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CASA DE MUÑECAS

ACTO II-III

Nora no sabía qué hacer con Krogstad. No tenía dinero para terminar la
deuda y se estaba quedando sin opciones.
Mientras estaba perdida en sus pensamientos, llegó Cristina y Nora le pidió
ayuda con el disfraz que usaría para bailar la Tarantela el día de su fiesta de
disfraces. Entonces, Cristina y Nora se pusieron a hablar de la fortuna del Doctor
Rank y Cristina le propuso pedirle al doctor el dinero que le quedaba del préstamo,
pero Nora no estaba muy segura.
Algunos minutos más tarde, llegó Helmer y le contó a su mujer que Cristina
tomaría el puesto de Krogstad, pero Nora, preocupada, le pidió que no echara a
Krogstad, con la excusa de que podría hacerle mucho mal. Helmer se enojó por
ese pedido y se fue. Tras él llegó el doctor Rank y le contó algo terrible. Estaba
muy enfermo y no quería morir sin decirle que estaba perdidamente enamorado de
ella. A Nora no le gustó esa confesión porque ella no lo amaba, solo lo quería como
un buen amigo y le pareció mal pedirle dinero.
Cuando el doctor se fue, llegó Krogstad y le dijo a Nora que lo habían
despedido y que si no le pagaba todo lo que le debía y no lo ayudaba a mantener
su puesto, enviaría una carta a su marido contándole todo. Como Nora no le ofreció
una solución, Korgstad cumplió con su amenaza. Antes de irse, puso la carta en el
buzón de Helmer.
Nora estaba desesperada y Cristina se ofreció a ayudarla. Como tiempo atrás
habían sido novios, fue a hablar con él para que pidiera la carta de regreso antes
de que Helmer la leyera. Mientras tanto, Nora armó un plan para distraer a su
marido: le pidió que la ayudara a ensayar. Todo parecía ir bien, hasta que Cristina
llegó y le dijo que la única opción era decirle toda la verdad a Helmer.
Finalmente, Helmer revisó el buzón y leyó la carta donde Krogstad contaba
toda la verdad. Con furia, Helmer insultó a Nora y le dijo que se separarían y que
ella ya no podría ver a sus hijos, pero que debía quedarse en la casa para salvar las
apariencias.
De repente, alguien tocó la puerta y Helmer se encontró con una carta escrita
por Krogstad, en la que él se arrepentía de todo y cancelaba la deuda de Nora.
Helmer estaba feliz, y le dijo a Nora que la perdonaba. Sin embargo, su
mujer le dijo que todo lo que había pasado la había hecho darse cuenta de que ya
no lo amaba. Le dijo que quería estar sola para encontrarse a sí misma, para saber
quién era, para conocer su verdad, ya que toda la vida la habían tratado como una
muñeca, la habían hecho una inútil. Nora tomó sus cosas y abandonó la casa para
siempre.

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