico-social,por otro),
que existiríanpreviamentey que en un momento determinadoson pues-
tosen contacto,sinohistoricidaden el sentidode quela teoríaliterariay la
críticasonfuerzasmaterialesqueintervienenen la vida social,que actúan
sobreella,y existen,en cuantoqueproductosideológicos,comorealida-
deshistóricasellasmismas,como algoinseparable de esasraíceshistóri-
cas,sociales e ideológicas sin lascualesno seríantales,o sencillamente no
serían'>(Sánchez Tligueros, 1996:505-50ó).

Por eso,me decidí a llamar a las cosaspor su nombre,taly como otros


muchos 1ovienen haciendo desdehace tiempo. Así pues, con esta deno-
minación me refiero a ciertas práctscasteóricas sobre el discurso literario
gu€, adjetivadaso adjetivablesde cienlficas, se han venido desarrollando
a lo largo de las últimas décadasno desdeñandode su horizonte cuestio-
nes de principio relativas a su propia fundamentación cognoscitiva y al
conocimiento del fenómeno literario. Haber elegido estemarbete alcanza
su justificación en mi deseode hacer explícitala compartidaidea acercade
lo que pueda ser la teoría de la literatura en general y acercade ciertas
prácticas literaturológicas en particular. En concreto, concibo la teoría
como una práctica significante ideológica en suraíz cuyasdiferencias con
otras prácticasideológicas no cabe planteárselasen términos de verdade-
ro / faIso,sino, como dejabaescrito enLiteratara y saber,en relación con
las respectivasfuncionessocialesque unos y otros discursosdesempeñen,
esto es, las diferenciasradican en lo quesehace,respectivamente,con las
teorías y con los discursosno propiamente teóricos, asícomo en la con-
vención social que rige su recepción.Por eso, comienzo no ocultando la
naturaleza ideolóEca de las prácticas teóricas frente a lo que haría cual-
quier discurso ideológico que pretendiera disfrazarsetan rígida como
positivistamentedel discursode la verdad científicaparaoperar en su pro-
pio beneficio, esto es, en beneficio de concretos interesessocialesque
pueda representaro en los que puedaincidir de la manera que fuere. Por
lo tanto, si la llamadateoría de la literatura no existesino como espaciode

r28
Consideracionessobrela fanción política e bistórica de la. teoría de la literatura

encuentro o simple lugar de cruce de múltiples teorías y actividades


cognoscitivasno sustentadassiempre en un mismo paradigma o común
problemáttca teórica o compartida matrizdisciplinar, teoríasy actividades
de conocimiento estas,ideológicas,articuladasen torno a determinada
organizacióndisciplinar, que deben comprenderseen su relación, se com-
prenderá en consecuenciala razón de la elección de esta denominación.
Si, además,tomamos, aunque sólo seaen parte, la tan radical como prag-
mática lección de un T.try Eagleton a que me he referido con anteriori-
dad, comprenderemosla razón de esainsistenciaen la magnitud ideológi-
ca del pensamientoliteraturológico y la razón de esainsistenciatambién
en el reconocimiento de su historicidad.

Queda para otra ocasión un tratamiento más pormen orizado de la si-


tuación histórica y del desarrollopresentede los estudiosliterarios. Baste
recordar a este respecto el análisis que Pozuelo Yvancos efectuara en un
número anterior de esta misma revista y de su bien sustentadacrítica de
los tonos apocalípticoscon que no pocos estudiososhan tratado de expli-
carla situación de los estudiosliterarios de nuestro tiempo. En efecto,no
cabehablar de crisis como si anteshubiera existidoun cerrado orden dis-
ciplinar, etcétera.tln campo de investigacióncomo el nuestro cambiacomo
consecuenciade la propia investigación (l Bunge, 1985: 24-27), de las
ideologíassocialesde las que se nutre -en nuestro casoy muy especial-
m e n t e , e l d e b a t e a c e r c ad e l a m o d e r n i d a d y l a i d e o l o g í a d e l a
mundialización- y de la necesidadde vérselasfrente a nuevas prácticas
artísticas que enriquecen el dominio de estudio y fundamentan nuevos
objetos de conocimiento, amén del desplazamientoque se observa,según
planteaPozuelo Yvancos(1999:93-95), haciala teoríacomo lugar central
del debatey hacia las esferaspolítico-institucionalesde su propia consti-
tución. Ahora es cuando la teoría de la literatura no oculta su radicalidad
histórica y su función política, tal como subraya con ttazo grueso José
María Pozuelos:
..Paradójicamenteestásiendoen la eradel crepúsculode lasideologías
como sistemasde proyecciónpolíticay en la era de la globalizaciónque
imponeun modelodepensamiento úniconeoliberal,cuandola teoríalite-
rariavivefelizmenteen un enclaveprofundamenteideológico,queyo lla-
maríaradical,y no solamentepor la naturalezasubversivarespectoa los
principios dominantesque puedensuponerlos gay stadi¿so los frentes
postcolonialesrespectoa los valoresmoralesde eseordenúnico,sinoso-

129
Antonio Chicharyo

bre todo por otro componenteesencialde lavozradical, el etimológico:el


conflicto de las Humanidades es radical porque pretende afectaral orden
de la cuestión de principio: a qué y por qué llamamos Flumanidades,y a
qué y por qué llamamos Literatup>, (Pozuelo Yvancos, 1999: 97 -98).

Después de 1o que acabamos de leer, se comprenderá mejor mi afirma-


ción anterior acerca de que no hay razón disciplinar que no contenga su
razón histórica.

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