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PRESENTACION

En el presente trabajo daré a conocer sobre el tema de ¿POR QUE VINO DIOS AL
MUNDO?, donde daré como iniciativa mi introducción seguidamente con el problema
que se genera de este título, y mi marco teórico respectivo y para concluir con mis propias
conclusiones.

Att. La alumna

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INTRODUCCION

Para poder entender este tema que es por que vino Dios al mundo, habría que entender
sobre la trinidad, aun más porque Dios se reencarno en un hombre, y si Dios se reencarno
en un hombre porque nunca peco si era 100% hombre, alguna vez Dios como hombre
tuvo la necesidad de un hombre de tener relaciones sexuales como lo haría un hombre
normal. Pero cual fue el propósito de Dios para que el pudiera reencarnarse en un hombre
a continuación en las siguientes líneas estaré dando introducción al tema y dando a
responder sobre las ya mencionadas preguntas.

Dios, por amor, envió a Su Hijo al mundo en determinado momento y lugar a fin de que
viviera como un ser humano, muriera crucificado y resucitara para redimir a la humanidad
pecadora, de manera que la humanidad tuviera oportunidad de entrar en Su reino y gozar
de una relación especial con Él. Los cuatro evangelios narran esa historia, la vida de un
ser humano único, un judío galileo que si bien en numerosos aspectos fue muy similar a
todas las demás personas que han vivido, también era muy diferente.

Los Evangelios nos cuentan lo que distinguía a Jesús. Explican que vino al mundo para
entregar Su vida por la humanidad, para que a consecuencia de Su muerte y resurrección
los seres humanos pudieran disfrutar de una nueva relación con Dios. No vino con el
propósito de enseñar a las personas a portarse bien, sino de capacitarlas para conducirse
bien, mediante el supremo sacrificio que hizo por todos nosotros. No hay relato más
importante que este, dado que nuestro destino eterno viene determinado por la postura
que adoptemos con relación a este personaje único, Jesús[2]. Los Evangelios nos permiten
entender el gran regalo que se nos ofrece: el don de convertirnos en hijos de nuestro Padre
celestial, el procedimiento para integrarnos en Su familia, y la maravilla de vivir
perpetuamente con Él.

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1.1.¿POR QUE DIOS VINO A ESTE MUNDO EN FORMA DE HOMBRE?

Siempre hemos oído, leído, escuchado, que Jesús vino al mundo “para redimirnos”. Es
decir para salvarnos, ya que estábamos condenados por el pecado. Se había rodo la
relación del hombre con Dios, a causa del pecado. Y murió en la cruz para redimirnos. El
cielo estaba cerrado, incluso para los justos, ya que según la doctrina oficial de la Iglesia,
Jesús, tras su muerte, “descendió a los infiernos”, es decir al lugar donde estaban las almas
de los justos esperando la redención, y les rescató, subiendo con Él al cielo. (En ese lugar
estarían los santos de todos los tiempos, los profetas, los patriarcas, San José…).

Resulta todo ese planteamiento, un tanto difícil de asumir. El verdadero planteamiento,


partiendo del Evangelio, tendría mucho más sentido, diciendo que Jesús vino al mundo
para enseñarnos, con su doctrina (su vida y su palabra) cómo tenemos que comportarnos
como “hijos amados de Dios”. El pecado de los hombres no cerró nunca la relación con
Dios (aunque se enturbie por parte del hombre, no por parte de Dios). Según la doctrina
tradicional, se había roto el puente que unía a Dios y al hombre, incomunicando las dos
orillas. Por eso Jesús habría venido a servir de “puente” (pontifex=pontífice=puente), y
poner en relación las dos orillas.

Cuando el hombre pregunta: ¿cómo es Dios? La respuesta es: Él es como Jesús. Por lo
tanto, ver a Jesús es ver a Dios. El hombre necesita conocer a Dios, pero ya que el hombre
es incapaz de ir a Él, Dios viene al hombre. Dios el Hijo vino en la carne para que el
hombre fuera capaz de conocerle. La Palabra nos dice:

Esta pregunta trae mucho que pensar, hay muchos teólogos que dicen que Dios es nacido
de maría, porque tuvo relaciones sexuales con José su esposo, pero también hay teorías
que dicen que José no toco a maría porque aún no se habían casado, y que maría fue
literalmente virgen porque el que la engendro fue el espíritu santo, si mencionamos entre
ellas encontraremos muchas teorías, pero para aclarar esta problemática de este tema
daremos a conocer la respuesta de esta pregunta en las siguientes líneas de a continuación:

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque


agradó al Padre que en El habitara toda la plenitud, y por medio de El reconciliar todas
las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio
de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos”, Colosenses
1:15, 19-20.

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La venida de Jesús es la encarnación de Dios. Es Dios en la carne. Como Dios en la
carne, Jesús demostró quién es Dios. Al llorar, Jesús mostró que Dios es compasivo.
Mostró preocupación por los niños, y perdonó a las prostitutas, y ladrones. La voluntad
de Jesús de ir a la cruz, sufriendo física y emocionalmente, ilustró el amor del Hijo por
el Padre. No solo eso, sino que mostró el amor del Padre y el Hijo por la humanidad.
Cristo nos revela quién es Dios.

Para redimir a la humanidad

“Al que no conoció pecado, Lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos
justicia de Dios en El”, 2 Corintios 5:21.

Redimir es comprar algo, con la idea de rescatar lo comprado, como cuando Oseas
compró a Gomer de la esclavitud (Oseas 1), o cuando Dios redimió a Israel de la
esclavitud egipcia (Éx. 6:6). En este mismo sentir, Dios compra al hombre de la esclavitud
del pecado (Gál. 5:1).

El hombre necesita ser liberado (1 Pedro 1:19, Apocalipsis 5:9), y la única manera de
hacerlo era redimiéndolo mediante la muerte en su lugar (Hebreos 2:14). Él cargó con
nuestra injusticia (2 Corintios 5:21) y se ofreció como rescate por los pecadores (Mateo
20:28).

“De otra manera, a Cristo le hubiera sido necesario sufrir muchas veces desde la
fundación del mundo; pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, se ha
manifestado para destruir el pecado por el sacrificio de sí mismo”, Hebreos 9:26.

Para rescatar a la humanidad

“El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El
Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo”, 1 Juan
3:8.

Dios nos dice en la Biblia que el diablo es el padre de todos los no convertidos (Juan
8:44), a quienes ciega a la verdad de Dios (2 Corintios 4:4). El mundo entero está bajo su
control (1 Juan 5:19). Pero Jesús vino para destruir el control del diablo sobre el mundo
(1 Juan 3:8) y transferir a los creyentes al reino espiritual (Colosenses 1:13). Si el hombre
rechaza a Cristo como su Señor y Salvador, no tiene otra opción que estar bajo el dominio
del mundo (1 Juan 2:15-17). Pero hay esperanza, y ésta se encuentra en Cristo.

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Para resucitar a la humanidad

“Esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo
que se corrompe hereda lo incorruptible. Así que les digo un misterio: no todos
dormiremos, pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de
ojos, a la trompeta final. Pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles,
y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”, 1 Corintios 15:50-53.

Jesús vivió una vida perfecta, murió como el sacrificio perfecto por el pecado, y ascendió
al Padre triunfando sobre el último enemigo, la muerte (1 Corintios 15:12-26). Cristo nos
da la esperanza de una vida significativa y una eternidad segura (1 Corintios 15:50-58; 1
Tesalonicenses 4:16-18). Como Él es ahora, así seremos nosotros un día (1 Juan 3:2).

Esta vida de la resurrección no es solo para el futuro. Pablo enseña que hay una realidad
presente a la muerte y resurrección de Cristo. Él escribe que así como Cristo murió al
pecado, nosotros debemos considerarnos muertos al pecado (Romanos 6:3) y vivos para
Dios (Romanos 6:5). En esta vida antes del cielo, tenemos la capacidad de decir no al
pecado y sí a Dios. Su muerte ya está trabajando en nosotros al liberarnos de la muerte
del pecado y hacernos vivir para Dios (Efesios 2:1-7). ¿Somos perfectos ya? Por supuesto
que no. Continuamos buscando el perdón por los pecados (1 Juan 1:9), y trabajamos en
vivir la vida cristiana por la fe (Filipenses 2:12-13). Pero por primera vez, nuestra fe nos
permite la libertad de vivir como aquellos que han resucitado de la muerte y están vivos
en Cristo.

“Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo
amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados”, Colosenses 1:13-14.

Jesús vivió hace dos milenios, y los creyentes de aquel tiempo redactaron los Evangelios
pocas décadas después de Su muerte y resurrección. Quisieron poner por escrito la
biografía de Jesús para conservarla, de forma que pudiera darse a conocer una y otra
vez. Escribieron con el fin de que otros creyeran, y lograron su propósito. Desde su época
ha habido una sucesión ininterrumpida de cristianos. Dos milenios después, leemos el
mismo evangelio que los primeros lectores, el cual puede transformar nuestra vida tanto
como transformó la suya.

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Los Evangelios no fueron lo primero que se escribió sobre Jesús. Se cree que Pablo
escribió sus cartas entre el 49 y el 67 d. C., lo cual significa que probablemente algunas
ya estaban en circulación antes de que se escribieran los Evangelios. Puede que algunas
de las otras epístolas, escritas poco después del año 60, también sean anteriores a los
Evangelios. Las Epístolas no incluyen muchos detalles sobre la vida de Jesús, y lo más
probable es que sea porque sus autores se dirigían a creyentes que ya conocían hasta
cierto punto Su vida. Como era costumbre en aquel tiempo, los relatos y las enseñanzas
de Jesús probablemente circulaban oralmente. Es lógico suponer que los testigos
originales, que lo habían conocido, narraron a otros Su vida, describieron Sus milagros,
repitieron Sus parábolas y contaron otros detalles sobre Él.

¿En dónde vivía Jesús antes de que su Padre lo enviara a la Tierra?

Antes de nacer en Belén, Jesús era un espíritu en los cielos. Fue lo primero que Dios creó
y lo único que hizo directamente. Por eso la Biblia dice que es su Hijo unigénito. Además,
como su Padre lo usó a menudo de vocero, o mensajero, también se le llama la Palabra.
Y no solo eso: Jesús fue el ayudante de Dios y colaboró con él en la creación de todas las
cosas (Juan 1:2, 3, 14). Vivió siglos y siglos junto a su Padre antes de que la humanidad
existiera. (Lea Miqueas 5:2 y Juan 17:5.)

¿Cómo hizo posible Dios que su Hijo viniera a la Tierra?

Valiéndose de su espíritu santo, Jehová transfirió la vida de Jesús a la matriz de María.


Así que la concepción fue posible sin que interviniera ningún varón, aunque después ella
se casó con un hombre llamado José. La noche del nacimiento, unos ángeles les dieron la
noticia a ciertos pastores que estaban cuidando sus ovejas a campo raso (Lucas 2:8-12).
Esto indica que Jesús no nació en el crudo invierno, sino cuando el clima es todavía
templado, probablemente a principios de octubre. Tiempo después, José y María llevaron
al niño hasta Nazaret, el pueblo en que ambos residían. Allí, José lo crió como su propio
hijo. (Lea Mateo 1:18-23.)

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CONCLUSIONES

 Concluyo que entonces Dios vino a la tierra en forma de hombre para poder
redimirnos, para poder limpiarnos de nuestros pecados y así poder ser libres en él,
limpio nuestros pecados con su sangre, con la muerte en esa cruz, así como lo
mencionan San Juan 3:16, de tal manera amo Dios a este mundo que envió a su
hijo Unigénito para morir por nuestros pecados.
 Jesús vino para hacer algo más que perdonar nuestros pecados y pagar nuestra
deuda alguien tenía que venir a la tierra y vencer a Satanás. Alguien tenía que
vivir toda su vida sin pecar. Jesús se ofreció como voluntario.
 Cuando pienso en la segunda parte de Juan 3,6, donde dice: «… para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna». Esto contiene una
enorme esperanza para mí. Creo que Jesús vino, y que preparó un camino que
también puedo seguir. Un camino que conduce directamente a través de mi carne
y esa división que hay entre Dios y yo. Esto significa que por causa del sacrificio
de Jesús ya no necesito ser más un esclavo del pecado, y si tomo mi cruz cada día
como Jesús lo hizo, entonces Satanás ya no tiene el control sobre mí.

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