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LA DEUDA DE LA SALUD MENTAL EN VERACRUZ

Javier Montaño Ulloa

RESUMEN.
Los trastornos de salud mental se han convertido en una de las principales causas de ausentismo,
baja productividad, personal y social, incapacidad laboral, decesos prematuros y frecuentes
problemas jurídicos, que se suman a una convivencia familiar difícil, a la deserción escolar y a un
gran número de enfermedades crónicas de diversa etiología y amplio espectro.
En este contexto, y utilizando los datos del Programa de Acción Específico en Salud Mental
2013-2018, se observa como un imperativo sumar los esfuerzos de los sectores público, privado y
social y los de la sociedad civil, para impulsar una coordinación efectiva para la integración de la
red existente en el Estado de Veracruz para la atención de la salud mental.
Solo con la participación social se podrá impulsar un incremento de los servicios de salud
mental, para satisfacer la enorme demanda de estos satisfactores. Es preciso adecuar las políticas
públicas y la estrategia de salud mental, para brindar una atención médica especializada de calidad
y velar por el cabal respeto a los derechos humanos de las personas con problemas de salud
mental.
En especial, se requiere un aumento en la inversión pública destinada a la salud mental,
para garantizar un oportuno abasto de medicamentos; un incremento significativo en la
capacitación de recursos humanos y la disposición de los recursos materiales suficientes.
La capacitación intensiva en psicoterapia de grupo se presenta como una opción eficaz
para revertir la deuda con la salud mental que existe en Veracruz.
En la redefinición de la estrategia de salud mental en Veracruz, se debe contemplar la
reorganización de los servicios públicos en la materia, para coincidir con el Modelo Hidalgo que
promueven las autoridades federales. Es preciso ampliar la cobertura y extender los servicios
comunitarios a todos los municipios, con la perspectiva de reinsertar a las personas con alguna
discapacidad mental en sus comunidades.
La prioridad debe ser fomentar la participación de todos los agentes sociales en la
prevención, la promoción, el tratamiento y la investigación de la salud mental, con una perspectiva
de alcanzar la gratuidad de los servicios de salud mental. El eje de esta estrategia debe ser el
establecimiento de un eficiente sistema de información en salud mental, en el que participe la
sociedad veracruzana en su conjunto.
En el quehacer público es preciso gestionar acciones transversales en todos los niveles y
en complemento con la prestación de servicios médicos generales.
Los centros de salud son estratégicos para brindar los servicios integrales de salud mental;
en coordinación con los centros integrales de salud mental, estos centros de salud son la base para
dar seguimiento y control médico de los pacientes de salud mental. Ambas instancias deben
intensificar las acciones de atención y prevención ambulatoria.
En cada hospital general de la entidad se requiere establecer una unidad de salud mental
para el tratamiento de enfermos crónicos.
Es necesario ampliar la formación básica en salud mental de los recursos humanos de
salud pública, para ampliar la convivencia y la cohesión de la sociedad con una perspectiva de
salud mental comunitaria que evite la estigmatización y el aislamiento de los pacientes
psiquiátricos. El objetivo fundamental en la formación de recursos humanos especializados en
salud mental debe ser el desarrollo de una conciencia ética y un trato digno y humanitario hacia
los pacientes y sus familiares
Es imperativo contar con instituciones u hospitales psiquiátricos en Veracruz,
Coatzacoalcos, Córdoba, Poza Rica y Papantla, en los que se disponga de pabellones de base
hospitalaria y estancias medias o de largo alcance, así como de servicios residenciales, áreas de
urgencias y de ingreso, que eviten el hacinamiento insalubre de estos pacientes.
Al menos en los 10 municipios con mayor población, se requiere la construcción de villas
de transición hospitalaria, con las especificaciones que promueve el gobierno federal, para brindar
atención integral, programas de rehabilitación psicosocial, talleres protegidos y servicios
psicoterapéuticos.
Con el respaldo de los gobiernos municipales, los programas de reinserción social se deben
complementar en cada cabecera municipal con residencias para adultos mayores, departamentos
independientes, casas de medio camino, centros de día e instalaciones de inserción laboral, que
faciliten el apoyo a los pacientes psiquiátricos en la utilización de sus capacidades en el mejor
contexto posible y para establecer redes de apoyo afectivo y de soporte social.
Como se puede observar, los gobernantes, los representantes populares, las autoridades
sanitarias, así como los estudiantes y los investigadores de la psicoterapia, en Veracruz tenemos
un enorme desafío y un amplio campo de acción para contribuir a la construcción de una sociedad
más saludable y más justa para todos.

JUSTIFICACION.
La democracia va más allá de la sola existencia de instituciones y partidos políticos o procesos
electorales; la democracia, como lo considera la Constitución de 1917, es una filosofía y un sistema
de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
Al mismo tiempo, nuestra Carta Magna reconoce que una educación democrática debe
robustecer el aprecio por la dignidad de la persona y la integridad de la familia y que toda persona
tiene derecho a la protección de la salud.
Así, la vida democrática se presenta como una condición indispensable para garantizar y
mantener un ambiente social que favorezca la salud y el equilibrio emocional de la población. Esta
condición, sin duda, es el sustento de la salud mental de los mexicanos.
Cuando una familia se desenvuelve en un clima de seguridad, confianza, solidaridad y amor,
sus integrantes encuentran las circunstancias necesarias para el desenvolvimiento pleno de todas
sus potencialidades como seres humanos.
Como podemos observar, para la construcción de una personalidad saludable, todos los
individuos requerimos de una sociedad, una comunidad y una familia sustentadas en principios
democráticos, dentro de los cuales la educación y la participación sean los instrumentos centrales
de comunicación y que permitan desarrollar la esperanza constante de una vida mejor.
Una verdadera cultura democrática requiere al menos de tres herramientas básicas: una
educación que forme a los individuos en una conciencia y una actitud de respeto, apoyo y
participación social; un sistema social de información y comunicación que transmita a todas las
personas, de manera científica, veraz y objetiva, los conocimientos constructivos que reflejen la
realidad económica, política y cultural; y, de manera complementaria, un sistema de gobierno que
exprese –auténtica y equilibradamente—los intereses y las propuestas de la sociedad y de los
individuos para crear una convivencia saludable y participativa.
Lamentablemente, en el estado de Veracruz, como en todo el país, actualmente nos
enfrentamos a un acelerado proceso que nos aleja gradualmente de los principios y los valores
democráticos.
El quebrantamiento económico y social que hemos vivido en las cuatro últimas décadas ha
propiciado el empobrecimiento de millones de personas y un creciente desempleo, que provocan
permanente estrés, desesperanza y constante frustración entre los mexicanos.
Aunado a ello, asistimos a un proceso permanente de desintegración familiar: casi el 70
por ciento de los matrimonios actuales terminan en el divorcio o en la separación física o
emocional de los contrayentes.
En la actualidad, cuando menos una de cada cinco familias mexicanas padece los efectos
de la violencia o la desintegración de la familia; existen en todo el país, más de cinco millones de
madres solteras y un incontable número de jóvenes enfrentan las consecuencias de la separación
traumática, el abandono o la pérdida de los afectos más significativos. Más de 7 millones de
jóvenes no tienen acceso a un empleo o a instituciones educativas.
La incapacidad para resolver los conflictos conyugales contribuye para que los integrantes
de muchas familias sobrevivan en un entorno de desamparo, de tristeza constante, aflicción y
melancolía.
La violencia social, la angustia y la preocupación frente a los problemas cotidianos se
traduce, familiar y culturalmente, en una actitud depresiva, de desilusión, de frustración, de
represión de las emociones y los sentimientos y de renuncia a luchar por un futuro mejor.
La ausencia de instancias participativas para resolver las situaciones críticas, individuales o
sociales, un deformante sistema de comunicación totalmente comercializado y un sistema de
partidos y una administración pública permeados por la desorganización y la corrupción, generan
las condiciones propicias para una convivencia familiar y social disfuncionales, muchas veces
caracterizadas por la agresión y la violencia.
Adicionalmente, la desesperanza, el miedo y el terror institucionalizados a través de los
propios medios de comunicación y, en ocasiones, por el mismo gobierno, han sentado, en el
pasado reciente, las bases para un régimen profundamente antidemocrático, autoritario y
represivo, en el cual las únicas opciones son la neurosis o la psicosis, como trastornos de identidad
sexual, alcoholismo, fármacodependencia y todo tipo de psicopatologías, o la somatización de
múltiples enfermedades.
Frente a este desolador panorama, a mi parecer, las únicas opciones para
favorecer la salud mental de los mexicanos son la de trabajar intensivamente en todos los frentes
para recuperar la esperanza y construir una economía saludable y una cultura nacional
acompañadas de una educación auténticamente democrática, sustentada en valores humanistas,
así como en construir líneas de comunicación participativa y órganos políticos que expresen de
manera fidedigna la voluntad de los individuos.
Solo en ese entorno podrá florecer una familia integrada, amorosa, que otorgue a sus
integrantes las relaciones de seguridad y confianza que requieren para construir una personalidad
saludable y equilibrada emocionalmente. Es una tarea que el Estado mexicano ha descuidado
significativamente en el siglo XXI y una labor titánica que demanda la inmediata colaboración de
todos los grupos sociales en Veracruz y en todo el país.
Son muchos los factores que inciden en la delicada situación actual de la salud mental de
los veracruzanos.

De acuerdo con el análisis de Mario Luis Fuentes, el 25% de la población nacional


enfrentará, en un momento de su vida, alguna enfermedad mental o episodio depresivo; sin
embargo, la Salud Mental sigue siendo la “gran ausente” en el Sistema de Salud. Al parecer de este
analista, cada año mueren en México un promedio de 4,370 personas por situaciones relacionadas
con trastornos mentales y del comportamiento, 90% de los cuales tiene vi ́nculos con el consumo
de sustancias psicoactivas. Debido a ello, con estimaciones recientes (GARCIA Rábago, Horacio,
2016) en nuestro país, “los padecimientos mentales, primordialmente la depresión, van en
aumento como un problema de salud pública” por lo cual, en los últimos diez años, han
aumentado significativamente las necesidades de tratamiento y hospitalización de los trastornos
psiquiátricos,

Al igual que en todo el país, la situación de la salud mental en el Estado de Veracruz


responde a una compleja red de factores socioeconómicos y culturales.
En 2016 habitan el estado de Veracruz un poco más de 8.2 millones de personas. De acuerdo con
cifras del Gobierno del Estado, Veracruz cuenta con 15 localidades de más de 100,000 habitantes:
entre los municipios más poblados de la entidad están: Veracruz con 609,964 habitantes;
Coatzacoalcos, con 319,187; Córdoba, con 218,153; Poza Rica, con 200,119 y Papantla, con
161,097; tan solo en estos cinco municipios y en la Capital del Estado concentran cerca de la
cuarta parte de la población total de la entidad.
Xalapa, en el Conteo de Población y Vivienda 2015 identificó una población de
aproximadamente 480,841 habitantes. A esta cifra poblacional se le suma una población flotante
no estimada, debido al elevado número de estudiantes que radican temporalmente en la ciudad.
Se estima que la población del área conurbada de Xalapa podría ascender a cerca de un millón de
habitantes.
Los municipios menos poblados en el Estado son: Landero y Coss, Aquila, Coetzala, Tuxtilla
y San Andrés Tenejapan, dónde se concentran tan sólo el 0.1% del total de habitantes de la
entidad.
El resto de la población registra una creciente concentración en las cabeceras de los 212
municipios; no obstante, el 40% de los veracruzanos habitan en el medio rural, en la mayoría de
los casos en asentamientos marginados o de alto riesgo.
Según datos del INEGI La población económicamente activa de la Entidad representa el
34.4% del total de los habitantes, con cerca de 3.3 millones de personas, de las cuales el 98.8%
estaba ocupada. Casi el 4.82% de la población ocupada se encuentra laborando en el sector
primario, el 36.73 en el sector secundario y el 58.45% en el sector terciario, de ellos, el 4.0% en
comunicaciones y transportes y 3.3% en gobierno.
Si bien cuenta con una enorme riqueza natural, en Veracruz existe una marcada
desigualdad en la distribución del ingreso: más del el 68% de la población ocupada percibe menos
de 4 mil pesos mensuales, el 46.2 % de la población vive en condiciones de pobreza y el 10.4%
sobrevive en condiciones de pobreza extrema, lo que coloca al estado en el antepenúltimo lugar
en percepciones a nivel nacional.
De acuerdo con los datos del INEGI y de la Secretaría de Salud, la tasa global de fecundidad
en Veracruz es de 2.7 hijos por mujer y la esperanza de vida al nacer 74.08 años; la tasa de
mortalidad general es de 4.3% defunciones por cada 1,000 habitantes y la mortalidad infantil sería
de .98 defunciones por cada 1,000 nacidos vivos.
De los casi dos millones de familias veracruzanas, 89,4 cuenta con energía eléctrica, 72,1
con agua entubada y 67,8% con drenaje. Aunque se registran 4,3 habitantes por vivienda, más del
50% de los hogares sobreviven en condiciones de hacinamiento o en zonas de alto riesgo.

En 2005, el 31.8% de la población tenía entre 0 y 14 años; el 59.8% contaba entre 15 y 64


años y el 5.4% rebasaba los 65 años de edad. La tasa de natalidad es de 17.7 por cada 1 000
habitantes; la de fecundidad es de 2.7 por mujer.
En las últimas cuatro décadas, se registra un importante incremento del flujo migratorio
del campo a la ciudad y de la entidad hacia otros estados y a los Estados Unidos de Norteamérica.
A pesar de la variada gastronomía que ha hecho popular a Veracruz, la desnutrición y la
mala nutrición son una constante en todos los sectores de la población. Los “alimentos chatarra”
han sustituido a la variada y nutritiva comida regional.
Cifras oficiales registran un analfabetismo del 11.44% (el quinto lugar a nivel nacional) y
más de 4 millones no han concluido sus estudios de secundaria.
El desempleo es una constante en el estado de Veracruz. El 70.6% de la población carece
de seguro social. De la población asegurada, más de las tres cuartas partes está afiliada al IMSS.
Sin embargo, más de 150 localidades no cuentan con acceso a los beneficios de la seguridad social
laboral. En los últimos años esta situación ha sido paliada por el llamado Seguro Popular.
El presupuesto para el sector salud es mínimo: del presupuesto estatal, en 2015 se
destinaron 5,645 millones de pesos a este rubro.
Existen en la entidad 1,725 unidades médicas públicas y 157 particulares de diferentes
niveles; de ellas, 88 de hospitalización y 9 de alta especialidad, en el Puerto de Veracruz y en la
ciudad de Xalapa.
Datos recientes del INEGI reportan 11,814 médicos. En 2008, en el estado había entre
11,700 y 13,400 médicos y 14,982 profesionales de enfermería, para atender a la población
abierta y a los derechohabientes del sector salud. De ellos, 5,460 médicos y 6,523 enfermeras
laboraban en la Secretaría de Salud de Veracruz.
Si consideramos que la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico, OCDE,
estableció que el promedio de médicos por cada 10,000 habitantes debería ser de 29, en Veracruz
existiría un déficit de más de 7,000 médicos.
En el caso de las enfermeras, se ha establecido que existan 3 enfermeras por médico, por
lo cual tendríamos un faltante de más de 46 mil profesionales de la Enfermería, para cumplir con
las especificaciones internacionales.
Estos datos reflejan el origen de la enorme carencia de profesionales capacitados para la
atención de la salud mental de la población veracruzana.
En estas condiciones, en el Estado de Veracruz se ha desarrollado una “patología de la
pobreza”, favorecida por el desempleo, el analfabetismo y la desnutrición, esta “patología de la
pobreza” y la escasa infraestructura sanitaria han permeado para que una gran parte de la
población veracruzana enfrente un sinnúmero de enfermedades crónico-degenerativas y
trastornos de la personalidad. En el campo de la salud mental destacan el alcoholismo, todo tipo
de adicciones, muerte por accidentes o violencia, y diversos problemas emocionales que podrían
haberse evitado solo con medidas preventivas.
Las autoridades federales de salud han reconocido que en todo el país existen
aproximadamente 30 millones de personas, que en algún momento de su vida, enfrentarán
problemas en el rubro de la salud mental. Sin embargo, otras instancias médicas solo reconocen el
18% de la población con estos padecimientos.
Actualmente, afirmaba el Programa de Acción Específico en Salud Mental 2012-2018 del
Gobierno Federal, el 10 % de los adultos, 24.7% de los adolescentes y el 20% de los niños
mexicanos experimentan algún trastorno de salud mental, Además, el suicidio es la 2ª. causa de
muerte entre los jóvenes. De ahí podemos deducir que más de 2.5 millones de veracruzanos
tienen o tendrán algún problema al respecto.
Específicamente, aunque las cifras oficiales lo ubicaban en el lugar 17, desde el año 2002,
en Veracruz se ha incrementado el número de suicidios, con 7.5 por 100 mil habitantes ese año.
En 2004, se registraron 324 y en 2015 se reconocen entre 250 y 310 muertes autoinducidas, con lo
cual el estado de Veracruz se ha ubicado en los primeros lugares nacionales en ocurrencia de
suicidios, junto con Chihuahua, Nuevo León y Jalisco. Las cifras de suicidio se están incrementando
en la entidad, de manera significativa entre adolescentes, adultos jóvenes y personas de la tercera
edad, grupos que anteriormente no se consideraban significativamente vulnerables. Inclusive, se
han dado casos de suicidio entre niños de entre 12 y 14 años.
Para contribuir en la disminución de los trastornos de personalidad y de muertes
autoinducidas; en el Estado de Veracruz se necesitan acciones urgentes de vigilancia
epidemiológica, así como de prevención, detección oportuna y atención especializada. Para ello,
se requiere de una adecuada estrategia dirigida a la población en general; para la detección de
casos críticos en todas las unidades de salud y que se establezcan acciones de atención médica,
psiquiátrica y psicoterapéutica y se implementen mecanismos de coordinación entre todos los
niveles de atención, para el seguimiento de los pacientes identificados con riesgo y los atendidos
por intento de suicidio.
De los 5 mil 645 millones de presupuesto para la salud y de los 6 mil 549 millones
destinados al régimen estatal de protección a la salud, los recursos destinados a la salud mental
son insuficientes.
El Estado de Veracruz cuenta únicamente con 2 centros de atención para trastornos de la
salud mental: la Instituto Veracruzano de Salud Mental “Dr. Rafael Velasco Fernández”, en la
ciudad de Xalapa, en donde los enfermos permanecen un máximo de 30 días y una vez que son
estabilizados son devueltos a sus familias y el Hospital Psiquiátrico “Víctor Manuel Concha” en la
ciudad de Orizaba, que funciona en lo que era el Convento de San Felipe Neri, donde se alberga a
cerca de 300 pacientes, la gran mayoría abandonados por sus familias.
Complementan esta atención los incipientes servicios especializados que al respecto
brindan PEMEX, el IMSS y el ISSSTE a sus derechohabientes.
Existen algunas clínicas públicas y privadas relacionadas con la salud mental en la ciudad
de Xalapa y Veracruz y en los principales municipios, que brindan una atención marginal, como es
el caso de la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana y varias instituciones privadas
que proporcionan apoyo psicoterapéutico en la Capital del Estado.
Para complementar las acciones del Centro de Integración Juvenil y el Centro de
Rehabilitación para las Adicciones del Gobierno del Estado, algunos particulares han establecido
clínicas para la rehabilitación de adictos, algunos con costos elevados por su atención.
La Secretaría de Educación cuenta con la Coordinación General para la Prevención y
Atención de las Adicciones y las Conductas Antisociales.
Otras instituciones participan en la prevención de situaciones de riesgo para la salud
mental, como son: los DIF estatal y municipales; el Centro de Atención para Víctimas del Delito; y
el Centro Estatal contra las Adicciones.
Como señalamos, la infraestructura estatal de salud pública está integrada por 1,725
unidades médicas públicas y 157 particulares, de ellas 1,519 son de consulta externa y 76 de
hospitalización; de éstas últimas, 9 de especialidades: Hospital Gral. de Poza Rica; Hospital Gral.
de Veracruz; CECAN; CEMEV; Hospital Gral. Dr. Luis F. Nachón de Xalapa; Instituto Veracruzano de
Salud Mental de Xalapa; Hospital General de Río Blanco; Psiquiátrico de Orizaba; y el Hospital
General de Coatzacoalcos, con un total de 1,130 camas hospitalarias.
De éstos, tres hospitales son de alta especialidad: el Hospital Siglo XXI del Instituto
Mexicano del Seguro Social, en la ciudad de Veracruz, que cuenta inclusive con especialidad en
oncología y medicina nuclear; el Centro de Especialidades Médicas y el Centro Estatal de
Cancerología en Xalapa, que son hospitales de gran importancia estatal y aún regional, porque
también brindan atención a personas de los estados de Hidalgo, Puebla y Oaxaca. No obstante, en
estos Centros hospitalarios la atención psicoterapéutica también es insuficiente.
Las jurisdicciones sanitarias coordinan la organización y funcionamiento de 41 hospitales
con 1,123 camas y 743 unidades de primer nivel, en los cuales se ofrecen servicios de consulta
externa, hospitalización, rehabilitación, seguimiento e investigación y enseñanza. En los hospitales
generales o regionales también se realizan acciones de promoción, psiquiatría de enlace, consulta
externa, hospitalización de corta estancia, investigación y enseñanza.
En el ámbito de la salud mental, funcionan 11 Módulos de Salud Mental en cada una de las
Jurisdicciones de la Secretaría de Salud en el estado, en los cuales se realizan incipientes acciones
de promoción, detección y referencia oportuna con el propósito de fomentar, entre la población,
una cultura en salud mental. Estas acciones se refuerzan en los Módulos de Salud Mental, en las
UNEME-CISAME y en los Centros de Atención Primaria en Adicciones (CAPA).
El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, DIF; la Secretaría de Seguridad Pública,
SSP; la Secretaría de Educación de Veracruz, SEV; la Procuraduría General de Justicia, PGJE, a
través de la Dirección de Prevención del Delito; la Comisión Estatal de Arbitraje Médico, CEAM y el
Instituto De las Mujeres, en coordinación con la Secretaría de Salud a nivel nacional y, en el ámbito
estatal, con la Comisión Estatal de Derechos Humanos CEDH, proporcionan alguna atención para
prevenir y resolver la violencia familiar, sexual y contra las mujeres
La Secretaría de Salud cuenta, además, con atención gratuita y durante las 24 horas del
día, en cualquier día del año, por medio del apoyo psicológico a través de la línea 066, o al
teléfono 01 800 260 31 00, en donde las personas pueden solicitar apoyo o asesoría psicológica.
En casos de violencia familiar, se puede solicitar asesoría psicológica en cualquiera de los Centros
de Salud del Estado.
Algunos exdependientes han establecido “anexos” o “comunidades terapéuticas” en
donde personas adictas al alcohol y las drogas son internadas, en algunas ocasiones sin ningún
costo, pero con una atención que frecuentemente viola la normatividad oficial y sus derechos
legales.
Varias instituciones privadas y otras de autoayuda han desarrollado una importante tarea
para auxiliar a la población con problemas de adicción al alcohol, farmacodependencia o neurosis,
así como a sus familiares. Alcohólicos Anónimos, Neuróticos Anónimos, Al-Anon y otros centros
operan en las principales ciudades de la Entidad.
En Veracruz, pocas instituciones privadas realizan investigaciones y brindan servicios de
atención y rehabilitación para las personas afectadas en su salud emocional y mental. En la UV
realizan investigaciones los Institutos de Educación y Psicología, de Investigaciones Psicológicas y
de Neurología.
Si bien la demanda de atención en salud mental es importante: solo se solicitan un poco
más de 16 mil consultas cada año, aunque en los últimos años se ha incrementado el interés de la
población por recibir este tipo de servicio.
A pesar de que en varias partes del país se han realizado diversas encuestas sobre salud
mental, con cifras oficiales que muchas veces difieren entre si, no existen investigaciones que
aporten datos precisos sobre el alcance de estos trastornos por entidad federativa, por lo que es
necesario extrapolar las cifras disponibles a nivel nacional para estimar los datos correspondientes
al Estado de Veracruz.
Siguiendo estudios del Congreso de la Unión, podemos saber que…“a nivel mundial, la
situación de los recursos de salud mental en los distintos países presenta una imagen de grave
escasez y negligencia. En un estudio de la OMS sobre los recursos de salud mental --señalan los
legisladores-- se recogió información de 185 países. Los resultados, que presentan una imagen
desesperante, indican que el 41% de los países carece de políticas de salud mental, el 25% no tiene
una legislación sobre salud mental, el 37% no cuenta con servicios de atención comunitaria de
salud mental, más del 25% no dispone de algunos fármacos psicotrópicos básicos en los centros de
atención primaria, y el 40% no tiene servicios de tratamiento para trastornos mentales graves a
nivel de atención primaria”.
“Existe una enorme desigualdad entre la carga que suponen los trastornos mentales y los
recursos disponibles --señala el Congreso Mexicano. Estas cifras resultan más alarmantes si se
tiene en cuenta que el 28% de los países no tiene un presupuesto suficiente para salud mental,
entre estos países se encuentra el nuestro”.
“Según datos de la Secretaría de Salud, las instituciones con recursos para otorgar servicio
de hospitalización psiquiátrica en el país son 50, de las cuales, 35 son establecimientos públicos, 4
dependen del Instituto Mexicano del Seguro Social y el resto son instituciones del sector privado.
Si bien, estos establecimientos tienen como función sustantiva la atención hospitalaria
especializada, en la práctica han extendido su proyección en respuesta a la demanda de la
población pero brindan una limitada oferta de servicios en enfermedades mentales”.
Según cálculos oficiales, el 4.5% del total de la población nacional está afectada de algún
tipo de deficiencia mental (alrededor de 3 millones 600 mil mexicanos). De acuerdo con estas
estimaciones, la presencia de una persona deficiente mental altera la dinámica y estructura de la
familia, por lo que el fenómeno afecta, conservadoramente, a la psicología de tres personas por
cada deficiente mental, involucrando en forma directa a más de 14 millones 400 mil mexicanos.
Datos del Congreso de la Unión refieren que “según resultados de la Primera Encuesta
Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México (ENEP) -publicada en el 2003- el 28.6% de la
población presentó algunos de los 23 trastornos de la CIE alguna vez en su vida, el 13.9% lo
reportó en los últimos 12 meses y el 5.8% en los últimos 30 días. Lo anterior quiere decir que,
alrededor de seis de cada 20 mexicanos presentaron trastornos psiquiátricos alguna vez en la
vida”.
El Programa de Acción en Salud Mental 2007-2012 establecía que entre el 15 y el 18% de
la población en México enfrentaba problemas relacionados con la salud mental. Los datos de ese
Programa de Acción nos indican que de 15 a 18 millones de personas en todo el país tenían algún
problema de salud mental y de ellas, 5 millones eran niños; 10 millones de adultos padecían algún
tipo de depresión; 700 mil personas, esquizofrenia; 500 mil, el Mal de Alzheimer; 214 mil otro tipo
de demencias, 400 mil el Mal de Parkinson; y el 35% de los afectados por situaciones de desastre
tendrían problemas psicológicos. La mayoría de estos pacientes eran adultos jóvenes y sólo
alrededor del 10 por ciento recibía atención médica.
Es un reto político, académico y profesional en Veracruz investigar e identificar las
características particulares de la salud mental en la Entidad.
Como señalamos arriba, utilizando cifras de la Organización Mundial de la Salud y del
Gobierno Federal, estimamos que en el Estado de Veracruz más de dos millones 500 mil
habitantes estarían en riesgo de enfrentar un problema mental o de comportamiento en el curso
de su vida. Esto significa que 1 de cada 7 veracruzanos, hombres o mujeres, ricos o pobres, en
zonas urbanas y rurales, padecerán anomalías permanentes o repetidas relacionadas con las
depresión, ansiedad, estrés, trastornos bipolares, obsesiones compulsivas, Alzheimer, pánico,
insomnio, alcoholismo, drogadicción o trastornos afectivos, entre otros padecimientos mentales o
emocionales.
Estas cifras y otros datos oficiales, como la Encuesta Nacional de Adicciones, nos permiten
suponer que actualmente en el Estado de Veracruz más de 2 millones de personas entre 12 y 64
años han consumido alcohol, de las cuales alrededor del 10 por ciento (200 mil) podrían cursar
problemas por abuso de alcohol: cinco o más copas al menos una vez por semana; casi 900 mil
serían dependientes del tabaco y un elevado número, de otras sustancias.
El 18 por ciento de los veracruzanos que dependen del alcohol y las drogas enfrentarán
problemas psiquiátricos en el curso de su vida.
El promedio de edad en el inicio de consumo de drogas en la Entidad se ha reducido a los
14 años; el 15 por ciento de los niños de tercer año de las secundarias ubicadas en la periferia de
Xalapa y Veracruz, ya han consumido alguna droga.
Por otra parte, de acuerdo con las referidas cifras oficiales, del 12 al 20 por ciento entre la
población de 18 a 65 años padecerían problemas de depresión; de ellos, el 7.8% cursará episodios
depresivos mayores, con mayor incidencia en las mujeres: 5 mujeres por cada 2 hombres.
El 1.5% de la población (cerca de 105 mil personas) afrontará la distimia y el 1.3% (más o
menos 91 mil veracruzanos) enfrentaría episodios de manía.
Entre los diagnósticos más comunes en la salud mental de la población urbana estarían los
trastornos de ansiedad (8.3%); agorafobia (3.8%) y fobia social (2.2%).
Es posible que en el Estado de Veracruz unas 49 mil personas sufran las consecuencias de
la esquizofrenia; 35 mil registren el Mal de Alzheimer y unas 14 mil 800 otro tipo de demencias;
entre 70 mil y 140 mil tendrían problemas de epilepsia (que aunque no es un problema de salud
mental, tiene serias repercusiones en este ámbito); 21 mil, Mal de Parkinson; y 35% de los
afectados por casos de desastre podrían experimentar diversos trastornos psicológicos.
La población infantil que padece algún tipo de psicopatología sería de más de 350 mil
niños y niñas, de los cuales al menos 175 mil requieren una atención especializada e integral;
además, alrededor de 105 mil niños y adolescentes podrían enfrentar el trastorno por déficit de
atención. Esta cifra se duplicaría incluyendo a los adultos que siguen padeciendo los efectos de
este trastorno.
En Veracruz es prioritario investigar el origen y las consecuencias de los conflictos
emocionales derivados de la delincuencia organizada, la violencia familiar, la desintegración
familiar, abusos y problemas sexuales, la anorexia, la bulimia y la tendencia al suicidio (sobre todo
entre los jóvenes).
Como en todo el país, en Veracruz, la mortalidad a consecuencia de trastornos
psiquiátricos podría ocupar el 12º lugar y el 5º en los mismos trastornos como causa de
discapacidad y muerte prematura.
Lo más delicado es que actualmente solamente alrededor de entre el 10 y el 14 por ciento
de estas personas con problemas emocionales buscan ayuda profesional.
Los trastornos de salud mental se han convertido en una de las principales causas de
ausentismo, baja productividad, y social, incapacidad laboral, decesos prematuros y frecuentes
problemas jurídicos, que se suman a una convivencia familiar difícil, a la deserción escolar y a un
gran número de enfermedades crónicas de diversa etiología y amplio espectro.
En este contexto, y siguiendo el Programa de Acción Específico en Salud Mental 2013-
2018, se observa como un imperativo sumar los esfuerzos de los sectores público, privado y social
y los de la sociedad civil, para impulsar una coordinación efectiva para la integración de la red
existente en el Estado de Veracruz para la atención de la salud mental.
Solo con la participación social se podrá impulsar un incremento de los servicios de salud
mental, para satisfacer la enorme demanda de estos satisfactores. Es preciso adecuar las políticas
públicas y la estrategia de salud mental, para brindar una atención médica especializada de calidad
y velar por el cabal respeto a los derechos humanos de las personas con problemas de salud
mental.
En especial, se requiere un aumento en la inversión pública destinada a la salud mental,
para garantizar un oportuno abasto de medicamentos; un incremento significativo en la
capacitación de recursos humanos y la disposición de los recursos materiales suficientes.
La capacitación intensiva en psicoterapia de grupo se presenta como una opción eficaz
para revertir la deuda con la salud mental que existe en Veracruz.
En la redefinición de la estrategia de salud mental en Veracruz, se debe contemplar la
reorganización de los servicios públicos en la materia, para coincidir con el Modelo Hidalgo que
promueven las autoridades federales. Es preciso ampliar la cobertura y extender los servicios
comunitarios a todos los municipios, con la perspectiva de reinsertar a las personas con alguna
discapacidad mental en sus comunidades.
La prioridad debe ser fomentar la participación de todos los agentes sociales en la
prevención, la promoción, el tratamiento y la investigación de la salud mental, con una perspectiva
de alcanzar la gratuidad de los servicios de salud mental. El eje de esta estrategia debe ser el
establecimiento de un eficiente sistema de información en salud mental, en el que participe la
sociedad veracruzana en su conjunto.
En el quehacer público es preciso gestionar acciones transversales en todos los niveles y
en complemento con la prestación de servicios médicos generales.
Los centros de salud son estratégicos para brindar los servicios integrales de salud mental;
en coordinación con los centros integrales de salud mental, estos centros de salud son la base para
dar seguimiento y control médico de los pacientes de salud mental. Ambas instancias deben
intensificar las acciones de atención y prevención ambulatoria.
En cada hospital general de la entidad se requiere establecer una unidad de salud mental
para el tratamiento de enfermos crónicos.
Es necesario ampliar la formación básica en salud mental de los recursos humanos de
salud pública, para ampliar la convivencia y la cohesión de la sociedad con una perspectiva de
salud mental comunitaria que evite la estigmatización y el aislamiento de los pacientes
psiquiátricos. El objetivo fundamental en la formación de recursos humanos especializados en
salud mental debe ser el desarrollo de una conciencia ética y un trato digno y humanitario hacia
los pacientes y sus familiares
Es imperativo contar con instituciones u hospitales psiquiátricos en Veracruz,
Coatzacoalcos, Córdoba, Poza Rica y Papantla, en los que se disponga de pabellones de base
hospitalaria y estancias medias o de largo alcance, así como de servicios residenciales, áreas de
urgencias y de ingreso, que eviten el hacinamiento insalubre de estos pacientes.
Al menos en los 10 municipios con mayor población, se requiere la construcción de villas
de transición hospitalaria, con las especificaciones que promueve el gobierno federal, para brindar
atención integral, programas de rehabilitación psicosocial, talleres protegidos y servicios
psicoterapéuticos.
Con el respaldo de los gobiernos municipales, los programas de reinserción social se deben
complementar en cada cabecera municipal con residencias para adultos mayores, departamentos
independientes, casas de medio camino, centros de día e instalaciones de inserción laboral, que
faciliten el apoyo a los pacientes psiquiátricos en la utilización de sus capacidades en el mejor
contexto posible y para establecer redes de apoyo afectivo y de soporte social.
Como se puede observar, los gobernantes, los representantes populares, las autoridades
sanitarias, así como los estudiantes y los investigadores de la psicoterapia, en Veracruz tenemos
un enorme desafío y un amplio campo de acción para contribuir a la construcción de una sociedad
más saludable y más justa para todos.
Sobre el autor:
Maestro Javier Montaño Ulloa.
Av. Américas 255, Col. José Cardel.
Xalapa, Veracruz, México.
818 76 40
2281 33 28 84
(montano01@hotmail.com)
maestriapsicoterapiadegrupo@gmail.com
http://psicoterapiadegrupo.es.tl/

Director de la Maestría en Psicoterapia de Grupo de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz


y Presidente del Consejo Directivo del Centro de Investigación y Docencia Humanista, A.C.

Estudió el Curso de psicología social crítica y alternativa con Armando Bauleo; cursó la Licenciatura
en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México y la Maestría en Psicoterapia de
Adultos en el Centro de Estudios e Investigación Guestálticos en la ciudad de Xalapa.

Su tesis de Maestría versa sobre el Recorrido Histórico de la Terapia de Grupo y recibió Mención
de Calidad.

Ha asistido a cursos internacionales de “Trabajo con Grupos” con Guy Pierre, Ann Duckles, Jean
Marie Delacroix; Peter Phillipson y Norman Shub.

Ha sido coterapeuta y profesor sobre Teoría de Grupos y otras materias. Imparte, entre otras, las
materias de Metodología de la Investigación, Método de la Psicoterapia de Grupo y Grupo
Psicoterapéutico.

Realiza práctica privada de psicoterapia individual y de grupo desde 1997. Asesora a personas y a
grupos con respecto a la problemática de las relaciones y conflictos de pareja.

Ha participado en cursos, seminarios y congresos nacionales e internacionales sobre diferentes


temas; colabora en programas radiofónicos y de televisión para abordar la problemática
emocional de la familia y de la pareja; dicta conferencias sobre distintos temas de salud mental;
escribe en periódicos y revistas de análisis y divulgación.

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