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ARQ.

RICARDO LEGORRETA VILCHIS

Pensamientos
 "De mi padre recibí la espiritualidad, la conciencia social y el amor profundo
por México; de José Villagrán el de la Arquitectura; y de Luis Barragán, Chucho
Reyes y Pedro Coronel, el de la belleza".
 "México es un país de arquitectos, en lo profundo de su ser y de su historia
cada mexicano es un creador en su propia vida."
 "La arquitectura es para hacer feliz a la gente".

CONFERENCIA DE RICARDO LEGORRETA PUBLICADA EN LA REVISTA


HUMANIDADES DEL ITESM, MONTERREY, MEXICO, 1988.

Conferencia dictada por el Arq. RICARDO LEGORRETA durante el Congreso


Internacional de Arquitectura celebrado del 19 al 24 de septiembre de 1997
en el ITESM, Campus Monterrey.

“Buenos días, me da muchísimo gusto estar nuevamente con ustedes. El


entusiasmo regiomontano y de los estudiantes va en aumento y significa para
todos nosotros una inyección para seguir trabajando.

Les quiero platicar, no solamente mostrar lo que hemos hecho en el


despacho Últimamente, platicarles mis experiencias, mis últimas
impresiones. El comienzo del siglo XX, quizá es simplemente una cosa, una
situación psicológica pero invita a meditar sobre qué está pasando, qué
hemos hecho y hacia dónde vamos. Siento algunas incertidumbres
importantes, ¿qué hemos hecho de arquitectura?

Si analizamos el siglo XX y vemos qué hemos hecho en proporción o en


comparación con otras actividades, empiezan las preocupaciones. El
progreso de la medicina ha sido excepcional, la cantidad de enfermedades
que han sido controladas, el haber aumentado el promedio de vida fácilmente
en 10 años, la salud, etc.

El aumento de la tecnología, el progreso de la tecnología pues ha sido quizá


todavía más impresionante al grado de que se ha vuelto ya no sólo una
herramienta, sino un fin absurdo de nuestra vida. No sabemos por qué, pero
estamos guiados por la tecnología, no sabemos realmente para qué
queremos tanto progreso, pero lo importante es tenerlo. Muy frecuentemente
los arquitectos jóvenes me dicen, -arquitecto, le tengo una muy buena
noticia: ya tengo computadora-, y les digo, -¿y para qué?- y muy rara vez
me contestan.
Uno de mis hijos, es fanático de la computación y hace poco tiempo llegó y
me dijo, -¡papá, ahora sí estoy muy orgulloso, porque ya tengo una oficina
en la que no se usa el papel, todo lo hacemos por la computadora!- y le dije,
-te felicito, sensacional, ¿y ya llegas a tu casa más temprano? - >dice, -no,
todavía no- , -¿y tu compañía gana más?-, -bueno, en esas >estamos...-, le
dije, - ¿y te están pagando más?- , -no, bueno, pues tengo primero que
demostrar-, le dije, -entonces, ¿qué has hecho?-, me dijo, -¡ya soy más
eficiente!-, le digo, -¿más eficiente para qué?-...Y volteamos a la
arquitectura y ¿qué hemos hecho en este siglo? No hemos mejorado, o en
parte muy pequeña las condiciones de vida del ser humano.

Si comparamos la vivienda popular de principios de siglo con la vivienda


popular de ahora, creo que hemos dado varios pasos hacia atrás. Estamos
destruyendo nuestras ciudades, hemos perdido calidad de vida y en eso
participamos, mucho, nosotros.

Ustedes recordarán cuando vino Richard Rogers y dio los datos


espeluznantes de que el 50% de la energía que se consume en el mundo es
en los edificios, el 25% en el transporte. ¿Y qué hemos hecho los
arquitectos? Realmente, no veo un progreso de ese tipo.

Por otro lado, precisamente por el progreso de la tecnología, la información


se ha vuelto apabullante. Sabemos todo de todo y nada de nada, ya no sólo
es el progreso de la comunicación, sino de la información que presenta casos
que apenas empezamos a darnos cuenta de la trascendencia de ellos. Me
decía un doctor, -en este momento podemos saber toda la información sobre
enfermedades sin saber quién la da, sin saber si está autorizada o no está
autorizada-.

Cualquiera de nosotros podemos introducir a Internet una filosofía de la


arquitectura, todo mundo la va a oír y no va a saber si es buena o mala, y
mucha gente no tiene autoridad para hacerlo. Esta globalización ha afectado
a la arquitectura como es natural, no somos una excepción. Estamos ante
esa disyuntiva, ¿qué vamos a hacer en este país para seguir adelante?

Les quiero platicar la experiencia de una reunión que tuvo lugar hace tres o
cuatro meses y que me impresionó como pocas cosas me han impresionado
en la vida, y fue la reunión de la Unión Internacional de Arquitectos en
Barcelona.

Estas reuniones normalmente, los congresos, pues son congresos de


organización entre todas las organizaciones de arquitectos del mundo y
normalmente asisten 1000 personas, 800 personas. Este año fue en
Barcelona, y pues nadie sabía si fue por Barcelona que es una ciudad
maravillosa, si fue que decidieron invitar a algunos arquitectos a unos
paneles, pero el hecho es que tres semanas antes del Congreso había 5000
personas inscritas, dos semanas antes del Congreso había 8000 y finalmente
al Congreso llegaron 10000.

Había para estos paneles cuatro teatros seleccionados en Barcelona con


capacidad para 200 personas cada uno. El primer día estaba Foster y dos
arquitectos más; se presentaron 5000 personas al teatro de 200 personas.
Fue un lío espantoso, trataron de romper las puertas, pararon el tráfico, tuvo
que intervenir el alcalde y acabaron haciendo el panel en una plaza pública.

Después se presentó el problema, ¿en dónde iban a seguir las sesiones?, y


dada la asistencia acabaron las sesiones en el estadio de basket ball
diseñado por Isozaqui el cual, además de ser un extraordinario diseño,
funciona con luz natural, luego las diapositivas no funcionan y para una
arquitecto presentarse a hablar sin diapositivas, pues es como presentarse
sin ropa: no sabe uno qué hacer.

El resultado fue fascinante, fascinante en varios aspectos. Había


representantes principalmente de los países ricos económicamente, de
Europa, Estados Unidos, Japón. En un momento dado me dieron la
estadística y la comprobé después, de que el 35% de los asistentes era de
Latinoamérica.

Las primeras ponencias, las primeras pláticas, eran cuatro días, fueron por
los arquitectos ingleses, franceses, japoneses. Los temas que se trataron, el
tema del Congreso, era El Futuro de las Ciudades. Los temas y propuestas
que se trataron correspondían a sus países; los ingleses, Richard Rogers,
mi gran amigo, proponían que se debían de estudiar más lugares de
esparcimiento porque la gente cada día trabaja menos, que era importante
darles lugares de descanso. Las propuestas francesas fueron totalmente
intelectuales, las propuestas japonesas fueron casi diría yo, surrealistas.

Cuando me tocó el panel -el último día eran dos paneles, uno en que estaba
yo, en el otro estaba Charles Correa de la India, en mi panel estaba un crítico
italiano - y fue impresionante cuando él empezó a decir pues que la verdad
estaba muy preocupado porque se veían propuestas universales, que por lo
que se había hablado durante dos días, las ciudades de todo el mu ndo
deberían ser iguales, todo era lo mismo y que él quería protestar
enérgicamente de por qué se estaban haciendo edificios en todas partes del
mundo sin tener en consideración la ciudad y la cultura.

Llegó un momento en que inclusive puso ejemplos específicos, cosa que


considero yo muy delicada, cuando dijo, -¿para qué necesita Barcelona un
Richard Meyer - y empezaron los aplausos, empezó a romper el orden la
gente, se empezó a crear una excitación muy impresionante.

Cuando anunciaron mi nombre, fue un aplauso enorme porque era yo


representante de Latinoamérica. Yo nunca había visto palpablemente el
impacto y la fuerza del número de las personas. Hablamos del número de
habitantes de la India, de China, de Latinoamérica, pero nos quedamos en
las cifras, y aquí en un momento dado me di cuenta lo que representamos
todos nosotros... podemos hablar de problemas económicos, de problemas
culturales y de educación, pero en número, somos muy importantes. Yo hice
la exposición basado en eso, basado, y se los quiero decir a ustedes, en que
tengamos mucho cuidado porque estamos guiados, en este momento, por un
porcentaje del mundo muy bajo.

Después, Correa hizo unos análisis y llegamos a la conclusión de que todas


las discusiones y todas las propuestas venían de países que tienen entre el
20 y el 25 por ciento de la población mundial, el 75% no importaba, no
contábamos para nada. Desgraciadamente, eso es cierto y en México nos
está afectando, queremos tener los caminos del 25% de la población mundial
y no tenemos ni los recursos económicos, ni la cultura, la forma de vida, ni
las ganas de seguirlo, pero esta élite que somos los arquitectos estamos
entercados en seguir esos caminos. Queremos seguir esos caminos bajo la
bandera de la globalización; la globalización, pues está liderada por gente
de otra cultura, de otros países y que lo que necesita es trabajo fuera de su
país y con el argumento de la globalización lo va a lograr en todas partes.

Nosotros no necesitamos eso, nosotros necesitamos resolver los problem as


de nuestro país. ¿Qué tenemos de ventajas nosotros? Tenemos todas las
ventajas, la vez pasada que estuve se los dije y les repito hasta que me
canse. Tenemos una cultura arquitectónica de las más fuertes del mundo,
hay países con una cultura general mucho más fuerte que la nuestra, pero
cultura arquitectónica, por cultura arquitectónica entiendo la participación de
todo el pueblo, de toda la nación en la arquitectura, es impresionante en
nuestro país. Como ustedes lo notan, toda la gente discute de arqui tectura,
analiza la arquitectura y vive con ella. Tenemos pues todas las bases para
poder hacer nuestro trabajo correctamente, tenemos todas las posibilidades,
tenemos todos los problemas a resolver.

Ustedes recordarán que les platiqué la visita de Richa rd Rogers a la Ciudad


de México, la repetí con Foster y el resultado es el mismo: “cuántas
oportunidades tienen ustedes”, y nosotros queremos dedicarnos a resolver
la arquitectura en México bajo las mismas condicionantes que la están
haciendo en los países ricos. Y empezamos a analizar un poco y decimos -
¿qué es lo que estamos haciendo?- pues la gran mayoría de los arquitectos
que todos respetamos, que todos admiramos, están haciendo, casi diría yo,
monumentos.

Si ven ustedes las últimas publicaciones, el gran porcentaje de los edificios


reconocidos son museos, son centros de cultura, son centros de descanso
que si bien es un aspecto muy importante de nuestra vida, no es el único y
no vemos a nadie -con todas las excepciones- que esté verdaderamente
dedicado, y allí me incluyo yo con toda reclamación a mí mismo, a la vivienda
de interés social. No vemos arquitectos verdaderamente dedicados a mejorar
nuestras ciudades.

Me pregunto, cuando hacemos un proyecto, o cuando ustedes como


estudiantes atacan un problema verdaderamente en serio, en el fondo de
nosotros, ¿estamos pensando en la ciudad, estamos pensando en la forma
de vida?, y no lo estamos haciendo, no estamos dedicados a eso.

¿Qué camino tenemos? Estamos creciendo, las ciudades mexicanas se


están desarrollando y ahí tenemos una oportunidad verdaderamente que yo
creo que es el objetivo del próximo siglo, es hacer mejores ciudades. No
mejores edificios, principalmente mejores ciudades.

Alguna vez platicando con Luis Barragán, hablábamos de París y los dos
decíamos: “qué maravillosa ciudad, qué bien la pasa uno en París ”, ¡y cómo
nos divertíamos!. Ya que habíamos llegado a esa conclusión, me dice Luis,
-ya viste Ricardo, el mal gusto entró al occidente por Francia - me dijo, -dime
un edificio de París que te parezca excepcional- y dijimos muy pocos, y si lo
comparamos con otras ciudades, hay mucho mejores edificios en otras
ciudades, sin embargo como ciudad, París es extraordinario.

Y a nosotros no nos importa, estamos destrozando la forma de vida ,


queremos implantarla, es más, dentro de nuestro propio país queremos
establecer una sola forma de vida, yo no encuentro ninguna relación entre la
forma de vida y la cultura de Monterrey con la Ciudad de México, con
Guadalajara, con Puebla, pero estamos obstinados en todas partes en abrir
las famosas “plazas comerciales”.

Estamos obstinados en que con el clima de Monterrey vivamos con el mismo


sistema y forma que con el clima de Aguascalientes, que con el clima de
Cancún, y ahí empezamos a echar a perder toda esta maravillosa herencia
que tenemos de la variedad de culturas, la variedad de formas de vida, la
variedad de materiales.

Y hablamos de una arquitectura mexicana, yo pregunto, ¿mexicana para


quién? Que cada uno de nosotros tenga un lenguaje está muy bien, pero la
forma de resolver los problemas debe ser adecuada a cada una de las
ciudades, y dentro de las ciudades a cada uno de los barrios, y dentro de los
barrios a cada una de las manzanas y acabamos con que la solución de cada
terreno debe ser especial.

Parece un poco de retórica, pero no es así., cada terreno tiene una


orientación, cada terreno tiene una forma, cada programa representa un
problema diferente y afortunadamente en México lo podemos hacer, lo
podemos hacer porque todavía construimos, afortunadamente, en una forma
que eso lo permite.
Qué necesidad tenemos de soluciones súper tecnificadas y de producción en
masa cuando lo que hace falta en México es mano de obra, es dar trabajo y
todas estas consideraciones de tipo social, de tipo práctico, las debemos de
tomar en cuenta para nuestra arquitectura.

Muy impresionante, que los líderes del High Tech inglés, Foster y Rogers
estén dando vuelta a su arquitectura y se estén concentrando en ver cómo
pueden hacer edificios que ahorren energía, cómo pueden hacer edificios
que funcionen con ventilación cruzada, cómo pueden hacer edificios que
verdaderamente respondan a la orientación de las fachadas, y nosotros
estamos necios y entercados en copiarlos a ellos cuando ellos ya van hacia
otro camino.

Hay un proyecto que está haciendo Rogers en el cual el propietario citó a


todos los empleados de la compañía y les dijo: -señores, se acabó esto de
que el mejor ingeniero es aquel que conserva el aire acondicionado
exactamente en los veintitrés grados centígrados, le dimos al ingeniero
margen de tres grados hacia arriba, tres grados hacia abajo, hicimos un
ahorro fundamental, y les voy a pedir que se diviertan vistiéndose diferente
para trabajar según la época del año.

No tiene nadie de malo, -dijo él, - que en verano trabajen en camisa y en


invierno usen un pequeño sweater-. Y nosotros estamos necios en
que tenemos que hacer eso, que necesitamos el aire acondicionado... sí, lo
necesitamos, ¿pero en todo, en todas partes, en todas formas? o
simplemente Monterrey lo necesita, indudablemente el bajío no lo necesita,
y seguimos haciendo las famosas plazas comerciales igual, seguimos
pensando que existen las teorías de que las ciudades ya desaparecieron,
que ya es una sola forma de vida , que es lo mismo en todos lados... se
compra lo mismo en todas partes del mundo, entonces, ¿para qué estamos
en esa nostalgia de recuperar la vía del peatón, la vía de la plaza, etc.?.

Y yo me pregunto, ¿y para qué?, ¿vamos a ser realmente más felices con


esas soluciones?, ¿o simplemente estamos siguiendo teorías intelectuales
de otros países en los cuales posiblemente funcionen?, pero que son casi
ejercicios intelectuales. Necesitamos, vuelvo a insistir, trabajar en equipo;
me impresiona el interés de todos ustedes, me impresiona muchísimo ver
este número de asistentes, felicito a los organizadores y los felicito a ustedes
por estar aquí, pero al mismo tiempo me da un temor: ¿qué van a hacer
ustedes, si los seguimos llevando por el mismo camino que hemos seguido
hasta ahora? ¿Quiénes son los reconocidos? Pues lean las listas de los
conferencistas, y todos son conocidos porque diseñan muy bonitos edificios.
Yo estoy aquí porque nos dicen y alguien dice, no sé si tenga razón o no,
“¡qué bonitos edificios hace Legorreta, los pinta de colores y se ven
sensacionales!”.
Esa es la única imagen del arquitecto triunfador, -hace cosas muy bonitas,
las fotos salen muy bien, lo publican en todos lados, ¡ese debe ser el bueno
y ese quiero ser yo!-. Nada más que no a todo el mundo le toca jugar ese
papel, recordarán ustedes, les ponía yo el ejemplo del fútbol, o del trabajo
en equipo, ustedes pueden tener una gran selección de fútbol, no como la
mexicana, sino una buena, y dejen solo a Jorge Campos y verán qué goleada
le ponen, no puede jugar solo, dejen a un core back solo y lo matan.

Sin embargo, ese es el que sale en los periódicos: “sólo Campos juega dos
partidos en un día, y todos podemos ser Campos”, y ese es un grave error,
un grave error. Necesitamos aprender a trabajar en equipo, cuesta mucho
trabajo en México, ustedes en el Norte están mejor preparados que el resto
del país, pero por favor, encuentren todo el orgullo y toda la satisfacción de
las otras actividades, porque en primer lugar no es uno el que diseña, yo
estoy aquí, a mí me toca jugar el papel del líder pero sin mi gente yo no
puedo trabajar, no sólo no puedo trabajar: no puedo producir, no produzco.

Es importante que en la educación y en la carrera le demos el reconocimiento


y la importancia que tiene ese trabajo.

Tengo un socio de hace todos los años del mundo, sin él yo no hubiera
podido hacer nada; estoy seguro de que ustedes no conocen su nombre, su
nombre es Noel Casto. No le interesa dar conferencias, no le interesa salir,
pero he tratado, no le interesa más que su vida personal.

Cada año nos vamos a comer, nos tomamos varios tequilas y meditamos, y
siempre acabamos en la misma conclusión, quién será más feliz y quién está
haciendo una mejor labor, y siempre llego a la conclusión de que él está
mejor que yo.

Tienen que entender eso, necesitamos eso, si no hay ese apoyo, vamos a
perder la batalla, vamos a perder la batalla en manos de los que sí le dan
valor a eso.

¿Por qué el arquitecto se ha desprestigiado tanto en nuestro país?, ¿por qué


alguien que va a hacer una casa, en edificio, un conjunto de habitación dice,
-¿para qué queremos arquitecto?, ¡no hombre!, no traigas arquitecto, nada
más va a complicar la cosa, son gente muy difícil y nos va a costar más-.
¿Por qué es eso?, porque no sabemos cuál es nuestro papel, porque no le
damos respeto a cumplir con todas esas cosas, porque llegan esos equipos
norteamericanos que hacen proyectos en tres días, dicen que entre gan el
martes a las cuatro, entregan el martes a las cuatro, ¡horrible!, pero lo
entregan a las cuatro, y nosotros no le damos valor a eso: -sí hombre,
pobres, estamos perdiendo campo, pues porque la gente es inculta, no hay
respeto por la arquitectura, necesitamos fomentar que a la gente le interese
la arquitectura-”, y es que si no le resolvemos los problemas a esa gente,
no vamos a ser arquitectos. Con riesgo a que mi hija se enoje, les voy a
platicar la última cosa que me acaba de pasar.

Acabo de terminar la casa de mi propia hija, la quiero muchísimo, me quiere


muchísimo, es una mujer excepcional, pero no le interesa la arquitectura...
por supuesto, yo tenía que hacer la casa. Hice la casa, le dediqué por
supuesto todo el amor y todo el tiempo que se le dedica cuando hace uno
algo para una hija, creo que quedó muy bien la casa.

Se mudó ella, estaba viviendo en Guadalajara y se fue a la Ciudad de México,


hicimos toda la casa y ella en Guadalajara y a los dos días de mudada me
habló por teléfono y me dice: -¡oye papá, sabes qué, esto es un desastre!,
¡el agua de tal recámara no sale bien, tenemos un problema con la
calefacción...!-, cinco, seis, diez quejas de ese tipo.

Cuando colgué dije, ¡bueno, esta niña no entiende nada!, nada de todo el
esfuerzo que yo he hecho, y después, uno de mis hijos me dijo, -mira papá,
date cuenta de que a ella no le interesa, ella necesita una casa, lo otro le va
a llegar después, pero ahora lo que quiere es una casa en que el agua aliente
salga, en que las puertas cierren, en que la pintura esté bien, después va a
entender lo otro, pero para ella lo más importante es eso -, y para un
promotor, lo más importante es que le hagamos arquitectura que dé dinero y
poco a poco van a apreciar la estética, van a apreciar el am biente.

Nos pasa a nosotros un cosa muy curiosa en nuestra arquitectura, que a


veces la considero un defecto y no lo ha dicho uno, sino muchos clientes;
dicen, por ahí ya cuando vamos en los acabados, me dicen , -sabes qué, ya
estoy empezando a entender tu proyecto, al principio me parecía un absurdo,
pero es que las cosas que tú haces, necesitan terminarse para entenderlas -
, y ya que se mudan, uno ó dos años después, esto también me acaba de
pasar recientemente en un edificio de oficinas que hicimos e n la Ciudad de
México para rentar, hace poquito me dice el dueño, -oye, caray, qué cosa
tan rara, en la crisis, ya renté todo el edificio, qué curioso y es que me he
dado cuenta pues que algo tiene lo que tú haces que a la gente le gusta -, y
es muy triste porque desgraciadamente nos pasa ya que acabamos, pero es
eso, es que si no le damos la importancia a lo otro, no vamos a resolver el
problema, y no vamos a tener trabajo y la arquitectura del siglo XX, y lo digo
de veras, muy sinceramente, ó rectificamos los arquitectos nuestra postura
o les va a sonar pesimista y no soy pesimista: la profesión puede
desaparecer.

Yo les digo algo, que es impresionante el dominio de los promotores, de los


hombres de empresa, de los políticos; o hacemos mejor nuestro trabajo, o
nos vamos a quedar sin trabajo. No tengo los datos exactos, posiblemente
alguno de ustedes los conozca, pero el porcentaje de obra de construcción
que se hace en este país sin la intervención de un arquitecto es altísima,
altísima, o corregimos o nos quedamos sin trabajo.
O aprendemos a trabajar en equipo, nos ayudamos unos a otros
y reconocemos todas las actividades que hay dentro de la profesión, que
son muchas y que son maravillosas, yo admiro profundamente a un buen jefe
de taller, admiro profundamente a una gente que controle los costos, admiro
profundamente a una persona que sepa supervisar, que sepa construir, ya
no sabemos construir, o nos vamos a quedar sin trabajo, nos vamos
a desaparecer; acuérdense que la profesión es relativamente joven en la
historia de la humanidad y somos fundamentalmente constructores, no
somos pintores, no somos escultores, somos constructores. Y no veo ese
camino dentro de la educación ni dentro de la práctica profesional.

La experiencia en mi oficina de los últimos años no puede ser mejor. En mi


caso personal obviamente tiene una característica, desde hace cinco años
cambiamos radicalmente la oficina, son puros jóvenes; a la cabeza está mi
hijo, cosa que por eso yo digo que es muy especial, porque se le agr ega la
enorme satisfacción, y son jóvenes que quieren seguir este camino, y les
digo que están sumamente felices, encantados, la energía que hay, y no
estoy hablando de la calidad del diseño, esa ustedes la juzgan, la energía
que hay, el entusiasmo por hacer esas cosas bien dentro de mi oficina es
sorprendente y afortunadamente, gracias a ellos, no nos ha faltado trabajo.

Por último, les insisto, necesitamos abrirnos, ¿por qué siempre hablamos de
que para que México se vuelva internacional hay que importa r cosas? ¡Ah!,
para importar somos los amos, desde toda la organización, hasta cada uno
de nosotros que ya sabemos cómo cruzar la frontera para sacar la luz verde
en lugar del foquito rojo, tenemos todos los recursos para que nos den una
factura más baja, pasamos las cosas sin impuestos, toda la cultura es para
importar, y no tenemos cultura de exportación.

Ustedes en Monterrey están siendo los líderes de eso, por favor, llévenlo a
la arquitectura, representa una actitud diferente. Pregunto yo, ¿por qué
tememos que importar todos los ismos de los últimos diez años? El
desconstructivismo, el historicismo, el postmodernismo , ¿y por qué no
exportamos el mexicanismo, por qué no exportamos la calidad de
pensamiento nuestra ,el humanismo del mexicano, la calida d de vida, la
forma de hacerlo ? La única razón, se los digo porque lo hemos hecho en la
oficina, la única razón, es que no queremos.

Talento creativo tenemos mucho más nosotros que en muchos otros países.
¿Qué se necesita?, una actitud diferente y trabajar muchísimo. Ustedes en
el Norte son muy trabajadores, no tienen ese problema, lo único que nos falta
es estar muy orgullosos de nuestra cultura, y no vean nuestra cultura como
una cosa de nostalgia:“-¡ah sí!, sí es muy bonita la arquitectura
precolombina, pero ya no es ahora hombre, ya eso ya no cuenta, ya
necesitamos un México nuevo. ¡Qué bonita es la arquitectura popular!, pero
ya necesitamos un México nuevo, un México que se presente en el mundo
de forma diferente-”
y pregunto yo, ¿qué hay de malo en Octavio Paz y qué hay de malo en
Carlos Fuentes? ¿Qué hay de malo en ellos? Son figuras respetadas porque
han llevado a México adelante.

Tienen ahí un caso increíble de trabajo, de éxito, sobre todo, de orgullo por
nuestro país. Y piensen una cosa que hace tiempo que no hacía yo, creo que
la hice con ustedes una vez, pero pues no tiene nada de malo repetirla.

Antes de enseñarles los últimos proyectos los cuales seleccioné, pues los
proyectos que pienso son los que menos posibilidades tienen ustedes de
visitarlas, hay unos que los pueden ver muy fácilmente, pero tengo algo que
decir sobre ello: den una vista de qué es lo que estamos haciendo, pero por
favor no lo interpreten como que eso es lo que tenemos que hacer,
interprétenlo como que esa es la calidad que tenemos que seguir, ese el
pensamiento y la cultura a la cual tenemos que llegar.

Cada quien llegue con sus formas, con sus materiales, con su filosofía, lo
que quieran, pero no pierdan de vista que el objetivo es esa calidad.
Legorreta: Una arquitectura tercamente mexicana
POR ARMANDO PONCE , 30 DICIEMBRE, 2011 REPORTAJE ESPECIAL

MÉXICO, D.F. (apro).- A fines de 2003, el arquitecto Ricardo Legorreta concedió


una entrevista para el libro México: Su apuesta por la cultura
(Proceso/Grijalbo/UNAM), donde expuso el bache en que cayó la arquitectura
mexicana durante las tres últimas décadas del siglo XX, y habló de dos sueños para
la actual: volver a la excelencia y recuperar la dignidad para la vivienda social en
México, pues en este momento los arquitectos “estamos dedicados a la publicidad
y la fama”.

Desgraciadamente la muerte lo sorprendió sin haberlos cumplido. La conversación


se reproduce íntegra:

El día 11, el arquitecto Ricardo Legorreta fue distinguido por la Asociación de Arte
Japonés con el Premio Imperial, el más importante del mundo en disciplinas
artísticas, y le será entregado el 19 de octubre. A finales de 2003, Legorreta
concedió una entrevista para el libro México: Su apuesta por la cultura
(Proceso/Grijalbo/UNAM), donde expuso el bache en que cayó la arquitectura
mexicana durante las tres últimas décadas del siglo XX, y habló de dos sueños para
el actual: volver a la excelencia y recuperar la dignidad para la vivienda social en
México, pues en este momento los arquitectos “estamos dedicados a la publicidad
y la fama”.
El lugar de trabajo de Ricardo Legorreta no podía estar diseñado sino en cuanto a
la geografía del lugar –Bosques de Las Lomas–, aprovechando una pendiente de la
barranca, y metido hasta abajo del edificio de amplios pasillos en desniveles. Pero
al visitante que llega de noche por primera vez y espera encontrarse con un
despacho superluminoso, como si fuera alguno de esos grandes espacios
característicos de su arquitectura, lo desconcierta una luz que no estalla, sino que
se concentra en una especie de medio tono monacal que privilegia los restiradores.
Esa atmósfera, siendo tan íntima pero tan azul, casi nívea, brumosa, ¿acaso fría?,
contrasta enormemente con el discurso de este hombre cuya palabra preferida es
“pasión”, y que llega a calificar en su esfera personal como “desmedida”.
En ese estudio, en ese templo, en ese reducto, el tiempo parece transcurrir sin
tiempo. Diversos tópicos: su vaga inclinación vocacional; el análisis de los grandes
maestros; la manera como levantó, a contracorriente, el hotel Camino Real, con la
idea de que el lujo contemporáneo no son los materiales sino los espacios; y los
retos: volver arquitectura el orgullo de ser mexicanos.
Porque Ricardo Legorreta no deja de hacer hincapié en que el mexicano no es
producto de una arquitectura, sino al revés, y con esa arma contempla optimista al
futuro, presente siempre el eco de sus frases “tercamente mexicano”, pero “más allá
de patrioterismos”.
Apenas menciona un listado breve de construcciones suyas preferidas, además de
los hoteles Camino Real (también el de Ixtapa): la fábrica Chrysler, de Toluca; la
nueva catedral de Managua, Nicaragua; el Papalote Museo del Niño; el nuevo
campus del TEC en Santa Fe, Distrito Federal, que construye (e innumerables
contratos que su despacho atiende en el mundo entero). No se refiere al plan
maestro del Centro Nacional de las Artes, por ejemplo. Pero sí se atreve a confesar
sus sueños: recuperar la excelencia, “porque los mexicanos nos hemos dejado caer
en la mediocridad”, y otro, el más apremiante, su disposición a colaborar para que
la vivienda social en México recupere la dignidad, “que eso es lo que viene”, pues
en este momento los arquitectos mexicanos “estamos dedicados a la publicidad y
la fama”.
– ¿Cómo descubre su vocación en la arquitectura?
–No tengo en mente un momento en que yo haya decidido ser arquitecto. A veces
me preguntan: ¿por qué es usted arquitecto?, un poco irónicamente, a veces para
ver mi reacción. Toda mi familia fue financiera. Se me juntó una combinación que
era que mi padre fue financiero pero era un funcionario, no era dueño de empresas
ni de bancos, era un funcionario y junto con eso era un enamorado de México, es
decir, él me llevó por todo México y a través de eso me empecé a sentir muy a gusto
en los lugares mexicanos. Mi padre era muy aficionado a la cacería. Mientras él
hacia eso, yo creo que ahí fue donde empecé a ver, sobre todo, la felicidad que te
puede dar un espacio. Obviamente, de joven no lo racionalizaba así, pero siento
que ahí fue donde empecé a tener cariño por México. Yo creo que México es un
país de arquitectos.
“Después ya al entrar a la escuela fue cuando empecé a descubrir, gracias a que la
escuela estaba en el centro de la ciudad, la maravilla que era toda la arquitectura.
Descubrí cómo la vida de estudiante, incluyendo la parte de diversión, de pachanga,
se desarrollaba en unos ambientes muy mexicanos; me empecé a apasionar por los
ambientes mexicanos, es decir, los teatros, los cabarets; todo lo que salía después
de clase de nueve de la noche era muy mexicano, no tenía que ver con nada más
que con México. Me empecé a aficionar enormemente a eso, a la música popular,
etcétera, y ahí sí ya se juntaron las dos cosas: la arquitectura, con una pasión que
a veces pienso es desmedida.”
– ¿Es pasión? O de pronto usted dice: tengo que llevar lo mexicano a mis
proyectos?
–No, yo creo que es pasión, es decir, nunca empiezo nada conscientemente como
decir “tengo que hacerlo mexicano”. No, porque he descubierto, y cada vez más
conforme pasan los años, que no hay algo que digas esto es o no es mexicano, es
decir, lo que lo hace mexicano es el mexicano. Si tú ves cómo absorbemos culturas,
cómo las transformamos, es fascinante.
“Un ejemplo reciente, ahora descubrir el sushi y ponerle chile y aguacate, entonces,
¿qué cosa es mexicano? Dices tú, mexicano son los muros aplanados. No, pues
esto existe en todo el Mediterráneo. Entonces el color. No, pues ese color también
existe en África. Entonces qué es lo mexicano. Es cómo lo usamos. Así, no traigo
una actividad preconcebida de lo que es ser mexicano.
“Más bien yo creo que casi la aplicaría a todos nosotros, es decir, todos somos
tercamente mexicanos, aunque no queramos. Entonces lo que haces sale
mexicano, tu trabajo lo haces a la mexicana y sí, recibes estudios y sistemas, y
cómo se lleva a cabo el periodismo y lees, pero lo haces a la mexicana, y eso es lo
que a mí me parece que es la forma de hacer las cosas y es lo que te vuelve
universal. Yo te puedo decir que más bien hay muchísimas fuentes de inspiración
que no son mexicanas, pero que ya que se realizan resulta con que tienen una
personalidad que va bien, que la gente mexicana es, al final de cuentas, la medida
fuerte. Lo que pasa es que en la arquitectura te das cuenta ya que existe, ya si
‘cuajó o no cuajó’, como decía Villagrán que decía al famoso doctor Chávez. Le
decía: doctor, ustedes los doctores nos llevan una enorme ventaja, porque ustedes
entierran sus errores…”
–Cuando hablamos de arquitectura mexicana del siglo XX, ¿en qué piensa?
–Creo que afortunadamente México tiene unas raíces arquitectónicas sumamente
fuertes, no sólo de historia, no sólo de cultura, sino de forma de vida muy particular.
Y en este momento en que la arquitectura en el mundo ha caído en la moda, en el
comercio, ha caído en la fama, sin embargo México es de los menos afectados. Sí
existe en México esta tendencia, sí existe un grupo técnico en eso, pero te puedo
decir que el reconocimiento mundial de la arquitectura de México es al otro campo,
es al campo de esa fuerza impresionante de México. Ésa es la visión que veo yo
del siglo XX, tratando de contestarte.
Puedo decir que veo que el siglo XX comprueba y refuerza la solidez de base de la
arquitectura mexicana y la presenta, y así espero que suceda, como una de las
posibilidades para el siglo XXI. Una de las esperanzas que tengo yo del siglo XXI
es que el humanismo regrese, y si regresa el humanismo a la arquitectura México
va a ser uno de los países con una postura enorme, es decir, puede volverse centro
de los caminos no sólo de la arquitectura, sino culturales –pero vamos a
concentrarnos en la arquitectura–, en la arquitectura de todo el continente, inclusive
sobre el poderío económico estadunidense. Lo veo con mucho optimismo. Veo una
comprobación de esa fuerza que tuvo la arquitectura precolombina, que tuvo la
arquitectura colonial, que la perdimos en el XIX al lograr la independencia, y ahora
para mí el siglo XX inicia una reafirmación de eso. Con una pérdida en los últimos
20 años fuerte, un bache –yo diría más que pérdida–, y la veo enfrente de un
resurgimiento muy sólido en el sentido que lo veo en los jóvenes. Veo a los jóvenes
muy jóvenes, muy convencidos de la cultura mexicana. Todavía hay generaciones
un poco mayores que están en ese bache de la moda, pero yo tengo las esperanzas.
“Y por raíces entiendo –no estoy hablando de historicismo ni mucho menos– una
forma de ser que se está nuevamente descubriendo. La veo con muchos deseos de
hacerlo, es muy impresionante y te lo puedo decir por experiencia nuestra: es
impresionante por qué nos llaman a trabajar fuera. Yo no creo que sea porque
somos muy talentosos, es que ven una arquitectura con raíces, y los comentarios
que nos hacen muy frecuentemente tienen que ver con eso.
“Por ejemplo, lo que tanto se habla de cómo es la base de nuestra arquitectura. Qué
curioso que esté eso sin el color, qué curioso que ustedes no puedan vivir sin luz
natural, qué curioso que les guste el misterio, que estén en contra de la simetría.
Ese tipo de cosas que son para mí los valores fundamentales de la arquitectura
mexicana, les sorprende y lo admiran y lo reciben como un enriquecimiento.
Entonces a México lo veo ahorita ya no como una búsqueda de raíces, más que
verlo hago la invitación a salir afuera y llevar a México, no a imponerlo, pero a
contribuir a la cultura universal. México tiene mucho que dar y nos hemos
concentrado, se concentró mucho en los últimos 30 años, en defendernos de una
invasión extranjera; entonces con lo que se dio en los cincuenta empezamos a decir
no, no, no, hay que ser mexicanos para que no nos invadan, para que no nos quiten
el trabajo, y ya lograda esta apertura mundial –no la quiero llamar globalización, la
quiero llamar apertura–, es una oportunidad de México para salir ya.”
– ¿Quiere decir esto que el nacionalismo no se agotó o esta vuelta de los mexicanos
sobre sí mismos tiene que ser de otra manera, ya no la búsqueda de raíces?
–No, yo creo que es de otra manera. Es el orgullo de la cultura como cultura, es el
orgullo de la forma de ser, es el orgullo, es el orgullo de ser mexicano, y no quiero
ser patriotero ni mucho menos; de un orgullo de ser como somos.
“Si viene este resurgimiento del humanismo, oye, los mexicanos estamos en
primera línea del humanismo. Yo no he tenido nunca un problema con un mexicano,
con excepción de los que están buscando la inspiración en otras culturas; con eso
tengo muchos problemas. Los veo en conflicto. Entonces yo no veo el camino en
regresar y decir ‘vamos a estudiar’; eso es obvio: tenemos que estudiar nuestra
historia para poder dar un paso adelante, pero no lo veo más adelante basado en
eso, sino en ofrecer a través de la arquitectura una forma de ser y de pensar muy
mexicana.”
– ¿Está hablando de romper una barrera para penetrar en la aceptación del otro
México?
–Exacto, en la aceptación y en el orgullo de ser nosotros mismos, que está muy
difícil, sí, porque nos hemos golpeado o autogolpeado muchísimo. Existen todos los
argumentos para estar avergonzados de México, y hay que romper eso porque
tenemos cosas maravillosas. Lo que se presenta ahora es un valor de México
increíble; para hablar del tema de moda, por ejemplo, yo no me puedo imaginar que
México sea atacado con ese resentimiento y con ese odio tan grande. Somos un
país al que quiere todo mundo. Y te preguntas por qué y no te saben decir por qué.
Pero hay una simpatía por todos lados, hay una admiración y no hemos sabido
mostrar eso.
“Yo, a través del deseo de mostrar a México, te puedo decir que el ciento por ciento
de las experiencias con visitantes, que yo los llevo, que yo los atiendo, descubren
una cosa que no tienen idea que existe. Me dicen: ‘No lo puedo creer’. Hay una
experiencia muy bonita de Richard Rogers, el famoso arquitecto inglés, quien por
una coincidencia decidió venir, le arreglé yo el viaje, y todo salió bien por esa forma
de ser del mexicano: por ahí apareció un arquitecto que le prestó su casa en Puerto
Escondido sin conocerlo, el director de Obras Públicas lo acompañó en un vuelo por
helicóptero, yo lo atendí y al final él me dijo: ‘Dime cuándo vuelvo a trabajar, cuándo
me llevo mi restirador a México, porque cuando tú vengas a Londres no voy a tener
amigos que te presten casa, el director de Obras Públicas va a estar muy ocupado
y a lo mejor yo tengo tiempo nada más para cenar.
“Para mí el reto enorme es cómo volvemos eso arquitectura. Cómo vuelves eso
espacios. Porque la equivocación es decir que eso es producto de la arquitectura
precolombina, y no, la arquitectura precolombina es producto de eso. Es decir, la
arquitectura es producto de una cultura, no la cultura producto de una arquitectura.
Y el riesgo que veo es que pensemos que el camino para lograrlo es perder esto a
cambio de volvernos internacionales, y creo que debemos ser universales.
“Creo que la literatura ha dado mejores ejemplos, los ejemplos de nuestros
escritores han sido sensacionales, son profundamente mexicanos y profundamente
universales; eso es lo que tenemos que lograr y es donde yo veo a los muy jóvenes
con una dirección no de soluciones, pero sí de pensamiento más clara que la de
unas generaciones arriba.”
– ¿Qué hay de los nombres, la gente, los maestros? Háblenos de personas
concretas, las que usted considera que han creado lo mejor del siglo XX, los que
admira, además de Barragán.
–Veo un inicio curiosamente un poco producto o simultáneo de la reacción de la
pintura muralista. Tiene Orozco por ahí unos cuadros de una lección de arquitectura.
Al mismo tiempo nombres; creo que el movimiento que inició, desde el punto de
vista del pensamiento, José Villagrán es valiosísimo al tomar muy en serio la
arquitectura, al crear una teoría de la arquitectura, al incorporar a esa teoría de la
arquitectura el concepto servicio social muy para México. En él veo a uno de los
grandes personajes de la arquitectura mexicana, más por su pensamiento que por
su creatividad; como era un hombre muy disciplinado, logró una creatividad, pero
era por disciplina.
“Después viene una generación extraordinaria, de principios de los cuarenta o del
35 hasta el 55, ahí había muchos nombres, unos más conocidos que otros, pero
todos merecen reconocimiento. Está Obregón Santacilia con un concepto de
modernidad muy mexicano, está Enrique del Moral, luego está esa personalidad
fascinante de pensar en grande –de que cuando en México se da eso, se da
maravilloso– que fue Mario Pani. Hizo planos que no lo podías creer, es decir,
rehacer la frontera con Estados Unidos, en fin, era convertir la Ciudad de México e
irla remodelando, estructurando para vivienda de interés social.
“Viene después la labor, que para mí no ha sido suficientemente reconocida, de
Ramírez Vázquez, quien para mí marcó un nivel altísimo de postura del arquitecto
y de la arquitecta en la vida de un país. Lo llevó a niveles políticos, a niveles de
planeación nacional, no nada más de trabajo de arquitectos… Su trabajo en las
Olimpiadas, de generar el diseño y la belleza, es extraordinario.
“Junto con eso hay una serie de nombres de arquitectos disciplinados muy serios,
muy trabajadores. Augusto Álvarez, Juan Sordo Madaleno; vaya, fue una
generación que, si sigo, puedo llegar a 20, pero fue una época, que a mi modo de
ver es lo que hace la arquitectura, no hace arquitectura a una gente, y ahí fue un
movimiento, una generación de arquitectos muy buena.
“Enrique Yáñez en la parte hospitalaria, con una seriedad y una humildad enorme,
trabajando. Lo que se hizo en diversos puestos, en los comités de escuelas,
comenzando por Ramírez Vázquez, el mismo Artigas. Artigas, lo que logró de la
dignidad de la localización de las escuelas, de escoger los mejores terrenos para la
educación, pues eso para mí es donde está ese concepto de pensamiento.
“Más adelante encuentro ya otros nombres con otras características, pero
igualmente respetables; creo que Teodoro González de León ha marcado una forma
de ser arquitecto de un nivel muy alto. Y no estoy hablando de estilos ni estoy
hablando de diseños, estoy hablando de la esencia de la arquitectura. Creo que él
ha marcado eso. Obviamente, Luis Barragán tiene su lugar muy claro y tiene la
situación de que ha sido el más conocido internacionalmente, pero eso no le quita
mérito ni mucho menos a los demás.
“Guadalajara tiene muy buenos arquitectos, inclusive ahora acabo de recibir el libro
de los últimos premios y aquí hay una consistencia de arquitectura muy buena, o
sea que ahí tienes otra serie de nombre. La trascendencia de Ignacio Díaz Morales
en la arquitectura, al combinarse esto con su labor docente en Guadalajara, casi te
puedo decir que es más trascendente que la de Barragán. La de Barragán es una
influencia directa del diseño, pero Díaz Morales es una influencia de cómo ser
arquitecto, es decir, lo comparo mucho con Villagrán. Te daban una ética, eran
constructores, por ejemplo, es una cosa que se ha perdido en la arquitectura
contemporánea, que el arquitecto se está volviendo diseñador, no sabe construir. Y
Díaz Morales sabía construir, Villagrán sabía construir, y Augusto Álvarez sabía
construir. Son nombres que me vienen a la cabeza como gente de la cual se puede
aprender para siempre. Así es que ésos para mí son los pilares.
“Después existen otras gentes con otras características como… digamos la valentía,
la congruencia de su arquitectura con su forma de pensar de Agustín Hernández es
digna de mucho respeto, es decir, el llevar toda tu vida profesional con una definición
clarísima, y no estoy hablando de terquedad, es de muchísimo mérito. Así es que
para mí son los hombres que han marcado –seguramente se me olvida alguno–,
pero son los que, respondiendo a tu pregunta, son los pilares.
“Existe por ahí otro que se me viene a la mente que es Segura, y Legarreta; digo, la
vivienda popular que hicieron, esas cosas que hizo Legarreta hoy, es una cosa que
si me preguntas qué me gustaría hacer, es lo que él hizo. Porque atacó el verdadero
problema que tiene la arquitectura, que es la habitación. Y la habitación –la
llamamos de interés social y me molesta mucho porque es un poco despectivo,
como de calidad– es la vivienda. Porque yo comparo siempre cuando me hablan de
eso, una de las fuentes de inspiración más grande que tengo son los pueblos
mexicanos. Los pueblos mexicanos son vivienda de interés social, hecha por la
gente, con elementos prefabricados en serie. Entonces, lo que hizo Legarreta fue
extraordinario, y esas casas, ese concepto de arte, esa dignidad. Ahí tienes otro
pilar, un pilar a mi modo de ver casi ignorado, porque no se le da ese reconocimiento
a la gente que se entrega.
“Mira, te voy a mostrar quizá no como pilar, pero como pilar de pensamiento, lo que
está haciendo Haggerman ahora, un hombre que coge su restirador, es una tabla,
se va a recorrer los pueblos con una regla y les resuelve el mercado y les resuelve
la casa; eso es extraordinario, fuera de serie. Lo pongo como ejemplo porque el
resto de los arquitectos ahorita estamos dedicados a que se nos publique, a que se
nos conozca, a la publicidad, a la fama, y encontrar una gente con esa sencillez es
un pilar y una fuente, porque eso es lo que nos espera, eso es lo que nos viene.
“Fíjate que yo veo que lo que se nos viene en el mundo, es más yo creo que ya
tocamos el punto, curiosamente –no sé si son puntos o se vuelven puntos por la
situación–, pero alguien me decía que las dos últimas obras, estas famosas que se
han hecho en el mundo, el Guggenheim de Bilbao y el Jet de Los Ángeles, marcaron
casi el final de una época y ahorita tiene que venir una conciencia de ser diferentes
en la forma de ver el mundo, en la forma de hacer arquitectura: entonces ejemplos
como éste de Legarreta, de Villagrán, éstos que acabo de mostrar, me vienen a la
cabeza como una luz de camino a seguir.”
“El buen arquitecto debe ser humilde”
Ricardo Legorreta Arquitecto mexicano
Uno de los maestros de la arquitectura contemporánea mexicana evidencia con
sus edificios un supremo control del espacio, la luz, el color y el sonido. Para él, una
obra debe poder envejecer dignamente ganando en interés y belleza con el paso
del tiempo.

ALEJANDRA VARGAS M. | alevargas@nacion.com

En un mundo globalizado y tecnificado como el de hoy, ¿Cuál es la tarea de los


arquitectos?
Nuestra función es diseñar espacios para que la gente viva feliz. Proporcionar
espacios para que les den paz, es decir, hacer no solo buenos edificios por llamar
la atención sino que sean habitables.
¿Es eso lo que usted llama la arquitectura con valor humano?
Sí, la arquitectura con valor humano es la que la gente disfruta. No tiene que ver
con fórmulas, materiales o proporciones sino con cómo te sientes y cómo creas los
espacios donde vives.
¿Cómo se garantiza el arquitecto que el usuario va a ser feliz en un espacio
diseñado por un tercero?
Nuestra labor es estudiar cada sitio y analizar la psicología de quienes lo habitan,
cómo trabajan, cómo se mueven, cómo viven. Solo así es posible que el arquitecto
diseñe para la sociedad y no para exhibirse él ni para hacer monumentos. Yo no
voy a diseñar una casa como a mí me gusta y luego obligo a la gente a vivir allí,
como a mí me gusta.
“Ese es el peligro de la comercialización de la arquitectura porque se hace una obra
solo para llamar la atención. ¿Para qué hacer el edificio más alto del mundo si o es
cómodo?”
¿Cómo ha influenciado el tema del calentamiento en el desarrollo de la arquitectura
contemporánea?
El tema ahora es volver la vista hacia una vida más sencilla. Yo he venido a este
país muchos años y puedo afirmar que Costa Rica tiene una conciencia natural y
una gran cultura ecológica. La idea es que eso se transmita ahora al diseño.
“Aquí una gran parte del tiempo se puede vivir sin aire acondicionado y
aprovechando la luz natural. la idea es diseñar para que se aproveche lo más
posible. Una arquitectura sustentable es la que se hace con sentido común desde
el inicio”.
¿Sentido común?
Acabo de estar en un pueblo norteamericano donde la gente decidió poner
calefacción en las calles para derretir la nieve. Entonces, así la gente no se caía.
Eso no es sentido común. Tú tienes que aprender que en lugar donde hay nieve te
tienes que aprender a mover con la nieve y a utilizar las nuevas tecnologías para
desarrollar tu vida allí, pero...¡no ponés a derretir la nieve!
Entonces, ¿de qué se trata?
Se trata de buscar la simplicidad. La gente debe tratar de vivir cerca de donde vive.
Hay que seguir ejemplos de la grandes urbes como Nueva York, que desde 1970 te
dan permiso de construir edificios solo si no tiene estacionamientos, para promover
el transporte colectivo, por ejemplo.
Los cuatro bastiones de su arquitectura son la luz, la sombra, el color y el sonido.
¿Podría explicarme brevemente a qué se refiere cada uno?
¡Claro!, es muy sencillo. La arquitectura es como tu mundo: es luz, es color y es
sonido y sombras. Son las cosas de todos los días.
“Se trata de evaluar por ejemplo de dónde te llega la luz, a qué horas, cómo cambia
y decides si permites o no esa entrada de luz en ciertos espacios y a ciertas horas.
A nosotros nos interesa el sonido del agua, que es maravilloso. El color, por su
parte, es el elemento que cambia todo y nos tomamos el cuidado de escogerlo, a
veces por impulso”.
¿Cuál es el secreto para trasladar la arquitectura de Legorreta (muy mexicana) a
otros países?
La buena arquitectura debe ser una conversación entre quienes lo diseñan y
quienes lo viven y no un monólogo o una imposición.
“Cuando hacemos una obra en Egipto no decirles, soy mexicano y esto es lo que
va aquí y punto: hay que lograr un diálogo de culturas. Uno como visitante uno tiene
que ser muy respetuoso. El buen arquitecto tiene que ser humilde. En Estados
Unidos, por ejemplo la gente le tiene pánico al color”.
Usted dice que un arquitecto solo se complace cuando ve gente feliz en sus obras.
¿Qué piensa de Plaza Roble en Escazú?
Estamos contentos y agradecidos. He visto que la gente aquí disfruta los edificios
de Grupo Roble e incluso, se me comentó que se están rentando muy bien. Sé que
la arquitectura no hace todo en la publicidad, pero creo que de algo ha ayudado.
Estoy complacido y espero mantenerme cerca.
--- ¿En cuáles proyectos está trabajando su firma en este momento? Hay algún otro
en la región o aquí?
En Costa Rica estamos finalizando este de Plaza Roble en Escazú y finalizamos
como grandes amigos de este grupo. No hay otro más, todavía. En San Salvador
estamos diseñando apartamentos también para el Grupo Roble y dos casas. En
Guatemala también estamos haciendo unos departamentos. Estamos muy
complacidos del auge de la región y que se identifiquen con nuestro trabajo.
Learning from Ricardo
Una conversación sin publicar con Ricardo y Victor Legorreta. En memoria
de Ricardo Legorreta (30 de Diciembre de 2011) Y a la de mi suegro, el abogado
Javier Naranjo Gazcon (4 de Enero 2012), quien por primera vez me hizo descubrir,
con el Camino Real de México DF, la obra de Ricardo Legorreta.
Por Carlo Ezechieli, Profesor de Arquitectura en el Politécnico di Milano. Principal
de CE-A Arquitectos.

El pasado 30 de Diciembre supimos y les comunicamos la lamentable noticia sobre


el fallecimiento del destacado arquitecto mexicano Ricardo Legorreta. En esta
ocasión, queremos recordar su legado arquitectónico y su increíble persona a través
de una extensa entrevista realizada junto a su hijo Víctor, poco tiempo antes de
morir.
Esta entrevista muestra la humildad y sencillez de este arquitecto, quien a sus 80
años llegó a ser una figura excepcional dentro de la arquitectura mexicana y
mundial. Su currículo contiene una extensa lista de obras construidas dentro y fuera
de México, impresionantes colaboraciones dadas a partir de la importante
valoración que él le otorgó a la amistad dentro del rubro. Dentro de sus obras cabe
destacar algunas como Solana Complex, el Visual Arts Center de Santa Fé, el hotel
Sheraton en Bilbao, el Purificadora, el Hotel Camino Real desarrollado en
colaboración con Luis Barragán, arquitecto al cual declaró su profunda admiración.
A continuación te dejamos con la entrevista de este arquitecto realizada por Carlo
Ezechieli, destacado arquitecto, profesor y crítico de arquitectura.
Cortesía legorreta+legorreta
Hotel Camino Real - cortesía legorreta+legorreta

La primera vez que estuve en contacto con el trabajo de Ricardo Legorreta fue en
el año 1998. Por supuesto que estaba familiarizado con su nombre, especialmente
después de los escritos de “Critical Regionalism” de Kenneth Frampton. Sin
embargo, no conocía mucho sobre su arquitectura. Un día me tocó recorrer el Hotel
Camino Real en México D.F, que según mi anfitrión, era un lugar que debía ser
visto. Yo me quedé completamente impresionado. La entrada, era un espacio
extraordinario colmado literalmente del sonido y del movimiento de una fuente poco
convencional que recordaba las olas del océano. El interior era inmenso y
majestuoso: un tipo de interpretación introversa y esencial de los espacios
monumentales pre-hispánicos. Me sorprendí al saber más tarde, que este edificio,
enorme y aparentemente muy reciente, fue realizado en el año 1968, cuando
Legorreta no cumplía aún los 40 años.
No tuve muchas oportunidades de conocer a Ricardo en privado, pero las pocas
veces que pude encontrarlo, fueron suficientes para aprender y absorber aspectos
muy importantes de su pensamiento, su persona, su ética; de su acercamiento al
trabajo y principalmente de su actitud hacia la vida en general. Ricardo
Legorreta fue el autor de muchos trabajos increíbles y fue un gran innovador, él era
capaz de moverse y orientarse, con completa libertad, entre una cultura y tradición
que conocía muy bien y que sentía que le pertenecían completamente. Su actitud
hacia el trabajo y la vida siempre fueron guiadas por una serie de valores, muchas
veces olvidados, que emergen en la narración de esta entrevista y que encuentran
una continuación perfecta en su hijo Víctor. Su muerte, el pasado 30 de Diciembre,
deja un profundo sentido de pena y pérdida.
¿Cómo podrías describir tu trabajo en 30 segundos?
© Diorama Sky via Flickr. Used under Creative Commons

Ricardo Legorreta: Bajo mi punto de vista, el trabajo es antes que nada pasión, una
pasión que consiste en la creación de espacios que mejoran la calidad de vida de
las personas, que los hace en cierta medida feliz. Existe una especie de definición
de la arquitectura un poco “rústica” que me gusta mucho y dice algo así como: “una
buena arquitectura es algo que hace feliz al rico y al pobre”.
Victor Legorreta: Estoy de acuerdo. Creo que lo más importante para nosotros
también es crear espacios que pueden provocar una emoción.
¿Cuáles crees que sean las principales características de la arquitectura en México?
Hotel Camino Real - Cortesía de sahstudytours

RL Una peculiaridad importante de México es un tipo de resistencia contra la


especialización de los diseñadores profesionales. Estoy convencido que la
definición del arquitecto especializado, que varía desde el diseñador de interiores al
arquitecto del paisaje, es el resultado sobretodo de un enfoque comercial, que
seguramente no es imprescindible. En realidad, las especializaciones son nichos de
un trabajo que tiene un objetivo histórico: aquel de diseñar espacios. Dado el
mercado y la lógica comercial “se nos fue la mano” y terminamos olvidando de una
serie de aspectos fundamentales.
¿Cómo se desarrolla tu trabajo?
Despacho - cortesía legorreta+legorreta

RL No podría decir que seguimos un método particular. En realidad desarrollamos


cientos de maquetas en diferentes escalas. El trabajo siempre está en constante
evolución. Hacemos discusiones al principio y después desarrollamos el trabajo con
relativa autonomía, siguiendo siempre el principio de la libertad y el respeto por
nuestras ideas.
VL Generalmente después de haber visto el lugar y de encuadrar los puntos de
diseño principales, nos tomamos 2 o 3 semanas para elaborar la filosofía del
proyecto, evitando deliberadamente empezar el desarrollo del proyecto. Asimismo
los aspectos relacionados a los materiales y a la tecnología son también muy
relevantes para nosotros.
¿Cuáles son sus influencias principales?
Fábrica IBM Guadalajara - cortesía legorreta+legorreta

RL Definitivamente la cultura Mexicana, no tanto la de los arquitectos, sino la del


país en general. Existen obviamente maestros que uno admira, como por ejemplo
Louis Kahn y Mies Van Der Rohe. Sin embargo, México tiene aspectos increíbles
que nos influencian, desde el trabajo artesanal, al uso del color, el modo de festejar.
En pocas palabras, nuestra inspiración más que provenir de la arquitectura
mexicana, nos llega de su gente.
Otro aspecto que me gustaría citar sobre las influencias en nuestro trabajo viene de
las relaciones con amigos, por ejemplo mi amistad con Richard Rogers desde hace
30 años. Juntos, hace un par de años, tomamos parte de una competencia para la
torre en el Paseo de la Reforma en Ciudad de México (la nueva torre de BBVA que
será completada este 2012). En una de nuestras reuniones en Nueva York, guiamos
nuestro concepto de diseño, que en las fases siguientes se convirtió en una increíble
mezcla entre la arquitectura de Rogers y la nuestra. La colaboración llegó hasta tal
punto, que la señora de Richard, al ver el proyecto dijo: “Richard, eso es de
Ricardo!”, mientras que mi esposa y el resto del personal respondían de manera
parecida.
VL Esa fue una experiencia maravillosa, basada en el respeto y en una amistad
profunda. Lo bueno es que ganamos la competencia y ahora mismo vengo llegando
del sitio de construcción del proyecto.
¿Qué piensan del rol de la arquitectura mexicana en términos internacionales?

Render Torre Ejecutiva BBVA Bancomer - cortesía legorreta+legorreta

RL Es realmente imperdonable que México participe en el debate internacional de


manera tan marginal. Lo que estamos tratando de hacer es dar nuestra contribución
y resaltar el valor ascendente de nuestra cultura. En México tenemos espacios que
en otros lugares no existen. Una vez invité a Massimo Vignelli a mi casa, que por
primera vez venía a México. Al bajar del avión, me llamó para que yo le diera todas
las instrucciones para movilizarse en la ciudad. Luego de un rato, me llama desde
el Zócalo, la plaza principal de México, solo para decirme: “¿Acaso ustedes
mexicanos están completamente locos, o qué?, ¿Cómo es posible que hayan
construido una plaza de este tamaño?”. No se me ocurrió nada mejor que
contestarle: “Bueno, te lo explico mañana”, y al próximo día lo lleve a los increíbles
y aún más grandes espacios de las pirámides de Teotihuacán, dejándolo
completamente impresionado. México tiene una serie de influencias importantes;
por ejemplo la cultura precolombina que es única y espectacular; también la cultura
hispánica, llena de influencias islámicas; la francesa post-revolucionaria y
finalmente la explosión del arte moderno y la arquitectura contemporánea. Todos
juntos han tomado una fuerza increíble.
VL Otro elemento importante, que es típico de nuestra cultura, es que tenemos una
relación con el cliente y el proceso constructivo, mucho más libre comparado con
cualquier otro arquitecto o constructor extranjero. Por ejemplo, con respecto a los
Estados Unidos, un aspecto que para nosotros es crucial es el de visitar el sitio
de construcción todas las veces posibles, en vez para ellos no es indispensable. De
la misma forma, para nosotros hacer modificaciones al proyecto durante su
realización es visto como algo normal y crucial para un buen resultado, mientras
que en otros lugares son vistos como consecuencias de errores y omisiones.
¿Entonces, cómo es tu relación con los clientes? Algo que considero admirable y
al mismo tiempo raro, es que una firma como la de ustedes está comprometida en
la construcción de residencias particulares.

Laboratorios Smith, Kline & French - cortesía legorreta+legorreta


RL Es verdad. Ayer, estaba hablando por telefono con Frank Gehry, quien me
sorprendió con la pregunta de que si acaso yo seguía haciendo casas. Diseñar villas
o residencias privadas es una actividad fundamental para nosotros. Generalmente
siempre nos hacemos amigos de nuestros clientes, al punto que podríamos decir
que tenemos un lugar en donde quedarnos en varias partes del mundo. Conocer a
los clientes es un placer y el proceso que experimentamos juntos es una especie de
aventura. No nos pagan más de lo normal, nuestros honorarios
son razonablemente normales, y si es que hay una demora por un par de meses,
nosotros no hacemos muchos problemas ya que es el resultado lo que más nos
importa.
Victor se marcha, dirigido a otras reuniones. Ricardo se queda.
¿Cuál ha sido tu obra más importante?

© journeyman62 via Flickr. Used under Creative Commons

RL Bueno, se acaba de ir, … estaba sentado aquí hace un minuto.


…(¿)…Victor?
© kieranmcglone via Flickr. Used under Creative Commons

RL ¡Exactamente! Soy muy feliz de trabajar con él, tenemos una relación muy buena
a pesar de que la relación laboral entre padre e hijo no suele ser muy fácil. Al
principio no fue fácil, todo el mundo le decía a Víctor: “No trabajes con tu padre,
terminarás viviendo bajo su sombra” y cosas por el estilo. Al principio él estaba
vacilante. Él trabajó en Barcelona con Bohigas, en Japón con Maki, y en Milán con
Aldo Rossi. Después, cuando el concurso del Museo del Papalote de la ciudad de
México fue anunciado, él me pidió participar con algunos de sus amigos recién
graduados. Fue una experiencia increíble, en donde yo era el más viejo en medio a
todos esos jóvenes entusiastas.
Sin embargo, para darte una respuesta más concreta, te podría decir que los
trabajos que me han dejado las impresiones más fuertes son los relacionados a
ciertos momentos y experiencias en mi vida. Por ejemplo, cuando diseñé el Camino
Real en la Ciudad de México, que fue mi primer trabajo importante, acababa de
sobrevivir a una pancreatitis, una enfermedad que en los años sesenta tenía una
inmensa tasa de mortalidad. Esta experiencia dolorosa cambió mi forma de ver las
cosas. Sentí que todo empezaba de nuevo y que con esta nueva vida se presentaba
también esta inmensa oportunidad. En ese tiempo la manía del diseño de interiores
estaba en boga, particularmente entre las cadenas hoteleras, por lo que me pidieron
que diseñara solo la arquitectura en general y que dejara los interiores a otra firma
de diseño. En ese momento dejé en claro mis condiciones: que me dejaran también
hacer los diseños de interiores o no aceptaba el encargo. Mi tío, que era como mi
mentor me dijo: “¿Cómo es posible?, no puedes dejar pasar una oportunidad como
esa”, y yo no pude hacer más que decirle: “¡Exactamente, dado que es una
oportunidad tan grande, no puedo pensar en otra manera de hacer este trabajo!”.
…Es un trabajo increíble: en más de 40 años pareciera que fue terminado ayer.

Hotel Camino Real - cortesía legorreta+legorreta

Otra situación increíble es el proyecto que hice para la Catedral de Managua. El


proyecto nació por el fundador de la cadena multi-millonaria Domino’s Pizza, uno de
los coleccionistas más importantes del mundo de autos deportivos, un amante de la
arquitectura y un ferviente católico.
En una oportunidad, me mandó una copa de cristal que regalaba a arquitectos
importantes como reconocimiento por su trabajo. Poco después me llamó para
preguntarme por la copa y yo le respondí que la había recibido. La verdadera razón
de esa llamada fue que me estaba contratando para ejecutar un proyecto,
recalcando que el mismo Papa estaba involucrado. El Papa le había pedido
construir una Catedral en Nicaragua, un país que durante ese período estaba en
guerra civil. Luego de unos días me encontré sentado en un jet privado volando a
Nicaragua. La mayoría del proyecto fue financiado por mi cliente, algo
verdaderamente increíble. A su vez, la Catedral fue construida por la gente. El día
de la inauguración, había una multitud inmensa al igual que una energía
impresionante. En un punto de la ceremonia, mi cliente, en el culmine de la
conmoción, se puso a llorar sin poder contenerse. Por mi lado, terminé muy
conmovido también incluso con lágrimas en mis ojos. Dada la situación de guerrillas,
el viaje de vuelta fue una gran aventura, convirtiendo al final en una experiencia
inolvidable.

Catedral Metropolitana Managua - cortesía legorreta+legorreta

Esta fue mi última conversación con Ricardo, en su oficina de México D.F., un


increíble laberinto acostado en la exuberante vegetación de una barranca, y sobre
todo un ejemplo considerable de la Gesamtkunstwerk mexicana. Una síntesis única
entre control del espacio arquitectónico, de contacto con el paisaje, de diseño de
interiores y de objetos originales.
Catedral Metropolitana Managua- cortesía legorreta+legorreta

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