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Conservatorio Nacional de Música

Alejandro Rivera
Introducción a la Musicología Israel Cruz Olalde

Reflexiones sobre el movimiento de


interpretación histórica

Los músicos de antes de la revolución francesa, mayormente eran funcionarios de la


iglesia como en el caso de J. S. Bach o de una corte como en el caso de Mozart, sin
embargo, todo cambió cuando Beethoven se convierte en el primer “artista libre”, este
hecho simboliza un momento mundialmente trascendental para la historia de la música,
ya que, dicho proceso trajo un nuevo estilo compositivo y un nuevo lugar donde se
ejecuta. Asimismo despertó el interés por la música del pasado, el ejemplo más notable
es la recuperación de la Pasión Según San Mateo de Bach en manos de Mendelsshon
en 1829, es decir 79 años después de la muerte del compositor y casi 100 años después
de su estreno. Para dar cuenta de ello, Jazmín Rincón1, en su texto, La novedad de la
música antigua, dice:

En la historia de la música, el hecho de que la mayoría del


repertorio que se interpreta ya desde hace más de un siglo en
las salas de concierto sea música escrita en el pasado es una
situación del todo nueva debido a que, en épocas anteriores,
la mayoría de las obras que se ejecutaban públicamente eran
obras compuestas por compositores vivos, es decir música
contemporánea.

1
Rincón, Jazmín, (Junio 2012) La novedad de la música antigua, Reflexiones sobre el movimiento de
interpretación histórica, Pauta, Número 122 (1) pp, 5 - 14.
Desde la reinterpretación de Mendelssohn hasta la primera mitad del siglo XX, se
inició un cuestionamiento acerca de abordar el repertorio de la llamada “música
clásica”, así pues, se cuestionaban los criterios de interpretación que los músicos
disponen al momento de plantearse el ejercicio de su profesión, es decir, intentar
ordenar las ideas buscando un método de análisis para saber qué criterios pueden
ser utilizados cuando un artista se plantea cómo tocar, cantar o dirigir una obra.
En su colección de ensayos, La música como discurso sonoro Nikolaus
Harnoncourt2 dice:

Desde entonces se viene exigiendo cada vez más “ser fiel a la obra”
al ejecutar la música histórica, e intérpretes importantes lo definen
como el ideal al que aspiran. Se intenta hacer justicia a la música
antigua como tal, y reproducirla a tenor de la época en que fue
creada. Esa actitud respecto de la música histórica —es decir, no
traerla al presente, sino trasladarse uno mismo al pasado— es
síntoma de la pérdida de una música actual verdaderamente viva.

Partiendo de lo anterior, la idea de que los músicos han tratado de proponer como
criterio de interpretación un pensamiento en el que más o menos se busca ser
fiel —a la supuesta— idea del compositor, usando los instrumentos de la época,
las técnicas que en su momento fueron contemporáneas y el espíritu que de la
obra emanase, podríamos plantear preguntas tales como: ¿debemos usar los
conceptos “correcto” y “justo” al momento de interpretar una obra comparado con
la manera en que se interpretó en su época?, ¿a la forma en que lo quiso su
compositor?, ¿al que el propio espíritu de la obra reclama?, ¿al que el intérprete
sintió o pensó como mejor?. Aunque conociésemos la respuesta a dichas
preguntas, ¿podríamos conseguir, acaso, dominar todos los elementos que
intervienen en una ejecución musical para obtener exactamente la verdad que

2
Harnoncourt, Nikolaus, La música como discurso sonoro, Barcelona, Acantilado, 2006, pp. 13
previamente había descubierto?”El acto que conserva la música, que la transmite,
está corrompido por las infinitas variables ligadas al acto de tocarla. Harnoncourt
más adelante dice.

Si bien hoy cultivamos la música histórica, no podemos


hacerlo igual que los antepasados. Hemos perdido la
inocencia para ver el criterio en el presente, la voluntad del
compositor es para nosotros la máxima autoridad, vemos la
música antigua en su propia época y por eso hemos de
esforzarnos en interpretarla fielmente, no por razones
museísticas, sino porque a nosotros nos parece hoy la única
vía posible de reproducirla viva y dignamente. Pero una
interpretación es fiel a la obra cuando se acerca a la idea que
tuvo el compositor cuando la creó.

Si es responsabilidad del intérprete realizar las intenciones del compositor,


entonces el primer paso es, sin duda, intentar comprender plenamente la música.
El análisis, obviamente, es una parte esencial de ese proceso. Cuando el
intérprete se enfrenta a una obra, debe mediar la esencia del espíritu histórico con
la vida actual.

Para finalizar esta breve reflexión, puedo concluir —sin pretensión a polemizar—
que no existe la interpretación completamente “fiel”. La obra de arte se transforma
permanentemente, se convierte en una experiencia que modifica al que la
experimenta. Sólo nos queda hablar de interpretaciones “convincentes”, que
ofrecen al público respuestas creíbles a los interrogantes que contiene la partitura.
Las “preguntas” que una obra plantea admiten todo tipo de respuestas. La tarea
del intérprete consiste en encontrar sus propias respuestas subjetivas, y éstas
serán las que hablen de su capacidad de entrar en contacto con la sensibilidad de
los compositores del pasado.

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