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Segunda etapa (Incremento de los participantes).- Todos los alumnos dan sus
opiniones, todos hablan y se llega a una segunda confusión, pues nadie se escucha,
debido a que todos hablan al mismo tiempo. Surgen decisiones en los alumnos: a mí
me parece bien; a mí se me hace fácil, pasaré de parásito en el grupo, otros están
volando con su imaginación y únicamente tienen presencia física en el grupo, otros
participan demasiado para liberar la tensión, otros se automarginan o abandonan el
grupo, otros para calmar su angustia hacen bulla, se ríen, etc. En estas
circunstancias el profesor a lo mejor renuncie a su intento del aprendizaje
significativo y vuelva al conductualismo. Luego con el tiempo se va recuperando el
orden; en algunos grupos se trata de buscar explicaciones a todo, tratando de
seguir con el proceso de la educación tradicional de memorizar. La confusión y la
inseguridad en diferentes dosis persisten. Viene la tercera etapa.
A medida que los alumnos se dan cuenta que sí pueden y de que sí están
aprendiendo surgen una emoción y satisfacción muy grandes. El entusiasmo crece y
ellos se dedican con mucha mayor energía al trabajo y al aprendizaje. Los alumnos
empiezan a escucharse más unos a otros, descubren que pueden aprender unos de
otros; que las cosas no son definitivas, que existen muchos puntos de vista y que
nadie es dueño de la verdad absoluta.
En esta etapa los miedos y las angustias iniciales pueden volver a surgir, debido a
la incertidumbre de la forma en que van a ser evaluados. Por esto es conveniente
haber fijado de antemano el procedimiento de evaluación y calificación, de ser
posible de mutuo acuerdo con los alumnos. Pero también se ven enfrentados a una
nueva situación, ellos no están acostumbrados a evaluarse y no saben cómo
hacerlo o confunden a la evaluación con dar una calificación. Entonces en necesario
explicar cuál es el sentido de la evaluación, de prepararlos hablándoles de la
honradez.
Rogers considera que cada ser humano es una persona valiosa por sí misma. Que la
naturaleza del ser humano es constructiva y digna de confianza cuando funciona
libremente y en un ambiente adecuado. Aunque es cierto que existe situaciones
que bloquean el desarrollo constructivo de sus capacidades, y fomentan más bien,
una enajenación de sí mismo. Las conductas agresivas y destructivas son producto
de la enajenación del hombre (a pesar de tener grandes aptitudes, el sujeto no es
capaz de gobernarse). Puede ser que en ocasiones la persona sea agresiva, pero
entonces lo será sólo en situaciones en las que realmente necesita protegerse y
defenderse. Es este caso la agresividad será usada en función de esa tendencia
básica al crecimiento y desarrollo. La irresponsabilidad es consecuencia de que no
existen las condiciones interpersonales – sociales necesarias para que se dé el
crecimiento de las personas.
Por naturaleza el hombre tiene una serie de impulsos positivos que le llevan al
autoaprendizaje; el medio es el que genera los impulsos. Todos nacemos con
aptitudes, potencialidades o disposiciones que podemos desarrollar. Cualquier
aprendizaje significativo incluye cierta cantidad de dolor por las privaciones que
implica este tipo de aprendizaje.
Nosotros tenemos una idea de nuestro ser y los demás también tienen una
imagen de nosotros, más si se desea cambiar el ser con presión y coerción, se
genera resistencia como en el proceso del aprendizaje significativo en sus
primeras etapas. En la educación centrada en la persona el autoconcepto está
amenazado constantemente pero para bien. Los logros del alumno merman la
resistencia poco a poco al cambio.
Conseguir que el alumno desarrolle sus competencias hasta llegar al punto que
ya no requiera de la influencia del sistema educativo para seguir aprendiendo
llegando al autoaprendizaje es lo importante. El aprendizaje significativo es
vivencial y promueve el desarrollo de competencias.