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VISIÓN BEATÍFICA

Se usa este término para definir a la experiencia que el hombre tiene de Dios, obviamente

luego de la muerte. Al estar limitados por la carne, estado físico, no podemos acceder de

modo inmediato y completo al conocimiento divino, y participar de él como se participa del

conocimiento de una manzana, al cual podemos acceder por diversos métodos. Para poder

gozar de esta gracia, se debe estar en estado de pureza, pues si entendemos que el cielo es

bueno, debe, por tanto, estar quienes son puros. Parece imposible, desde el punto de vistas de

las potencias humanas solas, pero sí, podemos alcanzar ese estado en la tierra, pero también,

por pura bondad de Dios, hay, en la doctrina católica, lo que se conoce con el nombre de

purgatorio, un estado de purificación que vendría a ser como las puertas del cielo. En este

estado las almas se purgan para poder alcanzar la pureza deseada.

Contemplar a Dios cara a cara, es un deseo que sobre sale del pecho. Llegar a comprender

lo que no nos es accesible en el mundo. “…porque lo veremos tal cual es” (1 Jn 3, 2), es

mirar, observar a Dios en su esencia misma; si bien mientras participamos del mundo,

nuestras capacidades son limitadas, nuestro raciocinio llegara a un punto donde no encuentre

sustento a lo que este refutando, en otras palabras: conozco de Dios por medio del

conocimiento natural, la creación, pero no a Dios mismo, uno y trino a la vez.

En tiempos pasados, y que hasta hoy sigue sonando, San Agustín decía “nos hiciste, Señor,

para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti” hay, por tanto, un

conocimiento incompleto de la realidad que vivimos, realidades a las cuales no podemos

acceder solo pro la razón natural, en la cual es necesaria la fe, pero esta no ciega. Llegar a

conocer a Dios, llenara todos los vacíos y dará sentido a las diferentes situaciones de nuestras

vidas. Solo dejaremos de desear cuando el corazón este satisfecho, y eso solo lo hace Dios.

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En el Nuevo Testamento

La noción, o la garantía de que vamos a contemplar a Dios cara a cara, ya estaba puesta en

las Sagradas Escrituras, “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos veras a Dios”

(Mt 5, 8), claramente podemos interpretar este ‘ver a Dios’ como la visión beatifica, donde

podemos conocer la esencia de Dios, la trinidad misma; pero, para logarlo debemos tener una

vida coherente con el Evangelio, debemos tener el corazón limpio, libre de todo aquello que

pueda nublarnos la vista y así nuestro conocer sea distorsionado. Claramente debemos saber,

también, que el conocer que se menciona no es el por medio de los sentidos, sino a modo

directo, intuitivo, pues estamos en presencia de la Vida misma.

San Juan también nos anuncia que se dará este encuentro, “sabemos que, cuando se

manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Jn 3, 2) cuando San

Juan dice ‘tal cual es’ nos dice que lo veremos y no tendremos más confusión, ya que al estar

en este mundo, ciertamente, a veces se ha caído en la confusión.

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SANTO TOMAS DE AQUINO

Para santo tomas, la bienaventuranza consiste en la visión beatifica, pues quien participa

del bien mismo, de la bondad, puede llegar a conocer a Dios en su misma esencia, pero no de

modo infinito, sino solo en cuanto a nuestra capacidad intelectiva. Al ser Dios infinito y su

intelecto también, no podemos conocer de modo infinito, es decir todo, solo en cuanto lo

necesario para comprender las realidades, y las cosas que no las hemos podido conocer solo

por participación del intelecto humano sensitivo, pues este se ve condicionado por su

naturaleza misma.

El conocer a Dios cara a cara se hace posible, pues sí el hombre no pudiera contemplar la

verdad divina, se quedara en que nunca lo hará y lo peor que no se sentirá atraído por ella.

Con los sentidos y en este mundo físico, solo podemos acceder al conocimiento de las

esencias sensibles y de modo inmediato, pero este proceso no aplica para las cosas

inteligibles, pues, estamos limitados por los sentidos, pero tampoco evitan que podamos

conocer su existencia, y esto de manera cierta o confusa, pues hasta para esto se debe conocer,

aunque en un mínimo, la esencia; de ahí el conocimiento confuso de las cosas.

“La esencia de la bienaventuranza consiste en un acto del entendimiento, mas no de la

voluntad” (VARILLON, 1965)

JUAN XXII (S. XIV) [HEREJÍA]

Él sostuvo la opinión según la que “las almas de los justos, incluso después de su perfecta

purificación en el purgatorio, no gozan de la visión beatífica de Dios. Sólo tras la resurrección

de la carne y el juicio final, serían elevadas por Dios a la visión de la divinidad. Colocadas

“bajo el altar” (Ap. 6. 9), las almas de los santos serían consoladas y protegidas por la

humanidad de Cristo, pero la visión beatífica sería aplazada hasta la resurrección de los

cuerpos y el juicio final” (Mark Dykmans)


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El papa, cae en una herejía ampliamente grande, obviando que en tiempos pasados ya

Santo Tomas de Aquino había aclarado y expuesto que sí podemos alcanzar la visión beatifica

luego de la muerte; pero el papa expone que NO, solo la alcanzamos en un juicio final cuando

la carne resucite. Hasta eso solo tendremos consolación, y no participación en la verdad, y

sobre todo todavía conservaríamos la incertidumbre de la conocer a Dios es su esencia misma.

Debemos tener en cuenta que la suprema felicidad del hombre es conocer el principio de su

ser.

BENEDICTO XII [LA CONSTITUCIÓN BENEDICTUS DEUS]

El sumo pontífice, cerró la cuestión que había abierto el papa Juan XXII con una constitución

y definiendo como Dogma, y lo hace con esta declaración:

“Por autoridad apostólica se define:


que todas las almas que no tengan nada que purgar y las que tengan que purgar:
inmediatamente después de su muerte o de dicha purificación, antes de la reasunción
de sus cuerpos y del juicio final, después de la muerte y pasión de Cristo, vieron y ven
la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura
alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la divina esencia de
modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la
misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de
este mundo son verdaderamente bienaventurados y tienen vida y descanso eterno”
(Scarabino) [Completo en la pg. 8]

Sí una persona, digamos, esta su alma en estado puro, tiene acceso ya al cielo donde podrá

contemplar por medio del intelecto a Dios mismo, aquí se denota que para acceder a ese

conocimiento no son necesarios los medios, ‘causas’, sino que lo hacemos de modo

inmediato, cosa que no sucede mientras peregrinamos en este mundo. Conocer la esencia de

Dios, debe suponer ser la felicidad más completa, y sobre todo llegar a comprender el modo

de cómo está regido este mundo y saber que siempre ha existido alguien que ha estado detra

de todo ello.

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CONCILIO DE FLORENCIA (1431-1445)

“Las almas de los que después del bautismo no han contraído ninguna mancha de pecado,

como también las almas de lo que después de haber pecado se han visto purificadas, son

admitidas inmediatamente en el cielo, donde ven a Dios intuitivamente en su unidad y en su

trinidad tal cual es”

Si una alma que no tiene pecado, o mancha alguna, ¿Por qué no se le permitiría entrar en el

cielo y participar del conocimiento intuitivo de Dios? Al ser la santidad la llave de acceso al

cielo, y que debemos practicarla.

“Que vuestra conducta sea santa en todo momento, como santo es el que os ha llamado. Pues

así está escrito: seréis santos, porque santo soy yo” (1 P 1, 16) sí somos santos en la tierra

como estamos llamados, ya tenemos parte en el reino de los cielos, y por tanto estaremos

junto al Santo. Este llamado lo hace el mismo Cristo, que vendría a ser voz de garantía, de

respaldo en nuestras vidas, pero no actuemos solo por interés simple, sino por querer gozar,

en virtud del amor, de la presencia de la Trinidad Santa.

PÍO XII [mystici corporis, 35]

“Con la cual visión será posible, de una manera absolutamente inefable, contemplar al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo con los ojos de la mente, elevados por luz superior;
asistir de cerca por toda la eternidad a las procesiones de las personas divinas y ser
feliz con un gozo muy semejante al que hace feliz a la santísima e indivisa Trinidad”

Con esta visión es participar con los santos en el cielo, y todo nuestro intelecto se ampliara

de acuerdo a la capacidad que pueda. También seremos o estaremos llenos de gracia, entando

con la Gracia. Aun así la posesión de Dios por el conocimiento y el amor no puede ser

totalmente comprehensiva. Si tan solo valoráramos un poco lo que esto significa,

abrazaríamos con más pasión la santidad.

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La bienaventuranza del hombre consiste en ver a Dios cara a cara, es decir conocerlo

inmediatamente, sin intermediarios ni nada: Dios en sí mismo. Esta participación divina a la

cual tenemos acceso, tiene un tinte muy intelectual, se podría casi afirmar que deja de lado el

amor, y considerándolo inferior a la inteligencia. Pero como se considera que el acto de la

inteligencia tiene como fin a Dios, se forma así un proceso llevadero por el amor. “el acto

esencial que nos hace bienaventurados es un acto de la inteligencia” (VARILLON, 1965)

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DE LA CONSTITUCIÓN BENEDICTUS DEUS, DE 29 DE ENERO DE 1330

Por esta constitución que ha de valer para siempre, por autoridad apostólica definimos que,
según la común ordenación de Dios, las almas de todos los santos que salieron de este mundo
antes de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, así como las de los santos Apóstoles, mártires,
confesores, vírgenes, y de los otros fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo, en
los que no había nada que purgar al salir de este mundo, ni habrá cuando salgan igualmente en
lo futuro, o si entonces lo hubo o habrá luego algo purgable en ellos, cuando después de su
muerte se hubieren purgado; y que las almas de los niños renacidos por el mismo bautismo de
Cristo o de los que han de ser bautizados, cuando hubieren sido bautizados, que mueren antes
del uso del libre albedrío, inmediatamente después de su muerte o de la dicha purgación los
que necesitaren de ella, aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio universal,
después de la ascensión del Salvador Señor nuestro Jesucristo al cielo, estuvieron, están y
estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celeste con Cristo, agregadas a la
compañía de los santos ángeles, y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo
vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de
criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la divina esencia de
modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la misma
divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son
verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y también las de aquellos
que después saldrán de este mundo, verán la misma divina esencia y gozarán de ella antes del
juicio universal; y que esta visión de la divina esencia y la fruición de ella suprime en ellos los
actos de fe y esperanza, en cuanto la fe y la esperanza son propias virtudes teológicas; y que
una vez hubiere sido o será iniciada esta visión intuitiva y cara a cara y la fruición en ellos, la
misma visión y fruición es continua sin intermisión alguna de dicha visión y fruición, y se
continuará hasta el juicio final y desde entonces hasta la eternidad.

Definimos además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del
mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno
donde son atormentados con penas infernales, y que no obstante en el día del juicio todos los
hombres comparecerán con sus cuerpos ante el tribunal de Cristo, para dar cuenta de sus
propios actos, a fin de que cada uno reciba lo propio de su cuerpo, tal como se portó, bien o
mal [2 Cor. 5, 10].

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Bibliografía

Scarabino, P. J. (s.f.). SCRIBD. Recuperado el MAYO de 2019, de


https://es.scribd.com/document/22132858/Constitucion-dogmatica-Benedictus-Deus-del-
Papa-Benedicto-XII

VARILLON, F. (1965). TEOLOGÍA DOGMÁTICA COMO HISTORIA DE LA SALVACIÓN.


BOGOTA: SAN PABLO.

ALFONSO, G. M. (1986). SANTO TOMÁS DE AQUINO EXPOSICIÓN DEL "DE TRINITATE" DE


BOECIO. PAMPLONA: UNIVERSIDAD DE NAVARRA, SA.

BARRAN, E. A. (1856). EXPOSICIÓN RAZONADA DE LOS DOGMAS Y DE LA MORAL DEL


CRISTIANO. BARCELONA .

Linkografía
https://mercaba.org/TEOLOGIA/APUNTES/tema_49_vida_eterna_y_vision_bea.htm

https://digilander.libero.it/monast/paradiso/spa/tommaso.htm

https://adelantelafe.com/un-papa-que-cayo-en-la-herejia-juan-xxii-y-la-vision-beatifica-de-los-justos-
despues-de-la-muerte-por-roberto-de-mattei/

https://www.biblia.work/diccionarios/vision-beatifica/

http://www.conoze.com/doc.php?doc=999

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