Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Las obras piadosas como la limosna, las peregrinaciones, las misas y los rosarios, no
muestran realmente quién cree en Jesús. De hecho –piensan Lutero y sus secuaces – todas
estas acciones son pecaminosas en grado sumo; nos hacen pensar que son las obras la
causa de nuestra salvación. Siendo que la única causa de nuestra salvación es la fe en la
acción redentora de Jesucristo, acción gratuita de la divinidad. Para creer en Cristo, pues,
no necesitamos hacer nada; ser cristiano es ser libre de la esclavitud de las leyes humanas,
como el propio Maestro lo fue. Obrar en el mundo para salvarse es como ofrecer a Dios un
1
sacrificio innecesario. Dios ya se sacrificó por nosotros en la figura de Jesús, con ello
hemos ganado la salvación. Basta creer esto para salvarse.
La Iglesia Católica Romana había perdido en el siglo XVI al menos la mitad de sus
fieles. Las iglesias reformadas así como los evangélicos, se habían apropiado de un cetro
que sólo le correspondía al papa: Determinar qué cuenta como válido en materia de fe, es
decir, ser el criterio de la verdad religiosa. Esto, sin duda, representó una dura crisis para el
pensamiento teológico y filosófico occidental. De pronto, la unidad espiritual de todos los
cristianos se veía suplantada por el Sí evangélico que era dado desde la propia
individualidad de cada creyente. La comunión de la iglesia no es un evento físico o un
ritual litúrgico, sino es ante todo la comunidad de todos aquellos individuos que creen en
Jesús.
§2. Lutero utilizó para modelar lo mejor de su pensamiento a uno de los filósofos más
apasionantes y extraños que tiene el cristianismo: San Agustín. En el águila de Hipona
Lutero encuentra el gran misterio de la interioridad de un alma que está atormentada por su
conciencia del pecado. Las confesiones son un libro completamente actual para nosotros
pues descubrimos una interioridad reflexiva, que encuentra a Dios en el fondo de su
corazón. El contacto íntimo de San Agustín no se expresa sino por la mediación de su
propia conciencia. Dios le habla a Agustín desde Agustín mismo. El sujeto, así, adquiere el
carácter de revelación de un principio Divino. Es en el individuo y en su propia conciencia
donde debemos encontrar a Dios y sus promesas. El angustiado monje dominico reformuló
este viejo principio agustiniano hasta las cuestiones del canon de la fe, sin tener conciencia
de que con ello inauguraría un nuevo punto de partida para todo filosofar posterior.
2
distingan de los condenados, aunque nunca podremos saber quién realmente está salvado.
De este modo, surge una nueva organización social que dará materia para la filosofía
política de la modernidad. Una asamblea de individuos que voluntariamente se organiza en
comunidad guiado bajo un mismo ideal.
A diferencia del pensamiento clásico donde la comunidad tiene una prioridad lógica
sobre el individuo, la modernidad experimenta en todos los ámbitos la profundidad de la
subjetividad. Tanto en materia de fe, como en la metafísica y la epistemología o en la
filosofía moral y política, el punto de partida de toda reflexión es la compresión cabal de la
totalidad que es la subjetividad. No hay pensador moderno, que sea realmente tal, que no
considere como el fenómeno a explicar la conciencia de la propia subjetividad. Encontrar lo
que cada subjetividad individual tiene de universal constituye uno de los primeros planes
fundadores de filósofos como Descartes o Kant. La voz de San Agustín resuena en algunas
de las reflexiones modernas como las cartesianas porque el luteranismo encontró el nuevo
centro de apoyo del universo en la interioridad del hombre.
3
Dios tiene a sus elegidos y sólo él sabe quién se salvará. Aún así, si hemos de ser
reconocidos dentro de este selecto grupo, debemos mostrar una aptitud -que se expresa en
nuestra capacidad para recibir todo lo que Dios nos ha dado. La pobreza, la mendacidad, la
vagancia, el ocio y la vida dedicada al sufrimiento, nos hacen poco aptos para recibir
nuestra vocación. Aquellos que mendigan o que son pobres, simplemente no pueden servir
a Dios porque dependen de otros para subsistir; la biblia enseña cómo la pobreza o la
mendacidad son un signo de que Dios no está de tu lado. Depender de otros nos hace
incapaces de pensar en nuestra misión supra terrenal -atados de por vida a la invalidez que
genera dependencia en el pensar y el actuar. ¿Cómo pretender edificar el reino de Dios, si
soy incapaz de edificarme a mí mismo?1 Así, nuestra aptitud para el llamado celeste debe
contrastar con la manera mundana-eficaz para llevarlo a cabo. El reverso en el ámbito
profesional es un poco grotesco. ¿Cómo identificar cuando estoy frente a un buen
profesionista?
§4. La crisis de la Reforma no sólo se presenta como un desgajamiento del mundo antiguo
en su versión política, social o religiosa, también la filosofía siente los efectos de este
cisma. La Metafísica tradicional de la escolástica es comenzada a ver como un puro juego
estéril de disputas interminables en las que después de mucho investigar no se obtenía nada
en claro. A medida que las instituciones de objetividad se veían desacreditadas, el
escepticismo y la insatisfacción de los hombres de ciencia se hacía cada vez mayor. En el
campo de la astronomía el estrafalario Tycho Brahe hacía cálculos astronómicos que
probaban la infinitud del universo, mientras que Galileo hacía sus avances en la mecánica y
probaba la existencia del vacío. Si Aristóteles no tenía la verdad sobre la estructura del
cosmos y la ciencia nueva apenas daba sus primeros pasos, ¿qué sería lo más razonable
creer?
1
Confróntese: La expresiones del pensamiento típico de nuestra sociedad de castas: “Es pobre porque
quiere”, “De seguro está en la miseria porque es un condenado”, “Pobres diablos”, “El limosnero y con
garrote”, “¿Para qué le das? ¿No ves en qué se lo gasta?”. Ustedes deben saber algunas.
4
quien pretende conquistar el escepticismo por la vía nueva de la modernidad: La
Subjetividad. A partir de Las meditaciones metafísicas y el Discurso del método, la
filosofía occidental entra en una nueva fase. Nos guste o no, el mundo contemporáneo
encuentra en Descartes el primer iniciador de la lucha del pensamiento por captar el
contenido universal e incondicionado que tiene debemos reconocer en la subjetividad.
El tránsito por la filosofía moderna implica en todos los sentidos un abandono de las
categorías tradicionales. Abandonar nuestro espíritu a la absoluta soledad de su
interioridad; experimentar en cada uno de nosotros el abandono que implica romper con
una comunidad tradicional que nos mantiene protegidos. Por eso, no es casual que el padre
de la Modernidad haya decido lanzarse a conocer el mundo rompiendo con todo; en la
guerra se conoce al héroe, al que sabe renunciar a todo, incluso a la seguridad de sus
propias creencias. Experimentar la modernidad como catástrofe en la que no es posible
asirse a criterio fijo alguno, implica reconocer uno de los aspectos más enigmáticos del
desenvolvimiento del pensar. Reconocer el alienamiento en el que se hallan todas nuestras
creencias, para que nuestra propia subjetividad las juzgue y las apruebe o las rechace.
II. ¿Cuáles crees que son las razones de los modernos para desechar la tradición?
5
III. ¿Qué crees que signifique para la metafísica que el Sujeto sea, en la modernidad, el
objeto propio de todo filosofar?
IV. ¿Crees que ese Sujeto metafísico de la modernidad es cada uno de nosotros?
Febrero 2015