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ENSAYO

La ferviente masa se inquieta ante conceptos desconocidos, no es novedad; si no


luchamos por un derecho, seguramente es porque estamos dentro de las mayorías,
y ya gocemos de tal derecho; y simplemente no nos importa el resto, es decir las
minorías, así digamos encrespadamente lo contrario.
La sentencia que ha admitido en sede constitucional valer un matrimonio igualitario
a fin que tal acto sea inscrito en nuestro estado, Perú, remeció y remecerá por tiempo
hasta que encuentre firmeza jurídica y sea de olvido por el resto. Sin embargo, el tema
de fondo, necesitaba alcances claros, los cuales a mi opinión no se logró resolver.
La sentencia dictada el 22 de marzo pasado, ha dado primacía al Derecho a la familia,
dignidad, identidad, personalidad jurídica, igualdad, entre otros relacionados; frente
al legalismo de nuestro estático Ordenamiento Jurídico.
Lo anterior, en menoscabo a dos asuntos importantes, por un lado se contraviene y
contrapone a nuestra norma interna, por mas interpretación internacional que le
queramos dar, y por otro, que la norma internacional no obliga a los estados-parte a
normar en cuanto a estos nuevos tipos de familias, obviamente no los prohíbe, muy
por el contrario, es la nueva tendencia, pero la idea es que no se nos obliga
imperativamente.
Analizando lo anterior, decimos que claramente se contraviene a la normativa
interna, que básicamente es lo que menciona la parte demandada en este
emblemático caso, que nuestra carta magna en sus artículos 4 y 6 establece
claramente que tanto el matrimonio y la uniones de hecho son instituciones
conformadas por un varón y una mujer. ¿Que el articulo 4 no lo dice? Claro que sí,
menciona que esta figura estará regulada por la ley, y justamente entra es allí que la
Ley, a través del CODIGO CIVIL regula la figura, de manera expresa señala que “es la
unión voluntariamente concertada por un varón y una mujer legamente aptos para
ello”. En ese sentido, no cabe interpretación más allá de lo legalmente expresado en
nuestro Código Civil de 1984 y nuestra Constitución que data de 1993, dado que no
hay dudas en la redacción a fin de interpretación, ni vacíos para su integración.
Asimismo, dadas la antigüedad de los instrumentos antes citados, obviamente por
ser de aquellos tiempos no referían y seguramente en su esencia no querían referir lo
que hoy pretendemos interpretar. No era el sentido de esa norma para esos tiempos.
Por lo que, considero que la parte demandada, RENIEC, aplico la ley vigente en
nuestro estado y que claramente para la inscripción en nuestro registro debe ser un
acto compatible con nuestras normas nacionales.
Sin embargo, el mundo ha cambiado y lo viene haciendo desmesuradamente,
entonces ¿Qué hacemos?
Justamente en este punto de la incertidumbre es donde acertadamente debe
intervenir, el Derecho Internacional, que bien la sentencia ha mostrado a plenitud la
tendencia de la Corte IDH respecto a estos tópicos, y los cuales me aúno a
compartirlos, por dos motivos, primero, porque el mundo cambia, no sé si
evolucionamos en su acepción de progreso, solo sé que cambia, y que necesita una
regulación acorde, caso contrario la afectación a estas minorías , que cada vez son
menos minoría sin llegar a ser mayoría, no guardaría tranquilidad como sociedad en
general y llegaríamos a limitarlos en muchos de los derechos que si se presentan a las
uniones de varón y mujer, por solo su condición biológica de “varón y mujer”, lo cual
devendría inevitablemente en una discriminación por no permitírseles el ejercicio y
reconocimiento de su acto matrimonial ni las consecuencias jurídicas que ello implica,
es decir hacer efectiva plenamente su relación, con “todas las de la ley” y los
beneficios que ésta trae. Dicho derecho se reduciría a “nada” legalmente. Y por otro
lado, por el respeto y dignidad de las personas en general, a su derecho de Integridad,
Identidad, Igualdad y No Discriminación que bien reconoce la Convención Americana
de Derechos Humanos, asimilado a su artículo 3° que reconoce el Derecho al
Reconocimiento de la Personalidad Jurídica, derecho que determina a las personas
su “existencia efectiva” ante la sociedad y el estado, y que le permite ser titular de
derechos y obligaciones, entendido como el derecho a tener derechos, y que en el
caso en específico por ser de determinada orientación sexual se le estaría negando a
todas luces.
En esa misma línea de ideas, el Derecho por excelencia que debe respetarse y en
efecto así se hizo valer en esta sentencia, es el de respetar el Derecho a la familia,
consagrado en el artículo 4 de la Constitución Peruana, y articulo 17 de la CADH. A
nivel internacional, en específico, a poder contraer matrimonio y a fundar una familia,
siendo las condiciones necesarias para contraerla, de acuerdo a la DUDH, el PIDCP y
la CADH, son dos: El libre y pleno consentimiento de los contrayentes y tener la edad
requerida para este acto. Efectivamente, no hace mención a singularidad de “varón
y mujer”. Si bien los requisitos específicos tienen que estar constituidos por la
soberanía de los estados-partes y sus leyes internas, están condicionadas obviamente
a que no se afecte el principio de no discriminación, y demás correlacionadas,
guardando respeto a la norma internacional.
Como bien lo creo, el mundo cambia y los conceptos de familia se modifican a lo largo
del tiempo. Y con relación a la necesidad de adecuar las legislaciones y las prácticas
conforme a la evolución de las sociedades, la Corte IDH señala en el CASO ATALA
RIFFO VS. CHILE que: “En el marco de las sociedades más incluyentes se dan cambios
sociales, culturales e institucionales encaminados a desarrollos más incluyentes de
todas las opciones de vida de sus ciudadanos lo cual, se evidencia en la aceptación
social de parejas interraciales, las madres o padres solteros o las parejas divorciadas,
las cuales en otros momentos no habían sido aceptados por la sociedades. En este
sentido, el derecho y los estados deben ayudar al avance social, de lo contrario se
corre el grave riesgo de legitimar y consolidar distintas formas de discriminación
violatorias de los derechos humanos.”
Por otro lado la CONVENCION BELEN DO PARA, en su artículo 8° dispone; los estados
partes convienen en adoptar en forma progresiva medidas específicas, inclusive
programas para; b) modificar los patrones socioculturales de conductas de hombres
y mujeres, incluyendo el diseño de programas de educación formales y no formales
apropiados a todo nivel del proceso educativo para contrarrestar prejuicios y
costumbres y todo otro tipo de prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad
o superioridad de cualquiera de los géneros o en los papeles estereotipados para el
hombre y la mujer que legitiman o exacerban violencia contra la mujer (…)
Asimismo, si bien no menciona en la CADH la orientación sexual como casual de
discriminación, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales determino
que la orientación sexual puede ser enmarcada bajo “otra condición social” del
Articulo 1.1 de la citada norma referida a la obligación de respetar derechos.
Sin embargo, debo agregar que el hecho de asimilarse en esta sentencia la “OPINION
CONSULTIVA 24/17 sobre identidad de género, igualdad y no discriminación a parejas
del mismo sexo”, a norma internacional imperativa para los estados-partes, es
desacertado y erróneo. Dado que una opinión consultiva, cualquiera esta sea, no
tiene esa naturaleza, tiene un carácter “no obligatorio”. La opinión consultiva se
encuentra regulado en el Artículo 64° de la convención y respecto a la misma refiere
que: 1. Los Estados miembros de la Organización podrán consultar a la Corte acerca
de la interpretación de esta Convención o de otros tratados concernientes a la
protección de los derechos humanos 2. La Corte, a solicitud de un Estado miembro
de la Organización, podrá darle opiniones acerca de la compatibilidad entre
cualquiera de sus leyes internas y los mencionados instrumentos internacionales.
Entonces es una opinión, y como tal, no tiene fuerza imperativa, mucho menos
vinculante, para poder realizar un correcto control de convencionalidad. Sin
embargo, lo que se hizo en la presente sentencia, respecto a la opinión consultiva es
desconocer los tratados en sí mismos y usar interpretaciones que no son vinculantes
para Perú como si lo fueran y desconoce la normativa interna.
Empero, si podemos usar la vinculancia de su casuística y en todo caso, allí si
tendríamos a bien utilizar, por ejemplo, el caso Karen Atala Riffo vs Chile y Duque VS
Colombia, en los cuales si precisa que la idea de identidad de género encuentra cobijo
en el artículo 1.1 de a CADH, por lo que la orientación sexual puede ser enmarcada
bajo “otra condición social” que refiere el artículo.
En consecuencia, todos los instrumentos internacionales citados, las normas y la
casuística asimilable, representan el sentir del Derecho Internacional respecto a estos
tópicos. Por lo que, de llevar el presente caso a nivel internacional, estoy
fehacientemente convencida que se nos encontraría responsables
internacionalmente.
Entonces el problema, a instancia interna es una debida legislación al respecto, a fin
que nuestra legislación interna guarde respeto y concordancia con las normas
internacionales, y con los cambios sociales. En tanto no se modifique la Constitución
y Código civil al respecto, no es admisible registrar actos que no guardan coherencia
con ellas y devendrían en ilegales, por más que tengan todo el sentido en cuanto al
fondo, porque cuando el RENIEC se opone a registrar ese matrimonio, lo que hace es
respetar la Constitución y la ley. Y ello no por mera burocracia, o formalismos, sino a
fin de guardar la paz social, el orden público y mantener una legislación ordenada y
congruente. Es en ese sentido, guardo amparo a lo alegado por la parte demandada
quien alega que es el legislativo quien debe encargarse al respecto.

Cabe decir que, la vía jurisprudencial viene siendo más eficiente para la búsqueda de
estos intereses que la vía legislativa. Ya lo notamos en la vía internacional, e
internamente no es la primera vez que el Poder Judicial reconoce el derecho al
matrimonio igualitario. En diciembre de 2016, el Séptimo Juzgado Constitucional de
Lima ordenó a RENIEC inscribir el matrimonio de Óscar Ugarteche y Fidel Aroche
quienes se casaron en octubre de 2010 en México.
Por otro lado, ¿hay problemas conexos por falta de regulación? Efectivamente, si el
caso llega al Tribunal Constitucional y este dicta una sentencia favorable a Paredes y
Alojín, como es un proceso de amparo, en teoría solo tendría efecto entre las partes,
es decir, en la pareja, pero ya crearía un antecedente de jurisprudencia vinculante, y
lo que se dictaría sobre el tema reconociendo el matrimonio homosexual, tendría que
ser seguido por cualquier juez en el país. Sin embargo resultaría inequitativo e injusto
para otros connacionales que no estén en posibilidades para eludir limitaciones
económicas, y poder conseguir el tan ansiado matrimonio igualitario en otras
naciones que si lo permitan, es decir, otra vez en problemas de discriminación y
vulneración a la igualdad.
En conclusión, el problema de estas nuevas formas de unión, no es si existen o no, si
nos gustan o no, el verdadero problema, dejando de lado subjetivismos, es cuando
existen, no están regulados, y por ende no se respetan, es decir, creación de crisis
total.

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