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Introductorio
Antología
1
Portillo D., Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 43
Preguntas retóricas.- El ser humano tiene una dimensión afectiva que le permite
expresar amor, ¿no podrá el célibe ser capaz de amar?.
2
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 45
Amor Adulto: Deseo con fuerte oposición (30’s)
Hemos llegado al amor adulto, esta etapa conocida como de la “prueba”. En esta etapa el
célibe comienza a acomodarse y va perdiendo ese entusiasmo que le había sostenido sus
primeros años de ministerio. Ahora el amor que antes tenía hacia Cristo se ve enfrentado
por una fase de alejamiento;
“…según el tamaño del amor que el célibe tenga a Cristo, así de grande será la
tentación […]”.3
Esta prueba es inevitable para todo célibe, sin embargo no debemos limitarnos en el
aspecto negativo de la prueba, para esto tomemos el ejemplo de Abrahán cuando Dios le
pide que sacrifique lo que él más ama, su hijo Isaac; así como Dios le pidió a Abrahán lo
que más amaba, así Dios le pide constantemente al célibe que le entregué lo que más ama,
sin embargo, Dios no pide esto solo porque sí, sino que quiere establecer una alianza de
amor; así como a Abrahán lo bendijo y bendijo en él a todas las generaciones, así el célibe
al entregarse por completo a Dios se convierte en bendición para sí mismo y para los
demás.
Hemos visto que esta etapa es difícil por la prueba que llega, y podríamos pensar que por
esto, esta etapa es “letal”, sin embargo existe una solución; una profunda relación de
entrega con Dios, la única manera de dejarnos acompañar por Dios, será la de luchar con
Dios y dejarnos vencer por su Amor.
“Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido […]”
(Jer 20,7)
Necesitamos despojarnos de lo que más amamos, pues sólo cuando nos dejemos vencer
es cuando obtendremos su bendición.
“…las tentaciones y pruebas forman parte de esa seducción de este extraño amante que
es Dios”.4
Amor maduro: Deseo liberado (40’s-60’s)
Hemos llegado a una nueva etapa, la del re-nacimiento, comienza a haber cambios en
nosotros: el fin de la fecundidad, la pérdida del atractivo físico, hay ambigüedad en los
sueños que teníamos, podría decirse que se nos está escapando la vida.
El célibe comienza a sentir como si le faltara el amor de Dios, por lo que busca ser amado.
En este deseo de ser amado encontramos que el célibe puede buscar otros amores que
satisfagan su necesidad, como pueden ser el reconocimiento, el éxito, una dependencia
afectiva, etc.; por eso es importante que en esta etapa el célibe lleve a cabo su segunda
conversión.
El célibe no debe olvidar que, como Juan el Bautista, el solamente es el amigo del esposo.
Es el esposo al que se debe amar la esposa, y el amigo debe alegrarse con sólo escuchar
la voz de éste. ¿A que nos referimos cuando hablamos del esposo y de su amigo? El amigo
(célibe) no debe buscar dejar “huella”, no debe ser por quien los demás vivan, sino que él
3
Cfr. D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 28
4
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 32
está llamado a ser la voz que anuncia para que los demás sigan su ejemplo y vivan por el
esposo. Esto no es fácil para el célibe pues implica que viva como mártir, es decir, que
muera a sí mismo, a dejar un “patrimonio” para entregar toda su existencia al amor del
esposo.
Amor hasta el fin: Deseo realizado (70+)
Hemos llegado a la última de estas etapas, a través de la vida podríamos reconocer la
historia de amor de Dios y el célibe que se ha ido dando y que ha ido creciendo a través
de momentos alegres y difíciles.
Solamente cuando vemos nuestra vida como un Don que Dios nos da, podemos vivir el
celibato, hacer una lectura de fe de nuestra vida y reconocer a lo largo de esta la obra de
Dios. Una lectura con Amor que hace síntesis, es decir, un recuento de mi historia de
amor con Dios. Por esto en esta etapa en la que las fuerzas se nos van cada vez más y
cada vez tenemos más “tiempo libre”, se exhorta al célibe a que viva esa etapa como esa
espera premiada que tanto ha esperado.
En este momento el célibe se acerca a la muerte, sin embargo el célibe no debe ver la
muerte como el “fin”, sino que está llamado a anhelar la muerte, pues sólo así podrá
encontrarse con su gran amor y de restituir plenamente el Don que ha recibido de Dios,
con la seguridad de que al devolverlo se le restituirá una vez más con absoluta
sobreabundancia.
“…vivir célibes es lograr la libertad de morir mediante una vida que es un continuo dar
y recibir”. 5
Conclusión
Al final de este escrito, puedo decir que todo esto se resume en este argumento: la vida
del célibe es una historia de un enamorado que ha hecho una elección por un Amor que
lo ha cautivado y a través de su vida va viviendo de maneras muy concretas esa relación
de amor: comienza con una pasión muy grande, que parece irse agotando a través de las
pruebas de la vida, pero cuando reconoce que él no es el centro, sino que es Dios el centro
de su vida, y se deja vencer por su amor; logra leer en su vida la presencia fiel de Dios
que lo llama a entregarle todos los dones que de Él ha recibido.
Ahora que hemos visto que la vida del célibe es la vida de un enamorado, si nos
preguntamos ¿puede un enamorado vivir el celibato? Creo que no sólo puede, sino creo
que vivir enamorado es la única manera de vivir la perla preciosa del celibato6.
Y si tuviera que dar un consejo a un célibe: diría que debemos siempre esforzarnos mucho
en mantener nuestra relación con Dios y con los demás, tratando siempre de: “…vivir
nuestro amor en el amor joven de Dios”.7 “Vivan y respondan a la llamada de Dios de
modo que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios"
(Rm 12, 1)8.
5
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p.46
6
Beato Pablo VI, Exhort. Ap. Sacerdotalis Caelibatus, 1, AAS 59 (1967)
7
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p.46
8
Cfr. Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de la Juventud
Bibliografía
Beato Pablo VI. (1967). Sacerdotalis Caelibatus, Exhort. Ap. AAS 59.
Cencini, A. (2007). Por amor, con amor, en el amor. Salamanca: Sígueme.
Cencini, A., Molari, C., Favale, A., & Dianich, S. (1994). El Presbítero en la Iglesia
Hoy. Madrid: Atenas.
Cozzens, D. B. (2003). La Faz Cambiante del Sacerdocio. Santander: Sal Terrae.
Portillo, D. (s.f.). Madurez Psico-Afectivo-Sexual.