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FENOMENOLOGÍA
El lema de este movimiento es el plegarse a las cosas mismas, el ser fiel a lo que
realmente se experimenta, de ahí que propugne la intuicióncomo instrumento funda-
mental de conocimiento. La intuición es la experiencia cognoscitiva en la cual el objeto
conocido se nos hace presente, se nos muestra “en persona”, experiencia opuesta al
mentar o referirse a un objeto con el pensamiento meramente conceptual. A diferencia
de las corrientes empiristas, la fenomenología no limita la intuición al mundo
perceptual sino que acepta varias formas de darse las cosas, varias formas de
intuición: cada objetividad se muestra de distinto modo a la conciencia, en función de
su propio ser o esencia: las cosas físicas se hacen presentes a nuestra conciencia de
otro modo que los objetos matemáticos, las leyes lógicas, los valores estéticos, los
valores éticos, o las propias vivencias. La virtud del buen fenomenólogo es su
perfección en el mirar, el saber disponer adecuadamente su espíritu para captar cada
tipo de realidad en lo que tiene de propia.
SER-EN-SÍ
La ontología es la parte de la filosofía que aspira a darnos una descripción del ser,
nos cuenta en qué consiste el ser y cuál o cuáles son los seres fundamentales. Sartre
desarrolla su teoría ontológica en su obra fundamental “El ser y la nada”. En esta
obra divide la realidad en dos regiones: el ser-en-sí y el ser-para sí (o de forma
abreviada, lo en-sí y lo para-sí). El ser-para-sí es el ser de las personas, es la persona
en tanto que subjetividad, en tanto que dotada de conciencia y libertad. El ser-en-sí es
el ser de las cosas, de los objetos, de las realidades no humanas.
Sartre hace una presentación abstracta del ser-en-sí, presentación que recuerda al
ser de Parménides: “El ser es. El ser es en-sí. El ser es lo que es”. Con la afirmación “el
ser es” Sartre quiere señalar que el ser es positividad, realidad, actualidad; en el
ser no está presente la nada, ni la diferenciación, ni el movimiento, simplemente es.
Por ser compacto, denso, homogéneo, no incluye en su interior duplicidad alguna;
Sartre rechaza las nociones tradicionales de acto y potencia, apariencia y realidad; la
nada no está presente en el ser, es un atributo que nosotros introducimos en la
realidad, como cuando decimos que la semilla no es árbol pero puede serlo, o
señalamos que un semicírculo es un círculo incompleto; en el ser-en-sí no hay
duplicidad de potencia y acto: sólo desde nuestra perspectiva la semilla es árbol en
potencia, puesto que nosotros esperamos que así sea, nos representamos el futuro,
ponemos la semilla en el futuro y la observamos como árbol; al representárnosla en el
futuro como árbol trasladamos esta forma de ser al presente e introducimos esa
potencialidad en la realidad actual de la semilla; del mismo modo, en el caso del
semicírculo interpretado como un círculo incompleto, es nuestra mente la que
completa la figura y proyecta en lo real la ausencia. El ser-en-sí no es consciente, pues
la consciencia exige una especie de escisión, de hueco en el ser, y el ser-en-sí es
lleno. El ser en-sí es increado; la noción de creación de lo real le parece absurda a
Sartre; pero por otro lado el ser-en-sí no es causa de sí, simplemente es. Y por ser de
este modo, sin justificación, ni sentido alguno, sin poder ser explicado o deducido, está
demás; es un puro hecho, sin causa, sin razón, su existencia es absurda.
Ver “ser-para-sí”.
SER-PARA-SÍ
SER-PARA-OTRO
DISPOSICIÓN DEL SER-PARA-SÍ QUE LE RELACIONA CON LOS OTROS SERES HUMANOS.
en primer lugar porque toda elección debe contar con el otro; cuando
elijo un valor, este valor se presenta con carácter universal, no puedo
decir que valga solo para mí, aspira a la universalidad, de ahí que
siempre nos podamos preguntar ¿y si todo el mundo hiciese lo mismo
que lo que yo quiero hacer con mi elección?; al elegir un valor nos
hacemos legisladores universales. Toda elección compromete a la
humanidad entera, somos responsables de nosotros y de todos los
hombres;
La mirada tiene dos dimensiones: el otro me puede mirar, pero yo le puedo mirar.
Surge así la dialéctica de las libertades, la lucha y el conflicto. Ante la presencia del
otro caben dos actitudes: o bien nos afirmamos como sujetos y en esa afirmación nos
apropiamos de la libertad del otro y cosificamos su ser, o bien intentamos captar al
otro en su libertad, en su ser sujeto, pero a costa de perder nuestra libertad y
convertirnos en meros objetos. Sartre pone como ejemplos de conductas del segundo
tipo el amor, el lenguaje y el masoquismo y como ejemplos del primer tipo
la indiferencia, el deseo, el sadismo y el odio De cualquiera de las dos maneras la
relación entre las subjetividades será siempre conflictiva, será una lucha entre
libertades. De aquí su pesimista conclusión “el infierno son los otros”.
DIALÉCTICA DE LA COSIFICACIÓN
MIRADA
Sartre considera que es un dato de experiencia la presencia del otro como sujeto:
el otro nos es presente de un modo manifiesto en la experiencia de la mirada, que es
la experiencia fundamental en la comunicación. Cuando sentimos que alguien nos
mira, sentimos que estamos ante otra subjetividad, ante otra conciencia, no ante un
mero objeto; del otro que se nos hace presente de este modo podemos temer que se
enfrente a nuestros proyectos, a nuestra libertad; sentimos que estamos delante de un
ser con el que podemos contar, o al que nos hemos de oponer, delante de un ser que
nos valora y pone en cuestión lo que somos, lo que queremos, nuestro ser. Es el
ámbito primero que abre la puerta a la comunicación.
EXISTENCIALISMO
HUMANISMO
el humanismo existencialista.
LIBERTAD
ANGUSTIA
Podría parecer que la angustia, como miedo ante la elección de una posibilidad,
lleva al quietismo o la inacción, pero, señala Sartre, esto no es así, al contrario: la
angustia es expresión o condición de la acción misma pues si no tuviésemos que elegir
no nos sentiríamos responsables ni tendríamos angustia. La angustia acompaña
siempre al hombre, no sólo en los casos de decisiones extremas; sin embargo, cuando
examinamos nuestra conciencia observamos que muy pocas veces sentimos angustia.
Sartre explica esta circunstancia indicando que en estos casos lo que hacemos es huir
de ella adoptando conductas de mala fe, no creyéndonos responsables de nuestras
acciones.
Ver “libertad”.
AUTENTICIDAD
CONDUCTA DE MALA FE
Para entender la presencia de la mala fe cuando valoramos lo que somos hay que
recordar la tesis esencial del existencialismo: lo que somos es una consecuencia de
nuestra decisión, hemos elegido ser como somos y tener lo que tenemos. Sartre
propone una filosofía de la acción: nuestro ser se agota en lo que hacemos, no existe
en nosotros potencialidad alguna, ni talentos ocultos que hayamos desperdiciado
porque las circunstancias han sido adversas. Este pensamiento puede ser muy difícil de
aceptar, particularmente cuando las cosas no nos salen como esperábamos. Para
aliviar nuestra conciencia podemos hacer a los demás responsables de lo que nos
pasa, podemos creer que era inevitable –física, psicológica o socialmente inevitable–
ser como somos o tener lo que tenemos; al valorar nuestra existencia podemos alegar
que ha sido el destino, o nuestra circunstancia, o la propia sociedad la responsable de
lo que somos; cuando hacemos esto, cuando “nos buscamos excusas” para hacer más
llevadero nuestro presente, tenemos conducta de mala fe.
Pero hay una novedad fundamental en la idea sartriana del cogito respecto de la
cartesiana: la subjetividad que se alcanza no es la subjetividad individual, es la
intersubjetividad; en el cogito uno no se descubre solamente a sí mismo sino también
a los otros. En el cogito nos captamos a nosotros mismos, pero nos captamos a
nosotros mismos frente al otro; dicho de otro modo: para la filosofía cartesiana lo
indudable era la propia subjetividad, lo dudable lo exterior a ella, incluidas las otras
subjetividades; para Sartre lo indudable es tanto la propia subjetividad como la ajena:
el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos: “Por el yo pienso,
contrariamente a la filosofía de Descartes, contrariamente a la filosofía de Kant, nos
captamos a nosotros mismos frente al otro, y el otro es tan cierto para nosotros como
nosotros mismos. Así, el hombre que se capta directamente por el cogito, descubre
también a todos los otros y los descubre como la condición de su existencia. Se da
cuenta de que no puede ser nada (en el sentido en que se dice que se es espiritual, o
que se es malo, o que se es celoso), salvo que los otros lo reconozcan por tal. Para
obtener una verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por otro. El otro es
indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo. En
estas condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al mismo tiempo el
otro, como una libertad colocada frente a mí, que no piensa y que no quiere sino por o
contra mí. Así descubrimos en seguida un mundo que llamaremos la intersubjetividad,
y en este mundo el hombre decide lo que es y lo que son los otros” (“El
existencialismo es un humanismo”). Sartre llama “mirada” a la experiencia que nos
presenta al otro como una subjetividad, como un ser libre.
Ver “ser-para-sí”.
CONDICIÓN HUMANA
AUTENTICIDAD
CONDUCTA DE MALA FE
Para entender la presencia de la mala fe cuando valoramos lo que somos hay que
recordar la tesis esencial del existencialismo: lo que somos es una consecuencia de
nuestra decisión, hemos elegido ser como somos y tener lo que tenemos. Sartre
propone una filosofía de la acción: nuestro ser se agota en lo que hacemos, no existe
en nosotros potencialidad alguna, ni talentos ocultos que hayamos desperdiciado
porque las circunstancias han sido adversas. Este pensamiento puede ser muy difícil de
aceptar, particularmente cuando las cosas no nos salen como esperábamos. Para
aliviar nuestra conciencia podemos hacer a los demás responsables de lo que nos
pasa, podemos creer que era inevitable –física, psicológica o socialmente inevitable–
ser como somos o tener lo que tenemos; al valorar nuestra existencia podemos alegar
que ha sido el destino, o nuestra circunstancia, o la propia sociedad la responsable de
lo que somos; cuando hacemos esto, cuando “nos buscamos excusas” para hacer más
llevadero nuestro presente, tenemos conducta de mala fe.
RASGO COMÚN A TODAS LAS COSAS (INCLUIDO EL HOMBRE). ES “EL ESTAR DE MÁS”, EL
EXISTIR DE MODO GRATUITO, SIN QUE EXISTA JUSTIFICACIÓN O NECESIDAD ALGUNA PARA
ELLO.
NÁUSEA
Ver “contingencia”.