Las guerras son acontecimientos dolorosos y destructivos, pero sus consecuencias
algunas veces pueden tener inesperadas repercusiones positivas. Reflexionando sobre lo anterior, esto es justamente lo que pasó con el rol de la mujer durante y después de la Gran Guerra, ya que entraron a ella siendo mayoritariamente dueñas de casa y salieron de ella como mujeres capaces, libres y empoderadas. Un gran paso para las reivindicaciones de los derechos femeninos, largamente ansiados y que solo algo tan drástico como una guerra logró disminuir el sometimiento femenino. Para comenzar es importante mencionar que la fatalidad de la IGM destruyó los sueños que se estaban construyendo en la sociedad europea: la expansión imperialista y la confianza en el progreso que había en la población se derrumbó, pues la guerra hizo trizas esta esperanza transformando radicalmente a la sociedad de la época. La guerra afectó a toda la población y desde una posición u otra, ya fuese en las trincheras, el campo o las fábricas, todos combatieron. Tanto en el frente como en la retaguardia, hombres y mujeres jugaron papeles distintos, pero encaminados al mismo objetivo: ganar la guerra, apoyando con sus acciones individuales los valores patrióticos que con tanta fuerza irrumpieron en la segunda década del siglo XX. El paso de la guerra por Europa trajo muchos cambios, en lo que a estrategia bélica se refiere y favorecida por los procesos de industrialización, del avance tecnológico y de las nuevas comunicaciones, permitió la creación de tanques, bombarderos y el uso por primera vez de armas químicas. Pero el cambio que más me impactó fue lo relativo a la figura de la mujer durante esta guerra. Antes que ésta estallara, las mujeres venían dando una batalla por el derecho a voto, y por una nueva y mejor posición social y política dentro de la sociedad. Los movimientos femeninos que años atrás ya se manifestaban para mejorar su condición, fueron acallados por la guerra y las feministas sacrificaron su lucha en favor de sus naciones ahora en guerra. La gran cantidad de hombres movilizados por el conflicto, obligaron a los gobiernos a incorporar mujeres al mundo laboral. Así, madres, esposas, hijas, novias y hermanas cambiaron sus oficios de dueñas de casa o de servicio doméstico por trabajos pesados que antes eran ejercidos solo por hombres, otras fueron al frente de batalla como voluntarias o enfermeras de la Cruz Roja. Todas ellas resistieron de manera sobresaliente, demostrando que su participación en la guerra fue tan importante como la de los hombres. Al terminar la guerra, muchas mujeres confiaban que su labor sería reconocida y podrían gozar de sus derechos políticos, civiles y económicos. Ante la realidad demostrada con hechos de la igualdad entre hombres y mujeres, ellas señalaban que, si eran iguales para trabajar, deberían serlo para votar. Pero esto no ocurrió de forma inmediata, pues cuando los hombres volvieron a retomar sus trabajos, ellas fueron obligadas a dejar sus empleos y asumir nuevamente su rol de dueñas de casa. Por esta razón, volvieron a su lucha por el derecho a voto, lográndolo en la mayoría de los países europeos, con excepción de Francia que esperó más de 20 años, en dar el derecho a voto femenino. En relación a la mujer, lo importante de la Primera Guerra Mundial fue que inició un cambio en el ámbito de sus derechos y fue como un instrumento emancipador para ellas, pues al realizar trabajos encomendados solo a hombres, cambió la perspectiva social que se tenía de las mujeres como seres débiles e incapaces. Ahora trabajaban en las fábricas y formaban parte de labores que, quizá si no hubiese sido por la guerra, no hubiesen podido tener esta oportunidad y conseguir un rápido acceso y reconocimiento en la vida pública. La entrada de las mujeres al mercado laboral permitió que fueran vistas como personas activas de la población, y ya no recluidas solo a las tareas domésticas. Ahora contribuían a una economía de guerra, y fueron ellas, con su trabajo, las que evitaron el desmoronamiento económico de sus respectivos países. Este documental me dejó un sabor amargo por el poco reconocimiento que se le ha dado a la mujer de esta época, este aspecto de la guerra era desconocido para mí, y pese a que me enseñaron en profundidad la IGM, nadie hizo hincapié en la importancia que tuvieron en este conflicto y que, gracias a sus logros, en muchos países se sembró la semilla para obtener la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.