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Evolución de la Carta
Pero debemos mirar más allá del milagro de su creación y evaluar a esta institución
por sus logros. La justicia penal internacional sigue siendo un trabajo en progreso. El
Tribunal tiene que, con frecuencia, navegar campos políticos minados cuando investiga
aquellos mayormente responsables de crímenes atroces, mientras defiende los más altos
estándares del debido proceso y da a innumerables víctimas una voz. La maquinaria judicial
independiente de la Corte mantiene su curso. Se han completado tres casos y la Corte ha
demostrado su eficacia. Su efecto disuasorio se ha evidenciado empíricamente: algunos
posibles autores han evitado cometer crímenes atroces. Como bien señaló el Secretario
General de la ONU, Ban Ki-moon , “la vieja era de la impunidad ha terminado. En su lugar,
poco a poco, estamos asistiendo al nacimiento de una nueva era de la rendición de cuentas.”
Casi dos tercios de los estados miembros de la ONU se han unido a la Corte.
Pero las dificultades persisten. Doce órdenes de detención emitidas por la CPI siguen
sin ser ejecutadas. Esta cifra incluye la orden contra el presidente Al Bashir de Sudán,
quien aún tiene que responder por los abominables crímenes que siguen aterrorizando a la
población civil de Darfur. Su reciente escape de la justicia en Sudáfrica fue noticia en todo
el mundo y alimentó los fuegos retóricos de los escépticos y detractores de la Corte.
Lo que estos críticos tienden a olvidar, sin embargo, es que la CPI no tiene las
mismas herramientas de ejecución que los tribunales nacionales. No hay una fuerza policial
de la CPI persiguiendo a los fugitivos de alto perfil en todos los rincones del mundo. El
fracaso de las órdenes de detención pendientes es atribuible a los Estados que no están
cumpliendo con su responsabilidad de ejecutarlas. No es un fracaso de la Corte.
Los críticos también alegan que la Corte es selectiva, enjuiciando los crímenes de
algunos sobre todo en África sin tener en cuenta los de los demás. Pero la realidad es que
la mayoría de las investigaciones en África han sido solicitadas por los propios Estados. No
debemos olvidar, así mismo, que la Corte no puede investigar delitos fuera de su
jurisdicción. La percepción de la selectividad se desvanecería rápidamente si todos los
países que aún no han aceptado la jurisdicción de la Corte subieran a bordo. Hasta
entonces, la responsabilidad de evitar la impunidad en Estados que no son parte de la Corte
recae en el Consejo de Seguridad de la ONU. El. Consejo tiene la potestad de autorizar
investigaciones de la CPI en cualquier parte del mundo. Puede hacerlo en los lugares donde
se cometen atrocidades masivas de manera diaria — sin embargo las víctimas en Siria y
Corea del Norte, por citar sólo dos crisis actuales, han estado esperando la acción del
Consejo demasiado tiempo.