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ROGERS
Este trabajo es un intento que suscita establecer las definiciones, conceptos, relaciones
epistemológicas y conceptuales del Enfoque Centrado en la Persona (ECP) y de las organizaciones.
Como punto de partida, se hace necesario el encuadre epistemológico del enfoque con la realidad
y la teoría organizacional, utilizando de base dos constructos importantes que generan aportes a la
psicología clínica desde el ECP: Las actitudes definidas por Rogers necesarias para una intervención
psicoterapéutica y la teoría de la personalidad definida por el mismo autor.
Lo que se intenta implementar por medio de este estudio, es rescatar las relaciones humanas en
las organizaciones desde el ECP, generando una postura sólida teórico-epistemológica que permita
sustentar todo un quehacer del psicólogo en las organizaciones, un psicólogo centrado en la
persona, o en definitiva, un psicólogo bajo estos parámetros centrado en las organizaciones.
También este trabajo es realizado para brindar un aporte al Enfoque Centrado en la Persona, ya
que a pesar de que existen niveles de confrontación teórica y posturas que atacan de manera
directa el mundo organizacional; tiene posturas que pueden ser útiles y constructivas para el
crecimiento de esta disciplina.
En esa época, Carl Rogers era un oscuro terapeuta de Rochester, Nueva York, que luchaba con los
problemas clínicos de niños perturbados. Como la mayoría de los terapeutas de la época, había
estado muy expuesto al pensamiento psicoanalítico. Después de concluir su doctorado en filosofía
en la Universidad de Columbia, comenzó a trabajar en una clínica de Guía infantil en Rochester.
Ahí, entró en relación de Otto Rank (1939). Rank creía que debería permitirse a los pacientes la
oportunidad libre de ejercer su voluntad y dominar al terapeuta. Jessie Taft (1940) consideraba que
esta relación era más importante que cualquier explicación intelectual de los problemas del
paciente. En consecuencia, la situación terapéutica se hizo muy permisiva.
Rogers encontró que estas opiniones congeniaban mucho. Estaban de acuerdo tanto con sus
creencias religiosas como con sus convicciones democráticas respecto de la naturaleza de las
relaciones humanas en la sociedad. Una creencia de que ninguna persona tiene el derecho de
dirigir la vida de otra encontró expresión en sus nociones terapéuticas de permisividad, aceptación
y una negativa a dar consejos.
Los problemas de adaptación surgen cuando el self fenoménico se ve amenazado. Sin embargo, lo
que es una amenaza para una persona no necesariamente lo es para la otra. En esencia, un sujeto
experimentará amenaza siempre que perciba que su self fenoménico está en peligro. Por tanto, un
hombre que se percibe como muy atractivo para las mujeres, puede ponerse ansioso si alguna lo
rechaza, debido a que esto representa una amenaza para su autoconcepto. Enfrentado con dicha
amenaza, el hombre puede adoptar una variedad de posturas defensivas; por ejemplo, racionalizar
su fracaso o reducir su campo de percepción. La persona en verdad adaptada puede integrar todas
las experiencias en el campo fenoménico, no solo las experiencias que son consistentes de
inmediato con su autoconcepto.
Desde el principio, Rogers (1951) formuló una serie de proposiciones que establecieron el tono
para una perspectiva de la personalidad centrada en la persona. Planteó que los individuos existen
en un mundo de experiencia de las que son el centro. Esta experiencia solo puede ser conocida por
la persona. Por consiguiente, el individuo es la mejor fuente de información sobre sí mismo. Estas
opiniones han conducido a los miembros del movimiento centrado en la persona a basarse en gran
medida en los informes personales, más que en inferencias de datos de prueba u observaciones
relacionadas, como la fuente primaria de información. Debido a que las personas reaccionan al
campo de percepción tal como lo experimentan y perciben, su campo de percepción es la realidad.
Por consiguiente, el conocimiento objetivo acerca de los estímulos no es suficiente para predecir el
comportamiento; se debe saber algo sobre la conciencia de la persona de esos estímulos. Se
rechaza la psicología de la objetividad a favor del mundo interno de la experiencia reportada por la
persona.
La tendencia humana básica es hacia mantener y mejorar el self que experimenta. Esto es lo que
produce el movimiento hacia delante de la vida, una fuerza en que el profesional se basará mucho
durante los contactos terapéuticos con el cliente. Pero este movimiento hacia delante sólo puede
ocurrir cuando las opciones de la vida se perciben con claridad y se simbolizan en forma adecuada.
Es relativamente fácil exhibir estas cualidades con alguien que el terapeuta encuentra agradable y
a tono con sus propios antecedentes y valores. La prueba verdadera de la aceptación positiva
incondicional del terapeuta viene con clientes cuyos comportamientos y actitudes desafían las
creencias del terapeuta. El fanático, el carente de motivación o perezoso, o la persona que describe
una experiencia incestuosa con su sobrina puede forzar una prueba real de la tolerancia y
aceptación del terapeuta. Pero del mismo modo en que todo ciudadano tiene derecho a votar, así
todo cliente merece la aceptación positiva incondicional, de acuerdo con Rogers (Segrera A.; 2000).
Un concepto crucial es el self, la conciencia de ser y funcionar de uno. La estructura del self se
forma por las interacciones con el ambiente, en particular con base en las evaluaciones de otros
acerca de la persona. El self es un patrón organizado, fluido y no obstante consistente de
percepciones de las características y relaciones del yo, junto con los valores vinculados a ellas.
Durante la vida del individuo ocurre una variedad de experiencias.
En ciertas condiciones es posible examinar y percibir las experiencias consistentes con el self,
además de revisar la estructura del self para asimilarlas. La condición principal es una ausencia
completa de amenaza para el self. Esto establece el fundamento para la atmósfera cálida,
aceptante, permisiva y carente de juicios que es la condición cardinal en la terapia centrada en la
persona.
ü Autenticidad o congruencia.
1.4.1 Empatía: Comunicar empatía es transmitir al cliente una sensación de ser comprendido.
El terapeuta proyecta una especie de sensibilidad a las necesidades, sentimientos y circunstancias
de la persona. Los terapeutas excepcionalmente empáticos pueden asumir las actitudes de los
clientes y, por decirlo así ponerse en sus zapatos y ver el mundo como ellos. La persona debe llegar
a saber que el terapeuta está haciendo todo su esfuerzo para entenderlo en forma correcta.
Cuando lo advierte, se ha puesto la base para una relación terapéutica. Por supuesto, la empatía
nunca puede ser total. Debe mantenerse siempre una medida de despego; de otra manera, el
especialista tendría las mismas dificultades que la persona consultante. No obstante, el terapeuta
empático puede transmitir o comunicar a los clientes una sensación de comprensión y aprecio de
sus necesidades o apuros y éstos pueden encontrar dicha actitud tremendamente tranquilizadora,
más que cualquier palabra o exclamación de interés- La actitud de empatía no se establece, se
transmite por su misma existencia.
Quizá las palabras de Rogers (1946) transmitan algo de esta actitud de comprensión y empatía:
Hemos llegado a reconocer que si podemos ayudar a comprender la forma en que el cliente se
considera a sí mismo… en ese momento, él puede hacer el resto. El terapeuta debe dejar de lado
su preocupación por el diagnóstico y su sagacidad diagnóstica, debe descartar su tendencia a hacer
valoraciones profesionales, debe cesar sus esfuerzos por formular un pronóstico preciso, debe
abandonar la tentación de guiar en forma sutil al individuo y debe concentrarse un solo propósito:
proporcionar una comprensión y aceptación profundas de las actitudes sostenidas en forma
consciente en ese momento por el cliente, mientras explora paso a paso las areas peligrosas que le
ha estado negando la conciencia.
Este tipo de relación solo puede existir si el consejero es capaz de adoptar estas actitudes en forma
profunda y genuina. Si el consejo centrado en la persona ha de ser efectivo, no puede ser un truco
o una herramienta. No es una forma sutil de guiar a la persona mientras se pretende dejarlo
guiarse; para ser efectivo, debe ser genuino (pp. 420 – 421).
1.4.2 Valoración positiva incondicional. En la mayor parte de las relaciones (con padres,
amigos, cónyuge u otros), los clientes han aprendido que la aprobación y la aceptación son
condicionales del cumplimiento de ciertas estipulaciones. Los padres aceptan a los hijos si son
obedientes. Un patrón es aceptante si los empleados son puntuales y eficientes. Los cónyuges
requieren que sus parejas estén interesadas y sean amorosas. Pero en la terapia no debe haber
condiciones. La aceptación se da sin cláusulas ocultas o renuncias sutiles. La valoración positiva
incondicional es nada más y nada menos que el respeto por la persona como ser humano. El
terapeuta debe dejar de lado todas las ideas preconcebidas y ser capaz de interesarse por el
cliente, ser aceptante y, sobretodo, transmitir que ahí hay alguien que tiene fe y confianza en la
capacidad y fuerza del consultante para lograr ese potencial interior. Estas cualidades, más una
falta completa de juicios evaluativos, serán un gran camino recorrido hacia la creación de una
atmósfera en que la persona sea libre de abandonar defensas debilitantes y puede, en ausencia de
amenaza comenzar a crecer como persona.
Es relativamente fácil exhibir estas cualidades con alguien que el terapeuta encuentra agradable y
a tono con sus propios antecedentes y valores. La prueba verdadera de la valoración positiva
incondicional del terapeuta viene con personas cuyos comportamientos y actitudes desafían las
creencias del terapeuta.
1.5.1 Teoría La teoría de Rogers es de las clínicas, basada en años de experiencia con pacientes.
Rogers comparte esto con Freud, por ejemplo, además de ser una teoría particularmente rica y
madura (bien pensada) y lógicamente construida, con una aplicación amplia.
Sin embargo, no tiene nada que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las
personas como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni enfermas. En otras
palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y entiende la
enfermedad mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como distorsiones de la
tendencia natural. Además, tampoco tiene que ver con Freud en que la teoría de Rogers es en
principio simple.
En este sentido, no es solo simple, sino incluso elegante en toda su extensión, la teoría de
Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” que llama la Tendencia Actualizante.
Esto puede definirse como una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a
desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible (Rogers, 1961). No estamos hablando aquí
solamente de sobrevivencia: Rogers entendía que todas las criaturas persiguen hacer lo mejor de
su existencia, y si fallan en su propósito, no será por falta de deseo.
Rogers (1961) resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los
demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?; ¿por qué
buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿por qué, de hecho, buscamos
descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer nuevas obras
artísticas?. Rogers responde: porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo
mejor que podamos (pp. 321-322).
También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un bosque,
con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro simple como un
campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque, surgirán otras criaturas que se
adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una epidemia que ataque a la plantación
de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es aplicable a nosotros como individuos: si
vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo cada vez más complejos, como el bosque y por
tanto más flexiblemente adaptables a cualquier desastre, sea pequeño o grande.
(Boeree, 1997 Citando a Rogers 1961) refieren que, la cultura y la sociedad no son
intrínsecamente malas. Es un poco como los pájaros del paraíso de Papúa en Nueva Guinea. El
llamativo y colorido plumaje de los machos aparentemente distrae a los depredadores de las
hembras y pequeños. La selección natural ha llevado a estos pájaros a cada vez más y más
elaboradas alas y colas, de forma tal que en algunas especies no pueden ni siquiera alzar el vuelo
de la tierra. En este sentido y hasta este punto, no parece que ser muy colorido sea tan bueno para
el macho, ¿no? De la misma forma, nuestras elaboradas sociedades, nuestras complejas culturas,
las increíbles tecnologías; esas que nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, puede al mismo
tiempo servirnos para hacernos daño e incluso probablemente a destruirnos.
Figura 1. Diagrama diseñado por Carl Rogers para explicar la congruencia y la existencia de los Yo
dentro de la formación del self (1961).
1.5.3 La persona Funcional al completo (Boeree, 1997 Citando a Rogers 1961) propone desde el
Enfoque cinco aspectos importantes que describen una persona funcional:
ü Confianza organísmica. Debemos permitirnos el dejarnos guiar por los procesos de evaluación o
valoración organísmica. Debemos confiar en nosotros, hacer aquello que creemos que está bien;
aquello que surge de forma natural. Esto, como imagino que podrán observar, se ha convertido en
uno de los puntos espinosos de la teoría rogeriana. La gente diría: “sí, no hay problema, haz lo que
te surja”; o sea, si eres un sádico, haz daño a los demás; si eres un masoquista, hazte daño; si las
drogas o el alcohol te hacen feliz, ve a por ello; si estás deprimido, suicídate...Desde luego esto no
nos suena a buenos consejos. De hecho, mucho de los excesos de los sesenta y setenta fueron
debidos a esta actitud. Pero a lo que Rogers se refiere es a la confianza en el propio yo; en el sí
mismo real y la única manera que tienes para conocer lo que es verdaderamente tu self es
¡abriéndote a la experiencia y viviendo de forma existencialista! En otras palabras, la confianza
organísmica asume que está en contacto con la tendencia actualizante.
ü Libertad experiencial. Rogers pensaba que era irrelevante que las personas tuvieran o no libre
albedrío. Nos comportamos como si lo tuviéramos. Esto no quiere decir, por supuesto, que somos
libres para hacer lo que nos dé la gana: estamos rodeados de un universo determinista, de manera
que aunque bata las alas tanto como pueda, no volaré como Superman. Realmente lo que significa
es que nos sentimos libres cuando se nos brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona
que funciona al cien por cien reconoce ese sentimiento de libertad y asume las responsabilidades
de sus oportunidades.
Sin embargo, estas apreciaciones son una crítica al mundo del desarrollo empresarial, al sistema de
manejo organizacional (centrado en los factores de producción), más no a las organizaciones como
tal, ya que como lo manifestaba Peiró (1996), el trabajo y las organizaciones son fenómenos
psicosociales porque finalmente su composición final son las personas, el Enfoque Centrado en la
persona tiene una cabida importante y un aporte que brindar a este mundo empresarial. Allí entra
la postura constructiva del ECP, en donde menciona que las organizaciones son oportunidades
donde la persona puede adquirir mayores experiencias que permitan confrontar su self al
crecimiento y a la realización, puesto que en las organizaciones, los sujetos pasan su mayor parte
del tiempo, descubriendo su potencial positivo y llevando a la conciencia sus deseos del camino de
ser.
Las organizaciones son individuos, con personalidad propia, inherente a su identidad, con un
potencial positivo, construidas por la experiencia y de un carácter que en algún momento se
fundamenta en lo subjetivo, puesto que las organizaciones también interpretan su realidad de
acuerdo a sus factores vivenciales; con la posibilidad completa de un desarrollo de una existente
tendencia actualizante, que constantemente está en realización. No se pasa por obvio que las
organizaciones son mundos fenoménicos para los individuos y, que son ambientes sociales.
A pesar de que esta definición pueda parecer escueta, es necesario profundizarla, a valencia de los
parámetros epistemológicos del enfoque; permitiendo descubrir y generar aportes (algunos de
ellos inéditos y no existentes dentro de los mismos autores del ECP), valorando una posible nueva
visión de la psicología organizacional dentro del círculo de teóricos rogerianos, probablemente
demostrando que el Enfoque Centrado en la persona puede determinar otra manera de actuar del
profesional psicólogo en las organizaciones sin entrar en debates de construcción epistemológica,
filosófica, ontológica, sociológica o antropológica del significado del trabajo y la función de las
organizaciones en el mundo personal y laboral de los seres humanos.
Para ello, es necesario afirmar que la psicología propuesta por Rogers, puede fundamentar que las
organizaciones tienen en si mismas una personalidad definida; allí, las posturas epistemológicas no
pretenden entrar en discusión al desarrollo organizacional, o la forma de actuar de las mismas,
sino que tal vez pueda generar una adaptación diferente a expandir la aplicación del enfoque a
otros contextos humanos y sociales.
La postura de la organización como persona propone una integralidad fundamental entre entender
al individuo como persona y entender a la organización como individuo, no se trata propiamente
de desligar el estudio de las personas en las organizaciones, es simplemente intentar brindar otra
perspectiva. La organización epistemológicamente puede ser vista como persona desde el enfoque
propuesto por Rogers, inicialmente, las organizaciones empresariales se constituyen entendidas
como un solo individuo, como persona jurídica identificado con un Número de identificación; sin
embargo, no es solamente eso lo que lo convierte en persona, así como un ser humano, las
organizaciones muestran crecimiento, manifestación de congruencias/incongruencias y un
potencial positivo evidenciado en la conciencia.
Las organizaciones también tienen una definición que prolifera cada vez en entenderla como un
organismo unificado, permitiendo encontrar en las organizaciones la posibilidad de entender a una
empresa libre, con vivencias que la construyen y que, al igual que los seres humanos, manifiestan
un ciclo de vida: Nacimiento, Crecimiento, Desarrollo y madurez. Rogers (1961) sostiene que
Tengo poca simpatía por una concepción muy difundida, según la cual, el hombre es irracional y si
no controla sus impulsos se orienta hacia la destrucción de los otros y de sí mismo. El
comportamiento humano es extremadamente racional y se mueve con una complejidad sutil y
ordenada hacia los objetivos que su organismo se esfuerza por alcanzar... Sé perfectamente, que
para defenderse y por temor interno, los individuos pueden comportarse de una manera
increíblemente cruel, horrorosamente destructiva, inmadura, regresiva, antisocial e hiriente. Por lo
tanto, uno de los aspectos más benéficos y vivificantes de mi experiencia es la de trabajar con esas
personas y de descubrir las fuertes tendencias de dirección positiva que existen en ellos y en
nosotros a niveles muy profundos. (pp. 160)
¿No se podría también afirmar que las organizaciones pueden funcionar extremadamente
racionales y se mueven de manera ordenada hacia los objetivos que su organismo se esfuerza por
alcanzar?
A continuación intentaré de la manera más completa realizar un paralelo explicativo del enfoque
centrado en la persona y la organización entendida como tal.
Tal como los individuos, las organizaciones poseen una personalidad propia, no me detendré en
explicar la misma concepción del punto anterior, pues la personalidad en las organizaciones
epistemológicamente se conceptualiza de la misma manera, sin embargo, cambian los
componentes que la conforman a pesar de ser los mismos.
La incongruencia se define como el distanciamiento que existe entre el yo real y el yo ideal, sin
embargo, la organización implícitamente presenta una serie de aspectos necesarios para entender
el foco de la incongruencia que se manifiesta, para ello se subdivide la incongruencia/congruencia
en tres momentos: Incongruencia de Dirección, Incongruencia de Proceso, Incongruencia
Organizacional
1.4.4 Valoración Positiva Incondicional en el proceso: Esta se centra en ser aceptante por el
proceso, tratar comprenderlo y no realizarlo teniendo en cuenta cláusulas ocultas o condiciones de
valor.
1.1.1 Modelo de Rummler y Brache (extraído del Libro Tecnología del Desempeño Humano del
autor Mariano Bernández)
El modelo de Rummler (Rummler y Brache, 1995) parte de considerar tres niveles: el
organizacional, considera las divisiones funcionales y esferas de autoridad de la organización en
relación con cuatro componentes externos: sociedad, clientes, mercado e inversores o accionistas.
Este es un análisis de tipo vertical, si bien el modelo de Rummler y Brache lo considera como
referencia para el análisis de procesos antes que para un diagnóstico en sí mismo de la formulación
de estrategias como lo hacen los modelos estratégicos propiamente dichos.
El Nivel de procesos, considera las secuencias de procesos de trabajo que interrelacionan los
diferentes departamentos en un análisis horizontal que evalúa su alienamiento con los resultados.
Finalmente, hay un tercer y último nivel de desagregación que es el nivel de puestos y figuras, en el
que se analizan los puestos y tareas en función de los objetivos organizacionales y los
requerimientos de los procesos.
Figura 4. Nivel de puestos y personas (Bernandez 2008a, Citando a Rummler y Brache 1995).
El proceso de análisis comienza en el nivel organizacional, identificando los procesos críticos para
los resultados y concentrando la atención en ellos, midiendo su coste cuanti y cualitativo y
comparándolo con el de la intervención requerida para mejorarlos.
Una vez establecidos los puntos que tienen un impacto y retorno positivo, se procede al análisis en
detalle de esos procesos, y nuevamente dentro de ellos a la determinación de puestos clave para
esos procesos clave y el análisis del costo de oportunidad y retorno de la inversión de mejora.
El ser Humano es un todo completo, integrado por tres dimensiones: física, psíquica y espiritual. Y
en esta antropología tridimensional se subraya la dimensión espiritual sin menospreciar u olvidar
las otras dos pues junto con ellas constituye una totalidad del ser en una sola unidad.
A partir de éste concepto se facilita la inclusión de la visión de la nueva empresa definido como un
sistema isomórfico del hombre.
Carvajal (2010) define que la empresa por ser un objeto social, es un organismo vivo de
característica interactuante. Cuya autopoiesis se reconoce de orden superior, ya que el ser humano
es un ser autopoiético y la empresa surge de él, las autopoiesis surgidas de la autopoiesis humanas
son de orden superior.
Por ello es importante determinar, que la empresa y/u organización se entienden como surgidas
del mismo ser humano; es decir, hacen parte del mundo fenoménico descrito por la
fenomenología y es adoptado por Rogers (1961) para la explicación del medio en el Enfoque
Centrado en la Persona. Al ser fundamentalmente importante esta ontología dimensional, es vital
reconocer que la empresa es un individuo circundante, vivo e interactuante, reconocido por tener
dinámicas cambiantes y ser adaptativo. Por ello, es importante reconocer que la organización
puede ser entendida como persona.
2. PROPUESTA INTERVENTIVA
Pues bien, Para el Enfoque no existen técnicas, pero si actitudes. Lo que permite a la organización
generar un clima adecuado para la estimulación de su tendencia actualizante para que la misma
organización sea la que encuentre las salidas a sus incongruencias. Para ello, no son necesarias
técnicas sino un clima adecuado, caracterizado en el interventor por tres actitudes descritas
anteriormente: empatía, congruencia y valoración positiva incondicional.
Desde esta perspectiva, (Trull y Phares 2006 citando a Greenberg, 1994) manifiestan que alrededor
de 75% de las respuetas de los psicólogos centrados en la persona fueron “reflexiones” sobre lo
que el cliente (también organización) haya realizado durante el proceso de intervención; también
se hacen comentarios que le transmiten la aceptación total e incondicional del profesionales.
En las organizaciones, las incongruencias no son perpetuadas por el miedo al cambio, sino por la
resistencia al mismo; entonces las actitudes descritas por Rogers permiten que la organización
decida como afrontarlas. Existe la confrontación real, allí la actitud más recalcitrante es la
congruencia; esta se caracteriza por ser directa, manejando la paradoja de la incongruencia, para
generar conciencia de su existencia.