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cualquier medio, sin la previa autorización escrita del autor.
A Carmen
Índice
Contenido
PROLOGO
CUANDO ME CONVERTI EN UN OPOSITOR SIN YO SABERLO
POR QUE ESTUDIAR UNA OPOSICION
NI SE TE OCURRA OPOSITAR
YO NO TENGO LA SUERTE DE SER UN MANTENIDO
ELEGIR UN PREPARADOR O ACADEMIA COMO GUIA
NUNCA OPOSITES POR TU CUENTA
PLAN DE ESTUDIOS
OPOSITA AL CUERPO MAS ALTO QUE PUEDAS
APROBAR A LA PRIMERA
LA OPOSICION SE CONVOCARÁ ANUALMENTE
PASAR LA PRIMERA NOTA DE CORTE
MI MÉTODO DE ESTUDIO
CONCURSO-OPOSICION
DISCAPACIDAD DEL 33%
LA BIBLIOTECA, MI INSEPARABLE AMIGA
CREANDO EL HÁBITO
ELIGE A TU LIEBRE
LA OPOSICION Y TU PAREJA O FAMILIA
IMPREVISTOS QUE NOS PUEDEN ACAECER
SUMIAL SI, SUMIAL NO
EL OPOSITOR LO ES TODOS LOS DÍAS DEL AÑO
RENDIMIENTO DIARIO Y HORAS DE ESTUDIO
EL ATRIL, MI SEGUNDO MEJOR AMIGO
REMORDIMIENTOS DE CONCIENCIA
TENSIÓN EN EL ESTUDIO
MANEJANDO LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
PREFIERO 5 A 35
MIS EXAMENES UNO A UNO
FINAL
SOBRE EL AUTOR
PROLOGO
Este manual está dirigido a aquellas personas que tienen la intención de embarcarse en
un proceso selectivo para obtener una plaza como funcionario de carrera en alguna de las
Administraciones del Estado.
Nace de la necesidad del autor de aconsejar a futuros opositores de forma llana y
sencilla, en formato libro autoayuda, para que éstos toleren esta compleja etapa de su
vida de la mejor manera, y consigan llegar al objetivo establecido lo antes posible.
El autor aconseja al opositor en base a su experiencia, advirtiendo al estudiante los
errores y aciertos en los que puede incurrir durante el proceso selectivo.
También advierte al estudiante, de los posibles estados mentales y físicos a los que se
verá sometido y la mejor manera de sobrellevarlos. Nadie mejor que un funcionario de
carrera que ha “sobrevivido” al proceso selectivo, para aconsejar a los futuros
opositores sobre este aspecto.
Hoy en día no existe oposición fácil, todas y cada una de ellas conllevan un gran
esfuerzo físico y mental por parte del estudiante, requiriéndole una gran fuerza de
voluntad y madurez para no abandonar antes de tiempo.
A pesar de la dificultad a la que el opositor se ve sometido, el autor aconseja si es que
aquel está convencido, a opositar siguiendo un método de estudio determinado, siendo su
herramienta fundamental la constancia diaria, basada en el esfuerzo y dedicación.
Todo el mundo puede aprobar una oposición, siempre y cuando no tenga grandes
limitaciones psíquicas que le impidan comprender y memorizar la materia a estudiar.
No hace falta ser un superdotado o tener una memoria prodigiosa, ni siquiera ser
especialmente inteligente. De hecho, éstos últimos son los que suelen abandonar esta
carrera de fondo, al no obtener los resultados deseados a corto plazo.
Si el estudiante sigue las pautas establecidas en este manual, si todos los días se
recuerda a sí mismo el motivo por el que está realizando tan arduo esfuerzo, si con
paciencia y determinación consigue esquivar los obstáculos a los que a buen seguro
deberá hacer frente, el éxito está asegurado.
Al igual que el autor, yo mismo aprobé un proceso selectivo y puedo asegurar que la
recompensa es infinitamente superior al esfuerzo realizado.
Por último, mencionar que me hubiese gustado consultar un manual de estas
características en mi etapa opositora.
Creo verdaderamente que la lectura de este libro debiera ser obligatoria para todo
aquel que se encuentre opositando.
Álvaro Ruiz Gómez Profesor de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), Licenciado
en Administración y Dirección de Empresas, Diplomado en Economía y funcionario de la
Administración General del Estado.
“El verdadero fracaso de un opositor no es suspender un proceso selectivo sino el abandono
del mismo”
Félix Lenguas
CUANDO ME CONVERTI EN UN OPOSITOR SIN YO SABERLO
Corría el año 1995, allí estaba yo frente a mis padres, en un escenario idílico,
empeñados éstos en entablar una de las conversaciones más serias que hasta la fecha
habíamos mantenido.
Lo recuerdo perfectamente, estábamos en Nueva York, en la Liberty Island, al fondo
presidiendo de manera magistral, la estatua de la libertad, que tantas veces había
contemplado en las películas americanas, y mis queridos padres, obligándome a tomar
una decisión que a buen seguro afectaría a mi futuro.
Félix, ¿Qué tienes pensado hacer cuando termines selectividad, qué carrera quieres
estudiar?, porque claro ¡tendrás que ir a la universidad!
Mi contestación fue la de un chico de 17-18 años con gran inmadurez.
-No lo sé, no tengo ni idea.
-Pero algo te gustará hacer ¿no?,
-Hombre ya sabéis que a mí me gusta tocar la guitarra eléctrica… mi padre al
escuchar esta respuesta replicó,
-Bueno pues entonces estudia en el conservatorio; a lo que yo contesté
-Es que en el conservatorio no dan guitarra eléctrica y es lo que a mí me gusta, además
no se leer música y ya soy muy mayor para empezar a estudiarla...
-Pues tú verás, tienes que elegir una carrera para ir a la universidad.
-En mayo de ese mismo año, volví a Madrid para prepararme la selectividad y
examinarme. Mi nota en selectividad fue muy baja pero aprobé. Creo recordar que mi
nota media total fue un 5,85. Con aquella media no tenía muchas posibilidades de acceder
a diferentes carreras, y lo que tenía claro es que no quería que mis padres pagasen una
universidad privada. Al final me matriculé en Derecho y terminé la carrera.
Os preguntaréis que tiene que ver toda esta historia con estudiar una oposición y
aprobarla.
Sin darme cuenta, ese día fue el nacimiento de mi ente opositor, ese que todos
podemos llevar dentro.
Todo el mundo puede opositar y todo el mundo puede aprobar una oposición, de eso
no me cabe ninguna duda. La cuestión radica en saber por qué uno decide que quiere
opositar, y si esa razón es lo suficientemente convincente como para llevar a cabo el
arduo trabajo mental y físico que requiere aprobar una oposición.
En mi caso, yo oposité básicamente para poder realizar mi sueño que tenía desde
joven y que no tuve madurez suficiente para afrontarlo en su momento determinado. Yo
quería estudiar música, era lo que realmente me gustaba, sobre todo tocar la guitarra,
pero tenía entonces grandes carencias musicales.
Tengo 37 años, este próximo curso estudiaré tercero de grado profesional de guitarra
clásica, y puedo hacerlo, no solo porque tengo la madurez necesaria para afrontar el
estudio de la música en el Conservatorio, sino también, y por encima de todo, porque mi
trabajo me lo permite, soy funcionario de carrera.
POR QUE ESTUDIAR UNA OPOSICION
Todos conocemos grosso modo los beneficios que implica ser funcionario de carrera.
Pertenecer al funcionariado supone tener un trabajo estable, con una jornada horaria
determinada y un salario que aunque no es para tirar cohetes, te permite vivir con las
necesidades básicas más que cubiertas.
Pero yo voy más allá, debemos encontrar una razón tan poderosa e intrínseca a nuestra
persona, que nos empuje durante nuestra etapa opositora.
Yo creo que esa es la cuestión fundamental a la hora de afrontar una etapa de estudio
tan importante en nuestra vida.
Antes de embarcarte en este árido camino, has de conocer muy bien las razones que te
incitan a tomar esta determinación, y sobre todo, si aquellas razones son lo
suficientemente convincentes como para que puedas obtener un resultado final
satisfactorio.
Se me ocurren un montón de motivos por los que la gente puede desear llevar a cabo
una oposición.
Hay personas a las que les encanta dar servicio a la sociedad y además son buenas
realizando dicha tarea. Para mí, estos son los verdaderos funcionarios, los que lo “llevan
dentro”, y se percibe notablemente a la hora de desarrollar su trabajo.
Si este es tu motivo principal, te doy la enhorabuena porque además de ser una razón
encomiable, creo sinceramente que perteneces a esa especial raza de “verdaderos
funcionarios”.
Otras personas desean opositar porque aborrecen su trabajo en la empresa privada.
Odian lo que hacen, odian al jefe, desearían tener más tiempo para sí y los suyos y su
trabajo les impide esto último. Esta para mi es una buena razón, una razón de peso, y
aunque proviene de una energía llamémosla “negativa”, es lo suficientemente intensa
como para pensar que podemos obtener nuestro objetivo.
Todos tenemos derecho a mejorar nuestra vida, tanto personal como laboralmente, y si
te encuentras mal en el trabajo, tienes derecho a replantearte las posibilidades de cambiar
tu situación laboral.
Pero te advierto una cosa, un cambio de tales características no se consigue de la
noche a la mañana, y por supuesto, opositar y aprobar es una buena solución para
mejorar tu situación, por ello debes recordar día a día, el motivo por el que has decidido
opositar, y la meta que a buen seguro obtendrás.
Otras personas pueden desear la estabilidad que supone ser parte del funcionariado.
Aun no estando mal en su trabajo, anhelan una estabilidad que a día de hoy solo ofrece el
empleo público. Sobre todo, este concepto adquiere mayor relevancia cuando nos
hallamos en tiempos de crisis, pues aunque ésta ten por seguro que te afectará como futuro
funcionario, la estabilidad que puedas tener tanto tú como tu entorno, será mucho mayor
que la que ofrece el ámbito privado.
En fin, hay numerosos motivos por los que alguna persona puede tener la tentación de
formar parte de la Administración laboralmente hablando.
En mi caso, como has podido apreciar al inicio de este libro, la razón por la que quise
opositar, fue la posibilidad de estudiar música, la de seguir un sueño que no pude realizar
en su momento oportuno. Aquel sueño se mantuvo vivo a lo largo del tiempo y volvió con
gran impulso para ser el timón de mi fuerza de voluntad durante todo mi proceso
selectivo.
Es un hecho, lo mires por donde lo mires, que el funcionario, además de tener una gran
estabilidad, posee mayor tiempo libre que otros empleados cuyo trabajo se desarrolla en
la empresa privada, al menos aquí en España. Y es una verdadera pena, pues me consta
que en otros países europeos existen trabajos para empresas privadas cuya conciliación
familiar es notable. Por desgracia, en este bendito país, seguimos con la mentalidad
arcaica y anacrónica de pasar en el trabajo un número de horas superior al establecido en
el contrato laboral, con la intención de agradar al jefe o empresa. Pienso que es uno de
los mayores errores que pueden existir laboralmente hablando, además de ser claramente
anti-productivo para el empresario.
Mi sueño de estudiar música, incluso de poder dedicarme profesionalmente a ello, fue
lo que me impulsó a opositar. Me di cuenta que para llevarlo a cabo necesitaba tiempo,
pero también necesitaba tener cubiertas las necesidades básicas para vivir, pues anhelaba
una estabilidad a la hora de afrontar mi sueño.
Encuentra tu motivo, hazlo tuyo, que arraigue profundamente en tu interior y comienza
esta importante etapa de tu vida, porque te aseguro que vas a conseguir tu propósito y
podrás mejorar notablemente tu calidad de vida y por tanto tu felicidad.
NI SE TE OCURRA OPOSITAR
En mi trabajo conocí a una persona que se vanagloriaba de tener una gran memoria. Y
nunca puse en duda su capacidad. No era del gremio funcionarial, pero a veces trabajaba
junto a él. Le comenté que con esa gran memoria podría tener facilidad a la hora de
enfrentarse a una oposición y le pregunté si no se había planteado la posibilidad de
opositar y conseguir un trabajo como funcionario, pues durante diferentes charlas
mantenidas, parecía anhelar una situación laboral similar a la mía. Su contestación fue
cuando menos sorprendente.
“Yo no tengo, ni he tenido la suerte de ser un mantenido.”
Mi etapa opositora la puedo dividir claramente en dos partes, que coinciden con las
dos veces que pude presentarme a los diferentes exámenes para obtener plaza en la
Administración de Justicia.
En mi primera etapa tuve la fortuna de ser “un mantenido”. Cuando decidí opositar,
mis padres respetaron tal decisión y se comprometieron a mantenerme hasta presentarme
a los exámenes. Durante esta etapa lo único a lo que me dediqué a “full time”, fue a
estudiar la oposición gracias al esfuerzo económico de mis progenitores. Y por supuesto,
les estaré eternamente agradecido.
Yo tuve esta gran fortuna, que muchos de los lectores puede que no tengan. Pero
también he de decir algo al respecto. Sin lugar a dudas, mi segunda etapa dentro de la
oposición fue la más fructífera a efectos de rendimiento en horas de estudio, y en esta
etapa, trabajé y estudié a la vez.
Esto se debe a varios factores que expondré más adelante, pero en lo que aquí quiero
hacer hincapié, es que cualquiera puede opositar y obtener plaza, ya tengas la fortuna de
recibir apoyo económico durante tu periodo de estudio, o por el contrario, debas
compaginar el mismo con un trabajo para poder subsistir.
La persona que me dio la contestación a la que hace referencia este capítulo, puede
que tuviera algo de razón, pero lo que realmente creo que le ocurría es que deseaba tener
los mismos privilegios laborales a los que yo tenía acceso, y a pesar de poseer una gran
memoria, instrumento que podría serle de gran ayuda en nuestro difícil proceso, no estaba
dispuesto a asumir el enorme esfuerzo que supone opositar.
Su excusa fue tirar balones fuera. Él no era ningún mantenido y por ende no podía
opositar, pues no podía dedicarle el tiempo completo al estudio.
Es verdad que hay oposiciones que por su naturaleza o te dedicas plenamente al
estudio de la misma o las posibilidades de éxito al menos a medio plazo son
significativamente menores. Pero las que podríamos llamar “oposiciones asequibles” se
pueden compaginar sin duda alguna con un trabajo que no te robe de tu tiempo más de
ocho horas diarias.
ELEGIR UN PREPARADOR O ACADEMIA COMO GUIA.
Totalmente falso. Una de las razones por las que mi proceso selectivo tuvo una
duración tan notable en el tiempo fue precisamente por este motivo.
Por experiencia propia entre el final de un proceso selectivo y el inicio de otro
distinto, suele mediar un margen de dos años o dos años y medio.
Es cierto que en ocasiones, y por necesidades de la Administración para cubrir
puestos de trabajo, puede ocurrir que las oposiciones se convoquen una detrás de otra, de
forma anual, como ocurrió en su día con las oposiciones para Policía Nacional, pero a mi
juicio esto son ocasiones puntuales y excepcionales y así lo debemos de entender.
Los factores políticos también tienen un peso importante al igual que la situación
económica y social.
Evidentemente en época de crisis, el Gobierno hace todo lo posible por no aprobar en
los Presupuestos Generales del Estado, plazas a cubrir por funcionarios de carrera. De
todas formas he de decir que si nos encontramos en periodo electoral, los políticos harán
todo lo posible por agradar a sus futuros votantes y convocarán oposiciones en la medida
que los Presupuestos se lo permitan.
Así que al menos, cada cuatro años sabemos casi seguro que se convocarán
oposiciones para diferentes Cuerpos de la Administración, y además éstas tendrán un
número importante de plazas.
¿Y qué pasa entre medias de estos cuatro años?, pues que habitualmente se suele
convocar alguna que otra oposición con menor número de plazas, o bien, que las plazas
resultantes se acumulen para que el siguiente año se pueda producir una convocatoria con
un número aceptable de plazas.
La incertidumbre que cierne sobre la convocatoria de la oposición a la que nos
queremos enfrentar, es una de las cosas que más daño hace al opositor, hablando en
términos psicológicos. Puedo decir por propia experiencia, que puede llegar a desesperar
la cantidad de noticias falsas que trasladan tanto sindicatos como las propias academias
sobre la posibilidad de convocar o no plazas funcionariales.
Si después de que el Gobierno haya aprobado la Oferta de Empleo Público y se haya
confirmado que se convocan un número determinado de plazas que afectan a tu oposición,
ten por seguro, que si éstas se iban a convocar en mayo, a final pasarán a septiembre por
aquello del periodo estival, y muy probablemente comiencen los exámenes en octubre o
noviembre.
Lo que quiero manifestar aquí, es que cuando una noticia sea verídica pero
desconocemos fecha concreta, y existen rumores sobre un determinado mes en el que se
desarrollarán los exámenes, te aseguro que esto probablemente no sea así, y que te
encontrarás realizando el examen tres o cuatro meses después de aquella primera fecha
nacida de la rumorología opositora.
Te lo digo por tu propio bien, no te obsesiones por este tema. Tú continúa como hasta
ahora, poco a poco, trabajando día a día hasta el momento oportuno.
Yo por desgracia, sufrí la falta de convocatoria.
Entre las dos convocatorias a las que me presenté medió entorno a los dos años, dos
años y medio respectivamente.
Y es que yo comencé a estudiar mi oposición cuando hacía muy poco que se había
completado un proceso selectivo dentro de la Administración de Justicia, y aunque todas
la voces hacían presagiar que la próxima convocatoria estaba a la vuelta de la esquina, no
fue así, y tuve que esperar dos años y medio hasta verme físicamente realizando el primer
test para optar a una plaza dentro de la Administración.
Y esto puede parecer una eternidad para un opositor novato con poca experiencia en
los procesos selectivos y además con dedicación plena a esta actividad. En esta
situación, el opositor puede observar que a su alrededor hay otros aspirantes que se están
examinando dentro de los diferentes Cuerpos de la Administración, observará como sus
amigos se han colocado en puestos interesantes en diferentes empresas privadas y puede
que el aspirante tenga la sensación de que su evolución está siendo nula.
Mientras los demás al menos hacen algo – al menos hay opositores que se están
examinando- puede darse el caso de que tú todavía desconozcas cuando se llevarán a
cabo los exámenes pertenecientes a tu oposición, tendrás los oídos agotados de tanto
rumor infundado que no se cumple, y puede que pienses que tu oposición se ha estancado
y nunca más volverá a convocarse.
Esto es frustrante y desalentador. Aquí el opositor puede tener motivos más que
suficientes como para dejar de estudiar una determinada oposición y comenzar con otra
distinta, al observar que la que inicialmente se había preparado no tiene visos de
convocarse.
Mi experiencia me dice que hay que evitar a toda costa caer en este error. Durante mis
años opositores me presenté a exámenes distintos a los de los Cuerpos de la
Administración de Justicia, más concretamente a los de la Administración del Estado, e
incluso a las publicadas por la Universidad a Distancia (UNED). Pero lo hice por dos
motivos:
Por conocer el ambiente que se respiraba en un proceso selectivo y principalmente
porque mi mejor amigo también se hallaba opositando para la Administración del Estado,
por lo que en alguna ocasión le acompañé y también realicé los exámenes.
No es recomendable bajo mi punto de vista, cambiar de oposición en el transcurso del
proceso. La que has elegido previamente es la buena, la que vale, sobre la que tienes más
conocimiento y posibilidades de aprobar. En este tipo de procesos saltar de una
oposición a otra de diferente naturaleza no tiene sentido alguno y el nivel de fracaso es
muy elevado.
Durante mi proceso selectivo llegué a desesperar por no poder examinarme. Sé que es
fácil decirlo y difícil hacerlo, pero hay que tener calma y paciencia. Te aseguro que al
final la oposición se convoca y las dudas se disipan.
Quiero hacer una breve mención a algo que me sucedió durante mi proceso selectivo.
Como ya he reflejado anteriormente, me llegué a presentar a oposiciones distintas a la
mía.
Me presenté para la Administración del Estado sin aprobar el primer examen, pues
aunque había algún tema similar a mi oposición específica, la mayoría de las preguntas se
basaban en temario diferente al que yo estaba preparando.
Pasado un tiempo, el Estado y más concretamente el Ministerio de Hacienda
necesitaba funcionarios interinos para la época de la declaración de la renta, y tiraron de
aquellas personas que habían realizado los exámenes de la Administración del Estado. Y
a mí me llamaron. Me sorprendió enormemente. En ese momento podía haberme
incorporado para trabajar como funcionario interino en el Ministerio de Hacienda, pero
rechacé la oferta a pesar de la opinión contraria de algún ser querido dentro de mi
familia.
Y me salió bien la jugada. La explicación de esta decisión la encontrarás en el
siguiente capítulo.
PASAR LA PRIMERA NOTA DE CORTE
Igual que anteriormente te quise anunciar que tus opciones para aprobar todos los
exámenes de la oposición la primera vez que te presentes serán escasas, también he de
informarte que si has obtenido una buena preparación, pasarás sin grandes apuros la
primera nota de corte del primer examen de tu oposición. Y esto querido amigo no es
ninguna nimiedad.
Te darás cuenta que esa nota obtenida, te servirá en un futuro si es que no llegas a
aprobar la oposición en el primer intento, pues podrás formar parte de las bolsas de
trabajo interinas que se formen posteriores al proceso selectivo realizado.
Me parece muy importante, estar atentos a esta información y presentar la
documentación requerida por la bolsa de trabajo en el momento que la abran. Y tener uno
de los exámenes aprobados dentro del proceso selectivo te abrirá muchas puertas, y si
encima tu puntuación es elevada, probablemente recibirás más temprano que tarde, una
llamada para trabajar como interino dentro de la Administración a la que pretendes
acceder.
Es una ocasión única para observar desde dentro como será tu futuro trabajo.
Pero también he de ser sincero contigo. Lo más probable es que lo que te ofrezcan no
sea uno de los mejores puestos dentro de la Administración. De hecho hay grandes
posibilidades de que sea bastante ingrato.
En mi caso y gracias a las notas obtenidas y a pesar de no haber conseguido plaza
alguna, me llamaron para trabajar en la Administración de Justicia, de diferentes bolsas
dentro de la Comunidad de Madrid.
Trabajé como Tramitador en un Juzgado de Instrucción con sus correspondientes
guardias, y posteriormente también me llamaron para trabajar como Gestor en la
Audiencia Provincial de Madrid.
Curiosamente las mejores notas que obtuve la primera vez que me presenté fue en el
proceso selectivo para acceder al Cuerpo de Auxilio Judicial, y a pesar de ello nunca
recibí llamada alguna de esta bolsa. Pienso que la titulación presentada fue decisiva para
que me llamasen de uno u otro puesto.
Por eso siempre animo a la gente a opositar. Aunque parezca que hemos fracasado en
nuestro primer intento, no me cabe ninguna duda de que si participamos posteriormente
dentro de las bolsas de trabajo que se suelen formar después de estos procesos, seremos
llamados para ocupar vacantes de funcionarios de carrera.
MI MÉTODO DE ESTUDIO
En este capítulo voy a hacer referencia al método de estudio que utilicé durante mi
periodo opositor manifestando que fue radicalmente distinto al método de estudio que
desarrollé durante mi carrera de Derecho.
Es muy diferente la forma de estudiar para aprobar un examen tipo test que para
aprobar un examen a desarrollar.
Durante la carrera, la mayoría de exámenes que realicé fueron a desarrollar, esto es, te
hacían unas cuantas preguntas y contestabas sobre el papel todo lo que habías
memorizado previamente durante la época de estudio.
En un examen tipo test, evidentemente no has de desarrollar ningún tema, debes
contestar a una pregunta formulada con cuatro respuestas alternativas.
Aquí de nada te sirve memorizar como un papagayo una determinada lección, has de
comprender la materia que has estudiado, y a la vez memorizar hasta el más mínimo
detalle, pues dependiendo de cómo nos enuncien una pregunta, la contestación correcta
puede variar enormemente.
De hecho, en más de una pregunta de examen tipo test, hay trampa, esto es, el
enunciado de la pregunta es tan rebuscado que puede llevar a confusión.
Conocí algún opositor que estudiaba directamente haciendo exámenes tipo test, pero a
mi juicio eso es una pérdida de tiempo, pues como anteriormente he mencionado, basta
que nos cambien una palabra en el enunciado de la pregunta a contestar, para que la
respuesta correcta cambie radicalmente.
Como sobre todo preparé las oposiciones a Auxilio Judicial y Tramitación, y el
sistema de examen estaba basado en el tipo test, tuve que cambiar “el chip” a la hora de
estudiar la materia.
Para memorizar los artículos de la ley, lo que hacía básicamente era leerme los
artículos que nuestro preparador nos había indicado. Después de una primera lectura, me
dedicaba a analizar artículo por artículo y observar si entendía bien el contenido. Una vez
entendido, volvía a leer el artículo varias veces para ir grabando en el disco duro el
contenido del mismo. Cuando después de muchas lecturas parecía que estaba entendido y
memorizado, pasaba inmediatamente al siguiente y llevaba a cabo el mismo proceso.
Cuando por fin llegaba al último artículo de la ley, me disponía de nuevo a realizar un
repaso general a todos los artículos y percatarme si la comprensión y memorización de
éstos había sido correcta. De no ser así, analizaba el posible error y volvía a realizar de
nuevo lo anteriormente expuesto.
Por supuesto, subrayaba los artículos, y aquí no era como en la Facultad que debías
subrayar solo lo más importante, y es que en una oposición por desgracia todo es
importante, por lo que mis leyes estaban totalmente coloreadas y subrayadas.
Aunque por supuesto intentaba que la técnica de subrayado fuese coherente. Por
ejemplo, cuando en un artículo determinado expresaba que una resolución debía ser
aprobada por auto, esta palabra la subrayaba de color distinto para resaltarla, e intentar
recordar que tal dictamen no era ni por providencia ni por decreto, sino por auto.
En el estudio de una cantidad de cincuenta artículos, memorizar lo anteriormente
expuesto puede ser tarea más o menos llevadera.
El problema radica cuando has de acordarte de los ochocientos veintisiete artículos de
los que consta la LEC. Por eso el estudio continuado, entendiendo el artículo en su
totalidad y la lectura repetida del mismo nos llevará a controlar la materia de estudio.
Por lo tanto yo me pasaba horas leyendo y releyendo un determinado número de
artículos, pero no los intentaba reproducir en mi cabeza, pues creo que ese método era
más adecuado para el examen a desarrollar.
Conocí a una chica en la primera academia, cuyo método de estudio era escribir en
papel los artículos que previamente había memorizado.
Personalmente, creo que es una pérdida de tiempo estudiar de esa forma para un
examen tipo test. Pienso que para este tipo de exámenes el mejor sistema es leer una
cierta materia las veces que haga falta hasta estar seguro de poder contestar perfectamente
a una pregunta formulada, independientemente de la forma en la que se redacte dicha
pregunta. Por supuesto, es indispensable entender la materia que se está estudiando, y en
caso contrario, nuestro preparador nos aclarará cualquier duda que tengamos al respecto.
Si has estudiado bien durante la semana, la materia estará comprendida y podrás
defenderla mejor o peor en el examen semanal, pero la dificultad radicará sin duda, en la
gran cantidad de materia que has tenido que asimilar durante dicha semana. Y esto mismo
se puede aplicar a largo plazo.
Por eso, no me cabe ninguna duda de que cualquiera puede aprobar una oposición
siempre y cuando no tenga alguna discapacidad mental que le impida comprender y
memorizar la materia del temario.
El temario de las oposiciones “factibles” o “medias”, no es en sí mismo complejo, la
complejidad radica en la inmensa materia a abordar.
Por tanto, el que acaba aprobando la oposición, es aquella persona que ha realizado su
trabajo diario, la que ha ido superando las pequeñas dificultades del examen semanal
desarrollado por el preparador a imagen y semejanza del examen oficial.
Respecto a aquellas oposiciones que tienen al menos algún examen a desarrollar, el
método de estudio se acerca más al de una carrera universitaria, leyendo, entendiendo,
memorizando y posteriormente desarrollando en el papel a la mayor velocidad posible
todos los conocimientos adquiridos. En estas oposiciones, la dificultad aumenta no solo
por la mayor cantidad de materia a digerir, sino porque debemos dominar los distintos
métodos de estudio.
Respecto a aquellas oposiciones en las que el opositor debe “cantar” los temas ante un
tribunal, desconozco el método de estudio aunque me lo puedo imaginar. No obstante este
manual está concebido para orientar al opositor en procesos selectivos digamos algo
menos complejos.
CONCURSO-OPOSICION
Si por cualquier motivo, tuvieras una discapacidad del 33% o incluso mayor, pero
ésta no te limita respecto al estudio y la memorización, te animo enormemente a que
oposites y obtengas plaza como funcionario de carrera.
El proceso selectivo para las personas discapacitadas suele ser más benevolente que
el habitual. Las pruebas a realizar son las mismas, pero las notas de corte para obtener
plaza suelen ser inferiores al procedimiento habitual.
Normalmente la primera nota de corte del primer ejercicio suele estar en 50 puntos,
por lo que pasar el primer examen es bastante factible.
Evidentemente, esto no quiere decir que la persona discapacitada no ha de estudiar, al
contrario, en una oposición libre, el estudio debe ser intenso, pero digamos que en este
caso no requiere tanto esfuerzo para conseguir nuestro último propósito.
Mi mejor amigo, el cual tiene una discapacidad del 33%, opositó para la
Administración del Estado, obteniendo plaza como funcionario de carrera. Estudió en la
misma época que yo, y tampoco obtuvo plaza la primera vez que se presentó, pero con
tesón y determinación pudo conseguir su objetivo.
El ritmo de estudio y sacrificio de mi amigo aun siendo importante, no fue tan elevado
como el que yo me marqué en mi proceso selectivo, y en cambio fue suficiente para
obtener plaza como funcionario de carrera.
Creo realmente, que es una muy buena opción para las personas discapacitadas optar
por estudiar una oposición, además pienso que los derechos de las personas
discapacitadas tienen mayor protección en el ámbito de la Administración Pública.
LA BIBLIOTECA, MI INSEPARABLE AMIGA
La biblioteca fue durante mi etapa opositora mi amiga del alma. A lo largo de mi vida
como estudiante he estudiado de diversas formas: en mi habitación, en el salón de la casa
de mis padres dando vueltas mientras repetía la lección en voz alta, o en la biblioteca.
Llegó un momento en el que era incapaz de estudiar en casa, había demasiadas
tentaciones, sobre todo mis guitarras estaban al alcance de la mano y podía distraerme
con gran facilidad.
Un par de horas en la biblioteca eran igual de fructíferas que cuatro o cinco estudiando
en casa.
Algunas personas pueden encontrar la biblioteca como un lugar de distracción
constante, por la gran cantidad de personas que suelen utilizar sus instalaciones, pero en
mi caso, fue un bote salvavidas totalmente necesario.
En la biblioteca, yo estudiaba intensamente, pues no me quedaba otra cosa que hacer.
Allí no se encontraba el señor frigorífico del que pudiera hacer uso para apaciguar mi
hambruna constante, mis guitarras estaban lejos y no parecía existir otra opción más que
estudiar.
Si consigues encontrar una biblioteca con gran ambiente de estudio, en la que te
sientas cómodo, creo que puedes sacar mucho provecho de ella. Además, a mi
particularmente, observar a otras personas estudiando al mismo tiempo que yo, me
motivaba para continuar con mi habitual tarea diaria.
Cuando lleves tiempo estudiando en una determinada biblioteca, observarás que hay
diferentes estudiantes que se encuentran en la misma situación que tú, esto es, opositando.
Tómalos como ejemplos reales y palpables, para que todos los días que te dirijas a la
biblioteca, intentes aprovechar el tiempo al máximo, de la misma manera que los demás
estudiantes u opositores.
Por supuesto, hay personas que van a la biblioteca a hacer cualquier cosa menos
estudiar. Por eso, es necesario encontrar una biblioteca que se adapte a tus necesidades,
donde haya gran número de opositores, incluso aunque ésta se encuentre algo retirada de
tu domicilio. El ambiente de estudio es fundamental.
Normalmente, las bibliotecas suelen abrir de lunes a viernes quedando los fines de
semana cerradas, salvo que en épocas de exámenes abran de forma excepcional.
En mi caso, a pesar de haber frecuentado varias bibliotecas distintas, solía acudir los
días de diario a una biblioteca determinada, y el fin de semana concurría a una sala de
lectura cerca de casa, que abría prácticamente todos los fines de semana del año.
Si no tienes la suerte de que en tu zona de residencia existan bibliotecas o salas de
estudio que abran incluso los fines de semana, te aconsejo que encuentres un lugar de
estudio, en el que te sientas cómodo y lo más alejado posible de ruidos, personas de tu
entorno y demás distracciones que puedan desviar tu atención. Esto es sumamente
importante. Un opositor sin un lugar adecuado para el estudio jamás podrá progresar.
El fin de semana para un opositor-trabajador es muy importante. Nuestro rendimiento
de estudio, aumenta exponencialmente al no tener la obligación de ir a trabajar. Por eso es
sumamente significativo que el fin de semana podamos ubicarnos en un lugar de absoluto
silencio y concentración.
CREANDO EL HÁBITO
Una de las mayores dificultades que los aspirantes encuentran durante el periodo
opositor, es encontrar el hábito de estudio, pues hay personas que se incorporan a la
oposición habiendo dejado sus estudios años atrás.
En mi caso, crear un hábito de estudio nunca me supuso un gran problema, pero puedo
entender que otras personas no estén tan acostumbradas a esta nueva situación y
encontrarse francamente incómodos.
Yo siempre asumí mi papel de opositor como un trabajo más.
Fue para mí como una situación temporal en la que tenía dos trabajos con las
diferentes obligaciones que cada uno acarreaba.
Por la mañana, entraba a mi hora habitual de trabajo en el Juzgado o Audiencia
correspondiente, y por la tarde, a la misma hora de siempre, justo después de comer
descansaba mi cuerpo en cualquier silla de la biblioteca y abría mis libros.
El hábito de estudio se consigue con acciones, que se convierten repetitivas y
constantes y a las que después de un tiempo determinado el cuerpo y la mente se
acostumbran. Y cuanto antes mejor, por eso mis desplazamientos a la biblioteca formaban
parte del ritual monótono en el que como opositor me hallaba.
Puede llegar a ser muy aburrido, pero es necesario llevar a cabo las mismas acciones
todos los días para habituarnos cuanto antes a nuestra situación y tomar conciencia de los
deberes que implica ser un opositor en toda regla.
Y cuando lo tenemos interiorizado ya ejecutamos nuestras acciones por inercia.
Recuerdo cuando después de mi mañana de trabajo en la Audiencia Provincial, iba a
mi casa, comía, y antes de que me pudiese entrar la modorra del almuerzo, cogía mis
leyes y demás material y me dirigía a la biblioteca.
No te voy a engañar, la primera media hora en la biblioteca era totalmente soporífera.
Mi rendimiento entonces era prácticamente nulo pues aún me encontraba haciendo la
digestión, pero era fundamental que me encontrase en ese ambiente de estudio, porque al
recuperarme de mi situación de atontamiento estaba donde tenía que estar, con la Ley de
Enjuiciamiento Civil abierta encima de mi atril esperando a ser devorada.
Debes por tanto, asumir que tienes que ponerte a estudiar y que no hay alternativa
posible, es otro trabajo más añadido al que ya tienes – si es que lo tienes- y que no
puedes faltar pues en caso contrario te pueden despedir. Aquí no hay jefe que te despida,
pero sí una Administración que te puede impedir el acceso a ella si no has ido a trabajar
todos los días como estipula el contrato del opositor. Solo en caso de enfermedad
debemos asumir la posibilidad de no acudir a nuestra cita estudiantil, deseando en
cualquier caso, recuperarnos enseguida para poder dar lo mejor de nosotros mismos.
Todo el tiempo que invirtamos en el estudio durante nuestra etapa como opositores
será revertido exponencialmente para poder utilizarlo en el futuro como cada uno
buenamente desee. Esto es una inversión a medio o largo plazo cuyos dividendos nos
reportarán una felicidad laboral inmensa.
ELIGE A TU LIEBRE
Durante nuestro proceso, observaremos como hay ciertos días o semanas que nuestro
rendimiento de estudio es francamente notable, y en cambio, por desgracia, habrá también
días y semanas en los que nuestro rendimiento de estudio no sea el deseado. Y así
debemos asumirlo.
No somos máquinas, y por diferentes motivos podemos estar en determinados
momentos más concentrados que en otros. En cualquier caso y parafraseando a Picasso
“que la inspiración me llegue cuando esté trabajando”, debemos aprovechar esas rachas
de gran concentración y que cuando aparezcan éstas, nos encontremos en el ambiente
adecuado para sacar el mayor provecho de ellas. Si la inspiración, concentración o como
quieras llamarlo acude a nuestra puerta y nosotros no estamos ante el material de estudio,
perderemos una oportunidad única, por ello, el opositor debe estudiar todos los días
siempre y cuando los problemas de salud no se lo impidan.
Hace tiempo, leí el libro escrito por Pilar Urbano sobre el juez Baltasar Garzón, y en
este, se hacía mención al periodo en el que Baltasar estuvo opositando a judicatura.
Comentaba en el libro como él aprendió a estudiar cansado, asumió su continuo estado de
agotamiento y aun así consiguió estudiar y rendir. Aprobó la oposición en tiempo record.
En mi caso, lo que más mermaba mi concentración era el cansancio mental. Mi fuerza
de voluntad fue siempre sobresaliente pero mi concentración no tanto, por ello, debía
echarle más horas que algunos de mis compañeros opositores.
Cuando me dediqué exclusivamente al estudio de la oposición, estudiaba ocho horas
diarias de lunes a viernes. El viernes por la noche quedaba con mi compañeros del grupo
de funk-rock que tenía entonces y cuando llegaba el fin de semana y no me encontraba en
la recta final del proceso, me permitía desconectar unas horas, por ejemplo, iba a jugar al
futbol-sala los sábados con mis amigos y los domingos por la tarde mi chica y yo nos
íbamos al cine. Pero el resto de las horas me las pasaba en la biblioteca.
Cuando digo que me pasaba ocho horas estudiando he de matizar la frase. Realmente
no estaba las ocho horas estudiando porque la concentración se ve mermada a medida que
avanza el día, y además, dentro de las ocho horas contabilizo los descansos que
realizaba, que normalmente eran uno por la mañana y otro por la tarde. Es más correcto
decir que pasaba unas siete u ocho horas en la biblioteca cada día.
Evidentemente en mi segunda época, el trabajo que realizaba por la mañana me
impedía estar tantas horas en la biblioteca, pero mis cuatro o cinco horas por la tarde no
me las quitaba nadie. Y además, como ya comenté anteriormente, fue quizás mi época más
productiva en cuanto a mi rendimiento de estudio. Por supuesto, el cambio de academia
fue fundamental, al igual que mi nueva organización horaria, al no tener que desplazarme
tres veces a la semana para recibir clases en la academia.
Cuando por cualquier motivo, debes emplear menos tiempo a una actividad a la que
solías consagrar mayor dedicación, parece que el cuerpo humano se activa con el objeto
de obtener el mayor rendimiento posible a ese menor número de horas.
No es tanto, la ingente cantidad de horas que dediquemos al estudio, sino la calidad
del mismo. Aunque no hay que llamarse a engaño, al menos debemos dedicar cuatro o
cinco horas de estudio diarias a la oposición.
En mi segunda etapa, eliminé alguna de mis actividades “extraopositoras”, como jugar
al futbol, ya que pensaba que debía aprovechar el fin de semana al máximo para
dedicárselo al estudio. Además, cuando terminaba los partidos, mi cansancio físico era
importante y podía influir en la calidad de mi estudio.
Respecto a esto último debo hacer una aclaración. Pasé muchas horas de estudio frente
al atril en la biblioteca y mi ejercicio físico durante todo el proceso opositor fue más bien
escaso. Creo que debía haber realizado mayor actividad física durante los años que pasé
estudiando, y además que esta actividad física hubiera sido moderada y continua. Hacer
footing durante quince o veinte minutos todos los días al terminar mi jornada de estudio
podía haberme hecho mucho bien. Sé que cuando uno termina de estudiar durante una
intensa jornada de estudio, lo que menos le apetece es hacer cualquier otra actividad,
pero el cuerpo también necesita desintoxicarse.
Probablemente también por eso estuve tan cansado durante todo mi proceso, aunque
hablo desde la suposición. Debí de realizar mayor ejercicio moderado. Creo que es un
buen consejo que te puedo dar.
EL ATRIL, MI SEGUNDO MEJOR AMIGO
Durante la carrera jamás utilicé atril para estudiar cuando iba a la biblioteca.
Como opositor, deberías estudiar siempre con atril, es más, deberías tomártelo como
una obligación. La cantidad de horas que dedicamos al estudio, pueden pasarnos factura
físicamente si no ponemos los medios adecuados para que esto no ocurra.
Estudiar con atril, es uno de los mejores consejos que te puedo dar. Tener el cuello lo
más recto posible, durante nuestro estudio va a ser imprescindible, pues de lo contrario
nos visitarán las famosas contracturas y sobrecargas que no solo nos afectarán
físicamente sino también psicológicamente y por lo tanto mermará nuestro rendimiento de
estudio.
Recuerdo estudiando la carrera que veía a más de una persona llevarse el atril a la
biblioteca y me parecía un absurdo. No podía estar más equivocado.
Yo utilicé uno de madera y después uno de plástico, este último más práctico y
liviano, que todavía conservo, en cambio el de madera tuve que tirarlo a los dos años del
proceso pues no aguantó los viajes de ida y vuelta en mi mochila.
REMORDIMIENTOS DE CONCIENCIA
Como la etapa del opositor es tan extensa en el tiempo, es inevitable que tengamos que
acudir en diferentes ocasiones a acontecimientos sociales no planeados en nuestro mapa
de ruta. O bien, simplemente estemos realizando una actividad distinta al estudio en un
momento determinado cuando debiéramos estar delante de nuestro material de estudio.
Si en estas ocasiones sentimos remordimientos de conciencia, si se nos enciende el
“chip” de “debería estar estudiado en vez de…”, te adelanto que vamos por el buen
camino.
Eso significa que has interiorizado totalmente el papel de opositor, que la oposición se
ha convertido en tu principal meta a alcanzar y que sientes gran responsabilidad por
obtener al final la preciada recompensa. En estos casos, simplemente, lo mejor es
disfrutar del momento y en cuanto se pueda, volver a nuestra rutina diaria de estudio que
colmará de satisfacción a nuestra conciencia.
Debemos en cambio, intentar que éstas situaciones no se produzcan habitualmente ya
que eso significaría que no estamos haciendo el trabajo que debiéramos, pero insisto, si
esta situación se nos plantea muy de vez en cuando, significa que nuestro nivel de
exigencia para con nosotros mismos está siendo elevado.
TENSIÓN EN EL ESTUDIO
Es necesario que sintamos como opositores una tensión diaria para poder rendir al
máximo durante nuestras horas de estudio. Pero ojo que estoy hablando de tensión y no de
ansiedad. La tensión constante bien llevada nos alzará a la cumbre.
En mi caso, tener que evaluarme semanalmente en la academia y observar los
resultados obtenidos, me producía esa tensión necesaria para dar lo mejor de mí mismo
en el estudio semanal.
Me imaginaba que ese examen que realizábamos todos los miércoles por la tarde, era
el verdadero examen oficial, en el que me estaba jugando obtener o no plaza en la
Administración de Justicia.
Pero no debemos permitir que esa tensión se convierta en ansiedad y nos bloquee
mientras estudiamos pues las consecuencias serían fatales.
El peor enemigo del opositor no son las 15.000 personas que se puedan presentar a la
oposición que nosotros estamos preparando, el peor enemigo del opositor es uno
mismo.
Si esa tensión se convierte en nervios incontrolados poco bien nos va a hacer.
MANEJANDO LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
Durante nuestro proceso selectivo, aflorarán sin que podamos evitarlo, sentimientos
de inferioridad y culpabilidad, que no nos ayudarán nada en nuestro propósito.
Cuando tu preparador se disponga a dar una segunda vuelta al temario y te percates
que mucha de la materia que habías previamente estudiado ha desaparecido de tu
memoria, sentirás sentimientos de inferioridad e incapacidad, pero te aseguro que le
ocurre a todo el mundo.
Es tanta la materia que debemos de afrontar, que es imposible mantener en la memoria
tal ingente cantidad de datos, y por ende es necesario repasar las veces que sean
necesarias.
Cuando por éste u otros motivos, te visiten pensamientos con carga negativa déjalos
estar, no profundices en ellos, y si quieres analizarlos hazlo desde un punto de vista
objetivo. Si piensas que no estás preparado, que todos los demás opositores van mucho
mejor que tú a pesar de tener un gran preparador y un ritmo óptimo de estudio,
probablemente estés siendo muy subjetivo e injusto contigo mismo.
Tener este tipo de pensamientos es humano y puedes revertir la carga negativa de los
mismos para exigirte aún más y elevar tu nivel de preparación.
Recuerdo perfectamente, ya en mi etapa final como opositor, cuando habíamos
superado las pruebas de Auxilio Judicial y nos encaminábamos hacia las de Tramitación
Procesal, manifestar a mis compañeros opositores que hubiera dado mi brazo derecho por
aprobar la oposición quedando el último dentro de la nota de corte establecida. Mis
compañeros me confirmaron que tenían este mismo tipo de pensamientos antes de
enfrentarse a los exámenes selectivos.
Ninguno de nosotros tuvimos que preocuparnos pues nuestra nota media obtenida en el
proceso superó con creces la nota de corte establecida, pero con ello quiero hacer
constar como todos y cada uno de mis compañeros y yo incluido, tuvimos serias dudas
sobre la posibilidad de obtener plaza como funcionario de carrera, aun cuando nuestra
preparación fue a todas luces ejemplar.
Conocí a una compañera interina trabajando en la Audiencia Provincial, que al igual
que yo, se había presentado varias veces a los exámenes de la oposición y además, daba
la casualidad que estuvo varios años en la misma academia y con el mismo preparador
que me instruyó.
Decir que la compañera no pudo aprobar a pesar de pasar las notas de corte del
primer ejercicio, y me comentó que en la academia era una de las mejores, y que en los
exámenes semanales obtenía las mejores notas, pero cuando se tuvo que enfrentar en
diferentes ocasiones a los exámenes oficiales, los nervios, la ansiedad y los pensamientos
negativos no le permitieron obtener el resultado esperado. Después de varios años tuvo
que dejar la oposición, aunque me consta que aún trabaja de funcionaria interina.
Estos casos creo que son excepcionales, pero ilustran muy bien cómo se puede tener
una gran preparación y no obstante no llegar a la meta final. Aquí el error no radica en el
método de estudio, el tiempo dedicado al mismo, o el preparador o academia. El
problema radica en uno mismo y la forma de reaccionar ante una situación estresante
como la de un examen oficial de nuestra oposición.
No podemos permitir, bajo ningún concepto que tal estado de nerviosismo nos impida
alcanzar nuestro objetivo cuando hemos hecho bien nuestro trabajo, y éste debe ser
nuestro gran aval cuando nos acucien los pensamientos negativos.
Cuando hemos realizado un excelente trabajo diario durante años, obteniendo buenas
calificaciones en los simulacros de examen de nuestro preparador, cuando éste, por su
experiencia, nos informa que estamos lo suficientemente preparados para afrontar la
última etapa, debemos sentirnos satisfechos con nosotros mismos, y dirigirnos hacia los
exámenes con la conciencia absolutamente tranquila, dispuestos a echar el resto y dar lo
mejor de nosotros mismos en la realización de la prueba.
Por regla general, y por propia experiencia, te puedo asegurar que tales ideas y
pensamientos no son en absoluto objetivos, sino que tienen una carga subjetiva brutal.
Como claro ejemplo de ello, me remito a las ideas que me sobrevinieron cuando
realicé mi segundo examen para optar a una plaza de Auxilio Judicial. Recuerdo entonces
que estaba realmente nervioso, el corazón me latía a mil por hora, pues sabía que estaba
muy cerca de pertenecer al selecto mundo del funcionariado.
El trabajo estaba hecho, solo quedaba realizar el examen. Decirte que me sobró para
la contestación del mismo alrededor de veinte minutos. Las respuestas me vinieron claras
a mi mente.
Pues bien, durante el examen al tener tanto tiempo libre para repasar el mismo,
comencé a pensar que la prueba era realmente fácil, que todos los demás que estaban
conmigo en el aula realizando el test tenían igual percepción que yo, y que la nota de
corte probablemente estaría incluso cerca de los cien puntos.
Esta forma de pensar fue totalmente subjetiva.
Obtuve una puntuación de 90, y la nota de corte se estableció en 67,50 puntos.
Hay que ser capaces de identificar esos pensamientos negativos basados en la
subjetividad absoluta y tomarlos como lo que son, ideas sin fundamento que tenemos por
ser humanos, pero que en ningún momento deben influirnos para la obtención de nuestra
meta.
PREFIERO 5 A 35
Recuerdo un día como opositor cuyo ánimo estaba muy lejos de ser el deseable. Le
manifesté tal situación a un compañero de trabajo, indicándole que al paso que iba,
aprobar la oposición me iba a costar al menos cinco años de mi vida, pues no me sentía
preparado del todo para afrontar con éxito la misma.
Mi compañero sorprendido me dijo que no estaba siendo nada objetivo, y que aun
siendo cierto mi planteamiento, era mejor cinco que treinta y cinco.
Sin entender aquella expresión le miré fijamente y le solicité una explicación in situ.
Con gran tranquilidad, me trasmitió la siguiente idea que me dejó gratamente
convencido.
- Félix, es mejor que dediques cinco años de tu vida al estudio de las oposiciones y
obtengas el resultado deseado aunque ello suponga un gran sacrificio, que por el
contrario, no hagas nada al respecto y sigas durante 35 años o más en un trabajo que
aborrezcas, donde te expriman y te roben tu bien más preciado que es tu tiempo. Cuando
apruebes la oposición te darás cuenta que el tiempo que has invertido para mejorar tu
vida ha sido una minucia comparado con el tiempo que un trabajador normal desperdicia
durante sus jornadas maratonianas en muchas empresas privadas.
MIS EXAMENES UNO A UNO
La primera vez que oposité decidí hacerlo por Andalucía, ya que el número de plazas
(209, reservando 11 para discapacitados) parecía ser importante, y además pensé que las
oportunidades de obtener plaza serían mayores que en Madrid, Comunidad que suele
acabar con una nota de corte elevada al menos en Justicia.
Realicé las pruebas en la Universidad de Málaga (una de las sedes de Andalucía), y
en el primer examen obtuve una nota aceptable de 75 puntos, pasando la nota de corte la
cual se situó en los 70,25 puntos.
Pasado un mes más o menos, realicé mi segundo examen tipo test. Fue un examen a mi
juicio de gran dificultad, y obtuve una puntuación de 70,50. La nota de corte en
Andalucía se quedó en 78,25 puntos y recuerdo que fue la más alta de toda España, más
alta incluso que la de Madrid. Me quedé lejos de aprobar la oposición.
Me presenté por Madrid, pues el número de plazas fue notable, 355 de las cuales 19
se reservaron para discapacitados. He de aclarar que no recuerdo las notas que obtuve ni
en el primer, ni en el segundo examen, pasando en cualquier caso las notas corte de
ambos exámenes.
La primera nota de corte del primer ejercicio se estableció en 58 puntos.
El segundo ejercicio se dividía en dos pruebas distintas a realizar el mismo día.
Primero el ejercicio tipo test, 20 preguntas basadas en un caso práctico, a contestar en
media hora. La nota de corte quedó en 20 puntos, y cada pregunta acertada contaba 2
puntos. Creo recordar que el caso práctico se basó en un juicio cambiario aunque no
estoy seguro.
En la segunda parte de la prueba tuvimos que reproducir mecanográficamente un texto
a ordenador en Word, con los requerimientos que establecía el Tribunal (recuerdo que
tuvimos que realizar una tabla, además de sangrías y demás…). La nota de corte quedó en
15 puntos para la parte de velocidad y otros 15 puntos para la parte de los requerimientos
establecidos por el Tribunal.
Al final del proceso contando ya la fase de concurso, obtuve el puesto 85 dentro de la
Comunidad de Madrid.
Quiero hacer referencia aquí de lo largo que se nos hizo el día del segundo examen.
Recuerdo llegar a las ocho de la mañana a la Universidad Autónoma de Madrid y salir
hacía mi casa a las 18.00 horas de la tarde, y no solo eso, apenas comí nada, pues estaba
continuamente pendiente de que me llamaran para realizar el ejercicio mecanográfico de
Word.
Desconozco como están actualmente organizadas estas pruebas pero te puedo asegurar
que en mi caso fue un absoluto caos. Debido a que no existen ordenadores para todos los
aspirantes al cuerpo de Tramitación Procesal y como las bases establecen que el segundo
examen con sus diferentes pruebas debe realizarse el mismo día, la confusión, el
nerviosismo y el caos estuvieron a la orden del día. Te aconsejo que si vas a realizar este
examen te lleves un sándwich, fruta y demás y te armes de paciencia.
No pude ni siquiera realizar el primer examen a pesar de que había pagado tanto las
tasas del mismo como el avión que me llevaba directo a Gran Canaria.
Cometí el error de comprar los billetes de avión el mismo día del examen para no
tener que hacer noche en la isla. Fue un tremendo error y espero que no te acurra a ti.
Cuando llegué al aeropuerto de Barajas a las cinco y media de la mañana, me informaron
de que había overbooking y que mi sitio estaba ocupado, todo el avión estaba ocupado y
me ofrecieron viajar en otro avión pero ya más tarde del horario establecido.
Pero con el billete que me ofrecían ya no me daba tiempo a llegar a la isla, coger un
taxi y personarme en el examen. Fue una estupidez por mi parte, aunque ya por aquella
época mi mente estaba en otra cosa, pues había conseguido los dos objetivos
primordiales y Gestión no estaba dentro de los planes establecidos. Aun así, no debía
actuar de aquella manera y tendría que haber viajado el día anterior a las Islas.
Por cierto que me presenté, o mejor dicho, me quise presentar por Canarias porque la
nota de corte suele ser inferior en las islas, y así ocurre la mayoría de las veces.
Dejo aquí, por si a alguien le pudiera interesar, la dirección en internet de una página
en la que se puede comprobar el número de plazas ofertadas para la Administración de
Justicia y las diferentes notas de corte establecidas desde el año 2000.
http://aulamalacitana.es/Aula_Malacitana/Esquemas_files/Estadi%CC%81sticas.pdf
FINAL