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Resumen
Introducción
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Para Belay, R.; Bracamonte, J. Degregori, C.I y Vacher, J.J (2004) la violencia se ha
constituido como un hecho antropológico absoluto de deviseras variaciones tanto
históricas como estructurales que le son consustanciales. Esto demuestra que los
antropólogos en la praxis pueden aportar el enorme potencial con el que cuenta para
tratar de construir una verdad social que contribuya al esclarecimiento de los hechos
cometidos por los actores armados en el marco del conflicto interno colombiano.
forense en Colombia, como sujeto inmerso en medio de polos; las políticas estatales y
las de los movimientos sociales de victimas. Se habla de la vocación del antropólogo,
como sujeto político que apoya los procesos sociales de las víctimas o cómo un vehículo
que se encarga de reproducir el discurso y las políticas estatales que tiene proyectos y
propósitos explícitos. Vale aclarar, que no se descarta la posibilidad de que la
Antropología Forense, se convierta en un ente mediador entre el proyecto de sociedad
que desea el estado y el que reclaman las víctimas. Esta postura no se asume por
representar proyectos sociales completamente antagónicos; el primero, busca la
perpetración del poder y la instauración de un sistema de justicia basado en la
inequidad, el segundo pretende cambios políticos, sociales y económicos y una justicia
cuyo principio sea la equidad.
En este apartado se intenta mostrar que la historia de América Latina en las últimas
décadas se identificó por la instauración de dictaduras militares casi en la totalidad de
sus países. Estos períodos de extrema violencia se caracterizaron por el
desconocimiento y violación de los Derechos humanos e infracciones al Derecho
Internacional Humanitario. La magnitud de los atropellos sangrientos contra la
población civil, generó un ambiente propicio donde la necesidad de conocer la verdad
social y de lograr la justicia, significó un espacio de actuación científica para la
Antropología Forense.
1.1 Perú
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Para Casallas & Padilla (2004), en Perú el conflicto se originó por una lucha de clases,
generada por una represión y abuso por parte de las Élites, lo que conllevó a la
formación de grupos insurgentes como Sendero Luminoso y Tupac Amarú, en la década
de los setenta. Durante esta misma década Perú vivió en un período de dominación
militar hasta 1979, año en el que el poder volvió a la población civil gracias a la
instauración de elecciones populares. A partir de los años ochenta se generó una intensa
lucha entre grupos creados por el Estado y grupos insurgentes, que con la participación
del grupo denominado “Rondas Campesinas” -conformado básicamente por población
civil- ocasionó una serie de crímenes de Estado y ejecuciones extrajudiciales,
fomentando terror en la población.
Por su lado los militares llevaron a cabo diversas violaciones a los Derechos Humanos
en los lugares donde ejercieron control militar y político1, incluidas masacres donde se
asesinaron campesinos y población indígena.
1
Masacre de la Lucanamarca, genocidio en Putis, masacre de Barrios Altos.
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1.2 Argentina
1.3 Guatemala
contra los grupos guerrilleros dirigida por las dictaduras militares de los generales Lucas
García (1978-1982), Montt (1982-1983) y Mejía (1983-1986).
Con relación a la lucha contrainsurgente que fue considerada la política estatal que más
desapariciones registro, la FAFG (2010) apunta que:
1.3 Colombia
Jaime Nieto, (2001) sugiere que “la violencia política colombiana ha estado presente
desde los años 50, no es dable presumir que haya continuidad entre la violencia de los
cuarenta, el conflicto armado de los sesenta y setenta y la guerra de hoy” ( p.68).
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Atendiendo a esta sugerencia, Uribe (Citada por Rodríguez, 2004), nos dice que para
entender los motivos de la existencia de prácticas inhumanas, masacres y genocidios en
el territorio nacional, es preciso partir de una premisa conceptual; Colombia es un país
profundamente diverso y fragmentado con relación al manejo del poder, pues el Estado
ejerce un dominio parcial sobre toda la geografía nacional, especialmente sobre la
zonas periféricas de influencia política. Por otro lado, la pérdida de confianza en las
instituciones que administran la justicia legitima que amplios sectores de la población
se la tomen por su propia cuenta para tratar de solucionar los conflictos por sus propias
manos. De esta forma, las regiones periféricas de influencia política, donde el poder
estatal y la justicia no hacen presencia, son tomadas por poderes locales, entre los que
se encuentran guerrillas, paramilitares, escuadrones de la muerte y milicias populares.
Cada grupo, partiendo de sus principios ideológicos considera, al “otro”, a su opositor,
como un transgresor de sus normas, por tanto como un enemigo que debe ser
eliminado. Dentro de esta lógica la masacre y el genocidio representan el método más
funcional de eliminar al contrario.
Según los teóricos Gonzalo Sánchez y Fals Borda (Citados por Romero& Arango, 2011)
el conflicto armado colombiano se puede dividir en dos etapas, pero apuntando que se
han presentado discontinuidades a lo largo de su desarrollo; la primera denominada
como la violencia se desarrolla en la década de los años cincuenta, que es atravesada por
la lucha de poder entre conservadores y liberales y el surgimiento de los movimientos
guerrilleros ( en 1964 se conforma el ELN, en 1966 surgen las FARC y en 1967 aparece
el EPL, entre otros grupos que estaban en contra del gobierno). La segunda etapa va
desde la década de los 80 hasta hoy, se caracteriza porque surgen con fuerza las
organizaciones del narcotráfico y sus grupos armados, los paramilitares.
Para Zuluaga (2001) , “la cuestión , pues , no es tanto poner fin a la guerra como a las
condiciones que la han alimentado, para lo cual se requiere un acuerdo de paz que
haga viable la convivencia pacífica y un nuevo contrato social para la democratización
de la sociedad. Tal camino hacia una paz positiva en la que los diferentes proyectos de
sociedad se confronten políticamente….” (p.70).
Los actores armados que han cometido violaciones a los Derechos Humanos son: 1.
Estatales, representados por las fuerzas de seguridad del estado que ha adelantado
acciones bélicas contra enemigos declarados, por ejemplo contra grupos guerrilleros o
campesinos “simpatizantes”; cometidas por el ejército. Entre estas acciones, podemos
mencionar las masacres de Trujillo, cometida entre el 28 de octubre de 1988 y el 5 de
mayo de 1991, dejando un saldo aproximado de victimas de 107, donde el ejercito
asesino a un grupo de campesinos que posteriormente hicieron pasar por “bajas” en un
aparente enfrentamiento contra grupos guerrilleros. 2. Paraestatales, cometidas por
grupos paramilitares y de autodefensas contra campesinos declarados enemigos por ser
“simpatizantes” de los grupos guerrilleros. Los paramilitares han cometido crímenes
selectivos y sistemáticos contra personas señaladas por sus informantes muchas veces
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Para finalizar este apartado, quisiera introducir un relato que muestra las
representaciones que un niño colombiano tiene acerca del conflicto armado. De paso,
mostrar que las acciones bélicas desbordan los aspectos políticos y se entremezclan con
los aspectos sociales, religiosos, culturales, éticos, de parentesco, entre otros.
Si bien es cierto que existe una falta evidente de consenso teórico entre los diferentes
autores que han intentado abordar la Antropología Forense, también es cierto que es
posible conceptualizarla y caracterizar su definición teniendo en cuenta los orígenes y
los mecanismos que han dado lugar a su nacimiento y que han propiciado su desarrollo
ulterior en los diferentes países.
En Colombia la situación reviste una naturaleza distinta. Desde mediados de los años
80, el desarrollo de la antropología, estaba marcado por un énfasis en la antropología
física, ligado a la arqueología, esto genero un efecto en los organismos judiciales, pues
desde finales de la década de los 80 comenzaron a incorporar a sus equipos,
antropólogos encargados de realizar el trabajo antropológico forense. De esta manera, la
recuperación, el análisis, la individualización y posterior identificación de restos óseos
de personas que fallecieron por circunstancias violentas o no violentas es la principal
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físicas de la persona que sean relevantes para la investigación. La utilidad de los datos
físicos radica en que pueden ser cotejados con la información de los cadáveres – si es el
caso – o de los restos óseos no identificados que ha ingresado a cualquiera de las
entidades estatales encargadas de su manejo.
Esta segunda etapa dentro de la investigación antropológica forense (la primera etapa
corresponde a la investigación preliminar) es decisiva en todo el proceso judicial, ya
que si no se da una adecuada recuperación de los elementos materia de prueba y la
evidencia física, el posterior trabajo en laboratorio y las deducciones a las que llega el
antropólogo forense y su equipo de trabajo se ven seriamente limitadas.
EPAF, está realizando campañas posteriores al incidente de reparación con las víctimas.
Esta labor se enmarca dentro de un proyecto llamado antropología forense y desarrollo,
que lo que pretende es brindar un apoyo social a las personas para la reconstrucción de
la verdad sobre los hechos y así contribuir a la configuración de la memoria colectiva e
individual.
Al respecto Veena Das (2008), refiere que señalar las mentiras oficiales es un acto
demostrar y hacer. El antropólogo “heroico” tiene los recursos suficientes para
denunciar las mentiras oficiales en la construcción de una verdad judicial.
Consideraciones finales
Bibliografía
Das, Veena. (2008). Sujetos del dolor, agentes de dignidad. Compilación, Universidad
Pontificia Javeriana, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Colombia.
Programa de Victimas del Conflicto Armado. (2007). Me gustaba mucho ton sonrisa.
Alcaldía de Medellín, Secretaria de Gobierno, Medellín.
Romero, Vargas, Natali & Arango, Manuela. (2011). La esperanza: contra el terror, la
impunidad y el olvido. Trabajo de grado para optar por el titulo de antropóloga/s.
Universidad de Antioquia, Facultada de Ciencias Sociales y Humanas. Departamento de
Antropología.
Documentos jurídicos
1. Nuevo Código Penal y de Procedimiento Penal, ley 599 de 2000 y ley 906 del
2004
2. Manual Único de Policía Judicial. FGN.2005.
3. Ley de Justicia y Paz, 2005. República de Colombia
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