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La metafísica del beso

Unos de los elementos más extraños de la expresión humana son los besos, no todas
las culturas lo poseen, algunas hasta los consideran desagradables. El beso en occidente se
ha convertido en un elemento esencial de las relaciones interpersonales, es imposible
concebir una relación de pareja sin el beso, o una forma de expresar amor sin este, es parte
de los gestos de los ritos religiosos y de algunos actos protocolarios; en torno al beso
occidente ha construido toda una cultura del amor, de la gestualidad y del protocolo.
Pero, desvistamos este fenómeno de estas características, y, ¿qué nos encontraremos?,
un acto sumamente desagradable, que se puede tornar incomodo, un llevarse a la boca objetos
sucios que pueden traer consigo enfermedades futuras, un incómodo momento que resulta
desagradable, y acá solamente me refiero al besa manos, al besar objetos como utensilios
religiosos o patriotas que ciertos actos protocolarios obligan, ni sé diga del denominado beso
de cachete que se convierte en un momento incomodo por diversos motivos. Pero el que más
abominable de todos es aquel beso de los amantes, el beso de boca a boca, cierto sacerdote
vituperaba en un libro sobre la pureza y la castidad este desagradable acto al recordar a sus
lectores la cantidad de bacilos y otras tantas bacterias, que él solo conoce, al “darse” un beso
de boca, y seamos sinceros es incómodo por tantas razones, digamos unas cuantas, el olor de
la otra persona, el aporrearse el rostro con la barbilla del otro, el ‘no saber besar’, la extrañeza
natural de este acto tan poco natural y muchas más que si sigo necesitaría mares de tinta.
De nuevo presentemos otra objeción, si besar a otro individuo en la boca es tan
incómodo, ¿Por qué lo seguimos haciendo?, ¿Por qué deseamos besar a otros?, ¿Por qué el
culmen de nuestras relaciones románticas es el beso?, ¿Por qué coronamos los momentos de
victoria con un beso?, ¿Qué esconde un beso que nos obliga a desearlo tan apasionadamente,
que seriamos capaces de dar la vida por besar a nuestro sujeto amado, por un beso
recorreríamos peligrosos caminos, nos expondríamos al escarnio público por un beso
considerado indebido; si este desvelado de nuestra pasión, de nuestros deseos, de nuestras
costumbres es tan desagradable?; sería un sujeto terrible si realmente pensara esto de besar,
seria hipócrita si digiera que no amo, deseo y anhelo besar al sujeto amado, este fenómeno
no lo puedo desvelar de una manera tan cruel, este velo de pasión, costumbre y deseo que
rodea al beso, al acto de besar, es su esencia misma.
Besamos por una necesidad ontológica de nuestro ser, y sigo hablando del beso de los
amantes; todo amante desea ser uno con el sujeto amado, por eso busca besarlo, porque
parece que esta necesidad metafísica sé logra con el beso, traigo a la memoria la bellísima
pintura de El beso de Francesco Hayez, el que la ve no se encuentra con dos seres, se
encuentra con uno, solo lo accidental hace pensar que son dos, pero no encontramos a dos
figuras encontraos una, lo mismo pasa en el famoso beso de Gustav Klimt, no son dos seres,
son uno, el beso se convierte en estas dos obras como vinculo de unidad, los sujetos no se
aíslan entre sí, al contrario se une, forman uno, lo que antes eran dos sustancias reconocibles
por su individualidad son ahora un solo ser.
Platón nos narra en el Banquete por medio de Aristófanes el bellísimo mito de
andrógino, en el principio algunos hombres eran uno con una mujer, aún más, algunos
hombres eran un hombre con otro hombre y alguna mujeres eran una con otra mujer, estos
seres eran esféricos, con cuatro manos, cuatro pies, dos cabezas, totalmente unidos entre si
eran más poderosos que los dioses olímpicos, así que ante el temor de ser superados por estos
seres crearon la disparidad, la unidad paso a ser una terrible multiplicidad, y así los dos
amantes que nacieron juntos, que nacieron uno, son ahora dos, separados son más débiles,
inferiores a los dioses, siempre en solitario; toda la filosofía de Platón, y en esencial su
metafísica, es un esfuerzo por volver a esta unidad primigenia, el hombre debe de abandonar
lo múltiple, todo lo que cause división en su ser, la multiplicidad, si quiere vivir bien; por
esto Platón invita a volver a la idea de Uno1 para alcanzar el Bien y lograr la unidad en el
alma; este Bien-Uno se alcanza por medio de la Belleza (que es armonía, unidad) y esta
belleza se alcanza de una manera muy singular, por medio del Eros, quien no ama es incapaz
de ser bello y el que no es bello no podrá participar de la Unidad y la Bondad, así que el amor
se convierte en una escalera derecha hacia la paz del alma; amar se convierte en un acto
metafísico esencial para el género humano, pero no se ama en solitario, se ama con otro
sujeto, pero hay un problema, dos sujetos son división, multiplicidad, están lejos del Uno,
por eso por medio del eros-amor se hacen uno, sería imposible que dos seres alcance al Uno
sin hacerse primero unidad, por eso los hombre deseamos amar y ser amados, necesitamos
unidad para lograr la paz y la bondad en nuestros fueros internos.
Cuando el amor se convierte en un acto egoísta no es unidad, es todo lo contrario, por
eso se necesita romper las barreras individuales para entrar en las del otro y formar un solo
individuo, este es el motivo por el cual Platón pinta en sus diálogos a Sócrates como el mayor
amante de aquellos (Alcibiades) que participan con más frecuencia de sus diálogos,
recordemos que los males de Dante solo acaban ante la unión con Beatriz y que la causa de
estos es la falta-de-unidad con esta, solamente el infierno acaba con el reencuentro de ambos.
Amar se convierte en Platón en un ejercicio filosófico para lograr la unidad, más que eso, en
el eros-amor se esconde nuestra esencia y la solución a los problemas de nuestra alma.
Después de todo esto y de considerar el beso como signo de unidad ¿nos atreveremos a seguir
considerando al beso como algo soez y raro? no, el beso es la manifestación externa de la
unidad interna que puede existir entre dos sujetos, es volver a ese estado perfecto de nuestros
orígenes relatado por Aristófanes, los que un día fueron uno y a causa de la maldad se hacen
dos, vuelven a ser Uno; ahora si vale la pena dar la vida por un beso, ahora si vale la pena
vivir esperando un beso, besar, aunque suene insólito, se convierte en una práctica filosófica,
camino hacia el Uno y modo de embellecer el alma.
Quisiera señalar algo del beso, cunado besamos cerramos los ojos, es que ya no somos
dos seres que miran hacia diferentes lugares, somos uno solo que no miramos a ningún lugar
por hemos encontrado en el amado la meta de nuestro camino, la realización de nuestra

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Acá vale hacer una aclaración, el Uno es un concepto metafísico platónico enmarcado a la ideas metafísica
del mundo de las ideas, es casi un ente religioso del que ha surgido todo y que el neoplatonismo considera
origen y fin de todo en una manera cíclica, esta idea de Uno está unido a la idea de Bien formando la diada
Uno-Bien
estructura ontológica, volvamos entones amar, a besar para ser de nuevo uno, para ser de
nuevo bellos, ser como en el mito de andrógino, seres esféricos es decir perfectos. Besar es
ser más humanos.
Juan Camilo Arismendy Acevedo – 22 de febrero del 2019

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