LA CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA.
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y La entrada de tropas francesas se produce en Febrero de 1808 y, más allá
LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
1. CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA
La crisis de la Monarquía Borbónica (la cual encarna el Antiguo Régimen
en España) coincide con la Revolución Francesa del año 1789 y la
aparición de Napoleón en el panorama continental.
Un año antes, el rey Carlos IV, (hijo de Carlos III), sube al trono en España
e inmediatamente se ve desbordado por estos acontecimientos.
En un primer momento, Carlos IV opta por taponar toda influencia
revolucionaria tomando medidas como: el cierre de fronteras, la supresión
de toda influencia ilustrada en su gobierno, y el nombramiento de Manuel
Godoy (joven proveniente de la guardia real), como secretario de Estado.
Pero la ejecución del rey francés Luis XVI, hace que España dé un paso
más y se una a la coalición militar europea que lucha contra Francia. La
derrota de las tropas españolas va a ser contundente y, por la firma de la
Paz de Basilea (1795), nuestro país quedará subordinado a los intereses
franceses.
Unos años más tarde, Napoleón toma el poder en Francia y convierte a
España en la aliada más importante en su lucha contra Gran Bretaña,
(principal obstáculo en su política imperialista por el continente europeo).
La flota franco-española y la inglesa (dirigida por el almirante Nelson) se
enfrentan en Trafalgar. La desastrosa derrota que sufre España conlleva,
además de la pérdida de casi toda la flota española, una grave crisis
económica en nuestro país, pues Inglaterra se convierte en dueña del
Atlántico y bloquea el comercio español con las colonias americanas,
principal fuente de ingresos y recursos.
Pero Godoy continua fiel a Napoleón y, a pesar de las derrotas y de la
severa situación que atraviesa el país, firma el Tratado de Fontainebleau
(1807), en el que pactan el reparto de Portugal para bloquear a Inglaterra.
En él da permiso para que los soldados franceses atraviesen la Península
camino de Portugal.
de lo fijado en el tratado, van ocupando plazas estratégicas (Barcelona,
Vitoria…), y la población comprueba cómo la actitud de los soldados es
cada vez más hostil.
En esta situación se produce el motín de Aranjuez (marzo de 1808). Las
intenciones francesas ya están claras para el pueblo y empieza a extenderse
el rumor de que Godoy está organizando la huida de los Reyes hacia
América desde el Palacio de Aranjuez (residencia primaveral de los
Reyes). El entorno del príncipe Fernando, organiza el asalto a la casa de
Godoy, contando con la participación nocturna de soldados y sectores
populares. Éste es sacado en volandas y salva la vida de milagro. Carlos IV
se ve obligado a destituir a Godoy de su cargo, y a abdicar en la figura de
su hijo, a partir de ahora, Fernando VII.
Pero la crisis de la monarquía se agrava cuando Carlos IV solicita la ayuda
de Napoleón para recuperar el trono. Bonaparte, consciente de la
debilidad por la que atraviesa la monarquía española, llama a padre e hijo
a una reunión en Bayona, (al sur de Francia). Allí Fernando VII es
obligado a devolver la Corona a su padre que, a su vez, se la entrega al
emperador para que designe como nuevo Rey de España a su hermano
José. De este modo se completa uno de los sucesos más negros de nuestra
historia.
Con José I Bonaparte como Rey, Fernando es arrestado y va a permanecer
todo el periodo de guerra apresado en un palacio de Valençay. El nuevo
Rey, a pesar de la imagen difundida en España, es un personaje culto y
formado. Trae consigo el Estatuto de Bayona o Carta Otorgada de 1808,
texto de carácter autoritario cuyo desarrollo, sin embargo, hubiera
supuesto una auténtica transformación sociopolítica para España
(abolición de los privilegios, igualdad de los españoles ante la ley,
abolición de la Inquisición, etc.).
El rumor de que Napoleón tiene secuestrados por la fuerza a los reyes en
Bayona provoca motines y resistencia en las principales ciudades. El
levantamiento de Madrid, el 2 de Mayo de 1808, despierta los
sentimientos más heroicos y patrióticos entre un pueblo que, sin
gobernantes legítimos en el poder, toma la iniciativa.
Los insurrectos, que se denominan “patriotas”, se organizan en Juntas (=
órganos de acción y decisión) locales y provinciales por todo el territorio.
Éstas logran articular sus esfuerzos en una Junta Suprema Central que
autoriza el armamento de los paisanos y reconoce el servicio en la
guerrilla como servicio a la nación.
2. GUERRA DE INDEPENDENCIA
El segundo apartado, la Guerra de la Independencia, que se desarrolla
entre 1808 y 1813, podemos dividirla en las siguientes fases:
PRIMERA FASE
La primera fase, de éxitos iniciales para España, perdura hasta finales de
1808: Con Madrid tomada, algunas ciudades resisten de forma ejemplar.
Es el caso de Gerona y Zaragoza, fundamental para controlar el valle del
Ebro, (en esta última Agustina de Aragón, con los soldados muertos,
defiende una puerta de la ciudad a cañonazos cuando los franceses se
disponen a entrar).
Pero sin duda, la batalla de Bailén, (en Julio de 1808), es el punto
culminante de esta primera etapa. El mariscal francés Dupont avanza
tratando de entrar en Andalucía, donde lo espera el general Castaños,
que lo derrota en la plaza jienense después de varios y calurosos días de
disputa. (Como anécdota, el escudo de Bailén recoge un cántaro
agujereado haciendo referencia a la efeméride. El suministro de agua a
los soldados es fundamental en la batalla).
La derrota de Bailén tiene una doble repercusión: estratégica y
propagandística. La noticia corre por toda Europa al ser derrotado, por
primera vez, un ejército napoleónico. Sus consecuencias son
importantes: José I se retira de Madrid a Vitoria, y las tropas francesas
se repliegan al norte del Ebro.
SEGUNDA FASE
La segunda etapa, la de mayor dominación francesa, se desarrolla desde
finales de 1808 hasta 1812. Napoleón, que ha montado en cólera tras los
sucesos de Bailén, se persona en España con un refuerzo grande de
tropas. La Grande Armeé toma en un mes Madrid, y Napoleón vuelve a
colocar allí a su hermano. Entonces abandona España (para seguir
luchando por Europa), y deja al mariscal Soult al frente del poderoso
ejército. Con él consigue conquistar casi toda la Península.
En el caso de Andalucía, su ocupación se lleva a cabo en 1810. Ocupan
todo el territorio menos Cádiz. En Cádiz, el ejército español, con ayuda
de los ingleses (enemigos de Napoleón), vuelan el puente del río Sancti
Petri, aislando la ciudad del alcance francés. Ésta será abastecida desde el
mar por buques ingleses, quedando libre toda la Guerra.
Llama la atención la aparición por primera vez en la historia de la guerra
de guerrillas, civiles armados que son alentados por el clero desde sus
púlpitos y que inician una guerra de desgaste consistente en atacar por
sorpresa a tropas francesas en puntos estratégicos, dificultando
enormemente el control sobre el territorio. Entre los jefes destacan Espoz
y Mina, el cura Merino y “el Empecinado”. La aportación de estos al
éxito final de la guerra es muy valiosa.
TERCERA FASE
La última fase, marcada por la ofensiva final anglo-española, se
desarrolla entre 1812 y 1813. Napoleón se ve obligado a retirar de
España una parte muy importante de sus tropas para destinarlas a la
invasión de Rusia, lo que es aprovechado por las tropas anglo- españolas
al mando del duque de Wellington, que inician una nueva ofensiva
donde destacan victorias como la de Arapiles, tras la que se lleva a cabo
el asedio de Madrid.
El desastre de Rusia acelera la retirada francesa que obligaba a
Napoleón a firmar el tratado de Valençay, por el que Fernando VII es
repuesto en el trono y pone punto final a la guerra.
 Los efectos de la guerra son desastrosos para España, por las pérdidas
humanas (cerca de medio millón de muertos), económicas (devastación
de cosechas, ganado, caminos, puentes,…, quedando la Hacienda Pública
todavía más arruinada), artísticas (gran parte de nuestro patrimonio sale
de nuestras fronteras), y políticas, (el exilio de “los afrancesados, y la
aceleración del desmoronamiento del Imperio colonial español. Como
nota positiva, se gesta la transición al Estado Liberal, como veremos a
continuación).
3. COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL
El tercer apartado del tema corresponde a los comienzos de la revolución
liberal.
La guerra supone la ruptura con el absolutismo, ya que el pueblo, ante el
vacío de poder, asume la soberanía (= poder político) e inicia un proceso
revolucionario político, con Cádiz como epicentro, dónde se acaba
gestando la primera Constitución de nuestra historia.
El avance de las tropas francesas tras la batalla de Bailén obliga a los
miembros de la Junta Suprema Central a refugiarse en Sevilla y, más
tarde, en Cádiz, con una situación geográfica difícil de doblegar.
A mediados de 1810 la Junta Suprema Central se disuelve pasando el
poder a un Consejo de Regencia (regencia = gobierno provisional
mientras el rey legítimo no puede gobernar), constituido por cinco
miembros, que se encargan de convocar las Cortes de Cádiz.
Se produce entonces la “consulta al país” para preparar los temas a
abordar.
Unos 300 diputados van a conformar dichas Cortes, elegidos por sufragio
universal, en unas condiciones, como vemos, nada fáciles, por la situación
de guerra en que se vive. (Ante la imposibilidad de hacer elecciones en las
provincias ocupadas por los franceses, se nombrarán diputados suplentes
de entre los residentes en Cádiz).
Entre dichos diputados predominan los individuos pertenecientes a las
clases medias y con una sólida formación intelectual y académica; (clérigos,
profesores, militares, abogados, ...)
La sesión inaugural tiene lugar el 24 de septiembre de 1810, en el Teatro
Cómico de la Isla de León (actual San Fernando) donde los diputados juran
“defender” la integridad de la nación española”. Pero el asedio francés
obliga a trasladar las Cortes definitivamente a Cádiz capital, a la iglesia de
San Felipe Neri.
La principal característica de las Cortes de Cádiz es que representan a
todos los españoles, y sus representantes toman decisiones en una Cámara
única, con un voto por cada diputado, no por estamentos.
Durante las sesiones, pronto aparecen entre los diputados dos tendencias
ideológicas diferenciadas: Una, la de los partidarios de las reformas, que
empiezan a ser llamados liberales, defienden las libertades, una sociedad
estructurada en la igualdad ante la ley y el fin de la monarquía absoluta.
La otra, la de los absolutistas, llamados despectivamente serviles, son
partidarios de la continuidad de la monarquía absoluta.
En la sesión inaugural del 24 de Septiembre destaca un discurso de Muñoz
Torrero, diputado por Extremadura, en el que defiende la soberanía de la
nación. Con este discurso puede comprobarse que los liberales son
mayoría, lo cual hace posible que se aprueben una serie de decretos y leyes,
(entre 1810 y 1813), que van a conllevar una profunda reforma de las
instituciones políticas, económicas, y jurídicas españolas. En definitiva,
van a suponer la abolición de los fundamentos del Antiguo Régimen.
Destacamos:
- El reconocimiento de la libertad de imprenta, que supone el fin de la
censura de los documentos políticos, (aunque sigue existiendo en los
religiosos).
- La abolición de los señoríos jurisdiccionales, lo que supone el fin de los
privilegios señoriales. Los señoríos territoriales se convierten en
propiedades privadas.
 - La abolición del Tribunal de la Inquisición.
- La eliminación de los gremios y la introducción de la libertad económica,
abriendo paso, así, a las relaciones económicas capitalistas (libertad de
trabajo, supresión de aduanas interiores,…).
4. El reconocimiento de los derechos y libertades individuales, (derecho a
la propiedad, libertad de comercio e industria, la ya citada libertad de
prensa…) No obstante, no reconoce la libertad religiosa y establece a la
religión católica como la única de la nación española.

4. CONSTITUCIÓN DE 1812

Para finalizar el tema, abordaremos el último de sus apartados, la

Constitución de 1812.

Y es que, tras dos años de debates, la medida más trascendental tomada por
los diputados de las Cortes es, sin duda alguna, la aprobación de una
Constitución, la primera Constitución española, con marcado carácter
liberal. Se conoce como “La Pepa”, por haber sido aprobada el 19 de Marzo
de 1812, día de San José.

En un texto de una gran extensión, (384 artículos), que modifica el régimen

político (Antiguo Régimen) e implanta el liberal al introducir tres ideas
fundamentales:

1. La soberanía nacional: el poder político pertenece a la nación, siendo

delegado en los representantes elegidos por los ciudadanos a través del
sufragio universal masculino indirecto.

2. La división de poderes: donde el poder judicial lo detentan Tribunales

independientes; El poder legislativo recae en las Cortes (reunidas en una
sola Cámara de diputados). Y el poder ejecutivo se reservada al rey, que
también tiene derecho a veto suspensivo transitorio (de dos años) y
propuesta de leyes a la Cámara.

3. La igualdad de todos los ciudadanos (no súbditos) ante la ley: lo que

supone el fin de los estamentos, y por tanto, de los privilegios fiscales,
militares y jurídicos.