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Doctrina Social de la Iglesia: Conocimiento iluminado por la fe, cuyo objeto de estudio es el
hombre desde la perspectiva de un Humanismo integral y solidario.
Fuentes: La sagrada Escritura (antiguo y nuevo testamento) y las enseñanzas de los padres y de
los grandes teólogos de la iglesia y del mismo Magisterio.
Fundamento y Objeto: La dignidad de la persona humana con sus derechos inalienables, que
forman el núcleo de la “verdad sobre el hombre”
Sujeto: Todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que estén comprometidos con el servicio
al bien común.
La Iglesia sigue con la permanente misión de anunciar la salvación a través del Evangelio
enseñando al ser humano su dignidad propia y su vocación a la comunión de las personas. Si
descubrimos que Dios nos ama, entonces seremos capaz de salir al encuentro del otro.
El amor cristiano nos impulsa a denunciar las injusticias, e inspirados por un humanismo integral y
solidario, a comprometernos a una mayor conciencia moral que oriente el camino común.
Los principales destinatarios de este Compendio son los obispos, los sacerdotes, sobre todo los
formadores, y los fieles laicos y a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad que están
comprometidos en el servicio del bien común.
Con el Compendio, la Iglesia quiere aportar verdad a la cuestión del lugar que ocupa el ser humano
en la naturaleza y en la sociedad. Tres de los desafíos básicos son:
la verdad misma del ser humano;
la comprensión del pluralismo y de las diferencias en todos los ámbitos: de pensamiento, opción
moral, cultura, adhesión religiosa, filosofía del desarrollo humano y social;
la globalización.
La Iglesia anda junto con toda la humanidad y quiere proponer un humanismo a la altura del designio
del amor de Dios sobre la historia.
a) La cercanía gratuita de Dios (20-25): La experiencia de Dios es abierta a todas las personas.
Que se revela progresivamente ofreciéndose gratuitamente haciendo una Alianza con su pueblo.
Parte de esta alianza implica las relaciones sociales con los demás.
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b) Principio de la creación y acción gratuita de Dios (26-27): Según el Génesis, Dios crea este
mundo y éste es el escenario en que el Señor actuaría misericordiosamente en favor de los seres
humanos. El hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios (Imago Dei), están llamados
a ser el signo visible y el instrumento eficaz de la gratuidad divina.
II. Jesucristo: cumplimiento del designio de amor del padre (Nº 28-33)
b) La revelación del Amor trinitario (30-33): Este amor de Dios hacia nosotros es un amor
trinitario, y éste es el sentido del misterio de la Encarnación.
El amor de Dios ha sido revelado a través de Jesucristo, crucificado y resucitado. Es el amor que
de Dios Padre que se comunica a nosotros a través de Dios Hijo, el amor del Espíritu Santo que se
infunde en nuestros corazones.
a) El amor trinitario, origen y meta de la persona humana (34-37): la revelación proyecta una luz
sobre la naturaleza y el destino de la persona humana. Cuando promovemos la dignidad y la
vocación integral de las personas, estamos viviendo conforme al designio de Dios. Podemos
encontrar los fundamentos antropológicos sobre la dignidad de la persona en esas primeras páginas
del Génesis. Solamente es en relación con Dios que podemos descubrir el significado auténtico y
pleno de la vida personal y social.
La Iglesia: Signo e Instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género
humano. Su misión es anunciar y comunicar la salvación realizada en Jesucristo, es decir, la
comunión con Dios. La iglesia es el sacramento de del Amor de Dios y, por ello, de la esperanza
más grande, que activa y sostiene todo proyecto y empeño de auténtica liberación y promoción
humana.
a) La Iglesia, morada de Dios con los seres humanos (60-61): la Iglesia es solidaria con cada
hombre y cada mujer. No estamos solos, sino que encontramos a Dios a través de la Iglesia, cada
persona es un ser abierto a la relación con los demás en la sociedad para la búsqueda del bien
común que es la mejor garantía del bien personal. La Iglesia dirige su doctrina social al ser humano
inserto en la sociedad.
b) Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio (62-65): La sociedad, y con ella la política,
la economía, el trabajo, el derecho, la cultura, no constituyen un ámbito meramente secular y
mundano, sino que también al ser humano que es el camino primero y fundamental de la Iglesia.
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La doctrina social es una palabra que libera: infunde en el corazón de las personas la carga de
significado y de liberación del Evangelio.
d) Derecho y deber de la Iglesia (69-71): la Iglesia tiene el derecho y el deber de elaborar una
doctrina social propia y de renovar con ella la sociedad. La Iglesia tiene el derecho de ser, para el
ser humano, maestra de la verdad de fe, tanto la verdad moral como la dogmática.
La doctrina social no es sólo un privilegio sino un derecho de la Iglesia: de hacer resonar la palabra
liberadora del Evangelio en todas las instituciones en que viven los seres humanos.
El derecho es también un deber porque renunciar a él sería renunciar a sí misma y a su fidelidad a
Cristo.
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UNIDAD 3: La naturaleza de la Doctrina Social. Conocimiento iluminado por la fe, en diálogo con
los otros saberes. El magisterio eclesial. Elementos constitutivos: principios permanentes, criterios
de juicio y orientaciones para la acción. Dimensiones: teórica, histórica y práctica. Metodología:
proceso inductivo-deductivo. Ver, juzgar, actuar.
a) Un conocimiento iluminado por la fe (72-75): la doctrina social es una categoría propia que
interpreta la realidad a la luz de la fe y de la tradición de la Iglesia. El propósito de la doctrina social
es orientar la conducta de las personas y, en este sentido, refleja los tres niveles de la enseñanza
teológico-moral: -el nivel fundante de las motivaciones - el nivel directivo de las normas de la vida
social - y el nivel deliberativo de la conciencia. Tiene su propio método y propia estructura de
conocimiento.
b) El diálogo cordial con todos los saberes (76-78): Como la doctrina social entra en diálogo con
la razón humana, también se sirve de las aportaciones del saber humano como son la filosofía y las
ciencias humanas. La doctrina social es, en primer lugar, una teología, pero esto no significa ignorar
el aporte filosófico, también las ciencias humanas y sociales ofrecen una contribución significativa
a la doctrina social. Estas ciencias ayudan a la doctrina social a tener competencia, concreción y
actualidad. Son necesarias, tanto para conocer a las personas en la sociedad, como para comunicar
su mensaje
Los principios permanentes de la doctrina social, que constituyen los verdaderos y propios
puntos de apoyo de la enseñanza social católica son:
la dignidad de la persona (que ya vimos en el capítulo anterior);
el bien común;
la subsidiaridad;
y la solidaridad.
Son principios de un significado moral porque su aplicación correcta conduce a edificar la sociedad,
mientras que el ignorarlos conduce a empobrecer la sociedad.
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UNIDAD 5: La persona humana. Imago Dei. Múltiples dimensiones: unidad, apertura, libertad,
dignidad y sociabilidad.
El Hombre: Creatura con vocación de eternidad, creada a imagen y semejanza de Dios y llamada
a ser una con él, en la salvación.
Imago Dei (imagen de Dios): Dios coloca a la criatura humana en el centro y en la cumbre de la
creación. Por haber sido hecho a imagen y semejanza de Dios, el ser humano tiene la dignidad de
persona. No es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas. Es llamado por la gracia a una alianza con su
Creador, a ofrecerle una respuesta de Fe y de Amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.
(“Solo el Hombre es capaz de Dios”)
Unidad de la Persona: El hombre ha sido creado por Dios como unidad de alma y cuerpo. El
alma espiritual e inmortal es el principio de la unidad del ser humano, es aquello por lo cual existe
como un todo. Tampoco es lícito despreciar la vida corporal, el hombre debe tener por bueno y
honrar su propio cuerpo. El H por tanto tiene dos características: es un ser material vinculado a
este mundo mediante su cuerpo y un ser espiritual abierto a la trascendencia y al descubrimiento
de una verdad más profunda, a causa de su inteligencia, que lo hace partícipe de la luz de la
inteligencia divina.
Apertura a la Trascendencia y Unicidad de la Persona: El hombre está abierto al infinito y a
todos los seres creados (a Dios). Con su inteligencia y su voluntad se eleva por encima de todo
lo creado y de sí mismo, se hace independiente de las criaturas, es libre frente a todas las cosas
creadas y se dirige hacia la verdad y el bien absolutos. También está abierto hacia el otro, los
demás hombres del mundo.
Libertad de la Persona: El hombre puede dirigirse hacia el bien, solo en la libertad que Dios le
ha dado como signo eminente de su imagen. Dios ha dejado al hombre en manos de su propia
decisión para que así busque espontáneamente a su creador, y adhiriéndose libremente a este,
alcance la plena y bienaventurada perfección.
Igual dignidad de todas las Personas: Dios no hace acepción de personas, porque todos los
hombres tienen la misma dignidad de criaturas a su imagen y semejanza. Puesto que cada
hombre resplandece algo de la gloria de Dios, la dignidad de todo hombre ante Dios es el
fundamento de la dignidad del hombre ante los demás hombres.
Sociabilidad Humana: La persona es Constitutivamente un ser social, porque así lo ha querido
Dios que la ha creado. El hombre es un ser libre y responsable que reconoce la necesidad de
integrarse y de colaborar con sus semejantes y que es capaz de comunión con ellos en el orden
del conocimiento y del amor.
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Principios de la Doctrina Social de la Iglesia:
Bien Común: Conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a
cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. El bien común no
consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social.
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a) Significado y aplicaciones principales (164-165): De la dignidad, unidad e igualdad de todas
las personas deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto
de la vida social para encontrar plenitud de sentido. Es más que la suma de bienes particulares:
como es de todos y es común, es indivisible, y sólo se consigue juntos. Es la dimensión social y
comunitaria del bien moral.
b) La responsabilidad de todos por el bien común (166-167): Las exigencias del bien común
derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y
a la promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales. como:
el compromiso por la paz;
la correcta organización de los poderes del Estado;
un sólido ordenamiento jurídico;
la salvaguardia del ambiente;
la prestación de servicios esenciales para las personas (muchos de los cuales son también
derechos humanos): alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura,
transporte, salud, libre circulación de las informaciones y la tutela de la libertad religiosa
No es sólo obligación del Estado, sino también de la comunidad internacional.
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Destino Universal de los Bienes: Los bienes de la Tierra están destinados al uso de todos los
hombres para satisfacer su derecho a una vida conforme con la dignidad de la persona y las
exigencias de la familia. Dios ha destinado la tierra y cuanto en ella contiene para uso de todos los
hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa,
bajo la guía de la justicia y de la caridad.
a) Origen y significado (171-175): Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para el uso de
todos. La base bíblica de esta enseñanza se encuentra en el libro del Génesis. No se puede excluir
a nadie de estos bienes. Ésta es la raíz primera del principio del destino común. La persona no
puede prescindir de los bienes materiales porque son condiciones básicas para su existencia.
El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho universal al
uso de los bienes. Es un derecho natural y originario escrito en el corazón.
No puede ser removido por una ley positiva. Es el principio prioritario: Es decir, los otros derechos,
incluyendo los de propiedad o libre comercio, están subordinados al derecho universal de los bienes
de la tierra.
No significa que todos son dueños de todo, o que una cosa es de todos. Por eso son necesarias las
intervenciones normativas y un ordenamiento jurídico.
El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener, para cada
persona y para todos los pueblos, las condiciones necesarias de un desarrollo integral.
b) Destino universal de los bienes y propiedad privada (176-181): Mediante el trabajo, el ser
humano, usando su inteligencia, logra dominar la tierra y hacerla su digna morada. El propósito de
la propiedad privada es asegurar a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía
personal y familiar, y debe ser considerada como ampliación de la libertad humana.
La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad como absoluto e intocable. No
es que el principio del destino universal de los bienes y la propiedad privada son opuestos, sino que
hay que ver la propiedad privada como un instrumento para el destino de los bienes. Es decir, es
siempre un medio y nunca un fin en sí. Toda posesión tiene que entenderse en función del bien
común.
Una aplicación de este principio es que los propietarios no deben tener inoperantes los bienes
poseídos, como podrían ser, por ejemplo, las grandes extensiones agrícolas.
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Subsidiaridad: Todas las sociedades de orden superior deben ponerse a una actividad de ayuda
(de apoyo, promoción, desarrollo, etc.) respecto de las menores. De este modo los cuerpos sociales
intermedios pueden desarrollar adecuadamente funciones que les competen, sin deber cederlas
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injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser
absorbidas y sustituidas y por ver negada su dignidad propia y espacio vital.
UNIDAD 10: El principio de solidaridad. Significado y valor. La solidaridad como principio social y
como virtud moral. Solidaridad y crecimiento común de los hombres. La solidaridad en la vida y en
el mensaje de Jesucristo.
Solidaridad: Toda persona como miembro de la sociedad, está indisolublemente ligada al destino
de la misma, y en virtud del evangelio, al destino de salvación de todos los hombres. Hay un vínculo
de interdependencia entre los hombres y los pueblos.
a) Significado y valor (192): La solidaridad manifiesta el común objetivo de los hombres y las
mujeres de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida.
b) La solidaridad como principio social y como virtud moral (193): La solidaridad es un principio
social y una virtud moral. El principio social refiere a la necesidad de reconocer las estructuras de
pecado que dominan entre las relaciones de los seres humanos.
En cambio, la solidaridad como virtud es “la determinación firme y perseverante de empeñarse por
el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente
responsables de todos”.
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UNIDAD 11: Los valores fundamentales de la vida social. Relación entre principios y valores. La
verdad. La libertad. La justicia. La vía de la caridad.
a) Relación entre principios y valores (197): Hasta ahora hemos visto los principios que aplica la
doctrina social de la Iglesia. Pero la doctrina, además, manifiesta una serie de valores
fundamentales. Los valores y los principios están recíprocamente relacionados ya que los valores
expresan el aprecio por el bien moral que los principios pretenden conseguir. Todos los valores
sociales son inherentes a la dignidad de la persona humana.
Verdad: Los hombres tienen la especial obligación de tender continuamente hacia la verdad,
respetarla y atestiguarla responsablemente.
Libertad: Toda persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios tiene el derecho natural
de ser reconocida como un ser libre y responsable. No se debe restringir la libertad, reduciéndola a
un ejercicio arbitrario e incontrolado de la propia autonomía personal. La libertad es respetada
cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal, y
cuando se puede rechazar lo que es moralmente negativo.
Justicia: Constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.
Caridad: Es el amor cristiano. Es el criterio supremo y universal de toda la ética social. La caridad
social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las
personas.