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NATURALEZA Y FUNCIONES DE
LA OBRA LITERARIA
Se han dado muchas definiciones del lenguaje literario; sin embargo, aquí se van a escoger
dos y con ello basta y sobra. Una, que lo concibe como “expresión especial para significar
algo”; y la otra, como desviación del uso estándar del lenguaje. En el primer caso, el lenguaje
literario no difiere sustancialmente del común, sino en el uso extraordinario que se hace del
mismo, como algo que va más allá del manejo cotidiano.
Pero el lenguaje poético es también una desviación del cotidiano; es decir, no se guía por las
normas, sino que rompe con ellas. En otras palabras, sobre la base del código de su lengua,
el artista construye la obra creando un nuevo leguaje que difiere por sus propósitos y aun por
la forma que la lengua literaria determina. El lenguaje literario no depende de lo que se diga,
sino en la forma cómo se diga. El escritor crea un mundo utilizando como materia prima el
lenguaje natural.
Ahora bien, si pensamos en el plano del lenguaje científico, éste resulta ser denotativo, pues
indica, señala. El literario, por el contrario, es connotativo, o sea, agrega algo nuevo al
significado. El lenguaje científico es transparente, es decir, las palabras no son sino símbolos
convencionales que expresan un significado, un concepto. Así, por ejemplo, en el lenguaje
científico, es mejor decir ácido acetil salicílico que aspirina; porque expresa con mayor
precisión el componente de tal medicamento; mejor todavía si se usa la fórmula.
Dicho de otra manera, en el lenguaje científico se pueden sustituir los términos. Por el
contrario, en el lenguaje literario los símbolos tienen valor por sí mismos. Si en un poema
se cambia una palabra por otra, la arquitectura total de la obra se desploma. Esto no significa
que el autor en el proceso de creación no pueda cambiar algún término por otro que
contribuya a mejorar el efecto estético en el lector.
En síntesis, el lenguaje artístico es connotativo, ambiguo, deliberadamente equívoco,
plurisignificativo, opaco, concreto, subjetivo, sentimental.
Pero a partir de la teoría de la mímesis, condenada por Platón, se produce una ruptura en la
perspectiva del arte por el arte, concibiéndolo como conocimiento. Según Aristóteles (1991:
27), en el nacimiento de la poesía intervienen dos causas naturales: Una, que imitar es una
cualidad congénita en el hombre desde la infancia, hecho que lo diferencia de los demás
animales y le permite adquirir sus primeros conocimientos. La otra, que imitar constituye un
placer, un deleite. Sin embargo, la imitación no es una representación literal y pasiva de la
realidad, sino que el poeta aprehende lo universal presente en lo particular, y por eso la poesía
se relaciona con la filosofía. La tarea del poeta consiste en escribir lo que podría haber
acontecido, y en esto se diferencia del historiador en que éste relata lo que ha sucedido. “De
ahí que la poesía sea más filosófica y de más dignidad que la historia, puesto que sus
afirmaciones son más bien del tipo de las universales, mientras que las de la historia son
particulares” (Aristóteles, 1991: 46).
En íntima relación con la función social de la literatura, está la función catártica. El sentido
que tiene la palabra “catarsis” es el de purgar las culpas, lo cual significa que, al mostrar las
pasiones en el arte, es posible curar a las personas, es decir, producir un cambio de conducta
en el ser humano. Por tanto, la lectura de una obra de arte puede tener la capacidad de entregar
un conocimiento profundo al receptor en relación con el mundo propio y la realidad que lo
circunda.
Otro tema en relación con la función de la literatura es el de la literatura comprometida y
compromiso literario. El tema del compromiso tiene como telón de fondo las filosofías
existencialistas. Como dice Aguiar e Silva, siguiendo a Heidegger:
Estas dos teorías pueden presentarse en forma extrema. Así, por ejemplo, para los autores
del arte por el arte, la literatura para mantenerse pura tiene que desvincularse de la vida. En
el otro extremo, para el realismo socialista, la literatura se legitima y adquiere valor “cuando
contribuye a la transformación de la sociedad en el sentido marxista de la historia” (Aguiar,
1979: 99-100).
Estas teorías, sin embargo, pueden coexistir en diferentes grados de equilibrio: “en la Poética
de Aristóteles, por ejemplo, la obra literaria es considerada como organismo, como estructura
resultante de la interacción de diversos elementos formales; pero el estagirita no deja por eso
de atribuir a la obra literaria la capacidad de influir en la vida moral y psicológica del hombre,
como lo demuestra su doctrina sobre la catarsis de la tragedia” (Aguiar, 1979: 100).
Si bien es cierto, definimos la obra literaria como una estructura verbal que debe ser
considerada y estudiada en su organización, en la dinámica y funcionalidad de sus elementos;
no es menos cierto que dicha estructura verbal es portadora de significaciones. Por tanto,
aunque autónoma desde el punto de vista técnico, la obra literaria apunta a la problemática
humana.
En este contexto, la obra literaria no se puede considerar como una entidad cerrada, aislada
del mundo en que se originó. Hacerlo así equivale a una mitificación de la obra,
“presentándola como resultado de una epifanía en que se subsumiría la historicidad del
hombre y sus implicaciones. Aristóteles, al conciliar en su doctrina unitaria una teoría formal
y una teoría moral de la literatura, abrió el camino para la interpretación exacta del fenómeno
literario” (Aguiar, 1979: 101).
Por tanto, la distinción entre forma y el contenido humano o moral de una obra literaria, es
sólo de carácter teórico. La obra literaria, como toda obra de arte en general, tiene sentido
unitario. Todos los componentes que se contraponen en una obra literaria, contribuyen a darle
sentido de unidad.
CAPÍTULO SEGUNDO
El género literario surge de la actitud del escritor ante el mundo, actitud que engendra modos
de representación particulares. Hemos dicho en otra parte que la posición teórica más
aceptada es la que define los géneros literarios sobre la base de tres categorías fundamentales:
la lírica, la narrativa y el drama.
En lo que concierne a la narrativa, ésta se apoya en una dinámica temporal que concede gran
importancia a la sucesión de los acontecimientos, esto es, a la transformación de los hechos
contados. Este tipo de representación, al ocuparse del devenir de los hechos normalmente
pasados, instituye –al contrario de la lírica—cierta relación de distanciamiento entre los
hechos narrados y el sujeto que los evoca. El poeta épico no ahonda en el pasado mediante
la íntima evocación del recuerdo, sino que lo memoriza; y en la memoria se mantiene el
distanciamiento temporal y espacial.
Desde la perspectiva de las funciones del lenguaje, se puede decir que el género épico o
narrativo se define por el predominio de la función referencial del lenguaje. La narración
tiene una finalidad comunicativa; pero a diferencia de la comunicación cotidiana:
La primera función del narrador es contar la historia, utilizando la primera o tercera personas;
sin embargo, el que narra es siempre un yo. Dice Genette, al respecto: “Toda narración está,
por definición, virtualmente en primera persona”. En segundo lugar, le corresponde la
organización del discurso, que orienta la dirección del texto. En tercer lugar, tiene la misión
de verificar constantemente el contacto (función fática) y su acción sobre el narratario
(función conativa). Finalmente, el comentario personal, marcado por la orientación
ideológica.
FORMAS NARRATIVAS
Mito
Epopeya
Poema épico
Cantar de gesta
Leyenda
Fábula
Romance
Cuento
Novela corta
Novela (propiamente tal).
La novela se ha hecho compleja, lo cual resulta difícil ubicarla en alguno de los tres géneros
fundamentales—épico, lírico, dramático--. De ahí la necesidad de considerar la novela como
un género aparte, independiente, hablando de Género novelesco, en vez de ubicarlo dentro
del género épico o narrativo; lo que no significa que no sea el aspecto narrativo su elemento
básico. Hablar de Género Novelesco implica, establecer una subdivisión en tres subgéneros:
a) Cuento
b) Novela corta
c) Novela (propiamente tal).
3.1. El mito.
En las sociedades primitivas, el mito fue considerado como una historia verdadera, de
inapreciable valor, sagrada, ejemplar y significativa, que tuvo lugar en los “comienzos”. Por
tanto, como historia sagrada, el mito pone de manifiesto el poder creador y revela la
sacralidad de los acontecimientos ocurridos al comienzo. Constituye una verdad que no
puede cuestionarse, puesto que la realidad de los hechos está ahí para probarlo (Eliade, 1979:
713).
El mito, que revela la irrupción de lo sagrado en el mundo, nació en la conciencia del hombre
primitivo como un sentimiento de unidad con el mundo que lo rodea. Obedece a una
necesidad de tipo religioso, moral o de carácter social. En el contexto de una perspectiva
simbólica, siguiendo a Dorfles (1969: 54), el mito se puede entender como una forma de
expresar, comprender y sentir el mundo y la vida, de manera distinta al modo de
conocimiento lógico. En última instancia, el mito plantea una concepción del universo de
un modo figurado y profundo. En este sentido, no es la realidad que representa al mito, “sino
un orden posible de los fenómenos” (Grassi, 1968:113).
El mito constituye una respuesta frente a una pregunta que no tiene explicación lógica o con
palabras de Jolles: “Allí donde el mundo se crea ante el hombre a manera de pregunta y
respuesta, aparece la forma que denominaremos mito” (1972:93-94).
Es una composición épica que relata hechos extraordinarios que constituyen la gloria de un
pueblo o que interesan a la humanidad entera. El personaje principal o héroe, constituye el
eje o centro de la acción y se llama protagonista. El personaje que se opone a éste es el
antagonista.
Según Kayser, “es la narración del mundo total en tono elevado en oposición a la novela. La
epopeya deriva del mito creador del mundo que interpreta el mundo y la vida”.
Según Aristóteles, la epopeya imita las acciones de la gente noble, sujeta a un ritmo único,
asegurado en la utilización monocorde de un mismo verso o de una misma serie estrófica.
Son poemas, inspirados en las hazañas de los héroes que, con mayor o menor grado de
fantasía, cantaban sus aventuras. La palabra gesta significa hazaña heroica. Surgieron como
una necesidad de cantar las hazañas de los héroes o el origen de la formación de los reinos.
Estos poemas eran recitados por juglares que recorrían los caminos, deteniéndose en los
castillos y en los pueblos para cantarlos.
Los cantares de gesta más famosos son: en Alemania, Los nibelungos; en Inglaterra,
Beowulf; en Francia, La canción de Rolando; en España, El poema de mío Cid y El
Poema de Fernán González.
En toda obra épica existe un plan, que consta de:
Las partes en que se divide la obra épica son cantos o libros. Otros elementos que componen
la narración épica son: la máquina o maravilloso y los episodios. La máquina o maravilloso
consiste en la intervención de seres sobrenaturales que ayudan u obstaculizan al héroe en su
empresa. Los episodios son relatos no indispensables, pero íntimamente ligados con la
acción principal, y cuyo objetivo es dar mayor variedad y amenidad a la narración.
3.5. Leyenda.
Leyenda, del latín legenda, “relato que cuenta hechos históricos o fantásticos”. En sus
inicios, nació como una composición transmitida de forma oral que relataba hechos
generalmente heroicos, que posteriormente serían relatados por la epopeya. “En este sentido,
la leyenda está asociada a los orígenes de la creación literaria” (Ayuso,1997: 218).
Pero el término leyenda, hoy en día designa un relato en que predomina la fantasía y la
imaginación, que puede surgir de un suceso real o de pura invención. Durante el
Romanticismo, y bajo el interés puesto en la Edad media, renace la leyenda como expresión
de la tradición popular, y surge la leyenda histórica en prosa o en verso, siendo, a veces, un
mero pretexto para la fantasía creadora.
Leyendas:
Se puede definir como una composición literaria breve, que puede estar en prosa o en verso,
de cuya narración se desprenda una moraleja o enseñanza moral. También recibe el nombre
de apólogo. El rasgo que la diferencia de otras formas narrativas está en los personajes, que
son casi siempre animales.
Los orígenes de la fábula hay que buscarlos en la Grecia del siglo VI a.C. Esopo fue el mayor
fabulista de la antigüedad y su colección de fábulas ha inspirado a toda la literatura
occidental. El mundo latino continúa la tradición griega, y es Fedro, oriundo de Macedonia,
el que ha escrito las mejores fábulas sobre la sociedad romana.
Durante la Edad media se popularizó, siendo muy influida por la literatura oriental,
especialmente por las colecciones de apólogos, como El Calila e Dimna, entre otros.
En el siglo XVIII se destacan Iriarte, con sus fábulas literarias, como: El burro flautista, La
hormiga y la pulga, El ratón y el gato; y Samaniego, con las fábulas morales, como: La
cigarra y la hormiga, La lechera y Las moscas, que continúan con la tradición clásica.
3.7. Romance.
Estrofa compuesta por un número indeterminado de versos octosílabos, en la que los versos
pares riman en forma asonante, quedando sueltos los impares. Tiene su origen en los
cantares de gesta, que eran 16 sílabas, que por comodidad se presentan en versos de ocho
sílabas.
Cuento
Es la narración de un acontecimiento ideativo* en línea recta, es decir, sin variaciones
importantes en el comentario del acontecimiento por parte de uno o varios personajes.
Ejemplo: “El vaso de leche” de Manuel Rojas.
Novela corta
Novela
Es la narración de un acontecimiento ideativo, no ya en línea recta, sino en líneas paralelas o
contrarias. Ejemplo: Hijo de Ladrón, de Manuel Rojas (líneas paralelas); Don Quijote de
Cervantes (líneas contrarias).
* La idea humana se obtiene en filosofía por medio de la abstracción y en el arte por medio de la intuición;
pero la intuición estética (como la abstracción filosófica) presupone la experiencia. No hay nada que esté en
el entendimiento que antes no haya estado en los sentidos (Santo Tomas, Aristóteles).
El acontecimiento ideativo es el símbolo novelesco, porque establece una sugerencia de identidad.
CAPÍTULO CUARTO
El tema se puede entender como la materia prima seleccionada por el autor en el medio social
e histórico, es decir, el tema se ofrece al escritor como una posibilidad de expresar sus propias
vivencias en forma artística, de modo que la incorporación de la vida social e ideológica por
medio del lenguaje en la obra, se transforma en contenido. Por consiguiente, el contenido
de la obra es el resultado de la unidad tema e idea que, a la vez, contribuye a revelar la unidad
entre forma y contenido.
El narrador no es el autor, sino un rol inventado, tan ficticio como el mundo narrado. Se
puede considerar como una metáfora del autor. Dice Roland Barthes: “quien narra no es
quien escribe, y quien escribe no es quien vive”).
Discurso narrativizado
El narrador asume el relato reduciendo el enunciado del personaje a un acontecimiento,
presentando los sucesos o acontecimientos en forma panorámica, sin focalizar al personaje.
Discurso transpuesto
El narrador asume el relato insertando parcialmente en su discurso algunos detalles del
enunciado del personaje. Aquí tiene cabida el discurso indirecto y el discurso indirecto libre.
En el discurso indirecto, el narrador asume el relato sin reproducir exactamente las palabras
del personaje, sino mediante una conjunción subordinante y un cambio temporal del verbo.
Ejemplo:
Dijo que iría al paseo.
Discurso reproducido
Consiste en la reproducción directa de las palabras o pensamientos de los personajes. Se
manifiesta a través del diálogo de los personajes o a través del monólogo interior. En el
estilo directo, el narrador desaparece, reproduciéndose directamente las palabras del
personaje. Ejemplo:
Montecinos habló: - Tengo una oferta especial para usted.
Otra forma de estilo directo se puede ver a través del diálogo de los personajes. Ejemplo:
- ¿Cómo te fue en la fiesta?
- Estuvo medio aburrida.
Punto de vista
Una cosa es la voz, quien habla, el narrador; y es desde donde habla, el punto de vista o
focalización.
Desde la perspectiva del conocimiento o cantidad de información, el punto de vista establece
siempre una relación entre el narrador y el de sus personajes, que puede ser de tres tipos,
según Genette: Focalización cero, focalización interna y focalización externa.
En la focalización cero, el narrador posee un conocimiento mayor que el de sus personajes,
es decir, se ubica en una posición de trascendencia con relación a la historia que narra. Se
asimila a la de narrador omnisciente.
En la focalización interna, el narrador posee una información igual a la de los personajes,
esto es, adopta la perspectiva de un personaje dentro de la historia narrada. Se manifiesta
mediante el estilo indirecto libre (Vid Supra). El lector percibe la acción filtrada por la
conciencia de uno de los personajes. Ejemplo: El joven sintió mucha pena cuando supo la
noticia.
En la focalización externa, el narrador posee menos información que la de los personajes, o
sea, asume una perspectiva que le permite referir los personajes y situaciones solo por su
aspecto externo.
El tiempo en la narración
La narrativa es una clase de arte que se da en el tiempo, pues implica sucesión y movimiento.
El propósito de un relato es contar una historia. Todos los relatos cuentan una historia.
Existen tres momentos en el arte narrativo: tiempo de la historia, tiempo de la escritura y
tiempo de la lectura.
PAUSA DESCRIPTIVA: tiempo del discurso en que se suspende el curso de la historia para
dar paso a la descripción del espacio. En relación con la pausa descriptiva, el tiempo de la
historia es inferior al tiempo del discurso.
ESCENA DIALOGADA: Se realiza una coincidencia perfecta entre el tiempo de la historia
y el tiempo del discurso. Ejemplo: Estilo directo: diálogos entre los personajes, monólogo
interior.
SUMARIO: Narración que resume en pocos párrafos o páginas, una serie de acontecimientos
ocurridos en varios días, semanas, meses, años, con variedad de situaciones, sin entrar en
detalles. Consecuentemente, el tiempo de la historia es mayor que el tiempo del discurso.
A partir de Ulises, de Joyce, la duración externa del relato se reduce al máximo, se concentra
en unos días o en unas horas (Ulises, un día; cinco horas con Mario, de Delibes, unas horas,
etc.). En Rayuela, se intenta la simultaneidad de los hechos.
SEMIÓTICO:
Discurso literario.
- Pragmático Discurso histórico.
Centrales
Secundarios
Comparsa
A.J. Greimas, propuso describir y clasificar los personajes no según los que son, sino según
lo que hacen, en la medida en que participa de tres ejes semánticos que rigen el modelo
actancial: el deseo, la comunicación y la participación. La llama actantes y constituyen una
clase o grupo de personajes que desempeñan en todos los relatos una misma función. Se
distinguen de los actores, en que éstos aparecen en un cuento particular y concreto. De este
modo, una estructura de actantes forma un género; una organización de actores, un cuento
particular.
A.J. Greimas distingue tres categorías de actantes:
Nudo o Núcleos
Distribucionales
Catálisis
FUNCIONES
Indicios
Integradoras
Informaciones
a. Distribucionales:
Los núcleos son verdaderos nudos del relato, o fragmentos, indispensables para el desarrollo
de la historia e implican inauguración o conclusión de una incertidumbre.
Las catálisis son elementos retardadores de la acción, que cumplen una función fática, es
decir, mantienen el contacto entre el narrador y el lector.
b. Integradoras:
Son las que se captan de un nivel a otro. Son de dos tipos: indicios o informaciones.
Los indicios son cualidades indicativas que permiten relacionar los aspectos externos con la
intimidad de la historia. Las catálisis pueden tener carácter inicial:
El cielo nublado es indicio de lluvia.
El negro, indicio de luto.
Las informaciones son datos puros, inmediatamente significantes, que identifican y están en
el tiempo y en el espacio de la historia.
Secuencia
“Una secuencia es una sucesión lógica de núcleos unidos entre sí por una relación de
solidaridad. La secuencia se inicia cuando uno de sus términos no tiene antecedentes
solidarios y se cierra cuando otro de sus términos ya no tiene consecuente” (Barthes).
Teóricamente, en el proceso narrativo, cada secuencia estará configurada por tres funciones,
que corresponden a las tres fases obligadas de todo proceso:
Este esquema se puede aplicar a todo relato, lo cual implica que en todo relato podemos
distinguir tres macro secuencias.
La categoría de voz, designa el grado de frecuencia del narrador en el relato como también
el acto por el cual lo refiere, sus protagonistas, sus determinaciones espacio-temporales, sus
relaciones con otras situaciones narrativas.
Toda narración supone la presencia de un emisor o sujeto de la enunciación (narrador) y un
receptor (narratario).
El narrador, que no debe confundirse con la persona física y moral del autor, es el responsable
de la enunciación, esto es, de la producción del discurso narrativo.
Designa grado de presencia del narrador en el relato como también el acto por el cual lo
refiere.
Relato Diegético:
Es alguien a quien el narrador se dirige. No debe confundirse con el lector real, virtual o
ideal, del mismo modo que el narrador no debe confundirse con el autor.