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Disciplinas Filosóficas

Son especialidades de la Filosofía que se encargan de una problemática de la realidad con su propio
objeto de estudio. Las más notables son:

LA ONTOLOGÍA.- (onthos = ser), es el estudio del ser en cuanto ser: de la esencia del ser. Analiza
por ello los principios, categorías generales del ser y las diversas clases de entes.

LA GNOSEOLOGÍA.- (gnosis = conocimiento), llamada también Teoría del Conocimiento, estudia el


origen, evolución, posibilidad, esencia, elementos y fundamentos del conocimiento en general.

LA AXIOLOGÍA.- (Axis = valor), explica el valor, su esencia o fundamento, clasificación y relación


con el ser. Se relaciona con el juicio, experiencia o acto valorativo.

LA EPISTEMOLOGÍA.- (Episteme = ciencia), denominada Teoría de la Ciencia o Filosofía del


Conocimiento Científico. Estudia los fundamentos, estructura, métodos, lenguaje y funciones de los
sistemas científicos.

LA ETICA.- (Ethos = Costumbre), es la Filosofía de la Moral, estudia los principios, fundamentos y


lenguaje de los juicios morales.

LA ESTÉTICA.- (Aisthanomai = Sentir lo bello), es la Filosofía del arte, estudia la experiencia estética
y la naturaleza del valor de la belleza, el orden y la armonía, así como el juicio estético, fundamentos
y categorías del lenguaje del arte.

LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA.-(Antrophos = hombre), es el estudio filosófico de la naturaleza


del hombre en el mundo, investiga la esencia humana, su problemática, su puesto en el cosmos, y
su destino histórico.

DISCIPLINAS FILOSÓFICAS
Existen muchas disciplinas o ramas de la filosofía; para su conocimiento y distinción las
clasificaremos en dos grandes tipo: las teóricas, también llamadas gnoseológicas y las
prácticas que centran su atención en la conducta individual o colectiva del hombre.

Las disciplinas fundamentales de la filosofía son la ética que hace referencia a la conducta
moral de los hombres, la estética con los problemas referentes al arte y a la belleza y la
lógica que se ocupa del orden que han de guardar nuestros pensamientos o enunciados.
Ahora bien, existen otras disciplinas que podrían considerarse también como ramas de la
filosofía: la metafísica u ontología que estudia el ser en tanto que ser; la axiología que se
relaciona con la ética ya que estudia los valores que determinan cierta acción; la
antropología filosófica que estudia particularmente al hombre inmerso en sus relaciones
políticas, ideológicas, económicas y morales; la filosofía de la historia que reflexiona sobre
el presente y pasado histórico del hombre, y otras más.
Fetichismo: “Es la devoción hacia los objetos materiales, a los que se ha denominado
fetiches. El fetichismo es una forma de práctica religiosa en la cual se considera que ciertos
objetos poseen poderes mágicos o sobrenaturales y que protegen al portador o a las personas
de las fuerzas naturales. Los amuletos además son considerados fetiches.
El erudito francés Charles de Brosses en 1757… en su teoría de la evolución de la religión…
sugirió que el fetichismo es el estado más primitivo de la religión, seguido por los estados de
politeísmo y monoteísmo, representando una progresiva abstracción del pensamiento.”[1]

Animismo: “La creencia de que tal vez todas las apariencias… vivas, están animadas por
espíritus (están vitalizadas por un anima)…. en la actualidad, el animismo sería, como
mucho, un reconocimiento de creencias acerca del alma en sociedades particulares. o bien
un sinónimo ocasional para las sociedades primitivas y sus religiones”[2]
Creencias básicas del animismo

“El principio general del animismo es la opinancia en la existencia de una fuerza vital
sustancial presente en todos los seres animados, y mantiene la interrelación entre el mundo
de los vivos y el de los muertos, reconociendo la existencia de un Dios único aunque
inaccesible….

 Los animales, aves, plantas y objetos inanimados tienen un alma espiritual.


 Hay seres espirituales que viven en el alma o espíritu del ser humano.
 La vida de los ancestros continúa después de la muerte.
 El alma puede dejar el cuerpo mientras trances o sueños.
 Existen otros espíritus además de Dios.”[3]

Tótem: “Un tótem es un objeto, ser o animal sobrenatural, que en las mitologías de algunas
culturas se toma como emblema de la tribu o del individuo; éste puede incluir una diversidad
de atributos y significados”[4]
“El totemismo es un concepto antropológico actualmente en desuso que designa: una relación
metafísica, un complejo sistema de ideas, símbolos y/o prácticas, entre un individuo o un
grupo social, y un animal, un vegetal o incluso un objeto. Comprende las relaciones
idealmente postuladas entre dos series, una de ellas natural y la otra cultural.”[5]

Tabú y Magia: “A fin de comprender [el hombre primitivo] los fenómenos a que se veía
expuesto y poder evitarlos o beneficiarlos de ellos … utilizó el tabú, la magia…
El tabú hace referencia a lo prohibido, a aquello que es inconveniente para el hombre. Era
un rito de purificación que consistía en mantener apartado todo aquello que era considerado
anormal o impuro respecto de la realidad superior. De ahí que hoy se entiende como tabú lo
impuro o poco digno. Debido a que ante lo impuro lo mejor es alejarse, huir, evitarlo, era
preciso entonces establecer qué cosas no se podían tocar y qué acciones no se podían
realizar. A todas estas normas prohibitivas se les denomina con el nombre de tabúes de
prohibición. Sucedía también que las normas de los tabúes podían ser violadas y que quien lo
hacía quedaba contaminado. Para liberarse de esa impureza, era preciso que la persona se
sometiera a ciertos rituales. Estos constituían los tabúes de purificación.
El hombre primitivo tuvo que enfrentarse también con lo desconocido, con lo oculto que
actuaba sobre el mundo; quiso dominar las fuerzas naturales para beneficio propio. Entonces
produjo una serie de creencias y prácticas según las cuales los individuos privilegiados o
magos, podían influir sobre las cosas y manipularlas. Así apareció la magia. De ésta podemos
señalar las siguientes características:
 Es un acercamiento a la realidad superior, contrariamente al tabú, que busca evitarla.
 Para comunicarse con la realidad superior, el mago se constituyó en agente único, poseedor de un
conocimiento que lo hizo poderoso e influyente en su comunidad.”[6]

Intelectualismo socrático
El intelectualismo socrático o intelectualismo moral socrático es aquel que identifica
la virtud como el conocimiento. Según Sócrates, bastaba el conocimiento de lo justo (la
autognosis) para obrar correctamente. Según esta doctrina, las malas acciones son producto
del desconocimiento, esto es, no son voluntarias, ya que el conocimiento de lo justo sería
suficiente para obrar virtuosamente. Por lo tanto, el intelectualismo socrático es una teoría
moral para la que la conducta moral sólo es posible si se basa en el conocimiento del bien y la
justicia.
Sócrates (470 a. C. al 399 a. C.) desarrolló la teoría del intelectualismo moral partiendo de la
base del dualismo antropológico, es decir, a partir de la afirmación que el hombre está
formado por una parte material (el cuerpo) y una parte no material (el alma), sin tener esta
última un significado religioso y a la vez siendo la parte más importante del hombre (de ahí la
frase “Conócete a ti mismo”). Por tanto, se da supremacía a los valores internos, y la salud del
hombre residirá en su alma. Esta salud será únicamente alcanzable a través de la virtud
(hacer lo correcto), la cual, a su vez, se alcanza mediante el conocimiento (de la verdad, no
del erudito). Es decir, ser virtuoso conducirá a una conducta justa, la cual llevará a la felicidad
y la satisfacción.
La tesis esencial del intelectualismo moral es la siguiente: la experiencia moral se basa en el
conocimiento del bien. Sólo si se conoce qué es el bien y la justicia se puede realizar el bien y
la justicia. Sócrates hace las siguientes consideraciones a sus conciudadanos: cuando uno de
vosotros está enfermo no propone una votación entre los miembros de la familia para
establecer qué remedio es adecuado para curar la enfermedad: ocurre más bien que llama al
médico y se somete a su juicio y recomendaciones; cuando un ejército quiere derrotar al
enemigo no se realiza una consulta popular para establecer el modo de atacar, es el estratega
quien decide el modo de dirigir a los soldados y plantear las batallas; cuando queremos
levantar un edificio no hacemos una votación para decidir el modo de construirlo, dejamos que
sea el arquitecto quien imponga su criterio. Y pregunta a continuación Sócrates: ¿Por qué
cuando se trata de lo más importante de todo, que es el bien de la ciudad y todas las leyes
que son adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos, dejamos que todo el mundo
opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquél que sabe? Para el intelectualismo
moral los asuntos morales y políticos tienen que ser cosa de expertos. Esta propuesta
socrática puede dar lugar a interpretaciones políticas antidemocráticas y elitistas (como, por
cierto, se ve claramente en la filosofía política de su discípulo Platón).
El punto de vista de Sócrates está aquejado de cierta ambigüedad: cuando Sócrates pide que
en la base de la moral y la política se encuentre el conocimiento ¿a qué conocimiento se
refiere? Podemos distinguir entre el saber hacer algo y el saber en qué consiste ese algo. Por
ejemplo, el artista sabe hacer belleza, pero es muy posible que no sepa en qué consiste la
belleza, ni qué pasos concretos hay que seguir para alcanzarla. El primer tipo de saber es un
saber entendido como destreza (bien sea corporal o espiritual) para la realización de algo, y el
segundo tipo es un saber entendido como conocimiento explícito y consciente de algo (como
ocurre por ejemplo en la ciencia). Es fácil observar que estas dos formas de saber no tienen
que ir necesariamente unidas, así el historiador y el crítico del arte pueden saber
explícitamente muchas cosas relativas a la belleza, pero es muy posible que no sepan crear
arte ni belleza. Parece ser que Sócrates pedía un conocimiento del segundo tipo como
garantía de las acciones buenas y justas. De ahí la confusión que creaba en sus interlocutores
cuando les preguntaba por una definición de aquello para lo cual se les suponía expertos.
Nuestras convicciones vulgares parecen contrarias al intelectualismo moral pues creemos que
alguien puede saber que algo está mal y sin embargo realizarlo. Para el intelectualismo moral
la perfección moral es una consecuencia de la perfección del intelecto o razón; sin embargo
otros autores como Aristóteles se acercarán más al punto de vista corriente al considerar que
el conocimiento no es condición suficiente para la conducta justa y buena. Este autor pondrá
como fundamento de la práctica moral la perfección de la voluntad más que la perfección del
intelecto: la conducta buena no depende tanto del conocimiento como de la disciplina de la
voluntad en la realización de las acciones justas. Así, desde el punto de vista de Aristóteles y
en contra del intelectualismo moral, cabe concluir que seguramente para ser justo es
necesario saber realizar la justicia, pero aquí esta palabra no designa un conocimiento
explícito y teórico de la justicia sino la posesión de una habilidad o disposición para la
realización de acciones justas.
Este intelectualismo socrático dominó el pensamiento griego hasta la aparición de Aristóteles,
quien introdujo elementos voluntaristas a la conducta moral.1 2 2

El método filosófico socrático: ironía y mayéutica.

El método de Sócrates, según se pone de manifiesto en los primeros diálogos platónicos, se


basaba en el diálogo. El diálogo se opone a la elocuencia y a la retórica de los sofistas, que se
encerraban en sus discursos, y sitúa a los interlocutores en un mismo plano, lo cual puede
interpretarse en el sentido de que la filosofía (la búsqueda de la verdad) no es un producto del
pensador solitario, sino el resultado de una tarea colectiva.

El método de la conversación de Sócrates tenía dos momentos: la ironía y la mayéutica


(mayéutica significa el arte de la comadrona, de ayudar a dar a luz). Con la ironía se opone a la
opinión infundada y a la arrogancia de la conciencia dogmática que cree poseer la verdad.
Consistía en hacer preguntas que, bajo la apariencia de tener en alta estima el saber exhibido
por el interlocutor, mostraban, en realidad, la inconsistencia del mismo y ponían al interlocutor
en la tesitura de tener que reconocer su ignorancia. Con la ironía, Sócrates intentaba minar el
obstáculo para la verdad que representa la seguridad con que el hombre común se apoya en las
ideas triviales. A esta operación se creía con derecho Sócrates, ya que él mismo partía
reconociendo su ignorancia. Es famoso su Sólo sé que no sé nada. Según se cuenta en la
Apología de Platón, cuando, preguntado el oráculo sobre quién era el más sabio de los griegos,
respondió que Sócrates, Sócrates lo interpretó en este sentido: que él no era arrogante, que él
era el único que reconocía su ignorancia.

La ironía es lo contrario de lo que hacían los sofistas: éstos cobraban un dinero a cambio del
saber que ofrecían; Sócrates no cobraba nada y empezaba por quitarte el saber que creías
tener. Sócrates comparaba la sofística con el arte culinario, que busca satisfacer el paladar, pero
no se preocupa de las digestiones; mientras que su propio método, en cambio, es como la
medicina, que no se cuida de si causa dolores al paciente, con tal de restablecer su salud.

El segundo momento del método es la mayéutica, es decir, el arte de ayudar a dar a luz la
verdad. Consiste en conducir la conversación de modo que pueda aflorar la verdad del interior
de cada uno, donde estaba latente. El hecho de que la verdad procede de nuestro interior
significa que no llegamos a poseer de verdad sino aquellas verdades que producimos en
nosotros mismos. Esta verdad que se encuentra en el interior de cada hombre no es relativa a
cada uno (Sócrates se opone al relativismo sofístico), sino que es común, es verdad en sí. En la
mayéutica se trata precisamente de pasar del para mí inicial al en sí. Se trata de buscar la
definición (la esencia) de lo que se está considerando. Sócrates preguntaba incansablemente
¿qué es?...la justicia, la felicidad, el bien, etc., para alcanzar, por encima de la pluralidad de
casos en que se predica el concepto, con sus interminables diferencias, a la unidad de la
definición. (Este procedimiento del diálogo socrático consiste en buscar la definición por medio
del razonamiento inductivo. El razonamiento inductivo y la definición son, según Aristóteles, las
aportaciones de Sócrates a la filosofía).

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