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Dentro de las conductas desviadas destaca el delito. El delito se define como una
violación de la ley, y existen a su vez una amplia gama de delitos y de delincuentes. En estos
casos, la desviación de la norma implica daños o perjuicios a terceras personas, bienes, o a la
propia naturaleza. Sin embargo, también se suelen considerar como «desviados» a aquellas
personas que cumplen las normas y van más allá de lo que se suele esperar de ellas.
Todas las sociedades establecen mecanismos para controlar los casos de desviación.
Para algunos casos el control social, esto es, una forma de presión social informal y no reglada,
es suficiente. Sin embargo, para otros casos de conducta desviada las sociedades establecen
mecanismos más contundentes. En estos casos, de los sistemas jurídico-penales, entendidos
como un conjunto de instituciones judiciales, policiales y penitenciarias, entran en
funcionamiento para fortalecer los mecanismos de control social.
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Eleonor Glueck encontró una hipótesis alternativa a la que sostenía Sheldon. La
hipótesis que se quería demostrar es que en las familias se tratan a los hijos más fuertes con
menos mimos que a los más débiles y como consecuencia, los más fuertes tienden a tener
menor empatía hacia los demás. Por otro lado, la sociedad suele esperar de las personas más
fuertes que tengan un comportamiento agresivo, de manera que estos acaban comportándose
tal y como la sociedad espera que se comporten.
B] El enfoque psicológico.
Para este enfoque, la causa de una conducta desviada habría que buscarla en los
problemas que los individuos tienen a la hora de formar su propia personalidad. Un trabajo
clásico en esta perspectiva lo encontramos en la obra de Walters Reckless y Simon Dinitz
«Pioneering With Self-Concept as a Vulnerability Factor in Delinquency»en Journal of Criminal
Law, Criminology, and Police Science. Vol.58, Nº 4. 1967. P. 515-523. En su trabajo pidieron a
una serie de profesores que estimaran, para cada uno de sus alumnos (12 años), la
probabilidad de que incurrieran en conductas delictivas. El trabajo también incluía entrevistas
con los padres y con los propios alumnos para determinar el ambiente social en el que se
desenvolvían y la percepción que los alumnos tenían de sí mismos. Los resultados mostraban
que «los niños buenos» tenían un carácter más formado que les permitía superar las
frustraciones con mayor éxito que aquellos que eran tipificados como «niños malos». Un rasgo
distintivo de los «niños malos» es que no sobrellevan bien las frustraciones y se muestran más
disconformes con la aceptación de normas y valores culturales. Las conclusiones del estudio
atribuían la ausencia de comportamientos delictivos a un tipo de personalidad que permite a
ciertos individuos dominar sus impulsos hacia la desviación.
El valor de estas teorías tiene un alcance muy limitado dado que la inmensa mayoría
de los delitos más graves los comenten individuos que tienen un perfil psicológico normal.
C] El enfoque sociológico.
La conducta desviada viene en gran parte determinada por el contexto social en el que
se desenvuelven los individuos. Para apoyar este enfoque se suelen distinguir tres tipos de
argumentos:
i. Lo que se entiende como una conducta desviada depende de aquello que una
sociedad considere, de acuerdo con sus normas sociales, como una conducta desviada.
La desviación se define entonces en relación con las pautas culturales específicas de
una sociedad en un momento dado.
ii. La conducta desviada sólo aparece cuando los demás miembros de una sociedad la
definen como tal.
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iii. La capacidad para elaborar reglas y para quebrantarlas no se distribuye igualmente en
la población. Para la sociología marxista la ley puede ser entendida como una
estrategia que permite a los poderosos mantener sus intereses. (Esta misma idea
puede verse en El contrato social de Rousseau)
Según Durkheim en sus trabajos The división of labor in society y The rules of sociological
method, nos dice que la desviación cumple cuatro funciones esenciales para la sociedad:
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rebelión. En este caso se comparte el rechazo anterior, pero en lugar de aceptar la situación,
defienden alternativas al orden y a las normas sociales dominantes.
Mecanismos institucionalizados
Acepta Rechaza
Acepta
CONFORMIDAD INNOVACIÓN
Objetivos culturales
Rechaza
RITUALISMO RETRAIMIENTO
Nuevos
mecanismos
REBELIÓN
Nuevos
objetivos
La teoría de la desviación de Merton
Para Cloward y Ohlin (delinquency and opportunity: A theory of delinquent Gangs, NY.
Free Press, 1966) la conducta delictiva no depende solamente de la escasez de oportunidades,
sean estas legítimas o ilegítimas, sino también de la oferta de las oportunidades ilegítimas.
Como demuestra el caso de Al Capone las oportunidades ilegales fomentan la aparición de
subculturas de delincuentes, en las que no sólo se produce la integración y la aceptación de un
grupo, sino que además se puede aprender un oficio.
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La teoría del etiquetaje advierte que una vez que se ha etiquetado a alguien como un
desviado, la probabilidad de que su conducta social se ajuste a la etiqueta aumenta
significativamente. De este modo, el proceso de «aprendizaje de la desviación» viene
acentuado por las mismas organizaciones que tratan de combatir la desviación social.
Para esta teoría no existen conductas que sean intrínsecamente desviadas, dado que
las etiquetas provienen de los sectores más poderosos de la sociedad. La crítica a esta teoría
incide precisamente en este aspecto, pues en caso todas las culturas existen ciertos actos que
han estado prohibidos o censurados en todo tiempo. A su vez, los defensores de la teoría del
etiquetaje contraatacan afirmando que los actos delictivos cambian y dependen de factores
sociales, económicos y culturales, de manera que lo que en un tiempo era considerado algo
peligroso para la sociedad en otro es asumido por la sociedad como algo totalmente normal y
legal. Véase el caso de los matrimonios homosexuales.
a) Las normas y las leyes sociales no son neutrales, sino que más bien favorecen
los intereses de las clases dominantes. «La justicia capitalista está hecha por la
clase capitalista, para la clase capitalista y en contra de la clase trabajadora»
(Quinney, R. 1977. Class, State and Crime: On the Theory and Practice of
Criminal Justice)
b) Los recursos para eludir la acción de la justicia de los miembros de las clases
privilegiadas son muchos y variados en comparación con los que disponen los
miembros de las clases más desfavorecidas.
c) Existe una creencia extendida de que las leyes son buenas y naturales por
definición, sin analizar la raíz política, lo que lleva a cuestionar su aplicación,
pero nunca su propia naturaleza
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ii. Como el capitalismo depende de la apropiación del trabajo, todos aquellos que no se
incorporan en la red habitual de trabajo suelen ser calificados delincuentes o como
vagos.
iii. Es fundamental para el mantenimiento del sistema de producción capitalista el
respeto a la autoridad, de ahí que la búsqueda del éxito profesional para obtener
respeto sea una tarea primordial. A su vez, se exige el respeto a la autoridad, de
manera que cualquier alteración del orden establecido o la denuncia del autoritarismo
sea etiquetada peyorativamente.
iv. El cuestionamiento del statu quo no se permite, de ahí los calificativos poco agradables
que tienen que soportar los insumisos, objetores, pacifistas y en general aquellos que
cuestionan las bases sociales, políticas, jurídicas o económicas del sistema.
Frente a todos los estigmatizados por el sistema encontramos aquellas personas que
contribuyen al mantenimiento del orden social y económico del mismo que, evidentemente,
van a “soportar” todas aquellas calificaciones positivas que el sistema suele otorgar. Por
ejemplo, la figura del deportista suele ser aclamada como ejemplo de individuo en una
sociedad competitiva en la que destacan valores como el individualismo o la competitividad.
En los años ochenta del pasado siglo, apareció dentro de la criminología británica un
grupo de investigadores sociales de orientación marxista que intentaron buscar alguna
explicación del creciente fenómeno de aumento de la violencia en zonas urbanas. Esta
corriente que se denominó «realismo de izquierdas» trataron de conceptualizar el problema
de la delincuencia en lo que denominaron “el cuadrado del delito”. En este esquema se cuenta
con cuatro vértices o dimensiones: el estado, los mecanismos de control informal, los
delincuentes y las víctimas.
DELITO
Delincuente víctima
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resultado de profundas desigualdades estructurales. La delincuencia surge cuando aparece un
sentimiento de privación relativa, esto es cuando los que carecen de recursos comparan su
situación con aquellos que sí los tienen. Ante este diagnóstico la solución parece evidente: a
mayor igualdad social, justicia social e igualdad de oportunidades menor será la posibilidad de
cometer delitos.