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Introducción

La historia de las sucesivas divisiones del trabajo ha acarreado la diversidad de la


sociedad como un todo y desatado, en cada momento histórico, diferentes grados de
desigualdad socio-territorial.1

Al capitalismo le es consustancial un alto grado de desigualdad socioterritorial, que se


agudiza a lo largo de su desarrollo, partiendo del de la industria. Toda experiencia de
industrialización marcha acompañada de la urbanización y exige transformaciones
radicales agrarias en un proceso acelerado de subordinación del campo por la ciudad 2,
más allá del intercambio tradicional entre los productores de manufacturas y los
agricultores.

Algunas manifestaciones socioeconómicas a lo largo de la historia del capitalismo


3
(desplazamiento del obrero por la mecanización de la agricultura y migración de estos
hacia las ciudades; la alianza de los monopolios agrarios con el capital financiero, la
creación de monopolios agroindustriales que condujeron a la ruina de pequeños y
medianos campesinos, agravados por los altos precios de los productos industriales, del
transporte y otros medios, así como la creación de amplias corporaciones
multinacionales que irradian prosperidad en puntos nodales del mundo a expensas de
aquellos no favorecidos) han repercutido en desigualdades sociales apreciadas en
diferentes escalas territoriales nacionales y extranacionales.

1
llegando a ser injustas por las características de distribución de las riquezas obtenidas a través de la
producción y el consumo. Un análisis de estos procesos históricos es realizado por Federico Engels que
permite observar la evolución de los asentamientos humanos desde las primeras comunidades domésticas,
pasando por las ciudades de grupos de tribus en defensa del ataque de otras, y la aparición de las ciudades
feudales como centro de mercadurías y residencia de los apoderados de grandes extensiones de tierras,
como expresión de las primeras divisiones en clases que marcaron el inicio de la separación entre la
ciudad (concentración del poder económico y político en pequeños grupos de individuos) y el campo
(reservorio de los grupos humanos que no detentan el poder). Ver: Engels, Federico- El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado. Editorial Progreso, Moscú, sin fecha.
2
La historia económica de la sociedad al decir de Carlos Marx, se resume en la dinámica de ese
antagonismo expresivo de la división del trabajo y del intercambio de mercancías. Ver: Marx,C. El
capital, t.I, Editorial ciencias Sociales, La Habana, 1973, p.307.
3
Al respecto V.I.Lenin señalaba: “La economía mercantil se desarrolla a medida que se desarrolla la
división social del trabajo, y esta división consiste en que una rama tras otra de la industria, una forma de
elaboración tras otra, se desprenden de la agricultura y se tornan independientes, formando por ende la
población industrial... ” Ver: Lenin, V..I.- Contribución a la caracterización del romanticismo económico.
Cap. II epígrafe III, en Obras escogidas en doce tomos, T.I, Edit. Progreso, Moscú, 1975, p.328
El capitalismo, como sistema económico, desde su implantación en Europa Occidental
estuvo acompañado por la apertura de relaciones comerciales con otros mundos, y
luego, por la expansión territorial 4, se apodera o absorbe las economías de los países
colonizados, destruye sus modos de funcionamiento y cultura para ponerlos a su
servicio como periferia, conformando en la actualidad un sistema único de división
internacional del trabajo, capaz de modificarse con los cambios tecnoeconómicos
sucesivos (Sonntag, H., 1998, 130). Las características actuales de la llamada
"globalización" son la expresión contemporánea de la internacionalización del
capitalismo desde que nació y trae consigo la acentuación de la asimetría,
fragmentación y polarización de las sociedades del sistema histórico.

Neil Smith (1988:20), en un análisis del desarrollo desigual desde la perspectiva


marxista, expone cómo el capital, en su tendencia constante para acumular cantidades
cada vez mayores de riqueza social a su control, transforma la faz del mundo entero,
alterando las relaciones originales con la naturaleza y con los grupos sociales que la
habitan. En consecuencia, el problema de la naturaleza, el espacio y el desarrollo
desigual son colocados juntos por el propio capital. El desarrollo desigual es el proceso
y el patrón concreto de producción de la naturaleza sobre el capitalismo.

Por tanto, sucesivas divisiones del trabajo en el capitalismo han acarreado la diversidad
y heterogeneidad de la sociedad como un todo y desatado, en cada etapa, diferentes
grados de desigualdad socio-territorial como es el caso de las diferencias (a escala
universal) entre desarrollo-subdesarrollo, norte-sur; o entre rural y urbano (en lo
particular) o - en lo singular- al interior de las ciudades, en las que exclusivas
urbanizaciones de clases detentoras del poder económico y político, contrastan con
enormes zonas espontáneas y decadentes, barrios con tugurios poblados con grandes
masas de desempleados y subempleados que migran a la capital, como resultado de la
débil estructura productiva del campo.

A partir de estas características consustanciales al desarrollo capitalista, es que podemos


entender que consecuentemente, el pensamiento socioeconómico, haya quedado inscrito
en ese escenario de choque de lo rural y lo urbano o en marcos teóricos polarizados

4
Primero hacia las islas del Atlántico, al norte y al oeste de África, luego hacia América Latina, Asia,
Oceanía y el resto de África, hasta que a fines del S. XIX se había extendido al mundo entero.
(globalización-fragmentación) para explicar a la sociedad, cuando en realidad uno es y
ha sido siempre el resultado del otro. (Sonntag,1998,144).

Desarrollo
Desde mediados del siglo XVIII, la preocupación central de los filósofos y analistass
sociales se ubica en el campo de lo urbano, dado que “la ciudad comienza (…) a ser
resignificada como la sede de la ‘Razón’ y el emblema del progreso”. El énfasis que se
dio a los asuntos de las urbes, desdibujó el propio carácter de lo rural para definirlo
en relación a lo urbano; así pues, todo lo relacionado con el ámbito rural se
convirtió “en una cuestión tratada secundariamente”, ya que en su seno sólo
podía prevalecer el orden natural pasado que representaba la contraparte y oposición a
la esperanza de progreso y desarrollo. (Tranchini, 2000: 2)

La base dicotómica hombre/naturaleza se ve, entonces, acompañada de la pareja


antitética moderno/tradicional, traducida en la ecuación urbano versus rural, cuya
significación se convierte en el nodo articulador del pensamiento social y económico.
Dicha ecuación revela una ruta interpretativa que en sí misma enuncia, por un lado, la
aspiración moderna de acceder plenamente al progreso (por vía de la urbanidad y la
industrialización), y por otro, el rechazo a los vestigios de lo antimoderno, lo
arcaico y tradicional que se resiste al cambio (y que se expresa en lo rural)5.

Tal como sugiere Roberto José Moreira, de las oposiciones campo/ciudad,


tradición/modernidad, civilizado/incivilizado, heredadas por la modernidad, se
extrae una particular visión de la ruralidad ligada a los principios de la naturaleza y
tradición, propios de las hegemonías urbano/industrial de los estados (espacios)
nacionales.6 Por lo que no es exagerado decir que las dicotomías que se
construyeron en torno a las ideas de desarrollo y progreso impregnaron las
concepciones de lo rural y lo urbano, otorgándole a la primera la connotación de
atrasado y arcaico, frente a la segunda, que representó lo novedoso y moderno. Este
dualismo al que hacemos referencia “se encontró vigente hasta los años 60 en el
interior de la sociología rural en América Latina, por ejemplo, en la
conceptualización de la estructura agraria, caracterizada por la coexistencia del

5
Ver Pérez, Edelmira, 2001. “Hacia una nueva visión de lo rural”. En Norma Garriaca
(Coord.). ¿Una nueva ruralidad en América Latina?. CLACSO / ASDI. Buenos Aires,
Argentina P. 18.
6
Ver Moreira, Robert J., 2005. “Ruralidades e globalizaçoes: ensaiando una
interpretaçao”. En Roberto J. Moreira (org). Identidades sociais. Ruralidades no Brasil
contemporaneo. CIP-BrasilCatalogaçao-na- fonte/Sindicato Nacional dos Editores de
Livros. Pp. 15-40.
complejo latifundio-minifundio” (Gómez, 2002: 39).

Pero mucho antes, y a raíz de la gran depresión, surgieron teorías que también
expresaron en sí esta dicotomía, y que respondían a una necesidad histórica, en lo
referente a la situación en que quedaron las economías luego de la crisis económica
(1992/1933), donde se observó también el privilegio hacia el desarrollo de las ciudades.

Tal es el caso de la “Teoría de los lugares centrales” una teoría sobre la distribución y
jerarquización de los lugares centrales en un espacio isotrópico, de Walter Christaller
(1893-1969) geógrafo alemán que nace el 21 de Abril de 1893 en Berneck bei Calw, y
muere el 9 de marzo de 1969 en Königssee, Taunus.

Hay que tener en cuenta que en los años 30 (década en la cual surge la teoría), la
regulación estatal de la economía aparecía todavía principalmente en forma de un
paquete de medidas extraordinarias enderezadas a eliminar atascos y superar las
desproporciones más peligrosas que surgen en el transcurso del ciclo económico. Pero
en esa función se puso claramente de manifiesto la tendencia a la transformación del
capitalismo monopolista a monopolista de estado. El elemento acelerador de esta
tendencia fue la crisis del 29 al 33, que a la par con el descenso de la producción, dio
origen a la quiebra en masas de las firmas más relativamente pequeñas y al
robustecimiento de las grandes compañías, es decir, hizo que fuera más rápido el
ascenso de la concentración y la centralización del capital un escalón más alto. El
fortalecimiento de los grandes monopolios y el estrecho entrelazamientos de estos con
el estado creo la posibilidad objetiva de la regulación macroeconómica, del tránsito al
monopolio estatal que supedita el desarrollo de la producción a los intereses de la
burguesía.

La teoría se llama «de los lugares centrales» porque asume que allí se prestan
servicios y se acercan las personas para obtenerlo. De esta manera aparece un punto
en el espacio que organiza el territorio en torno a sí. Así pues, un lugar central es
aquel que ofrece servicios, y al que acude la población para satisfacerlo. Pero ¿qué tipo
de servicios?
Los servicios que ofrece un punto central son aquellos que demanda la sociedad,
independientemente de la naturaleza de estos. Pero no todos los servicios tiene el mismo
precio, ni la población tiene la misma necesidad de desplazarse para obtenerlos, ni está
dispuesta a ir a cualquier sitio donde se ofrezca. Existe una lógica de comportamiento
económico que gobierna la aparición de servicios y sus posibilidades de obtener
utilidades, así como de posicionarse en el mercado

Toda empresa que ofrezca un servicio necesita una cantidad de población mínima que
solicite su producto para poder tener los ingresos que le mantienen. A esto se le llama
umbral de demanda. Cuanto más caro o especializado sea el servicio mayor es la
población mínima que necesita tener alrededor para asegurarse ese umbral. Esto quiere
decir que para un espacio delimitado el número de lugares centrales que ofrecen
servicios caros o especializados son menos que los que ofrecen servicios baratos.

El otro elemento que entra en juego es el alcance físico del mercado. Hay que tener en
cuenta que el costo final del producto no sólo depende del precio de venta al público si
no que hay que sumarle el transporte de ida y vuelta. Este costo del transporte hay que
valorarlo tanto en el dinero que nos cuesta el desplazamiento como el tiempo empleado
en él. De la misma manera que antes, un consumidor está dispuesto a desplazarse más
lejos para obtener servicios más caros y especializados que para los servicios normales.
Así, es normal que las personas estén dispuestas a desplazarse muchos kilómetros y
durante muchas horas para ir a un hospital, pero no para comprar un producto que puede
obtener en el lugar donde habita, o simplemente serle indiferente.

En general la población tiende a concentrarse cerca de los lugares centrales para que los
servicios que ofrece le salgan lo más barato posible, y así se crean ciudades. En el
modelo de Christaller los lugares centrales aparecen en el centro de un hexágono, ya
que esta figura garantiza el mejor servicio a todo el espacio.

De lo dicho anteriormente se deduce que, para atender las necesidades de todo el


territorio, habrá más lugares centrales en los que se ofrezcan servicios baratos, que
caros, pero además estarán más diseminados por el espacio. Es posible, entonces, hacer
una jerarquía de lugares centrales, que es, en definitiva, una jerarquía de ciudades. En el
primer nivel estarán los lugares centrales que ofrecen los servicios más básicos:
alimentación, kioscos, bares. Estos servicios aparecen hasta en los pueblos más
pequeños. En el segundo nivel están los servicios del primer nivel más otros más caros:
vestido y calzado, ferretería y construcción. En el tercer nivel están los servicios de los
niveles anteriores más otros más especializados, normalmente relacionados con la
administración: escuelas, bibliotecas, centros de salud de primera instancia, sucursales
bancarias, etc. Hasta aquí pueden ser, fácilmente, lugares centrales de tipo rural. En
el cuarto lugar se encuentran los servicios de los niveles anteriores más servicios más
especializados. Aparecen ya las empresas que sirven la mercancía a los niveles
inferiores, las sedes centrales de los bancos de la zona, las instituciones que coordinan la
administración local, hospitales y centros de salud especializados, etc. En el quinto
lugar aparecen los servicios de los niveles inferiores y, además, las instituciones de
decisión de empresas y administración política: gobiernos, etc. En el sexto lugar aparece
los servicios de niveles inferiores y además servicios de empresas que dan sus servicios
a regiones muy lejanas, en ocasiones más allá del espacio analizado. En el séptimo lugar
aparecen los servicios de los niveles inferiores y, además, la administración central del
Estado. Los dos últimos niveles tienen servicios de alcance mundial. No obstante,
algunos servicios de alcance mundial, como los turísticos, también se localizan en
niveles inferiores, o en comunidades rurales

Esta descripción de los niveles es muy superficial, y aunque en general no se suele


superar el nivel siete todo dependerá de cómo se estructure la jerarquía urbana de cada
país. En general los países desarrollados tienen todos los niveles de la jerarquía bien
distribuida por su territorio, mientras que en los países subdesarrollados esta jerarquía
está rota en favor de un centro superpoblado.

Existe una regla que relaciona población con el nivel de lugar central que le
corresponde. El nivel más alto tiene la mayor cantidad de población, al inmediatamente
inferior le corresponde una población de la mitad más o menos, el siguiente un tercio y
así sucesivamente. Si se cumple la regla lo más normal es que la jerarquía esté bien
estructurada, de lo contrario tendremos una jerarquía desestructurada.

Por otro lado, la teoría tiene otras insuficiensas entre las que se destacan:

 La población (ni rural ni urbana) se asienta en un inicio por el tipo de servicio


que se ofrece, hay que partir de que la génesis de las ciudades son los
asentamientos rurales. Es decir, no se escoge un espacio de forma espontánea y
comenzar a dotarla de infraestructura de propia de núcleos urbanos. Sino que
previamente ha existido un poblado con características de rural, y con el devenir
del tiempo, definiendo prioridades y objetivos socioeconómicos es que se
convierte en ciudad.
 Para el autor de la teoría, las empresas partiran de la densidad de población
existente, y no de los principios micro y macroeconómicos que explican la
rentabilidad esperada de una institución determinada.
 El mayor problema que no resuelve la teoría es la influencia que la densidad de
población tiene sobre el tamaño del alcance y el umbral. Las diferencias de
densidad de población, que la propia teoría admite al concentrar la población en
los lugares centrales, pueden hacer que el alcance de una empresa sea siempre
superior a su umbral.
 El autor asume los niveles de rentabilidad, o mejor realiza su análisis a espaldas
de la producción, es decir, hace abstracción de la producción y solo se basa en el
problema de la distribución como premisa de rentabilidad.
 El autor determina o asume que es el mercado quien espontáneamente genera los
asentamientos humanos, ya sean de tipo urbano o rural.

Por otro lado la aglomeración de personas en un espacio, no solo está derminado por la
infraestructura de la cual está dotada, sino tiene un caràcter histórico-social pues:

El desarrollo del asentamiento rural como comunidad tiene profundas raíces históricas
en las formas originarias y naturales de comunidad territorial, como existían antes de
surgir la sociedad dividida en clases. Marx y Engels descubrieron que las comunas
rurales fueron las primeras forma de comunidades territoriales, se desarrollaron a partir
de las gens y la tribu y el carácter comunitario de sus vínculos sociales se basaba en la
propiedad común sobre la tierra.

Esta fue la primera agrupación de hombres libres, que no estuvo limitada por lazos de
consanguinidad. A diferencia de la comunidad más primitiva, en ésta, la casa común, la
vivienda colectiva, ya no constituye la base de la existencia y la propiedad común se
reparte periódicamente entre los miembros de la comunidad rural.
El asentamiento esta relacionado desde un inicio con la agricultura, etapa durante la cual
el individuo abandonó la caza y la recolección para dedicarse al cultivo y la producción
de alimentos. Se observa aquí como la concentración de personas en ningún momento
puede surgir como resultado de las fuerzas espontáneas del mercado, aunque es una
característica que si pudiera modificar el grado de concentración.

El grado de asentamiento depende del nivel y cantidad de los recursos disponibles y de


las posibilidades de explotación agraria. La permanencia de los individuos en una zona
geográfica está también relacionada con el desarrollo de la tecnología.

Se pudiera agregar que el asentamiento rural es el tipo básico de poblado, se diferencia


de la ciudad sobre todo debido a tres características. Primero, por el número de
habitantes constituye un asentamiento pequeño, con poca densidad de población;
segundo, dispone de un equipamiento relativamente limitado con instalaciones de la
infraestructura social; tercero, su imagen física está muy influida por el papel histórico
como localización de la producción agrícola y lugar de residencia de los productores
agrarios y otros tipos de producción en pequeñas escalas.

No se puede plantear que solo en las ciudades de mayor jerarquías es que se pueden
desplegar procesos de crecimiento y desarrollo ya que los asentamientos humanos
desempeñan una función esencial en el desarrollo económico y social y en la gestión de
las interacciones entre el entorno construido y entorno natural. En el caso de lo rural
juega un papel mayormente económico puesto que son los que han surgido y
evolucionando en función de una base económica por excelencia agropecuaria o
agroindustrial.

Los asentamientos humanos deben desempeñar de modo claro una función esencial para
conseguir un desarrollo sostenible en el ámbito nacional y local. El desarrollo sostenible
sólo podrá ser realidad mediante una administración racional y considerada de todos los
aspectos de los asentamientos, incluida la movilización de los recursos utilizados en su
construcción, funcionamiento y conservación, en la prestación de servicios para
satisfacer las necesidades de sus ciudadanos y en el tratamiento, recuperación y
reciclado de sus productos secundarios
En cuanto a las posibilidades de satisfacer necesidades y al despliegue de la vida social,
el número de habitantes, es de una dimensión relativa, esas posibilidades dependen del
tamaño y la complejidad del asentamiento rural como asiento de la producción y lugar
de vivienda, y de la estructura de edades de la población, como también de la distancia
hacia otros poblados, y por último, pero no menos importante, de la actividad social que
se desarrolla en el propio asentamiento.
La calidad de vida y la funcionalidad de un asentamiento rural dependen, en una medida
determinante, de la formación de las condiciones materiales y sociales que propician el
desarrollo como comunidad.
La medida económica general para el equipamiento infraestructural diferenciado de todo
asentamiento rural se deriva de las funciones específicas de éste en el proceso de la
reproducción, y especialmente de su papel como lugar de producción y residencia. El
criterio social lo constituyen condiciones necesarias para la vida cotidiana en cada
asentamiento rural y forma parte de esas condiciones, un equipamiento mínimo que
garantice la satisfacción de las necesidades básicas siempre crecientes de la mayoría de
los habitantes del lugar donde viven, y que estimule su desarrollo como comunidad
social.
La teoría de Christaller da la idea de la necesidad que tiene el desarrollo del mercado y
servicios especializados solo son posibles desplegarlos en ciudades de mayor jerarquía,
lo cual es un elemento que el autor absolutiza de manera desacertada.

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