Você está na página 1de 29

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

PROYETO DE INVESTIGACION

LA PSICOPATOLOGIA

AUTORA

DIAZ SARMIENTO, ADELIA EUGENIA

ASESOR

*************************

SECCION

CARRERA DE DERECHO

LINEA DE INVESTIGACION

PSICOLOGIA

PERU - 2019
INDICE
INTRODUCCION

El conocimiento sobre la naturaleza de las alteraciones psicopatológicas y la


capacidad para poder detectarlos y establecer las interacciones que pueden presentar entre sí
constituye un punto de partida obligado para la comprensión de los distintos cuadros
clínicos.

La psicopatología es una disciplina que pretende describir y explicar las conductas


desadaptativas, así como los procesos etiológicos subyacentes a las mismas. Por ello, desde
esta investigación se busca conocer su bagaje teórico, metodológico y práctico a fin de poder
reconocer los distintos cuadros clínicos o patologías psicológicas en función de los modelos
explicativos y etiológicos actuales. Así mismo, este conocimiento permitirá llevar a cabo
una correcta evaluación de los trastornos mentales y su posterior intervención en el ámbito
clínico, los cuales serán objeto de estudio en diversas asignaturas que se abordarán a lo largo
de los estudios del grado de psicología.

La Psicopatología se centra en el estudio científico de la conducta anormal, tanto en


los aspectos descriptivos (descripción clínica, clasificación, diagnóstico, etc.) como en los
etiológicos (factores causales, teorías y modelos etiológicos, etc.), y tanto en las personas
adultas como en niños y adolescentes. Es decir, se ocupa tanto de describir la conducta
desadaptada y los procesos psicopatológicos implicados como de la explicación de la misma.
La estructura de la asignatura se organiza en torno a los diferentes trastornos mentales, tanto
en lo que concierne a sus características clínicas como a los aspectos etiopatogénicos. Esta
disciplina se estudia en el plan de estudios de la UNED, siendo una asignatura obligatoria
anual de 9 ECTS situada en el segundo curso del Grado de Psicología.
CAPITULO I

GENERALIDADES SOBRE LA PSICOPATOLOGÍA

1.1. Psicopatología

La psicopatología es la disciplina científica que estudia el origen, el curso y las


manifestaciones de los procesos no normales de la mente y la conducta humana que
dificultan el desarrollo de un sujeto en su quehacer cotidiano, y que por lo tanto pueden
influir en su falta de salud. Nos podemos referir pues a trastornos en la atención como el
TDA, trastornos en el aprendizaje como el trastorno de la lectura, o trastornos de ansiedad
como el trastorno de estrés post-traumático, pero también a trastornos alimentarios como la
anorexia nerviosa, trastornos relacionados con sustancias adictivas como el alcoholismo, o
trastornos de la personalidad como el trastorno histriónico.

En la aparición y mantenimiento de una condición de psicopatología no debe plantearse la


dicotomía biología vs psicología, sino que ambas perspectivas son complementarias y
necesarias para su comprensión. Las causas de una psicopatología pueden ser derivadas de
factores biológicos (p.e. lesión cerebral o desequilibrio entre neurotransmisores), de factores
psicológicos (p.e. de privación afectiva, vivencia de situaciones traumáticas), o sociales (p.e.
problemas familiares o laborales, pobreza), a lo que debemos añadir el efecto modulador de
las influencias ambientales. Incluso cuando la causa sea orgánica ello no implica que se
descarten factores psicológicos y sociales tanto en el origen de la psicopatología como en su
mantenimiento.

La psicopatología ocupa un segmento importante en las áreas de la psiquiatría y la psicología


clínica, aunque también puede ser objeto de interés de otras especialidades médicas como la
neurología. Desde estas áreas profesionales se estudia el origen y cómo se manifiestan y
desarrollan los cuadros clínicos, y se elaboran los diagnósticos, y se prescriben y controlan
los tratamientos. Asimismo se planifican actuaciones relativas a la prevención. A menudo
las herramientas y los tratamientos difieren en función de si el profesional que trata al
individuo es médico o psicólogo clínico, tanto por sus competencias profesionales como por
su currículo académico. Desde la medicina suelen emplearse herramientas más objetivas
como por ejemplo la tomografía axial computarizada (TAC) o el análisis de sangre, mientras
que desde la psicología clínica se utilizan técnicas más observacionales, entrevistas, tests…
Evidentemente, en el tratamiento prescrito también pueden existir grandes diferencias por
una adscripción más cercana al modelo biomédico o al modelo biopsicosocial, a parte de las
propias competencias profesionales.

1.2. Criterios de anormalidad

En el punto anterior se ha definido la psicopatología en relación a procesos no normales de


la mente y la conducta humana, con lo cual es evidente que es necesario definir, o al menos
delimitar, qué se entiende por normal y qué no. Se considera que un proceso o una conducta
son no normales cuando suponen una exageración, por exceso o por defecto, de una conducta
o rasgo presente en la sociedad en general, con la consideración de que ningún criterio es
suficiente por sí solo para definir que una actividad mental, un comportamiento, o un
sentimiento sean no normales o patológicos. Además, para considerar la presencia de una
psicopatología ésta debe ser un obstáculo para el desarrollo del individuo, es decir, debe
tener una connotación negativa para el sujeto, y ninguna utilidad (ganancia) estratégica en
el plano cognitivo, social, afectivo-emocional, biológico o conductual.

p.e. Un CI=150 (coeficiente intelectual) en la escala de Wechsler es no normal, pero no tiene


por qué tener una connotación negativa (valor medio normal CI=100) ni ser un obstáculo
para el desarrollo del individuo. Sin embargo un CI=50 es no normal y sí que supondrá
seguramente un obstáculo para el desarrollo del individuo puesto que implica un retraso
mental moderado que puede afectar a sus habilidades académicas, relacionales, etc.

p.e. Que un individuo sea pulcro y meticuloso puede considerarse como una aptitud, pero si
el individuo no puede vivir sin lavarse la manos continuamente o sin un orden absoluto en
casa (trastorno obsesivo- compulsivo, TOC), su actitud se considera patológica y
posiblemente le acarree problemas en sus relaciones familiares, sociales o laborales.

Desde la psicología se suele entender que normalidad y anormalidad son dos extremos de un
continuo, en una concepción dimensional o cualitativa, sin embargo a efectos prácticos se
suele recurrir a clasificaciones categoriales que sí establecen una discontinuidad entre las
dos condiciones, como veremos más adelante. Al no existir acuerdo unánime para la
definición de anormalidad.

Resumimos los criterios que desde diversos ámbitos se utilizan para ello:

 Estadísticos: A partir de la distribución estadística normal de la población, cuanto más


alejado esté el valor de la variable individual respecto de la media poblacional, más
anormal se considerará su comportamiento.

 Clínicos: Mediante el uso de sistemas clasificatorios se delimitan conjuntos de síntomas


que se identifican con trastornos o cuadros patológicos, de modo que la presencia de un
nº determinado de síntomas se toma como indicador de la existencia o no existencia de
psicopatología.

 Biológicos: La expresión de alteraciones o disfunciones en la estructura o la función del


cerebro se traducen en un trastorno psicopatológico.

 Sociales: El contexto sociocultural, el sistema de valores y las creencias marcan las


normas de la sociedad, y se considera que la anormalidad es una desviación exacerbada
de dichas normas (p.e. en nuestra cultura el consumo de sustancias alucinógenas se
considera no normativo, mientras que en algunas tribus indígenas puede ser una práctica
normativa).

 Subjetivos: En desórdenes moderados cuya observación objetiva es difícil, el sujeto


puede sentir malestar, sufrir internamente, o sentir la necesidad de pedir ayuda.

1.3. Trastorno mental

Se considera que un trastorno mental es un patrón de comportamiento o psicológico, o un


grupo de síntomas con significación clínica que suelen interferir en la actividad del individuo
o le causan malestar. La existencia de un trastorno mental supone la presencia de sufrimiento
físico o emocional, de deterioro o reducción de habilidades en el funcionamiento, el riesgo
para uno mismo o para otros, y/o una conducta social o culturalmente inaceptable. En la
etiología de los trastornos se acepta que pueden participar, conjuntamente o no, factores
predisponentes, precipitantes, mantenedores o inhibidores.

En este sentido es interesante conocer aunque sea muy someramente lo que se conoce como
modelo diátesis- estrés, reformulado bajo la forma de un modelo estrés-vulnerabilidad-
factores protectores, que asume que la conducta se explica como resultado de factores
innatos y adquiridos, y que los individuos tienen una predisposición (diátesis) o
vulnerabilidad hacia el desarrollo de un trastorno mental. El estrés aumentaría el riesgo de
ocurrencia, de modo que puede actuar como factor desencadenante de un trastorno: cuando
la vulnerabilidad genética es muy elevada, niveles relativamente bajos de estrés pueden
desencadenar el trastorno, mientras que si la vulnerabilidad genética es muy baja, el trastorno
no se desarrollaría a menos que los niveles de estrés a los que esté sometido el individuo
fueran muy elevados.

1.4. Salud mental

La presencia de un trastorno mental no comporta necesariamente la ausencia de salud


mental: el insomnio primario, la enuresis o la tartamudez se catalogan como trastornos y son
un ejemplo de ello.

La OMS define la salud mental como el estado de bienestar en el que el individuo es


consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida,
puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de contribuir a su comunidad. Por
lo tanto permite el desarrollo óptimo del individuo en los planos físico, intelectual, afectivo
y social, sin perturbar el desarrollo de sus semejantes. Cuando se trata de diagnosticar el
grado de salud mental de un individuo se deben evaluar aspectos como la percepción de la
realidad, la autonomía funcional, las estrategias de manejo y afrontamiento del estrés, etc.

1.5. Modelos en psicopatología

Como viene sucediendo en otros temas que hemos tratado, ocurre también que existen
diversas concepciones teóricas relativas a la psicopatología (las causas, la definición de
conducta anormal, el interés de la investigación, la interpretación de los resultados, el
tratamiento…). A continuación solamente explicaremos los rasgos más relevantes de los
modelos biológico, conductual y cognitivo, a sabiendas que existen muchos otros enfoques
pero que más que modelos con un paradigma innovador suelen gestarse como alternativa
crítica o complementaria hacia estos tres (p.e. sería el caso de las perspectivas psicodinámica
o humanista):

a) Modelo biológico

 El trastorno mental se concibe como una enfermedad, la causa es somática como en


cualquier otra enfermedad física.
 Las alteraciones en el plano psicológico son debidas a una alteración estructural o
funcional del cerebro (anomalías bioquímicas, genéticas, neurológicas…).
 Se contempla que en grupos familiares puede existir una predisposición genética
hacia un trastorno, y se habla de grupos de riesgo.
 Se utiliza el término enfermedad mental como recurso explicativo para comprender
desde la etiología del trastorno hasta la validez del pronóstico.
 Para el registro de datos se utilizan esencialmente pruebas objetivas, y se realiza una
historia clínica de enfermedades, contemplando también la predisposición al estrés.
Se recurre a los términos signo (indicador objetivo), síntoma (indicador subjetivo) y
síndrome (conjunto de signos y síntomas= cuadro clínico).
 Recurre a una clasificación categorial de los trastornos mentales asumiendo una
discontinuidad entre normalidad y anormalidad.
 El tratamiento recurre habitualmente a la farmacología y la neurocirugía para
compensar la anomalía orgánica, aunque a veces también a la terapia conductual
(modificación de la conducta).

b) Modelo conductual

 Rechaza el concepto de enfermedad somática.


 Defiende que muchos trastornos (p.e. trastornos afectivos o del estado de ánimo)
están altamente influidos por factores ambientales, y que la conducta anormal es el
resultado de hábitos desadaptativos adquiridos por procesos de aprendizaje por
condicionamiento.
 Propone una clasificación dimensional de los trastornos al entender que entre
conducta normal y no normal existen diferencias cualitativas y no cuantitativas.
 Actualmente está muy vinculado al modelo cognitivo.
 El tratamiento se basa en las técnicas de modificación de conducta.

c) Modelo cognitivo

 Define la salud mental en base a tres parámetros relacionados entre sí: la habilidad
para adaptarse al medio físico o social, la búsqueda de novedad y renovación, y el
sentimiento de autonomía funcional. La ausencia de salud mental se atribuye a una
representación deformada de la realidad, y a estrategias conductuales o de
afrontamiento no adecuadas.
 Más que referirse a conductas anormales o trastornos mentales, se refiere a conductas
o experiencias menos comunes (criterio estadístico de normalidad), y se ocupa de las
alteraciones en el funcionamiento de los procesos de la atención, la percepción, la
memoria o las emociones.
 Los datos se registran mediante informes, cuestionarios, etc.
 Existe una gran variedad de psicoterapias cognitivas o cognitivo-conductuales:
terapia racional- emotiva, terapia cognitiva, etc.
CAPITULO II

NORMALIDAD Y ANORMALIDAD

La psicopatología es la disciplina que estudia lo anormal, lo desviado, lo


desadaptado, lo trastornado, lo desorganizado, etc., cuyo interés se centra en la naturaleza y
las causas de la conducta anormal o psicopatológica y se plantea como objetivo principal
descubrir leyes que regulan la conducta anormal o patológica mediante el método científico.

2.1. La conducta normal

Diversos especialistas han tratado de definir lo que es la conducta normal, así Zepeda (no
posee cita o referencia) refiere que se ha tratado de definir lo “normal” desde un punto de
vista meramente estadístico, considerando que quienes se encuentran en la media de una
curva de distribución normal son los sanos, mientras que los que se alejan de ella son los
enfermos. También se ha tratado de diferenciar lo “normal” de lo “anormal”, argumentando
que es únicamente una diferencia de grado: yo puedo ser muy pulcro y escrupuloso al
momento de lavarme las manos, pero si quiero lavármelas diez veces seguidas antes de
considerar que las tengo limpias, entonces soy un obsesivo compulsivo. Un enfoque más es
el de la norma cultural; según él, la sociedad de alguna forma convino en qué conductas va
a considerar como normales y cuáles no, dependiendo de este acuerdo lo que es “normal” y
lo que no lo es. Empleando un criterio de efectividad, se considera sanos a quienes son
capaces de mantener el equilibrio fisiológico y psicológico.

Por otro lado, Offer y Sabsin, (no posee cita o referencia) consideran que la normalidad
puede entenderse de las siguientes formas:

• Normalidad como salud: Se considera que un comportamiento está dentro de los límites
normales cuando no se observa psicopatología. Para la perspectiva médica la ausencia
de signos y síntomas es indicativa de salud. Se considera a la salud como un estado
funcional razonable más que óptimo.
• Normalidad como utopía: La normalidad se considera como una mezcla armoniosa y
perfecta de los distintos elementos de la mente (ello, yo y superyó). Este criterio se basa
en la definición de Freud: Un ego normal es como la normalidad en general: Un ideal
de ficción.
• Normalidad como promedio: Se basa en el principio matemático de la curva en forma
de campana (curva de Gauss). Esta definición considera normal el rango medio, y ambos
extremos se corresponden con las desviaciones de la normalidad. Se acepta como
normal el comportamiento más frecuente en la población, en donde la patología sería la
desviación con respecto a la media a ambos lados de la distribución Gaussiana.
• Normalidad como proceso: Enfatiza la dimensión corporal y adaptativa de funciones
psíquicas, en donde la normalidad vendría definida por la homeostasis o equilibrio
dinámico entre la persona y su medio físico y social.

2.1.1. Criterios para definir la normalidad psíquica

Por otra parte, también existen muchos criterios que pueden auxiliarnos a determinar cuando
estamos en presencia de la normalidad psíquica. A continuación se enuncian algunos
criterios de salud mental o de normalidad psíquica que señalan un adecuado funcionamiento
mental:

• Sentido propio de la identidad y la cohesión interna, que va unido aun conocimiento de


uno mismo, de las propias motivaciones, deseos y emociones.
• Sentido de la autoestima, ajustado a la realidad. Significa sentirse satisfecho y en paz
con uno mismo, con el desarrollo de su “Yo ideal” que sirve de referencia para la
evolución en continuo perfeccionamiento personal.
• Sentimiento de seguridad, de ser aceptado en el mundo social.
• Capacidad para aceptar y dar afecto.
• Responsabilidad hacia el grupo social y familiar en el que el sujeto se desenvuelve.
• Capacidad-no problematizada- de lograr una satisfacción de las necesidades biológicas:
hambre, sexualidad, sueño y descanso, etc.
• Capacidad para ser productivo y sentirse creativo y feliz en lo cotidiano.
• Desarrollo de un sistema axiológico, coherente y aceptado con responsabilidad.
• Ausencia de tensión y de hipersensibilidad.
• Presencia de un firme anclaje en la realidad, sin percepciones distorsionadas, de la
misma ni expectativas no adecuadas a ella.
• Resistencia al estrés y a la frustración. En función de la existencia de mecanismos de
defensa del Yo y su capacidad de enfrentarse eficazmente con los conflictos.

2.2. La conducta anormal

Hansell y Damour señalan los siguientes conceptos centrales que debemos tomar en cuenta
para poder definir la anormalidad:

2.2.1. La importancia del contexto para definir y entender la anormalidad

Sólo podemos etiquetar una conducta como anormal si consideramos el contexto situacional
en el que ocurre; las conductas que son normales en un contexto determinado podrían ser
consideradas anormales en otro. Además, la conducta anormal es generalmente más
entendible cuando es vista en el contexto de la historia de vida y los acontecimientos vitales
de la persona. Finalmente, las variables del contexto demográfico como la edad, el género,
la cultura y la clase social influyen en la definición, clasificación, explicación y tratamiento
de las conductas anormales.

2.2.2. El continuo entre la conducta normal y anormal

Los síntomas emocionales y conductuales ocurren dentro de un continuo que va de lo menos


a lo más severo, y muchas formas de anormalidad son versiones exageradas de sentimientos
y conductas normales. La línea divisoria entre las conductas normales y anormales nunca
está enteramente claro, pero el campo de la Psicología Anormal ha desarrollado criterios que
nos ayudan a hacer esta distinción.

2.3. El relativismo histórico y cultural al definir y clasificar la anormalidad

La definición y clasificación de la conducta anormal varía considerablemente a través de los


diferentes periodos históricos y las diferentes culturas. Como resultado de ello, no podemos
hacer afirmaciones universales y absolutas de lo que constituye la conducta anormal, y
siempre tendremos que estar conscientes de los lentes históricos y culturales a través de los
cuales vemos el concepto de anormalidad.
2.4. Las ventajas y desventajas del diagnóstico

Como otros campos científicos la Psicología Anormal cuenta con un sistema de categorías
para clasificar su objeto de estudio. Estos sistemas diagnósticos tienen la ventaja de facilitar
el tratamiento, la investigación y la enseñanza de la Psicología Anormal. Pero los sistemas
diagnósticos en la Psicología Anormal tienen también limitaciones importantes; pueden
simplificar demasiado problemas complejos, y un diagnóstico de enfermedad mental puede
ser estigmatizante y desmoralizante para la persona que está siendo diagnosticada.

2.5. El principio de la causalidad múltiple

Los trastornos mentales pueden ser el resultado de una amplia variedad de causas: algunas
predisposiciones, algunas precipitantes, algunas psicológicas, algunas biológicas, algunas
causas internas relativas a la persona afectada y otras externas relativas al ambiente. La
mayoría de los trastornos implican causas múltiples que interactúan. Asimismo, muchas
perspectivas teóricas diferentes coexisten dentro del campo de la Psicología Anormal. Cada
perspectiva teórica tiene alguna contribución importante que hacer, y el campo de la
Psicología Anormal se está orientando hacia las explicaciones y tratamientos que combinan
componentes de varias teorías.

2.6 La conexión entre la mente y el cuerpo fusión

Un entendimiento concienzudo de la Psicopatología requiere que comprendamos la


conexión entre la mente y el cuerpo. Sabemos que las anormalidades cerebrales pueden
causar síntomas emocionales, y, a la inversa, que el sufrimiento emocional puede causar
síntomas físicos. Como resultado, es importante poner atención a la interrelación entre el
funcionamiento psicológico y físico de una persona para poder explicar y tratar la conducta
anormal.

2.7. Criterios para etiquetar la conducta anormal

De acuerdo con Rosenhan y Seligman (1989), existen siete criterios que pueden utilizarse
para etiquetar el comportamiento como “anormal”:
i) Malestar o deterioro. Un individuo experimenta malestar personal o deterioro en su
funcionamiento, lo que produce un riesgo de menoscabo físico o psicológico, o pérdida
de la libertad para actuar.

ii) Irracionalidad. Un individuo actúa o habla de manera irracional o incomprensible para


otros. Un hombre que responde a voces que no existen en la realidad objetiva, se
comporta de manera irracional.

iii) Conducta impredecible. Un individuo que actúa de forma impredecible o errática de una
situación a otra, como si experimentara una pérdida del control. Un niño que golpea su
puño contra una ventana sin ninguna razón aparente, manifiesta una conducta
impredecible.

iv) Poca convencionalidad y rareza desde el punto de vista estadístico. Un individuo se


comporta en formas estadísticamente raras y que violan las normas sociales o lo que es
aceptable o deseable. Sin embargo, el simple hecho de ser poco común desde el punto
de vista estadístico, no produce juicio psicológico de anormalidad. Por ejemplo, un nivel
muy alto de inteligencia es sumamente raro, pero se considera indeseable, por lo que
con frecuencia se califica como anormal.
v) Incomodidad del observador. Un individuo provoca incomodidad en los demás al
hacerlos sentir amenazados o molestos de alguna forma. Una mujer que camina a la
mitad de la calle, hablando en voz alta consigo misma, crea incomodidad en otros
peatones que tratan de evitarla.

vi) Violación de normas morales e ideales. Un individuo viola las expectativas de la forma
en que nos debemos comportar, en relación con las normas sociales. Con este criterio,
un individuo podría ser considerado anormal si no desea trabajar o no cree en dios. Este
criterio de la anormalidad también es importante en situaciones legales.

vii) Para poder etiquetar una conducta como “anormal”, más de un indicador debe estar
presente y ser válido. Cuanto más extremos y preponderantes sean los indicadores, habrá
mayor confianza en el señalamiento de una condición como anormal.
Ninguno de estos criterios es condición necesaria, compartida por todos los casos de
anormalidad. También es verdad que ningún criterio por sí solo es condición suficiente para
distinguir todos los casos de conducta anormal de aquellas variantes normales del
comportamiento.

2.8. Diversas perspectivas teóricas sobre la conducta anormal

Siguiendo a Alloy y Jacobson, podemos señalar como las diversas perspectivas teóricas
explican la conducta anormal:

2.8.1. Perspectiva biológica

Esta perspectiva biológica se enfoca en la interacción entre el funcionamiento físico y


psicológico de las personas. La mente y el cuerpo son dos aspectos de una compleja entidad
única. El estrés psicológico y la enfermedad física se influyen recíprocamente. Lo discutible
es que encontrar una predisposición genética o un desequilibrio químico que acompañe a un
trastorno determinado no necesariamente significa que el factor orgánico sea el único o aún
la causa principal de dicho trastorno.

2.8.2. Perspectiva psicodinámica

Esta perspectiva asegura que parte de nuestra conducta no es el resultado de nuestra elección
consciente sino que es dirigida por el inconsciente, por fuerzas internas, que a menudo
reflejan nuestras experiencias infantiles y relaciones familiares. La perspectiva
psicodinámica ha sido criticada su falta de evidencia experimental, su dependencia en las
deducciones, muestreo poco representativo, prejuicios culturales (especialmente respecto a
las diferencias de género) y un retrato negativo de la conducta humana. Sin embargo, esta
teoría psicodinámica ha jugado un rol muy importante al desmitificar la conducta anormal
descubriendo la irracionalidad de la vida diaria y mostrando que la conducta normal y
anormal no son categorías muy distintas como puntos en un continuum.

2.8.3. Perspectiva cognitiva


La perspectiva cognitiva en Psicología comienza con un interés en la cognición o el
procesamiento mental de la información. Los problemas psicológicos surgen de ideas
irracionales (Ellis) o pensamientos distorsionados (Beck). Esta perspectiva ha sido criticada
por no ser científica ya que hasta cierto punto se basa en deducciones y por confundir las
causas secundarias con las primarias. Al mismo tiempo, la perspectiva cognitiva es más
científica que algunas otras perspectivas en el hecho de que pone énfasis en variables
operacionalizadas y medición empírica de la memoria, la asociación y las expectativas.

2.8.4. Perspectiva conductual

Esta perspectiva ve a la conducta como resultante en la misma manera de la interacción de


nuestra dotación genética y nuestra historia de aprendizaje. De este modo, los conductistas
prefieren hablar de conducta “inadaptada” más que de conducta anormal y evitan asignar a
la gente categorías específicas de diagnóstico. Esta perspectiva ha sido criticada de
sobresimplificante y determinista y como un posible medio de coerción política. Al mismo
tiempo, las aproximaciones conductistas a la objetividad y experimentación se han vuelto
una norma en la investigación psicológica, y el conductismo en gran parte ha
desestigmatizado la conducta anormal.

2.8.5. Perspectiva familiar sistemática

De acuerdo a esta perspectiva las causas de la conducta anormal pueden ser encontradas en
patrones habituales de las relaciones, generalmente dentro de la familia. De acuerdo a la
teoría de la comunicación, la psicopatología surge de patrones familiares de comunicación
ambiguos, contradictorios y hostiles. Esta perspectiva aún tiene que convertirse en una seria
y unificada perspectiva psicológica, en parte porque sus afirmaciones son muy modestas y
en parte porque algunos de sus descubrimientos no se han sostenido en estudios posteriores.

2.8.6. Perspectiva sociocultural

Esta perspectiva sostiene que la raíz de la conducta anormal no recae en la mente sino en la
sociedad. Una teoría es que los males sociales como la pobreza y la discriminación empujan
a la gente hacia la Psicopatología. Otra teoría dice que la clase y la raza de las personas
influencia la forma en que sus problemas son diagnosticados y el tratamiento que reciben.
Nadie discute que los factores socioeconómicos y variables culturales pueden contribuir a
las alteraciones psicológicas, pero el grado de que estas sean causas o efectos es debatible.
Particularmente controversial es la teoría de que el sólo hecho de etiquetar sea responsable
de la ocurrencia desproporcionada de Psicopatología entre los pobres.

2.9. La diferencia entre la conducta normal y lo anormal

La diferencia entre normal y anormal no es tanto una diferencia entre dos tipos
independientes de conducta, sino más bien una cuestión de grado en que los actos de una
persona cumplen un conjunto de criterios acordados de anormalidad. Gerrig y Zimbardo
señalan que es mejor entender al trastorno mental como un continuo que va de la salud
mental a la enfermedad mental.

Debido a que la diferencia entre normal y anormal es relativa y no absoluta, es útil considerar
a la salud mental como un continuo. En un extremo se encuentran las conductas que definen
la salud mental óptima; en el otro extremo están las conductas que definen una mínima salud
mental. Entre ellos encontramos incrementos graduales de conductas desadaptadas.

2.10. El proceso salud-enfermedad

Las sociedades primitivas creían que la enfermedad se debía a que los demonios u otras
fuerzas espirituales tomaban posesión y controlaban a la persona. Por su parte, los griegos
fueron quienes entendieron a la enfermedad como un fenómeno natural que surgía como
consecuencia de un desequilibrio entre los humores que circulaban el cuerpo.

Durante la Edad Media la enfermedad era entendida en términos espirituales puesto que se
consideraba que la violación a las leyes divinas desembocaba en la enfermedad mientras que
en el Renacimiento la enfermedad fue concebida nuevamente como un fenómeno natural.
Posteriormente en el siglo XIX se desarrolló la teoría del germen con lo cual las tasas de
mortalidad declinaron sensiblemente y en el siglo siguiente, o sea durante el siglo XX la
Organización Mundial de la Salud definió a la salud como el completo bienestar físico,
mental y social y no simplemente como la ausencia de dolencias o enfermedades, con lo cual
apareció el modelo biopsicosocial de salud superando así la noción de salud que tenía el
modelo biomédico.
2.10.1. El modelo biomédico

Para explicar los conceptos de salud y enfermedad este modelo se basa en dos ideas básicas;
el dualismo mente-cuerpo y el reduccionismo, por lo cual sostiene que la enfermedad se
limita a una serie de reacciones físicas y químicas, por lo cual los factores emocionales y de
comportamiento son considerados como aspectos ajenos a él. Así, por ejemplo, la depresión
es una alteración de los neurotransmisores.

Este modelo concibe la salud como la ausencia de alteraciones y de enfermedad. Se concibe


al cuerpo como una máquina gobernada por principios biomecánicos por lo que se limita a
la comprensión de los procesos biológicos y bioquímicos. Quienes siguen este modelo
consideran que cada proceso patológico es independiente de los estados emocionales del
individuo y de su comportamiento.

La psiquiatría biológica se basa en la premisa de que las alteraciones emocionales están


originadas en alteraciones de neurotransmisores y pretende manejarlas sólo en términos
bioquímicos, sin considerar las interacciones consigo mismo y con los demás, lo cual implica
el rechazo de una visión holística e integrativa.

2.10.2. El modelo biopsicosocial

De acuerdo con Labiano, este modelo se basa en el principio de que tanto la salud como la
enfermedad están multideterminadas, es decir, que las causas que interactúan en los procesos
saludables y patológicos son de diversa naturaleza y origen, pues intervienen tanto elementos
de macroprocesos (tales como contexto social, ambiente físico, circunstancias
socioeconómicas, factores climáticos, etc.) como otros de microprocesos (cambios
bioquímicos, pensamientos, emociones, etc.).

Este modelo concibe a la salud como un proceso-estado que se alcanza cuando hay armonía
biológica, psicológica y con el entorno socioambiental. Por el contrario, la enfermedad se
presenta cuando hay un desequilibrio en dichas esferas. De acuerdo con este modelo, se
requiere una perspectiva amplia e integrativa para comprender las alteraciones y elaborar un
diagnóstico.
La Psicología Anormal a diferencia de la Psiquiatría Biológica se basa en el principio de la
causalidad múltiple, es decir, considera que los trastornos mentales pueden ser el resultado
de una amplia variedad de causas: predisposiciones genéticas, eventos precipitantes, algunas
psicológicas, algunas biológicas, algunas causas internas relativas a la persona afectada y
otras externas relativas al medio ambiente. Sin embargo, el peso relativo de cada una de ellas
en la configuración de la conducta anormal no queda especificado,

La psicopatología es un campo de la psicología que estudia los trastornos mentales desde


una concepción similar a la de la medicina -esto es, diferenciando entre una “psicología
normal” y una “psicología patológica” similar desde un punto de vista conceptual a las
enfermedades médicas.

La terminología relativa a la psicopatología y las “enfermedades mentales” resulta


problemática en la actualidad a causas de las connotaciones negativas de estas palabras,
sobre las cuales han llamado la atención muchas personas con problemas psicológicos. Por
ello, a continuación nos proponemos hacer un breve análisis de estos conceptos y a explicar
cuáles son los tipos de problemas psicológicos más comunes en el mundo y en qué consisten
exactamente.
CAPITULO III

TRASTORNOS MENTALES

3.1. La enfermedad mental

A pesar de que se hace con frecuencia, hablar de “enfermedades mentales” es considerado


incorrecto desde un punto de vista semántico, al preferirse la focalización de la palabra
“enfermedad” en lo estrictamente médico. De modo similar, la palabra “psicopatología”
refiere a un modelo de la psicología clínica de inspiración claramente médica.

El concepto más utilizado en la psicología clínica es el de “trastornos mentales”, si bien


muchas personas consideran que también se trata de un término estigmatizante; lo mismo
podemos decir de “psicopatología”. Conceptos más amplios como “problemas psicológicos”
se usan con frecuencia para hablar de los trastornos mentales sin poner el foco en la acepción
de enfermedad.

Cuando hablamos de psicopatología o de trastornos mentales en realidad estamos haciendo


referencia a un conjunto extremadamente amplio de problemas relacionados con la conducta,
el pensamiento y las emociones, que por lo general no se deben a una causa física clara
(como las enfermedades médicas) o bien con síntomas fundamentalmente psicológicos. Éste
es el caso de las psicosis, que tienen una base biológica clara pero suelen ser analizados y
tratados como trastornos mentales más que médicos.

El punto de vista más extendido en la psicología clínica actual define los trastornos mentales
como problemas que afectan significativamente a la persona, a su entorno o a otros
individuos de modos diversos. Así, por ejemplo, la depresión puede llevar al aislamiento
social e incluso al suicidio, mientras que los trastornos de conducta antisocial a menudo
causan problemas legales a las personas afectadas y daños físicos o materiales a otras.

Si bien en la práctica la terminología que se utilice no es tan relevante como la influencia


final del profesional clínico en la vida de las personas que sufren problemas psicológicos, lo
cierto es que concebir a las personas con trastornos mentales como si fueran enfermos limita
enormemente las posibilidades de cambio positivo en una disciplina en que la colaboración
y la empatía con el paciente son centrales.

Hablar de psicopatología es considerado más correcto que de enfermedades mentales.

3.2. Trastornos mentales comunes

Según múltiples estudios sobre la prevalencia de la psicopatología en todo el mundo (por


ejemplo Demyttenaere et al., 2004), las cuatro grandes categorías de trastornos mentales más
comunes son los que se relacionan con la ansiedad, los que afectan al estado de ánimo, los
que tienen que ver con el consumo desadaptativo de sustancias psicoactivas y varios tipos
de problemas del control de impulsos, como los trastornos de conducta o la bulimia nerviosa.
Hemos incluido en este listado también otros dos tipos de trastornos mentales muy
relevantes: la esquizofrenia y otras alteraciones del espectro psicótico, que pueden resultar
muy incapacitantes, y los trastornos de la personalidad, que tienen que ver con la
exacerbación de ciertos rasgos y patrones de conducta problemáticos de distinta índole.

3.2.1. Trastornos de ansiedad

Los trastornos mentales relacionados con ansiedad incluyen el TAG o trastorno de ansiedad
generalizada, consistente en una preocupación excesiva por problemas del día a día, pero
también el trastorno de angustia y la agorafobia (asociados a las famosas crisis de angustia
o “ataques de pánico”) y el trastorno de ansiedad social (fobia social).

Aunque hasta hace pocos años el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) era considerado un
trastorno de ansiedad, en el manual DSM-5 este problema psicológico tiene su propia
categoría, que comparte con el trastorno por acumulación, el de excoriación (pellizcarse
mucho la piel) y la tricotilomanía (arrancarse el pelo), entre otros.

Tipos de trastornos de ansiedad

1. Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): El trastorno de ansiedad generalizada está


ligado a la depresión y es uno de los problemas psicológicos más comunes entre la
población general. Se caracteriza por una preocupación crónica relativa a dificultades
cotidianas que provoca síntomas como tensión muscular, irritabilidad, cansancio,
problemas de concentración y alteraciones del sueño, de manera que interfiere con la
vida normal.

2. Trastorno de angustia (ataques de pánico): El trastorno de angustia se diagnostica


cuando la persona presenta crisis de angustia recurrentes. Estos episodios, que también
son llamados “ataques de pánico”, consisten en síntomas de ansiedad muy intensa como
dificultades para respirar, temblores, mareos y miedo a morir. Este trastorno puede o no
ir darse de forma conjunta con el siguiente que hemos incluido en la lista: la agorafobia.

3. Agorafobia: La agorafobia es un tipo de trastorno de ansiedad en que la persona siente


miedo por la posibilidad de sufrir una crisis de angustia en una situación de la que sería
difícil escapar; esto lleva a las personas afectadas a evitar muchos lugares y
acontecimientos. Es muy habitual que la agorafobia se derive de un trastorno de
angustia, si bien esto no siempre es así.

4. Fobia específica: Las fobias específicas son miedos intensos e irracionales a estímulos
o situaciones determinados; la exposición a estos provoca sentimientos de ansiedad y
miedo y promueve la evitación o la huida. Aunque son más comunes en los niños, las
fobias específicas no dejan de ser el trastorno psicológico más habitual que existe entre
los adultos. Entre los tipos de fobia más comunes encontramos el miedo a la oscuridad,
a los animales, a la sangre, las heridas y las inyecciones, a los aviones u otros medios
de transporte y la acuafobia o fobia al agua.

5. Trastorno de ansiedad social (fobia social): La fobia social es denominada “trastorno de


ansiedad social” por el DSM-V. Se trata de un tipo de ansiedad derivado de la
interacción con otras personas, y más concretamente del miedo a quedar en ridículo en
una situación pública o a las evaluaciones negativas por parte de otros. La versión
extrema de este problema es el trastorno de la personalidad por evitación.

6. Ansiedad por separación: Es normal que los niños pequeños sientan cierta ansiedad
cuando se separan de sus padres, al menos en determinadas edades; el diagnóstico de
trastorno de ansiedad por separación se aplica cuando este hecho se convierte en
patológico, asociándose a síntomas parecidos a los de las crisis de angustia.
7. Mutismo selectivo: Como sucede con el trastorno de ansiedad por separación, el
mutismo selectivo se da fundamentalmente en niños. Consiste en una ausencia de
lenguaje verbal con algunas personas, por ejemplo los profesores o los compañeros de
clase, a pesar de tener la capacidad de utilizarlo correctamente, y tiene que ver con la
timidez y con la ansiedad social.

3.2.2. Trastornos del estado de ánimo

Cuando se habla de trastornos del estado de ánimo se está haciendo referencia a problemas
psicológicos con síntomas de depresión o de manía, es decir, con un grado de euforia que
resulta desadaptativo y supone riesgos para la persona. No obstante, los síntomas depresivos
(agudos o crónicos) resultan mucho más comunes que los episodios maníacos.

El trastorno bipolar, que se caracteriza por la combinación de periodos (de semanas o meses)
en que el estado de ánimo es depresivo y otros en que es patológicamente elevado, tiene la
particularidad de que tiene una base genética muy relevante en comparación con muchos
otros trastornos mentales, tanto del estado de ánimo como en otros tipos de psicopatología.

Los trastornos mentales más comunes incluyen la depresión y la ansiedad excesiva.

3.2.3. Abuso y dependencia de sustancias

A pesar de que existen muchas sustancias cuyo consumo conlleva un riesgo de adicción
significativo, como la cocaína, la heroína o distintos tipos de medicamentos (como los
ansiolíticos), la adicción al alcohol es el más común de este tipo de trastornos mentales, y
puede tener consecuencias tan graves como el síndrome de Wernicke-Korsakoff o demencia
alcohólica.

• DSM-5: características y diferencias con el DSM-IV


3.2.4. Trastornos del control de impulsos

La categoría diagnóstica “trastornos del control de impulsos” es algo ambigua y recoge


diferentes tipos de problemas mentales según la definición que se utilice. Un ejemplo
característico es el trastorno explosivo intermitente, caracterizado por accesos súbitos de
agresividad física y/o verbal.

No obstante, en el estudio de Demyttenaere y colaboradores al que nos hemos referido


previamente esta etiqueta incluye problemas tan diferentes como la bulimia nerviosa y los
trastornos de conducta en la infancia y la adolescencia (entre ellos el TDAH o trastorno por
déficit de atención con hiperactividad). Incluso los trastornos por consumo de sustancias
podrían ser vistos como problemas del control de impulsos, siguiendo esta lógica; esto es
una muestra de la ambigüedad de este tipo de clasificaciones.

3.2.5. Esquizofrenia y otros tipos de psicosis

Las psicosis son trastornos mentales en que se da una pérdida de contacto con la realidad;
en concreto, los trastornos del espectro psicótico se diagnostican a partir de síntomas y signos
como delirios, alucinaciones, lenguaje desorganizado, aplanamiento afectivo y falta de
coherencia en la respuesta emocional.

La esquizofrenia es el más conocido y característico de los trastornos psicóticos, si bien


también son relativamente habituales el trastorno esquizoafectivo (una combinación de
psicosis y trastorno del estado de ánimo) o los episodios psicóticos breves inducidos por
sustancias.

3.2.6. Trastornos de la personalidad

Los trastornos de la personalidad son un tipo de problema psicológico relativamente habitual


pero no muy conocido por la mayoría de personas. Se trata de patrones de comportamiento,
pensamiento y emoción desadaptativos y crónicos; generalmente se presentan desde el inicio
de la vida adulta y suelen durar para toda la vida en mayor o menor grado, puesto que
conforman la estructura mental básica del individuo.
Existen muchos tipos de trastornos de la personalidad en función de los rasgos que resulten
problemáticos. Por ejemplo, el trastorno narcisista se caracteriza por egocentrismo y falta de
empatía, mientras que el trastorno por evitación es una exacerbación de la ansiedad social y
el trastorno paranoide se asocia a una suspicacia exagerada.
• Los 14 tipos de trastornos de la personalidad principales
CONCLUSIONES

La palabra “psicopatología” refiere a un modelo de la psicología clínica de inspiración


claramente médica. El concepto más utilizado en la psicología clínica es el de “trastornos
mentales”, si bien muchas personas consideran que también se trata de un término
estigmatizante; lo mismo podemos decir de “psicopatología”. Conceptos más amplios como
“problemas psicológicos” se usan con frecuencia para hablar de los trastornos mentales sin
poner el foco en la acepción de enfermedad.

Cuando hablamos de psicopatología o de trastornos mentales en realidad estamos haciendo


referencia a un conjunto extremadamente amplio de problemas relacionados con la conducta,
el pensamiento y las emociones, que por lo general no se deben a una causa física clara
(como las enfermedades médicas) o bien con síntomas fundamentalmente psicológicos. Éste
es el caso de las psicosis, que tienen una base biológica clara pero suelen ser analizados y
tratados como trastornos mentales más que médicos.

El punto de vista más extendido en la psicología clínica actual define los trastornos mentales
como problemas que afectan significativamente a la persona, a su entorno o a otros
individuos de modos diversos. Así, por ejemplo, la depresión puede llevar al aislamiento
social e incluso al suicidio, mientras que los trastornos de conducta antisocial a menudo
causan problemas legales a las personas afectadas y daños físicos o materiales a otras.

Si bien en la práctica la terminología que se utilice no es tan relevante como la influencia


final del profesional clínico en la vida de las personas que sufren problemas psicológicos, lo
cierto es que concebir a las personas con trastornos mentales como si fueran enfermos limita
enormemente las posibilidades de cambio positivo en una disciplina en que la colaboración
y la empatía con el paciente son centrales.
FUENTES DE INFORMACION

Arévalo C y otros. (2010) Algunas reflexiones sobre la Psicopatología. McGraw-


Hill/Interamericana, Madrid, 1995

Azpiroz, M. (2010). Tratado de Psicopatología. Revista e. del área de Psicopatología. N. 1.


Recuperado de: www.itinerario.psico.edu.uy

Belloch Amparo, Sandín Bonifacio, Francisco Ramos (2009). Manual de psicopatología (I


y II). McGraw-Hill. México.

Foucault, Michel (2012). Psicopatología y Trastornos Mentales. Edición, Tomo II, Fondo de
Cultura Económica. México.

Jarne, A. Talarn, A. (2000) Manual de Psicopatología. Editorial Paidós. Buenos Aires

Jarne Adolfo, et al. (2006). Psicopatología. Editorial UOC. Colombia

Jaspers, K. (2013). Psicopatología General. Colección de Psicología, Psiquiatría y


Psicoanálisis. Fondo de Cultura Económica. México.

Kaplan, H, Sadock, B. (2007). Tratado de Psiquiatría. Inter. médica. Bs. As.

Labrador, J. Antonio Cruzado, Manuel López. Pirámide, (2001). Manual de técnicas de


modificación y terapia de conducta. Buenos Aires.

Manuales DSM y CIE (2010). Recuperado de:


http://personal.telefonica.terra.es/web/psico/dsmiv.html
http://personal.telefonica.terra.es/web/psico/cie_10/cie10_indice.html

Mendilaharsu, C. Acevedo, S. (2011). Psicopatología. Rev. U. De Psicoanálisis. N. 66.


México.
Paz, R., Baremblitt, V y otros (2013). Psicopatológica. Editores Helguero. Buenos Aires

Vallejo, M. A. (Dir.). Dykinson (2008). Manual de terapia de conducta (I y II). Recuperado


de: http://www.amspw.org/spw/tripticos/pdf/ANEX-V.pdf
http://www.psicologia-online.com/infantil/castigo.shtml

Vallejo Nájera. A (2010). Propedéutica Psicopatológica. McGraw-Hill/Interamericana


Madrid.

Vidal, G. Alarcón, R. (2000). Psicopatologia. 14va. Edición. : Editorial Panamericana.


Buenos Aires

Você também pode gostar