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RESUMEN.
Los trastornos de salud mental se han convertido en una de las principales causas de ausentismo,
baja productividad, personal y social, incapacidad laboral, decesos prematuros y frecuentes
problemas jurídicos, que se suman a una convivencia familiar difícil, a la deserción escolar y a un
gran número de enfermedades crónicas de diversa etiología y amplio espectro.
En este contexto, y utilizando los datos del Programa de Acción Específico en Salud Mental
2013-2018, se observa como un imperativo sumar los esfuerzos de los sectores público, privado y
social y los de la sociedad civil, para impulsar una coordinación efectiva para la integración de la
red existente en el Estado de Veracruz para la atención de la salud mental.
Solo con la participación social se podrá impulsar un incremento de los servicios de salud
mental, para satisfacer la enorme demanda de estos satisfactores. Es preciso adecuar las políticas
públicas y la estrategia de salud mental, para brindar una atención médica especializada de calidad
y velar por el cabal respeto a los derechos humanos de las personas con problemas de salud
mental.
En especial, se requiere un aumento en la inversión pública destinada a la salud mental,
para garantizar un oportuno abasto de medicamentos; un incremento significativo en la
capacitación de recursos humanos y la disposición de los recursos materiales suficientes.
La capacitación intensiva en psicoterapia de grupo se presenta como una opción eficaz
para revertir la deuda con la salud mental que existe en Veracruz.
En la redefinición de la estrategia de salud mental en Veracruz, se debe contemplar la
reorganización de los servicios públicos en la materia, para coincidir con el Modelo Hidalgo que
promueven las autoridades federales. Es preciso ampliar la cobertura y extender los servicios
comunitarios a todos los municipios, con la perspectiva de reinsertar a las personas con alguna
discapacidad mental en sus comunidades.
La prioridad debe ser fomentar la participación de todos los agentes sociales en la
prevención, la promoción, el tratamiento y la investigación de la salud mental, con una perspectiva
de alcanzar la gratuidad de los servicios de salud mental. El eje de esta estrategia debe ser el
establecimiento de un eficiente sistema de información en salud mental, en el que participe la
sociedad veracruzana en su conjunto.
En el quehacer público es preciso gestionar acciones transversales en todos los niveles y
en complemento con la prestación de servicios médicos generales.
Los centros de salud son estratégicos para brindar los servicios integrales de salud mental;
en coordinación con los centros integrales de salud mental, estos centros de salud son la base para
dar seguimiento y control médico de los pacientes de salud mental. Ambas instancias deben
intensificar las acciones de atención y prevención ambulatoria.
En cada hospital general de la entidad se requiere establecer una unidad de salud mental
para el tratamiento de enfermos crónicos.
Es necesario ampliar la formación básica en salud mental de los recursos humanos de
salud pública, para ampliar la convivencia y la cohesión de la sociedad con una perspectiva de
salud mental comunitaria que evite la estigmatización y el aislamiento de los pacientes
psiquiátricos. El objetivo fundamental en la formación de recursos humanos especializados en
salud mental debe ser el desarrollo de una conciencia ética y un trato digno y humanitario hacia
los pacientes y sus familiares
Es imperativo contar con instituciones u hospitales psiquiátricos en Veracruz,
Coatzacoalcos, Córdoba, Poza Rica y Papantla, en los que se disponga de pabellones de base
hospitalaria y estancias medias o de largo alcance, así como de servicios residenciales, áreas de
urgencias y de ingreso, que eviten el hacinamiento insalubre de estos pacientes.
Al menos en los 10 municipios con mayor población, se requiere la construcción de villas
de transición hospitalaria, con las especificaciones que promueve el gobierno federal, para brindar
atención integral, programas de rehabilitación psicosocial, talleres protegidos y servicios
psicoterapéuticos.
Con el respaldo de los gobiernos municipales, los programas de reinserción social se deben
complementar en cada cabecera municipal con residencias para adultos mayores, departamentos
independientes, casas de medio camino, centros de día e instalaciones de inserción laboral, que
faciliten el apoyo a los pacientes psiquiátricos en la utilización de sus capacidades en el mejor
contexto posible y para establecer redes de apoyo afectivo y de soporte social.
Como se puede observar, los gobernantes, los representantes populares, las autoridades
sanitarias, así como los estudiantes y los investigadores de la psicoterapia, en Veracruz tenemos
un enorme desafío y un amplio campo de acción para contribuir a la construcción de una sociedad
más saludable y más justa para todos.
JUSTIFICACION.
La democracia va más allá de la sola existencia de instituciones y partidos políticos o procesos
electorales; la democracia, como lo considera la Constitución de 1917, es una filosofía y un sistema
de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
Al mismo tiempo, nuestra Carta Magna reconoce que una educación democrática debe
robustecer el aprecio por la dignidad de la persona y la integridad de la familia y que toda persona
tiene derecho a la protección de la salud.
Así, la vida democrática se presenta como una condición indispensable para garantizar y
mantener un ambiente social que favorezca la salud y el equilibrio emocional de la población. Esta
condición, sin duda, es el sustento de la salud mental de los mexicanos.
Cuando una familia se desenvuelve en un clima de seguridad, confianza, solidaridad y amor,
sus integrantes encuentran las circunstancias necesarias para el desenvolvimiento pleno de todas
sus potencialidades como seres humanos.
Como podemos observar, para la construcción de una personalidad saludable, todos los
individuos requerimos de una sociedad, una comunidad y una familia sustentadas en principios
democráticos, dentro de los cuales la educación y la participación sean los instrumentos centrales
de comunicación y que permitan desarrollar la esperanza constante de una vida mejor.
Una verdadera cultura democrática requiere al menos de tres herramientas básicas: una
educación que forme a los individuos en una conciencia y una actitud de respeto, apoyo y
participación social; un sistema social de información y comunicación que transmita a todas las
personas, de manera científica, veraz y objetiva, los conocimientos constructivos que reflejen la
realidad económica, política y cultural; y, de manera complementaria, un sistema de gobierno que
exprese –auténtica y equilibradamente—los intereses y las propuestas de la sociedad y de los
individuos para crear una convivencia saludable y participativa.
Lamentablemente, en el estado de Veracruz, como en todo el país, actualmente nos
enfrentamos a un acelerado proceso que nos aleja gradualmente de los principios y los valores
democráticos.
El quebrantamiento económico y social que hemos vivido en las cuatro últimas décadas ha
propiciado el empobrecimiento de millones de personas y un creciente desempleo, que provocan
permanente estrés, desesperanza y constante frustración entre los mexicanos.
Aunado a ello, asistimos a un proceso permanente de desintegración familiar: casi el 70
por ciento de los matrimonios actuales terminan en el divorcio o en la separación física o
emocional de los contrayentes.
En la actualidad, cuando menos una de cada cinco familias mexicanas padece los efectos
de la violencia o la desintegración de la familia; existen en todo el país, más de cinco millones de
madres solteras y un incontable número de jóvenes enfrentan las consecuencias de la separación
traumática, el abandono o la pérdida de los afectos más significativos. Más de 7 millones de
jóvenes no tienen acceso a un empleo o a instituciones educativas.
La incapacidad para resolver los conflictos conyugales contribuye para que los integrantes
de muchas familias sobrevivan en un entorno de desamparo, de tristeza constante, aflicción y
melancolía.
La violencia social, la angustia y la preocupación frente a los problemas cotidianos se
traduce, familiar y culturalmente, en una actitud depresiva, de desilusión, de frustración, de
represión de las emociones y los sentimientos y de renuncia a luchar por un futuro mejor.
La ausencia de instancias participativas para resolver las situaciones críticas, individuales o
sociales, un deformante sistema de comunicación totalmente comercializado y un sistema de
partidos y una administración pública permeados por la desorganización y la corrupción, generan
las condiciones propicias para una convivencia familiar y social disfuncionales, muchas veces
caracterizadas por la agresión y la violencia.
Adicionalmente, la desesperanza, el miedo y el terror institucionalizados a través de los
propios medios de comunicación y, en ocasiones, por el mismo gobierno, han sentado, en el
pasado reciente, las bases para un régimen profundamente antidemocrático, autoritario y
represivo, en el cual las únicas opciones son la neurosis o la psicosis, como trastornos de identidad
sexual, alcoholismo, fármacodependencia y todo tipo de psicopatologías, o la somatización de
múltiples enfermedades.
Frente a este desolador panorama, a mi parecer, las únicas opciones para
favorecer la salud mental de los mexicanos son la de trabajar intensivamente en todos los frentes
para recuperar la esperanza y construir una economía saludable y una cultura nacional
acompañadas de una educación auténticamente democrática, sustentada en valores humanistas,
así como en construir líneas de comunicación participativa y órganos políticos que expresen de
manera fidedigna la voluntad de los individuos.
Solo en ese entorno podrá florecer una familia integrada, amorosa, que otorgue a sus
integrantes las relaciones de seguridad y confianza que requieren para construir una personalidad
saludable y equilibrada emocionalmente. Es una tarea que el Estado mexicano ha descuidado
significativamente en el siglo XXI y una labor titánica que demanda la inmediata colaboración de
todos los grupos sociales en Veracruz y en todo el país.
Son muchos los factores que inciden en la delicada situación actual de la salud mental de
los veracruzanos.
Estudió el Curso de psicología social crítica y alternativa con Armando Bauleo; cursó la Licenciatura
en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México y la Maestría en Psicoterapia de
Adultos en el Centro de Estudios e Investigación Guestálticos en la ciudad de Xalapa.
Su tesis de Maestría versa sobre el Recorrido Histórico de la Terapia de Grupo y recibió Mención
de Calidad.
Ha asistido a cursos internacionales de “Trabajo con Grupos” con Guy Pierre, Ann Duckles, Jean
Marie Delacroix; Peter Phillipson y Norman Shub.
Ha sido coterapeuta y profesor sobre Teoría de Grupos y otras materias. Imparte, entre otras, las
materias de Metodología de la Investigación, Método de la Psicoterapia de Grupo y Grupo
Psicoterapéutico.
Realiza práctica privada de psicoterapia individual y de grupo desde 1997. Asesora a personas y a
grupos con respecto a la problemática de las relaciones y conflictos de pareja.