‘Memoria de abajo
Lanes, 23 de agosto de 1943
Hace exactamente tres afios, este internada en ef
sanatorio del doctor Morales, en Santander, Espa,
tras declararme irremediablemtentetoca el doctor Eardo
«de Madrid y el Cénsul britinico. Despues de conocerle
‘usted por casuaidad, a quien consilero el mi Kicide
de todos, empecé hace una semana a reunir los hilos
4que pudieron levarme a cruzar el umbval inifal del
Conocimiento. Debo revvir toda esa experiencia por
que, haciéndolo, creo que puedo sere til igual que
reo que me ayudari, en mi viaje més alla de esa
{rontera, a conservarme Iicida y me permitiri ponetme
Y quitarme a voluntad la mascara que va a ser mi excide
Contra la hostilidad del conformisimo,
Antes de abordar fos hechos concretos de mi expe
iencia, quiero decir que la sentencia que la sociedad
pronuncié sobre mi en esa épaca particular fue probe.
blemente, e incluso con seguridad, una bendicin del
sielo; porque yo no tenia idea dea importancia dea
salud, o sea de la absoluta necescad de vontae con un
‘cuerpo sano, para evitar ef desaatre en laliberacion de
a mente, ¥ lo que es ings importante, de le necesidad
de tener a otros conmigo, a fin de podernos almentar
‘mutuamente con nuestros conodinientos y constr
x(n Todo, Yo no tenia en esa época suficiente com
ciencia de su flosofia para comprender. No me habla
ead momento de comprender La quae voy a atat de
exponrr aqui con la mayor fdelidad no es sino un
embrién de saber.
155I)
Empiezo, por tanto, en el momento en que se Neve
ron # Max por segunda ver 2 un campo de concentra:
‘Gon, escoltndo por un gendarme que portaba un fusil
{mayo de 1940}, Yo vivia en Saint-Martin’ Alec.
Estuve llorando varias horas en el pueblo; huego volvi a
smi cia, donde me pasé veintcuatro horas provocindo-
ine vomitos con agua de szahar,interrumpidos por una
poquefa siesta, Esperaba aliviar mi sulrimiento con
{Estas espasmos que me sacudian el estOmago como
terremotos, Ahora sé que éste no era sino wno de les
lspectos de esos vémitos: habia visto la injusticia de fa
Soviedad, queria limpiatme yo misma prisperamente, ¥
Tego ir mis allée su brutal inepticud, Mi estmago er
el higar donde se asentaba la sociedad, pero también cl
punto por donde me unia con todos os elementos de
Ta tieera Era cles de a terra, cuyo reflejo estan real
como la persona reflejada, Tenia que eliminar de este
fespejo hi estmago— las espesas eapas desuciedad (is
férmulas accpladss) que lo empafban, a fin de que
rellejase clara y Gelmente la Gerra; y cuando digo “la
tierra” me refiero, como es natural, todas las terra,
estrellas soles del cielo que hay sobre latierr, asi como.
f todas las estrellas, soles y tierras del sistema solar de
fos microbios.
Durante tres semanas comi muy poco, evitando la
came escrupulosamente; bebja vind y alcohol, y me
fustentaba'de patatas y ensaladas, a un promedio,
(quiz, de des patatas al dla. Mlimpresion es que dorm
Dastante bien. Trabajé en mis vides, asombrando a los
‘campesinos con mi fucrra, Se avecinaba el dia de san
Juan; las vides estaban a punto de Norecer, habia que
sulfatarlas a menudo, También trabajaba en mis pata-
tas, Cuanto més sudaba, més me gustaba; porque eso
iqueria decir que me estaba purificando. Tomaba el
sol. ytenfa una fuerza fisica como no habia experimen
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tado antes ni he experimentado después.
En el mundo exterior estaban ocurriendo diversas
acontecimientos: la caida de Bélgica, la entrada de los
slemanes en Francia. Todo e#0 me interesaba bien
poco, y no abrigaba temor alguno dentro de mi, El
pueblo se halla atestado de belgas y habfan entrada
{unos soldados en mi casa, acusindome de espia yame-
nnazindome con pegarme tn tro alli mismo porque
alguien habia estado buscando caracoles por la noche,
‘con una lintema, cerea de casa. Sus atnenazas mie in
presonaron muy poco, porque sabfa que no estaba
Sestinada a mort
‘A Tas tres semanas de esta sola legé Catherine, una
inglesa amiga mia de muy antiguo, que hufa de Paris
‘con Michel Lucas, un hingato, Pas6 una semana, yereo
{que no notaron nada anormal en mi. Un di, no obstan
‘6, Catherine, que habia estado mucho tiempo en manos
e los psicoanalistas, me convencié de que mi atinud
delataba un deseo inconsciente de ibrarme por segunda
ver de mi padre: de Max, al que debia borrar si queria
vivir, Me suplicé que dejase de casigarme y que me
Duscate otro amante. Creo que te equivocaba al decir
{que me estaba castigando a mi misma. Creo que me
interpretaba fragmentariamente, lo cual es peor que no
interpretarme en absoluto, Sin embango, me devolvis
con ello el desco sexual. Traté frenésicamente de sedu-
‘Grados jvenes, aunque sin éxito, No obtuvieron nada
de mi. ¥'tuve que permanecer dolorosamente cata
[Los slemancs se acercaban ripidamente; Catherine
wataba de asustarme, y me suplicaba que me fuera con
ella, diciendo que «i no, se quedaria ella también. Acep-
{é, Acepte sobre todo porque, en mi evolucién, Espasa
representaba para mi el Descubrimiento. Acepté por-
{que en Madrid esperaba conseguir que estamparan un
vsado en el passporte de Max. Aun me sent ligada a
17Max. Este documento, que Hevaba su retrato, habia
‘Adquitido entidad propia; era como si levase contnigo
‘a Max. Acepté, un poco impresionada por los angumen
tos de Catherine, que me iban infundiendo, hora tras
hora, un ereciente temor. Para Catherine, los alemanes
significaban fa violacién. A mi exo no me asustabas no
fe daba la menor importancia. Lo que me inspiraba
nico era pensar que eran robots, seres descerebrados
‘des
7 Michely yo decidimosiia BoungSaim-Andéol a pedir
tan periniso para viajar. Los gendarmes, ctaimentein-
tiferentes einsensibes, siguieron fumandosu cgarrllo
yyse neqaron a darnos el trozo de papel, paraperados en
{ases como “no poslemos hacer nada al respecto", No
jpodiamos marcharnos, sinque yo sabia que nos ivfamos
lala siguiente. Fuimos al notario, donde hice cesién de
tn casa y de todos mis bienes al propietario del Motel
{des Tourstes de Saint-Martin. Vol a casa y me pas la
othe ordenande cuidadosamente Iss cosas que per
faba Wevarme., Cupieron todas en una maleta que
Tenia, debajo de mi nombre, una plaquita de laton
{nerustada en la piel en fa que estaba escrita Ia palabra
REVELACION,
'A la natiana siguiente, en Saint Martin, la maestra de
‘xcuela me dio unos papeles vellados por el Ayuntamien-
to que nos permitian marcharnos. Catherine tenia pre-
pamulo cl coche, Yo tenfa (oda mi fuerza de voluntad
puesta en esa march, Daba prisaa mis amigos. Empujé
RGatherineal interior del coche; se sent ella al volante.
‘Yo me senté entre ella y Michel. Arrancé el coche. Yo
tenia confianea en el éxito del vige, aunque me sentia
{entiblemente angustiada, temiendo dificltades que me
patecian inevitables, Marchabamos normalmente cuan~
{oa vente kilémetros de Saint Martin, el coche separ 6;
ele habian agarrotado los feenos. Of decir a Catherine!
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mecanismo del coche, Este fue el primer de mi
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