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La Unión Cívica Radical: fundación, oposición y triunfo (1890-1916)

La Unión Cívica Radical nace formalmente en 1891 durante una crisis económica y un panorama político
fragmentado con el objetivo de revertir los cambios introducidos por las administraciones del 80 en la vida política,
social, económica e institucional del país. Principal enemigo del PAN. Para combatirlo empleó una fuerte
organización partidaria, un discurso público ferviente, las armas, el voto, las alianzas, la abstención electoral y,
después de 1912, a competencia en los comicios.

Gobierno y oposición durante la crisis de 1890

Entre julio y agosto de 1889 se llevan a cabo una serie de reuniones en la casa de Aristóbulo del Valle en donde se
discute la posibilidad de organizar un partido opositor al PAN. Asisten los miembros de la coalición Partidos
Unidos (ya desintegrada) –mitristas, católicos, ex republicanos y bernardistas- y sus líderes (Mitre, Bernardo de
Irigoyen, Estrada, etc.). Sus diferencias les dificultaron su objetivo y las reuniones “agonizaban”.

A pesar de que el país estuviera al borde de una aguda crisis económica (déficit fiscal, subida continua del precio
del oro), la actividad política se asomó entre julio y agosto de 1889 para la renovación de los padrones electorales
que se usarían en las elecciones para el Congreso de febrero de 1890 y en las presidenciales de 1892. Se
organizaron banquetes en homenaje a las principales figuras partidarias; en uno de ellos un grupo de universitarios
expresó públicamente su lealtad incondicional al Presidente, acción que luego fue criticada junto al resto de la
juventud juarista por Francisco Barroetaveña en su artículo en La Nación, “¡Tu quoque juventud! En tropel al
éxito”. El texto fue rápidamente convertido en el puntapié inicial para unir a la oposición universitaria en una
organización llamada Unión Cívica de la Juventud, que luego convocó un acto público en oposición a Celman en el
Jardín Florida (1/09/1889).

Barroetaveña fue el nexo entre la UCJ y los políticos más copados que participaban en las reuniones de Del Valle,
quizás esta iniciativa independiente y espontánea del grupo de jóvenes sea lo que necesitaba el partido opositor para
superar el problema de su conducción. Del Valle y Mariano Demaría se encargaron de convencer a los políticos
más copados, y para el acto del 1 de septiembre ya se habían adherido Mitre, Irigoyen, Vicente Fidel López y
Alem.

Después de la reunión en el Jardín Florida, los miembros mayores de la UCJ intentaron definir a la nueva
asociación y, eventualmente, se acordó formalmente poner en marcha una organización política basada en la
iniciativa de la UCJ. Alem presidiría la nueva organización, rebautizada Unión Cívica; se abrieron comités para
recibir adhesiones y se planeó un acto inaugural. Su objetivo fue agitar la opinión pública contra el gobierno, no se
presentó en las elecciones para el Congreso, no tenían estrategia para la elección presidencial de 1892, no
presentaron programas partidarios, y no se discutieron liderazgos o candidaturas.

“La UC no fue organizada como un partido político, sino como una cortina de humo para la preparación de una
revolución para derrocar al Presidente” (p. 7). Se habían iniciado contactos con el ejército, el general Manuel J
Campos había aceptado ser el jefe militar del alzamiento y Leandro Alem su jefe civil; la UC no seguiría existiendo
después de cumplido su cometido. Estimaban que el derroque de Juárez Celman quebraría la coalición juarista,
posibilitando elecciones genuinamente competitivas.

El acto inaugural del 13/04/1890 fue un éxito tal que al día siguiente renunció todo el gabinete y, pocos días
después, Ramón Cárcano retiró su candidatura presidencial. Mitre se retira a Europa dejando la revolución en
manos de Alem y Campos, y de una Junta Revolucionaria –Alem, Del Valle, Demaría, Goyena, Yrigoyen,
Ocampo, etc.-; su fuerza contaba con más de mil efectivos y una escuadra rebelde de 7 barcos, no presentaban una
seria amenaza para los 4 mil soldados de la ciudad. Estaban seguros de que los civiles se unirían al movimiento una
vez que hubiera estallado. Movimiento exclusivamente porteño, las provincias estaban mal equipadas y
severamente controladas por los juaristas.

Juárez Celman recibía advertencias desde abril sobre una revolución que estaba siendo preparada, pero no fue
convencido. Subestimaba a la oposición, confiaba en su coalición política y el apoyo del Ejército. A mediados de
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julio una filtración finalmente lo convenció de la existencia del peligro y se tomaron medidas preventivas: el
general Campos fue arrestado y una cantidad de efectivos del Ejército –sospechosos- fueron trasladados al norte del
país. A pesar de la pérdida del jefe militar de la revolución, se siguió adelante; Campos sería liberado en la mañana
de la revolución y podría asumir el mando. El día elegido fue el sábado 26/07.

La revolución fue pequeña, tomaron parte entre cinco y seis mil hombres, fueron 4 días de combate y hubo entre
800 y mil muertos o heridos. A pesar del triunfo del gobierno nacional, Juárez Celman se vio obligado a
renunciar el 6/08 porque la revolución había sido un enorme vergüenza, demostrando la falta de disciplina del
Ejército. Además, Celman había cometido una serie de errores tácticos durante el conflicto: abandonó la Capital y
dejó a Roca, Pellegrini y al ministo de Guerra –Levalle- al mando de la represión, dándole a los primeros dos el
poder que tanto se había esmerado en quitarles durante su gobierno. Después de la revolución Celman intentó
organizar un nuevo gabinete pero nadie respondió al llamado, y Roca y Pellegrini le pidieron la renuncia. Juárez
Celman se retira de la vida pública y Pellegrini, el vicepresidente, asume el gobierno.

Período de incertidumbre en el panorama político, la escena política se fragmentaba. La renuncia de Celman


transformó la derrota militar de la UC en un triunfo político → se acentúan disputas internas: el resultado de la
revolución había sido satisfactorio para los mitristas –tres mitristas habían sido elegidos para el gabinete de
Pellegrini como gesto conciliador-; Del Valle opinaba que la UC debía sacar provecho a la popularidad ganada tras
la revolución y convertirse en un partido político opositor que pudiera competir contra el PAN. Alem, presidente
de la UC, se mostró profundamente insatisfecho con los resultados porque el “triunfo político” no había llevado a la
UC al gobierno ni había acabado con el PAN, los supresores de la revolución –Levalle y Roca- estaban en el poder.

El disenso se manifestó en contradictorias actitudes públicas de sus principales miembros: mientras que Alem y sus
seguidores iniciaron una acerba campaña contra el gobierno, Mitre y sus seguidores se mostraban a favor del
gabinete y del gobierno representativo. Luchas internas para apoderarse de la dirección de la UC, las facciones se
apresuran a formar alianzas con grupos provinciales en nombre de la UC.

Encima de los conflictos internos, la UC también se veía amenazada por la cultura política argentina en donde los
partidos políticos tienden a articularse alrededor de un líder indiscutido. La UC tiene varios líderes –Mitre, Alem,
Del Valle, Irigoyen- y todos creían ser capaces de dirigir al partido; ninguno se convierte en el líder “natural”, sino
que la imposición del liderazgo de uno amenazaría la unidad de la coalición.

La UC reorganizó sus filas y decidió copiar el modelo norteamericano de organización partidaria de comités y
convenciones; en septiembre de 1890 aprobó una Carta Orgánica que establecía que la selección de los candidatos
partidarios comenzaría en convenciones seccionales, para pasar luego por convenciones por circunscripción y por
provincia hasta llegar a una Convención Nacional. También se crearía un sistema de comités encargados de la
administración cotidiana del partido.

En la primera y última Convención Nacional de la UC (15/01/1891) para la elección de candidatos presidenciales


para 1892, se aprueba la fórmula Mitre- Irigoyen. Mitre, en Europa, contemplaba otras opciones. Cuando vuelve al
país, dos meses después, anuncia un acuerdo con Roca por el cual el PAN y la UC se presentarían juntos en la
próxima elección presidencial.

La iniciativa habría venido de Roca, quien tenía fuertes motivo para evitar una competencia electoral con la UC
porque a) había sido incapaz de restablecer su autoridad dentro del PAN y del país (los gobernadores eran juaristas
o preferían unirse a la UC antes de ser roquistas), b) la delicada situación financiera que estaba atravesando el país,
se estaba negociando con Londres el pago de la deuda. Mitre también tenía razones: su candidatura con la UC no
habría sido unánime y habría encontrado fuerte resistencia interna, dudaba de las posibilidades de éxito que tenía la
UC frente al PAN e, incluso si ganaba, de su capacidad para actuar como un partido de gobierno.

Obviamente, el acuerdo armó bardo. Alem rompió con Mitre y en junio la UC se dividió definitivamente en dos
grupos distintos: los antiacuerdistas, pronto conocidos como radicales, y los acuerdistas que formaron la Unión
Cívica Nacional. La ruptura fue definitiva. Los radicales, liderados por Alem e Irigoyen, organizaron su propia
convención partidaria y eligieron la fórmula presidencial Irigoyen- Garro. Inicialmente conformaban el grupo
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minoritario de la vieja organización, aunque en el interior del país tenían el apoyo de importantes facciones y de
algunos grupos menores.

Dentro del PAN también hubo bardo por la repartición de espacios de poder con la UC, sus (antiguos) rivales. En el
ejército también fue mal visto. En octubre, la resistencia se hizo insostenible por lo que Roca y Mitre abandonaron
el acuerdo. PEEEEEEERO en diciembre saltó un grupo de exjuaristas que se hacían llamar modernistas y lanzaron
la fórmula Roque Sáenz Peña- Manuel Pizarro; contaban con el apoyo de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe,
Entre Ríos, Corrientes, Córdoba, Sgo del Estero, Catamarca, Jujuy y Salta (mayoría en el Colegio Electoral)
(mierda carajo).

Mitre y Roca reaccionan restaurando su acuerdo original e invitaron a los radicales a unirse a la alianza
(obviamente se negaron). El nuevo acuerdo era insuficiente para ganarle a los modernistas y Roca-Pellegrini –a
menos de dos meses de las elecciones- desesperadamente ofrecieron a Luis Sáenz Peña la candidatura, padre de
Roque SP. Luis SP acepta y Roque SP se baja porque, respeto paternal o lo que sea.

Antes de las elecciones Pellegrini declaró el estado de sitio y ordenó el arresto de varios miembros de la UCR de la
capital y de las provincias, “frustrando así el accionar de una revolución radical”. Los radicales se declararon
inocentes y se abstuvieron de participar en las elecciones presidenciales. El episodio le dio a la UCR el papel de la
víctima de un complot gubernamental y le proporciona bases para cuestionar la legitimidad del gobierno de Luis
SP.

Los dirigentes

Luego de la elección de LSP, se levanta el estado de sitio y los radicales comienzan a reorganizar sus filas. Ya
utilizaban el nombre “radicales”, brindado por sus adversarios por ser extremistas e intransigentes.

Durante la etapa fundacional de la UCR (1891-1897), sus principales líderes fueron los presidentes del partido:
Alem y Bernardo de Irigoyen. La personalidad de Alem marcó profundamente al radicalismo de los noventa e
imprime en el partido una misión: la restauración de la república. Era abogado de profesión, de una familia modesta
y había dado sus primeros pasos en la política en el Partido Autonomista de Alsina y, en 1978, en el Partido
Republicano. Conocido opositor a la federalización de Buenos Aires en 1880, se retira de la vida pública y retorna
en 1889 al frente de la UC. Se creía el único político capaz de liderar el camino hacia la regeneración de la
república.

Irigoyen pertenecía a una flia tradicional de Buenos Aires, sólida educación, gran fortuna, y había hecho una
importante carrera política. Mantiene una relación cordial con Alem, aunque diferían en estilo (a Alem le gustaba la
confrontación, los absolutos; Irigoyen tenía un aspecto conservador, mantenía relaciones cordiales con miembros
de todo el espectro político).

El partido en general estaba compuesto por profesionales (abogados, terratenientes o periodistas, etc.), parecida a
la composición de otros partidos. Era heterogéneo en cuanto las trayectorias políticas de sus integrantes: ex
miembros del Partido Autonomista, Partidos Unidos, PAN, juarismo, Unión Católica. Diferencia generacional
(hombres de 20, 30 y 40 en igual proporción), falta de experiencia política en la mayoría de sus miembros. La
mayoría de las figuras sobresalientes se habían alineado con Mitre. La mayoría de los miembros del Comité
Nacional también integraba al Comité Radical de la Capital.

Una vez fundada la UCR, su campaña contra la situación política posjuarista, su rechazo a todo acuerdo con el
PAN y, particularmente, su defensa del uso de la violencia como recurso legítimo para derrocar al gobierno,
invistieron a los radicales de una identidad política distintiva que se mantuvo a lo largo de la década del noventa.

Las palabras

A través de su diario, El Argentino (financiado por Irigoyen), los radicales articularon un discurso de rechazo a los
cambios institucionales, políticos, económicos e ideológicos que tuvieron lugar durante las administraciones de
Roca y Juárez Celman. Acusaban al gobierno de corromper las instituciones -la “corrupción” fue una constante de
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su retórica- y las tradiciones políticas del país que habían sido fundadas con la Constitución de 1854 y consolidadas
durante las décadas del 60 y 70. Describían al pasado como bellos tiempos de tumultuosas luchas democráticas,
interrumpida por la coalición del PAN.

Acusaban al PAN de una concepción pragmática de la política, que aflojaba los resortes morales del pueblo y
reducía a la política a una serie de transacciones destinadas a evitar conflictos y confrontaciones abiertas
(priorización del orden y del progreso económico que llevaba a una desmovilización política en la población).

Ambos gobiernos eran culpados de haber corrompido los principios de gobierno establecidos en la carta
constitucional de 1853; la concentración del poder en el Ejecutivo había desvirtuado el principio de división de
poderes. Tanto el Congreso (su composición se había visto afectada por intervención y fraude electoral) como el
principio federal (injerencia del Presidente en asuntos provinciales) habían sido víctimas de esa concentración de
poder. Los radicales creían firmemente que la situación del país justificaba el uso de la revolución para derrocar
al gobierno (revolución como restauración, el legítimo uso de la violencia para retornar al viejo orden, el acto de
liberación de un gobierno ilegítimo, no de innovar o reformar las instituciones existentes).

El PAN se defendía de las acusaciones desde su periódico, Tribuna, en donde enumeraba los beneficios de la paz y
el orden, atemorizaba al lector dándole perspectiva sobre las consecuencias de una guerra civil, declaraba ilegítimo
todo acto revolucionario.

Tanto desde sus respectivos periódicos como desde sus bancas en el Congreso Nacional, la UCR y el PAN
debatieron pública e irreconciliablemente sobre la legitimidad del acto revolucionario. Esto consiguió aislar a los
radicales de otros partidos políticos que si bien en momentos se opusieron al gobierno, creían que la lucha armada
era un elemento propio de la vieja política argentina. Obviamente, este discurso sostenido por la UCR estaba
destinado a legitimar acción mientras que sus líderes organizaban los levantamientos que estallaron en 1893.

Las armas

A través de su prensa diaria el PAN vendía una imagen del país frágil, entre la supervivencia y la disolución que
solo había sido salvado con la elección presidencial de LSP peeeeero esta idea no duró mucho. La administración
de LSP se mostró como la más inestable que el país experimentó en la segunda mitad del s. XIX. En 27 meses de
ejercicio, LSP tuvo 12 gabinetes diferentes (de composición variada: roquistas, mitristas, modernistas e
independientes), una seguidilla de revoluciones, recurrió a 8 intervenciones federales (un record en esa época), e
impuso el estado de sitio durante varios meses.

Esta inestabilidad se debió en gran parte por el colapso del acuerdo Roca-Mitre que había hecho posible la elección
del presidente. El mismo se disolvió pocos días antes de que asumiera LSP, dejándolo sin base política. En 1893,
durante uno de sus frecuentes cambios ministeriales, le pide a Aristóbulo del Valle que formara un nuevo gabinete
(uno de los principales organizadores de la Unión Cívica, uno de los líderes de la revolución de 1890) y lo nombró
Ministro de Guerra. Del Valle se enfoca en las armas y las finanzas (pilares del gobierno de Celman): ordena el
desarme de las provincias de Buenos Aires y de Corrientes y anuncia que se tomarán medidas similares en las
demás provincias. Su amigo y ministro de Finanzas (Mariano Demaría) ordenó una investigación en el Banco
Hipotecario Provincial de Buenos Aires y dejó conocer qué otros bancos provinciales serían investigados.→
medidas determinantes para los planes del partido radical, acelerando sus planes revolucionarios.

A fines de julio de 1893 estallaron simultáneamente 3 revoluciones radicales en Santa Fe, San Luis y Buenos Aires.
Fueron exitosas por unos días, y las provincias quedaron al mando de gobiernos provisionales radicales que se
apresuraron a reemplazar las viejas autoridades en todo el territorio, a reorganizar el poder Judicial, y a anular los
padrones electorales vigentes y crear nuevos. El gobierno nacional no tardó en reaccionar. Del Valle se vio
obligado a abandonar el gabinete, el Congreso aprobó intervenciones federales en las 3 provincias que fueron
llevadas a cabo los primeros días de septiembre.

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LSP reemplazó el gabinete de Del Valle con uno de tendencias mitristas, frente al cual puso a Manuel Quintana.
Éste convocó a la Guardia Nacional, colocó a todo el país bajo estado de sitio, prohibió a la prensa publicar noticias
políticas que no vinieran desde el gobierno y clausuró varios periódicos.

Estas medidas no disuadieron a los radicales de llevar adelante más alzamientos. Planean una revolución de alcance
nacional, aunque al final sólo estallaron insurrecciones locales en Corrientes, Tucumán y Santa Fe; pero la censura,
la necesidad de actuar por sorpresa y la división de los altos mandos de la UCR explican la poca publicidad de
dichas revueltas. Encima, Quintana fue rápido en actuar y enviar ejércitos con instrucciones de derrocar al gobierno
revolucionario, los radicales no tenían chance. El último bastión en Santa Fe que había sido liderado por Alem, fue
derrotado por la Guardia Nacional dirigida por Roca.

Consecuencias de las revoluciones de 1893: aceleraron la restauración del poder de Roca, tranquilizaron al
gobierno sobre el nivel de disciplina del Ejército, aumentó la popularidad de la UCR en la ciudad y la provincia de
Buenos Aires. Gracias a esto, el partido radical logró por primera vez una significativa representación en el
Congreso.

Los votos

El partido radical participó regular y exitosamente en elecciones a lo largo de la década del noventa en la ciudad y
en la provincia de Buenos Aires. En ambos lugares las elecciones se convirtieron en disputas fuertemente
competitivas, cada elección fue ferozmente peleada a tal punto que la UCR se convirtió en una fuerza rival en las
elecciones, que el PAN y la UCN se vieron regularmente obligados a coaligarse para las elecciones para no ser
derrotados. Sin embargo, su actuación electoral declinó en 1898, la última elección en que el partido participaría
hasta la reforma electoral de 1912.

La base social del electorado de la UCR en la ciudad de Buenos Aires estaba compuesta por los sectores sociales
medios y altos; aunque en esta época tampoco podemos considerar al status social como un factor crucial en la
determinación de las preferencias políticas de los votantes porteños.

La oposición parlamentaria

En la década de 90, la UCR estuvo representada principalmente en la Cámara de Diputados, mientras que en el
Senado su único representante era Bernardo de Irigoyen. En 1894, los representantes del partido radical
introdujeron 6 de los 45 proyectos iniciados por la Cámara de Diputados, y 12 de 58 en 1895. Dichos proyectos
apuntaban a restringir los instrumentos institucionales que podían ser empleados por el gobierno nacional con fines
políticos: mayor regulación de intervenciones federales, remoción del ejército nacional de las provincias y
estacionarlo en las fronteras en tiempos de paz, mejorar el control de la inscripciones en los padrones electorales,
impedir que los miembros del Congreso ocuparan simultáneamente otro cargo dentro del Poder Ejecutivo.

´La única propuesta introducida por radicales que fue aprobada por el Congreso fue un proyecto de Alem para
enmendar la Ley electoral vigente: una reforma temporal (hasta que se pasara otra ley) para agilizar el
procedimiento de la votación durante los comicios y para facilitar el control de registros fraudulentos reduciendo la
cantidad de inscripciones en los padrones de 500 a 250 nombres por página.

Después de la derrota en las revoluciones de 1893, los radicales desviaron el foco de su propaganda partidaria hacia
lo económico. Desde sus inicios habían atacado esporádicamente el sistema bancario vigente y la creciente
intervención del Estado en la economía. Desde principio de 1894 impulsan una campaña en favor del libre
comercio y la reducción de las tasas aduaneras, llevando a un debate con el PAN (proteccionistas). Ambos
defendieron sus posiciones apelando a la Constitución Nacional, a la tradición económica del país, a principios
generales de economía política, a los ejemplos de países más desarrollados y al sentido común (p. 33-34). La pugna
se llevó a cabo en el Congreso, y también a través de la prensa partidaria que transmitían los discursos de los
partidarios en un lenguaje llano para facilitar la comprensión de los lectores.

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En primavera de 1894 hubo manso bardo en el Congreso. En el Senado se enfrentaron Bernardo de Irigoyen y el
ministro del Interior, Manuel Quintana. El radical solicitó una interpelación al ministro para que explicase las
políticas de seguridad nacional impuestas en octubre de 1893 y mantenidas a lo largo de 1894, cuando el país ya
había recuperado la paz. Luego de la larga interpelación, la opinión pública se inclinó en contra del ministro.
Menos de tres meses después Quintana se vio obligado a renunciar a su cargo, arrastrando a LSP a presentar su
renuncia ante la crisis.

Las caídas de Sáenz Peña y Quintana marcaron la victoria de Roca en la reconstrucción de su máquina política y en
el liderazgo del PAN, confirmándolo como el más probable candidato presidencial del partido para el período
1898-1904. Los proyectos radicales habían demostrado que la UCR no era necesariamente reformista, y el debate
económico sobre principios de economía muestra que hay más diferencias entre la UCR y el PAN aparte de las
relativas al plano político-institucional.

Las alianzas

A fines de 1894 la UCR entraba en una decadencia producto del dilema de sus dirigentes: se genera una división
entre los que privilegiaban un cambio en la naturaleza del partido, aspirando a que se abocara completamente a la
competencia electoral y terminara con la retórica virulenta y el uso de las armas, y los que se resistían a modificar
los principios que habían dado vida a la organización. El partido se vio despojado de su carácter combativo y no
logró reemplazar su idiosincrasia por una nueva identidad definida. La tensión dentro del partido produjo una crisis
en las agrupaciones radicales provinciales, en la estructura partidaria de capital y en el Comité Nacional.

La nueva línea moderada del partido hizo que muchos radicales de las provincias se sintieran traicionados ya que en
el resto de las provincias las revoluciones seguían siendo el camino que ofrecía mayores probabilidades de que el
partido radical accediera al poder. No podían continuar esta línea revolucionaria sin el apoyo militar, financiero y
logístico de la UCR de la Capital o del Comité Nacional. Mantener el principio de no negociar implicaba que las
ramas provinciales del partido no tendrían acceso a los puestos públicos. Decepcionados, muchos grupos
provinciales fueron abandonando las viejas banderas y pactaron acuerdos con partidos rivales de sus provincias.
Para 1896, la UCR era prácticamente inexistente en algunas provincias y se encontraba dividida en otras.

Sólo en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires la UCR continuó siendo un partido de oposición
independiente y relativamente fuerte. En 1895 aparecieron grietas en la estructura interna del partido de Capital
Federal (alemnista), existían problemas de disciplina interna y de rebeldía desde los comités de base hacia las
autoridades partidarias. Esto tuvo una repercusión negativa sobre el desempeño electoral del partido en Capital.
Además, experimentaba fuertes dificultades financieras; eventualmente tuvieron que clausurar su periódico, El
Argentino. Sin embargo, en la provincia de baires la situación era distinta; con la conducción de Yrigoyen
totalmente independiente del Comité y de Alem, en baires el peso del partido rivalizaba al de la UCN y la Unión
Provincial (rama bonaerense del PAN).

Durante 1895, las relaciones entre ambas ramas de la UCR se crispan; los miembros de la UCR porteña quieren
reorganizarse bajo los mismos principios intransigentes y revolucionarios que le habían dado al partido su sello
original. Los dirigentes de la provincia, en cambio, pretendían que la UCR adoptara una política más moderada y
flexible, incluso estaban abiertos a que se establecieran relaciones con otros partidos políticos. Este conflicto
demoró la reorganización del partido y produjo el alejamiento de muchos simpatizantes y militantes.

En 1896 Alem se raja un tiro, habrá tenido sus razones, pero en la época se interpreta como un sacrificio por su
partido, como una declaración política. No deja tras de sí a un heredero indiscutido, y su muerte acentúa las
rivalidades existentes entre los radicales de Capital Federal y los de Baires→ tensiones. Se nombró a Bernardo de
Irigoyen como presidente del partido, apoyado por el grupo alemnista. Irigoyen quiso pactar con la UCN (“bien
ahí” dijo nadie, nunca) para que ambos partidos concurrieran con una fórmula UCR-UCN a las elecciones
presidenciales y las de gobernador de la provincia de Baires.

A Yrigoyen no le pintó porque él y sus adeptos quedarían siempre detrás de Irigoyen o Mitre (UCN). Disuelve la
estructura partidaria de la UCR de Baires, los representantes radicales en la Legislatura provincial renunciaron a sus
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bancas, los comités locales se cerraron y se anunció que la UCR no se presentaría a las próximas elecciones
provinciales (PARÁ PAPÁ). La Convención Radical aprobó el acuerdo a pesar de la oposición de Yrigoyen, los
yrigoyenistas abandonaron la Convención y luego fueron expulsados del partido. Yrigoyen estaba seguro de que sin
el apoyo de la UCR de baires, la UCN abandonaría el pacto.

Las dos facciones en que se dividió la UCR nunca se reunificaron; 1897 marca el final del periodo fundacional del
partido. Hacia 1898 apenas quedaban rastros de los elementos constitutivos del partido radical (objetivos, métodos,
principios) (p. 41). Alem había muerto, El Argentino había desaparecido, y los conductores de la UCR diferían en
lealtades, objetivos y estrategias.

Reorganización, abstención y triunfo

Las primeras dos décadas del siglo XX son manso quilombo en cuanto a la escena política→ fragmentación:
Pellegrini abandona el PAN, muerte del presidente Quintana en 1906, y Figueroa Alcorta que se propone
desmantelar los últimos bastiones roquistas e instaurar en la presidencia a Roque SP, ex modernista.

UCR: en 1898 se dispersó la dirigencia radical original y la estructura partidaria se derrumbó. Irigoyen asume como
gobernador de Buenos Aires, apoyado por pellegrinistas, y los hipolistas son su más grande oposición. De la fusión
entre el autonomismo y el bernardismo resultó la formación de los Partidos Unidos en baires. Otros miembros de la
UCR se unieron al partido republicano de Emilio Mitre; Lisandro de la Torre funda la Liga del Sur en Santa Fe (y
luego de 1914 se tornará en uno de los principales protagonistas del Partido Demócrata Progresista) .

La superviviencia del partido radical en el siglo XX fue principalmente obra de Yrigoyen y de su círculo. Fue el
único sector del viejo partido que mantuvo el nombre y reclamó el título de heredero de la UCR original. La
reorganización partidaria comienza en julio de 1903 con un acto conmemorativo. Luego se organizó un Comité de
la Capital y un Comité Nacional en 1904, compuesto por representantes provinciales.

Para dicha reorganización Yrigoyen recurre a la simbología partidaria de la UCR original (Alem, la revolución del
Parque, etc.) , sus proclamas son similares a las de la organización decimonónica: demandas por el retorno de los
derechos y libertades garantizadas por la Constitución, reconquista de la vida cívica y la austeridad democrática. Se
atacaba la corrupción del gobierno (supresión de autonomías provinciales), el uso de la administración pública
como patrimonio de un partido, y la ausencia de garantías electorales. También acude a la revolución, planeadas a
lo largo de 1904 y que estallan en 1905 en Bs As, Rosario, Córdoba y Mza: levantamientos cívico-militares que
inicialmente tuvieron mejor suerte en Córdoba y Mza pero fueron derrotados de todas maneras (p. 44- 45).

La UCR no participó en la vida política hasta 1912, pero sus dirigentes construyeron una estructura partidaria
organizada en comités provinciales, capitalino y nacional que le conferían al partido la imagen pública de ser una
agrupación organizada que deliberadamente elegía la abstención política. El uso de la simbología partidaria le daba
al partido una imagen de continuidad con la agrupación inicial, a pesar de las tensiones, pero igual presentaba
innovaciones→ el estilo de liderazgo de Yrigoyen (esquiva los actos públicos y los discursos, menos fogoso que
Alem, más etéreo): dirección silenciosa, lenguaje vago, y férreo control sobre la organización. También hay
cambios respecto al lenguaje y el contenido de las proclamas: se acusaba al gobierno de haber derrochado la
riqueza del país, de someterlo al peso de una gran deuda, del estancamiento del crecimiento demográfico y de
que la Argentina no ocupaba aún una situación de importancia en el concierto internacional.

La abstención electoral como bandera de lucha también fue una innovación, puesta en práctica argumentando
la ausencia de garantías para una competencia limpia. La estrategia sólo fue revocada luego de que el
presidente Roque SP le prometiera a Yrigoyen una competencia electoral equitativa y una pronta reforma
electoral. Ambos líderes habrían acordado las bases generales de la reforma: padrón electoral permanente,
representación de minorías y el voto universal obligatorio.

La UCR comienza a participar en elecciones a principios de 1912 y experimenta su primera victoria en la


gobernación y la Legislatura de Santa Fe, y pronto comenzó a participar en elecciones en la Capital Federal
(ganan) y en Córdoba (pierden). Estas victorias y el clima reinante fueron suficientes para que el partido se
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lanzara de lleno a la participación electoral una vez aprobada la ley, y compiten por las elecciones presidenciales en
1916. Con el triunfo en las elecciones presidenciales, el radicalismo puso fin a una etapa de su historia como
partido opositor para comenzar una nueva era de 16 años como el partido en el gobierno.

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