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Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.

Licenciatura en Gobierno y Relaciones Internacionales.


Ética.

Dr. Lythgoe, Esteban.

Trabajo Práctico Parcial.


Fecha de entrega: 08/05/2019.

Farao, Sofía Aylén.


Ilariucci, Sasha Ailin.
Lorca, María Florencia.
Rodríguez Sierra, Pilar.
Vera, Gerónimo Lautaro.

Miércoles, Turno Mañana.


Aula 222.
Una chica en el río: el precio del perdón

Es de común conocimiento que en los últimos años, la imagen de la mujer en la


sociedad ha cambiado. Los estereotipos forzados por un sistema donde la primacía del
hombre gobernó desde el comienzo de los tiempos se están derrumbando. La llama del
feminismo se expande de país en país y de cultura en cultura, desafiando lo establecido y
enfrentándose a las barreras que intentan contenerlo. Las miradas cambian, las posturas tan
formadas comienzan a tambalearse y lentamente nos convencemos de que estamos
progresando. Sin embargo, tal vez esto no es del todo cierto.
Existen aún hoy en día sociedades en las que el deseo de igualdad parece tan lejano
que casi luce imposible. Estamos hablando de sociedades como la pakistaní, donde se
justifica con escrituras sagradas lo que a ojos occidentales es una aberración a la libertad.
Malinterpretando las palabras del Corán, el sistema en Pakistán se rige por las
costumbres patriarcales que estipulan que una mujer es un objeto, un ser dependiente de su
padre o marido. Donde si bien las leyes le dan un apoyo, la sociedad encarcela con sus
creencias a las jóvenes. Al considerarlas seres inferiores, se les quita el derecho a trabajar y
a instruirse, así como a participar políticamente, puesto que se asume que todo el deber que
ellas tendrán será el de cuidar de su familia. Se las reduce, entonces, a meras sirvientas de
la figura masculina de la casa. El Estado, aún como garante de protección, no puede oponerse
a lo que está tan enraizado en los ciudadanos. Las leyes existen, sí, pero en los individuos
siempre pesará más lo que social e históricamente les parece correcto. Lo que les parece
justo. Lo que les parece sagrado.
En el presente trabajo, trataremos un tema que se desprende de lo antedicho.
Estamos hablando de los llamados crímenes de honor, que se realizan en nombre de un bien
mayor. El bien de la familia, el bien del hombre que se siente deshonrado y el supuesto bien
de la víctima. Asesinatos que se llevan cada año más de mil vidas de mujeres y que son
considerados justos y correctos.
Este es el caso de un crimen de honor que tuvo lugar en Gujranwala, Pakistán. Saba,
una joven de 19 años, estaba comprometida por su familia a un hombre al que amaba. Los
planes para la boda ya estaban listos cuando su tío convenció a su padre de que su futuro
marido era de un nivel inferior al de ellos, por lo que el compromiso debía romperse. Saba,
frente a esto, decidió revelarse, escapar de su casa y casarse en secreto. Pero al enterarse
su padre y su tío de lo que había hecho, salieron en su búsqueda.
Jurando en el nombre del Corán, ambos hombres convencieron a Saba de regresar a
su casa antes de consumar el matrimonio. Guiada por su buena fe, ella accedió. Solo para
encontrarse a la orilla de un río, siendo golpeada brutalmente por ellos dos. Con un honor
herido, los agresores justificaban sus acciones en la necesidad de arreglar lo que ella había
corrompido con sus acciones. Es así que le disparan en la cabeza pero ella esquiva la bala.
La dejan al borde de la muerte, en una bolsa lista para ahogarse en ese río, sin detenerse un
momento a replantearse la bestialidad de sus acciones. Se puede decir, entonces, que se
tratan de dos hombres amorales, ya que obran con crueldad convencidos de que están
cumpliendo con su deber. En sus mentes no existe motivo alguno que los deba detener, según
su cultura y creencias, actuaron racionalmente.
Pero la historia continúa, con una voluntad heroica, Saba logró salir y hallar ayuda.
Una vez a salvo, con su marido y la familia de este conteniéndola, la joven realizó la denuncia
contra sus atacantes, quienes estaban prófugos.
Ahora bien, una vez detenidos, el juicio comenzó. Pero contrario a lo que se asumiría,
surge un dilema para la víctima: existe una posibilidad de absolver a sus atacantes con un
perdón público. Y aquí es donde comienza nuestro análisis, ¿es posible perdonar a quienes
han obrado de tal forma en su ignorancia de la virtud, en desconocimiento del bien?,¿existe
perdón posible?, y si así lo hiciera, ¿es correcto otorgárselos?
Para comenzar el análisis, es de gran importancia definir a qué hacen referencia los
mencionados crímenes de honor. Estos delitos son un modo de control y obediencia cruel e
inhumana que utilizan los hombres sobre las mujeres en sociedades donde el honor
constituye un valor primordial. Dichas sociedades se caracterizan por su alto grado de
machismo, lo que avala tales conductas.
Los crímenes de honor conforman una exteriorización de violencia de género y
violación de derechos humanos. Privan a las mujeres de sus derechos fundamentales, tales
como el derecho a la vida, a la integridad personal, a la libertad sexual, a la intimidad, a
casarse y formar una familia. Son el resultado de la justicia en manos de la sociedad en
nombre de la tradición.
Human Rights Watch los define como “actos de violencia, por lo general homicidios,
cometidos por miembros masculinos de la familia contra las mujeres de la misma, percibiendo
que han manchado el honor de la familia”.
En las sociedades donde el honor es fundamental, éste depende del comportamiento
de sus miembros. Si el honor es cuestionado, las familias afectadas están propensas a la
exclusión social. En estos grupos, el hombre es visto como defensor de dicho honor y la
reputación de la familia depende de la buena conducta de la mujer.
El Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de la ONU indica
que algunos de los países en los que tuvieron lugar las prácticas de crímenes de honor son
Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos, Pakistán, Siria, Turquía, Yemen, entre otros países
mediterráneos y del Golfo Pérsico.
El comportamiento sexual de los miembros femeninos de la familia representa el honor
de la misma. Los hombres ostentan la autoridad sobre el cuerpo de sus hijas, hermanas o
esposas. El control masculino sobre la mujer se extiende no solo a su cuerpo o
comportamiento sexual, sino también al lenguaje, movimientos o apariencia de ella. La
virginidad de la mujer tiene un valor esencial, ya que representa tanto el honor como el
prestigio de los miembros masculinos de la familia. Las mujeres deben de abstenerse de
cualquier tipo de práctica sexual antes de casarse. Es así que la noche de bodas tiene
considerable importancia, ya que constituye una prueba social primordial, tanto para la mujer
como para la familia. Muchos crímenes de honor son consecuencias del “fallo” de esta
prueba, cuando después de consumar el matrimonio el hombre comprueba que la mujer no
ha sangrado. De esta manera, se entiende que el honor de la familia no ha sido preservado
y la mujer tiene que ser castigada. Solo su sangre puede borrar la vergüenza provocada por
el fracaso.
Existe la idea de que un hombre tiene que tomar acciones autoritarias para reafirmar
su dominio sobre la mujer transgresora demostrando su poder masculino. Cualquier hombre
que se siente deshonrado puede estar implicado en el crimen. Generalmente son los maridos,
padres, hermanos, tíos o primos los que cometen estos actos y se los consideran héroes, ya
que han limpiado el honor de la familia.
A las personas que cometen delitos contra la familia se les respeta en todas las
sociedades y se los distingue de los auténticos criminales, destacándolos como víctimas del
destino. Por lo tanto, algunos hombres llevan a cabo los crímenes de honor para que se les
trate como verdaderos hombres, mientras que otros lo hacen para demostrar su autoridad
sobre las mujeres.
La diferencia entre crimen pasional y crimen de honor es la relación entre la víctima y
el autor del crimen. En el caso del crimen de honor, son los miembros masculinos de la familia
el o los autores del crimen. En el caso de los crímenes pasionales, los lleva a cabo la persona
involucrada sexualmente con la víctima, ya sea esposo o amante. En el primer caso, implica
que los hombres están profundamente comprometidos con la defensa de la imagen pública
de su masculinidad. En tanto el segundo trata de una relación privada entre el hombre y la
mujer. En los crímenes de pasión, la sexualidad de la mujer no está vinculada con la
reputación, como pasa en los crímenes de honor.
Durante el conflicto de Saba sobre el crimen de honor que cometieron su padre y tío
contra ella, debe decidirse si se elige el perdón o la remisión. Ante el perdón y la solución de
este, se imponen dos divisiones a la hora de decidir si los perdona o no, las ventajas y las
desventajas.
Cuando se habla de ventaja se refiere a las cuestiones beneficiosas o provechosas
para las partes. En este caso particular, es muy difícil ya que el crimen es complejo y la
afectada aún siente mucho sufrimiento sobre el hecho. Pero más allá de esto, hay algunas
cuestiones por las que Saba debería perdonarlos, y estas son que en Pakistán la cultura
implica que las mujeres son ciudadanas de segunda clase, por ende no pueden trabajar ni
estudiar. Esto desencadena en que sólo el hombre trae un sustento económico al hogar. Por
ello, la familia de Saba, compuesta por sus dos hermanas y su madre, no tendrían quién
aporte alimentos ni dinero al hogar. Desde un punto de vista mundano, es lógico perdonarlos.
También los hombres poderosos e influyentes del barrio y el hermano mayor de
Qaiser, marido de la víctima, presionan a Saba para que lo perdone, proponiendo una
solución de compromiso para poder mantener el orden dentro del barrio. Pese a las normas
de la comunidad en la que viven, Saba debe obedecer porque sería perjudicial para su
convivencia dentro del barrio. Y solo de este modo la dejarían tranquila. Si el caso empeorase
a lo largo del tiempo, nadie saldría beneficiado, ni la familia de Saba, ni la familia de Qaiser
ni tampoco las familias dentro del barrio.
Para sumar al argumento, la voluntad de Dios escrita en el Corán rige las bases de
todos los vínculos de la comunidad. Los individuos están seguros de que si en el futuro
intentan hacerles daño, el Corán los mantendrá a salvo. Tienen fe en que sus corazones
están limpios, por lo tanto no necesitan tener miedo y seguir con el conflicto. Consideramos
pertinente relacionar la decisión de Saba de perdonar a sus agresores con la alegoría de las
cavernas de Platón, la cual dice que los hombres solo vemos una representación de la
realidad y no el Todo. Lo mismo podría decirse de ella, que no conoce otra vida que la que le
fue impuesta por la sociedad y su cultura y la única opción plausible, teniendo en cuenta a su
familia y la comunidad, sería la de perdonar a su padre y a su tío.
Por último, su sistema jurídico no es lo bastante robusto o fuerte para proporcionarle
seguridad a la víctima, por lo tanto, luego de que su padre y tío completen la condena, podrían
salir y asesinarla por mero resentimiento y enojo. Es así que si Saba les otorga su perdón, se
puede creer que la dejarán en paz y la disculparán por derrumbar su honor.

Desde la perspectiva negativa de nuestro análisis, cabe volver a destacar que la


religión tiene un gran poder sobre los Estados islámicos y Pakistán no es la excepción. La
injusticia hacia las mujeres se debe plenamente a la mala interpretación de la religión y a una
sociedad que no ha sabido evolucionar conceptos como el “honor”. La sociedad se rige por
principios retrógrados y limitantes que sientan sus bases en la desigualdad entre el hombre y
la mujer.
Esta estructura social acepta desde la moral y la ética que un hombre le sea infiel a
su esposa pero, por el contrario, si una mujer le es infiel a su marido, es necesario castigarla.
Desde el exterior, con una mirada occidental, las restricciones e injusticias cometidas hacia
las mujeres son totalmente atroces e inhumanas. No solo el hecho de que una mujer sea
asesinada por “deshonrar a su familia”, sino también que desde la política se violen los
Derechos Humanos a tal punto de que ella no tenga elección sobre su propia vida o sobre
sus propias decisiones personales, como por ejemplo, el matrimonio.
Nos atrevemos, entonces, a hablar de un significado único de la justicia. En nuestra
opinión, la vetas culturales que puedan atravesar los juicios no deberían alterar el núcleo de
la verdad. Matar al indefenso con plena capacidad de raciocinio al momento del acto, bajo el
Dios o costumbre que sea, es algo malo. En el caso de Saba, ni su padre ni su tío tienen un
poder real para decidir cuándo acabar su vida, es por esto que no hay justificación posible
para sus acciones. Y para ella, aunque su voz diga que los ha perdonado, su conciencia
nunca logrará hacerlo.
Habiendo citado los puntos anteriores, sería aceptable reconocer que tal como hizo
Malala Yousafzai luego de que intentaran asesinarla por procurar acceder a la educación,
Saba podría haber comenzado un cambio con su experiencia. Si ella no hubiera perdonado
a su padre y a su tío, podría haber funcionado como una impulsora para la lucha de los
derechos de las mujeres, como una referente a las que otras en situaciones similares podrían
imitar. Es verdad que hubiese requerido de mucha valentía y voluntad, pero su esfuerzo
habría valido la pena.
En resumen, llegamos a la conclusión de que Saba, debido a su realidad socio-
cultural, no tenía más remedio que perdonar a sus agresores. De no haberlo hecho, hubiera
perjudicado de manera significativa a su familia, dejándola sin un sustento económico y con
deshonra frente a toda la comunidad. Sin mencionar que, al cumplir su condena, tanto su
padre como su tío podrían salir y cobrar venganza por no haberlos perdonado ante la justicia.
A pesar de esto, ninguno de los integrantes que escribieron este ensayo están de
acuerdo con la decisión tomada por parte de Saba. Teniendo en cuenta que nuestra cultura
y sociedad es significativamente diferente a la de ella, opinamos que de no haber perdonado
a su padre y tío, esto hubiera servido de ejemplo y motivación para otras mujeres que se
encuentran o se encontraron en la misma situación que ella y tuvieron la suerte, al igual que
Saba, de sobrevivir y querer hacer justicia.
Bibliografía

1948. Declaración Universal de los Derechos Humanos. Naciones Unidas. [En línea] 10 de
Diciembre de 1948. [Citado el: 5 de Mayo de 2019.] <https://www.un.org/es/universal-
declaration-human-rights/>.

García, Dulce. 2014. Pakistán. Madrid : Comisión Española de Ayuda al Refugiado, 2014.
28020.

Obaid-Chinoy, Sharmeen. 2015. A girl in the river. The price of forgiveness. [Video]
Gujranwala: HBO Documentary Films, 2015.

Szygendowska, Marta. 2014. Los crímenes de honor en las sociedades islámicas dentro de
la Unión Europea. Valencia: Universidad de Valencia, 2014.

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