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La célebre frase de Rene Descarte “Pienso, luego existo” dan una pequeña
referencia de lo que el hombre siempre ha deseado. Ya que el hombre es un ser que está
en constante desarrollo, y por ello, siempre busca como mejorar sus condiciones de vida
tratando de alcanzar al máximo sus potencialidades en mira de un futuro propicio. Todo
ello nos trae a colación las siguientes preguntas: ¿Cómo lograr alcanzar esta
potencialidad?; y en el caso de la educación ¿Qué haríamos como docentes para
desarrollar competencias para enseñar y aprender ciencias? La respuesta a estas
interrogantes nos induce al camino de la investigación, pues si se desea lograr nuevos
adelantos, estos provienen de nuevos conocimientos y experiencias adquiridas bajo esa
premisa.
Es por ello que considero que en lugar de implementar un nuevo perfil del
docente como investigador, si bien es cierto que no se encuentra explícitamente la
función como investigador, esta se encuentra presente y arraigada en su formación,
demos dar más sentido de pertenencia a su formación, pues como ente promotor y
generador de experiencias es necesario aportar de nuestro intelecto como docente y
crear nuevos saberes y conocimientos. .
En el foro “La investigación como nuevo perfil del docente”, las Dras. Giuliana
Farci y Mariángel Herrera tienen razón al recalcar las nuevas tendencias que han
surgido y al plantear los nuevos cambios exigentes en la sociedad, que nos han
obligado también a transformar nuestros currículos. Según Guerrero (1999) en
concordancia con Farci y Herrera, los diseños de investigación se elaboran en dos
enfoques fundamentales: Positivista o cualitativo y el Post positivista o cuantitativo.
Esto nos lleva a cambiar nuestra perspectiva en el quehacer docente, no ser meros
repartidos de información, sino ir adaptarnos a los nuevos tiempos. Pues la escuela es la
más arcaica, conservadora y anquilosada en el tiempo, institución que existe. Todos los
ámbitos en la vida del hombre han ido cambiando, la familia, la religión, y la política,
entre otros, de manera lenta, pero cambiando, sin embargo la educación sigue siendo la
misma en el tiempo; encajonada en viejos arquetipos infuncionales en nuestros tiempo
y más aún hoy por hoy, cuando el docente debe bajarse de su “pedestal omnipotente y
omnisciente” y hacerse coparticipe junto con los padres, directivos y comunicad con el
estudiante para así todos juntos lograr la transformación y cambiar los rumbos hacia
nuevos horizontes, dejemos lo que otros autores llamaron estructuralista radical,
funcionalista, humanista radical e interpretativo. Estos fueron necesarios en su época
antaña, hoy no lo son.
Kuhn, T. (1983). La estructura de las revoluciones científicas. (2da Edic. 5ta Reimp).
D.F, México: Fondo de Cultura Económica.