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De la ilustracion y seleccién de documentos grificos se ha encargado Gabriel Uredla Portero Fotografias: Javier Campano Cubierta: Diego Lara Chtedra, S. A., 1981 Bena Snes Maca ISBN: seSfoaoa 4 71981 ined te Spar Inpro x Arts G View, 7 Madre Bena, S, A, spel: Tornas Hostench, §, 4 uta, ras prclamar su verdadero proeio de Crna —a- ins cneot hors qe deriva la fai de on goed (ee han resi dl Tatler de a Enclopeios ale isin de emo, ks gies de gs: Ves Faang!rribe Ee Tn ym i ta utr om ee Snes Emp ana pret iat Tigran eae attet asd nn tas Sa 158 GABRIEL URERA PORTERO Sélo unos dias antes de Ia apertura en los salones Ca- no de Madrid, en abril de 1940, de una exposicion de artistas catalanes, moria Joaquin Mir. Entre las obras de Mir alli presentadas figuraba un paisaje, Del Mont- seny, cuyas gamas cromaticas y tratamiento temitico re- cordaban sus obras anteriores, inspiradas en motivos mallorquines; junto a ellas, figuraban en la exposi- cién desnudos de Pedro Pruna; paisajes de corte impre- sionista de Juan Serra; paisajes equilibrados y liricos de Capmany y Llimona; floreros de Carles; bodegones de Sisquella y Serra; a presentacién de obras de un nuevo pintor, Solé Jorb4, y el Popo! de Togores. El denomina- dor comiin de la’ exposicién era, a juicio de Manuel Abril, «la buena educacién de su arte, la dignidad de los principios estéticos» de los pintores concurrentes, *Paisajistas casi todos de paisajes honrados, modes- tos, sin elegir esos temas de excepcién (...), hacen simples y sencillos bodegones y floreros 0 componen cuadros de figuras, sin efectismos de lujo, sin compli dades ideol6gicas 0 sentimentales ni pintoresquism ‘contrario: simplicidad y, a veces, hasta vulgaridad, si se quiere, pero intencionada, propuesta, de puro querer ludir atractivos apotebsicos» Manvel Abri, «Once arises catalanes, Ariba. 2 de may e980 it 159 La celebracién de esta exposicién Madrid en el mismisine a6 90't0 pues 22° ea que extrafarnos, dado que a la ausencia de «motes roicos de a cruzada» habia que afladir la dificultye, estos bodegones y paisaes ofrecfan para moralisa!”® partir de ellos, el lema al uso de «jPor el arte ar, Dios!. La expicacion de esta «fia» exposicion «na que Manuel Abril destacaba la «simplicidad y yulga® dad intencionaday—, que hizo fruncir el entrecejo aa de un militante cultural de Falange —mas inioreacets por un arte de eruzada— la podembs encontrar en no” luntad del Régimen de Franco de recuperar y asimilgy tuna particular tradicin pictrica tal y como reflejado ea un discurso que, aproximadamente un mes antes da inaugurarse la citada exposicién, daba Sénchez Mavaas en el Museo Nacional de Arte Moderno, en el que pedis 4 las pintores no cuadros patritics, «sino cuadros au teagan a nuestra mente y a nuestro sentido unr rete el orden luminoso que queremos para la Patrie enteras;pedia,asimismo, que no se pintara las lacras de la Patia i cachvaches caseros en un desorden subver, sivo —el de las naturaleeas muertas—, para conclui que «..més por el asunto, por el ritmo, el tono y el est Io, por a conjuncin armoniosa del esprit y ef esprity de geometra, los pintores deben revelar los valores de la Espatia nueva y recibir, como Noe, la inspiracion divine acompatiada de nimeros exacts. Lo ambiguo y etéreo de estas consideracionesestticas de Sanchez Mazas, in- tlectual flangisayministo sn cartra de Franco, nes luce en la sdiversidad dentro de la unidad> congé- len una pintrapretenidament nacionasingiealista ce 5 Patra er ln que interesab als plant Acadores cultures dea Espatafranguista? Queda cla sft, sno, ambi, insttucona, Sie tease, eel leapt pore aang Se 8 propésito de la venta en piblice se Gobierno de Hitler hacia de os enon de een, oe 2 Sincher Maza, marzo de 190, 160 + «Discurso, reeogdo en el datio ABC, 17 de SS” ta que figuraban en los museos alemanes: «En una so- 12 Sud democratica —escribia Samuel Ros, en_1939—, fa pintura cubista a nosotros nos parece muy bien, por- itp, en definitiva, es su dltima consecuencia y también {eerejor forma, por aquello de que los principios nacen ‘Be tos fines. En cambio, en una sociedad jerdrquica, por veones diametralmente opuestas, la pintura cubista es tT inéximo de los horrores que pueden contemplarse. En Sima: una sociedad democritica no es otra cosa que la Soluntad de despintar la Historia, y una sociedad totali- {aria, Ia voluntad de pintarla (...). En definitiva, s6lo hos interesa decir que nos espanta la idea de que ex tiesen pintores cubistas para eternizar la memoria de nuestros héroes y nuestros sucesos, desde el humilde Tangista caido hasta el victorioso general, desde la jura del primer Consejo en el Monasterio de las Huelgas, a la tentrega por el Caudillo victorioso de su espada en el acto de la iglesia de Santa Barbara (...). En cambio, nos hu- bieran parecido muy bien los pintores cubistas para re- coger la votacién del Estatuto cataldn en el Congreso y Ia huida de Dencés y entrega de Companys cuando la revolucién del 34+°. El panorama parecia claro, porque estaba clara la es- tética que se negaba. Pero lo que no estaba del todo cl ro era el modelo estético que se proponia. Se sabia, si gue el asunto del cuadro debia de inspirarse en motivos de la Cruzada 0 en aquellos otros que pudieran tener tuna profunda raiz sentimental o simbdlica en el vivir re~ naciente; que la obra de arte se sostiene por el soplo tal que la hincha y alienta, por su virtud espiritual; que el sentido de la vida que los artistas debian asumir es eristiano, colectivo y heroico; que las formas son expre- sion del alma en sti anhelo de superacién y gloria; que ahora los pintores, como en los siglos imperiales, habian de dotar de grandes panoramas de hazafa inmortal a las futuras generaciones; que habia que acabar para siempre con las formas simbolistas o manifiestamente antirrealis- tas... Pero quedaba atin por definir la concreci6n estilis- tien que habia que adoptar en cuanto a ropaje seméntico. 9 Samuel Ros, Arriba, 22 de junio de 1939, 161

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