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Esto es debido a que, por lo general, ponemos poco en práctica esta habilidad
hasta que la necesitamos, que es ya de adultos. No obstante no hay que
preocuparse, ¡las noticias son buenas! Es una competencia que se puede (y se
debe trabajar) ya desde la escuela y además es posible hacerlo con trucos y
consejos sencillos que no requieren ninguna preparación.
Eso sí, hay que tener en cuenta que para las actividades que explicaremos a
continuación el clima en el aula ha de ser relajado, y el alumno ha de sentirse
cómodo. No se aprende a hablar en público de un día para otro y, por supuesto,
la dedicación y la paciencia son buenas virtudes para conseguirlo. Además,
aquel niño que presenta dificultades para expresarse delante de sus
compañeros o profesores por timidez o vergüenza no puede dar el paso
repentino de debatir delante de un auditorio lleno. Ha de pasar primero por
pequeños retos intermedios, es la única manera sana y ajustada a sus
necesidades. Por esto, las actividades que propongamos en clase han de
incrementar paulatinamente el ratio de alcance de la voz de nuestros alumnos y
adecuarse al ritmo de aprendizaje de cada uno.
Ahora sí, prepara tu voz, deja a un lado tu vergüenza y… ¡a hablar! Estos juegos
podrás llevarlos a cabo en el aula de ciclo superior de Primaria y la ESO.
El turno pasará al siguiente jugador teniendo en cuenta las agujas del reloj y,
entonces, tendrá que repetir lo dicho hasta el momento y añadir un elemento
nuevo al discurso. Por ejemplo: “El rey manda que los lunes se coman siempre
patatas fritas y los cortesanos vistan con bañador.”
Los participantes irán caminando por la clase mientras que suena la música y,
cuando se detenga, se situarán frente a la persona que se encontraba más
cerca. Entonces, deberán responder al oído de este compañero las cuatro
preguntas que el docente pronunciará en voz alta.
Por ejemplo, podéis escoger entre estas o inventar otras: ¿Cuál es tu color
favorito?; explícale a tu compañero un día en que pasaste mucho miedo; dile a
tu compañero cómo se llama tu mascota y por qué le pusisteis ese nombre;
¿qué película te llevarías siempre a una isla desierta y por qué?; ¿cuál es el sitio
más bonito que has visitado de vacaciones?; ¿qué comida detestas?; si
pudieses viajar a un sitio ahora mismo, ¿dónde irías?
Por ejemplo, pueden poner lo siguiente: “siento que mis manos arden”, “las
mejillas me queman”, “noto que me cuesta respirar”, “siento que quiero darme la
vuelta”, “pienso que me caeré delante de todos”, “me imagino que tropiezo”, etc.
Pueden ser tanto expresiones físicas como pensamientos malos.
A continuación, les diremos que rompan con todas su fuerza esos papeles, los
pisen, los arruguen, los destrocen… y los lancen a un pozo imaginario
(habremos marcado en el suelo de la clase con tiza una circunferencia) donde
caen y ya no pueden salir. Seguidamente, les diremos que cierren los ojos e
imaginen que han que hacer una exposición importante. Esta vez la harán
genial, tan bien que saldrán muy contentos de ella. Además el público les
aplaudirá y sentirán cómo su pecho se llegan de orgullo. Ya nada tiene que ver
con los miedos e inseguridades de antes, son una persona nueva.