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Las Big Bands, de ayer a hoy

Trío, cuarteto y quinteto son formaciones habituales en el jazz, quizá las más frecuentes y a las que estamos
más acostumbrados ver y escuchar, pero hubo una época en que las big bands (y ya dejo de escribirlo en
cursiva), las orquestas de jazz, dominaron en gran parte de los escenarios musicales que programaban
jazz. Unos años en los que el coste de mantener una gran agrupación de músicos no era tan alto como
ahora y en los que una big band era sinónimo de música de baile. Ya no es así, pero ahí siguen y seguirán,
porque los aficionados continúan demandándolas, porque hay espacio para todos y también porque
cumplen una función de formación de nuevos músicos.

Doy por sabido que una big band no tiene por qué estar compuesta por un número fijo de músicos, ni
siquiera por determinados tipos de instrumentos, sin que puedan añadirse o suprimirse algunos otros, pero
por generalizar que a veces no es malo diré algo sobre la estructura de una big band. Una big band suele
estar formada por un número de músicos que varía generalmente entre 12 y 20 y se compone, también
generalmente, de tres secciones de instrumentos: viento-metal, viento-madera y rítmicos. La sección de
viento-metal la forman las trompetas y los trombones, aunque pueda añadirse algún otro, como la tuba. La
sección de viento-madera suele estar compuesta por saxofones (alto, tenor y barítono, algo menos
frecuente el soprano), clarinetes y flautas. Y la sección rítmica por piano, contrabajo, guitarra y batería. Y
en ocasiones se añade el elemento vocal, que lo puede aportar un o una vocalista o los propios miembros
de la banda.

Como pasa con todos los orígenes, el de las big bands no es fácil precisarlo, pues siempre se podrán
encontrar antecedentes, pero digamos que nacieron con los estilos New York y Chicago (ya he escrito sobre
ellos en algún otro artículo de este blog) en los años 20 del pasado siglo, con las primeras agrupaciones de
este tipo entre las que destacaron las de Joe "King" Oliver y, sobre todo, de Fletcher Henderson. Aunque
aquellas primeras no pasaban de los 10 ó 12 miembros.

Fletcher Henderson Orchestra (1926)

Y es a partir de finales de la década de 1920 cuando aparecen un gran número de big bands, que se
consolidan en la llamada Era del Swing que llega prácticamente hasta la entrada de Estados Unidos en la
Segunda Guerra Mundial. Fueron muchas, sólo en Estados Unidos hubo más de 300, y no es cosa de
relacionarlas (ni podría), pero algunas de las más conocidas fueron las de Benny Goodman, Glenn
Miller, Artie Shaw, Lionel Hampton, Count Basie y por supuesto la de Duke Ellington. Algunas
continúan aún pese a haber desaparecido sus fundadores, como la Legendary Count Basie Orchestra o
la Duke Ellington Orchestra. Al ser las big bands agrupaciones muy enfocadas al espectáculo y música
de baile los solos fueron perdiendo protagonismo y sin embargo tuvieron mucha importancia los arreglos
orquestales. En los años 50 comienza el declive de las big bands, si bien es cierto que son varias las que
se mantienen e incluso aparecen nuevas que se adaptan a los diferentes estilos que suceden al swing.
Pero siempre el concepto de big band estará asociado a la era del swing, y muchas de las actuales limitan
casi todo su repertorio a los temas que se compusieron en esa época.

Y así enlazo con el momento actual, en el que, aunque las big bands no son las protagonistas principales
del jazz, siguen siendo altamente solicitadas por los clubs de jazz y salas de conciertos. Son escasos los
festivales de jazz que no incluyen en su programación la actuación de alguna big band y festivales hay casi
continuamente. Tan solo para el Newport Jazz Festival de 2015, el más prestigioso de cuantos se celebran
en el mundo, ya hay anunciada la actuación de seis big bands, incluida la formada por los alumnos de un
centro de educación musical (Massachusetts Music Educators Association). La programación de este
festival, por si alguien se anima a asistir del 31 de julio al 2 de agosto, puede verse
en http://www.newportjazzfest.org/ También hay muchos centros o clubs de jazz que mantienen su propia
big band, como es el caso de uno de los más famosos, el Jazz at Lincoln Center, en New York, cuya
orquesta dirige Wynton Marsalis, posiblemente el trompetista más conocido e influyente de la actualidad.
Por su orquesta han pasado un buen número de músicos que posteriormente han saltado a la fama y creado
sus propios grupos. Hay orquestas que se ajustan a un determinado estilo de jazz, como la Afro Latin Jazz
Orchestra, de Arturo O'Farrill, y Estados o países que han creado las suyas, como las All State Jazz
Band existentes en varios Estados USA o la Orchestre National de Jazz en Francia (de la que ya hablé
en el artículo dedicado al jazz en Paris). En España, que es lo que me pilla más cerca, también hay un gran
número de ellas: Sant Andreu Jazz Band, que dirige Joan Chamorro, compuesta por niños y
adolescentes y sobre la que ya he escrito, Big Band Jazz Terrassa, dirigida por John Dubuclet, Orquesta
Nacional de Jazz de España, creada y dirigida por Ramón Farrán, y muchas otras.

Pero como resultaría absurdo, además de imposible, intentar hacer una recopilación de las big band que
en el mundo existen, voy a dedicar el resto del artículo a hablar de dos de ellas, como ejemplo y en
representación de todas, una estadounidense y otra española, aunque el director de esta última sea también
estadounidense. Se trata de Maria Schneider Orchestra y de Bob Sands Big Band.

Maria Schneider es una compositora, arreglista y directora de orquesta norteamericana, nacida en el


Estado de Minnesota, que creó su propia orquesta de jazz en 1993, tras finalizar sus estudios de
composición en la prestigiosa Eastman School of Music de la Universidad de Rochester y de haber
colaborado con algunos de los más acreditados músicos de jazz de los Estados Unidos. Tiene tres premios
Grammy y diez nominaciones a ellos y con su big band ha actuado en los festivales más importantes de
todos los continentes, de hecho es raro el año que el Newport Jazz Festival no la incluye en su
programación, y es habitual de algunos de los clubs más famosos, como el Jazz Standard o el Birdland,
ambos de New York. Tiene publicados 7 discos y está preparando el octavo, cuya presentación está prevista
para abril de 2015. La formación clásica de su orquesta está compuesta por 5 saxofones, 4 trompetas, 4
trombones, piano, contrabajo, guitarra y batería, más la dirección de Maria Schneider. Su orquesta,
considerada por muchos como la mejor big band de la actualidad, tiene una particularidad que, entre otras
razones, me ha llevado a incluirla en este post, y es que su repertorio está muy basado en composiciones
y arreglos propios. Desde luego que no es la única big band que no limita sus temas a los estándares del
jazz, pero en su caso estos son minoritarios frente a los temas compuestos por la propia Maria y a otros
que incluye y que nos llevan a distintos mundos, como el latino.

Maria Schneider Orhestra en el Montreal Jazz Festival

Desde la aparición de su primer disco en 1994, Evanescence, la orquesta de Maria Schneider se ha


convertido en una de las más conocidas y más solicitadas en el mundo entero. En España actuó en el
Festival de Jazz de Madrid en noviembre de 2005, en el Centro Cultural de la Villa, y en el de Barcelona en
octubre de 2011, en el Palau de la Música. No sólo escuchar su música, sino ver a Maria dirigir su orquesta
es una delicia. A veces con su gracilidad parece que bailara sobre el escenario, pero al instante demuestra
una fuerza y pasión incontenibles. Como dijo un crítico tras una de sus actuaciones "el vuelo de una
mariposa puede desencadenar un huracán".

Sin considerarla una vanguardista, Maria Schneider sí es una innovadora en su forma de componer y hasta
de producir y distribuir sus discos. Fue ganadora del primer Grammy otorgado a un disco distribuido
exclusivamente a través de Internet, Concert in the Garden, y ahora tiene intención de producir, editar y
distribuir su nuevo proyecto, The Thompson Fields, con participación ciudadana a través de ArtistShare.

Bob Sands es un saxofonista originario de Nueva York y también formado musicalmente en la Eastman
School of Music de Rochester. Tocó en las orquestas de Lionel Hampton, Dizzy Gillespie, Paquito
D'Rivera y con otros grandes músicos antes de trasladarse a España en 1992 donde fijó ya su residencia.
En España ha actuado con los mejores músicos de jazz y ha participado en múltiples grabaciones, al mismo
tiempo que creó sus propias bandas, no sólo la big band que lleva su nombre, sino otros grupos en formato
de trío, cuarteto o quinteto. En el 92 en Madrid empezó a tocar con su cuarteto que completaban Dan
Rochlis (guitarra), Javier Colina (contrabajo) y Guillermo McGill (batería) y en marzo de 2000 creó su Big
Band. Desde entonces su orquesta no ha dejado de actuar en conciertos, bien sola o acompañando a
vocalistas de la talla de Laïka Fatien, Nicole Henry, Jamie Davis o, Tony Hadley. Es habitual ver a Bob
en los escenarios de jazz españoles y principalmente de Madrid, ciudad en la que reside. Bob Sands Big
Band es seguramente la big band española que más actuaciones realiza a lo largo del año. Lo he visto en
varias ocasiones, con su big band o con alguna de sus otras formaciones e incluso colaborando con algún
otro grupo (recuerdo una colaboración suya con Ignasi Terraza Trío y Susana Sheiman) en las salas
madrileñas, Café Central, Clamores y Bogui Jazz.

El último concierto suyo al que he asistido ha sido en Bogui Jazz, el 23 de enero de 2015, con su big band,
que, como en el caso de la de Maria Schneider, está formada por 17 músicos, 5 saxos (que también tocan
clarinete y flauta), 4 trompetas y fliscornos, 4 trombones, piano, guitarra, contrabajo y batería. Bob es
habitual de Bogui, donde actúa casi todos los meses, a veces habla de esta sala como de su segunda casa.
En mi opinión, Bogui es una de las mejores salas de jazz que hay en España en cuanto a la programación,
que es muy atractiva y dedicada exclusivamente a esta música, pero resulta algo pequeña y un poco
incómoda, sobre todo si no consigues reservar asiento.

Bob Sands Big Band. Bogui Jazz, Madrid (23-01-2015)

Pero por otra parte, Bogui Jazz tiene la ventaja de la proximidad, de la cercanía, de que te sientes como en
casa, rodeado de un grupo de amigos con los que puedes charlar (eso sí, sin molestar la audición de las
actuaciones). Precisamente allí me encontré al excelente crítico musical (aunque él prefiere el término de
comentarista) Juan Claudio Cifuentes "Cifu", con el que tuve ocasión de intercambiar comentarios y
opiniones. Siempre hay mucho que aprender del maestro Cifu.

Bob Sands Big Band tocó varios temas de los considerados estándares de jazz, como The Song Is
You (Jerome Kern), Billie's Bounce (Charlie Parker), Softly, As In A Morning Sunrise (Sigmund
Romberg) o Cotton Tail y Main Stem (Duke Ellington) y algunos otros más cercanos en el tiempo,
de Terry Gibbs o de Doug Beach, como fue el caso de Big Cat Groove, ya casi al final y con el que Bob
quiso demostrarnos su maestría con el saxo en un solo magnífico.

No cabe duda de que resulta meritorio, en los tiempos que corren, mantener una big band y hay que
agradecérselo a quienes lo hacen, pero estoy convencido de que gracias a ellos, a cuantos músicos las
forman y al público que sigue solicitándolas, las big bands seguirán proporcionándonos en el futuro los
mismos buenos momentos que nos hicieron disfrutar ayer y nos están dando hoy.

Y me resta agradecer lo que hago aquí y ahora al equipo de Maria Schneider y a Bob Sands la gentileza
que han tenido conmigo para facilitarme la elaboración de este artículo.

Orígenes de la BigBand Debido a la falta de documentación y registros de los músicos de jazz,


establecer una certeza clara sobre cuándo y dónde aparecieron las agrupaciones orquestales
que realizaran jazz es una tarea casi inconcebible e impensable. Realizar una cronología exacta
que narre los acontecimientos que dieron lugar a la creación de bandas que evolucionaron
hacia esta nueva forma de jazz resulta imposible. Sin embargo, se han establecido paralelismos
y estudios entre las bandas de música provenientes de Europa, estudiando sus rasgos y
estableciendo las características en las que coinciden. En este contexto, y recogiendo los
modelos de las Brass bands; orquestas de viento formadas por blancos, comenzaron a
aparecer en el siglo XIX las Marching bands; orquestas formadas por americanos negros que
tocaban a modo de marcha por las calles en fiestas, bodas o entierros, tocando marchas, blues,
espirituales, danzas, etc. A partir de 1890 fue cuando las marching bands redujeron el número
de intérpretes, apareciendo así las primeras Jazz bands, que tocaban en bares y tabernas de
Nueva Orleans, recogiendo las características de las marching bands como la armonía
funcional y el ritmo binario de marcha. Más importantes debieron ser las bandas de
instrumentos de metal (brass bands) fundadas, también sorprendentemente, en las
plantaciones de Alabama, de Louisiana, y de otros estados, es de presumir que según el
modelo de las bandas militares británicas de antes de la independencia {…}. La existencia de
tales grupos en fechas tan remotas como 1835 se contradice con la opinión ampliamente
aceptada de que las formas instrumentales precedentes del jazz aparecieron cuando se pudo
disponer de los instrumentos desechados por las bandas militares, tras la Guerra Civil . A parte
de las Brass bands y de las Marching bands, las raíces del jazz orquestal se encuentran en las
grabaciones del ragtime, que datan de los primeros años del siglo XX, momento en el que se
crearon un gran número de bandas en Nueva York con instrumentaciones características como
violines, banjos o mandolinas37 , haciendo que el ragtime creciera y evolucionara mezclando
los rasgos característicos de la música afroamericana con influencias provenientes de Europa,
aunque al tratarse de un género de transición, se aprecia la carencia de las texturas y del
contrapunto del jazz. El aumento del número de las bandas supuso a su vez una mayor
especialización y una técnica cada vez más pulida. Muchas de ellas crecieron gracias a la
incorporación de cinco saxofones, tres o cuatro trombones y seis o más trompetas. De entre
ellas, destacó la banda de Fletcher Henderson, con Don Redman como arreglista, cuya
aportación demostró que la improvisación podía realizarse también dentro de las orquestas sin
perder la espontaneidad. Esta banda se consolida en 1923 como la primera BigBand de Nueva
York. En 1923, época en la que Henderson inició un compromiso laboral en el selecto Club
Alabam {…}, su orquesta de diez músicos estaba ya tocando jazz. Su composición era la
habitual del grupo de jazz clásico {…}. Henderson y Redman escribieron arreglos para la banda
que combinaban secciones de solista y tutti, y permitía la improvisación del solista. No todos
los arreglos eran escritos; a menudo la banda utilizaba “arreglos de cabeza”, y a veces se
improvisaban los finales de cada sección. Entre los rasgos del estilo de Henderson, cabe anotar
el conjunto de tres clarinetes {…}, y la interacción llamada-respuesta en un segundo plano
entre metales y lengüetas. Durante el período entre 1924 y 1936, la banda de Henderson, que
había crecido hasta los 16 músicos, fue la banda “residente” en la gran sala de baile Roseland
de Nueva York. Con su creación de un estilo original, esta banda marcó la dirección seguida por
otras BigBands posteriores . Recogiendo y explotando esta fórmula, se crearon nuevas bandas
que adquirieron una mayor especialización técnica e instrumental, y ofrecieron una música
orquestal de mayor calidad gracias a grandes músicos como Louis Armstrong, Joe Smith,
Charlie Green, y un largo etcétera . Si Henderson y Redman fueron piezas clave en el origen de
la BigBand que acontece hoy en día, no puede darse de lado la gran influencia proveniente de
la Casa Loma Orchestra. Se trata de la formación que estableció los principios de la “Swing
Area”. Formada en 1925 enteramente con los músicos blancos bajo la dirección de Jean
Golddkette, en un principio, se llamaba “Orange Blossom Band”, sin embargo cambiaron el
nombre tras actuar durante un tiempo en el hotel “Casa Loma” de Toronto durante el año
1929. Tras ello, el saxofonista Glenn Gray toma las riendas de la dirección y comienzan a
trabajar para hoteles americanos, universidades y a realizar actuaciones para la radio. Tuvieron
mucho éxito y llegaron a realizar diversas grabaciones de discos, que consiguieron aumentar su
popularidad40 . Casa Loma Orchestra significó “la antítesis de las bucólicas primeras
grabaciones de las bandas territoriales. Aunque a este grupo no se le ha dado la importancia
que merece por parte de la crítica de jazz, muchas bandas más famosas intentaron copiar su
estilo con exactitud.

El origen de las big band se remonta a las primeras décadas del siglo XX. En esa época,
numerosos músicos de Nueva Orleans se trasladaron a Chicago y Nueva York y se incorporaron
a las grandes formaciones orquestales de música de baile que allí existían. Esta afluencia de
músicos provocó en esas agrupaciones la incorporación de más instrumentos de viento metal
y, posteriormente, de saxofones que sustituyeron al clarinete. La ampliación de la plantilla
instrumental originó la necesidad de escribir arreglos musicales que incorporaban secciones
diferenciadas (introducción, exposición, reexposición, coda, etc.) .

Las BigBands en los años 30: La fiebre del Swing La crisis generada por el llamado crack del 29 y
la gran depresión que recayó sobre la población estadounidense por la caída de la bolsa en el
mes de octubre no supuso el fin del jazz. A pesar de que las hundidas mentalidades
estadounidenses del momento no coincidían con el desparpajo y despreocupación que
conllevaba el recién estrenado hot jazz realizado en la época, que sustituyó al estilo antiguo (o
sweet), era necesario mantener vivo al jazz, pues de este modo, se mantendría vivo el espíritu
americano. Las interpretaciones supusieron un soplo de alegría y optimismo, a pesar de que en
los siguientes años muchos músicos se vieran sin trabajo. A pesar del ambiente de quiebra y
depresión en el que se cernía Estados Unidos, el número de bandas comenzó a aumentar
considerablemente, pues, debido al aumento de músicos desempleados, resultaba económico
contratar a bandas, que a su vez, requerían de un gran número de intérpretes. Las Big Bands
significaron un foco de trabajo para unos músicos que estaban dispuestos a trabajar por poco
dinero, y en poco tiempo, Estados Unidos contaba con un gran ejército de orquestas de jazz
que evolucionaban muy rápidamente, puliendo su estilo y perfeccionando su técnica de
conjunto y de improvisación de tal manera que consiguieron llegar hasta el virtuosismo. Su
número era tan amplio y tenían una actividad tan intensa que resultaba muy complicado
seguirles la pista. La banda Lunceford, por ejemplo, dirigida por Sy Oliver, ofrece una serie de
contrastes extremos perfectamente apropiados, así como la de Erskine Hawkins o la dirigida
por el trombonista Tommy Dorsey, influenciada por el jazz de los años 20, que poseían una
gran calidad en sus improvisaciones. Del mismo modo, la banda de Artie Shaw fue una de las
pioneras en proporcionar una mayor importancia a los instrumentos de cuerda dentro del jazz,
empleando instrumentos antiguos como el clave, y con impresionantes solos de clarinete
influenciados por el blues. También la banda dirigida por el pianista Earl Hines comenzó a
emplear elementos virtuosísticos trabajando con grandes conjuntos en los que destaca el
piano, que se consolida como un instrumento completamente idóneo para la realización de
solos e improvisaciones de jazz dentro de las agrupaciones orquestales, ofreciendo magistrales
diálogos entre piano y orquesta. De este modo, y de forma progresiva, las agrupaciones de jazz
fueron demostrando el amplio abanico de posibilidades que una banda podía ofrecer. El swing
es un estilo típico del jazz de la década de 1930, su época dorada, especialmente en Nueva
York. Se caracterizaba por la interpretación a cargo de las BigBands, en las que se daba gran
importancia al solista, en contraste con el resto del conjunto. Destacaron Duke Ellington,
Benny Goodman y Glenn Miller, entre otros. En la interpretación del jazz, [se encuentra un]
contraste rítmico entre las subdivisiones binarias y ternarias ejecutadas simultáneamente.

El jazz de los años 30 destaca por sus BigBands, que tocaban en fiestas y diversas celebraciones
en las que se reunía una gran multitud, y donde el baile y la música eran la principal vía de
escape. De ellas, hubo cuatro bandas cuyos directores consiguieron que destacaran sobre el
resto:

Count Basie Su banda se caracterizaba por el virtuosismo individual en los solos e


improvisaciones, y colectivo en las partes orquestales de conjunto. Su repertorio se basaba en
los heads arrangements; una serie de arreglos ideados por los miembros de la banda, que se
aprendían de memoria y que no se escribían en partitura. En estos arreglos se aprecia el
empleo de los riffs; una serie de figuraciones melódico-rítmicas fáciles de recordar que
realizaba el conjunto de la orquesta, y que se intercambiaban y entrelazaban con los solos
improvisados . Benny Goodman Muy influenciado por la Casa Loma Orchestra, de la que
recoge influencias como “los arreglos llenos de ritmo, el gran interés por los solos, y el énfasis
en la perfección de los pasajes de conjunto ”. Goodman estableció un nuevo nivel de
interpretación con el que se ganó al público y con el que se coronó como “rey del Swing” al
establecer los parámetros definitivos del estilo, a pesar de no ser su inventor, revolucionando
el concepto de banda de baile y convirtiendo este estilo en la música de baile más interesante
de Estados Unidos, ganándose de este modo el respeto y la admiración no sólo del público
aficionado, sino también de casi toda la profesión jazzística. Glenn Miller La orquesta de baile
de Glenn Miller estaba marcada por un sonido característico y personal, sustentado por una
gran variedad textural, que se extraía de la mezcla del timbre del destacado clarinete solista
con la sección de saxofones al unísono, así como un melódico y delicado sonido de los metales.
Formada en 1937, cosechó un gran éxito gracias a grandes músicos como Tex Beneke o Al
Klink, entre otros. En sus temas consiguieron reunir las facetas propicias para fomentar el
baile, ya fuera por medio de baladas lentas o rápidos swings que tuvieron un gran éxito
comercial y popular, y no sólo en EEUU, pues, al igual que la orquesta de Goodman, Glenn
Miller fuer reconocido en todo el mundo entre 1939 y 1941 . Con Miller, la BigBand completó
el ciclo, regresando al espíritu del período anterior a Goodman. Recurriendo a melodías
pegadizas, arreglos escritos con gran oficio (aunque sin gran ambición) y sencillos ritmos de
baile, Miller creó una música que sólo conservaba una relación periférica con la tradición del
jazz {…}. Más que mirar atrás, Miller sobre todo se adelantó a la música popular de la época de
posguerra, con su atmósfera más dulce y menos vertiginosa y su separación cada vez mayor de
las raíces afroamericanas que habían inspirado a Goodman y a tantos de sus contemporáneos.

Duke Ellington Ellington fue un pionero no sólo en la composición para BigBands, sino
realmente en diversos estilos del jazz en general. Autor prolífico con casi dos mil
composiciones y una de las figuras clave en la historia del jazz, poseía una gran capacidad para
adaptarse y adelantarse a los constantes cambios que el jazz fue sufriendo en las distintas
décadas que incurrieron a lo largo del siglo XX. Su contribución se centró en las composiciones
para solistas de orquesta, y su aportación más importante es la maestría de combinar las
técnicas de improvisación en los arreglos para grandes bandas. Pianista, compositor y director
de orquesta, maestro de maestros, fue culpable de elevar el jazz hacia altas cimas,
contribuyendo a conformar una sólida identidad de la sociedad afroamericana por medio de su
música. En una época en la que reinaban las pequeñas agrupaciones en Nueva Orleans,
Ellington se atrevió a formar una agrupación más numerosa que pudieran desarrollar su
creatividad, romper los moldes establecidos y superar las barreras establecidas hasta el
momento en el jazz, comenzando a investigar y a fusionar diferentes géneros con el jazz,
sabiendo sacar el mejor partido de los músicos que conformaban su banda. Su BigBand, junto
con la de Count Basie, fue considerada como una de las más importantes del momento capaz
de investigar en las formas y desarrollar nuevos conceptos sonoros e ideas musicales gracias a
la creatividad de Ellington . Desde finales de los años veinte y, sobre todo, durante 1932-1942,
su período más creativo, Ellington usó su banda como un laboratorio en el que, en la más
íntima colaboración con sus músicos, resolvió un número creciente de problemas, siempre
relacionados con la reconciliación de las equilibradas simetrías de la composición con el fuego
espontáneo de la improvisación {…}. Sin embargo, cuando Ellington encontró la dirección
correcta, el conjunto tuvo igual importancia {…}. Sin tener en cuenta sus métodos de
colaboración, se siente con Ellington, como con todos los verdaderos compositores, que la
melodía, la armonía, el ritmo, el color y la textura actúan juntas: la sustancia y la sonoridad son
indivisibles .

Orígenes
Las big bands aparecen como resultado de la expansión del jazz de Nueva Orleans, y se
produce a consecuencia de los cambios que el concepto de arreglo musical experimenta
en el Estilo Nueva York, a mediados de la década de 1920,4 que tienen como
consecuencia final la aparición del swing.
Aunque ya en 1921 encontramos grabaciones de bandas de diez miembros o más, como
es el caso de Paul Whiteman, es hacia 1926 cuando se pueden encontrar los primeros
indicios de sonoridades propias de las big bands, incluso en grupos típicamente hot, como
los Red Hot Peppers de Jelly Roll Morton, o la orquesta de Henry Halstead.5 No obstante,
todos los autores coinciden en señalar a Fletcher Henderson como el artífice del comienzo
de la historia de las big bands. Desde 1921, Henderson había trabajado con bandas de
más de nueve músicos, que hacían jazz tradicional (por ejemplo, entre 1925 y 1928, su
grupo se llamaba, significativamente, Dixie Stompers). A finales de la década, el grupo se
había configurado claramente en secciones instrumentales, por el procedimiento de
duplicar o triplicar cada uno de los instrumentos de viento de la banda hot típica: trompeta,
trombón y clarinete (paulatinamente sustituidos por saxos), realizándose arreglos
instrumentales para cada sección. No solo Henderson siguió esta línea de cambio
imperceptible, sino otros músicos como Luis Russell, que se hizo cargo en 1929 de la
banda de King Oliver, y que fue el primero en llamar a su grupo Big Band; o los Cotton
Pickers del baterista William McKinney, dirigidos primero por Don Redman y, después,
por Benny Carter; o el mismo Duke Ellington, cuya banda The Washingtonians desarrolló
cambios conceptuales verdaderamente revolucionarios.
Este proceso, y la misma aparición de las big bands, no suscitó inicialmente un favor
unánime de los aficionados, y un sector importante de la crítica musical (Ortiz
Oderigo, Hughes Panassié, Ernest Borneman...) las consideró de forma muy negativa, por
«dejar la creación espontánea relegada a un segundo plano o suprimida», a la vez que
tildaban al swing de «retroceso en el cosmos del arte sincopado».2 Peter Clayton, señala
expresamente que el término big band fue usado inicialmente con sentido despreciativo,
para señalar a bandas que se habían separado de la ortodoxia. Sin embargo, como señala
Berendt, la visión posterior sobre la aparición del jazz de gran banda con Fletcher
Henderson, tiende a considerar que, al contrario de lo señalado por los críticos
conservadores, los músicos hallaron en el nuevo formato una gran libertad y así lo
reconocía ya, en 1932, el crítico y productor John H. Hammond.6

Época swing
Con la consolidación del estilo swing, las big bands pasaron a constituirse en el eje del
desarrollo del jazz. Fueron precisamente estas grandes bandas las que facilitaron la
enorme popularización del estilo, al convertirse en sinónimo de música de baile.
Precisamente su papel de orquestas de baile, y el hecho de que el público blanco, al
bailar, se deconcertaba fácilmente si no percibía con claridad la estructura melódica,
llevaron a muchas orquestas a tocar straight, es decir, solo el tema principal, reduciendo
las improvisaciones a unos pocos compases. Esta tendencia, que se desarrolló frente a la
línea principal de evolución del jazz, originó una diferenciación entre swing bands (aquellas
que subrayan los aspectos rítmicos y el trabajo de improvisación de los solistas), y sweet
bands (que reducen los aspectos característicos de las primeras, y se centran en la
melodía y sus arreglos, dirigidas básicamente al baile, como la mayor parte de las
orquestas blancas, entre ellas las de Glenn Miller, Harry James, Buddy Morrow, Frankie
Carle o Guy Lombardo).

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