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QUEJOSAS: ARELI ROCÍO

CARREÓN GARCÍA Y OTRAS.

Juicio de amparo 170/2018

H. Juzgado Sexto de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México.


P r e s e n t e.

Fernando Javier Camba García, representante común de las quejosas, con apoyo
en el artículo 111 de la Ley de Amparo, comparezco para formular una ampliación
de nuestra demanda, en los términos que enseguida expongo, declarando que los
datos de las quejosas no varían, y que sigue sin existir alguna tercera interesada.

I. Antecedentes del nuevo acto reclamado

Bajo protesta de decir verdad, se manifesta que los hechos y abstenciones que
conforman los antecedentes esenciales del acto que se reclama son los siguientes:

1. El pasado 17 de abril, se recibió la respuesta recaída a nuestro escrito de


petición inicial, la cual se exhibe como nuestro anexo 1 de la presente ampliación.

2. Es esa respuesta fechada el pasado 16 de abril y contenida en el Oficio número


CGJC/OR/878/2018, la que conforma el acto reclamado en esta demanda, junto
con la opinión técnica que le acompañó en el Memorándum no. CEMAR/063/2018.

3. Finalmente, importa señalar que con fecha 22 de febrero de este año, Paloma
Neumann Gómez y Luis Miguel Cano López sostuvieron una reunión de trabajo
con personal de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

II. Acto reclamado


La negativa de las responsables para atender lo solicitado en noviembre de 2017.
Negativa conformada por la respuesta recibida y la opinión técnica en que se
basa.

III. Autoridades responsables

El titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (la


COFEPRIS) –por ser la autoridad competente y con la obligación de atender
favorablemente nuestra petición original–, su Coordinador General Jurídico y
Consultivo –por ser la autoridad firmante de la respuesta recaída a dicha petición–,
y su Comisionada de Evidencia y Manejo de Riesgos –por ser la autoridad que
emitió la opinión técnica en la que se apoyó la anterior respuesta, misma que se
exhibe tal cual fuera adjuntada a ella y que conforma el anexo 2 de este escrito–.

IV. Preceptos que reconocen los derechos humanos violados

Los artículos primero y cuarto constitucionales, a la luz de las fuentes normativas


de origen internacional que conforman el parámetro de control de regularidad
constitucional con el cual se debe juzgar la negativa de las responsables a actuar
conforme a sus deberes constitucionales correlativos al respeto y protección de los
derechos involucrados. Especialmente, los derechos a la vida, al disfrute del más
alto nivel posible de salud y a un desarrollo físico y mental óptimos, reconocidos
en los artículos 6, 24 y 27 de la Convención sobre los Derechos del Niño (la CDN).

V. Concepto de violación

En síntesis, lo que se solicitó a la COFEPRIS fue que ajustara las normas oficiales
mexicanas sobre calidad de aire a los valores más protectores de la Organización
Mundial de la Salud (la OMS), y mientras eso acontecía, que emitiera una norma
de emergencia que adoptara esos valores en lo que resultaran más favorables.
Ambas cosas se respaldaron tanto en información oficial, como en reglas jurídicas.

Frente a esas peticiones, de un lado, las responsables sostuvieron en su opinión


técnica cuestionada –contenida en su memorándum número CEMAR/063/2018,
del 13 de marzo–, que en atención a la protección a la salud, usan información
generada por múltiples investigaciones sobre los efectos de los contaminantes en
ella, pero que las guías de calidad del aire de la OMS son recomendaciones y no
normas exigibles, las cuales quedan bajo un margen de apreciación de cada
Estado y como una meta progresiva por alcanzar. No obstante ello, reconocieron
que las normas oficiales mexicanas de calidad del aire, no debieran sobrepasarse
más de una vez por año a fin de garantizar adecuadamente la salud de la
población, que las mismas deben transitar paulatinamente hacia los valores de la
OMS, y que por ende, está contemplada su actualización. Así, después de referir
otras diversas medidas que se relacionan con el tema, terminaron por aceptar que:

“el proceso de actualización de las Normas Oficiales Mexicanas (NOM’s) tiene como
objetivo fijar límites más estrictos de las concentraciones de los contaminantes criterio
en el ambiente, como medida de protección a la salud de la población, de acuerdo al
principio precautorio y la evidencia científica reciente en materia de evaluación del
impacto en la salud por la exposición a contaminantes atmosféricos, con el objetivo
en el corto y mediano plazo de equipararlos con las metas finales establecidas en las
Guías de Calidad del Aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como
directrices de referencia.”

Mientras que del otro lado, en la otra parte de su cuestionada respuesta a nuestra
petición –contenida en el oficio número CGJC/OR/877/2018–, luego de identificar
las NOM’s que regulan la calidad del aire, de referir el estado que lleva el proceso
de consulta de la norma PROY-NOM-022-SSA1-2017, y de reenviar a la opinión
técnica recién destacada, las responsables indicaron que: “de conformidad con los
acuerdos derivados de la reunión, esta Comisión seguirá en espera de recibir por
parte de su representada, los puntos y alcances que bajo su consideración deberá
acotar la Norma Oficial Mexicana de Emergencia que sugiere”. Postura que no
tiene sentido, ni es consistente con el escrito de petición originalmente formulado.
Es bajo este escenario que se debe concluir que la respuesta a nuestra petición
ha sido en sentido negativo, acorde las razones expuestas en ambos documentos.

En esa idea, la negativa a atender las peticiones formuladas, viola no sólo el


derecho a un medio ambiente sano, sino sobre todo nuestros derechos a la vida,
al disfrute del más alto nivel posible de salud –con impacto mayor en las personas
en situación de vulnerabilidad por sus condiciones de salud–, y al desarrollo físico
y mental óptimos –especiales para la población de las niñas y niños–, así como las
responsabilidades de las generaciones de hoy para con las generaciones futuras.

El razonamiento que sostiene este único concepto de violación es tan simple como
contundente: (i) nuestra Constitución, en su artículo cuarto, reconoce los derechos
humanos a un medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar de todas las
personas, a la par que a la protección de la salud; (ii) esos derechos se ven
potenciados en relación con el derecho al desarrollo integral de niñas y niños,
también reconocido en ese mismo precepto constitucional; (iii) el derecho a la vida
y los otros derechos se nos reconocen en los artículos 6, 24 y 27 de la CDN; (iv)
respecto de todos esos derechos humanos, las autoridades responsables, en el
ámbito de sus competencias, tienen a cargo, entre otras, obligaciones correlativas
de respeto y protección, así como de prevención de sus violaciones, conforme al
artículo primero constitucional, párrafo tercero; (v) el cumplimiento de tales
deberes se tiene que dar de la forma en que se favorezca en todo tiempo el nivel
de protección más amplio, de acuerdo al mandato establecido en el artículo
primero constitucional, párrafo segundo; (vi) por lo mismo, se les puede exigir a las
responsables de este caso, el ajuste de las NOM’s sobre calidad del aire, a fin de
que plasmen los valores que resulten más protectores recomendados por la OMS;
(vii) y mientras eso sucede, también se les puede exigir que emitan una norma de
emergencia para adoptar los valores más favorables de protección en torno a la
calidad del aire; (viii) exigencias que no pueden evadirse poniéndolas a cargo de
las quejosas –como se aduce para la norma de emergencia–, ni pretextando que
los valores de la OMS son recomendaciones o tienen naturaleza programática
sujeta al margen de apreciación gubernamental; (ix) puesto que eso no justifica la
inobservancia de cumplir con el mandato de máxima protección de esos derechos.

En este contexto, la cuestión efectivamente planteada en este juicio consiste en


determinar que la negativa de las responsables para expedir una regulación que
ofrezca el mayor grado de salvaguarda al derecho a un medio ambiente sano y los
derechos a la vida, protección a la salud y desarrollo integral de niñas y niños,
deviene inconstitucional, al desatender una obligación de inmediato cumplimiento.

En esa línea argumentativa, a fin de contribuir con el trabajo de ese H. Juzgado,


será conveniente que tome en cuenta lo siguiente: (i) el derecho a un medio
ambiente sano no solamente es reconocido expresamente en el artículo cuarto
constitucional y el artículo 11 del Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, "Protocolo de San Salvador", sino en diversos precedentes judiciales
dictados por ambas Salas de la Suprema Corte de Justicia, por ejemplo las tesis
1a. CCXLVIII/2017 (10a.), 1a. CCXLIX/2017 (10a.) y 2a. III/2018 (10a.); (ii) su
interdependencia con el resto de derechos humanos invocados –vida, integridad y
salud– se puede corroborar con apoyo en la Opinión Consultiva OC-23/17 de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos; (iii) su especial importancia para el
desarrollo integral de niñas y niños ha sido enfatizado recientemente en el Informe
del Relator Especial sobre la cuestión de las obligaciones de derechos humanos
relacionadas con el disfrute de un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y
sostenible, enfocado en el vínculo entre los derechos de la niñez y la protección
del medio ambiente; (iv) las autoridades responsables son conscientes de que los
valores de la OMS respecto de las NOM’s sobre calidad del aire, resultan más
favorables; (v) además, tienen información suficiente que evidencia los costos en
vidas, salud y recursos económicos, provocados por el desajuste de aquellas
NOM’s a los valores más protectores de la OMS –prueba de ello será ofrecida
oportunamente en este juicio–; (vi) información que pone de manifiesto la urgente
necesidad de adoptar los valores más favorables para asegurar la calidad del aire
en consonancia con la mayor protección posible a los derechos en juego; (vii) para
lo cual existe el marco legal y las atribuciones suficientes para atender lo solicitado.

Por lo anteriormente expuesto, se pide atentamente a ese H. Juzgado de Distrito


que admita en sus términos esta primera ampliación de nuestra demanda original.

Protesto lo necesario, en la Ciudad de México, a los siete días del mes de mayo
del año dos mil dieciocho.

Fernando Javier Camba García

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