Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Para X, R y H, el orden da lo mismo.
Por fin había llegado el sábado, amanecer los sábados con resaca ya resultaba cosa común, por
fin sábado, aunque la tarde del viernes estuvo bien a gusto, cerveza, cigarros y ya con poco
dinero, ron barato para poder seguir bebiendo, llegué medio borracho a casa y comí algo porque
los viernes con poco dinero, las ganas de beber y el hambre no se llevan bien, después no
repuesto al amanecer, la resaca era poca y ya era sábado, aunque no cualquier sábado, al fin una
fiesta decente, al fin sábado seguido fiel por el domingo, al fin emborracharme sin culpa; iban a
ir a un bar hasta Avenida Revolución, a dos cuadras del metro Mixcoac, no ya porque no quisiera
ir pero significaba invertir mucho dinero (trescientos pesos) nomás para ir a ponerme ebrio, me
dolía la bolsa pero eso poco importaba.
habían cansado los bares tristes acompañado sólo por dos amigos y nunca una mujer, siempre
puro cabrón, frecuentábamos un bar en el que ya hasta nos conocían los esposos que iban ahí
escapando de las esposas, las amantes, el trabajo y la falta de dinero que les auspiciaban las dos
primeras; nosotros sólo por briagos, pero ese sábado adiós al Tristebar, vamos pues a un lugar
nuevo, aunque en la semana coma puros tacos de canasta.
La mala noticia radicaba en realidad en que no tenía ni doscientos pesos, si le pedía a mi madre
me iba a mandar al diablo, además eran trescientos pesos sólo para entrar a un lugar a
emborracharme, la esperanza más inmediata era mi hermana menor. Qué pena representaba que
en pensar para qué podría usar su dinero una niña de menos quince años.
─¿Cuánto quieres?─ Me dijo como si pudiera darme cualquier cantidad que le pidiera.
─Doscientos pero sólo si no le dices nada a mis papás.─ Se dio media vuelta, agarró una cajita
rosa donde guardaba su dinero y me extendió la mano con un billete de doscientos como si me
diera una envoltura de dulce vacía (─Le hubiera pedido trescientos─. Pensé), pero ni qué hacer,
ya tenía el dinero, estaba dentro de la fiesta.
Luego del drama para conseguir los recursos necesarios para la fiesta, y más tranquilo por
ayudé a preparar la comida, comí, perdí el tiempo, veía el reloj que iba lento, lento, escurrían
siete de la noche.
Siete de la noche y ahora sí, al fin puedo apurarme (─Ya quiero llegar ─), me bañé con tiempo
de sobra, me arregle poco a poquito, pantalones entubados, camisa blanca bien blanca, botas
color café por eso de la época de lluvias y un saquito color negro, hasta parecía que era de
dinero, pero no, no había bronca, al final sólo se trata de eso, de parecer que tienes todo, eso nada
más, nada.
los casos el tiempo mínimo para un recorrido es de hora y media, (─Carajo─) a mí todo me
queda lejos, pero ahí iba con el saquito, con la camisa blanca; y que agarra el microbús y que
transborda en el tren ligero, qué súbete al metro, la gente me veía con los ojos que ven a los
extranjeros, ya eran como las nueve y media de la noche o las diez, que importaba, ya estaba en
camino, iba a contraflujo, todos ya como regresando a casa y yo ahí, luciendo extraño.
Llegando a Taxqueña estaba casi vacío, se viaja bien en la ciudad cuando ya es noche, música, a
gusto, la línea 12, Mixcoac, (─¿Y ahora pa’ dónde?─) izquierda o derecha, eran ya más de las
diez, de noche y con una floja pero constante lluvia, (─ Pues a la derecha a ver qué pasa─) estaba
desfile de modas con todo y modelos.
Vestidos, pantalones casi tatuados, unos escotes, unas piernas, cinturitas, minifaldas, mallones,
gastar nada más de ver tanto y tanto ver. Fueron llegando los amigos, algunos acompañados por
sus novias, todo bien, teníamos reservación y pasamos sin perder tiempo en una tediosa fila
ladrona de tiempo, razón por la que nos ganamos algunas miradas cargadas de algo similar al
rencor. Entramos y cada vez todo se ponía mejor, empezaron los tragos, una “marea roja”, una
cerveza, un “petróleo”, mira ese par de piernas, esa carita que parece un ángel, esa güera, esa
morena, hasta parecen de otro planeta (─Vamos por otro trago─), gente, roce, empujones, un
trago por persona o ponle a la propina.
En la barra me confundia con todos, ya no me miraba extraño, no me veía más que nadie (puede
que un poco menos que todos), ya estábamos mareados, un trago y luego otro y un chingo de
mujeres bailando, bailando.
─Vamos por un cigarro─.
Todo parecía un sueño y eso podría explicar por qué costaba tanto (─Ya era sábado─), a la
ésta provoca, al carajo mi vida.
La novia de Javier se veía bien guapa, llevaba un vestidito, (─¡Uy princesa!─), con ese vestido
arriba de las rodillas, con esa boquita pintada de rojo, con esos tacones y ese cuello tan fino
(─Pinche Javi─), ese cabrón no sabe lo que tiene, quién pudiera ser él y quitarle ese vestido o
mejor aún, no tener ni siquiera que quitarselo, quién fuera ese vestido, quién fuera ese vestido o
esos tacones o el rojo de esos labios, y el Javi poniéndose bien briago, su novia aguantando,
sonriendo, agarrandolo del brazo y su vestido chiquito… chiquito.
─Vamos por más trago que no quiero que se acabe la noche─. Decía el Javi, y bien lo decía por
él y por todos, todos arreglando todo para seguir en la fiesta, en la noche, en un trago, en las
piernas de la novia del Javi. Nunca pensé que iba a sentirme atraído por la novia de un amigo
¡Qué coraje! pero qué se le iba a hacer, en una de esas el Javi se emborrachaba de más y su
novia aprovechaba, muy pesar de todo ella parece amarlo de verdad y si lo llegué a dudar es
porque no sé lo que eso sea, o siquiera si eso sea posible(─claro que lo ama─). Y el Javi más y
más briago.
Por no sé qué la novia del Javi acabó a mi lado, se me acerca, me habla al oído, me toca el
hombro, me dice que el Javi fue por otro trago y algunos de los amigos a fumar, ella a mi lado
pegando a mí ese vestido, de pronto entre tocar su cabello y estirar la mano empieza a rozarme la
espalda, las piernas, me toma de la mano por un segundo y me mira dejando caer sobre mi sus
ojos y su boca de color rojo queriendo sólo acercarse a mí pero ya viene el Javi (─ Soy un hijo
de puta─) es la novia de mi amigo y aún así no me voy a detener, ni ella tampoco. (─ Pobre
Javi─) ¿Cuántas veces lo habrá hecho tonto? ¿Cuántas se habrá hecho tonto el solito? (─ya me
siento borracho pero quiero más, necesito beber más, que siga siendo sábado, que el Javi se
emborrache más─). Todos ya estamos ebrios, todos ebrios, era obvio que sólo íbamos a eso.
─ Vamos a seguirla, apenas son las tres─.
─ Yo pongo la casa pero hay que conseguir taxi, todos al taxi y armamos algo en el camino─.
El Javi más borracho.
Javi, por favor sigue bebiendo hasta caerte de borracho, tu novia no dejará de ser tu novia, ni
tampoco va a dejar amarte, yo no dejaré de ser tu amigo, pero ve tan sólo ese vestidito blanco
cruzado por la cintura con un cinturón. Javi, yo no tengo la culpa, ni tu novia tampoco, ni
siquiera tú con tu borrachera; la noche va a seguir pasando, todos van a seguir bebiendo, todos
viniste, o si acaso viniste con alguien─).
de dónde, que tu novia siga ahí con esas manos tocándome cuando no estás, que siga con esa
boca pintada de rojo que no dejará de ser tuya, Javi qué afortunado eres─).
(─Parece que los amigos no se dan cuenta─.) Voy a conseguir otro trago, ya casi nos vamos.
(─Míralos a todos, tan amigos todos, tan compartidos, qué importa entonces si estoy con tu novia
un momento, no la dejarías de amar ni aunque te enteraras, pero si lo hicieras sería yo el peor
amigo. Por favor Javi, no le reclames a su vestido chiquito, ni a su carita , ni a esos labios color
¿Qué culpa tiene de todos los años de estar contigo? ¿Qué culpa de que la gente piense que hay
que ser fiel para amar a alguien? Comprende Javi: Ella no va a dejar de amarte a ti─).
─ Ya es el último trago aquí Javi, toma lo que te pegué más─.
(─ Qué te den alcohol solo si hace falta, pero déjame unos segundos más a solas con tu novia,
dame la oportunidad de robarle un beso y luego a ver como le hago para escapar con ella de
todos y de ti; si acepta el primer beso aceptará el segundo y el quinto y todos los besos hasta
perder la cuenta de cuanto nos besemos. Sí, ella también está ebria, sí te tiene coraje por ser tan
imbécil, Javi, perdóname, aunque yo sé que no hago nada malo al besar a tu novia o al ir en el
taxi tocando su pierna, o al mirar sus ojos y ver las ganas que tiene de afecto y que tú por tu
borrachera no te das cuenta, aunque siendo realistas, ni siquiera sobrio lo harías─.)
─ ¿Cuántos cabemos en el taxi? ¿Nos da chance de uno más? y le damos veinte pesos aparte de
lo que marque. Súbanse todos, acomodense bien, los grandes abajo, qué el Javi se vaya
enfrente─.
─¡Ya cállate Javier, no cabemos los dos enfrente!─
─Tranquilo Javi, nadie le va a hacer nada a tu novia─.
la bolsa y aún debía preocuparme por el regreso a casa, preferí no recordar a nadie la tarea de
comprar algo más. Pobre taxista aguantando a tanto borracho, pobre por no estar igual que
nosotros. De pronto la misma mano que antes había tocado mi espalda estaba ahora sobre mi
pierna y poco a poco iba subiendo por ella (─ Qué bueno que nadie se da cuenta, ya casi
llegamos pero deja tu mano un poco más, un segundo más─).
─ Bajamos en la siguiente esquina.─
Era inevitable separarnos, lo complicado sería escabullirnos del Javi y de los demás y parecer
más borracho para tener una excusa (─ Tú no necesitas nada más─), abres lento la puerta del
coche y esperas los otros afuera.
él cruce la calle y tal vez no regrese, pero sabes que siempre volverá, lo miras regresando por la
calle arrastrando los pies y sólo me dices con una vocecita casi como silbido:
─ Arriba.─
amigo, pero lo veo acercándose con las manos vacías y ahogo la voz antes de decir algo; damos
todos la vuelta y todos caminamos rumbo a alguna casa.
─Seguro fumaste algo y por eso no protestas porque no hay nada que beber─. Dice la novia del
Javi y es él quien ahora no dice nada. Llegamos al fin, (─ ¿Y ahora cómo le hago para llegar
hasta donde tú estás? Quizá jamás llegue aunque estemos en la misma habitación y uno
confundido con el otro─).
─ Buenas noches muchachos, los hombres se quedan abajo y ustedes arriba─.
Comprendí.
Ya no estaba yo solo ideando la forma de escapar de los amigos y una vez más temí por tu fría
discreción, por saber prácticamente lo movimientos de todo como adivinando una partida de
ajedrez y sobre todo al verme mientras salías y te enfilabas al lugar donde dormirías. Ni siquiera
hubo un adiós entre tú y Javier, (─¿ Qué diablos estoy haciendo?─).
─ Yo ya me voy a dormir (─Una vez más: pinche Javi─), fuiste el primero en querer ir por más
ya, que duerman todos que tengo un arriba a donde llegar.─) y caes dormido sin resistencia a
nada.
Escucho tu voz ahogada por las paredes pidiendo entrar al baño, pidiendo ropa para dormir y un
había visto tan cerca; todos comienzan a dormitar, yo fingiré que duermo y después iré a
buscarte. Alguien baja las escaleras e irrumpe en la habitación, estabas ahí en el marco de la
puerta, miraste a todos, estabas tan transparente ya sin el vestido, sin el rojo de esos labios, sin
costal de carne embutido en una colchoneta, tú sigues con la burla, dices que las amigas ya se
han dormido que venías a ver a Javier o a lo que sobra de él (─ Ni siquiera tú crees esa
mentira─),los demás, que no se dan cuenta de nada, sólo te ven con soslayo, especificas donde
dormirás como un comentario que parece inofensivo pero yo apenas puedo contener el nervio
(─No sé hacia dónde me estás llevando, mucho menos que pretendes o qué planeas. El Javi sigue
roncando, y parece que con ese ronquido acepta sea lo que sea que vaya a pasar entre tú y yo
(─¿Cómo puedes ser tan celosa con el javi y hacerle junto a mí, su peor amigo, algo como esto?
Ya me duele tu amistad, Javi tan bueno tú, y aún no he hecho nada─).
Pasa un rato, todos duermen, hace dos minutos alguien salió al baño, me levanto y me dispongo a
buscarte, a seguir tus instrucciones, del baño surge una líne de luz y eso indica que todos están en
su sitio (─ Todos menos yo─), me aproximo a donde dijiste que estarías, avanzo caminando
lento, se escucha muy débil un respirar profundo y el sonoro ronquido del Javi (─ ¿por qué
tuviste que ser tan buen amigo Javi?─)sigo caminando (─ Tal vez al final de todo te hago un
favor, así seguirás con tu novia y ella contigo, y seguiran amando su velada hipocresía y
pensarán en todo lo bueno que tienen juntos. Seré yo quien le de aliento a tu novia, para seguir
aguantándote─), subo pesada y temblorosamente el primer escalón, los demás costarán menos
(─ ¿Por qué fui yo tú mejor amigo hasta que me convertí en el peor sin que tú lo supieras?─),
doblo por el corredor siguiendo las instrucciones que diste al aire y que parecían burla (─ Ay
Javi ¿Por qué tenías que ser tan imbécil?─).
─ Nadie se dio cuenta, sólo hay que guardar silencio─.
Surgió el primer beso y fue mejor que todo lo imaginable, al fin esas piernas blancas estaban en
mis manos y besaba esos labios ya sin aquel color rojo ( ─Estoy viendo los mismos ojos que tú
miras al hacer el amor , Javi, espero puedas entender─ ) ella ahoga un suspiro, un gemido suave
puerta y está en la entrada una silueta, esa silueta debió haber sido la tuya, Javi, pero no fue así,
era yo quien estaba mirando todo ello: a ella y a otro cuerpo, inmóviles al darse cuenta que
estaba yo ahí, parado en el umbral de la puerta, perdón otra vez Javi, perdón, nunca debes leer
esto, tampoco escucharlo pero de alguna manera tenía que decirlo: No todos estaban en su sitio.
Luis Raléra.