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ANTROPOLOGÍA FORENSE EN COLOMBIA: ANÁLISIS DESDE UNA


PERSPECTIVA CRÍTICA.

Resumen

Con relación a la génesis y desarrollo de la Antropología Forense en Colombia, se


puede afirmar con claridad que esta ha sido el resultado de una demanda social naciente
en el marco de un contexto socio-político determinante: un proceso sistemático de
violación a los Derechos Humanos como producto del conflicto armado interno que
padece el país desde hace ya varias décadas. En este sentido, la Antropología Forense
en Latinoamérica es imposible de definir fuera del marco de las luchas sociales
emprendidas por múltiples actores políticos (movimientos sociales) y de las relaciones
de poder establecidas con las entidades estatales. En este ensayo se pretende demostrar
que la Antropología Forense constituye el lugar “fronterizo” ( pero no neutral, ni
estático) entre las luchas políticas de los movimientos sociales, que exigen cómo primer
requisito para la justicia, la construcción de una verdad social y los discursos, acciones
y políticas estatales que han dado como resultado una pérdida de confianza institucional
y un aumento de la impunidad a través de la “fabricación” de una verdad judicial que
anula la construcción de una memoria histórica extrajudicial. El gran dilema que
enfrenta el antropólogo, es elegir entre seguir reproduciendo el discurso y las políticas
estatales (caso de la ley 975) o tomar una verdadera posición política que contribuya a
la construcción de un nuevo proyecto de sociedad. En este caso, el pensamiento que se
suponía “fronterizo” tiene la virtud de producir algo nuevo. Para lograr lo anterior,
reflexiono acerca del desarrollo y práctica de la Antropología Forense en el marco del
conflicto armado colombiano, a la luz de los avances de los estudios forenses en
Latinoamérica.

Palabras claves: Conflicto armado, Latinoamérica, Antropología Forense, verdad,


movimientos sociales, políticas estatales.

Introducción
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La génesis y desarrollo de la Antropología Forense en el mundo ha sido una respuesta


específica a criterios particulares de cada país, espacialmente considerando situaciones
coyunturales e históricas que tiene que ver con una demanda social, encuadrada en un
contexto cultural, visiblemente marcado por circunstancias políticas , sociales y
económicas concretas.

En Latinoamérica, es bastante conocida la violencia armada que sufrieron varios países


– y que sufren, en el caso de Colombia- en las últimas décadas (Paraguay 1954-1989;
Brasil 1964-1985; Chile 1973-1990; Uruguay 1973-1985; Argentina 1976-1983; Perú
1980-2000; Guatemala 1966-1986; Colombia 1950- hasta hoy). Se trató de situaciones
que se caracterizaron por la instauración de dictaduras militares en la casi totalidad de
los países mencionados y que llevaron a dañar la memoria individual y colectiva de
decenas de latinoamericanos. Entre los crímenes cometidos por diversos actores
armados – grupos paramilitares, escuadrones de la muerte, fuerzas estatales-
encontramos: masacres, episodios sangrientos, genocidios, atropellos contra la dignidad
humana, crímenes de sistema, detención-retención y desaparición, lesiones graves a la
integridad física y psicológica, medidas de control social destinadas a impedir el
nacimiento, esclavitud, traslado forzoso y vinculación de la menores de edad al el
conflicto. Entre los crímenes mencionados, la desaparición forzada (que tiene su origen
en los Estados fascista del periodo entre guerras) constituye uno de los acontecimientos
más significativos de violación a los Derechos Humanos.

En el caso particular de la guerra interna en Colombia, hemos vivido un enfrentamiento


bélico y un luto permanente que ha estado marcado por diversas discontinuidades y
formas de violencia que han afectado profundamente las instituciones estatales y la
población civil. Masacres, genocidios, desapariciones forzadas y ejecuciones arbitrarias
de diversas magnitudes, intencionalidades y secuelas han dado origen a una geografía
nacional ensangrentada. (Basta con analizar las representaciones que tiene los
colombianos de algunos lugares de la geografía nacional).
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Lo anterior, ha representado el sustrato básico que ha llevado a exigir a la ciencia


antropológica la investigación científica de crímenes cometidos por diversos actores
armados. De esta manera, el quehacer de la Antropología Forense en Latinoamérica se
ha visto trasformado para abarcar lo que habitualmente se conoce como investigación
preliminar, así como enfatizar en la construcción investigativa del contexto social en el
cual se produce la violación a los derechos humanos.

Para Belay, R.; Bracamonte, J. Degregori, C.I y Vacher, J.J (2004) la violencia se ha
constituido como un hecho antropológico absoluto de deviseras variaciones tanto
históricas como estructurales que le son consustanciales. Esto demuestra que los
antropólogos en la praxis pueden aportar el enorme potencial con el que cuenta para
tratar de construir una verdad social que contribuya al esclarecimiento de los hechos
cometidos por los actores armados en el marco del conflicto interno colombiano.

Actualmente, la aplicación de la Antropología Forense en Colombia se desenvuelve


entre dos polos. Aun lado están las políticas estatales que se ven manifestadas en el
ámbito jurídico en la ley 906 del 2004, la ley 975 de Justicia y paz y en la recién
aprobada ley de víctimas (2011); y en el otro, se encuentran los discursos y acciones
políticas de los movimientos sociales de victimas que buscan la construcción de una
verdad extrajudicial. En este sentido, la labor del antropólogo forense que trabaja en las
instituciones estatales, ha sido fuertemente criticada por la falta de responsabilidad y
rigurosidad en su quehacer.

Este documento se enfoca en la práctica y desarrollo de la Antropología Forense en


Colombia y en las relaciones de poder que se establecen entre las políticas estatales y
los movimientos sociales, que tiene como sitio de intersección las investigaciones
antropológico – forenses. El documento está estructurado en tres partes. La primera
presenta de manera general los enfrentamientos bélicos ocurridos en Latinoamérica; se
enseña el caso de Perú, Guatemala y Argentina y se hace especial énfasis en la guerra
interna colombiana. La segunda parte explica el surgimiento de la antropología forense
en Latinoamérica, particularmente en Colombia. Igualmente, se elabora una breve
descripción del “modelo latinoamericano de investigaciones antropológico- forense”
empelado para la indagación de graves violaciones a los Derechos Humanos y al
Derecho Internacional Humanitario. En tercer lugar se discute la labor del antropólogo
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forense en Colombia, como sujeto inmerso en medio de polos; las políticas estatales y
las de los movimientos sociales de victimas. Se habla de la vocación del antropólogo,
como sujeto político que apoya los procesos sociales de las víctimas o cómo un vehículo
que se encarga de reproducir el discurso y las políticas estatales que tiene proyectos y
propósitos explícitos. Vale aclarar, que no se descarta la posibilidad de que la
Antropología Forense, se convierta en un ente mediador entre el proyecto de sociedad
que desea el estado y el que reclaman las víctimas. Esta postura no se asume por
representar proyectos sociales completamente antagónicos; el primero, busca la
perpetración del poder y la instauración de un sistema de justicia basado en la
inequidad, el segundo pretende cambios políticos, sociales y económicos y una justicia
cuyo principio sea la equidad.

La invitación es a reflexionar de una forma crítica sobre el papel de la antropología en la


vida social, dentro de un contexto de guerra y de relaciones de poder.

1. Enfrentamientos bélicos en la región del “olivado”: Latinoamérica un telón de


fondo para el surgimiento de la Antropología Forense.

En este apartado se intenta mostrar que la historia de América Latina en las últimas
décadas se identificó por la instauración de dictaduras militares casi en la totalidad de
sus países. Estos períodos de extrema violencia se caracterizaron por el
desconocimiento y violación de los Derechos humanos e infracciones al Derecho
Internacional Humanitario. La magnitud de los atropellos sangrientos contra la
población civil, generó un ambiente propicio donde la necesidad de conocer la verdad
social y de lograr la justicia, significó un espacio de actuación científica para la
Antropología Forense.

A continuación, se presenta, de forma concisa los contextos sociales de violencia en


Perú, Argentina, Guatemala y Colombia, que representaron el telón de fondo para el
surgimiento de una nueva perspectiva de investigación antropológico – forense.

1.1 Perú
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El Conflicto Armado peruano se desarrollo entre 1980 y el 2000, periodo en el que,


según datos de la comisión de la Verdad y Reconciliación, se calcula que fallecieron
cerca de 70.000 personas, de las cuales la mayoría de victimas fueron civiles,
principalmente población indígena y de los sectores rurales. Los actores del conflicto
fueron: el Partido Comunista del Perú (PCP), Sendero luminoso, el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y las fuerzas armadas del gobierno peruano.
(FAFG, 2010)

Para Casallas & Padilla (2004), en Perú el conflicto se originó por una lucha de clases,
generada por una represión y abuso por parte de las Élites, lo que conllevó a la
formación de grupos insurgentes como Sendero Luminoso y Tupac Amarú, en la década
de los setenta. Durante esta misma década Perú vivió en un período de dominación
militar hasta 1979, año en el que el poder volvió a la población civil gracias a la
instauración de elecciones populares. A partir de los años ochenta se generó una intensa
lucha entre grupos creados por el Estado y grupos insurgentes, que con la participación
del grupo denominado “Rondas Campesinas” -conformado básicamente por población
civil- ocasionó una serie de crímenes de Estado y ejecuciones extrajudiciales,
fomentando terror en la población.

Por su lado los militares llevaron a cabo diversas violaciones a los Derechos Humanos
en los lugares donde ejercieron control militar y político1, incluidas masacres donde se
asesinaron campesinos y población indígena.

Por sus parte, el fenómeno de la desaparición forzada en el Perú se desarrollo


principalmente en áreas rurales y fue dirigida a la población campesina,
específicamente las víctimas fueron jóvenes campesinos. Esta situación evidencia una
selectividad y estigma social ligado a un sector cultural. (FAFG, 2010)

El conflicto llegó a su fin con la desmantelación violenta de los grupos insurgentes y la


salida de la presidencia de Alberto Fujimori. En el año 1990 se formó el Equipo
Peruano de Antropología Forense (EPAF) con el fin de aportar pruebas de las

1
Masacre de la Lucanamarca, genocidio en Putis, masacre de Barrios Altos.
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ejecuciones extrajudiciales, restablecer la identidad de las víctimas y elaborar un


completo análisis de la situación social de los enfrentamientos bélicos.

1.2 Argentina

El periodo del conflicto armado argentino, se refiere concretamente, a la dictadura


militar que se instauró en ese país por medio de un golpe de estado el 24 de marzo de
1976, derrocando a un gobierno democrático e instaurando una dictadura que
permaneció en el poder hasta 1983.

Al respecto, Salado& Fondebrider (2009) nos dicen que:

…. Esta última intervención [la instauración de la dictadura militar] tuvo un carácter


diferente: la violación constante de los derechos humanos de los ciudadanos, la
instalación de prácticas como el secuestro, la tortura, la ejecución extrajudicial y el
ocultamiento de los cuerpos de sus víctimas. Entre 10.000 y 30.000 personas fueron
secuestradas en todo el país y pasaron a formar parte de lo que se denominó
detenidos –desaparecidos. La mayoría de ellos eran personas jóvenes (obreros,
estudiantes, militantes, políticos y opositores al régimen en general) que luego de ser
llevados a centros clandestinos de detención (CCDs), torturados y, en la mayoría de los
caos, finalmente asesinados. (p.214).

Al finalizar la dictadura militar, en diciembre de 1983, se elige un nuevo presidente


democráticamente. Ante las constantes demandas sociales de investigar lo sucedido, se
crea la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas CONADEP, para dar
respuesta a los familiares que reclamaban la verdad y la construcción de memoria
histórica que garantizará la no repetición de los crímenes.

Según CONADEP (1984), el número de desaparecidos, de acuerdo a la cantidad de


denuncias presentadas por las víctimas de los familiares, estaría entre las 9.000 y 9.200
personas, pero algunos grupos defensores de los derechos humanos como las Madres
Plaza de Mayo, estiman que las víctimas de la dictadura militar rondan entre 30.000.

1.3 Guatemala

En 1960, cuando comenzó el conflicto interno en Guatemala, se denunciaron


aproximadamente 45.000 desapariciones. La mayoría de desaparecidos vivían en aldeas
campesinas entre 1978 y 1986, durante las campañas de contrainsurgencia dirigidas
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contra los grupos guerrilleros dirigida por las dictaduras militares de los generales Lucas
García (1978-1982), Montt (1982-1983) y Mejía (1983-1986).

Las desapariciones llevadas a cabo por los gobiernos mencionados, representaron un


intento de alminar cualquier apoyo que la guerrilla encontrara en los campesinos
indígenas y ladinos, así como contrarrestar cualquier intento organizado de disidencia.

Según Casallas & Padilla (2004).

El inicio de la década de los 80 represento el momento más álgido de la violencia. La


práctica de la contrainsurgencia más utilizada fue la de la tierra arrasada, cuyo fin era
“quitar el agua al pez”, el pez representado por la guerrilla y el comunismo y el agua
por el pueblo, por esos mataron y desaparecieron pobladores y aldeas enteras,
buscando restar apoyo los grupos contrainsurgentes (p.297).

Los actores del conflicto fueron: el Ejército Guatemalteco, Grupos paramilitares,


Escuadrones de la Muerte, servicio de Inteligencia estatal entrenados por agentes de los
Estados Unidos y Patrullas de Autodefensa Civil (PACs).

Con relación a la lucha contrainsurgente que fue considerada la política estatal que más
desapariciones registro, la FAFG (2010) apunta que:

La política de desaparecimiento de personas durante el Conflicto Armado Interno,


solo fue posible porque existió una estructura en la cual se apoyó. Esta estructura se
desarrollo a partir de la toma del poder estatal por parte de la cúpula miliar del país
durante este periodo. El Estado se trasformo así en un Estado de contrainsurgencia; el
cual, bajo la DSN y la noción de Enemigo Interno se encargaría de neutralizar,
desestructura y eliminar a personas u organizaciones opositoras al régimen establecido
(p.55).

Guatemala a partir de 1986 ha tenido gobiernos democráticos, aunque la situación de


derechos humanos ha mejorado significativamente durante estos periodos, sigue siendo
critica.

1.3 Colombia

Jaime Nieto, (2001) sugiere que “la violencia política colombiana ha estado presente
desde los años 50, no es dable presumir que haya continuidad entre la violencia de los
cuarenta, el conflicto armado de los sesenta y setenta y la guerra de hoy” ( p.68).
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Atendiendo a esta sugerencia, Uribe (Citada por Rodríguez, 2004), nos dice que para
entender los motivos de la existencia de prácticas inhumanas, masacres y genocidios en
el territorio nacional, es preciso partir de una premisa conceptual; Colombia es un país
profundamente diverso y fragmentado con relación al manejo del poder, pues el Estado
ejerce un dominio parcial sobre toda la geografía nacional, especialmente sobre la
zonas periféricas de influencia política. Por otro lado, la pérdida de confianza en las
instituciones que administran la justicia legitima que amplios sectores de la población
se la tomen por su propia cuenta para tratar de solucionar los conflictos por sus propias
manos. De esta forma, las regiones periféricas de influencia política, donde el poder
estatal y la justicia no hacen presencia, son tomadas por poderes locales, entre los que
se encuentran guerrillas, paramilitares, escuadrones de la muerte y milicias populares.
Cada grupo, partiendo de sus principios ideológicos considera, al “otro”, a su opositor,
como un transgresor de sus normas, por tanto como un enemigo que debe ser
eliminado. Dentro de esta lógica la masacre y el genocidio representan el método más
funcional de eliminar al contrario.

Según los teóricos Gonzalo Sánchez y Fals Borda (Citados por Romero& Arango, 2011)
el conflicto armado colombiano se puede dividir en dos etapas, pero apuntando que se
han presentado discontinuidades a lo largo de su desarrollo; la primera denominada
como la violencia se desarrolla en la década de los años cincuenta, que es atravesada por
la lucha de poder entre conservadores y liberales y el surgimiento de los movimientos
guerrilleros ( en 1964 se conforma el ELN, en 1966 surgen las FARC y en 1967 aparece
el EPL, entre otros grupos que estaban en contra del gobierno). La segunda etapa va
desde la década de los 80 hasta hoy, se caracteriza porque surgen con fuerza las
organizaciones del narcotráfico y sus grupos armados, los paramilitares.

La consolidación y expansión del proyecto paramilitar altero profundamente el


contexto nacional, pues la lucha de poder que se presento penetro todas las instituciones
estatales y organizaciones sociales.

Los resultados de la implantación de diversas formas de violencia en Colombia han sido


las masacres, desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones arbitrarias, desplazamientos
forzados, atropellos contra la dignidad humana, tratos crueles y degradantes, entre otras
formas de violencias que están ancladas en las representaciones de ese “otro” como
enemigo. Se trató/a de situaciones que crearon múltiples daños culturales que en
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ocasiones no son reconocidos por la legislación colombiana, como el caso de los


desplazamientos masivos en la Guajira. Igualmente estas situaciones han generado un
daño profundo en la memoria individual y colectiva de decenas de colombianos, grupos
indígenas y afrodescendientes. Si bien, se ha buscado la “paz”, esta no ha representado
algo más que la implantación de nuevas políticas, como la doctrina de seguridad
democrática que sumió al país en una profunda crisis humanitaria, pues la
implementación desmedida de prácticas fascistas como la desaparición forzada, las
persecuciones políticas a la oposición, la ruptura de la línea que separa la población
civil de la combatiente ( pago de informantes , detenciones masivas), llevo a que los
colombianos terminaran argumentando que lo contario a la violencia es su
legitimación.

De esta manera, las políticas “democráticas” implementadas por el gobierno, justifican


el uso de la violencia, como único medio para alcanzar fines justos como la paz. Este
principio se ha convertido en la columna vertebral de las campañas políticas y de la
implementación en el ámbito jurídico, de leyes como la 975 de justicia y paz del 2005.

Para Zuluaga (2001) , “la cuestión , pues , no es tanto poner fin a la guerra como a las
condiciones que la han alimentado, para lo cual se requiere un acuerdo de paz que
haga viable la convivencia pacífica y un nuevo contrato social para la democratización
de la sociedad. Tal camino hacia una paz positiva en la que los diferentes proyectos de
sociedad se confronten políticamente….” (p.70).

Los actores armados que han cometido violaciones a los Derechos Humanos son: 1.
Estatales, representados por las fuerzas de seguridad del estado que ha adelantado
acciones bélicas contra enemigos declarados, por ejemplo contra grupos guerrilleros o
campesinos “simpatizantes”; cometidas por el ejército. Entre estas acciones, podemos
mencionar las masacres de Trujillo, cometida entre el 28 de octubre de 1988 y el 5 de
mayo de 1991, dejando un saldo aproximado de victimas de 107, donde el ejercito
asesino a un grupo de campesinos que posteriormente hicieron pasar por “bajas” en un
aparente enfrentamiento contra grupos guerrilleros. 2. Paraestatales, cometidas por
grupos paramilitares y de autodefensas contra campesinos declarados enemigos por ser
“simpatizantes” de los grupos guerrilleros. Los paramilitares han cometido crímenes
selectivos y sistemáticos contra personas señaladas por sus informantes muchas veces
10

ex –guerrilleros o supuestos colaboradores de éstos. 3. Grupos guerrilleros, la mayoría


de sus víctimas se producen en atentados terroristas.( Rodríguez, 2004).

Para finalizar este apartado, quisiera introducir un relato que muestra las
representaciones que un niño colombiano tiene acerca del conflicto armado. De paso,
mostrar que las acciones bélicas desbordan los aspectos políticos y se entremezclan con
los aspectos sociales, religiosos, culturales, éticos, de parentesco, entre otros.

Locombia (Proyecto Medellín la más Educada, Programa de Victimas del Conflicto


Armado, 2007:11).

Esta es la historia de un país llamado Locombia. En él vivían personas muy violentas,


estaban tan locos que los niños no podían salir de sus casas porque los adultos estaban
muy ocupados matándose entre ellos mismos. Y hasta había veces les pegaban, y otras
abusaban de ellos, y así estos niños se iban volviendo adultos locos y agresivos como los
habitantes de Locombia. (p.11).

2. Antropología Forense en Latinoamérica: la construcción de un nuevo modelo


de investigación social.

En la práctica, la antropología Forense ha demostrado que aporta un importante


potencial teórico – metodológico que permite la reconstrucción de las memorias de
los diversos conflictos armados, así como también en la ubicación y rescate de
personas desaparecidas, que fueron ocultadas por sus victimarios en fosas comunes,
cementerios y ríos como tumbas, precisamente con el objetivo de interrumpir
proceso sociales como la justicia, la verdad y la memoria colectiva. Pero esta
práctica se ve entorpecida, cuando entidades estatales utilizan los conocimientos y
prácticas de esta disciplina para reproducir las políticas, acciones y discursos de
quienes detectan el poder. Se elaboran conceptos abstractos como verdad, justicia,
memoria y reparación que se convierten en palabras huecas sin contenido. En este
sentido, la antropología forense corre el grave peligro de ser utilizada en beneficio
de objetivos estatales que buscan ocultar la verdad de los hechos bélicos que en
muchas ocasiones son cometidos por fuerzas regulares o por escuadrones
paramilitares con la complacencia del estado. De esta manera, se manifiesta una
doble conciencia por un lado, el estado cometen los crímenes que infringen los
11

Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario; por el otro, se


consideran los mayores protectores de estos Derechos

La visión de la antropología forense que se muestra se hace desde un escenario de


guerra, pero con la mirada puesta en el antropólogo forense como un actor político
que contribuye – desde el ámbito científico y social- en el proceso de construcción
de un nuevo proyecto de sociedad democrática. En este sentido debemos
preguntaros ¿para qué? y ¿para quién la antropología forense?, ¿para la
reconstrucción de una memoria social?, ¿con la idea de que el estado se legitime y
gane adeptos entre los ciudadanos?

Es en ese escenario de guerra Latinoamericano, donde surge la necesidad de


investigar científicamente las violaciones los Derechos Humanos perpetrados por
múltiples agentes militares.

En Argentina, en 1984 se comienza a hacer investigaciones acerca del destino final


de más de 11000 personas desaparecidas durante la dictadura militar, es a partir de
esas indagaciones cuando se comeinzan a sentar las bases de una nueva forma de
aproximarse a lo que es la Antropología Forense.

El Equipo Argentino de Antropología Forense, se crea con el objetivo inicial de


entender y recolectar las evidencias sobre la desaparición en este país. Su creación
conto con el apoyo de Clyde Snow, antropólogo forense Norteamericano que marcó
una pauta en las investigaciones antropológico- forense a nivel mundial.

En este proceso, el Equipo Argentino de Antropología Forense, extendió su apoyo a


otros países, jugando un papel central en el desarrollo de la disciplina. Así, en 1992
se constituyo el equipo Guatemalteco de Antropología Forense, que en 1997 se
convertirá en FAFG, Fundación de Antropología Forense de Guatemala,
posteriormente surgirían otros organismos de investigación como la CAFCA,
Centro de análisis Forense y Ciencias Aplicadas. Todas estas organizaciones
trabajando en investigaciones sobre el tema de los derechos humanos.

Posteriormente, debido a los constantes hallazgos de restos óseos y a las demandas


sociales que exigían investigaciones científicas inmediatas. En 1997, un grupo de
arqueólogos peruanos que fueron motivados por José Pablo Baraybar se
involucraron en investigaciones como asistentes en las investigaciones del Tribunal
12

Penal Internacional para l antigua Ex – Yugoslavia. Esta experiencia significo la


conformación en el 2001 del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF).
(Parra, 2009)

2.1 ¿Antropología Forense?

La Antropología Forense ha sido definida y comprendida como la disciplina que aplica


los conocimientos de la Antropología Física y Biológica a contextos legales (Stewart,
1979) y tradicionalmente ha tenido los siguientes objetivos (objetivos que deben ser
reformulados en el caso de Latinoamérica):

a) La identificación de Individuos a partir del estudio de los restos -total o


parcialmente- esqueletizados y/o en estado avanzado de descomposición. Esto
en aras de estimar y determinar el sexo, la edad, la estatura, y la filiación
poblacional, en conjunto con lesiones potencialmente informativas en materia de
individualización e identificación, tales como los traumas antemortem y las
patologías óseas.
b) La reconstrucción de los momentos alrededor del deceso, manera, mecanismo y
posible causa de muerte a través del estudio y análisis no sólo de traumas óseos
perimortem sino también del sitio de hallazgo o contexto.

Si bien es cierto que existe una falta evidente de consenso teórico entre los diferentes
autores que han intentado abordar la Antropología Forense, también es cierto que es
posible conceptualizarla y caracterizar su definición teniendo en cuenta los orígenes y
los mecanismos que han dado lugar a su nacimiento y que han propiciado su desarrollo
ulterior en los diferentes países.

Con respecto al nacimiento de la Antropología Forense, es claro que se puede rastrear


una dinámica común en los continentes europeo y americano. Dicha dinámica tiene que
ver con la demanda social, enmarcada en un contexto cultural específico y visiblemente
marcado por circunstancias políticas, sociales y económicas concretas.
13

A grandes rasgos, podemos decir que la conformación del equipo de Antropología


Forense y la creación de comités científicos tanto en Europa como en los Estados
Unidos fue una decisión científica, fue un acuerdo mutuo entre las diferentes ramas del
saber que involucra la Antropología Forense. Por el contrario, en Latinoamérica la
situación de violencia que ha vivido los diferentes países se puede catalogar como un
hecho social intenso y extensivo a toda la población civil, bien sea, directamente o
indirectamente. La Antropología Forense surge en Latinoamérica como una necesidad
social de investigar científicamente crímenes cometidos por el estado, con ocultamiento
de cuerpos, y no crimines cometidos por particulares como consecuencia de la
delincuencia común. Este último elemento hace que sea necesario en primer lugar,
llevar cabo un estudio minucioso sobre el contexto social en el que se producen los
hechos violentos, con el fin de comprender de una manera más amplia las
circunstancias de modo , tiempo y lugar en que se llevan a cabo las desapariciones y, en
segundo lugar las circunstancias especificas de los conflictos Latinoamericanos hace
que las definiciones adoptadas de la escuela norteamericana se vean obligadas a
transformarse, o mejor aún retomando las palabras de José Vicente Rodríguez (2004), a
presentar mutaciones para poder abarcar lo que habitualmente se conoce como
investigación preliminar, así como poner mayor énfasis en el contacto del antropólogo
forense y los familiares de las víctimas.

En este sentido, la antropología forense en latinoamericana la podemos definir como la


espacialidad “que se nutre de los conocimientos de la antropología sociocultural, la
arqueología y la bioantropología aplicados a los procesos fiscales o judiciales, con
fines legales y humanitarios” ( ASAFP;2004, citado por Parra;2004, pág. 5).

2.2 Antropología forense en Colombia

En Colombia la situación reviste una naturaleza distinta. Desde mediados de los años
80, el desarrollo de la antropología, estaba marcado por un énfasis en la antropología
física, ligado a la arqueología, esto genero un efecto en los organismos judiciales, pues
desde finales de la década de los 80 comenzaron a incorporar a sus equipos,
antropólogos encargados de realizar el trabajo antropológico forense. De esta manera, la
recuperación, el análisis, la individualización y posterior identificación de restos óseos
de personas que fallecieron por circunstancias violentas o no violentas es la principal
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labor de esta disciplina. El modelo de antropología forense, se ha modificado un poco


en los últimos años, incorporando una construcción investigativa del marco social
(análisis contextual) en el cual se producen las muertes o desapariciones. Esta iniciativa
de comprender a profundidad el marco del conflicto armado colombiano, es
desarrollada por organizaciones no gubernamentales.

En el año 2010, la Fiscalía General de la nación en un trabajo colectivo con la Unidad


de Victimas, contrato a una entidad académica para aplicar el modelo de investigación
preliminar desarrollado en países como Perú y Argentina, en el caso de los
desaparecidos de la Comuna 13 de la ciudad de Medellín. Los resultados de esta
pesquisa no se conocen, aunque en un inicio las autoridades a cargo anunciaron el
carácter de investigación pública y de interés general. A pesar de la reserva de los
resultados de dicha indagación, se dio un primer paso en la aplicación del modelo
latinoamericano de investigaciones antropológico –forenses en Colombia.

Continuando con el desarrollo de la antropología forense en Colombia, en 1995 la


Universidad Nacional de Colombia, Creara una especialización en antropología forense,
que hasta hoy se mantiene como el único programa de posgrados en esta materia. A
cargo del doctor José Vicente Rodríguez, se ha promovido la especialización y
certificación de la partica académica; generando además espacios para la participación
de médicos, odontólogos, abogados, entre otros.

Un hecho significativo anterior a la creación del posgrado en Antropología Forense, es


que en el año de 1991 con la creación de la Fiscalía General de la Nación, se crearon
cinco laboratorios de Antropología Forense, los cuales se ubicaron en cinco capitales de
departamento y uno en el Instituto Nacional de Medicina Legal ( Sanabria, 2008).

Actualmente, en Colombia existen varios grupos de investigación de carácter no


gubernamental de vocación científica y humanitaria, que están integrados por
especialistas de varias áreas como antropólogos, médicos, odontólogos, entomólogos,
edafólogos, ingenieros informáticos. Entre estos grupos hacemos mención de: la
Asociación Colombiana de Antropología Forense (ACAF), AAFIC, Asistencia Forense
para la Protección de los Derechos Fundamentales y el Avance de la Investigación
15

Científica, EQUITAS Equipo Interdisciplinario de Trabajo Forense y Asistencia


Sicosocial, ECIAF, Equipo Colombiano de Investigaciones Antropológico Forenses.

2.2 Modelo de investigación Antropológico – Forense Latinoamericano

Desde el punto de vista científico y social , el objetivo principal de este apartado


consiste en mostrar la importancia de la implementación de las tres etapas de
investigación antropológico – forense para el estudio de restos óseos humanos; la
investigación preliminar que consiste en el análisis de información oral y escrita y
formulación de hipótesis; la recuperación del cuerpo y la evidencias asociadas
utilizando los conocimientos, métodos y técnicas de la arqueología y el análisis en
laboratorio.

La ejecución de estas tres fases de investigación en algunos países Suramericanos como


Perú, Argentina y en menor medida Centro Americanos como Guatemala – naciones
que han sufrido las consecuencias de la represión política, donde la mayoría de víctimas
son producto del terrorismo de estado - ha significado un avance en el campo
antropológico y otras ciencias afines, pues se ha logrado el pleno conocimiento del
contexto social en el cual se desarrollaron las muertes, la intervención en el campo
arqueológico ha sido la adecuada en la recuperación de evidencia física y, las labores de
individualización e identificación también ha arrojado excelentes resultados.sto ha
permitido que la verdad, la justicia y la reparación, no se conviertan en conceptos
abastaros, por el contario se ha constituido sobre hechos específicos que dan respuestas
a los familiares.

2.2.1 Investigación preliminar

Es la etapa de la investigación antropológico – forense durante la cual se recolecta la


información existente acerca del caso, “es decir toda la información referente a la
víctima, a sus características físicas, así como a los hechos que condujeron a su
desaparición y muerte, como también la búsqueda de los sitios donde pudiera hallarse
dicha persona “ ( Bacigalupo,2005 : 30). En síntesis se recoge la información
relacionada con las circunstancias de tiempo, modo, lugar y algunas características
16

físicas de la persona que sean relevantes para la investigación. La utilidad de los datos
físicos radica en que pueden ser cotejados con la información de los cadáveres – si es el
caso – o de los restos óseos no identificados que ha ingresado a cualquiera de las
entidades estatales encargadas de su manejo.

En síntesis, el objetivo fundamental de la investigación preliminar “es lograr la


reconstrucción histórica, social y judicial de los hechos, con el fin de restituir la
identidad individual y social pérdida” (Bacigalupo, 2005:32).

2.2.2 Arqueología forense

La aplicación de los métodos y técnicas de la arqueología, a partir de los años 70, en la


exhumación de restos óseos humanos involucrados en casos legales (Rodríguez, 2004),
constituye un avance esencial en la práctica de la antropología forense, en cuanto
permite recuperar de manera científica, los elementos que conforman el esqueleto y
reconstruir en forma precisa y confiable las condiciones en que fueron inhumados los
cuerpos y el contexto (sitio de hallazgo) en el cual fueron hallados.

Esta segunda etapa dentro de la investigación antropológica forense (la primera etapa
corresponde a la investigación preliminar) es decisiva en todo el proceso judicial, ya
que si no se da una adecuada recuperación de los elementos materia de prueba y la
evidencia física, el posterior trabajo en laboratorio y las deducciones a las que llega el
antropólogo forense y su equipo de trabajo se ven seriamente limitadas.

2.2.3 Análisis en laboratorio de los restos óseos

Es la penúltima etapa de la investigación antropológica- forense se analizaran en


laboratorio los restos óseos humanos recuperados en campo, con el objetivo de
establecer su identificación y contribuir a la determinación de la manera de muerte.
(Establecimiento del perfil biosocial). Igualmente el estudio de las evidencias físicas
recuperadas en el sitio de entierro.

La investigación antropológica forense culmina con el proceso de devolución de los


restos óseos a los familiares y con la posterior reparación a las víctimas. En Perú, el
17

EPAF, está realizando campañas posteriores al incidente de reparación con las víctimas.
Esta labor se enmarca dentro de un proyecto llamado antropología forense y desarrollo,
que lo que pretende es brindar un apoyo social a las personas para la reconstrucción de
la verdad sobre los hechos y así contribuir a la configuración de la memoria colectiva e
individual.

En términos generales, la antropología forense en Latinoamérica ha configurado un


marco teórico- metodológico y conceptual que permite abordar el tema de la violación a
los Derechos Humanos y la importancia del estudio de los hechos sociales que generan
las muertes y desapariciones, desde un ámbito más amplio que ha posibilitado la
obtención de resultados tanto en el ámbito legal como el humanitario.

3. Antropología Forense en Colombia: dos polos tres actores.

Finalmente, la Antropología Forense constituye el lugar “fronterizo” entre las luchas


políticas de los movimientos sociales, que exigen cómo primer requisito para la justicia,
la construcción de una verdad social y los discursos, acciones y políticas estatales que
han dado como resultado una pérdida de confianza institucional y un aumento de la
impunidad a través de la “fabricación” de una verdad judicial que anula la construcción
de una memoria histórica extrajudicial.

Para demostrar el argumento anterior, en un lado están las actuaciones de los


antropólogos en el marco normativo; y en el otro encontramos los académicos o
defensores de los derechos humanos, que también realizan investigaciones
antropológico – forenses, la diferencia es que estos últimos ven a las víctimas como
agentes de dignidad y, los primeros como estadísticas que engrosan los archivos
estatales de casos “pendientes “por resolver.

3.1 Primer polo: políticas y acciones estatales.

La práctica de la antropología forense en Colombia se desenvuelve dentro de un marco


legal particular, la ley 906 de 2004 referente al nuevo sistema penal acusatorio, y la ley
975 del 2005, la ley de justicia y paz (cuyo marco referencia es la Justicia Transicional),
(Quiroz, 2010) a través de los cuales se investigan los hechos relacionados de
18

desaparición forzada, ejecuciones arbitrarias, asesinatos y masacres. Así mismo, se


aportan elementos útiles para la justicia con relación a casos de tortura.

A continuación, se presenta las actuaciones del antropólogo forense en el marco de la


ley 975 del 2005, ley de Justicia y Paz.

3.1.1 La antropología forense en Colombia, en el marco de la ley de justicia y Paz –


ley 975 de 2005-

En el marco de la Ley 975 de 2005, el proceso de Desmovilización es el punto de


partida en el que los individuos ofrecen una verdad extrajudicial denominada “versión
libre” y que desemboca en el inicio del proceso de investigación.

La investigación antropológico forense en el marco de la Ley 975 pretende facilitar el


trabajo tanto de los servidores de la Justicia como el de los peritos mediante la
investigación científica de crímenes cometidos por los grupos al margen de la ley. De
igual manera, el trabajo interdisciplinar se ve reflejado en la cooperación entre las
diversas especialidades con el fin de obtener una verdad oficial y finalmente buscar
satisfacer las necesidades sociales de las comunidades que se han visto agredidas por los
grupos mencionados. El antropólogo forense en términos generales participa en la
investigación penal, en el momento en que se solicitan sus aportes científicos para
establecer si la forma de muerte fue violenta o accidental, y para aportar en el proceso
de individualización e identificación de personas, independientemente de la causa de su
muerte.

Concretamente, el capítulo IV sobre Investigación y Juzgamiento, en su artículo 16 de la


ley 975 nos habla sobre la Competencia y reza:
Recibido por la unidad nacional de fiscalía para la justicia y la paz él, o los nombres
de los miembros de grupos armados organizados al margen de la ley dispuestos a
contribuir de manera efectiva a la consecución de la paz nacional, el fiscal delegado
que corresponde asumirá de manera inmediata la competencia para: 16.1 Conocer de
las investigaciones de los hechos delictivos cometidos durante y con ocasión de la
pertenencia al grupo armado organizado al margen de la ley. 16.2 Conocer de las
investigaciones que cursen en contra de sus miembros.16.3 Conocer de las
19

investigaciones que deban iniciarse y de las que se tenga conocimiento en el momento o


con posterioridad a la desmovilización. (p, 4)

Posteriormente en el artículo 17 de la misma ley, el tercer párrafo indica con claridad


que:

La versión rendida por el desmovilizado y las demás actuaciones adelantadas en el


proceso de desmovilización, se pondrán en forma inmediata a disposición de la Unidad
Nacional de Fiscalías de Justicia y Paz con el fin de que el fiscal delegado y la Policía
Judicial asignados al caso elaboren y desarrollen el programa metodológico para
iniciar la investigación, comprobar la veracidad de la información suministrada y
esclarecer esos hechos y todos aquellos de los cuales tenga conocimiento dentro del
ámbito de su competencia. El desmovilizado se dejará inmediatamente a disposición
del magistrado que ejerza la función de control de garantías, en uno de los
establecimientos de reclusión determinados por el Gobierno Nacional de acuerdo con
el artículo 31 de la presente ley, quien dentro de las treinta y seis (36) horas siguientes
señalará y realizará audiencia de formulación de imputación, previa solicitud del fiscal
que conozca del caso.

De acuerdo con lo anterior, el antropólogo forense que pertenece a la Unidad Especial


de Justicia ejercerá funciones de policía judicial; de la misma manera, cualquier otra
entidad que ofrezca los servicios de investigación que requiere el fiscal, podrá ser
contratada y ejercerá funciones de policía judicial transitorios.

La Antropología Forense contribuye en un parte del proceso judicial, donde es necesaria


la recuperación minuciosa, rigurosa y efectiva de los elementos materiales probatorios y
de la evidencia física, así como su análisis posterior. Para todo el proceso de
investigación se cuenta con 60 días hábiles a partir de la versión libre y confesión de los
crímenes realizados por individuos que delinquieron mientras se encontraban
vinculados con un grupo subversivo.

El proceso de investigación tiene como jefe máximo al Fiscal delegado de la Unidad de


Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación, pero es claro que al interior del
20

proceso de investigación antropológico forense, es el antropólogo quien debe


encargarse de dirigir dicha investigación.

Con la investigación antropológica forense se obtiene dentro de la ley de justicia y paz


dos tipos de verdad: por un lado, una verdad oficial que se construye a partir de todo el
proceso investigativo, y corresponde a la divulgada por las entidades del Estado. Y por
otro lado, una verdad científica que corresponde al ente investigativo pero que puede
ser consultada por cualquier víctima que la solicite.

3.2 Segundo polo: Antropología Forense y organizaciones de victimas.

En el Foro de la CA sobre antropología en lo público, Hale (1997) Formulo la siguiente


premisa acerca la responsabilidad del antropólogo:

Debemos avanzar entre relatos altamente cargados de los que sucedió,


produciendo nuestras propias versiones, que son inevitablemente parciales y
situadas. Alternativamente, al optar por no abandonar en esta historia reciente,
corremos el riesgo de complicidad con poderosos interés, que son aquellos a los
que más le conviene la amnesia oficial (p. 817-838).

Al respecto Veena Das (2008), refiere que señalar las mentiras oficiales es un acto
demostrar y hacer. El antropólogo “heroico” tiene los recursos suficientes para
denunciar las mentiras oficiales en la construcción de una verdad judicial.

La magnitud de requerimientos humanitarios, en un país como Colombia obliga al


antropólogo forense a cristalizar en acciones políticas y prácticas todo su bagaje teórico-
metodológico. De esta forma, la reconstrucción de una verdad social contribuye a
desligar la violencia de la vida cotidiana.

La verdad social o extrajudicial dentro de un contexto de guerra como el colombiano,


resulta ser un arma poderosa con la que cuenta las organizaciones de victimas de
oponerse al los constantes engaños del Estado. La verdad, según el Estado, es que
“señora lo lamento pero su hijo despareció en 1988 por tanto, no podemos iniciar un
proceso judicial dentro de la instauración del proyecto paramilitar en la ciudad de
Medellín, la señora responde al servidor judicial: para la época, mi hijo – el
desaparecido- se encontraba en mi vientre, cómo es posibles esto.” Este pequeño
21

fragmento, de una conversación que sostuve con la madre de un desaparecido de la


Comuna 13, en el año 2010, ilustra claramente porque es necesario que la antropología
forense demuestre, en el ámbito social, humanitario, jurídico, porqué es relevante la
construcción de una verdad social y no la configuración de una verdad a medias que
busque legitimar el accionar del aparato estatal y gubernamental.

Para terminar,en Colombia las organizaciones de victimas trabajan desde diferentes


perspectivas académicas sicológicas, trabajo social, derecho, sociológicas. En estas
mesas de trabajo surgen cuestionamientos relacionados con el material osteológico, con
la implementación de una ruta de búsqueda de desaparecidos, con los procesos que
implementa la Fiscalía General De la Nación. Lo anterior, sugiere que las victimas
deben exigir a las entidades estatales, su participación en los procesos de investigación,
de esta manera se garantiza la trasparencia del proceso y se vincula directamente a las
organizaciones civiles.

Consideraciones finales

1. Actualmente, la aplicación de la antropología forense en Colombia se


desenvuelve entre dos polos. Aun lado están las políticas estatales que se ven
manifestadas en el ámbito jurídico en la ley 906 del 2004, la ley 975 de Justicia
y paz y en la recién aprobada ley de víctimas (2011); y en el otro, se encuentran
los discursos y acciones políticas de los movimientos sociales de victimas que
buscan la construcción de una verdad extrajudicial. En este sentido, El gran
dilema que enfrenta el antropólogo, es elegir entre seguir reproduciendo el
discurso y las políticas estatales (caso de la ley 975) o tomar una verdadera
posición política que contribuya a la construcción de un nuevo proyecto de
sociedad.

2. La antropología forense en Latinoamérica, surge como una necesidad de las


organizaciones civiles de investigar con conocimientos, técnicas y métodos
científicos los crímenes cometidos por múltiples actores armados tanto en el
marco de la legalidad como de la ilegalidad. Lo anterior, obliga al antropólogo
22

forense a comprender el contexto social en el cual se producen las


desapariciones y la muertes violentas y asumir una postura política (el
antropólogo no puede seguir asumiendo un postura neutral, debe tener una
vocación critica) y cristalizar en la praxis todos los elementos teóricos con los
que cuenta.

3. La verdad, la justicia, la reparación, el duelo familiar, no pueden seguir siendo


conceptos sin contenido y abstractos, no pueden ser frases que se disuelvan en el
aire. Por el contario, deben construirse sobre elementos concretos, que den
soluciones políticas y sociales a los familiares de las personas desaparecidas. Por
lo anterior, la búsqueda de los desaparecidos, los trabajos de recuperación e
identificación de las víctimas y el compromiso social de una serie de
profesionales (antropólogos, servidores judiciales, arqueólogos, entes
gubernamentales) son elementos centrales para llenar esas palabras de
contenido.

4. En el contexto del conflicto armado colombiano, la antropología forense al


igual que la investigación judicial, se nutren de los conocimientos, técnicas y
métodos de otras disciplinas científicas, lo que facilita el proceso de
investigación de personas desaparecidas. Estas dos disciplinas científicas se debe
convertir en un elemento fundamental para la sociedad debido a la cantidad de
desparecidos, de entierros clandestinos en los cementerios, de constantes
violaciones a los derechos humanos y del aumento de denuncias acerca de la
ubicación geográfica de fosas comunes por parte de los familiares de
desaparecidos.
23

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