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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Derecho

Jueces, juezas y política. Visión de Chile y EE.UU

Francisco Pérez Romero


Profesor: Rodrigo Mella

13 de Mayo de 2019
La irrupción de la jueza Ruth Bader Ginsburg en el poder judicial estadounidense
fue y sigue siendo un factor de suma importancia en la vida tanto política como legal
del país norteamericano. La influencia que han tenido en la sociedad las lecturas
que realizaba la jueza de los casos que se le presentaban, en base a ciertas
interpretaciones de la constitución y las leyes, generó que ningún sector del
espectro político norteamericano fuera capaz de ignorarla.

Ahora bien, la batalla aparentemente técnico-jurídica por la búsqueda de “la verdad”,


presenta grandes influencias políticas e ideológicas en los actores que de ella
forman parte. Con la venia de la Constitución, se le otorga al poder judicial
estadounidense un mayor nivel de injerencia en la toma de decisiones y en la
producción de cambios sociales, cuestión que posiciona, por tanto, a los tres
poderes del Estado en niveles de influjo más igualitarios. Aquello es lo que se
conoce como la judicialización de la política1.

Ante lo anterior, surgen las siguientes preguntas: ¿Qué ocurre en Chile con la
politización de los jueces y juezas en el ejercicio de sus funciones? En Chile, un
juez o jueza ¿podría generar cambios similares a los que logró la jueza Ruth Bader
Ginsburg en EE. UU?

Para contextualizar, el sistema judicial estadounidense posee un alto grado de


activismo, debido a que los jueces -y especialmente quienes conforman los
tribunales de más alto rango- son parte importante de la implementación y puesta
en práctica de las leyes del país. Así pues, los fallos de la Corte Suprema tienen
fuerza obligatoria para toda la nación. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió en el
famoso caso de Roe contra Wade, donde a partir del cuestionamiento a una Ley de
Texas, se dio paso a la despenalización del aborto en todo el país, gracias a la
interpretación de los magistrados.

Lo anterior, ha provocado que en Estado Unidos el supuesto control del Estado de


Derecho que debiese tener una visión objetiva y neutra para la consecución del fin,

1
Alex Stone Sweet, Governing with Judges, Oxford University Press, 2000
tienda a llevarse al ámbito de las disputas entre ideologías y, por consiguiente, de
partidos políticos que defienden los intereses de distintos grupos sociales que
puedan verse afectados por las decisiones de jueces y juezas que no ejercen su
poder meramente entre los litigantes.

En chile, por su parte, el artículo 3° del Código Civil prescribe: “Solo toca al legislador
explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio. Las sentencias
judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que se
pronunciasen”.

Ateniéndose a esta Ley, se desprende que el sistema judicial chileno no daría lugar
a la llamada judicialización de la política, pues los jueces no tendrían mayor
implicancia en la sociedad más que en la administración técnica de la legislación
para la búsqueda de la justicia.

Lo afirmado precedentemente, se aleja de la realidad fáctica del contexto actual de


nuestro país. Esto, debido a que es posible asimilar la institución del Tribunal
Constitucional y sus funciones con las del tribunal supremo estadounidense, aunque
con ciertos matices.

Es posible observar que la atribución del articulo 93 N°3 de la CPC da el poder de


revisar proyectos de Ley mientras son tramitados en el congreso para asegurar la
adecuación de estos a los Derechos Humanos reconocidos tanto en la misma
constitución como en tratados internacionales. No obstante, en los últimos años este
tribunal ha sido puesto en tela de juicio, pues algunos han llegado a atribuirlo como
una “tercera cámara” legislativa por la facultad de echar abajo una ley en particular,
muchas veces por fines meramente políticos.

Aunque el fin mismo del mencionado tribunal puede ser de un beneficio incalculable
para los valores de la democracia como, por ejemplo, el freno de una ley que
prescriba la discriminación de la comunidad LGBT, este puede ser un arma de doble
filo al ser entendido como una herramienta válida en la lucha política nacional, tras
casos donde el debate legislativo no sea beneficioso para un sector en particular.
En resumen, podemos ver que por factores culturales, sociales y políticos, en
Estados Unidos es aceptada la influencia expresa de la opinión política de cada juez
o jueza. En Chile, más que una búsqueda por elevar la capacidad de influencia de
los tribunales, se hace abuso del TC por parte de quienes participan en la política
llevando a que cada vez las decisiones judiciales en torno a la constitución sean
vistas de forma más arbitraria y que, como peor consecuencia, se ponga en tela de
juicio la existencia misma de los Derechos Humanos como absoluto para toda
persona.

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