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OPOSITA Y APRUEBA

AUTOR: FÉLIX LENGUAS

PRÓLOGO: ÁLVARO RUIZ GÓMEZ

PORTADA: JAVIER GUTIÉRREZ LENGUAS

Todos los derechos reservados. Queda prohibida su reproducción total o parcial por
cualquier medio, sin la previa autorización escrita del autor.
A Carmen
Índice
Contenido
PROLOGO
CUANDO ME CONVERTI EN UN OPOSITOR SIN YO SABERLO
POR QUE ESTUDIAR UNA OPOSICION
NI SE TE OCURRA OPOSITAR
YO NO TENGO LA SUERTE DE SER UN MANTENIDO
ELEGIR UN PREPARADOR O ACADEMIA COMO GUIA
NUNCA OPOSITES POR TU CUENTA
PLAN DE ESTUDIOS
OPOSITA AL CUERPO MAS ALTO QUE PUEDAS
APROBAR A LA PRIMERA
LA OPOSICION SE CONVOCARÁ ANUALMENTE
PASAR LA PRIMERA NOTA DE CORTE
MI MÉTODO DE ESTUDIO
CONCURSO-OPOSICION
DISCAPACIDAD DEL 33%
LA BIBLIOTECA, MI INSEPARABLE AMIGA
CREANDO EL HÁBITO
ELIGE A TU LIEBRE
LA OPOSICION Y TU PAREJA O FAMILIA
IMPREVISTOS QUE NOS PUEDEN ACAECER
SUMIAL SI, SUMIAL NO
EL OPOSITOR LO ES TODOS LOS DÍAS DEL AÑO
RENDIMIENTO DIARIO Y HORAS DE ESTUDIO
EL ATRIL, MI SEGUNDO MEJOR AMIGO
REMORDIMIENTOS DE CONCIENCIA
TENSIÓN EN EL ESTUDIO
MANEJANDO LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
PREFIERO 5 A 35
MIS EXAMENES UNO A UNO
FINAL
SOBRE EL AUTOR
PROLOGO

Este manual está dirigido a aquellas personas que tienen la intención de embarcarse en
un proceso selectivo para obtener una plaza como funcionario de carrera en alguna de las
Administraciones del Estado.
Nace de la necesidad del autor de aconsejar a futuros opositores de forma llana y
sencilla, en formato libro autoayuda, para que éstos toleren esta compleja etapa de su
vida de la mejor manera, y consigan llegar al objetivo establecido lo antes posible.
El autor aconseja al opositor en base a su experiencia, advirtiendo al estudiante los
errores y aciertos en los que puede incurrir durante el proceso selectivo.
También advierte al estudiante, de los posibles estados mentales y físicos a los que se
verá sometido y la mejor manera de sobrellevarlos. Nadie mejor que un funcionario de
carrera que ha “sobrevivido” al proceso selectivo, para aconsejar a los futuros
opositores sobre este aspecto.
Hoy en día no existe oposición fácil, todas y cada una de ellas conllevan un gran
esfuerzo físico y mental por parte del estudiante, requiriéndole una gran fuerza de
voluntad y madurez para no abandonar antes de tiempo.
A pesar de la dificultad a la que el opositor se ve sometido, el autor aconseja si es que
aquel está convencido, a opositar siguiendo un método de estudio determinado, siendo su
herramienta fundamental la constancia diaria, basada en el esfuerzo y dedicación.
Todo el mundo puede aprobar una oposición, siempre y cuando no tenga grandes
limitaciones psíquicas que le impidan comprender y memorizar la materia a estudiar.
No hace falta ser un superdotado o tener una memoria prodigiosa, ni siquiera ser
especialmente inteligente. De hecho, éstos últimos son los que suelen abandonar esta
carrera de fondo, al no obtener los resultados deseados a corto plazo.
Si el estudiante sigue las pautas establecidas en este manual, si todos los días se
recuerda a sí mismo el motivo por el que está realizando tan arduo esfuerzo, si con
paciencia y determinación consigue esquivar los obstáculos a los que a buen seguro
deberá hacer frente, el éxito está asegurado.
Al igual que el autor, yo mismo aprobé un proceso selectivo y puedo asegurar que la
recompensa es infinitamente superior al esfuerzo realizado.
Por último, mencionar que me hubiese gustado consultar un manual de estas
características en mi etapa opositora.
Creo verdaderamente que la lectura de este libro debiera ser obligatoria para todo
aquel que se encuentre opositando.
Álvaro Ruiz Gómez Profesor de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), Licenciado
en Administración y Dirección de Empresas, Diplomado en Economía y funcionario de la
Administración General del Estado.
“El verdadero fracaso de un opositor no es suspender un proceso selectivo sino el abandono
del mismo”

Félix Lenguas
CUANDO ME CONVERTI EN UN OPOSITOR SIN YO SABERLO

Corría el año 1995, allí estaba yo frente a mis padres, en un escenario idílico,
empeñados éstos en entablar una de las conversaciones más serias que hasta la fecha
habíamos mantenido.
Lo recuerdo perfectamente, estábamos en Nueva York, en la Liberty Island, al fondo
presidiendo de manera magistral, la estatua de la libertad, que tantas veces había
contemplado en las películas americanas, y mis queridos padres, obligándome a tomar
una decisión que a buen seguro afectaría a mi futuro.
Félix, ¿Qué tienes pensado hacer cuando termines selectividad, qué carrera quieres
estudiar?, porque claro ¡tendrás que ir a la universidad!
Mi contestación fue la de un chico de 17-18 años con gran inmadurez.
-No lo sé, no tengo ni idea.
-Pero algo te gustará hacer ¿no?,
-Hombre ya sabéis que a mí me gusta tocar la guitarra eléctrica… mi padre al
escuchar esta respuesta replicó,
-Bueno pues entonces estudia en el conservatorio; a lo que yo contesté
-Es que en el conservatorio no dan guitarra eléctrica y es lo que a mí me gusta, además
no se leer música y ya soy muy mayor para empezar a estudiarla...
-Pues tú verás, tienes que elegir una carrera para ir a la universidad.
-En mayo de ese mismo año, volví a Madrid para prepararme la selectividad y
examinarme. Mi nota en selectividad fue muy baja pero aprobé. Creo recordar que mi
nota media total fue un 5,85. Con aquella media no tenía muchas posibilidades de acceder
a diferentes carreras, y lo que tenía claro es que no quería que mis padres pagasen una
universidad privada. Al final me matriculé en Derecho y terminé la carrera.
Os preguntaréis que tiene que ver toda esta historia con estudiar una oposición y
aprobarla.
Sin darme cuenta, ese día fue el nacimiento de mi ente opositor, ese que todos
podemos llevar dentro.
Todo el mundo puede opositar y todo el mundo puede aprobar una oposición, de eso
no me cabe ninguna duda. La cuestión radica en saber por qué uno decide que quiere
opositar, y si esa razón es lo suficientemente convincente como para llevar a cabo el
arduo trabajo mental y físico que requiere aprobar una oposición.
En mi caso, yo oposité básicamente para poder realizar mi sueño que tenía desde
joven y que no tuve madurez suficiente para afrontarlo en su momento determinado. Yo
quería estudiar música, era lo que realmente me gustaba, sobre todo tocar la guitarra,
pero tenía entonces grandes carencias musicales.
Tengo 37 años, este próximo curso estudiaré tercero de grado profesional de guitarra
clásica, y puedo hacerlo, no solo porque tengo la madurez necesaria para afrontar el
estudio de la música en el Conservatorio, sino también, y por encima de todo, porque mi
trabajo me lo permite, soy funcionario de carrera.
POR QUE ESTUDIAR UNA OPOSICION

Todos conocemos grosso modo los beneficios que implica ser funcionario de carrera.
Pertenecer al funcionariado supone tener un trabajo estable, con una jornada horaria
determinada y un salario que aunque no es para tirar cohetes, te permite vivir con las
necesidades básicas más que cubiertas.
Pero yo voy más allá, debemos encontrar una razón tan poderosa e intrínseca a nuestra
persona, que nos empuje durante nuestra etapa opositora.
Yo creo que esa es la cuestión fundamental a la hora de afrontar una etapa de estudio
tan importante en nuestra vida.
Antes de embarcarte en este árido camino, has de conocer muy bien las razones que te
incitan a tomar esta determinación, y sobre todo, si aquellas razones son lo
suficientemente convincentes como para que puedas obtener un resultado final
satisfactorio.
Se me ocurren un montón de motivos por los que la gente puede desear llevar a cabo
una oposición.
Hay personas a las que les encanta dar servicio a la sociedad y además son buenas
realizando dicha tarea. Para mí, estos son los verdaderos funcionarios, los que lo “llevan
dentro”, y se percibe notablemente a la hora de desarrollar su trabajo.
Si este es tu motivo principal, te doy la enhorabuena porque además de ser una razón
encomiable, creo sinceramente que perteneces a esa especial raza de “verdaderos
funcionarios”.
Otras personas desean opositar porque aborrecen su trabajo en la empresa privada.
Odian lo que hacen, odian al jefe, desearían tener más tiempo para sí y los suyos y su
trabajo les impide esto último. Esta para mi es una buena razón, una razón de peso, y
aunque proviene de una energía llamémosla “negativa”, es lo suficientemente intensa
como para pensar que podemos obtener nuestro objetivo.
Todos tenemos derecho a mejorar nuestra vida, tanto personal como laboralmente, y si
te encuentras mal en el trabajo, tienes derecho a replantearte las posibilidades de cambiar
tu situación laboral.
Pero te advierto una cosa, un cambio de tales características no se consigue de la
noche a la mañana, y por supuesto, opositar y aprobar es una buena solución para
mejorar tu situación, por ello debes recordar día a día, el motivo por el que has decidido
opositar, y la meta que a buen seguro obtendrás.
Otras personas pueden desear la estabilidad que supone ser parte del funcionariado.
Aun no estando mal en su trabajo, anhelan una estabilidad que a día de hoy solo ofrece el
empleo público. Sobre todo, este concepto adquiere mayor relevancia cuando nos
hallamos en tiempos de crisis, pues aunque ésta ten por seguro que te afectará como futuro
funcionario, la estabilidad que puedas tener tanto tú como tu entorno, será mucho mayor
que la que ofrece el ámbito privado.
En fin, hay numerosos motivos por los que alguna persona puede tener la tentación de
formar parte de la Administración laboralmente hablando.
En mi caso, como has podido apreciar al inicio de este libro, la razón por la que quise
opositar, fue la posibilidad de estudiar música, la de seguir un sueño que no pude realizar
en su momento oportuno. Aquel sueño se mantuvo vivo a lo largo del tiempo y volvió con
gran impulso para ser el timón de mi fuerza de voluntad durante todo mi proceso
selectivo.
Es un hecho, lo mires por donde lo mires, que el funcionario, además de tener una gran
estabilidad, posee mayor tiempo libre que otros empleados cuyo trabajo se desarrolla en
la empresa privada, al menos aquí en España. Y es una verdadera pena, pues me consta
que en otros países europeos existen trabajos para empresas privadas cuya conciliación
familiar es notable. Por desgracia, en este bendito país, seguimos con la mentalidad
arcaica y anacrónica de pasar en el trabajo un número de horas superior al establecido en
el contrato laboral, con la intención de agradar al jefe o empresa. Pienso que es uno de
los mayores errores que pueden existir laboralmente hablando, además de ser claramente
anti-productivo para el empresario.
Mi sueño de estudiar música, incluso de poder dedicarme profesionalmente a ello, fue
lo que me impulsó a opositar. Me di cuenta que para llevarlo a cabo necesitaba tiempo,
pero también necesitaba tener cubiertas las necesidades básicas para vivir, pues anhelaba
una estabilidad a la hora de afrontar mi sueño.
Encuentra tu motivo, hazlo tuyo, que arraigue profundamente en tu interior y comienza
esta importante etapa de tu vida, porque te aseguro que vas a conseguir tu propósito y
podrás mejorar notablemente tu calidad de vida y por tanto tu felicidad.
NI SE TE OCURRA OPOSITAR

Efectivamente, esta frase probablemente la escuches en más de una ocasión cuando te


hayas decidido a ser funcionario. Incluso a lo mejor proviene de las personas más
cercanas a ti y las que más te quieren.
Yo estoy totalmente en desacuerdo. Si tienes clara tu voluntad de opositar, te animo
plenamente a que la desarrolles, porque sin duda conseguirás tu meta. Lo sé por propia
experiencia, te lo aseguro. Pero tampoco hemos de engañarnos, esto no es fácil, aunque
de ninguna forma imposible. Es más, con el método de estudio adecuado y con una
voluntad de hierro lo extraño sería no conseguir nuestro objetivo.
Todavía recuerdo una tarde en casa de mis padres, cuando nos visitaron tanto mi tía
como mi prima de Zamora, y estuvimos charlando sobre mi voluntad de opositar. Mi
prima llevaba años opositando para ser profesora de secundaria. Además, la mayoría de
este tiempo se había dedicado exclusivamente a ello y hasta ahora no había conseguido
plaza en propiedad. Mi prima con todo el cariño del mundo me desaconsejó afrontar una
oposición por propia experiencia personal. Y entiendo perfectamente por qué lo hizo.
Pero la realidad es que ella actualmente trabaja como funcionaria de carrera en un
colegio de la provincia de Cáceres, está casada, tiene 3 hijos, y ella es el mayor soporte
económico de su familia.
En el momento en el que tuvimos nuestra charla, su moral estaba por los suelos, igual
que me pasó a mí en más de una ocasión durante mi estudio como opositor, y desde
luego, lo que no deseaba es que su primo de Madrid tuviese esta amarga experiencia.
Cuando opositas, incluso haciendo las cosas tal y como deberías, no sueles obtener
resultados inmediatos y esto es frustrante y desalentador. Comienzan a surgir dudas sobre
el camino elegido y la baja autoestima puede aparecer para quedarse contigo.
Seguramente esto te llegue a ocurrir, pero simplemente hay que dejarlo pasar y seguir tu
camino. Te aseguro que si haces bien las cosas, al final conseguirás las metas propuestas.
Le ocurrió a mi prima cuando llevaba años opositando sin recompensa alguna y me
ocurrió a mí por partida doble.
Mi prima es una feliz madre de familia, funcionaria con un sueldo más que aceptable
y con tiempo para dedicarle a su familia.
YO NO TENGO LA SUERTE DE SER UN MANTENIDO

En mi trabajo conocí a una persona que se vanagloriaba de tener una gran memoria. Y
nunca puse en duda su capacidad. No era del gremio funcionarial, pero a veces trabajaba
junto a él. Le comenté que con esa gran memoria podría tener facilidad a la hora de
enfrentarse a una oposición y le pregunté si no se había planteado la posibilidad de
opositar y conseguir un trabajo como funcionario, pues durante diferentes charlas
mantenidas, parecía anhelar una situación laboral similar a la mía. Su contestación fue
cuando menos sorprendente.
“Yo no tengo, ni he tenido la suerte de ser un mantenido.”
Mi etapa opositora la puedo dividir claramente en dos partes, que coinciden con las
dos veces que pude presentarme a los diferentes exámenes para obtener plaza en la
Administración de Justicia.
En mi primera etapa tuve la fortuna de ser “un mantenido”. Cuando decidí opositar,
mis padres respetaron tal decisión y se comprometieron a mantenerme hasta presentarme
a los exámenes. Durante esta etapa lo único a lo que me dediqué a “full time”, fue a
estudiar la oposición gracias al esfuerzo económico de mis progenitores. Y por supuesto,
les estaré eternamente agradecido.
Yo tuve esta gran fortuna, que muchos de los lectores puede que no tengan. Pero
también he de decir algo al respecto. Sin lugar a dudas, mi segunda etapa dentro de la
oposición fue la más fructífera a efectos de rendimiento en horas de estudio, y en esta
etapa, trabajé y estudié a la vez.
Esto se debe a varios factores que expondré más adelante, pero en lo que aquí quiero
hacer hincapié, es que cualquiera puede opositar y obtener plaza, ya tengas la fortuna de
recibir apoyo económico durante tu periodo de estudio, o por el contrario, debas
compaginar el mismo con un trabajo para poder subsistir.
La persona que me dio la contestación a la que hace referencia este capítulo, puede
que tuviera algo de razón, pero lo que realmente creo que le ocurría es que deseaba tener
los mismos privilegios laborales a los que yo tenía acceso, y a pesar de poseer una gran
memoria, instrumento que podría serle de gran ayuda en nuestro difícil proceso, no estaba
dispuesto a asumir el enorme esfuerzo que supone opositar.
Su excusa fue tirar balones fuera. Él no era ningún mantenido y por ende no podía
opositar, pues no podía dedicarle el tiempo completo al estudio.
Es verdad que hay oposiciones que por su naturaleza o te dedicas plenamente al
estudio de la misma o las posibilidades de éxito al menos a medio plazo son
significativamente menores. Pero las que podríamos llamar “oposiciones asequibles” se
pueden compaginar sin duda alguna con un trabajo que no te robe de tu tiempo más de
ocho horas diarias.
ELEGIR UN PREPARADOR O ACADEMIA COMO GUIA.

Este punto dentro de nuestra etapa de estudio es fundamental. Y no me cansaré de


repetirlo. Si te has decidido a opositar antes de ponerte a ello dedícale el tiempo
necesario.
Informarte de quien es el mejor preparador en tus oposiciones o cual es la mejor
academia al respecto.
Y digo bien, el mejor preparador o mejor academia y no el más famoso o famosa.
No cometas el mismo error que cometí yo en su día. Para eso está escrito este libro,
para aprovechar mi experiencia como opositor y guiarte lo mejor posible en tu etapa de
estudio. Y uno de los mejores consejos que te puedo brindar en estas hojas, es que elijas
muy bien a tu preparador. Yo cometí un grave error y pague la novatada la primera vez
que me presenté a las oposiciones. Quiero librarte de este posible error y advertirte
seriamente.
No importa el tiempo que te lleve, pero antes de ponerte a estudiar infórmate bien de
quien es la persona o academia más especializada en tu oposición y su método de trabajo.
No te dejes guiar por las falsas apariencias, el supuesto gran porcentaje de aprobados de
una determinada academia o sus grandes y lujosas instalaciones.
Yo cual novato, desconocía la existencia de los diferentes centros preparadores para
afrontar mi oposición. En mi primera etapa, acudí a la academia más famosa. Aquella que
incluso tenía dinero para poner anuncios en el metro, publicitando el gran número de
logros obtenidos por sus alumnos y el gran porcentaje de aprobados.
Huye como la peste de estos centros. Es verdad que puede que actualmente su forma
de trabajo haya cambiado pero es mejor no arriesgarse.
En mi primera etapa opositando, cometí varios errores que podía haber evitado
teniendo la información necesaria. La academia que me formó durante mi primera etapa
opositora fue un error tanto por el profesor como por el plan de estudio establecido.
Mi primer profesor fue un contratado por la academia. Era abogado y ya había
preparado oposiciones. Había escrito varios libros y explicaba bien, pero no era el
profesor que necesitaba para aprobar una oposición. Quizá para una carrera universitaria
fuese excelente, pero no para una oposición. Además era abogado. Error. Y que me
perdonen los abogados.
Creo que es fundamental que tu preparador sea funcionario de carrera y que haya
pasado por lo mismo que tú estás pasando, y que obviamente haya aprobado la oposición
y conozca bien la forma de examinar que se establece en tu oposición.
De nada sirve que tu profesor sea un erudito abogado con varios libros en el mercado
y que su verborrea sea fluida y sus clases, las típicas clases magistrales. Si no ha
opositado, si no ha pasado por lo que tu estas pasando, una cosa te digo, desconfía.
Tú no estás opositando para aprender o recibir clases magistrales, tu estas opositando
para aprobar y obtener una plaza como funcionario de carrera. Tienes que convertirte en
un experto a la hora de realizar exámenes similares a los que te encontrarás cuando te
examines y si tu maestro es un funcionario de carrera, significa que sabe lo que es
opositar, sabe qué es lo importante para aprobar y sabe por lo que estás pasando.
Gracias a internet tenemos más acceso a la información que antes. En los foros de
oposición, si buscas correctamente puedes informarte de cuáles son los mejores
preparadores, y si conoces a alguien que haya aprobado la misma oposición a la que
procuras acceder, tienes información verídica y de primera mano. Y es más, yo te
recomendaría otra acción que probablemente muchos opositores no han realizado, pero
que te puede ser realmente útil.
Deja la vergüenza a un lado y pásate por los centro de trabajo donde desarrollan su
función tus futuros compañeros, y pregúntales si conocen a algún colega que prepare las
oposiciones, o bien algún centro preparador.
Te sorprenderás de la cantidad de compañeros que desean ayudarte. Y es que, entre el
ya funcionario de carrera y el opositor hay un vínculo invisible pero ciertamente
palpable. La empatía que tiene el funcionario de carrera con el opositor es total.
También los sindicatos te pueden dar gran información sobre academias o
preparadores específicos. Consulta con ellos, pues te guiarán y aconsejarán
correctamente.
NUNCA OPOSITES POR TU CUENTA

Creo verdaderamente, que para aprobar una oposición, es necesario tener un


preparador o academia que te guie durante todo el proceso y te pueda evaluar
periódicamente el trabajo realizado durante la semana. Además, esta situación te permite
mantener ese puntito de intensidad que todos necesitamos para el estudio diario.
Muy pocas personas son capaces de mantener un ritmo de estudio adecuado durante
una oposición sin guía alguna.
Cuando no obtuve plaza la primera vez que me presenté a los exámenes de la
oposición, fue como si alguien me hubiera abofeteado la cara. Fue un mal trago. Decidí
ponerme a trabajar y seguir estudiando por mi cuenta. Fue una de las peores decisiones
que tomé, aunque pude corregirla rápidamente.
Entré a trabajar en el Registro de Telefónica.
Era un trabajo que me permitía por su horario compatibilizar mis estudios de
oposición, y además podía mantenerme sin tener que pedir ayuda a mis padres. Allí
conocí a una compañera la cual conocía a su vez a una chica que se había presentado a
los mismos exámenes que yo, y había obtenido plaza. Estaba muy contenta con el centro
que la había preparado y con el profesor que tenía la academia.
Si hubiese seguido estudiando la oposición por mi cuenta habría fracasado sin duda
alguna. Mi nivel de estudio por aquel entonces era mínimo, me había por así decirlo,
“abandonado”.
Fui a la academia recomendada y hablé con el preparador. La academia estaba
ubicada en un primer piso, las sillas y mesas estaban bastante viejas y deterioradas, pero
mi futuro preparador era funcionario de carrera y él mismo hacía los exámenes a los que
nos enfrentábamos cada semana. No había escrito ningún libro, y quizá tampoco tuviera
aquella grandísima verborrea de mi antiguo profesor-abogado. Pero sin duda, sabía lo
que hacía, era el preparador perfecto para obtener plaza en la Administración de
Justicia.
PLAN DE ESTUDIOS

Cuando comencé a estudiar la oposición, la academia que primeramente me guio, tenía


un plan de estudios a mi juicio erróneo.
Tenían un libro editado por ellos que debías adquirir, al que se ceñían para
desarrollar las clases impartidas. Puedo decir sin temor a equivocarme que este libro se
quedaba corto.
Las oposiciones que realicé, constaban todas ellas de un primer examen, el cual fijaba
una primera nota de corte para descartar a gran número de aspirantes a las primeras de
cambio. Este primer examen, era un poco más general al que posteriormente te
enfrentabas si es que pasabas dicha nota de corte. Quizá el libro al que anteriormente he
aludido fuese suficiente para poder pasar aquel primer corte, pero sin duda, se quedaba
escaso en la segunda prueba que debías superar, la cual era mucho más específica, y que
en mi caso trató de un supuesto práctico con preguntas sacadas literalmente de la ley.
En una oposición hay que estudiar mucho y cuanta más materia mejor. Y esta, es la
diferencia sustancial entre obtener simplemente una buena nota en el examen o conseguir
nota suficiente como para hacerte con una plaza de funcionario de carrera.
La segunda academia que me guio en mi aventura opositora, tenía un plan de estudios
más realista y más efectivo. No existía libro como tal, y lo que hacíamos era estudiar la
materia directamente desde la ley, que es desde donde se formulan las preguntas del
examen.
Es verdad que puede parecer un poco agobiante estudiar directamente desde las leyes,
pues no hay en principio ningún resumen o concreción, pero te puedo asegurar que es lo
que determina tener o no tener éxito a la hora de obtener plaza. Además, no debes
preocuparte por las pautas o el orden a seguir, ya que para eso está tu preparador, el cual
con su experiencia, intentará dar al menos dos vueltas enteras al temario antes de que
puedas presentarte a los exámenes, dando mayor énfasis a las partes más importantes del
temario.
Nuestro preparador hacía él mismo los exámenes, los cuáles debíamos realizar al final
de clase, dejándonos el tiempo preciso, similar al que en un principio otorgan en el
examen oficial, y corrigiendo posteriormente el mismo.
En esta segunda etapa opositora solo acudía una tarde durante la semana a la academia
para recibir clase y hacer los exámenes semanales. El resto de las tardes las dedicaba al
estudio al igual que el fin de semana, por lo que aprovechaba el tiempo al máximo.
En la anterior academia sin embargo, acudía a clase tres veces por semana, algo que
fue para mí otro gran error, ya que entre el desplazamiento y las clases perdía muchas
horas de estudio.
Con una tarde entera a la semana (o bien una mañana) es más que suficiente para
recibir las clases guía por parte de nuestro preparador. Acudir al preparador más de una
vez por semana es contraproducente, te quita horas de estudio, no solo por el
desplazamiento sino por la clase en sí. Te recuerdo que no haces este gran esfuerzo para
aprender, sino para obtener una plaza, para lo primero ya están las clases magistrales en
la Universidad.
OPOSITA AL CUERPO MAS ALTO QUE PUEDAS

O de los más altos.


Los cuerpos de la Administración de Justicia van por este orden de menor a mayor
escala: Funcionario de Auxilio Judicial, Tramitador Procesal, Gestor Procesal y arriba en
el escalafón, Secretario Judicial.
El proceso selectivo para acceder a este último cuerpo, es similar al de Jueces. No
sólo por el gran número de temas que contiene el temario, sino por el proceso en sí, ya
que el aspirante debe “cantar” en voz alta los temas que por sorteo le correspondan. Este
método de examen no lo encontraremos en ningún otro cuerpo de la Administración de
Justicia.
Pero en cambio, los procesos selectivos en los demás cuerpos de la Administración
de Justicia, son bastante similares salvo determinadas diferencias específicas. La
cantidad de temas a abordar será pues el factor determinante que nos inste a elegir una
oposición u otra.
Y aquí, me remito a lo dicho en el capítulo anterior: en una oposición hay que estudiar
mucho y cuanta más materia mejor, ya que esto será lo que nos diferencie entre obtener
simplemente una buena nota en el proceso selectivo, o bien conseguir una nota que
suponga el aprobado como funcionario de carrera.
De nuevo yo aquí pequé de novato e inseguro, aunque de forma relativa, y me explico.
A pesar de poseer la Licenciatura de Derecho, opté por opositar principalmente al
Cuerpo de Auxilio Judicial, pues la cantidad de materia contenida en los otros cuerpos
me echaba para atrás y la verdad sea dicha, no me veía capacitado para ello. No podía
estar más confundido.
Cuando tienes el preparador correcto, te guía tan bien, que llegas a abarcar gran
cantidad de materia, que es como ya he dicho anteriormente, lo que a la postre te
diferenciará de otros aspirantes.
Mi principal objetivo fue por tanto aprobar las oposiciones de Auxilio Judicial, pero
me presenté también a las de Tramitación Procesal aprobando en “segundas nupcias”
ambos procesos selectivos y con muy buena calificación.
¿Y Gestión Procesal? No llegué a presentarme, perdí el avión. Pero esto es otra
historia, más bien anecdótica a la que haré referencia más adelante.
Nuestro preparador únicamente nos guio para aprobar las oposiciones de Auxilio
Judicial y Tramitación, pero supe por antiguos compañeros que cuando terminó nuestro
proceso selectivo, comenzó a preparar aspirantes al cuerpo de Gestión Procesal y
Administrativa. Y no me extrañó nada.
La diferencia entre los distintos Cuerpos de la Administración de Justicia radica
principalmente en la cantidad de materia a abordar.
Es cierto, que para acceder al cuerpo de Gestión, además de tener un tercer examen en
el proceso selectivo, dos de ellos son a desarrollar, siendo uno de ellos leído
posteriormente en un día distinto ante el Tribunal; pero en cualquier caso consta de un
primer examen tipo test, similar al que encontramos tanto en el proceso selectivo de
Tramitación Procesal como en el de Auxilio Judicial.
Cuando aprobé las oposiciones, recibimos los que habíamos obtenido plaza, un curso
teórico-práctico antes de comenzar a trabajar en nuestros respectivos puestos de trabajo.
Allí conocí a mucha gente, y había más de un aspirante que había opositado a los tres
cuerpos aprobando todos ellos.
Para poder presentarte al Cuerpo de Gestión debes de estar en posesión de al menos
una Diplomatura, lo que ahora se correspondería con un Grado. Para poder presentarte al
Cuerpo de Auxilio Judicial debes de poseer únicamente el título de la E.S.O.
Si este proceso ya es de por sí tan competitivo y complejo, ¿por qué cerrarnos puertas
nosotros mismos?
Conocí a varios compañeros opositando para Auxilio Judicial, que sin tener el título
de Derecho eran verdaderas máquinas estudiando.
Una forma de competir con ellos y “dejarles en la cuneta”, es participando en los
procesos selectivos de aquellos cuerpos a los que por exigencias del guion no puedan ni
siquiera presentarse.
De nuevo los prejuicios nos pueden llevar a error. He conocido opositores sin títulos
universitarios que arrasaban, y opositores con licenciatura que no llegaron a aprobar
el primer examen.
Te aconsejo fervientemente, que si tu titulación te lo permite, y los procesos selectivos
de los diferentes cuerpos a los que puedes aspirar se asemejan, te prepares para el cuerpo
más alto, y te presentes a su vez, a todos y cada uno de los diferentes procesos selectivos.
Ya habrá tiempo en pleno proceso de personarnos en uno u otro examen, si es que al
final por exigencias del propio proceso debemos decidirnos por una u otra opción.
Cuando aprobé la plaza de Auxilio Judicial ya me daba por satisfecho. A pesar de que
continué yendo a la academia para prepararme las oposiciones de Tramitación, mi cabeza
estaba en otra cosa. Hasta nuestro preparador se dio cuenta. Obtuve el puesto número 85
en la Comunidad de Madrid de las 355 plazas ofertadas en el proceso selectivo para
acceder al cuerpo de Tramitación.
Si siembras recoges. Es lo que me ocurrió en el proceso selectivo de Tramitación.
Había estudiado tanto y mi preparación fue tan buena, que aun sin prácticamente estudiar
para el segundo examen obtuve plaza y muy buena nota dentro del proceso.
En este caso, el refrán “el que mucho abarca poco aprieta” no se cumple.
Otra cosa, es que las oposiciones a las que deseas optar dentro de una misma
Administración tengan procesos selectivos muy distintos.
Pero si como en mi caso, básicamente difieren en la cantidad de temario que hay que
abordar, te aconsejo sin duda que vayas a por la del cuerpo superior si tu titulación te lo
permite. Puede que te lleves la sorpresa de no aprobar la oposición que preparabas pero
en cambio obtener plaza en alguna del cuerpo inferior. Además, te aseguro que más de un
aspirante con gran preparación se presentará a todos los procesos selectivos posibles
aprobando todos y cada uno de ellos.
No te cierres puertas tú mismo.
APROBAR A LA PRIMERA

No vas a aprobar a la primera. O quizás sí.


Dependerá de varias circunstancias y no solo de tu nivel de preparación.
Pero te recomiendo que pienses que esto no va a ocurrir, pues si te presentas y al final,
a pesar de tu alta nota no consigues obtener plaza, tu decepción será mayúscula y puede
que decidas no continuar estudiando oposiciones, lo cual sería un tremendo error, pues
todo el esfuerzo realizado lo tiraríamos por la borda.
Yo no aprobé a la primera y mi decepción fue grande.
Durante mi primer periodo opositor, pensé que yo sí podría aprobar a la primera, que
mi caso no sería como el de mucha otra gente… me equivoqué, aunque he de decir, que
este pensamiento me ayudó a estudiar con ahínco durante esta etapa.
Es por eso, que pensar de esta forma es un arma de doble filo. Por un lado puede ser
estimulante imaginar que tú si vas a aprobar a la primera, que te vas a diferenciar del
resto de competidores y que lograrás tu meta antes que los demás. Pensar así, te
mantendrá con un nivel de estudio y concentración elevados, el problema se puede
presentar cuando a pesar de todo, no se den los resultados deseados en nuestro primer
intento.
Es verdad, que si uno tiene una información previa de la que otros opositores carecen,
tus probabilidades de éxito serán mayores que las de los demás aspirantes. Si yo hubiese
tenido información como la que se presenta en este libro, si yo me hubiese preparado
primeramente en otra academia distinta, puede ser que los resultados hubiesen sido muy
distintos. Pero me tocó sufrir un poco más hasta conseguir mi ansiada meta.
También creo que los factores coyunturales deciden si apruebas o no a la primera.
Las circunstancias que se den en la época en la que hayas decidido opositar, tendrán
mucho peso a la hora de obtener plaza la primera vez que te presentes. Si por lo que
fuere, ese año, el número de plazas es considerable, por supuesto tus probabilidades para
obtener plaza a la primera aumentarán, en cambio si el número de plazas es reducido
desde luego que tus posibilidades de aprobar en el primer intento se verán muy reducidas.
Pero si has comenzado a estudiar cuando el número de plazas de tu oposición es
escaso tienes mucho ganado, créeme.
El número de personas que se presentarán realmente preparadas será reducido y como
se trata una carrera de fondo, tu preparación para la próxima convocatoria será excelente,
y las opciones de aprobar en tu segundo intento serán muy elevadas.
En este caso, debes tomarte tu primer intento, como una experiencia más en tu proceso
selectivo, y si por cualquier motivo, al final apruebas, date una palmadita en la espalda y
considérate afortunado.
Cuando obtuve plaza en mis oposiciones, conocí en el curso preparatorio antes de
comenzar a trabajar como funcionario de carrera a muchos compañeros que también
habían aprobado.
En el curso de Tramitación, conocí a una chica, la cual me dijo que había aprobado a
la primera y que solo había estudiado durante un año y medio. Comparado con mis casi
cinco años de estudio, el tiempo y esfuerzo que ella había dedicado para obtener plaza en
la Administración había sido mucho menor que el mío. Me alegré por ella, pero me sentí
en ese momento triste y un poco tonto.
Pero el caso anterior se dio por circunstancias coyunturales.
La segunda vez que me presente, el número de plazas para acceder al Cuerpo de
Tramitación había aumentado de manera notable, y además probablemente mi compañera
tuvo una preparación excelente. No obtuvo una de las mejores puntuaciones pero fue más
que suficiente como para obtener plaza como funcionaria de carrera.
A pesar de esto, yo me sentí mal conmigo mismo. ¿Cómo podía ser que yo le hubiese
dedicado tanto tiempo a la oposición y ella con mucha menos dedicación hubiera
conseguido lo mismo que yo?
Pero te aseguro que no consiguió lo mismo.
Yo, al obtener muy buena puntuación pude elegir plaza en el lugar de trabajo que
deseaba. Ella no.
En el primer momento que entré a trabajar en mi centro de trabajo, supe que había
escogido correctamente pues es lo que deseaba en ese momento. Era un trabajo fácil y sin
estrés alguno.
Ella tuvo que estar durante 2 años trabajando en un Juzgado cuyo volumen de trabajo
era muy elevado, y el ambiente estaba verdaderamente enrarecido. Es verdad que ella
aprobó antes que yo, pero también es cierto que yo conseguí mi pleno objetivo en el
momento que entré a trabajar como funcionario de carrera, y ella tuvo que esperar dos
años para solicitar concurso de traslado y cambiar de destino.
Hay que observar las situaciones desde un punto de vista más amplio para entenderlas.
Aun así, todos somos diferentes, y cada uno requiere un periodo determinado para la
asimilación de la materia a estudiar, pero como ya he comentado anteriormente, todo el
mundo puede obtener una plaza en la Administración con independencia de su coeficiente
intelectual, esto debe quedar muy claro.
Un gran compañero del Master de Criminología, comenzó a opositar para el Cuerpo
Nacional de Policía un tiempo después de que yo lo hiciera. Y ciertamente, aprobó a la
primera y terminó su proceso selectivo mucho antes que yo. Fue durante aquellos años en
los que salieron hasta 5000 plazas de Policía en la Oferta Pública de Empleo. Es una
razón bastante lógica para aprobar al primer intento.
Mi amigo se presentó preparado, obtuvo buena nota en cada una de las disciplinas a
las que tuvo que hacer frente durante su proceso selectivo. Incluso para su examen teórico
estudió conmigo en la biblioteca durante dos o tres meses. Al poco tiempo, me informó
que había aprobado su oposición. Yo seguía estudiando. Todavía me encontraba en la
mitad de mi proceso selectivo.
Muy pocas personas consiguen obtener plaza la primera vez que se presentan en un
proceso selectivo.
Si eres una de ellas date la enhorabuena. Si no es así, que te sirva de lección para
estudiar con más ahínco la próxima vez que te presentes, pero en ningún caso te sientas
mal contigo mismo, eres uno más, y si continuas con un buen método de estudio te
garantizo que antes o después conseguirás tu propósito. A las pruebas me remito.
LA OPOSICION SE CONVOCARÁ ANUALMENTE

Totalmente falso. Una de las razones por las que mi proceso selectivo tuvo una
duración tan notable en el tiempo fue precisamente por este motivo.
Por experiencia propia entre el final de un proceso selectivo y el inicio de otro
distinto, suele mediar un margen de dos años o dos años y medio.
Es cierto que en ocasiones, y por necesidades de la Administración para cubrir
puestos de trabajo, puede ocurrir que las oposiciones se convoquen una detrás de otra, de
forma anual, como ocurrió en su día con las oposiciones para Policía Nacional, pero a mi
juicio esto son ocasiones puntuales y excepcionales y así lo debemos de entender.
Los factores políticos también tienen un peso importante al igual que la situación
económica y social.
Evidentemente en época de crisis, el Gobierno hace todo lo posible por no aprobar en
los Presupuestos Generales del Estado, plazas a cubrir por funcionarios de carrera. De
todas formas he de decir que si nos encontramos en periodo electoral, los políticos harán
todo lo posible por agradar a sus futuros votantes y convocarán oposiciones en la medida
que los Presupuestos se lo permitan.
Así que al menos, cada cuatro años sabemos casi seguro que se convocarán
oposiciones para diferentes Cuerpos de la Administración, y además éstas tendrán un
número importante de plazas.
¿Y qué pasa entre medias de estos cuatro años?, pues que habitualmente se suele
convocar alguna que otra oposición con menor número de plazas, o bien, que las plazas
resultantes se acumulen para que el siguiente año se pueda producir una convocatoria con
un número aceptable de plazas.
La incertidumbre que cierne sobre la convocatoria de la oposición a la que nos
queremos enfrentar, es una de las cosas que más daño hace al opositor, hablando en
términos psicológicos. Puedo decir por propia experiencia, que puede llegar a desesperar
la cantidad de noticias falsas que trasladan tanto sindicatos como las propias academias
sobre la posibilidad de convocar o no plazas funcionariales.
Si después de que el Gobierno haya aprobado la Oferta de Empleo Público y se haya
confirmado que se convocan un número determinado de plazas que afectan a tu oposición,
ten por seguro, que si éstas se iban a convocar en mayo, a final pasarán a septiembre por
aquello del periodo estival, y muy probablemente comiencen los exámenes en octubre o
noviembre.
Lo que quiero manifestar aquí, es que cuando una noticia sea verídica pero
desconocemos fecha concreta, y existen rumores sobre un determinado mes en el que se
desarrollarán los exámenes, te aseguro que esto probablemente no sea así, y que te
encontrarás realizando el examen tres o cuatro meses después de aquella primera fecha
nacida de la rumorología opositora.
Te lo digo por tu propio bien, no te obsesiones por este tema. Tú continúa como hasta
ahora, poco a poco, trabajando día a día hasta el momento oportuno.
Yo por desgracia, sufrí la falta de convocatoria.
Entre las dos convocatorias a las que me presenté medió entorno a los dos años, dos
años y medio respectivamente.
Y es que yo comencé a estudiar mi oposición cuando hacía muy poco que se había
completado un proceso selectivo dentro de la Administración de Justicia, y aunque todas
la voces hacían presagiar que la próxima convocatoria estaba a la vuelta de la esquina, no
fue así, y tuve que esperar dos años y medio hasta verme físicamente realizando el primer
test para optar a una plaza dentro de la Administración.
Y esto puede parecer una eternidad para un opositor novato con poca experiencia en
los procesos selectivos y además con dedicación plena a esta actividad. En esta
situación, el opositor puede observar que a su alrededor hay otros aspirantes que se están
examinando dentro de los diferentes Cuerpos de la Administración, observará como sus
amigos se han colocado en puestos interesantes en diferentes empresas privadas y puede
que el aspirante tenga la sensación de que su evolución está siendo nula.
Mientras los demás al menos hacen algo – al menos hay opositores que se están
examinando- puede darse el caso de que tú todavía desconozcas cuando se llevarán a
cabo los exámenes pertenecientes a tu oposición, tendrás los oídos agotados de tanto
rumor infundado que no se cumple, y puede que pienses que tu oposición se ha estancado
y nunca más volverá a convocarse.
Esto es frustrante y desalentador. Aquí el opositor puede tener motivos más que
suficientes como para dejar de estudiar una determinada oposición y comenzar con otra
distinta, al observar que la que inicialmente se había preparado no tiene visos de
convocarse.
Mi experiencia me dice que hay que evitar a toda costa caer en este error. Durante mis
años opositores me presenté a exámenes distintos a los de los Cuerpos de la
Administración de Justicia, más concretamente a los de la Administración del Estado, e
incluso a las publicadas por la Universidad a Distancia (UNED). Pero lo hice por dos
motivos:
Por conocer el ambiente que se respiraba en un proceso selectivo y principalmente
porque mi mejor amigo también se hallaba opositando para la Administración del Estado,
por lo que en alguna ocasión le acompañé y también realicé los exámenes.
No es recomendable bajo mi punto de vista, cambiar de oposición en el transcurso del
proceso. La que has elegido previamente es la buena, la que vale, sobre la que tienes más
conocimiento y posibilidades de aprobar. En este tipo de procesos saltar de una
oposición a otra de diferente naturaleza no tiene sentido alguno y el nivel de fracaso es
muy elevado.
Durante mi proceso selectivo llegué a desesperar por no poder examinarme. Sé que es
fácil decirlo y difícil hacerlo, pero hay que tener calma y paciencia. Te aseguro que al
final la oposición se convoca y las dudas se disipan.
Quiero hacer una breve mención a algo que me sucedió durante mi proceso selectivo.
Como ya he reflejado anteriormente, me llegué a presentar a oposiciones distintas a la
mía.
Me presenté para la Administración del Estado sin aprobar el primer examen, pues
aunque había algún tema similar a mi oposición específica, la mayoría de las preguntas se
basaban en temario diferente al que yo estaba preparando.
Pasado un tiempo, el Estado y más concretamente el Ministerio de Hacienda
necesitaba funcionarios interinos para la época de la declaración de la renta, y tiraron de
aquellas personas que habían realizado los exámenes de la Administración del Estado. Y
a mí me llamaron. Me sorprendió enormemente. En ese momento podía haberme
incorporado para trabajar como funcionario interino en el Ministerio de Hacienda, pero
rechacé la oferta a pesar de la opinión contraria de algún ser querido dentro de mi
familia.
Y me salió bien la jugada. La explicación de esta decisión la encontrarás en el
siguiente capítulo.
PASAR LA PRIMERA NOTA DE CORTE

Igual que anteriormente te quise anunciar que tus opciones para aprobar todos los
exámenes de la oposición la primera vez que te presentes serán escasas, también he de
informarte que si has obtenido una buena preparación, pasarás sin grandes apuros la
primera nota de corte del primer examen de tu oposición. Y esto querido amigo no es
ninguna nimiedad.
Te darás cuenta que esa nota obtenida, te servirá en un futuro si es que no llegas a
aprobar la oposición en el primer intento, pues podrás formar parte de las bolsas de
trabajo interinas que se formen posteriores al proceso selectivo realizado.
Me parece muy importante, estar atentos a esta información y presentar la
documentación requerida por la bolsa de trabajo en el momento que la abran. Y tener uno
de los exámenes aprobados dentro del proceso selectivo te abrirá muchas puertas, y si
encima tu puntuación es elevada, probablemente recibirás más temprano que tarde, una
llamada para trabajar como interino dentro de la Administración a la que pretendes
acceder.
Es una ocasión única para observar desde dentro como será tu futuro trabajo.
Pero también he de ser sincero contigo. Lo más probable es que lo que te ofrezcan no
sea uno de los mejores puestos dentro de la Administración. De hecho hay grandes
posibilidades de que sea bastante ingrato.
En mi caso y gracias a las notas obtenidas y a pesar de no haber conseguido plaza
alguna, me llamaron para trabajar en la Administración de Justicia, de diferentes bolsas
dentro de la Comunidad de Madrid.
Trabajé como Tramitador en un Juzgado de Instrucción con sus correspondientes
guardias, y posteriormente también me llamaron para trabajar como Gestor en la
Audiencia Provincial de Madrid.
Curiosamente las mejores notas que obtuve la primera vez que me presenté fue en el
proceso selectivo para acceder al Cuerpo de Auxilio Judicial, y a pesar de ello nunca
recibí llamada alguna de esta bolsa. Pienso que la titulación presentada fue decisiva para
que me llamasen de uno u otro puesto.
Por eso siempre animo a la gente a opositar. Aunque parezca que hemos fracasado en
nuestro primer intento, no me cabe ninguna duda de que si participamos posteriormente
dentro de las bolsas de trabajo que se suelen formar después de estos procesos, seremos
llamados para ocupar vacantes de funcionarios de carrera.
MI MÉTODO DE ESTUDIO

En este capítulo voy a hacer referencia al método de estudio que utilicé durante mi
periodo opositor manifestando que fue radicalmente distinto al método de estudio que
desarrollé durante mi carrera de Derecho.
Es muy diferente la forma de estudiar para aprobar un examen tipo test que para
aprobar un examen a desarrollar.
Durante la carrera, la mayoría de exámenes que realicé fueron a desarrollar, esto es, te
hacían unas cuantas preguntas y contestabas sobre el papel todo lo que habías
memorizado previamente durante la época de estudio.
En un examen tipo test, evidentemente no has de desarrollar ningún tema, debes
contestar a una pregunta formulada con cuatro respuestas alternativas.
Aquí de nada te sirve memorizar como un papagayo una determinada lección, has de
comprender la materia que has estudiado, y a la vez memorizar hasta el más mínimo
detalle, pues dependiendo de cómo nos enuncien una pregunta, la contestación correcta
puede variar enormemente.
De hecho, en más de una pregunta de examen tipo test, hay trampa, esto es, el
enunciado de la pregunta es tan rebuscado que puede llevar a confusión.
Conocí algún opositor que estudiaba directamente haciendo exámenes tipo test, pero a
mi juicio eso es una pérdida de tiempo, pues como anteriormente he mencionado, basta
que nos cambien una palabra en el enunciado de la pregunta a contestar, para que la
respuesta correcta cambie radicalmente.
Como sobre todo preparé las oposiciones a Auxilio Judicial y Tramitación, y el
sistema de examen estaba basado en el tipo test, tuve que cambiar “el chip” a la hora de
estudiar la materia.
Para memorizar los artículos de la ley, lo que hacía básicamente era leerme los
artículos que nuestro preparador nos había indicado. Después de una primera lectura, me
dedicaba a analizar artículo por artículo y observar si entendía bien el contenido. Una vez
entendido, volvía a leer el artículo varias veces para ir grabando en el disco duro el
contenido del mismo. Cuando después de muchas lecturas parecía que estaba entendido y
memorizado, pasaba inmediatamente al siguiente y llevaba a cabo el mismo proceso.
Cuando por fin llegaba al último artículo de la ley, me disponía de nuevo a realizar un
repaso general a todos los artículos y percatarme si la comprensión y memorización de
éstos había sido correcta. De no ser así, analizaba el posible error y volvía a realizar de
nuevo lo anteriormente expuesto.
Por supuesto, subrayaba los artículos, y aquí no era como en la Facultad que debías
subrayar solo lo más importante, y es que en una oposición por desgracia todo es
importante, por lo que mis leyes estaban totalmente coloreadas y subrayadas.
Aunque por supuesto intentaba que la técnica de subrayado fuese coherente. Por
ejemplo, cuando en un artículo determinado expresaba que una resolución debía ser
aprobada por auto, esta palabra la subrayaba de color distinto para resaltarla, e intentar
recordar que tal dictamen no era ni por providencia ni por decreto, sino por auto.
En el estudio de una cantidad de cincuenta artículos, memorizar lo anteriormente
expuesto puede ser tarea más o menos llevadera.
El problema radica cuando has de acordarte de los ochocientos veintisiete artículos de
los que consta la LEC. Por eso el estudio continuado, entendiendo el artículo en su
totalidad y la lectura repetida del mismo nos llevará a controlar la materia de estudio.
Por lo tanto yo me pasaba horas leyendo y releyendo un determinado número de
artículos, pero no los intentaba reproducir en mi cabeza, pues creo que ese método era
más adecuado para el examen a desarrollar.
Conocí a una chica en la primera academia, cuyo método de estudio era escribir en
papel los artículos que previamente había memorizado.
Personalmente, creo que es una pérdida de tiempo estudiar de esa forma para un
examen tipo test. Pienso que para este tipo de exámenes el mejor sistema es leer una
cierta materia las veces que haga falta hasta estar seguro de poder contestar perfectamente
a una pregunta formulada, independientemente de la forma en la que se redacte dicha
pregunta. Por supuesto, es indispensable entender la materia que se está estudiando, y en
caso contrario, nuestro preparador nos aclarará cualquier duda que tengamos al respecto.
Si has estudiado bien durante la semana, la materia estará comprendida y podrás
defenderla mejor o peor en el examen semanal, pero la dificultad radicará sin duda, en la
gran cantidad de materia que has tenido que asimilar durante dicha semana. Y esto mismo
se puede aplicar a largo plazo.
Por eso, no me cabe ninguna duda de que cualquiera puede aprobar una oposición
siempre y cuando no tenga alguna discapacidad mental que le impida comprender y
memorizar la materia del temario.
El temario de las oposiciones “factibles” o “medias”, no es en sí mismo complejo, la
complejidad radica en la inmensa materia a abordar.
Por tanto, el que acaba aprobando la oposición, es aquella persona que ha realizado su
trabajo diario, la que ha ido superando las pequeñas dificultades del examen semanal
desarrollado por el preparador a imagen y semejanza del examen oficial.
Respecto a aquellas oposiciones que tienen al menos algún examen a desarrollar, el
método de estudio se acerca más al de una carrera universitaria, leyendo, entendiendo,
memorizando y posteriormente desarrollando en el papel a la mayor velocidad posible
todos los conocimientos adquiridos. En estas oposiciones, la dificultad aumenta no solo
por la mayor cantidad de materia a digerir, sino porque debemos dominar los distintos
métodos de estudio.
Respecto a aquellas oposiciones en las que el opositor debe “cantar” los temas ante un
tribunal, desconozco el método de estudio aunque me lo puedo imaginar. No obstante este
manual está concebido para orientar al opositor en procesos selectivos digamos algo
menos complejos.
CONCURSO-OPOSICION

En innumerables ocasiones he escuchado la siguiente frase durante mi proceso


selectivo; “imposible aprobar la oposición, es concurso-oposición “. He de decirte que
es una falsedad total.
De hecho, por desgracia, en la mayoría de las ocasiones las oposiciones no son por
oposición puramente libre, sino por concurso-oposición.
A pesar de que el artículo 7.2 del Reglamento de Ingreso Provisión de Puestos de
Trabajo y Promoción Profesional del Personal Funcionario al Servicio de la
Administración de Justicia manifiesta que el acceso a los puestos ofertados por el método
concurso-oposición será de forma excepcional, he de mentalizarte de lo contrario. La
mayoría de las oposiciones importantes suelen tener aparejado el concurso-oposición,
pero también te digo que no hay porqué asustarse.
Yo tengo mi propia teoría respecto a por qué suelen encontrarse en este formato. Los
sindicatos presionan dentro de sus posibilidades a las Administraciones a la hora de
llevar a cabo los procesos selectivos, y éstos tienden a defender no solo al funcionario de
carrera, que ya disfruta de su puesto en propiedad, sino también al funcionario interino, el
cual ejerce las mismas funciones que el primero pero sin titularidad propia.
Y esto es debido, según mi criterio, a que los funcionarios interinos también tienen
capacidad de voto en las elecciones sindicales, esto es, pueden votar a los representantes
sindicales de la misma manera que un funcionario de carrera, por lo que los sindicatos
intentarán en la medida de lo posible satisfacer las necesidades de ambos funcionarios, y
evidentemente, una de ellas es, presionar a la Administración para que las plazas que
salgan a oposición sean en formato concurso-oposición, dando en principio mayor
facilidad al funcionario interino en el proceso selectivo.
En la convocatoria constará las bases de ese concurso-oposición, estableciendo una
determinada puntuación a los títulos que los aspirantes a funcionarios de carrera posean,
y lo que es más importante, estableciendo una determinada puntuación a aquellos
funcionarios interinos que lleven “x” años ejerciendo su trabajo como interinos,
puntuación que en algunos casos puede llegar a ser notablemente importante.
Pero como digo, esto no debe echarnos para atrás a la hora de afrontar nuestra
oposición y lo afirmo por dos motivos principalmente:
Hay que pasar la nota de corte en todos y cada uno de los exámenes a realizar en
nuestro proceso selectivo, y esto querido amigo no es nada fácil. Es verdad que habrá
competidores con gran cantidad de años trabajados en la Administración, pero no es
menos cierto que no se les puede considerar competidores si estos no han pasado siquiera
las notas de corte de los exámenes.
Y aquí habla la voz de la experiencia. Ahora que pertenezco a este privilegiado mundo
funcionarial, he de decirte que la mayoría de funcionarios interinos que llevan muchos
años en la Administración son personas que ya tienen una edad determinada, que se han
“acomodado” a su situación durante años, y que tiene responsabilidades que atender que
les apartan del objetivo de convertirse en funcionarios de carrera.
Por supuesto como en todo hay excepciones, pero te garantizo que la mayoría de
funcionarios que llevan 15 o 20 años trabajando como interinos, están en esa situación no
por casualidad sino por causalidad.
No han aprobado ninguna oposición en el transcurso de todos esos años, y su posición
anímica y psicológica está a años luz de aquella persona que desea “meter la cabeza en la
Administración”. De hecho, lo más probable, es que ni lleguen a presentarse incluso
habiendo pagado las tasas del examen.
Creo que aquellos funcionarios interinos que llevan poco tiempo dentro de la
Administración, y que han obtenido ese puesto de interinidad por el esfuerzo previo de
haber conseguido buena nota en los exámenes de una oposición relativamente reciente,
tienen mayor posibilidad de aprobar.
Éstos últimos sin embargo, suelen llevar poco tiempo en la Administración, por lo que
aunque pasen la nota de corte en los diferentes exámenes, su puntuación respecto a la de
un opositor “libre” no será tan determinante como pudiera parecer en un principio.
Por este motivo, siempre que exista un número aceptable de plazas y nos encontremos
ante un concurso-oposición, no has de echarte para atrás si deseas opositar. Aquel que
estudia diariamente con ahínco, con método y preparador, tiene a la postre más
posibilidades de aprobar que un funcionario interino con gran cantidad de años
trabajados en la Administración.
Piénsalo, si llevan tiempo trabajando como interinos, y a pesar de las múltiples
posibilidades que han tenido durante todos esos años para presentarse y aprobar un
proceso selectivo aún no lo han hecho, no hay motivos lógicos para que en esta ocasión
que tú has decidido opositar se decidan a realizar tan ardua tarea.
Y no lo hacen por un motivo simple. Saben que aunque su puesto de trabajo pueda
peligrar en un futuro, debido a la gran cantidad de años trabajados en la Administración,
estarán situados en los primeros puestos de las futuras bolsas de trabajo que se formen, y
volverán a ser llamados para trabajar, por lo que muchos interinos se acomodan a esa
situación, y con el paso del tiempo esta comodidad se hace incluso mayor.
DISCAPACIDAD DEL 33%

Si por cualquier motivo, tuvieras una discapacidad del 33% o incluso mayor, pero
ésta no te limita respecto al estudio y la memorización, te animo enormemente a que
oposites y obtengas plaza como funcionario de carrera.
El proceso selectivo para las personas discapacitadas suele ser más benevolente que
el habitual. Las pruebas a realizar son las mismas, pero las notas de corte para obtener
plaza suelen ser inferiores al procedimiento habitual.
Normalmente la primera nota de corte del primer ejercicio suele estar en 50 puntos,
por lo que pasar el primer examen es bastante factible.
Evidentemente, esto no quiere decir que la persona discapacitada no ha de estudiar, al
contrario, en una oposición libre, el estudio debe ser intenso, pero digamos que en este
caso no requiere tanto esfuerzo para conseguir nuestro último propósito.
Mi mejor amigo, el cual tiene una discapacidad del 33%, opositó para la
Administración del Estado, obteniendo plaza como funcionario de carrera. Estudió en la
misma época que yo, y tampoco obtuvo plaza la primera vez que se presentó, pero con
tesón y determinación pudo conseguir su objetivo.
El ritmo de estudio y sacrificio de mi amigo aun siendo importante, no fue tan elevado
como el que yo me marqué en mi proceso selectivo, y en cambio fue suficiente para
obtener plaza como funcionario de carrera.
Creo realmente, que es una muy buena opción para las personas discapacitadas optar
por estudiar una oposición, además pienso que los derechos de las personas
discapacitadas tienen mayor protección en el ámbito de la Administración Pública.
LA BIBLIOTECA, MI INSEPARABLE AMIGA

La biblioteca fue durante mi etapa opositora mi amiga del alma. A lo largo de mi vida
como estudiante he estudiado de diversas formas: en mi habitación, en el salón de la casa
de mis padres dando vueltas mientras repetía la lección en voz alta, o en la biblioteca.
Llegó un momento en el que era incapaz de estudiar en casa, había demasiadas
tentaciones, sobre todo mis guitarras estaban al alcance de la mano y podía distraerme
con gran facilidad.
Un par de horas en la biblioteca eran igual de fructíferas que cuatro o cinco estudiando
en casa.
Algunas personas pueden encontrar la biblioteca como un lugar de distracción
constante, por la gran cantidad de personas que suelen utilizar sus instalaciones, pero en
mi caso, fue un bote salvavidas totalmente necesario.
En la biblioteca, yo estudiaba intensamente, pues no me quedaba otra cosa que hacer.
Allí no se encontraba el señor frigorífico del que pudiera hacer uso para apaciguar mi
hambruna constante, mis guitarras estaban lejos y no parecía existir otra opción más que
estudiar.
Si consigues encontrar una biblioteca con gran ambiente de estudio, en la que te
sientas cómodo, creo que puedes sacar mucho provecho de ella. Además, a mi
particularmente, observar a otras personas estudiando al mismo tiempo que yo, me
motivaba para continuar con mi habitual tarea diaria.
Cuando lleves tiempo estudiando en una determinada biblioteca, observarás que hay
diferentes estudiantes que se encuentran en la misma situación que tú, esto es, opositando.
Tómalos como ejemplos reales y palpables, para que todos los días que te dirijas a la
biblioteca, intentes aprovechar el tiempo al máximo, de la misma manera que los demás
estudiantes u opositores.
Por supuesto, hay personas que van a la biblioteca a hacer cualquier cosa menos
estudiar. Por eso, es necesario encontrar una biblioteca que se adapte a tus necesidades,
donde haya gran número de opositores, incluso aunque ésta se encuentre algo retirada de
tu domicilio. El ambiente de estudio es fundamental.
Normalmente, las bibliotecas suelen abrir de lunes a viernes quedando los fines de
semana cerradas, salvo que en épocas de exámenes abran de forma excepcional.
En mi caso, a pesar de haber frecuentado varias bibliotecas distintas, solía acudir los
días de diario a una biblioteca determinada, y el fin de semana concurría a una sala de
lectura cerca de casa, que abría prácticamente todos los fines de semana del año.
Si no tienes la suerte de que en tu zona de residencia existan bibliotecas o salas de
estudio que abran incluso los fines de semana, te aconsejo que encuentres un lugar de
estudio, en el que te sientas cómodo y lo más alejado posible de ruidos, personas de tu
entorno y demás distracciones que puedan desviar tu atención. Esto es sumamente
importante. Un opositor sin un lugar adecuado para el estudio jamás podrá progresar.
El fin de semana para un opositor-trabajador es muy importante. Nuestro rendimiento
de estudio, aumenta exponencialmente al no tener la obligación de ir a trabajar. Por eso es
sumamente significativo que el fin de semana podamos ubicarnos en un lugar de absoluto
silencio y concentración.
CREANDO EL HÁBITO

Una de las mayores dificultades que los aspirantes encuentran durante el periodo
opositor, es encontrar el hábito de estudio, pues hay personas que se incorporan a la
oposición habiendo dejado sus estudios años atrás.
En mi caso, crear un hábito de estudio nunca me supuso un gran problema, pero puedo
entender que otras personas no estén tan acostumbradas a esta nueva situación y
encontrarse francamente incómodos.
Yo siempre asumí mi papel de opositor como un trabajo más.
Fue para mí como una situación temporal en la que tenía dos trabajos con las
diferentes obligaciones que cada uno acarreaba.
Por la mañana, entraba a mi hora habitual de trabajo en el Juzgado o Audiencia
correspondiente, y por la tarde, a la misma hora de siempre, justo después de comer
descansaba mi cuerpo en cualquier silla de la biblioteca y abría mis libros.
El hábito de estudio se consigue con acciones, que se convierten repetitivas y
constantes y a las que después de un tiempo determinado el cuerpo y la mente se
acostumbran. Y cuanto antes mejor, por eso mis desplazamientos a la biblioteca formaban
parte del ritual monótono en el que como opositor me hallaba.
Puede llegar a ser muy aburrido, pero es necesario llevar a cabo las mismas acciones
todos los días para habituarnos cuanto antes a nuestra situación y tomar conciencia de los
deberes que implica ser un opositor en toda regla.
Y cuando lo tenemos interiorizado ya ejecutamos nuestras acciones por inercia.
Recuerdo cuando después de mi mañana de trabajo en la Audiencia Provincial, iba a
mi casa, comía, y antes de que me pudiese entrar la modorra del almuerzo, cogía mis
leyes y demás material y me dirigía a la biblioteca.
No te voy a engañar, la primera media hora en la biblioteca era totalmente soporífera.
Mi rendimiento entonces era prácticamente nulo pues aún me encontraba haciendo la
digestión, pero era fundamental que me encontrase en ese ambiente de estudio, porque al
recuperarme de mi situación de atontamiento estaba donde tenía que estar, con la Ley de
Enjuiciamiento Civil abierta encima de mi atril esperando a ser devorada.
Debes por tanto, asumir que tienes que ponerte a estudiar y que no hay alternativa
posible, es otro trabajo más añadido al que ya tienes – si es que lo tienes- y que no
puedes faltar pues en caso contrario te pueden despedir. Aquí no hay jefe que te despida,
pero sí una Administración que te puede impedir el acceso a ella si no has ido a trabajar
todos los días como estipula el contrato del opositor. Solo en caso de enfermedad
debemos asumir la posibilidad de no acudir a nuestra cita estudiantil, deseando en
cualquier caso, recuperarnos enseguida para poder dar lo mejor de nosotros mismos.
Todo el tiempo que invirtamos en el estudio durante nuestra etapa como opositores
será revertido exponencialmente para poder utilizarlo en el futuro como cada uno
buenamente desee. Esto es una inversión a medio o largo plazo cuyos dividendos nos
reportarán una felicidad laboral inmensa.
ELIGE A TU LIEBRE

Yo lo hice en varias ocasiones y me fue muy bien.


Ya sea en la academia, en la biblioteca o donde fuere, conocerás a opositores los
cuales a tus ojos son verdaderos fuera de serie. Y no es necesario que estén estudiando tu
misma oposición.
Yo encontré en este maratón, a varias personas dignas de admirar por su capacidad de
sacrificio, estudio y concentración.
Mis ojos y mente siempre se proyectaron entonces en este tipo de personas, deseando
llegar a conseguir su nivel de compromiso, concentración y sacrificio. Lo veía como un
entrenamiento diario en el que si percibía que mi rendimiento se alejaba al obtenido por
ellos, me servía como toque de atención para mejorar al día o a la semana siguiente.
En mi academia había un chico que además de ser excelente persona era un excelente
opositor. Tenía todas las cualidades necesarias, sacrificio, constancia, hábito de estudio,
capacidad de sufrimiento y encima buena memoria. Aquellos miércoles en los que nos
enfrentábamos todos los compañeros opositores al mismo examen, eran pruebas
fehacientes de nuestra evolución en el estudio y del provecho obtenido durante la semana
previa.
Si como habitualmente, percibía que mi amigo había obtenido la máxima puntuación
en la clase, este hecho me servía como toque de atención para esforzarme aún más la
siguiente semana, y poder llegar a acercarme al nivel demostrado por mi compañero.
Y si en alguna ocasión, sentía que esa semana había sido yo el que había obtenido la
nota más alta de la clase, me aseguraba de no dormirme en los laureles y continuar con
ese trabajo realizado para que el resultado se mantuviera el mayor tiempo posible.
La competitividad bien entendida es muy sana. Aquella que proviene de sentimientos
negativos no es aconsejable.
Por eso te aconsejo que te fijes en los mejores de la clase o de la biblioteca. Puede
que no llegues a sus niveles de éxito, pero si te aproximas cada día o cada semana, tus
resultados serán excelentes.
Elige por tanto a tu liebre, elige al mejor opositor de tu academia o de la biblioteca e
intenta asemejarte a él o ella en su nivel de estudio y concentración. Observarás que tus
logros serán cada vez mayores.
Recuerdo perfectamente a una chica que estudiaba una oposición de mayor índole que
la mía. Era un ejemplo de constancia y sacrificio. Estando en la biblioteca intentaba
parecerme lo máximo posible a esta persona. Cuando te acercas a los niveles de los
mejores, tus resultados serán excelentes.
En el segundo examen de Auxilio Judicial obtuve la mejor nota de toda la clase.
Incluso superé a mi amigo “supercrack”. Cuando tu nivel de exigencia es similar al de los
mejores, puedes encontrarte estas agradables sorpresas.
LA OPOSICION Y TU PAREJA O FAMILIA

Este no es sin duda un tema menor en tu época como opositor.


Todos sabemos que la etapa del opositor es muy dura y las personas que tienes a tu
alrededor deben ser conscientes de ello. Han de ayudarte lo máximo posible para que
puedas conseguir tu meta final. Siempre he pensado que el logro del opositor es
también el de su familia o pareja.
Pero tampoco has de ser injusto con los que te rodean. Sé de buena tinta, que el
opositor es una persona fácilmente irritable y malhumorada. La presión que sentimos
opositando es muy elevada y puede ser que en más de una ocasión, la paguemos con las
personas que tenemos más cerca.
En mi caso, yo he de agradecer a mi familia y en especial a mis padres, por tener la
posibilidad de opositar como “mantenido” al menos en mi primera etapa, además de
aguantar mis múltiples cambios de humor.
Pero sobre todo he de mencionar a mi pareja, por lo bien que supo manejar la
situación. Mi mujer es una persona comprensiva, con gran empatía, que siempre me ayudó
y animó en los malos momentos. Además, admitió sin reparos mi situación como opositor,
asumiendo la escasez de tiempo para compartirlo con las personas que queremos y nos
quieren. Ella tuvo una gran fe en mí, y estaba segura que antes o después el premio del
aprobado caería de mi (nuestro) lado.
El opositor no solo necesita el apoyo anímico de sus seres queridos, sino que una
ayuda en las labores diarias del hogar puede ser también fundamental.
Hay que tener en cuenta que el esfuerzo que realiza un opositor es muy elevado,
además de la presión que tiene a su espalda, por lo que, sí es posible tener una ayuda de
tipo doméstico, mejor que mejor.
Tus seres queridos, por tanto, pueden ayudarte de muchas maneras, y si es así, lo único
que tienes que hacer es recordar la ayuda recibida durante esta carrera de fondo, y si es
posible, recompensar también el esfuerzo que hicieron tus seres queridos durante este
complejo periodo.
Debes tener presente, que no eres la única persona que está realizando un esfuerzo
en este proceso, y por lo tanto debes intentar tratar a tu familia con el máximo agrado y
respeto.
Ten presente, que es una pequeña etapa dentro de tu vida, y más aún dentro de tu vida
laboral, por lo que ya llegarán los buenos tiempos en los que disfrutarás al máximo de tu
tiempo cuando logres aprobar la oposición.
IMPREVISTOS QUE NOS PUEDEN ACAECER

Al encontrarnos en un proceso selectivo de larga duración, nos pueden ocurrir


imprevistos que afecten de forma significativa en el estudio de aquel.
En mi caso, debo decir que durante mi etapa opositora tuve un percance que afectó a
mi salud de forma leve.
Me rompí el tendón de Aquiles jugando al futbol sala y tuvieron que operarme. La
rehabilitación no fue todo lo bien que se podía esperar, y después de que me quitaran la
escayola, tuvieron de nuevo que escayolarme, pues parte de los puntos que me dieron se
abrieron y una porción de tendón asomaba de forma sorprendente desde la zona dañada.
Algunos amigos me dijeron en tono de broma que tenía un espolón, como los gallos de
pelea.
A pesar de lo desagradable de esta historia, lo que quiero hacer reflejar es que en mi
caso, cuatro años y medio dieron para mucho, y en tal periodo de tiempo pueden ocurrir
infinidad de situaciones que se encuentren fuera de nuestro control.
Como estuve tiempo escayolado, no pude acudir a las clases y perdí el ritmo de
estudio que tenía en ese momento. A pesar de estar en casa y poder dedicar todo el
tiempo al estudio, no lo hice así, pues como ya manifesté en capítulos anteriores, mi
concentración en casa era mínima, y si a eso le añadimos la lesión que sufrí, mi estudio
descendió de forma notable.
Yo no esperaba que me ocurriese algo parecido, sin embargo, hay cosas que no
podemos controlar y este tipo de situaciones pueden suceder.
Cuando pude moverme con muletas, decidí trasladarme a la academia lo antes posible,
para poder reengancharme al ritmo de estudio perdido. En esta situación, te das cuenta lo
importante que es tener un preparador o academia, pues a no ser que seas una persona con
una fuerza de voluntad extrema, es muy difícil por cuenta propia llevar un ritmo de
estudio elevado. Por supuesto, acudí a la biblioteca lo antes posible para recuperar el
tiempo perdido, a pesar del esfuerzo físico que suponía tal hazaña utilizando las dos
muletas para desplazarme. Cualquiera que se haya encontrado en esta situación sabrá a lo
que me refiero.
Hay acontecimientos de todo tipo que nos pueden ocurrir en nuestro proceso selectivo,
afectando de forma significativa a la concentración y nivel de estudios adquiridos hasta la
fecha.
Lo único que te puedo aconsejar, es que debes asumir esa nueva situación, y si tienes
la suerte de que ésta sea momentánea, volver con fuerzas renovadas y recuperar el tiempo
perdido.
Así lo hice yo, intenté volver a mi situación anterior lo antes posible.
Como anécdota, quiero dejar constancia de una situación que viví trabajando como
funcionario interino en un Juzgado de Instrucción.
Asistí a un juicio donde una mujer tuvo un accidente de tráfico cuando conducía su
motocicleta, colisionando ésta con un turismo en una calle de Madrid. La mujer había
demandado al conductor del coche, y entre las cantidades que le reclamaba, constaba una
importante suma de dinero, manifestando la interesada que en el momento del accidente
estaba estudiando una oposición y que a raíz del mismo y su posterior hospitalización, no
pudo presentarse al primer examen del proceso selectivo. Exigía por tanto, la cantidad
que había abonado a una famosa academia durante todo ese tiempo por considerar que fue
tiempo y dinero perdido. No recuerdo el dictamen de nuestro juez, pero en cualquier
caso, no considero que fuese una pérdida de tiempo y dinero.
Por la declaración de la demandante, se podía intuir que había dejado de estudiar la
oposición desde el accidente. Desconozco si era verídico o no, pero si después de tanto
esfuerzo y dinero por un acontecimiento ocurrido en nuestra vida abandonamos nuestra
oposición, pudiendo no obstante volver a retomarla, creo que es el mayor error en el que
un opositor puede incurrir.
Porque aunque pueda parecer lo contrario, nuestro cerebro acaba recordando lo
estudiado anteriormente. Es como una persona que acude al gimnasio a diario y después
de un percance en su vida cotidiana lo deja momentáneamente. Si esta persona, pasado un
tiempo vuelve al gimnasio, sus músculos se pondrán a tono mucho antes que aquella
persona que nunca ha realizado ejercicio físico alguno.
Debemos ser conscientes de que como todo en esta vida, nos pueden suceder cosas
que no podemos controlar y están fuera de nuestro alcance. En este caso, simplemente nos
quedará asumirlas y si es posible recuperarnos del acontecimiento, volver al sitio donde
nos quedamos, para tomar si cabe con fuerzas renovadas nuestro compromiso.
El opositor que tiene este tipo de mentalidad será el que triunfe y se lleve “el gato al
agua”. Aprobar la oposición debe ser nuestra obsesión entendida desde el punto de vista
positivo y hay que llegar a la meta a pesar de todos los obstáculos que nos encontremos
en el camino.
Para mí, el único obstáculo que nos puede impedir obtener nuestro esperado resultado
es el encontrarnos ante un problema grave de salud, ya sea físico o mental.
Para terminar este capítulo, y haciendo mención a la mentalidad y determinación que
ha de poseer el buen opositor, quiero narrarte lo que me ocurrió al presentarme a las
pruebas de acceso al conservatorio, ya después de ser funcionario de carrera.
Me presenté a las pruebas de acceso para ingresar en el Conservatorio Profesional de
Música y obtuve excelentes calificaciones en los diferentes apartados del proceso
excepto en uno de ellos, en el que saqué la nota más baja que puede llegar a obtenerse.
Mi compañero y amigo con el que había compartido el curso previo en el propio
Conservatorio no daba crédito a la nota obtenida.
Por supuesto, no pude pasar la prueba ya que a pesar de tener excelentes
calificaciones en los demás apartados, la normativa era explícita respecto a suspender
alguna de las diferentes pruebas.
Pues bien, tan pronto supe la mala noticia, me dirigí al tablón de anuncios del
Conservatorio y me hice con varios teléfonos de profesores particulares que impartían la
asignatura de lenguaje musical. Al observar esto, mi compañero se dirigió a mí diciendo,
“Ahora entiendo por qué has sido capaz de aprobar dos oposiciones”.
A pesar de estar hundido por el resultado, lo primero que hice fue intentar solventar
mis carencias musicales lo antes posible para poder estar preparado al año siguiente y
aprobar con soltura la prueba de acceso.
Al siguiente año, obtuve el primer puesto de acceso al Conservatorio en la modalidad
guitarra, sin ser el alumno con mejores cualidades musicales. Haber superado dos
oposiciones me dio experiencia más que suficiente para solventar los acontecimientos
inesperados en mi carrera como estudiante.
SUMIAL SI, SUMIAL NO

Trabajando como funcionario interino en un Juzgado de Instrucción de la Plaza


Castilla, conocí a unas funcionarias que habían aprobado las oposiciones a las que yo
también me había presentado.
Una de ellas nos comentó su experiencia en la prueba de ofimática exigida para
acceder al puesto de Tramitación Procesal y Administrativa. Nos informó de lo nerviosa
que estaba y como le temblaban las manos antes del examen a realizar. Ella previamente
había hablado con su médico de cabecera y le había recetado un medicamento llamado
sumial, un betabloqueante, cuyos efectos inmediatos consisten en controlar los temblores
físicos que se pueden llegar a aparecer en una determinada situación de estrés, regulando
y manteniendo las pulsaciones cardíacas.
Explicó cómo incluso ingirió dos pastillas, pues al parecer pensaba que con una dosis
no tenía bastante para hacer frente al examen de pulsaciones que debía realizar.
El sumial no es un medicamento milagroso que elimine los nervios que pudiéramos
experimentar en un momento determinado, pero mantiene a raya los temblores físicos que
aparecen en situaciones estresantes.
Comentar que yo a la hora de acudir al segundo examen de Tramitación y por ende a la
parte de ofimática la cual exigía teclear un escrito dado, no utilicé ninguna clase de
medicamento o sucedáneo. Mi situación era de bastante tranquilidad, sobre todo porque
ya había aprobado las oposiciones de Auxilio Judicial, las cuales eran mi principal
objetivo y después como ya expuse anteriormente, me dejé llevar durante las oposiciones
de Tramitación. Pero visto ahora de forma retroactiva, no hubiese ocurrido nada si me
hubiera “medicado” para enfrentarme al examen al que hemos hecho referencia.
Yo no soy médico y mis conocimientos sobre la materia son nulos, pero si hay
personas cuyos nervios les traicionan de manera notable, creo que la ingestión de este
medicamento en este tipo de situaciones está más que justificada. Por supuesto, siempre
bajo prescripción médica.
Y es que nos estamos jugando mucho, años de estudio y dedicación pueden verse
tirados a la basura por una falta de control sobre los nervios. Hay personas que pueden
controlarlos de forma eficaz mientras que a otras les pueden llevar al desastre.
Si después de una visita al médico de cabecera manifestándole tu futura situación éste
te prescribe el medicamento, entonces adelante y a por todas. Sé que hay gente que está en
contra de esta manera de razonar, pero esta es mi humilde opinión. Todos los
medicamentos tienen efectos secundarios y a pesar de ello hacemos uso de los mismos.
Pero también es muy perjudicial para la salud fumar, beber alcohol, vivir en ciudades
contaminadas, comer y beber determinados alimentos, etc y la gran mayoría de la gente en
mayor o menor medida vive o ha vivido situaciones similares.
Insisto, yo no soy médico, pero si para una situación en la que nos jugamos años de
estudio y esfuerzo, un determinado medicamento nos puede ayudar de forma importante
para alcanzar nuestra meta, creo que consumirlo de forma puntual está más que
justificado. Yo no lo hice pero si mi situación hubiese sido bien distinta y no hubiera
previamente aprobado la oposición de Auxilio Judicial probablemente mi forma de actuar
hubiera sido diferente.
EL OPOSITOR LO ES TODOS LOS DÍAS DEL AÑO

O como un compañero y amigo de la Audiencia Provincial decía “el opositor no tiene


vacaciones”.
Debo manifestar que no estoy del todo de acuerdo con la afirmación vertida
anteriormente, pero digamos que las vacaciones del opositor habrán de ser muy reducidas
si las comparamos con el resto de mortales.
Es bueno desconectar al menos una vez al año cuando estamos estudiando, sobre todo
si no hay visos de convocatoria inminente.
Si decides tomar vacaciones, lo que si te aconsejo es que sean vacaciones en su
concepto mayúsculo. De absolutamente nada te sirve que te lleves el material de estudio
para tranquilizar tu conciencia. Por propia experiencia, lo único que haces es pasear los
libros de tu lugar de residencia al domicilio vacacional y de éste a aquel.
Si decides por cualquier motivo tomarte unas vacaciones tengan la duración que
tengan, disfrútalas al máximo y olvídate de la oposición y los libros. Si has decidido
tener vacaciones es porque las necesitas y porque puedes permitírtelo pues el proceso
selectivo no está avanzado.
Así nos aconsejaba nuestro preparador:
-Es absurdo llevaros las leyes de “vacaciones”, no solo os pesará más la maleta sino
que cuando acabéis las vacaciones volveréis a casa con remordimientos de conciencia
por no haber tocado libro alguno durante ese periodo.
Otra cosa es que la convocatoria esté a la vuelta de la esquina. En este caso, yo
personalmente jamás me iría de vacaciones pero si crees no obstante que las necesitas,
tómate un breve descanso y vuelve con energías renovadas para afrontar la última parte
de tu etapa.
Aún recuerdo a una compañera de mi primera academia, la cual justo una o dos
semanas antes de nuestro segundo examen de Auxilio Judicial, decidió irse de puente con
su familia. A mi entonces me pareció una locura, sin embargo fue de las pocas personas
que aprobó en nuestra clase.
Está claro que si vas muy bien preparado puedes permitirte ciertos “lujos”.
RENDIMIENTO DIARIO Y HORAS DE ESTUDIO

Durante nuestro proceso, observaremos como hay ciertos días o semanas que nuestro
rendimiento de estudio es francamente notable, y en cambio, por desgracia, habrá también
días y semanas en los que nuestro rendimiento de estudio no sea el deseado. Y así
debemos asumirlo.
No somos máquinas, y por diferentes motivos podemos estar en determinados
momentos más concentrados que en otros. En cualquier caso y parafraseando a Picasso
“que la inspiración me llegue cuando esté trabajando”, debemos aprovechar esas rachas
de gran concentración y que cuando aparezcan éstas, nos encontremos en el ambiente
adecuado para sacar el mayor provecho de ellas. Si la inspiración, concentración o como
quieras llamarlo acude a nuestra puerta y nosotros no estamos ante el material de estudio,
perderemos una oportunidad única, por ello, el opositor debe estudiar todos los días
siempre y cuando los problemas de salud no se lo impidan.
Hace tiempo, leí el libro escrito por Pilar Urbano sobre el juez Baltasar Garzón, y en
este, se hacía mención al periodo en el que Baltasar estuvo opositando a judicatura.
Comentaba en el libro como él aprendió a estudiar cansado, asumió su continuo estado de
agotamiento y aun así consiguió estudiar y rendir. Aprobó la oposición en tiempo record.
En mi caso, lo que más mermaba mi concentración era el cansancio mental. Mi fuerza
de voluntad fue siempre sobresaliente pero mi concentración no tanto, por ello, debía
echarle más horas que algunos de mis compañeros opositores.
Cuando me dediqué exclusivamente al estudio de la oposición, estudiaba ocho horas
diarias de lunes a viernes. El viernes por la noche quedaba con mi compañeros del grupo
de funk-rock que tenía entonces y cuando llegaba el fin de semana y no me encontraba en
la recta final del proceso, me permitía desconectar unas horas, por ejemplo, iba a jugar al
futbol-sala los sábados con mis amigos y los domingos por la tarde mi chica y yo nos
íbamos al cine. Pero el resto de las horas me las pasaba en la biblioteca.
Cuando digo que me pasaba ocho horas estudiando he de matizar la frase. Realmente
no estaba las ocho horas estudiando porque la concentración se ve mermada a medida que
avanza el día, y además, dentro de las ocho horas contabilizo los descansos que
realizaba, que normalmente eran uno por la mañana y otro por la tarde. Es más correcto
decir que pasaba unas siete u ocho horas en la biblioteca cada día.
Evidentemente en mi segunda época, el trabajo que realizaba por la mañana me
impedía estar tantas horas en la biblioteca, pero mis cuatro o cinco horas por la tarde no
me las quitaba nadie. Y además, como ya comenté anteriormente, fue quizás mi época más
productiva en cuanto a mi rendimiento de estudio. Por supuesto, el cambio de academia
fue fundamental, al igual que mi nueva organización horaria, al no tener que desplazarme
tres veces a la semana para recibir clases en la academia.
Cuando por cualquier motivo, debes emplear menos tiempo a una actividad a la que
solías consagrar mayor dedicación, parece que el cuerpo humano se activa con el objeto
de obtener el mayor rendimiento posible a ese menor número de horas.
No es tanto, la ingente cantidad de horas que dediquemos al estudio, sino la calidad
del mismo. Aunque no hay que llamarse a engaño, al menos debemos dedicar cuatro o
cinco horas de estudio diarias a la oposición.
En mi segunda etapa, eliminé alguna de mis actividades “extraopositoras”, como jugar
al futbol, ya que pensaba que debía aprovechar el fin de semana al máximo para
dedicárselo al estudio. Además, cuando terminaba los partidos, mi cansancio físico era
importante y podía influir en la calidad de mi estudio.
Respecto a esto último debo hacer una aclaración. Pasé muchas horas de estudio frente
al atril en la biblioteca y mi ejercicio físico durante todo el proceso opositor fue más bien
escaso. Creo que debía haber realizado mayor actividad física durante los años que pasé
estudiando, y además que esta actividad física hubiera sido moderada y continua. Hacer
footing durante quince o veinte minutos todos los días al terminar mi jornada de estudio
podía haberme hecho mucho bien. Sé que cuando uno termina de estudiar durante una
intensa jornada de estudio, lo que menos le apetece es hacer cualquier otra actividad,
pero el cuerpo también necesita desintoxicarse.
Probablemente también por eso estuve tan cansado durante todo mi proceso, aunque
hablo desde la suposición. Debí de realizar mayor ejercicio moderado. Creo que es un
buen consejo que te puedo dar.
EL ATRIL, MI SEGUNDO MEJOR AMIGO

Durante la carrera jamás utilicé atril para estudiar cuando iba a la biblioteca.
Como opositor, deberías estudiar siempre con atril, es más, deberías tomártelo como
una obligación. La cantidad de horas que dedicamos al estudio, pueden pasarnos factura
físicamente si no ponemos los medios adecuados para que esto no ocurra.
Estudiar con atril, es uno de los mejores consejos que te puedo dar. Tener el cuello lo
más recto posible, durante nuestro estudio va a ser imprescindible, pues de lo contrario
nos visitarán las famosas contracturas y sobrecargas que no solo nos afectarán
físicamente sino también psicológicamente y por lo tanto mermará nuestro rendimiento de
estudio.
Recuerdo estudiando la carrera que veía a más de una persona llevarse el atril a la
biblioteca y me parecía un absurdo. No podía estar más equivocado.
Yo utilicé uno de madera y después uno de plástico, este último más práctico y
liviano, que todavía conservo, en cambio el de madera tuve que tirarlo a los dos años del
proceso pues no aguantó los viajes de ida y vuelta en mi mochila.
REMORDIMIENTOS DE CONCIENCIA

Como la etapa del opositor es tan extensa en el tiempo, es inevitable que tengamos que
acudir en diferentes ocasiones a acontecimientos sociales no planeados en nuestro mapa
de ruta. O bien, simplemente estemos realizando una actividad distinta al estudio en un
momento determinado cuando debiéramos estar delante de nuestro material de estudio.
Si en estas ocasiones sentimos remordimientos de conciencia, si se nos enciende el
“chip” de “debería estar estudiado en vez de…”, te adelanto que vamos por el buen
camino.
Eso significa que has interiorizado totalmente el papel de opositor, que la oposición se
ha convertido en tu principal meta a alcanzar y que sientes gran responsabilidad por
obtener al final la preciada recompensa. En estos casos, simplemente, lo mejor es
disfrutar del momento y en cuanto se pueda, volver a nuestra rutina diaria de estudio que
colmará de satisfacción a nuestra conciencia.
Debemos en cambio, intentar que éstas situaciones no se produzcan habitualmente ya
que eso significaría que no estamos haciendo el trabajo que debiéramos, pero insisto, si
esta situación se nos plantea muy de vez en cuando, significa que nuestro nivel de
exigencia para con nosotros mismos está siendo elevado.
TENSIÓN EN EL ESTUDIO

Es necesario que sintamos como opositores una tensión diaria para poder rendir al
máximo durante nuestras horas de estudio. Pero ojo que estoy hablando de tensión y no de
ansiedad. La tensión constante bien llevada nos alzará a la cumbre.
En mi caso, tener que evaluarme semanalmente en la academia y observar los
resultados obtenidos, me producía esa tensión necesaria para dar lo mejor de mí mismo
en el estudio semanal.
Me imaginaba que ese examen que realizábamos todos los miércoles por la tarde, era
el verdadero examen oficial, en el que me estaba jugando obtener o no plaza en la
Administración de Justicia.
Pero no debemos permitir que esa tensión se convierta en ansiedad y nos bloquee
mientras estudiamos pues las consecuencias serían fatales.
El peor enemigo del opositor no son las 15.000 personas que se puedan presentar a la
oposición que nosotros estamos preparando, el peor enemigo del opositor es uno
mismo.
Si esa tensión se convierte en nervios incontrolados poco bien nos va a hacer.
MANEJANDO LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS

Durante nuestro proceso selectivo, aflorarán sin que podamos evitarlo, sentimientos
de inferioridad y culpabilidad, que no nos ayudarán nada en nuestro propósito.
Cuando tu preparador se disponga a dar una segunda vuelta al temario y te percates
que mucha de la materia que habías previamente estudiado ha desaparecido de tu
memoria, sentirás sentimientos de inferioridad e incapacidad, pero te aseguro que le
ocurre a todo el mundo.
Es tanta la materia que debemos de afrontar, que es imposible mantener en la memoria
tal ingente cantidad de datos, y por ende es necesario repasar las veces que sean
necesarias.
Cuando por éste u otros motivos, te visiten pensamientos con carga negativa déjalos
estar, no profundices en ellos, y si quieres analizarlos hazlo desde un punto de vista
objetivo. Si piensas que no estás preparado, que todos los demás opositores van mucho
mejor que tú a pesar de tener un gran preparador y un ritmo óptimo de estudio,
probablemente estés siendo muy subjetivo e injusto contigo mismo.
Tener este tipo de pensamientos es humano y puedes revertir la carga negativa de los
mismos para exigirte aún más y elevar tu nivel de preparación.
Recuerdo perfectamente, ya en mi etapa final como opositor, cuando habíamos
superado las pruebas de Auxilio Judicial y nos encaminábamos hacia las de Tramitación
Procesal, manifestar a mis compañeros opositores que hubiera dado mi brazo derecho por
aprobar la oposición quedando el último dentro de la nota de corte establecida. Mis
compañeros me confirmaron que tenían este mismo tipo de pensamientos antes de
enfrentarse a los exámenes selectivos.
Ninguno de nosotros tuvimos que preocuparnos pues nuestra nota media obtenida en el
proceso superó con creces la nota de corte establecida, pero con ello quiero hacer
constar como todos y cada uno de mis compañeros y yo incluido, tuvimos serias dudas
sobre la posibilidad de obtener plaza como funcionario de carrera, aun cuando nuestra
preparación fue a todas luces ejemplar.
Conocí a una compañera interina trabajando en la Audiencia Provincial, que al igual
que yo, se había presentado varias veces a los exámenes de la oposición y además, daba
la casualidad que estuvo varios años en la misma academia y con el mismo preparador
que me instruyó.
Decir que la compañera no pudo aprobar a pesar de pasar las notas de corte del
primer ejercicio, y me comentó que en la academia era una de las mejores, y que en los
exámenes semanales obtenía las mejores notas, pero cuando se tuvo que enfrentar en
diferentes ocasiones a los exámenes oficiales, los nervios, la ansiedad y los pensamientos
negativos no le permitieron obtener el resultado esperado. Después de varios años tuvo
que dejar la oposición, aunque me consta que aún trabaja de funcionaria interina.
Estos casos creo que son excepcionales, pero ilustran muy bien cómo se puede tener
una gran preparación y no obstante no llegar a la meta final. Aquí el error no radica en el
método de estudio, el tiempo dedicado al mismo, o el preparador o academia. El
problema radica en uno mismo y la forma de reaccionar ante una situación estresante
como la de un examen oficial de nuestra oposición.
No podemos permitir, bajo ningún concepto que tal estado de nerviosismo nos impida
alcanzar nuestro objetivo cuando hemos hecho bien nuestro trabajo, y éste debe ser
nuestro gran aval cuando nos acucien los pensamientos negativos.
Cuando hemos realizado un excelente trabajo diario durante años, obteniendo buenas
calificaciones en los simulacros de examen de nuestro preparador, cuando éste, por su
experiencia, nos informa que estamos lo suficientemente preparados para afrontar la
última etapa, debemos sentirnos satisfechos con nosotros mismos, y dirigirnos hacia los
exámenes con la conciencia absolutamente tranquila, dispuestos a echar el resto y dar lo
mejor de nosotros mismos en la realización de la prueba.
Por regla general, y por propia experiencia, te puedo asegurar que tales ideas y
pensamientos no son en absoluto objetivos, sino que tienen una carga subjetiva brutal.
Como claro ejemplo de ello, me remito a las ideas que me sobrevinieron cuando
realicé mi segundo examen para optar a una plaza de Auxilio Judicial. Recuerdo entonces
que estaba realmente nervioso, el corazón me latía a mil por hora, pues sabía que estaba
muy cerca de pertenecer al selecto mundo del funcionariado.
El trabajo estaba hecho, solo quedaba realizar el examen. Decirte que me sobró para
la contestación del mismo alrededor de veinte minutos. Las respuestas me vinieron claras
a mi mente.
Pues bien, durante el examen al tener tanto tiempo libre para repasar el mismo,
comencé a pensar que la prueba era realmente fácil, que todos los demás que estaban
conmigo en el aula realizando el test tenían igual percepción que yo, y que la nota de
corte probablemente estaría incluso cerca de los cien puntos.
Esta forma de pensar fue totalmente subjetiva.
Obtuve una puntuación de 90, y la nota de corte se estableció en 67,50 puntos.
Hay que ser capaces de identificar esos pensamientos negativos basados en la
subjetividad absoluta y tomarlos como lo que son, ideas sin fundamento que tenemos por
ser humanos, pero que en ningún momento deben influirnos para la obtención de nuestra
meta.
PREFIERO 5 A 35

Recuerdo un día como opositor cuyo ánimo estaba muy lejos de ser el deseable. Le
manifesté tal situación a un compañero de trabajo, indicándole que al paso que iba,
aprobar la oposición me iba a costar al menos cinco años de mi vida, pues no me sentía
preparado del todo para afrontar con éxito la misma.
Mi compañero sorprendido me dijo que no estaba siendo nada objetivo, y que aun
siendo cierto mi planteamiento, era mejor cinco que treinta y cinco.
Sin entender aquella expresión le miré fijamente y le solicité una explicación in situ.
Con gran tranquilidad, me trasmitió la siguiente idea que me dejó gratamente
convencido.
- Félix, es mejor que dediques cinco años de tu vida al estudio de las oposiciones y
obtengas el resultado deseado aunque ello suponga un gran sacrificio, que por el
contrario, no hagas nada al respecto y sigas durante 35 años o más en un trabajo que
aborrezcas, donde te expriman y te roben tu bien más preciado que es tu tiempo. Cuando
apruebes la oposición te darás cuenta que el tiempo que has invertido para mejorar tu
vida ha sido una minucia comparado con el tiempo que un trabajador normal desperdicia
durante sus jornadas maratonianas en muchas empresas privadas.
MIS EXAMENES UNO A UNO

AUXILIO JUDICIAL CONVOCATORIA DE 29 DE SEPTIEMBRE DE 2006

La primera vez que oposité decidí hacerlo por Andalucía, ya que el número de plazas
(209, reservando 11 para discapacitados) parecía ser importante, y además pensé que las
oportunidades de obtener plaza serían mayores que en Madrid, Comunidad que suele
acabar con una nota de corte elevada al menos en Justicia.
Realicé las pruebas en la Universidad de Málaga (una de las sedes de Andalucía), y
en el primer examen obtuve una nota aceptable de 75 puntos, pasando la nota de corte la
cual se situó en los 70,25 puntos.
Pasado un mes más o menos, realicé mi segundo examen tipo test. Fue un examen a mi
juicio de gran dificultad, y obtuve una puntuación de 70,50. La nota de corte en
Andalucía se quedó en 78,25 puntos y recuerdo que fue la más alta de toda España, más
alta incluso que la de Madrid. Me quedé lejos de aprobar la oposición.

TRAMITACIÓN PROCESAL Y ADMINISTRATIVA CONVOCATORIA DE 29


DE SEPTIEMBRE DE 2006

De nuevo, me presenté por Andalucía. Realicé el examen en la Universidad de


Málaga, y no pude siquiera pasar la primera nota de corte que se estableció en los 71,50
puntos para un total de 121 plazas, reservando 7 para discapacitados. No recuerdo
exactamente que nota obtuve en este primer examen, pienso que fue en torno a los 63 o 65
puntos aunque no lo sé a ciencia cierta. Lo que si recuerdo perfectamente, es que después
de conocer mis notas en Auxilio Judicial quedé muy desmotivado y no continué
estudiando de manera intensa para el examen de Tramitación. Fue un grave error, fruto de
la inexperiencia.

AUXILIO JUDICIAL CONVOCATORIA DE 10 DE NOVIEMBRE DE 2008

Me presenté en aquella ocasión por Madrid, ya que el número de plazas fue


ciertamente interesante 396, reservando 21 de ellas a discapacitados.
En el primer ejercicio la nota de corte se quedó en 50 puntos, una nota realmente baja
para lo que yo había experimentado previamente. Sinceramente no recuerdo con exactitud
la nota que obtuve en el primer examen, aunque creo que estuvo en torno a los 78 puntos.
Fue una buena nota pero no quedé del todo satisfecho, ya que en mi academia ilustres
compañeros se habían acercado a los ochenta y muchos puntos.
En el segundo ejercicio realizado obtuve una puntuación de 90, quedando gratamente
satisfecho. La nota de corte quedó en 67,50 por lo que superé la misma con creces. Como
dato anecdótico, Andalucía fue la Comunidad Autónoma con la mayor nota de corte de
toda España concretamente se situó en los 77,50 puntos.
Pasé con creces las notas de corte establecidas, obteniendo el puesto número 18 en
la Comunidad de Madrid, una vez valorados los méritos en la fase de concurso.

TRAMITACIÓN PROCESAL Y ADMINISTRATIVA CONVOCATORIA DE 10


DE NOVIEMBRE DE 2008

Me presenté por Madrid, pues el número de plazas fue notable, 355 de las cuales 19
se reservaron para discapacitados. He de aclarar que no recuerdo las notas que obtuve ni
en el primer, ni en el segundo examen, pasando en cualquier caso las notas corte de
ambos exámenes.
La primera nota de corte del primer ejercicio se estableció en 58 puntos.
El segundo ejercicio se dividía en dos pruebas distintas a realizar el mismo día.
Primero el ejercicio tipo test, 20 preguntas basadas en un caso práctico, a contestar en
media hora. La nota de corte quedó en 20 puntos, y cada pregunta acertada contaba 2
puntos. Creo recordar que el caso práctico se basó en un juicio cambiario aunque no
estoy seguro.
En la segunda parte de la prueba tuvimos que reproducir mecanográficamente un texto
a ordenador en Word, con los requerimientos que establecía el Tribunal (recuerdo que
tuvimos que realizar una tabla, además de sangrías y demás…). La nota de corte quedó en
15 puntos para la parte de velocidad y otros 15 puntos para la parte de los requerimientos
establecidos por el Tribunal.
Al final del proceso contando ya la fase de concurso, obtuve el puesto 85 dentro de la
Comunidad de Madrid.
Quiero hacer referencia aquí de lo largo que se nos hizo el día del segundo examen.
Recuerdo llegar a las ocho de la mañana a la Universidad Autónoma de Madrid y salir
hacía mi casa a las 18.00 horas de la tarde, y no solo eso, apenas comí nada, pues estaba
continuamente pendiente de que me llamaran para realizar el ejercicio mecanográfico de
Word.
Desconozco como están actualmente organizadas estas pruebas pero te puedo asegurar
que en mi caso fue un absoluto caos. Debido a que no existen ordenadores para todos los
aspirantes al cuerpo de Tramitación Procesal y como las bases establecen que el segundo
examen con sus diferentes pruebas debe realizarse el mismo día, la confusión, el
nerviosismo y el caos estuvieron a la orden del día. Te aconsejo que si vas a realizar este
examen te lleves un sándwich, fruta y demás y te armes de paciencia.

GESTION PROCESAL ADMINISTRATIVA CONVOCATORIA DE 10 DE


NOVIEMBRE DE 2008.

No pude ni siquiera realizar el primer examen a pesar de que había pagado tanto las
tasas del mismo como el avión que me llevaba directo a Gran Canaria.
Cometí el error de comprar los billetes de avión el mismo día del examen para no
tener que hacer noche en la isla. Fue un tremendo error y espero que no te acurra a ti.
Cuando llegué al aeropuerto de Barajas a las cinco y media de la mañana, me informaron
de que había overbooking y que mi sitio estaba ocupado, todo el avión estaba ocupado y
me ofrecieron viajar en otro avión pero ya más tarde del horario establecido.
Pero con el billete que me ofrecían ya no me daba tiempo a llegar a la isla, coger un
taxi y personarme en el examen. Fue una estupidez por mi parte, aunque ya por aquella
época mi mente estaba en otra cosa, pues había conseguido los dos objetivos
primordiales y Gestión no estaba dentro de los planes establecidos. Aun así, no debía
actuar de aquella manera y tendría que haber viajado el día anterior a las Islas.
Por cierto que me presenté, o mejor dicho, me quise presentar por Canarias porque la
nota de corte suele ser inferior en las islas, y así ocurre la mayoría de las veces.
Dejo aquí, por si a alguien le pudiera interesar, la dirección en internet de una página
en la que se puede comprobar el número de plazas ofertadas para la Administración de
Justicia y las diferentes notas de corte establecidas desde el año 2000.

http://aulamalacitana.es/Aula_Malacitana/Esquemas_files/Estadi%CC%81sticas.pdf
FINAL

Espero sinceramente haberte ayudado con la información vertida en estas páginas y


deseo que consigas convertirte en funcionario de carrera lo antes posible. Mi aspiración
ante todo, ha sido reflejar que la posibilidad de aprobar una oposición está al alcance de
cualquiera, y que si yo lo conseguí en su día, tú también puedes triunfar siguiendo mis
pequeños consejos.
Te deseo la mayor suerte del mundo, y ¡nos vemos en la Administración!
SOBRE EL AUTOR

Félix Lenguas (Madrid, 1978) es Licenciado en Derecho por la Universidad


Complutense de Madrid, y posee el Master en Criminología impartido en la citada
Universidad. Actualmente desarrolla su labor como funcionario de carrera en el Servicio
Común de Notificaciones y Embargos de Madrid.

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