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¿Cómo surgió el Padrenuestro?

El Padrenuestro surgió por la petición de un discípulo de Jesús, que veía orar a su


Maestro y quería aprender del mismo Jesús cómo se ora bien.
¿Qué estructura tiene el Padrenuestro?
El Padrenuestro consiste en siete peticiones al Padre misericordioso del cielo. Las tres
primeras peticiones se refieren a Dios y a cómo debemos servirle. Las últimas cuatro
peticiones llevan nuestras necesidades humanas fundamentales ante nuestro Padre
del cielo.
PADRE NUESTRO:
Podemos invocar a Dios como "Padre" porque él nos ha sido revelado por su Hijo
hecho hombre y su Espíritu nos lo hace conocer
La primera palabra de la Oración del Señor es una bendición de adoración, antes de ser
una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como
"Padre", Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por
habernos concedido creer en él y por haber sido habitados por su presencia.
“Todas las criaturas son hijas de un único Padre y por ello hermanas.” SAN FRANCISCO
DE ASÍS
¿Cómo somos transformados por el Padrenuestro?
El Padrenuestro nos permite descubrir, llenos de alegría, que somos hijos de un único
Padre. Nuestra común vocación es alabar a nuestro Padre y vivir entre nosotros como
«un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32). [2787-2791, 2801] Puesto que Dios, el
Padre, ama a cada uno de sus hijos con el mismo amor exclusivo, como si fuera el
único ser objeto de su afecto, nosotros tenemos que tratarnos entre nosotros de un
modo totalmente nuevo: llenos de paz, respeto y amor; de forma que cada uno pueda
ser la regocijante maravilla, que realmente es en presencia de Dios.
“El cristiano no dice «Padre mío», sino «Padre nuestro», hasta en lo más secreto de un
cuarto cerrado, porque sabe que, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia vital,
es miembro del único y mismo cuerpo.” BENEDICTO XVI,
QUE ESTÁS EN EL CIELO
Si el padre esta en el cielo, ¿Dónde está ese cielo?
El cielo está allí donde está Dios. La palabra cielo no indica ningún lugar, sino que
designa la existencia de Dios, que no está sometido ni al tiempo ni al espacio. [2794-
2796, 2802] No debemos buscar el cielo por encima de las nubes. En cualquier lugar
donde nos dirigimos a Dios en su gloria / al prójimo en su necesidad;
allí donde experimentamos la alegría del amor; donde nos convertimos y nos dejamos
reconciliar con Dios, allí se abren los cielos. «No donde está el cielo está Dios, sino que
donde está Dios está el cielo»
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
¿Qué quiere decir: «santificado sea tu Nombre»?
Santificar el Nombre de Dios quiere decir ponerlo por encima de todo.
El «nombre» en la Sagrada Escritura señala la verdadera esencia de una persona.
Santificar el nombre de Dios significa hacer justicia a su realidad, reconocerlo, alabarlo,
hacerlo respetar y honrar, y vivir conforme a sus mandamientos.
En el agua del bautismo, hemos sido "lavados, santificados, justificados en el Nombre
del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (1 Co 6, 11). A lo largo de nuestra
vida, nuestro Padre "nos llama a la santidad" (1 Ts 4, 7) y como nos viene de él que
"estemos en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros santificación"
Cuando decimos "santificado sea tu Nombre", pedimos que sea santificado en
nosotros que estamos en él, pero también en los otros a los que la gracia de Dios
espera todavía para conformarnos al precepto que nos obliga a orar por todos, incluso
por nuestros enemigos. He ahí por qué no decimos expresamente: Santificado sea tu
Nombre “en nosotros”, porque pedimos que lo sea en todos los hombres
VENGA A NOSOTROS TU REINO
¿Qué quiere decir «venga a nosotros tu reino»?
Cuando decimos «venga a nosotros tu reino», pedimos que Cristo regrese, como ha
prometido, y que se implante definitivamente la soberanía de Dios, que ya ha
comenzado aquí.
Frangois Fénelon dice: «Querer todo Lo que Dios quiere, quererlo siempre, en toda
ocasión y sin reservas, esto es el reino de Dios que está en el interior».
Incluso puede ser que el Reino de Dios signifique Cristo en persona, al cual llamamos
con nuestras voces todos los días y de quien queremos apresurar su advenimiento por
nuestra espera. Como es nuestra Resurrección porque resucitamos en él, puede ser
también el Reino de Dios porque en él reinaremos (San Cipriano, Dom. orat. 13)
Pero este deseo no distrae a la Iglesia de su misión en este mundo, más bien la
compromete. Porque desde Pentecostés, la venida del Reino es obra del Espíritu del
Señor "a fin de santificar todas las cosas llevando a plenitud su obra en el mundo".
HAGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
¿Qué quiere decir «hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo»?
Cuando oramos para que se cumpla universalmente la voluntad de Dios, pedimos que
en la tierra y en nuestro propio corazón sea ya todo como es en el cielo.
Mientras nos apoyemos en nuestros propios planes, en nuestros deseos y en nuestras
ideas, la tierra no se podrá convertir en el cielo. Uno quiere esto, el otro quiere lo otro.
Pero nuestra felicidad la encontramos cuando queremos conjuntamente lo que Dios
quiere. Orar es hacer sitio en esta tierra, paso a paso, a la voluntad de Dios.
¿Cual es la voluntad de nuestro Padre?:
"que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm
2, 3-4). El "usa de paciencia, no queriendo que algunos perezcan" (2 P 3, 9; Cf. Mt 18,
14). Su mandamiento que resume todos los demás y que nos dice toda su voluntad es
que "nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado"
¿Hay alguien que haya cumplido la voluntad del padre?
En Cristo, y por medio de su voluntad humana, la voluntad del Padre fue cumplida
perfectamente y de una vez por todas. Jesús dijo al entrar en el mundo: " He aquí que
yo vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad" (Hb 10, 7; Sal 40, 7). Sólo Jesús puede decir:
"Yo hago siempre lo que le agrada a él" (Jn 8, 29). En la oración de su agonía, acoge
totalmente esta Voluntad: "No se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22, 42; Cf. Jn 4, 34;
5, 30; 6, 38). He aquí por qué Jesús "se entregó a sí mismo por nuestros pecados según
la voluntad de Dios" (Ga 1, 4). "Y en virtud de esta voluntad somos santificados,
merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10, 10).
“La renuncia total a uno mismo quiere decir aceptar con una sonrisa lo que ÉL da y lo
que ÉL toma... Dartodo lo que pida, aunque sea el buen nombre o la salud: esto es
renuncia a uno mismo, y entonces eres libre.” BEATA TERESA DE CALCUTA
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
"Danos": es hermosa la confianza de los hijos que esperan todo de su Padre. Además,
"danos" es la expresión de la Alianza: nosotros somos de El y él de nosotros, para
nosotros. Pero este "nosotros" lo reconoce también como Padre de todos los hombres,
y nosotros le pedimos por todos ellos, en solidaridad con sus necesidades y sus
sufrimientos
¿Qué quiere decir «danos hoy nuestro pan de cada día»?
Pedir el pan de cada día nos convierte en personas que lo esperan todo de la bondad
de su padre celestial, también los bienes materiales y espirituales necesarios para vivir.
Ningún cristiano puede formular esta petición sin pensar en su responsabilidad real
por todos aquellos a quienes en el mundo les falta lo necesario para vivir.
«No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»
Esta palabra de la Escritura nos recuerda que los hombres tienen un hambre espiritual
que no se puede saciar con medios materiales. Se puede morir por falta de pan; pero
también se puede morir porque sólo se ha recibido pan. En el fondo somos
alimentados por aquel que tiene «palabras de vida eterna» (Jn 6,68) y un alimento que
no perece (Jn 6,27): la sagrada EUCARISTÍA.
PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS
OFENDEN

Con una audaz confianza hemos empezado a orar a nuestro Padre. Suplicándole que su
Nombre sea santificado, le hemos pedido que seamos cada vez más santificados.

Pero, aun revestidos de la vestidura bautismal, no dejamos de pecar, de separarnos de Dios.


Ahora, en esta nueva petición, nos volvemos a él, como el hijo pródigo y nos reconocemos
pecadores ante él como el publicano.

Nuestra petición empieza con una "confesión" en la que afirmamos al mismo tiempo nuestra
miseria y su Misericordia. Nuestra esperanza es firme porque, en su Hijo, "tenemos la
redención, la remisión de nuestros pecados”. El signo eficaz e indudable de su perdón lo
encontramos en los sacramentos de su Iglesia.

¿Qué quiere decir «perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden»?

El perdón misericordioso, que nosotros concedemos a otros y que buscamos nosotros mismos,
es indivisible. Si nosotros mismos no somos misericordiosos y no nos perdonamos
mutuamente, la misericordia de Dios no puede penetrar en nuestro corazón.

Muchas personas tienen que luchar durante toda la vida para poder perdonar. El bloqueo
profundo de la intransigencia sólo se disuelve finalmente mirando a Dios, que nos ha aceptado
«siendo nosotros todavía pecadores» (Rom 5,8). Dado que tenemos un Padre bondadoso, son
posibles el perdón y la vida reconciliada

“no podemos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano, a la hermana a quien
vemos” ( Jn 4, 20).
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
¿ Qué quiere decir «no nos dejes caer en la tentación»?
Como cada día estamos en peligro de caer en pecado y decir no a Dios, le suplicamos
que no nos deje indefensos ante el poder de la tentación.
Jesús, que experimentó él mismo la tentación, sabe que somos hombres débiles, que
por nuestras propias fuerzas podemos oponer poca resistencia al mal. Él nos regala
esta petición del Padrenuestro, que nos enseña a confiar en la ayuda de Dios en la
hora de la prueba.
“Quien no es tentado, no es puesto a prueba; quien no es puesto a prueba, no
progresa.” SAN AGUSTÍN ( que raro mencionando a San agustin 😊)

"No entrar en la tentación" implica una decisión del corazón: "Porque donde esté tu
tesoro, allí también estará tu corazón ... Nadie puede servir a dos señores"
El combate y salir victoriosos sólo son posibles con la oración. Por medio de su oración,
Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio (Cf. Mt 4, 11) y en el último
combate de su agonía.
Al decir: "No nos dejes caer en la tentación", pedimos a Dios que no nos permita tomar
el camino que conduce al pecado. Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y
de fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y la perseverancia final.
Y LÍBRANOS DEL MAL
Esta petición concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el
"nosotros", en comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia
humana. La oración del Señor no cesa de abrirnos a las dimensiones de la economía de
la salvación. Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se
vuelve solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos"
¿A quién se refiere la petición «líbranos del mal» ?
Con «el mal» no se habla en el Padrenuestro de una fuerza espiritual o energía
negativa, sino del mal en persona que la Sagrada Escritura conoce bajo el nombre de
tentador, padre de la mentira, Satanás o diablo. ( Recuerden las homilías de Lucas 😊)

"Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44), "Satanás, el


seductor del mundo entero" (Ap 12, 9) …. es aquél por medio del cual el pecado y la
muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la creación entera
será "liberada del pecado y de la muerte"
Nadie negará que el mal en el mundo tiene un poder devastador, que estamos
rodeados de insinuaciones diabólicas, que en la historia a menudo se desarrollan
procesos demoníacos. Sólo La Sagrada Escritura Llama a las cosas por su nombre:
«Porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los
principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de
tinieblas» (Ef 6,12).
La petición del Padrenuestro de ser librados deL mal pone ante Dios toda La miseria de
este mundo y suplica que Dios, el Todopoderoso, nos libere de todos los males, como
se expresa también en el EMBOLISMO.
EMBOLISMO (del griego emballein = insertar, intercalar): Un comentario que en la
Santa Misa sigue al Padrenuestro: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la
paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres
de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador, Jesucristo.
AMEN?
¿Por qué terminamos el Padrenuestro con un «Amén»? Tanto los cristianos como los
judíos terminan desde muy antiguo todas sus oraciones con «Amén», con lo que
quieren decir: «Así sea».
ALLÍ donde un hombre dice «Amén» a sus palabras, «Amén» a su vida y su destino,
«Amén» a La alegría que le espera, se unen el cielo y la tierra y estamos en la meta:
con el amor que nos creó en el principio
El Amén de nuestra fe no es la muerte, sino la vida. ( Matias Centurion)

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